José Vasconcelos Calderón vivió acorde al tiempo que le tocó en suerte.
No sólo acompañó la revolución mexicana, sino que participó activamente de una de las reformas educativas más grandes del siglo XX en el continente latinoamericano. Nació en Oaxaca en 1882, y se recibió de abogado un año antes de unirse al movimiento de Francisco Madero, declarado opositor a la dictadura del general Porfirio Díaz. Además de su labor como funcionario público, como escritor dejó una vasta obra de la cual se destacan, entre otros títulos, Ulises Criollo; La tormenta;El desastre;El proconsulado y La Flama. Los de Arriba en la Revolución. Historia y Tragedia (los cuales conforman su serie autobiográfica) y, quizá su libro más divulgado, La Raza Cósmica, cuyo humanismo desemboca en una apasionada defensa de la diversidad y una apuesta por el futuro del continente. El porfiriato es el nombre con que se conoce el período en que el general Porfirio Díaz gobernó México, y está comprendido entre los años 1876 y 1911. Al momento de nacer Vasconcelos, el país estaba en manos de las ideas positivistas de la época, y venía de sufrir más de un siglo de revoluciones y guerras civiles, invasiones estadounidenses y francesas, y corrupciones que habían terminado por declarar a México incapaz de saldar la deuda con el exterior. El gobierno de Porfirio Díaz inaugura la serie de las “dictaduras del orden y progreso”, como se han dado en llamar, debido al sesgo positivista que adoptaron, y que se sucedieron a lo largo y ancho del continente. Lo característico de este proceso, al igual que en otros países, es que la dictadura estaba orientada a organizar el Estado en función de una administración eficiente, atrayendo la inversión de capitales extranjeros, dejando de lado políticas de justicia social, y profundizando la diferencia entre clases. Asimismo, se caracterizó por un uso desmedido de la corrupción como también del fraude electoral, lo que posibilitaría entonces una reelección indefinida. Ante semejante panorama, a las tensiones sociales, nacidas del contraste entre una oligarquía todopoderosa y una población que mayoritariamente se dedicaba al trabajo en la tierra, se le respondió sistemáticamente con represión. Tomando la referencia de Europa, principalmente tras la revolución francesa, la idea que predominaba en aquel momento era que sólo a través de una buena educación el país alcanzaría el tan ansiado progreso. La intención del porfiriato fue extender la alfabetización y que la educación llegase a todos, para lo que, gracias al trabajo de personalidades determinantes como Carlos Carrillo y Joaquín Baranda, durante estos años se crearon y se multiplicaron las escuelas normales, se realizaron congresos sobre pedagogía y se promulgó la Ley de Instrucción Obligatoria. Para la introducción de la pedagogía moderna, las influencias más notables fueron las que en Europa habían desarrollado Pestalozzi, Fröebel y Herbart. Sin embargo, pese a las buenas intenciones, la desigualdad pudo más: había un abismo entre los sectores sociales de México, y resultó imposible paliar el analfabetismo sin tener en cuenta la profunda crisis económica que azotaba la población más humilde. Vasconcelos, también llamado “el Maestro de las juventudes de América”, concebía la educación (además de laica, gratuita y obligatoria) como herramienta de liberación para los individuos y el pueblo. Basado firmemente en la defensa de la identidad nacional Mexicana e iberoamericana, aspiraba al progreso de su pueblo mediante la revolución educativa. Tras la revolución mexicana, fue nombrado primer Secretario de Educación Pública del país; además fue el 9º rector de la Universidad Nacional condecorado como Doctor Honoris Causa por la misma institución y por las de Chile, Guatemala y otras latinoamericanas. Fue también miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua Para elevar el nivel educativo crea nuevas escuelas primarias, secundarias, técnicas y rurales, haciendo llegar la educación a todo individuo, incluidos los indígenas, sector olvidado y abusado durante décadas.Vasconcelos intenta incluir a los indígenas al estado mexicano como ciudadanos activos y en plenitud de derechos. La escuela dejaría de ser parte de un aparato de incorporación de individuos a un modo de vida establecido para pasar a ser concebida como parte de la iniciación a la vida. Para esto, el docente debía fascinar al alumno, ser un modelo a seguir. Desde su cargo en la Secretaría de la Educación Pública, José Vasconcelos creó tres grandes departamentos: Escuela, Biblioteca y Bellas Artes. El primero comprendía la enseñanza científica y técnica, tanto teórica como práctica. El segundo funcionaba como complemento a la campaña de alfabetización y del primer departamento; además de ser un servicio para quien no podía inscribirse a un sistema educativo formal. Por último, el departamento de Bellas Artes ofrecía actividades como canto, dibujo y gimnasia dentro de las escuelas. Además, desde un departamento auxiliar y provisional de Enseñanza Indígena, emprendió el programa nacional de “misiones culturales” con la intención de educar a las poblaciones más necesitadas. Así, hacía llegar a todas partes del país reediciones de las obras más significativas del pensamiento europeo y occidental. Esto, junto a la creación de cinco mil nuevas escuelas, nueve mil maestros y un millón de nuevos alumnos, además de numerosas escuelas industriales, técnicas y agrícolas, hicieron de Vasconcelos uno de los mayores exponentes pedagógicos de América Latina. Actualmente México es gobernado por el presidente Enrique Peña Nieto. Tras cuatro años de gobierno, la imagen del presidente es cada vez más negativa. “Los resultados de su gestión muestran un país sumido en la pobreza (…), la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa también ha arrastrado al oficialista Partido Revolucionario Institucional al tercer puesto en intención de voto”. La OCDE (Organización para la cooperación y el desarrollo) sitúa a México en último lugar en temas educativos, donde sólo el 30% de los jóvenes llega a la educación superior. Recientemente el presidente impulsó un plan para “modernizar” su sistema educativo. Plan que deberá enfrentarse a varios retos, como lo son la falta de dinero para su implementación, su corto periodo y el poco consenso político para su aplicación. * “Maestro y tirano son dos términos que se excluyen. En cambio, libertador y maestro son sinónimos; por eso los pueblos libres veneran a sus maestros y se preocupan por el adelanto de sus escuelas.”1
La educación, siguiendo el ejemplo de Vasconcelos, podría llegar a ser
una gran herramienta para la liberación y un motor para el avance cultural y social de los pueblos sometidos. De no ser así, se excluye a los ciudadanos de un derecho esencial y se lo deja ciego ante los poderes que lo oprimen. “La ignorancia es la causa de la injusticia, y la educación, suprema igualitaria, es la mejor aliada de la justicia” 2