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Señor Director:

Nadie puede obviar los grandes cambios paradigmáticos que nuestra sociedad
está generando con respecto a los movimientos feministas. Sin embargo, esto ha causado
que variados movimientos de izquierda hayan encontrado una nueva forma de mimetizar
el discurso de “dominantes y dominados” sobre las bases de las reivindicaciones
femeninas. Parte de esta instrumentalización ha conllevado que los dirigentes
estudiantiles adherentes a la izquierda de las diversas casas de estudios, hayan sometido
a voto la decisión de realizar paros reflexivos, adherencias a marchas e, incluso, tomas de
universidades, justificando que es una medida legitima para continuar en la vía de
“democratizar los espacios comunes” y “garantizar mecanismos para que las demandas
sean acogidas por las autoridades”. Ante esto último, varios estudiantes, mujeres y
hombres, a pesar de simpatizar con el movimiento, manifiestan su desaprobación a estas
medidas, ya que atenta contra su decisión de querer seguir estudiando y formándose como
profesionales, inclusive, el derecho a la educación constituye una garantía constitucional.
Estos individuos abogan que el tema en cuestión “no es el fondo, sino la forma”.

Yo me pregunto: ¿Hasta qué punto “las decisiones de las mayorías” tienen el


derecho a atentar contra nuestros propios derechos y libertades? ¿Cuál es el límite que
podemos darles? ¿Acaso no será que la democratización extrema puede conducir a una
tiranía de las mayorías?

Sebastián De la Jara Martínez

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