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Aunque es difícil decir algo novedoso acerca del arquitecto y su obra, vamos a hacer
un pequeño recorrido por dos de los elementos claves de su arquitectura: LA LUZ
y EL COLOR.
Luis Barragán llegó a un nivel artístico incuestionable, sobrio con las líneas y planos
y audaz en el repertorio y paleta de colores. El color se convierte en un recurso
gráfico de su arquitectura: “Barragán, un pintor constructor y un paisajista de
vocación…”.Así mismo, la manipulación de la luz es otra característica vital de su
manera de proyectar, y es que, a través de ésta, brinda a sus construcciones un
dinamismo, emoción, intimidad y funcionalidad excepcional, convirtiendo sus obras
en pura escultura. Partidario del uso de la luz natural, muchas de sus obras
demuestran que se puede establecer un estilo arquitectónico entre luz y formas.
Para Barragán la luz es algo que afecta directamente al estado de ánimo de los que
habitan un lugar, de ahí que se convierta en un referente claro de la totalidad de su
obra, pero en especial, de sus proyectos residenciales, de los que nos ha dejado un
importante legado, ligado a un gran número de residencias particulares.
En su discurso de aceptación del premio Pritzker, el arquitecto habla del jardín como
la naturaleza reducida a la escala humana y como el refugio más eficaz contra la
agresividad del mundo contemporáneo, “en mis jardines, en mis casas, siempre he
procurado que prive el plácido murmullo del silencio, y en mis fuentes canta el
silencio”.
Una segunda puerta separa la penumbra dorada de la entrada de la luz intensa del
vestíbulo. Una fuente de luz incide sobre una superficie dorada y se refleja sobre
los muros rosas, generando una tenue sombra rosada sobre el blanco de la
escalera. Un vez más vemos los matices del juego cromático con los que nos deleita
Barragán.
La fachada poniente de la vivienda, en contraposición con la fachada a la calle, que
podría calificarse de conventual por su cierre hermético hacía ésta, se concibe como
un mecanismo de diálogo de la casa con el jardín. En el gran ventanal del salón
vemos la profundidad con la que el arquitecto estudia los huecos y entradas de luz.
La delicadeza de su tratamiento y su liviana estructura hacen de este una gran
escaparate hacía el jardín, inundando la estancia de una exuberante vegetación.
Es curioso como incluso a través del ventanal se intuye la presencia de
la religión en su arquitectura, tan importante para Barragán, la liviana estructura en
forma de cruz como entrada de una luz tranquilizadora.
En el código de color de Barragán estaba entendido este aspecto por eso usa este
color en zonas de paso como veíamos en la entrada de la vivienda, pero su
profundización en la paleta cromática va más allá, llevándolo a experimentar con el
amarillo incluso en estancias de estar y de trabajo.
PLANIMETRÍA
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