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El camino que señala la Constitución está señalado, a grandes rasgos, por lo siguiente:
La libertad es la regla; la prohibición y el mandato las excepciones. No puede existir
delito sin ley previa. No puede haber condena sin que la preceda el debido proceso
legal, que declare al enjuiciado, autor y culpable. No es posible aplicar la pena de
muerte ni otras crueles, atroces o aberrantes.
La organización del Estado efectuada de tal manera que la libertad individual quede a
resguardo, tiene un origen muy antiguo y un desarrollo no lineal, dependiendo del país y
de la época. Así se explica que la Constitución inglesa esté formada por instrumentos
establecidos en distintos momentos de su historia política y bajo diversas formas: La
Carta Magna de 1215; el Estatuto de Tallagio non concedendo, de 1297; la Petition of
Rights, de 1689; el Act of Habeas Corpus, de 1679; el Act of Settlement, de 1701, y los
Tratados de Unión con Irlanda u Escocia; todos ellos son documentos constitucionales.
Estos instrumentos conservan en su concepción el texto y la escritura de origen, y en
ellos se encuentra establecida y definida claramente toda la substancia de los derechos y
garantías de los individuos y sus medios de reconocimiento en virtud de la soberanía del
pueblo. A la vez, están limitados los derechos y prerrogativas del monarca, como
afirmación de la potestad del Parlamento y de la independencia de los jueces”[1].
No hay duda que en este largo proceso histórico, la misión del Derecho Penal argentino
ha sido -y será- reducir el poder punitivo del Estado. Por lo mismo, toda ley que lo
expanda creando nuevos tipos, aumentando las sanciones de los existentes o
estableciendo mecanismos que pongan en crisis el principio de culpabilidad, no puede
ser bienvenida; tal la ley 27347 (B.O. 06/01/2017).Siendo aquello sustancial, al margen:
es preocupante que se siga la línea ideológica que conduce a un sistema penal solamente
simbólico, como que el legislador cree que cambiando –para más- los números
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indicativos de los años de prisión, modificará la realidad; sin preocuparse siquiera en
calcular el costo económico de las reformas: Es decir examinando si el Estado está en
condiciones de ampliar y mejorar su organización judicial, construir más cárceles, etc.
1.2. Sin que exista autorización constitucional transita un camino que puede llevar al
cambio de la distribución de competencia legislativa entre el Estado Federal y los
Estados locales: La materia contravencional corresponde a los últimos y el primero a
veces la cercena con el simple método de incorporar al Código Penal –por tanto como
delitos- las que siempre fueron faltas o contravenciones[2]. Ya volveré sobre el punto
cuando examine los distintos artículos de la ley 27347.
1.3. Elige -equivocadamente porque no respeta la estructura del tipo del delito culposo-
llevar a cabo su propósito modificando las reglas existentes, en lugar de ubicar estos
temas en un nuevo Título del Libro segundo “De los delitos”, del Código Penal o
incorporarlos de una manera sistemáticamente correcta al Capítulo 2 “Delitos contra la
seguridad del tránsito y de los medios de transporte y de comunicación” del Título 7
“Delitos contra la seguridad pública”, tal como lo hizo el Código Penal español
diseñando el Capítulo IV “Delitos contra la Seguridad vial” (Libro II, Título XVII).
La pena conminada para los hechos dolosos debe ser más severa que para los culposos,
pues en los primeros hay un alzamiento –consciente y voluntario- contra los mandatos
legales. En tanto que en los segundos ello no ocurre y el castigo tiene fundamento en la
necesidad de resguardar el deber de cuidado con el que debe afrontarse cualquier
actividad riesgosa.
En este orden de razonamiento, llevar la pena del homicidio culposo calificado (?)
previsto en el art. 84 bis hasta los seis años de prisión, no sólo desconoce aquella
diferencia sino que infringe el principio de proporcionalidad, como que con la misma
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pena puede ser castigado el que cometa aborto (art. 85 C.P.), lesiones dolosas graves o
gravísimas (arts. 90 y 91 C.P.), abuso sexual (art. 119 C.P.), etc.
2.2.1. El primero dice: “Será reprimido con prisión de uno (1) a cinco (5) años e
inhabilitación especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años, el que por
imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los
reglamentos o de los deberes a su cargo causare a otro la muerte.
“El mínimo de la pena se elevará a dos (2) años si fueren más de una las víctimas
fatales”.
El primer párrafo se diferencia del texto derogado en que el mínimo de prisión, que en
aquél era de seis meses hoy es de un año.
En cuanto al segundo, aquél -conforme lo dispuso la ley 25.189 (B.O. 28/10/99)- decía:
“El mínimo de la pena se elevará a dos años si fueren más de una las víctimas fatales, o
si el hecho hubiere sido ocasionado por la conducción imprudente, negligente,
inexperta, o antirreglamentaria de un vehículo automotor”.
Como podrá apreciarse luego la segunda parte ha sido ubicada en el comienzo del nuevo
artículo: 84 bis.
Por ahora me concentraré en el párrafo que dispone la elevación del mínimo de pena “si
fueren más de una las víctimas fatales” para decir lo siguiente: La sanción de todo delito
atiende a los aspectos subjetivos dolo o culpa y a la importancia del resultado. En orden
a los delitos contra las personas, el dolo de matar hace que la pena sea más severa (art.
79 C.P.) que la de provocar la muerte por culpa (art. 84 C.P.). Si el resultado muerte no
aparece y sí el de lesiones, las penas respectivas son más leves (arts. 89, 90, 91 y 94
C.P.). Sin embargo, que sean más de una las víctimas fatales de los respectivos hechos
no tendría que determinar un cambio respecto del marco temporal de la pena privativa
de la libertad. Si se descarta la posibilidad de concurso real, un solo acto doloso con
pluralidad de víctimas fatales, no determina una variación del ámbito temporal –mínimo
y máximo- de la pena del homicidio básico (art. 79 C.P.). Con mayor razón ese cambio
no debería producirse si una única imprudencia, negligencia, etc. produce más de una
muerte.
De todas maneras, como antes aclaré, una cosa es criticar negativamente el sistema que
el legislador ha elegido y otra reconocer que el intérprete no puede hacer nada para
corregir el error; que se ha instituido en dogma.
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“Artículo 84 bis: Será reprimido con prisión de dos (2) a cinco (5) años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por la conducción imprudente,
negligente o antirreglamentaria de un vehículo con motor causare a otro la muerte.
“La pena será de prisión de tres (3) a seis (6) años, si se diera alguna de las
circunstancias previstas en el párrafo anterior y el conductor se diere a la fuga o no
intentase socorrer a la víctima siempre y cuando no incurriere en la conducta prevista en
el artículo 106, o estuviere bajo los efectos de estupefacientes o con un nivel de
alcoholemia igual o superior a quinientos (500) miligramos por litro de sangre en el
caso de conductores de transporte público o un (1) gramo por litro de sangre en los
demás casos, o estuviere conduciendo en exceso de velocidad de más de treinta (30)
kilómetros por encima de la máxima permitida en el lugar del hecho, o si condujere
estando inhabilitado para hacerlo por autoridad competente, o violare la señalización del
semáforo o las señales de tránsito que indican el sentido de circulación vehicular o
cuando se dieren las circunstancias previstas en el artículo 193 bis, o con culpa
temeraria o cuando fueren más de una las víctimas fatales”.
2.2.2.3. La manera en que está redactado este artículo y la cantidad de supuestos que
contempla se inscribe en la tendencia que tiene el legislador argentino contemporáneo
tratando de no olvidar nada. Se parece al art. 303 C.P. incorporado por ley 26.683 (B.O.
21/06/2011). Y con tal técnica se puede dar el efecto contrario: que la realidad supere a
la previsión.
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dolo al que matare a otro o como autor de la muerte por culpa a quien por imprudencia,
negligencia, impericia o inobservancia de los reglamentos o deberes de su cargo causare
la muerte de otro no exhibe una diferencia respecto de las circunstancias fácticas
determinantes del deceso, ya que las posibilidades pueden ser infinitas en ambos
casos”[5].
Quienes sancionaron la ley 27347 dejaron de lado que en el delito culposo no puede
hablarse de modos de comisión porque, justamente la diferencia con el delito doloso
está en que en el último la elección del medio para conseguir el resultado está
demostrando la existencia del conocimiento y de la voluntad –que son las características
del dolo- y en el culposo ocurre todo lo contrario: como no se quiere el resultado
tampoco es imaginable la búsqueda de una manera de actuar. Y no debería ocurrir lo
que se desprende de la ley 27347: que se castigue más severamente medios que no
pueden ser medios, porque en la subjetividad no aparecen entre el descuido y su efecto.
2.2.3. “Artículo 3°- Modificase el artículo 94 del Código Penal, el que quedará
redactado de la siguiente manera:
“Artículo 94: Se impondrá prisión de un (1) mes a tres (3) años o multa de mil (1.000) a
quince mil (15.000) pesos e inhabilitación especial por uno (1) a cuatro (4) años, el que
por imprudencia o negligencia, por impericia en su arte o profesión o por inobservancia
de los reglamentos o deberes a su cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o en la
salud.
“Si las lesiones fueran de las descriptas en los artículos 90 o 91 y fueren más de una las
víctimas lesionadas, el mínimo de la pena prevista en el primer párrafo, será de seis (6)
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meses o multa de tres mil (3.000) pesos e inhabilitación especial por dieciocho (18)
meses”.
La diferencia con el texto derogado está en que no consta aquí la frase “y concurriera
alguna de las circunstancias previstas en el segundo párrafo del artículo 84”, remisión
que queda reservada para el artículo 94 bis, como luego señalaré.
Lo que sí llama la atención es que el legislador del 2016 obsesionado por incrementar
exageradamente las penas privativas de la libertad, no haya aprovechado la oportunidad
para actualizar las multas.
2.2.4. “Artículo 4°. Incorporase como artículo 94 bis del Código Penal, el que quedará
redactado de la siguiente manera:
“Artículo 94 bis: Será reprimido con prisión de uno (1) a tres (3) años e inhabilitación
especial por dos (2) a cuatro (4) años, si las lesiones de los artículos 90 o 91 fueran
ocasionadas por la conducción imprudente, negligente o antirreglamentaria de un
vehículo con motor.
“La pena será de dos (2) a cuatro (4) años de prisión si se verificase alguna de las
circunstancias previstas en el párrafo anterior y el conductor se diese a la fuga, o no
intentare socorrer a la víctima siempre y cuando no incurriera en la conducta prevista en
el artículo 106, o estuviere bajo los efectos de estupefacientes o con un nivel de
alcoholemia igual o superior a quinientos (500) miligramos por litro de sangre en el
caso de conductores de transporte público o un (1) gramo por litro de sangre en los
demás casos, o estuviese conduciendo en exceso de velocidad de más de treinta (30)
kilómetros por encima de la máxima permitida en el lugar del hecho, o si condujese
estando inhabilitado para hacerlo por autoridad competente, o violare la señalización del
semáforo o las señales de tránsito que indican el sentido de circulación vehicular, o
cuando se dieren las circunstancias previstas en el artículo 193 bis, o con culpa
temeraria, o cuando fueren más de una las víctimas lesionadas”.
Como se repiten las referencias del art. 84 bis, me remito al comentario que le hecho.
2.2.5. “Artículo 5°- Modificase el artículo 193 bis del Código Penal, el que quedará
redactado de la siguiente manera:
“Artículo 193 bis: Será reprimido con prisión de seis (6) meses a tres (3) años e
inhabilitación especial para conducir por el doble del tiempo de la condena, el conductor
que creare una situación de peligro para la vida o la integridad física de las personas,
mediante la participación en una prueba de velocidad o de destreza con un vehículo con
motor, realizada sin la debida autorización de la autoridad competente.
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“La misma pena se aplicará a quien organizare o promocionare la conducta prevista en
el presente artículo, y a quien posibilitare su realización por un tercero mediante la
entrega de un vehículo con motor de su propiedad o confiado a su custodia, sabiendo
que será utilizado para ese fin”.
3.1. A los efectos de la prevención general nada, porque pocas personas cambiarán su
manera de conducir un vehículo “con motor” ya que no habrán leído el Boletín Oficial
para conmoverse porque los mínimos y los máximos de las penas se hayan
incrementado tanto.
3.3. Sí tendrá una consecuencia importante y es que las víctimas o quienes tengan
derecho a indemnización, presionarán judicialmente para que el conflicto se resuelva a
favor de sus pretensiones.
[1] V. Bielsa, Rafael, Derecho Constitucional, 3ª ed. Depalma, Buenos Aires, 1959, p.
98.
[2] En su momento ocurrió lo mismo con la usura (art. 175 bis C.P.).
[3] V. gr. en términos parecidos a la relación entre el homicidio culposo (art. 94 C.P.) y
la omisión de auxilio (art. 108 C.P.)
[4] Welzel, Hans, Derecho Penal alemán, trad. Juan Bustos Ramírez y Sergio Yañez
Pérez, Editorial Jurídica de Chile, 1976, p. 187).
[5] Así lo expuse en mi Tratado de Derecho Penal, tomo I, Parte General, La Ley,
Buenos Aires, 2012, p. 342 y s.