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ENTRE CRISTO Y EL MUNDO: RITUALIDAD Y

PENTECOSTALISMO. UNA APROXIMACIÓN


ETNOGRÁFICA A LAS PRÁCTICAS RITUALES DEL
“MOVIMIENTO MISIONERO MUNDIAL” EN EL
TEMPLO CENTRAL DEL PRESBITERIO N°7 EN
PUEBLO LIBRE (2016-2017)

Tesis presentada para optar por el grado de Magíster en


Antropología en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos

Autor: Jair Augusto Rolleri García

Profesor asesor: Dr. Federico Helfgott Seier

2017
INTRODUCCIÓN

Si un rasgo cultural logra homogenizar actualmente a un país tan diverso


como el Perú, es que, ante todo, como afirmaría Marzal (2002), se trata de una tierra
encantada. Con esta alegoría, que inicialmente aludía al continente americano, este
antropólogo hispano-peruano resaltaba el arraigo religioso de la región en un mundo
cada vez más desacralizado. En efecto, aunque no se puede negar la existencia de
una tendencia, mínima pero creciente, a la laicización, el Perú se yergue sobre las
bases de una historia, conciencia colectiva e incluso legalidad religiosa. No obstante,
si bien la abrumadora mayoría de la población del país asegura ser creyente, esta
hegemonía religiosa coexiste con una multiplicidad de credos. En esa lógica, el mapa
clerical no es solo plural, sino abigarrado, complejo y diverso.
De acuerdo con el último censo poblacional (INEI, 2007), de casi 21 millones
de peruanos mayores de 12 años registrados, más de 20 millones declaran profesar
una religión. Por su parte, tan solo una cantidad que bordea los 600 mil ciudadanos,
es decir, un 2.91% se confiesa como no creyente. Sin embargo, el 97% restante no
constituye, ni por asomo, una unidad religiosa. Poco más del 81% se declaran
católicos, cerca del 13% se adscribe a la categoría de cristiano/evangélico y un 3%
se ubica en otros. Ahora bien, ¿declararse como miembro de una religión es garantía
de su profesión real? ¿Es válido agrupar a una multiplicidad de confesiones y credos
con el rótulo de cristianos o evangélicos? ¿Puede un censo, en líneas generales,
ofrecer información sobre el panorama religioso de un país, que trascienda lo
únicamente referencial?
Para Marzal (2000), en otro de sus textos, estudiar el fenómeno religioso en
el Perú supone ingresar a un ámbito donde la posibilidad de encontrar categorías
válidas y obtener datos rigurosos constituye un problema tan antiguo como los
estudios mismos. Así, por ejemplo, las denominaciones religiosas que puedan
agruparse bajo la designación “cristiano” o “evangélico” evidencian una dificultad de
clasificación. Bajo estos términos, subyacen distintos credos y distintos discursos que
se entremezclan y redefinen continuamente, constituyendo lo que, precisamente,
Marzal (1988) había rotulado como el complejo mundo evangélico.
Un intento significativo por establecer sistemas precisos de
clasificación/denominación en dicha heterogeneidad se evidencia en el análisis de
Marzal (2000). En el caso del universo evangélico, distingue cuatro tipologías que
pueden identificarse en el escenario peruano: iglesias trasplantadas (luteranas,
calvinistas y anglicanas), iglesias evangélicas (presbiterianas, metodistas, bautistas,
alianzas cristianas, adventistas, etc.), iglesias pentecostales (basadas en el continuo
Pentecostés) e iglesias escatológicas (centradas en el advenimiento del fin de los
tiempos)1. Esta propuesta es validada por Hernández (2006), quien reitera la
distinción entre el protestantismo histórico (las iglesias trasplantadas de Marzal) y
protestantismo evangélico. Sin embargo, reúne a pentecostales y evangélicos
propiamente dichos en una sola categoría, donde confluyen iglesias con mayor o
menor tendencia al fundamentalismo y al sectarismo.
Dentro de esta complejidad, sobresale una organización cristiana de relevante
extensión en la ciudad de Lima, el Movimiento Misionero Mundial. De acuerdo con
cifras de la propia agrupación, esta iglesia reúne a 304 templos solo en la capital y
994 en todo el país (MMM, 2015). No obstante, como se verá más adelante, de
acuerdo con sus líderes religiosos, dicha cifra se acerca, en la actualidad, a las 2000
sedes. Asimismo, congrega a miles de varones vestidos con saco y corbata, y damas
con el mismo estilo de blusa, siempre con falda y el cabello sujetado de manera
similar. Recurre generalmente a un discurso orientado a una Sana Doctrina (MMM,
2015), que suele expresarse a través de una cadena de televisión en HD, 162
estaciones de radio, diversas páginas en redes sociales y, eventualmente, a través
de vallas publicitarias en calles principales de la ciudad.
Según el Registro Nacional de Confesiones y Entidades Religiosas (Ministerio
de Justicia, 2016), esta agrupación se inscribió voluntariamente como una “iglesia
cristiana pentecostal”. Sin embargo, mis primeras incursiones a uno de los templos
de esta congregación mostraron que sus miembros suelen identificarse bajo la
aseveración “soy cristiano”. ¿Se trata, en efecto, de una iglesia pentecostal en el
sentido construido por la teoría antropológica de la religión? ¿Es relevante el rótulo
de pentecostal para comprender la naturaleza de esta descomunal congregación?
¿Quiénes, en el fondo, conforman esta iglesia en significativa expansión? ¿Cómo
explicar su crecimiento tan abrumador en pocas décadas desde su fundación?
En términos simples, el propósito esencial de la presente investigación es
conocer qué hace, cómo lo hace y cómo entiende lo que hace el Movimiento
Misionero Mundial. En ese sentido, si partimos de la clásica definición de Durkheim

1 La caracterización de las distintas iglesias que conforman este complejo mundo evangélico se
precisará en la discusión teórica de la tesis. Con fines aclaratorios, precisamos que, por trasplantadas,
Marzal (2000) se refiere a las agrupaciones nacidas en la Reforma y que, en muy reducido número, se
extendieron al Perú. Por iglesias evangélicas y pentecostales, se entiende a las congregaciones
evangélicas ortodoxas fundadas en Estados Unidos en el siglo XIX. Finalmente, por iglesias
escatológicas, Marzal comprende a las agrupaciones evangélicas no ortodoxas, como mormones o
testigos de Jehová.
(1968), un grupo religioso es un sistema de creencias y prácticas, es decir, de
dogmas y ritos. En consecuencia, la respuesta a qué hace esta congregación no
resulta demasiado difícil de esbozar: practican rituales que legitiman su cuerpo de
creencias. Probablemente, como afirman Espinar (2004) y Palencia (2004), esta
congregación es, respectivamente, una comunidad de fe orientada a un culto festivo.
Pero antes de un grupo ritual es, ante todo, una organización social. Por tanto,
comprender la estructura organizacional de esta iglesia, su sistema de dogmas y,
específicamente, sus prácticas rituales (Turner, 1988) constituye, pues, una forma
legítima de aproximarse a la naturaleza de esta compleja institución religiosa.
Es en esa perspectiva que proponemos, a través de este recorrido
etnográfico, una comprensión del Movimiento Misionero Mundial a partir de su
ritualidad. En coherencia con Rappaport (2001), el ritual es, ante todo, la actividad
social por excelencia. Las palabras y conductas desarrolladas en él describen la vida
colectiva de una comunidad. Por tanto, desde la mirada antropológica, resulta viable
entender a esta congregación en cuanto grupo social, a partir del análisis ritual. Y si
se considera que estas prácticas analizadas no solo describen la organización
colectiva sino representan el sistema dogmático del grupo, es posible comprende,
observando los rituales no solo al conjunto de fieles sino al universo simbólico que
ellos comparten.
Concretamente, los objetivos puntuales de la presente investigación
etnográfica son los siguientes. Primero, se procura describir y analizar las prácticas
rituales propias del Movimiento Misionero Mundial como congregación religiosa.
Luego, se pretende identificar los elementos del sistema simbólico de la
congregación que se reproducen en su ritualidad cotidiana. Asimismo, se tiene como
fin analizar las relaciones existentes entre la ritualidad particular de este grupo, su
crecimiento como congregación y su relevancia dentro del movimiento evangélico
peruano. Finalmente, la presente indagación se propone explicar los factores que
motivan no solo la conversión sino la permanencia de los fieles al interior de la
congregación, desde su asociación al ritual.
Para alcanzar los fines propuestos, se tiene como opción metodológica por
antonomasia a la etnografía. En esa línea, se realizaron visitas continuas al templo
del Movimiento Misionero Mundial de Pueblo Libre durante siete meses (entre
octubre de 2016 y abril de 2017). Se eligió dicha sede por distintas razones. Entre
ellas sobresale que se trata del templo central de una jurisdicción que comprende
siete distritos. Además, luego de intentos en distintas iglesias del Movimiento, fue la
primera donde sus líderes mostraron apertura hacia esta investigación. Finalmente,
como se comprobó durante la participación en el principal evento nacional de la
iglesia, la ritualidad es, ante todo, la misma y, teóricamente, puede comprenderse
mediante su análisis en cualquiera de las sedes.
Como resultado de la observación participante como técnica fundamental,
además de entrevistas específicas a informantes clave dentro del templo y la revisión
de algunos de los textos centrales de la congregación, se logró reunir información
suficiente para construir una descripción densa (Geertz, 1988) de dicha iglesia. Esta
es presentada, sistemáticamente, a lo largo de cinco capítulos debidamente
estructurados desde la fundamentación teórica al análisis específico de la diversa
ritualidad de la congregación. A continuación, se propone una breve síntesis de dicho
desarrollo.
En el primer capítulo, se parte de una discusión teórica amplia que gira en
torno a las tres categorías de análisis de las que partimos. Primero, se traza un
recorrido a los debates respecto de la religión como fenómeno social. En ese sentido,
se recurre a las concepciones de esta como sistema social en Durkheim (1968), como
sistema simbólico en Geertz (1988), como comportamiento éticamente condicionado
en Weber (1978), como experiencia con lo sagrado en Eliade (1981) y como espacio
simbólico organizado por la transferencia de poder en Bourdieu (2009).
Inmediatamente después, se aborda la segunda categoría: el ritual. Para ello, se
consideran las tensiones en torno a la definición de ritual según Van Gennep (2008),
Turner (1988), Leach (1975) y Rappaport (2001). Seguidamente, se establece la
vinculación entre acto ritual y organización social, desde las lecturas contrapuestas
del segundo y tercero de dichos antropólogos. Finalmente, se desarrolla ampliamente
el tercer término: pentecostalismo. Con dicho fin, se introduce al lector a los debates
sobre este variante del espectro evangélico en América Latina y el Perú. Autores
como Bastian (1994), Marzal (1988, 1995, 2000, 2002 y 2004), Hernández (2006),
Espinar (2005) y Palencia (2004) toman lugar en dicho panorama abigarrado,
además de referencias a investigaciones en el exterior.
Luego del abordaje teórico de la religión, la ritualidad y el fenómeno
pentecostal, la concepción metodológica de la presente investigación es desarrollada
en el segundo capítulo. Así, se parte del detalle de las preguntas, objetivos y
respuestas hipotéticas del estudio para ingresar en la propuesta etnográfica. Para
ello, se retoman los enfoques de Bernard (1995) y Guber (2011) del método
etnográfico, a fin de comprenderlo como el resultado de una observación y análisis
minucioso y, a la vez, un diálogo entre puntos de vista a veces en tensión. Luego, se
relata el proceso de siete meses en campo, los alcances a los que se pudo llegar,
algunas experiencias anecdóticas y, evidentemente, las principales dificultades que
se enfrentó en la trayectoria hacia la comprensión de la ritualidad del MMM.
El tercer capítulo constituye, en definitiva, el primer paso del recorrido
etnográfico a esta descomunal congregación. En él se aborda la historia del
Movimiento, su organización social, estructural y política a nivel internacional. Se
explican, además, los cargos jerárquicos, los representantes nacionales y la
distribución de funciones a nivel del Perú. Sobre la base de esta reconstrucción de la
estructura social sobre la que se yergue la ritualidad a analizar, se arriba a la
comprensión del Movimiento Misionero Mundial como una institución transnacional
de tipo corporativo, con una sofisticada organización orientada al cumplimiento de
una ética rigurosa, sustentada en un cuerpo doctrinal con tendencias
fundamentalistas. Se analiza, con referencia a los textos esenciales de la exégesis
de esta iglesia, las verdades en las que ellos creen, con la finalidad de ver, en los
siguientes capítulos, cómo estas se reproducen en el comportamiento colectivo ritual.
El cuarto capítulo, por su parte, evidencia el ingreso del etnógrafo a la
congregación local. Se reconstruye el templo de Pueblo Libre como espacio social y
espacio simbólico delimitado por lo sagrado (Eliade, 1981). Se describe su interior,
sus ambientes y cómo estos reproducen las jerarquías de roles que se distribuyen
entre los hermanos que conforman la congregación. Se profundiza en la estructura
interna de la iglesia, sus cargos, sus formas de organización y, principalmente, la
división del trabajo al interior de la iglesia. A la luz de la Constitución de dicho grupo
religioso (MMM, 1993), se explica la organización interna del templo, como reflejo de
la sofisticación que caracteriza a la iglesia transnacional a la que este se sujeta. Y se
asocia la ética rigurosa que esta promueve al trabajo cotidiano que sus fieles
desempeñan en ella.
Finalmente, el último capítulo de la presente investigación está orientado a la
consecución de los objetivos centrales de la misma. Es así que, en dichas páginas,
se propone, concretamente, la descripción y el análisis de los rituales del Movimiento
Misionero Mundial. Si bien no son los únicos que esta congregación practica
periódicamente, el abordaje se centra en comprender, en principio, al culto y sus
variantes como un proceso ritual. Luego, el análisis se concentra, en el orden
respectivo, en las prácticas más frecuentes y visibles en las ceremonias del templo.
Se realiza un análisis minucioso de la música ritual, de las diversas y particulares
formas de oración, de las prácticas socioeconómicas altamente ritualizadas y, para
terminar, de la máxima expresión de ritualidad que se pudo describir: el paso al altar,
un momento donde la emotividad y la búsqueda de lo sagrado confluyen para realizar
la transformación substancial del sujeto que lo experimenta.
Como puede notarse, esta investigación etnográfica pretende aportar al
discurso sobre la religiosidad no católica en la Lima urbana, iniciada por Marzal
(1988) y desarrollada ampliamente en estudios posteriores. Si bien ya existe un
camino iniciado por el estudio etnográfico-discursivo de Kling (2015)
sobre las relaciones de género en dicha congregación, el presente estudio propone
un enfoque cualitativamente distinto. No se analizan discursos, se describen e
interpretan rituales. Y este procedimiento se traza con la finalidad de aproximarse a
una comprensión legítima del universo simbólico que justifica que, día a día, más de
medio millón de fieles peruanos se enfrasquen en una fe expresada en una ética
rigurosa que determina, incluso, su forma de hablar, de vestir, de vivir y de
enfrentarse al mundo. Estamos convencidos de que el lector comprobará, sin mayor
dificultad, que dicho propósito, hasta cierto punto, ha sido claramente conseguido.

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