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La tesis fundamental del trabajo de Philippe Aries, “L´enfant et la vie familiale sous l´Ancien
Régime”, sostiene que en la Edad Media no existió un periodo especial de la vida llamado
niñez al que se le reconocía unos propios y únicos valores, privilegios y restricciones, al
contrario, una vez que los niños comenzaban a demostrar las características propias de la vida
adulta se les incorporaba rápidamente a ésta e incluso se les penalizaba como adultos hasta la
muerte. Aries se basó principalmente en la interpretación de la historia del concepto de
infancia en el uso, de la iconografía de los siglos XV y XVI, prestando principal atención en las
ropas, expresiones faciales, objetos y solo en algunos casos, en textos de la época.
De lo anterior, se desprende que esos elementos a los cuales les atribuimos una existencia
natural, como si siempre hubieran existido, no siempre ocuparon un lugar específico en la
sociedad, siendo la infancia uno de ellos. Si bien la obra pedagógica de Jean Jacques
Rousseau: “El Emilio”, publicado en 1762, es considerado como un hito fundamental en el
cambio de la cosmovisión acerca de la infancia realizaremos una reconstrucción sobre su
conformación.
Asociado con lo anterior, en la Antigua Roma según la investigación realizada por Veyne y de
Mason- citada por Aries- el niño romano recién nacido se lo apoyaba en el suelo y el padre
para reconocerlo debía elevarlo de éste. En consecuencia, sino lo hacia era abandonado y
expuesto ante una puerta, al igual que sucedía con los hijos de los esclavos - era dado en
adopción- o se les daba muerte -infanticidio- Esto significa que la vida le era dada dos veces,
la primera cuando “salía del vientre” y la segunda cuando el “padre elevaba”.
Progresivamente durante la Edad Media, las prácticas asociadas con el infanticidio fueron
fuertemente condenadas y se convirtió en delito. Durante este periodo existieron prácticas
en que los niños desaparecían víctimas de una desgracia que no era posible evitar “ caía dentro
de la chimenea encendida o dentro de una tinaja y nadie había podido sacarlo a tiempo; moría
asfixiado en el lecho donde dormía con sus padres sin que estos se hubieran dado cuenta. Los
obispos de la Contrarreforma sospechaban que ni el padre ni la madre estaban libres de culpa
e hicieron cuanto estuvo en sus manos para que los hijos durmiesen en un lecho separado de
los padres (el uso de la cuna se instauró tarde y estaba limitado a las clases superiores, se
generalizó gracias a las presiones, que al principio tuvieron una finalidad moral y, mas tarde,
higiénica)” (Aries, Pág. 9)
Siglos después, otra práctica asociada a la crianza de los niños será la delegación de su crianza
en nodrizas, la delegación del cuidado del niño en otra mujer. Los niños eran objeto de una
especie de “abandono”, que muchas veces incluía un desplazamiento del lado de sus padres.
Es decir que, existieron diversas formas de “regulación” de la crianza de los niños en la historia
de la humanidad. Y será muy gradualmente que la idea de niño, como un ser diferenciado del
adulto, con particularidades evolutivas propias y con necesidades específicas, va a ir surgiendo
en la historia de la civilización. Aries cita en su trabajo que durante mucho tiempo no existió
una vestimenta que diferenciara los niños de los adultos, con excepción de la faja – una banda
de tela que se enrrollaba alrededor del cuerpo, incluidos los brazos y posibilitaba poder
llevarlo en la espalda o colgarlo en la pared- Luego se lo vestía como un adulto “ en las clases
bajas vestía con los mismos andrajos; en las clases acomodadas llevaba trajes de adulto hechos
a medidas. Es recién en el siglo XVI, que las clases altas comienzan a diferenciar la vestimenta
de los niños varones y de algunos detalles en las de las mujeres.
Para Ariès este cambio signado por la mutación del status de los niños originará el
“sentimiento moderno de infancia”. Este pasaje de la indiferencia afectiva hacia los niños, a su
apego afectivo y la clara preocupación por su destino, es propio de la vida moderna.
La infancia moderna
Según el pedagogo Mariano Narodowski, la pedagogía moderna nace con el concepto de que
el niño debe ser educado, mientras como vimos anteriormente durante mucho tiempo los
niños no se diferenciaban de los adultos, es recién hacia finales de la edad media apareció una
nueva sensibilidad hacia el niño y su surgimiento provocará transformaciones en las prácticas y
creencias destinadas a la niñez y como una consecuencia de ello se afectará también la
producción del discurso pedagógico moderno que la incluye. La institución escolar se erigirá
como el dispositivo que se construye para encerrar la niñez y a la adolescencia, encierro tanto
en lo topológico o corpóreo como también desde las categorías que la pedagogía ha elaborado
para construida. Tal como lo expresa Narodowski la infancia representa el punto de partida y
el punto de llegada de la pedagogía.
En otras palabras, se observa desde esta perspectiva dos fenómenos complementarios, “la
infancia es la clave de la existencia de la pedagogía en tanto discurso y por otro, es imposible
comprender el proceso de construcción de una infancia moderna sin considerar el discurso
pedagógico (y el de la psicología del niño y el de la pediatría) como operador y dador de
sentidos acerca de la infancia” (Narodowski, M. 1999, Pág41)
En este proceso de escolarización de la infancia será central el reconocimiento de la edad
como parte del desarrollo evolutivo de la infancia y cobrará mayor fuerza en el siglo XVIII, que
es precisamente cuando se logra establecer una relación causal entre la posibilidad de
crecimiento y evolución del niño y los cuidados que se le brindan. A partir de la interacción
entre el niño, reconocido en su especificidad y el adulto, Ariès nos plantea la existencia de que
este sentimiento moderno de infancia, posee como característica relevante que es: bifronte,
de dos frentes o dos caras, porque inspira ternura y hostilidad al mismo tiempo.
Junto con este sentimiento que es “bifronte”, los adultos gozan de un “poder” que se expresa
a través de la posesión de ciertos saberes que el infante “aún” no posee, por ser inacabado e
incompleto, ello generará una relación de dependencia del adulto e incluso de heteronomía,
en la medida que el niño no logra conducirse sólo.
Adiós a la infancia
En el caso de la concepción de infancia moderna los pilares sobre los cuales se apoya su
existencia entran en crisis. Se trataría justamente de una ruptura en el modelo de dependencia
y heteronomía que hemos descripto anteriormente, que se expresa en el plano del discurso.
Narodowski plantea la hipótesis que la infancia se reconvierte fugándose hacia dos grandes
polos.
El segundo polo la infancia desrealizada, infancia excluida del acceso a internet, que es
autónoma, que vive en condiciones extrema pobreza , infancia violenta y marginada. Esta es la
infancia de la realidad real.
Bibliografía
Baquero, Ricardo y Narodowski, Mariano “¿Existe la infancia?” Revista del Instituto de
Investigaciones en Ciencias de la Educación, Nro. 6, 1994.
Ariès, Philippe, "La infancia" en Revista de Educación, Nº 254, 1993.
Gélis, Jacques, "La individualización del niño" en Ariès, P y Duby, G. Historia de la vida
privada, tomo 4, Taurus, Barcelona, 1984
Algunas investigaciones históricas sobre el tema reconocen, a pesar de ciertas diferencias, que
entre los siglos XIV, XV y XVI se fue configurando un lento y complejo proceso a través del cual
se va gestando la aparición de un nuevo grupo social: LA NIÑEZ.
¿Qué relación podemos establecer entre el discurso pedagógico y la aparición de este nuevo
grupo social?
Siempre ha habido, biológicamente hablando, niños, menores, pequeños, pero lo que se fue
conformando en este proceso que señalamos, es el sujeto social niño tal como, en términos
generales, se lo concibe y caracteriza en la actualidad.
El historiador Philippe Ariès ha indagado este fenómeno, señalando que la infancia es una
construcción relativamente reciente en la historia de la humanidad, y más específicamente,
un producto de la modernidad.
Este autor señala que, en contraste con los sentimientos que predominan socialmente hoy
respecto de la infancia, es posible definir un momento histórico en el que éstos no existían, al
menos en la cultura occidental. Los niños compartían con los adultos el conjunto de las
actividades comunitarias, lúdicas, educacionales y productivas, y no se diferenciaban de éstos
por la ropa, por los trabajos que realizaban o por lo que les era permitido decir o no decir.
Ariès observa, en los documentos históricos con los que trabaja, que hacia finales de la Edad
Media, una nueva forma de acción sobre los más jóvenes comienza a tener lugar en las
relaciones sociales. Es en este momento que se van sucediendo transformaciones en las
actitudes, los sentimientos y las relaciones en torno de este grupo etáreo.
Baquero y Narodowski señalan que en la obra de Aries, dos son los sentimientos que
comienzan a conformarse, en la transición entre la antigua y la actual concepción sobre la
infancia:
el denominado “mignotage” por medio del cual se reconoce una cierta especificidad del
niño que se hace evidente en algunas nuevas actitudes femeninas, sintetizadas en la
consolidación del sentimiento de amor maternal, sobre todo en la figura de las madres y
nodrizas.
el que se conforma a partir del nuevo interés generado por la infancia como objeto de
estudio y normalización, siendo los pedagogos los sujetos destacados en este proceso, y la
escuela, el escenario observable en donde se despliega este interés.
DE ESTE MODO se van definiendo algunas de las características con que comienza a
concebirse al niño:
moralmente heterónomo.
LA PEDAGOGIZACIÓN DE LA INFANCIA
“A partir de un determinado período (...), en cualquier caso a partir de finales del siglo XVII de
una manera definitiva e imperativa, se produce un cambio considerable en el estado de las
costumbres que he analizado. Cambio que puede percibirse a través de dos aproximaciones
distintas. La escuela sustituye al aprendizaje como medio de educación. Esto significa que el
niño deja de estar mezclado con los adultos y deja de conocer la vida directamente en
contacto con ellos. Pese a muchas reticencias y retrasos se lo aísla de los adultos y se lo
mantiene separado en una especie de cuarentena, antes de dejarlo en el mundo. Esta
cuarentena es la escuela, el colegio. Comienza así un largo proceso de encierro de los niños
(semejante al de los locos, los pobres y las prostitutas) que no cesará de extenderse hasta
nuestros días y que se llama escolarización” (Philippe Ariès “La infancia y la vida familiar en el
Antiguo Régimen”. Taurus. 1970)
Por sujeto aquí se entiende, no al sujeto individual, a la persona en particular, sino a una
operación de configuración de una subjetividad determinada al interior de un discurso.
Aquí la pedagogía toma al niño en sus caracteres generales, enfocados de manera abstracta,
deshistorizados y desde estas características, así definidas, intenta prescribir acerca de los
modos de intervención en relación al aprendizaje del alumno.
Como se señala en los materiales, ha habido posiciones teóricas diferentes que han realizado
importantes críticas a la universalidad, y por ende un reconocimiento más o menos explícito a
En este punto podríamos pensar en la caracterización que hemos realizado en la clase anterior
respecto de la situación de las utopías totalizadoras en el momento histórico actual. De la
misma manera, una infancia homogeneizada (materialmente incluso a partir del guardapolvo
blanco), no es posible reconocerla en los niños que hoy concurren a las instituciones escolares.
El hecho de que estos sujetos se forman de manera diferenciada según prácticas culturales
diversas y plurales es cada vez más difícil de desconocer en los espacios escolares.
La escuela ¿ya no es decididamente el ámbito privilegiado donde los chicos y los jóvenes
aprenden?, y los saberes escolares parecen volverse más "viejos" cada vez más rápidamente.
Sumado a esto, la infancia de sectores populares que afronta situaciones familiares y
económicas sumamente duras, es una infancia que en poco se parece a la de niños
dependientes y heterónomos. En otro polo, los niños son tomados como importantes
decisores respecto del consumo de diversos objetos materiales y simbólicos, conformando
una franja del mercado con intereses propios, al que se dirigen directamente quienes venden
sus productos.
¿Sería posible hablar en este sentido de la infancia moderna cuyo surgimiento caracteriza
Aries? En Baquero y Narodowski plantean que habría una crisis en el modelo de dependencia
y heteronomía: “Hoy la experiencia está massmediáticamente diseminada y la edad es cada
vez menos un atributo de conocimiento. El acceso al conocimiento se localiza no en un único
ámbito escolar o académico sino que ocurre una explosión de los ámbitos de expresión de
múltiples y muy variados conocimientos” (Pág.65)