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INTERVENCIÓN EN CRISIS
¿Qué es una crisis?
Del griego (KRINEIN) que significa separar, discernir.
Es la confrontación con lo inesperado, súbitamente, con una amenaza, un
peligro. Es un proceso que va desde el shock hasta una reacción (suicidio,
enfermedad, etc.).
Las Crisis tienen la tarea de integrar la nueva situación, en los casos de crisis de
cambio de vida, como la adolescencia, media edad, divorciarse, jubilación, etc.
Si estas fuerzas no son lo suficientemente movilizadoras, se puede desarrollar
una crisis (retiro, depresión, resignación, cronificación de RC). Por estas
cronificaciones pueden aparecer enfermedades psicosomáticas; de la falta de
esperanza puede surgir el suicidio, etc.
Trauma y Sentido
Längle habla de trauma como la herida del alma, y como una forma de
sufrimiento.
Debido a que el sufrir se enfrenta a la vida; los seres humanos intentamos
eludirlo y evitarlo con razón ya que el sufrimiento es el sentimiento por las cosas
que nos producen daño. Sin embargo, éste forma parte de la realidad humana y
no es del todo evitable.
Las heridas psicológicas nos pueden haber sido causadas por otros seres
humanos, pero también por acontecimientos fatales. Ambas fuentes pueden
«traumatizar».
Los acontecimientos fatales traumatizan a través del horror que desencadenan,
ya que éstos sacuden los supuestos fundamentales de la vida.
El trauma nos relaciona muy estrechamente con la estructura de la existencia, ya
que el Dasein humano, es estar expuesto en un mundo con sus «leyes» y
poderes. Esta «desnudez» puede ser vivenciada como un «ser arrojado» en un
mundo en el que también tenemos que experimentar sufrimiento.
Frankl habla de la tragedia ineludible en cada vida: sufrimiento, culpa y muerte.
Es justamente de esta confrontación con lo incomprensible que irrumpe en la
vida; que surge la pregunta por el sentido:
¿Cómo podemos mantenernos en ella? ¿Cómo podemos mantenernos humanos
cuando somos tan invalidados por el destino?¿Cómo podemos ahí seguir siendo
nosotros mismos?
La Herida es un destrucción violenta de la integridad. Como consecuencia
aparece una disminución de la capacidad funcional y lo propio se pierde. Un
consecuencia adicional es la vivencia de dolor.
Éste (dolor) es una señal de prioridad y nos exige que para que su mensaje sea
acogido, hay que enfrentarlo, asumirlo, posicionarse para reconocer las
circunstancias que le preceden y comprender cómo se llegó a tener que sufrir
esa herida. El asumir la situación es al mismo tiempo el piso para la prevención,
como profilaxis de nuevas heridas.
Las heridas anímico-espirituales pueden ser invisibles, actuar repentina y
enérgicamente; o entrar lenta y furtivamente o expandirse crónicamente
destructiva.
Bibliografía:
Apunte de cátedra.: «intervención en crisis»
Trauma y sentido: Contra la pérdida de la dignidad humana.