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Asignatura: Ejercicios Exegéticos y Hermenéuticas Actuales

Facilitador: Pas. Washington Loor

Alumno: Patricio Hernández Trujillo (Seminario El camino).

ALAZON213 Y ALAZONEIA212
(ἀλαζών y ἀλαζονεία)

LAS PALABRAS DE LA JACTANCIA


La palabra alazon se encuentra dos veces en el NT: Rom. 1:30 y 2 Ti. 3:2. La Versión
Reina-Valera la traduce en Rom. 1:30 como altivo y en 2 Ti. 3:2 como vanagloriosos.
La palabra alazoneia se encuentra también dos veces en el NT: Stg. 4:16 y 1 Jn. 2:16. En el
pasaje de Santiago, la Versión Reina Valera traduce soberbias.
En el pasaje de 1 Jn. traduce la vanagloria de la vida.
Estas palabras tienen tras ellas un interesantísimo historial que les hace ser muy vívidas y
significativas. Los griegos las derivaban de ale, que significa vagabundo, y un alazon era
uno de esos charlatanes que pueden encontrarse en los mercados y ferias ofreciendo a voz
en grito sus mercancías e infalibles curalotodo a los hombres.
Plutarco Usa alazon para describir al matasanos (Plutarco, Moralia 523). Era
la palabra que se aplicaba a estos charlatanes y buhoneros que
recorrían el país y, doquiera se reunieran las gentes, levantaban sus
tenderetes para vender sus píldoras y pociones y para jactarse de que
podían curar cualquier clase de dolencia.
Definiciones “atribuirse bienes que no se poseen”.
Platónicas
Aristóteles Define al alazon como el hombre que “se atribuye cualidades dignas
de alabanza que realmente no tiene, o que tiene en menor grado del
que alardea”
Platón Usa la palabra alazon para describir los “deseos falsos y jactanciosos”
que pueden caber en el alma de un joven y que arrojan fuera “las
actividades hermosas y los pensamientos verdaderos que son los
mejores celadores de las mentes de los hombres amados de los
dioses”
Jenofonte y Ciro “El nombre alazon parece aplicarse a los que presumen de ser más
ricos de lo que son y a los que prometen lo que no pueden hacer, o
bien cuando es evidente que lo hacen por obtener algún tipo de
beneficio”
Teofrasto “Alazoneia: el atribuirnos algo que no poseemos”. . Pero todavía
tenemos que ver al alazon en su versión más perjudicial y peligrosa,
es decir, al sofista. Los sofistas—de los cuales también había en
tiempos del Nuevo Testamento—eran maestros griegos errantes que
pretendían vender el conocimiento clave para triunfar en la vida. Los
griegos amaban las palabras, y los sofistas enseñaban a manejarlas
con una destreza tal, que “podían hacer que el peor razonamiento
pareciera el mejor”.

Isócrates Gran maestro griego, los odiaba. Afirmaba que “únicamente tratan de
conseguir alumnos exigiendo pequeños honorarios y haciendo
grandes promesas”. Añadía que hacen “ofrecimientos imposibles,
prometiendo impartir a sus alumnos una cierta ciencia exacta de la
conducta por medio de la cual sepan siempre qué hacer.
NUEVO Advierte al cristiano sobre estos hombres y otros similares. El aviso
TESTAMENTO es contra el falso maestro que pretende enseñar la verdad a los demás
sin conocerla él mismo. El mundo está todavía lleno de individuos
como éstos, que ofrecen a los hombres la mal llamada sabiduría, que
anuncian a gritos sus mercancías doquiera las gentes se reúnan y que,
en suma, pretenden disponer del remedio para todo.

¿Cómo podremos distinguir a los tales individuos?


(I) Su característica es orgullosa altivez. En el Testamento de José (17.8), José dice cómo
trató a sus hermanos:
“Mi tierra era su tierra, y su consejo mi consejo. Y no me exalté entre ellos con arrogancia
(alazoneia) a causa de mi gloria mundanal, sino que era entre ellos como uno de los más
humildes”. El alazon es el maestro que se pavonea en lo que enseña y que ha sido
deslumbrado por su propia inteligencia.
(II) Lo único que tienen son palabras. El sofista se escudaba en Epicteto, cuando los
jóvenes fueron a él buscando quien los ilustrara. “¿Enseñarles a vivir?”—dice Epicteto. Y,
después, él mismo contesta su propia pregunta:
“No, tonto; no cómo vivir, sino cómo hablar, que es también la razón por la que se te
admira” (Epicteto, Discursos 3.23).
El alazon procura sustituir acciones excelentes por palabras inteligentes.
(III) Su móvil es el lucro. Al alazon sólo le interesa cuánto va a ganar, ora prestigio para su
reputación, ora dinero para su bolsillo. El programa que predican está destinado a llevar
adelante su promoción personal … a costa de los demás.
El alazon no ha muerto todavía. Aún hay maestros que ofrecen sabiduría mundanal en vez
de celestial; que hilan bellas palabras sin que terminen jamás en una acción amable; que su
enseñanza está animada por la autopromoción y que su único deseo es el lucro y el poder.

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