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Los ancianos encarnaban la realización del individuo adulto, porque habían logrado
llevar una conducta semejante a la de sus antecesores, y siendo así, sus vidas
eran ejemplo a seguir; en orden de importancia se encontraban las autoridades, los
viejos y los padres de familia.
Así, las autoridades, los ancianos y los padres de familia debían llevar a cabo la
educación e los niños y los jóvenes, la cual se realizaba de dos maneras: empírica
y oralmente. La forma empírica tenía como método la participación activa de los
niños en las tareas de la comunidad y la oral se llevaba a cabo a través de
enseñanzas de las autoridades, adultos y ancianos.
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La educación maya en los tiempos prehispánicos. Centro de Estudios Mayas. Serie:
Cuaderno 16. Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, México 1983.
El proceso por medio del cual se lograba que un individuo hiciera suyo un
concepto, una idea o un valor, era la memorización: esta forma de aprendizaje
excluía la posibilidad de valorar el conocimiento o el someterlo a un análisis critico,
derivándose enseñanzas rígidas, ortodoxas y coercitivas, que no motivaba la
individualización extrema ni impulsaba la creatividad, ni la imaginación.
Una característica moral era la temperancia, que tal parece pertenecía su ejercicio
al ámbito masculino, la cual consistía en el ejercicio del valor y la justicia y, junto
con ella, se ponderaba la sabiduría que era la prudencia que guiaba su sabiduría.
Otro valor que exaltaba la educación era la honestidad, que variaba en función de
la edad y el sexo de las personas, lo cual parece referirse al comportamiento en el
tratamiento entre los sexos.
El comportamiento de los niños, trazado por los valores esenciales, debía estar
caracterizado por un gran respeto a los mayores, permitiéndose una amplia
espontaneidad para manejar sus vínculos con niños de su edad. Desde los tres
años los niños se incorporaban a las prácticas cotidianas del culto celebradas en su
casa. La participación de los niños en el ritual los hacía aprender a tener fe, a cree
y a confiar en las divinidades, a obedecer a la clase sacerdotal como mediadora
entre ellos y los dioses, y a seguir el complejo ceremonial del que formaba parte
importante el auto-sacrificio.
Después de los tres años, junto con la formación religiosa, el niño aprendía los
valores morales de la comunidad. Las enseñanzas éticas de estos primeros años
son determinantes para el comportamiento futuro del individuo, porque a partir de
esta etapa se forma la responsabilidad moral.
La observación de las reglas del pudor se les inculcaban entre los cuatro o cinco
años, a partir de entonces hacían que los hombres se pusieran taparrabo y las
mujeres una falda que cubría de la cintura hacía abajo.
La imitación, forma esencial del aprendizaje infantil indígena, así como alguna
instrucción deliberada, fueron la forma en que a partir de los cuatro o cinco años
comenzaron a capacitar a los niños para incorporarlos al trabajo de los mayores,
de acuerdo a su sexo: después de los tres años los niños eran apartados del
ámbito femenino y pasaban a formar parte del núcleo masculino para que se
identificaran con el papel propio de su sexo, en cambio las niñas permanecían
dentro de la casa aprendiendo las labores características de su condición
femenina.
Existieron también escuelas a las que asistían los niños de más de siete años y
los adolescentes, pero debido a que los pueblos estaban organizados según el
rango social al que pertenecían los educandos, no asistían todos a la misma
institución, yendo los de alto rango a la “casa de los jóvenes” y los campesinos a
la “casa del pueblo”. Estas escuelas tenían como propósito alejar a los alumnos
del individualismo, el egocentrismo y la desunión enseñándoles a participar en la
vida social de acuerdo a los interese comunitarios. Otras escuelas eran los
mismos templos adonde acudían los nobles después de haber estado en la “casa
de los mancebos”, en ellas toda su labor estaba dirigida a la transmisión del
pensamiento religioso y de los conocimientos científicos.
Si bien, es cierto que las distintas escuelas se fundaban en un orden definido, con
preceptos y métodos propios para preparar a cada individuo para su propio
ambiente y no desvincularlo de la realidad que lo rodeaba, también es verdad que
remarcaban las diferencias sociales y evitaban la movilidad social entre los
distintos estamentos de la sociedad.