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Manuel F.

Lorenzo

La última orilla
Introducción a la filosofía de Schelling

Prólogo de Gustavo Bueno

PENTALFA
MANUEL F. LORENZO

LA ULTIMA ORILLA
(Introducción a la Spatphilosophie de Schelling)

Prólogo de
GUSTAVO BUENO

Reservados todos los derechos. Queda terminante-


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Dcp. Legal: AS -1291-89
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grupo helicón ••••
PROLOGO

Manuel Fernández Lorenzo acomete audazmente, en es-


te libro, la demostración de una tesis que es paradójica desde
muchos puntos de vista: La tesis de la significación materia-
lista de la última filosofía de Schelling -uno de los "cuatro
grandes" del Idealismo clásico alemán-, la tesis de un Sche-
lling materialista.
La empresa es audaz, ante todo, porque ha requerido
enfrentarse con las grandes dificultades técnicas que presen-
taban las fuentes "góticas" y, sobre todo, porque no se trataba
de explotar esas fuentes en la dirección tradicional, sino en
una dirección opuesta, la del materialismo filosófico. Y ello
obligaba, naturalmente, a plantear de frente la cuestión de
las relaciones entre el idealismo y el materialismo. ¿Acaso
son dos filosofías ofrecidas a la elección de los individuos, a
la manera como les son ofrecidos tipos de trajes, que cada cual
puede cambiar a su capricho? "La clase de filosofía que se
elige -había escrito Fichte en 1797- depende de la clase de
hombre que se es". ¿Acaso Schelling cambió su modo de ser?
En sus Cartas sobre el dogmatismo y el criticismo, de 1795,
Schelling afirmó (según nos recuerda Fernández Lorenzo) que
"depende de la libertad de espíritu que hayamos adquirido
cuál de ambos (dogmatismo o criticismo) elegimos". ¿Fue su
"libertad de espíritu" lo que llevó a Schelling a cambiar su
idealismo inicial por el materialismo de su madurez? Manuel
Fernández Lorenzo nos hace ver que estas preguntas son cap-
ciosas, en tanto ellas dan pie para presuponer que idealismo y
materialismo son los términos de una simple aternativa, tér-
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min os exteriores entre sí y exteriores é11 modo de ser de c,1d,1 materialismo dialéctico, ya que, sin duda, ocurre que las opo-
hombre, (términos "que se pueden quitar o poner como un traje" siciones idealismo/materialismo y lado pasivo/lado activo
l-'ªra seguir utilizando la imc1 gcn de Fichtc) . Si así fuese, la se dibujan en planos distintos; sus intersecciones ineludibles no
oposición entre idcn lismo y 11/!1fcrlr1/ismo no sería tan deci si- implican, por tanto, ningún tipo de reducción.
va como algunos pretenden -entre ellos Lenin-, qu e consideró a Uno de los grandes aciertos de M. Fernández Lorenzo ha
esta oposición corno la méÍs imf'Ortante y, por tanto, corn.o el sido el haber movilizado un gran número de óposiciones bina-
criterio más profundo para cla sificar la s diferent es formas de rias -que suelen ser indistintamente aplicadas a la filosofía
fil osofía . Muchas ve ces se ha estimad() la opinión de Lenin para cruzarlas mutuamente, no ya con ánimo reductor, puesto
como una opinión infundad,1, propia de un político interesado, que comienza reconociendo la diferencia de sus perspectivas,
pero en tod o caso ajeno y "achencdizo" a la filosofía. Y, sin pero sí con el propósito de seguir las "refracciones" que cada
cmbctrgo, la opinión de Lenin vcm.os que es muy similar, por no una de las intersecciones padece al interferirse con las otras,
decir idéntica , a las opiniones d e Fichte, de Sch elling al res- iluminándolas, por tanto, con una luz especial. Y ha demos-
pecto. ¿No tendréÍ esto é1lgo que ver con la misma natural eza trado que, no solamente las oposiciones más tradicionales del
de l,1 relación de opo sición entre el id ealis mo y el matcrialis - tipo: filosofía especulativa/filosofía práctica o, incluso, fi-
111c1 ? Si la oposición es tan profunda, si no es legítimo conside- losofía académica/filosofía mundana, sino también otras
rJ rl J sin má s com o cx fc rnn o ,1 bs tract<1 respecto de los hom- oposiciones cuya formulación al menos, parece tener una tra-
bres, si el supuesto cam/Jio de Sclwlling fue, en todo c<1so, un dición menos venerable (falsa filosofía/filosofía falsa, filo-
ec1mbio "de su propio ser", no se d porqu e los términos de l,1 sofía de implantación gnóstica/filosofía de implantación po-
oposición tampoco pueden consickrarse co mo exteriores L'I uno lítica), pueden ser consideradas como distinciones en Sche-
respecto del o tro? ¿No es tc1r,~ el idealismo internamente vin- lling unas veces, por modo ejercido, otras veces incluso por mo-
culJdo ill m ,1terialismo, y no cstarú el materiali smo interna- do de representación (corno sería el caso de la oposición entre
me11tL' \·incuL:1 do al ide,1li smo, sin que est<1 vincul<1ción deba una falsa -falsche- filosofía y una filosofía falsa -mangel-
interpretarse e n el sentido de un ,1 "identidad de fondo", sin haft). Y, entre estas últimas, acaso la más señalada, -o al
qu e es ta vinculación pucd,1 h,1 cernos olvicfar la posibilidad menos, es en ésta en la que vamos a detenernos en estas pági-
de un <1 unidad dialécti ca? ¿Acaso M;nx, en su pri111cra tesis nas prologales-, sea la oposición entre una filosofía positiva
sobre Fcucrbél ch, no habí<1 ya es t,1blecid o precisanwntc cst,1 y una filosofía negativa, oposición que nos pone delante del
conex ión di aléc tica y h,1bía reiv indicado "el lad o activo del concepto de una filosofía positiva antes de que Augusto Comte
ideali smo" ? Sin emb<1rgo, no es e\· identc que la oposición en- (acaso simultáneamente, pero independientemente) acuñase
tre id calismr y matcrialisrno puecfa ser considerada, sin m ás, la fórmula que iba a ser alzada corno bandera por una de las
como una oposi ción entre un lodo activo y un lado pasivo d e la más poderosas corrientes del pensamiento del siglo XIX, el
filo so fía de Schelling -o de otra- puesto que h,1y también mo- positivismo, y por una de las más influyentes escuelas de
ti vo s para habl,u del idealismo como el "lado pasivo" del nuestro siglo. Cornte comenzó a dictar su Curso de filosofía po-
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sitiva en 1826; y Schelling, según nos dice Fernández Lorenzo, también reclamando su condición positivista (el "positivismo
había elaborado el término "empirismo filosófico" en sus Lec- espiritualista" de Ravaisson, Lachelier o Boutroux). El en-
ciones de Erlangen (1820-1827). La oposición entre la filosofía tretejimiento que Fernández Lorenzo va estableciendo entre
positiva y filosofía negativa irá cobrando (en las Lecciones las diferentes oposiciones binarias de referencia le permite
de Berlín, de 1841, y, sobre todo, en la Einleitung in die Philo- determinar analogías de importancia principal. Para volver-
sophie der Offenbarung oder Begründung des Positiven Philo- nos a la oposición inicial, materialismo e idealismo: habría
sophie) una importancia creciente en la evolución del pensa- que reconocer entre ambos términos un tipo de relación dialéc-
miento de Schelling, aunque en una dirección muy distinta de tica similar a la que media entre las filosofías de implanta-
aquélla por lo que se abría camino triunfal el positivismo de ción gnóstica y las filosofías de implantación política, pues
Comte. Sin duda, tanto Schelling como Comte tienen de común no es suficiente pensar estas oposiciones como una simple al-
el rechazo a toda forma de "apriorismo racionalista", tienen ternativa (P V Q), sino más bien como una conjunción disyun-
de común la consideración de la "Metafísica dogmática" como tiva, en virtud de la cual cada una de ellas supone la negación
un resultado, pese a su apariencia, del espíritu de la negación de la otra (P ¡\,Q) V (Q /\,P). También la oposición entre una
(de la "destrucción" según Comte, destrucción que Comte refie- filosofía negativa y una filosofía positi-va debería ser anali-
re al "estadio teológico"). Pero la coincidencia en este recha- zada desde este punto de vista: "Lo interesante de las Leccio-
zo, no puede encubrir las radicales diferencias de inspiración nes dadas en Berlín -dice Femández Lorenzo, en su comunica-
que llevaron a Comte y a Schelling a postular la filosofía po- ción al IV Congreso de Metodología de las Ciencias celebrado
sitiva; ni es suficiente conformarse "perezosamente" (como en Gijón, en 1988- es que en ellas la filosofía positiva aparece
dice Fernández Lorenzo) con la fórmula de H. Marcuse, cuando contrapuesta a una filosofía negativa. A partir de entonces,
concluye que lo positivo tiene en Schelling un alcance "más la Filosofía existe para Schelling necesariamente bajo la
amplio" que en Comte. Por tanto, la "experiencia positiva" a forma de dos figuras dialécticamente opuestas ... Sin embargo,
la que apela Schelling, no es precisamente "más amplia" que no cabe hablar, según Schelling, de dos filosofías, sino sola-
la de Comte; es radicalmente distinta, sin que esta diferencia mente de una Filosofía real, porque la otra lo es en sentido re-
pueda hacerse consistir, por ejemplo, en la diferencia entre lativo, "imaginario", "aparente". Por eso, no es la fórmula
una "experiencia externa" (sensible) y una "experiencia inter- (N V P) la que expresa la relación entre filosofía negativa y
na". Pues, para Schelling, lo positivo es la experiencia -pero filosofía positiva, sino más bien la fórmula compleja (N /\, P)
no simplemente "lo que se saca de los documentos, sino tam- (PI\, N)".
bién lo que es la emanación de una voluntad expresa determi- La cuestión estriba, pues, según este planteamiento, en
nada"- y esta voluntad, que se manifiesta en obras, no puede interpretar el alcance "material" del funtor "/\ ". ¿Es empíri-
confundirse con la "experiencia subjetiva", psicológica, de la co, o bien puede ponerse en coordinación con algún nexo necesa-
tradición "espiritualista" francesa (heredera de la "filoso- rio? ¿Y tiene que ver la oposición necesaria entre lo positivo y
fía escocesa" -Royer Collard, Víctor Cousin- y que acabaría lo negativo con la oposición entre el materialismo y el idea-
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lismo, con la oposición entre una implantación política y una materialismo. Luego si buscamos una neutralidad descriptiva
implantación gnóstica de la filosofía? ¿Acaso es legítimo si- -si queremos mantenernos "al margen de todo partidismo"- es
quiera decir que "además de filosofías de implantación polí- porque estamos, en rigor, proponiendo que la opción hacia uno
tica, hay filosofías de implantación gnóstica, o que además u otro término de la oposición no deriva de la filosofía, sino
de filosofía materialista hay filosofía idealista? ¿Pues des- de instancias externas. Ahora bien, esta condición del neutra-
de qué perspectiva está situado el historiador que afirmase lismo "imparcial" es ya de por sí puro relativismo(posiciona-
tal cosa? ¿Es que cabe una tercera perspectiva? Porque si sólo lismo), salvo que el neutralismo sea interpretado como un
se admiten dos (como Fichte, Schelling, Marx o Lenin), enton- nuevo modo abstracto de designar a la opción política, a la
ces, la oposición misma habrá de entenderse de otro modo : tesis de que las determinaciones de la conciencia filosófica
Desde la "implantación gnóstica" (o desde el materialismo, proceden del "exterior envolvente" de dicha conciencia.
o, acaso, desde el idealismo) las filosofías implantadas polí- No es nada evidente, por tanto, que el posicionalismo
ticamente (idealistas o acaso materialistas) cobrarán el sig- sea el resultado de una perspectiva verdaderamente neutral,
nificado de "falsa filosofía", de apariencias de filosofía; y ni es evidente que el neutralismo sea una perspectiva siquiera
desde la "implantación política" de la filosofía, las filoso- posible, al menos en cuanto traspasemos los límites del terre-
fías gnósticas deberán ser consideradas como la no-filosofía, no sintáctico. Todas estas sospechas se nos hacen más notorias
la "filosofía negativa" -y; sin embargo, necesaria para la a propósito de la oposición entre la filosofía positiva y la ne-
constitución de la propia "filosofía positiva". gativa, y acaso, a través de esta oposición, podremos pene-
trar algo más en la de alguna (o de todas) las demás oposicio-
2 nes. Por ejemplo, es obvio que la oposición entre falsa filo-
sofía y verdadera filosofía ha de tener de inmediato cone-
Las diversas oposiciones binarias según las cuales ve- xión con la oposición entre la filosofía positiva y la negativa.
mos desplegarse a la filosofía -y que no podrían considerarse Y no en virtud de alguna eventual correspondencia biunívoca
propiamente como oposíciones- no parece que puedan ser con- (establecida en un terreno semántico), sino en virtud de una
sideradas como nombres de una misma oposición, porque ellas regla sintáctica pura, la que inspiró la definición aristotélica
se dibujan en planos no superponibles, aunque ellos estén inter- de las proposiciones apofánticas: "expresiones de la verdad o
feridos necesariamente. Entre algunas de estas oposiciones de la falsedad mediante la afirmación o la negación".
parece existir alguna analogía, al menos en un aspecto sintác- A nuestro juicio, todo el misterio del relativismo posi-
tico: el que conduce a la simetría del comportamiento mutuo cionalista deriva del olvido de su génesis sintáctica, olvido
de los términos de cada oposición, simetría que fácilmente que conduce a la apariencia enigmática de la equivalencia de
puede conducir a una condición "relativista" o "posiciona- los términos opuestos (como si esa equivalencia tuviese signi-
lista": Así como el materialismo es una "falsa filosofía" para ficados absolutos, semánticos, más allá del significado abs-
el idealismo, así el idealismo es la "falsa filosofía" para el tracto vinculado a un proceso de involución sintáctica). El
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propio Kant se dejó probablemente sorprender por esta apa- vencional) con oposición meramente lógica, sino real. De este
riencia, al interpretarla como expresión de la estructura de modo, la oposición positivo/negativo sería una oposición pu-
ciertas oposiciones que, por ello, habrían de ser vistas como ramente posicional, relacional. Así, una fuerza eléctrica se
asombrosas, y como misteriosas. Me estoy refiriendo a dos es- llamará negativa sólo por relación a la fuerza opuesta, que
critos de Kant que, aunque se ocupan de asuntos distintos, con- por sí misma, será tan "positiva" como aquélla.
vienen sin embargo en la interpretación de este mismo "efecto Ahora bien: ¿Por qué no extender estos criterios posicio-
sintáctico" en campos (semánticos) diferentes: El escrito de nalistas a todas cuantas oposiciones binarias de las que veni-
1768, Sobre el fundamento primero de la distinción de regio- mos hablando pueden recibirlos? No nos faltarían del todo
nes en el espacio (Vom dem ersten Grunde des Unterschiedes materiales (en la Historia del pensamiento) susceptibles de
der Gegenden im Raume), y el escrito de 1763, Intento para in- un tal tratamiento. Así, constataríamos por un lado, como re-
troducir el concepto de magnitudes negativas en Filosofía sultado de una coordinación (en algunos casos: identificación)
(Versuch, den Begriff der negativen Grosen in die Weltweis- postulada reiteradamente a lo largo de las dos últimas si-
heit einzuführen). En el primero de los escritos citados, Kant glas, el nexo entre el positivismo y el materialismo (En 1904,
suscitó la cuestión de los criterios que serían precisos para de- Karl Vossler publicó una obra famosa, Positivismo e Idealis-
cidir si la mano que flota solitaria en el espacio vacío es una mo en lingüística, traducida al español en 1929, una obra que
mano derecha o es una mano izquierda. ¿Acaso no estamos quería impugnar el positivismo de los "neogramáticos", quie-
ante una oposición estrictamente posicional -la de las figuras nes atenidos a los datos "externos", dejaban fuera -en opinión
enantiomorfas métricamente iguales y, en cuanto a las opera- del autor- aquello que sería más característico del lenguaje
ciones de transformación "sintáctica", enteramente simétri- humano, aquello que sólo desde una perspectiva espiritualis-
cas? Sin embargo, son incongruentes. ¿Es esta incongruencia ta o idealista -decía Vossler, influido por B. Croce- podría
una diferencia intrínseca, o es meramente posicional? La di- ser captado). Pero por aquellos mismos años, o pocos después,
ferencia entre el si y el no, entre lo positivo y lo negativo ¿no en los que apareció el libro de Vossler, Edmundo Husserl, que
será también puramente posicional, dado que lo positiva se ya había consolidado las posiciones de su idealismo fenome-
nos presenta como la negación de lo negativo, pero lo negativo nológico, declaraba paladinamente: "Si 'positivismo' quiere
no es otra cosa, a su vez, sino la negación de lo positivo? En el decir tanto como fundamentación, absolutamente exenta de
segundo de los escritos citados, Kant, apoyándose en ciertas todo prejuicio, de todas las ciencias en lo 'positivo', entonces
experiencias cie la época (sobre todo, las que hacen referencia somos nosotros (los fenomenólogos) los auténticos positivis-
a la atracción y la repulsión eléctricas) adoptaba una solu- tas" (Ideen zu einer reiner Phiinomenologie, 1913, & 20).
ción estrictamente posicionalista, al sugerir la idea de que Nos encontramos, en resolución, entre la siguiente situa-
las magnitudes negativas no habrían de considerarse como la ción emic: Que mientras un lingüista, como K. Vossler, diso-
negación de la magnitud, sino como entidades "positivas", ciaba de modo terminante, el positivismo del idealismo, un
que no se oponen a las magnitudes positivas (en el sentido con- matemático, como E. Husserl, identificaba, de modo no menos
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terminantemente, el positivismo con el idealismo. Y es esta insertada en un sistema de operaciones binarias (tipo "con-
situación la que podría ser interpretada desde el esquema po- junción" o "alternativa"- o, en lógica de clases, intersección o
sicionalista. Lo que ocurría, según esto, sería sencillamente reunión de clases x). En efecto, y refiriéndonos, por brevedad,
que el lingüista, ante los programas positivistas, se siente a la interpretación de los valores 1, O, como clase universal, y
idealista, por motivos posicionales análogos a los que deter- nula, respectivamente, llegamos a situaciones que ya no son
minan que el matemático, desde su idealismo, reivindique su meramente posicionales, y en las cuales los valores <j), 1, ad-
vocación positivista . El lingüista y el matemático, ambos quieren significados semánticos absolutos vinculados a su mis-
idealistas, se comportarían entre sí como las fuerzas eléctri- ma determinación sintáctica relativa, pero en situaciones lí-
cas de signo opuesto, de las que hablaba Kant: el matemático mite: (x) (<j) e xc 1).
positivista tendería a ver en el lingüista (aunque él no lo Pero lo que ocurre en el Algebra de clases nos da pie
acepte) un simple metafísico, la negación de la filosofía posi- para pensar, mutatis mutandis, que el posicionalista que re-
tiva; el lingüista, que se declare idealista y abomine del po- dujese la oposición entre una filosofía negativa y una filoso-
sitivismo, tenderá a ver al matemático como un materialista . fía positiva a la condición de un mero relativismo posicional
Sin embargo, la negación del positivismo, por Vossler, no le (el positivista, considerará al metafísico como alguien que se
conduce a la mera "negatividad materialista", en la cual ha desvanecido en la pura negatividad; pero el metafísico,
aparecería Husserl, en tanto que positivista. verá en el positivista el resultado de la caída en la aparien-
cia, que no es otra cosa sino la negación misma de la esencia)
3 acaso estaría inspirándose tan sólo en las reglas de la opera-
ción monaria "negación", abstractamente utilizada; y que tan
El posicionalismo de las proposiciones apofántícas ins- pronto como esta operación se insertase en un sistema de ope-
piró a los neopositivistas de Viena, la teoría de las "Tablas raciones binarias, el posicionalismo quedaría desbordado, sin
de Verdad": En ella, las variables proposicionales, se eva- quedar por ello borrado del orden abstracto que le es propio.
luaban (en el plano sintáctico) con valores booleanos (1, O), de En este supuesto, y aun cuando una filosofía negativa
modo estrictamente posicional, y, por ello, había que asignar implique, desde luego, la negación (de la filosofía positiva
a cada variable tantas opciones 1, O como variables hubiese correspondiente), esto no significaría que la negación debiese
en su contexto (la evaluación empírica, al nivel de las propo- implicar siempre una filosofía negativa, o, dicho de otro mo-
siciones protocolarias, tendría un alcance extrínseco). do, que una filosofía sólo pudiese llamarse positiva cuando no
Sin embargo, hay que decir que ya en el plano estricta- contuviese, entre sus operaciones, la negación. Tal sería el
mente formal en el que aparece esta posicionalidad de los va- caso de la metafísica eleática, interpretada corno la ejecución
lores booleanos, la posicionalidad tiene que ser desbordada de una filosofía abstractamente positiva, a partir de una lec-
tan pronto como la operación monaria negación -que es la que tura abstracta del fragmento 2 de Parménides, que tomaría la
da lugar a la simetría abstracta de las posiciones opuestas- es "segunda vía", la vía del no-ser, que no es (r¡ (o'rocr) OUK rnnv),
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como una vía prohibida, como la prohibición de la negación gación crítica continuada de las tesis propuestas por una pre-
en Ontología. Sin embargo, semejante lectura, contradice la teología positiva? ¿Acaso los Concilios, como fuente institu-
presencia, actu exercito, de la segunda parte del Poema, en la cional de la Teología, han hecho otra cosa que condenar las
cual las negaciones están siendo utilizadas masivamente co- herejías, es decir, negar o criticar la propuesta dogmática (po-
mo motores del regressus a la positividad absoluta del Ser. sitiva) de las herejías? En este sentido, también la Teología
Según esto, no sería legítimo invocar a Parménides para auto- podría decir, con San Pablo: Oportet haeresses esse. Sin em-
rizar la tesis de una filosofía positiva, sin negació_n; antes al bargo, la Teología dogmática no es nueva Teología negativa,
contrarío, el Poema de Parménides favorece la tesis que de- sino que también es Teología positiva. Para decirlo con pala-
fiende la presencia interna de la negatividad en la misma fi- bras que Dietrich Bonhoffer empleaba en sus cursos de Berlín,
losofía positiva. hacia 1933 (Wer ist und wer war Jesus Christus?), la Cristo-
En cualquier caso, y en las condiciones dichas, la filoso- logía positiva no está vacía; una vez que la Cristología nega-
fía negativa no es ya un concepto que haya que entender, de tiva o crítica haya deslindado el campo "en cuyo interior ha
modo meramente posicional, por su oposición a la filosofía de quedar en pie lo incomprensible", puede venir la Teología
posítíva, o recíprocamente. Bastará que lo negativo, en filo- positiva dogmática, que puede enseñarnos "verdades tan con-
sofía, vaya combinado con otras operaciones, y, por tanto, con cretas" como las siguientes: "Cristo es Verbo" (y no color, for-
otras relaciones, distintas de las que aparecen en su oposición ma o piedra); "Cristo es sacramento" (presencia del Verbo en
a lo positivo y, recíprocamente, que lo positivo vaya combi- el pan y el vino consagrado). Más aún: Esta Teología positiva
nado con otras operaciones y relacion:es distintas de las que no se opone ahora tanto a la Teología negativa, cuanto a la
aparecen en su oposición a lo negativo. Y esto, que decimos de Teología natural; porque ésta no quiere reducirse a un saber
la filosofía (positiva o negativa), podría decirse también de negativo, via remotionis, sino que pretende alcanzar saberes
la Teología, de la Moral, o del Derecho; incluso, de las Cien- afirmativos, vía eminentiae.
cias naturales . Pero no sólo en la Teología -o en la Religión- aquello
Podría decirse -y se ha dicho-. Pues el reconocimiento que se considera positivo (por ejemplo, la Religión positiva)
de los "momentos absolutos" de los límites de lo Positivo, de resulta opuesto, como a su correlato propio, no sólo a lo que se
lo Negativo, no es una mera posibilidad deducida de conside- nos dé como negativo, sino también a lo que es natural (reli-
raciones metJ.-lógicas, síno que es un hecho efectivo de la his- gión natural). Otro tanto ocurre en el campo de la Moral, o en
toria de esas formaciones culturales que llamamos Teología, o el campo del Derecho. A la moral positiva (o el derecho po-
Moral, o Derecho, o Ciencia natural. Tomemos, muy breve- sitivo) se le opondrá espontáneamente, no ya una moral nega-
mente, el caso de la Teología católica. Su Teología positiva, tiva (o un derecho negativo), sino una moral natural (o un de-
se opone tradicionalmente, a la Teología negativa (la que recho natural) . ¿Y qué puede ser lo natural, cuando se pre-
procede via remotionis), así como recíprocamente, ¿Y acaso la tende que ha de ser, o una positividad con ambiciones hege-
Teología no ha sído siempre Teología negativa, es decir, ne- mónicas, o una negatividad disfrazada, la clase vacía (el
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"lenguaje universal", la "religión natural")? En cualquier ca- yes positivas" -aunque sin excluir a la "leyes eternas"- en la
so, no hay ninguna razón para afirmar a priori que "natural" medida en que afectan a la "Naturaleza", en cuanto opuesto
signifique lo mismo en "Derecho natural" y en "Teología na- al "Arte"; y, en segundo lugar, que Leibniz sugiere poner como
tural". Entre otras cosas porque lo natural, en el Derecho cons- correlato de la Teología positiva (o de la Filosofía positiva),
titutivo humano, no podría tener el mismo rango que lo natu- no ya a una Teología (o Filosofía) negativa, sino, sobre todo,
ral en la constitución metafísica del Dios de la Teología a una Teología (o Filosofía) eterna, (que no hay por qué con-
natural. Leibniz formuló de este modo la situación, en su Dis- fundir con su concepto de Philosophia perennis), orientada a
curso sobre la conformidad de la fe con la razón: Hay verda- determinar las "leyes eternas" (y no meramente naturales po-
des de experiencia y hay verdades de razón. Las verdades sitivas) de la divinidad, o del Mundo y, también, del hom-
"de experiencia" son de dos géneros, según que la experiencia bre. ¿Habrá alguna "afinidad electiva" entre lo negativo y lo
sea sensible, o sea de fe (que es "la experiencia de quienes han eterno? ¿Cómo pasar entonces de lo eterno (o de lo natural) a
visto los milagros" en que se funda la Revelación, "como nos lo positivo?
fundamos en las manifestaciones de quienes han visto las ma- Cualquiera que sea la respuesta, si mantenemos el pa-
ravillas de la China"). Pero las "verdades de razón", dice ralelo algebraico, habrá que decir que será precisa alguna
Leibniz tratando de justificar la posibilidad de los milagros, operación binaria si queremos desbordar el posicionalismo es-
son también de dos géneros: el de las verdades eternas (a prio- tricto que el uso exclusivo de la operación monaria "negación"
ri) y el de las verdades positivas (a posteriori). Las verdades determina en el momento de conceptualizar las relaciones
eternas son inconmutables, puesto que removerlas implica con- entre una filosofía positiva y una filosofía negativa . Hemos
tradicción (tal es el caso de las verdades lógicas o matemáti- constatado cómo los términos de esta oposición no sólo se rela-
cas); las verdades positivas (por ejemplo, las leyes del movi- cionan entre sí, sino también con terceros ("lo eterno", "lo na-
miento), aunque tienen su "razón suficiente", pueden ser sobre- tural") ¿Dónde poner el paralelo de las operaciones algebrai-
pujadas por otras verdades de orden superior y, por tanto, no cas "intersección" o "reunión" sin olvidar, desde luego, que
repugna en sí su conmutación o modificación. De aquí, la posi- estamos fuera del Algebra, y que la misma idea de operación
bilidad de los milagros, que Dios puede hacer por ministerio sólo podrá reclamar aquí un sentido analógico?
de los ángeles; milagros por los cuales las leyes positivas "no Mi respuesta es terminante: En el concepto de "expe-
resultan más violadas que las leyes naturales cuando los riencia", en tanto él pueda ser interpretado (en base a los usos
hombres auxilian a la Naturaleza por el arte". que adquiere en diversas escuelas) como una suerte de "ope-
No procede iniciar, en este lugar, un análisis pormeno- ración", de transformación de ciertos términos en otros -si
rizado de las distinciones de Leibniz y de su confrontación con bien, ahora, entre esos términos habrá que contar a los propios
las oposiciones que ya hemos presentado. Tan sólo queremos sujetos gnoseológicos (los que, a la vez, "padecen" y "ejecutan"
indicar, en primer lugar, que Leibniz parece utilizar el con- la "experiencia"): esto es lo que hace que la experiencia incor-
cepto de "leyes naturales" para designar sobre todo a las "le- pore plenamente los componentes pragmáticos. Por lo demás,
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sea suficiente recordar que la asociación entre el concepto de Ahora bien: pecaría de ingenuo quien supusiese que el
filosofía positiva y el concepto de experiencia está fundado concepto de "experiencia" constituye una determinación abso-
en los mismos textos históricos -no es una asociación exclusi- luta (no meramente posicional, en el contexto de referencia),
vamente postulada en razón de ciertos supuestos doctrinales en virtud de los propios contenidos (semánticos) que ella com-
(que, en todo caso, podrían también ser enteramente legíti- porta. Pues la experiencia invocada por los "positivistas" o,
mos). Leibniz habla de las verdades de experiencia, a propó- en general, la experiencia invocada por todos los filósofos que
sito de las verdades positivas; Comte apela precisamente a apelan a ella, para delimitar un tipo de pensamiento "expe-
la experiencia en el momento de anteponer el estadio positivo rimental" (respecto de otras formas de pensamiento que, al
a sus "preámbulos necesarios", el teológico y el metafísico parecer, se mantienen al margen de toda experiencia) no tiene
("una vez que tales ejercicios preparatorios -para el estado contenidos unívocos. Por el contrario, (aquellos materiales) o
definitivo de la positividad racional- han comprobado la contenidos semánticos a los cuales nos remite la "experiencia"
inanidad radical de las explicaciones vagas y arbitrarias son enteramente heterogéneos e irreductibles. Unas veces, los
propias de la filosofía inicial, sea teológica, sea metafísica, contenidos de esa experiencia invocada son procesos, relacio-
el espíritu humano renuncia [diríamos: niega la negación] en nes u objetos finitos dados en el espacio-tiempo visual-táctil;
lo sucesivo a las indagaciones absolutas ... y circunscribe sus pero otras veces, los contenidos de la experiencia invocada
esfuerzos al dominio, a partir de entonces rápidamente pro- son de algún modo infinitos, e inmanentes al propio sujeto que
gresivo, de la verdadera observación ... "); y, para Schelling, los experimenta: "sentimos y experimentamos que somos eter-
la filosofía positiva es también la filosofía que se nutre de la nos", nos dice Espinosa en la proposición XXIII de la Parte V
experiencia y la filosofía negativa es, en cierto modo, la filo- de la Etica; y Leibniz, a su vez, incluía entre las "verdades d e
sofía que prescinde (renuncia, o niega) de la experiencia, la experiencia", tanto al género de las "verdades sensibles", co-
filosofía a la que es indiferente la "experiencia". mo al género de las "verdades de fe" .
Resulta, por tanto, que todo cuanto podía parecer que
4 había sido separado mediante el concepto de experiencia (lo
positivo de lo metafísico, por ejemplo), vuelve a reunirse y a
Lo positivo es lo "experimental"; lo negativo es lo que confundirse a través de ese mismo concepto (pues ¿qué concep-
no tiene respaldo experimental: con estas determinaciones, nos to más metafísico que el de eternidad, o que el de revelación
liberamos de un concepto meramente posicional de la filosofía sobrenatural?). Si nos atenemos a los usos del término "expe-
positiva (como negación de lo negativo), y de la filosofía ne- riencia", y del término "positividad", autorizados por Espi-
gativa (como negación de la positiva). La posicionalidad no nosa, por Leibniz, por Comte o por Schelling, habría que con-
se elimina; pero queda desbordada, mediante la introducción cluir que la contraposición entre lo que es positivo y lo que es
de un mero contexto, que parece ofrecer ya alguna determina- metafísico, no puede ser reducible a la contraposición entre lo
ción absoluta (no meramente posicional): la experiencia. que es experimental y lo que no lo es (negativo), puesto que mu-
28 29

chas veces se resuelve en la contraposición entre géneros dis- cepto de "experiencia" como un concepto a inscribir en las lí-
tintos de experiencias; de tal suerte, que esa contraposición neas sintácticas y prágmáticas, antes que en la línea semánti-
entre los diversos géneros de experiencias (por ejemplo, las de ca, del "espacio gnoseológico". El concepto de "experiencia"
la ciencia y las de la fe) , puede ser más aguda e irreductible no podría ser delimitado a partir de materiales o contenidos
que la contraposición entre la experiencia, en globo, y lo que que ella dice arrojar, en sí mismos (semánticamente) conside-
no es objeto de experiencia. Por consiguiente: pretender definir rados: Estos materiales son tan heterogéneos que sólo en vir-
el concepto de una filosofía positiva por medio del concepto tud de un postulado ad hoc cabría redefinir como hechos abso-
de experiencia (tal como se nos ofrece desde sus diversas acep- lutos, "dados" en toda su pureza (sintáctica o pragmática, al
ciones semánticas), es una pretensión inútil, simple oscuran- margen, por ejemplo, de cualquier "teoría"). Dada la varie-
tismo, o escolasticismo. dad de los contenidos de la experiencia, más bien nos inclina-
¿Será preciso renunciar al concepto de experiencia e in- ríamos a hablar de fenómenos, o de operaciones, cuando que-
tentar definir la positividad recurriendo a otros criterios, aun remos referirnos a tales contenidos. Según este criterio, la ex-
saltando por encima de la tenaz asociación que los propios periencia es "experiencia de fenómenos o de operaciones", y
creadores del concepto de positividad han estado mantenien- no "experiencia de hechos" (Los hechos son construidos, y
do siempre entre la filosofía (o la ciencia) positiva y la expe- están en función de teorías científicas o no científicas muy
riencia? Por nuestra parte, preferimos seguir otro camino: el precisas). Dicho de otro modo: una "experiencia" no es algo
de la re-definición del propio concepto de experiencia, dentro que nos ponga en presencia de algún contenido absoluto, sino
de unas coordenadas gnoseológicas tales (sintácticas y prag- algo que nos pone en presencia de contenidos en los cuales
máticas) que permitan acoger a la diversidad de sus determi- "está comprometido" el propio sujeto experimentador (en el
naciones semánticas, en cuanto que, sin perjuicio de esa diver- límite: su "autopresencia ejercitada"), el propio sujeto opera-
sidad, ~llas pueden seguir siendo contrapuestas globalmente torio. La experiencia afecta, por tanto, al mismo sujeto expe-
a una filosofía metafísica, o, acaso a una filosofía negativa . rimentador, que no puede, por tanto, quedar desconectado del
Este camino habrá de conducirnos a los mismos lugares en campo; por el contrario, en la "experiencia", el sujeto actúa
donde se produce la divisoria entre la filosofía metafísica y como si estuviese dentro del propio campo, envuelto por él,
negativa, por un lado, y la filosofía positiva; pero también, aunque "recorriéndolo" (Erfahrung) .
por otro lado, al lugar en donde se dibuje la línea divisoria Pero esta coordinación del concepto de experiencia,
entre el positivismo de Comte y el positivismo de Schelling abre inmediatamente las siguientes cuestiones de carácter
(para atenernos al mínimum que conviene a este Prólogo). fundamental:
(1) ¿Qué criterios podemos establecer para poder ha-
s blar de una experiencia efectiva?
(2) ¿Es posible hablar siquiera de un campo del que no
Nuestra propuesta tiene el sentido de considerar el con- tengamos experiencia?
30 31

(1) La primera cuestión, obliga a enfrentarse a todos original", "absoluta", "atómica", etc., y que, por tanto, una
quienes pretenden que es el testimonio personal de la propia "experiencia" sólo puede delimitarse en el contexto de una
experiencia el único criterio que cabe utilizar, lo que nos lle- concepción (o "teoría", científica o no científica) determinada
varía a tener que aceptar tanto la "experiencia mística" como por causas histórico-culturales. Sólo puede hablar de "expe-
la "experiencia científica" y aún más aquélla, en función de riencia chamánica" quien cree en la pervivencia de las almas
la intensidad del testimonio, del martirio (µap--rumov, testi- de los antepasados; la "experiencia de la divinidad", presu-
monio). Es decir, a desvirtuar el significado crítico del con- pone la idea de Dios, históricamente conformada, y la "expe-
cepto de "experiencia". riencia de los fenómenos atómicos" presupone una concepción
(2) La segunda cuestión, obliga a enfrentarse a todos del átomo -que todavía no estaba organizada en los tiempos
cuantos defienden que, precisamente porque se parte del su- de Balmer, por ejemplo-. Desde esta perspectiva, se compren-
puesto de que no es posible hablar de algo que no haya "lle- de que tengamos que considerar como ridículo el criterio de la
gado hasta nosotros", de algo de lo que no tengamos "expe- oposición entre "sentidos externos" y "sentidos internos" para
riencia", habrá que concluir que siempre que se hable, al me- determinar el alcance de la diferencia que puede mediar entre
nos, con sentido y coherencia, será porque hay alguna expe- el "positivismo de Comte" y el "positivismo de Schelling".
riencia de base. Es decir, a desvirtuar el significado "crítico" (2) En relación con la segunda cuestión, sólo nos es posi-
del concepto de "experiencia". ble sugerir aquí la tesis de la posibilidad dialéctica de refe-
rirnos a campos que, por su propia estructura, excluyen la po-
(1) En relación con la primera cuestión, tan sólo expre- sibilidad de ser experimentados (en el sentido dicho), pre-
saremos aquí nuestra idea relativa a la necesidad de apelar cisamente porque segregan a todo sujeto operatorio pertinente,
a criterios "lógico-materiales", para poder hablar de "expe- y sin que, por ello, estos campos tengan que entenderse como
riencia", y no sólo a criterios estrictamente "testimoniales", negatividad absoluta. En los últimos años, esta cuestión se ha
o, de otro modo, psicológico-subjetivos. Una "experiencia" no cargado de tensiones, entre los físicos, a raíz del llamado
puede ser aceptada como tal sobre la base de la "impresión "principio antrópico". Como no procede entrar aquí en esta
subjetiva" del sujeto experimentante, por tenaz y heroico que polémica, me limitaré a ilustrar la tesis que defiendo eón si-
sea su testimonio, o sobre la declaración de que determinados tuaciones similares a las siguientes: "La era secundaria de la
contenidos déldos en una experiencia son "convicciones perso- Tierra" -en la que, por definición, ningún hombre puede estar
nales" que no podrían ser ya analizadas ulteriormente. Es ne- presente como sujeto capaz de una "experiencia"- o bien "El
cesario entrar en la consideración de la naturaleza del mismo cuarto milenio de nuestra era", escenario en el que, aunque
material experimentado, para determinar, a partir de la con- existan hombres, estos no seremos ninguno de los que hablamos
sideración de esa naturaleza, el grado de "compromiso" que en el segundo milenio. Hablaremos, en resolución, de campos
cabe asignar al sujeto que testimonia su experiencia. Lo que intangibles de los cuales no tenemos experiencia (ni real, ni
equivale a decir que es imposible hablar de una "experiencia posible), ni podemos tenerla; campos que no son únicamente
32 33

objeto de una Filosofía (o Ciencia) negativa, aun cuando tam- al analizar las experiencias ajenas. Pero los campos de refe-
poco pueden considerarse, por ello, objetos de una experiencia rencia han de entenderse corno campos que van determinándo-
científica o filosófica. se a lo largo de un proceso causal histórico. En consecuencia, el
Son campos que, por nuestra parte, suponemos que sólo Sujeto operatorio correspondiente a esos campos, no habrá de
pueden ser justificados en el curso de procesos dialécticos ca- pensarse al modo de entidad abstracta, sede de un intemporal
racterísticos y propios o específicos de cada caso -procesos "tribunal de la razón experimental"; el sujeto operatorio está
que, para ser llamados positivos, habrán de tomar origen de conformado históricamente (culturalmente, socialmente) y
un campo experimental, así como también habrán de mante- sólo desde su "implantación política" puede actuar como tal.
ner con él una "proximidad" muy grande (en el límite: capaz Esto equivale a afirmar que hay ''experiencias" que no podrán
de <feterminar en el campo experimental clasificaciones in- ser vividas una vez superadas las condiciones his tóricas y so-
ternas ulteriormente componibles con terceras) mayor de lo ciales que las hicieron posibles: la "experiencia de la pose-
que conviene a un proceso puramente "especulativo" que se sión (o de la obsesión) diabólica" es propia de una sociedad
desarrolla sin necesidad de "engranar" con alguna "clasifi- "medieval" y hoy ni siquiera nos molestaremos (salvo por
cación" del campo experimental (o engranando con varias de ejercicio académico) en demostrar que esa experiencia es ilu-
ellas, opuestas entre sí). soria; la "experiencia moral (o política)" de la igualdad
Las precisiones expuestas, nos permiten formular las entre los hombres, es un resultado de la cultura de nuestro
condiciones mínimas generales para establecer las fronteras tiempo (una cultura con profundas raíces históricas): o es
entre aquello que puede ser considerado de experiencia (inme- tanto u n postulado o hipótesis de la "razón práctica", cuanto
d_ia ta o mediata) y aquello que está más allá de la experien- una evidencia positiva, práctica, moral, ligada a las condi-
cia (real o posible): podrá ser llamado experiencia[ todo ciones históricas y sociales de nuestro presente y, no por ello,
aquello que compromete (inmediata o mediatamente) al suje- menos verdadera que una evidencia geométrica.
to operativo que tiene la experiencia (la hipótesis cartesiana Entendida en estos términos generalísimos, la oposición
del Genio maligno compromete al sujeto en la experiencia del entre los campos experimentales y los no experimentales al -
Cogito); y no experiencia[, será aquello que segrega al mismo canza un significado funci onal (siendo la "variable indepen-
sujeto operativo . Ahora bien: la determinación de aquel com- diente" el campo o material experimental, y la dependiente
promiso -como la de esta segregación- no puede cumplirse en el sujeto operati vo) que puede ponerse en para lelo con otras
abstracto. Depende de la naturaleza misma del campo consi- oposiciones utilizadas en otTos dominios de la teoría de la
derado, y de los contextos en los cuales éste, a su vez, pueda ciencia o d e la filosofía. Me referiré, para evitar la p roliji-
verse envuelto; lo que equivale a reconocer que, cuando no se dad, a los dos siguientes: En primer lugar, la distinció n apli-
comparten tales contextos, será imprescindible operar con la cada con referencia a la filosofía, procedente de Kierkegaa rd
distinción crítica entre el plano emic de los sujetos agentes de entre el "pensador existente" y el "pensador objetivo"; en se-
la experiencia y el plano etic en el que nos suponernos situados gundo lugar, a la distinción (más bien limitada al campo d e
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la Psicología) entre la "memoria episódica" y la "memoria principal para nuestro propósito, la distinción entre una filo-
semántica". El concepto kierkegaardiano del "pensador exis- sofía positiva y una filosofía negativa, teniendo en cuenta
tente" está muy cerca de ese "sujeto que experimenta un campo las determinaciones que hemos ido introduciendo, sobre todo
en el que está comprometido, mientras que el "pensador objeti- (1) La determinación del concepto de filosofía positiva como
vo" parece que incluye, entre sus rasgos, la posibilidad del "filosofía experiencia!" en el sentido dicho; (2) La subordina-
"olvido de sí mismo", la posibilidad de ser anegado (o segre- ción del concepto de "experiencia" a ciertas "concepciones del
gado) del propio campo que está siendo construido "especula- mundo", o regiones del mundo, determinadas; (3) La concep-
tivamente") (aun cuando esta especulación sea vivida como el ción de la filosofía negativa como filosofía que ha de mante-
camino hacia la realidad misma). Asimismo, cabe afirmar nerse al margen de la experiencia, como filosofía especulati-
que un sujeto que experimenta, a un sujeto que ejercita continua- va (sin que la "negación de la experiencia" equivalga, sin
damente, en sus autologismos, la "memoria episódica" (Bec- más, a la negatividad de cualquier campo especulativo).
querel tenía que "acordarse" con precisión del lugar y hora en La "reconstrucción" la hacemos teniendo presente la
los que había encerrado, en el cajón de su mesa, las sales de distinción entre planos emic y etic en la línea semántica, y la
uranio; tenía que acordarse de los movimientos de sus manos o distinción entre génesis y estructura, tal como puede ser dibu-
d e su cabeza, etc.); pero el sujeto que ha sido "segregado" del jada en la línea pragmática. Ambas líneas se suponen, desde
mismo mundo que él constituye especulativamente, es un sujeto luego, entrecruzadas en la línea sintáctica en la que comenzó
que sólo necesita seguir ejercitando la denominada "memoria configurándose la oposición entre una filosofía positiva y una
semántica". filosofía negativa. Desde el punto de vista semántico, según
Por último, diré que el concepto de "implantación polí- hemos dicho, se hace necesario fijar los propios .supuestos
tica" de la filosofía implica, desde luego, ia experiencia con- constitutivos del "campo experimental". Por nuestra parte, y
creta del pensador, en el sentido dicho; si bien ya no es posi- en coherencia con la filosofía materialista, consideramos ne-
ble mantener la correspondencia exclusiva entre una "implan- cesario reconocer la naturaleza finita de los procesos y estruc-
tación gnóstica" y un "pensamiento especulativo" (no expe- turas de todo campo capaz de ser experimentado; es decir,
riencia!), dado que si bien es cierto que el gnosticismo puede consideramos inadmisible hablar de experiencias en relación
desarrollarse en una dirección que envuelve la tesis de la se- con "campos" o entidades infinitas o eternas. Si consideramos
gregación del sujeto (por su reabsorción en el Uno, o en el Lagos analógicamente como "parámetros" a las determinaciones del
universal), también es cierto que la "conciencia gnóstica" pue- campo semántico que hacen posible la experiencia, diremos:
de postular la contínua referencia a la misma experiencia in- Que, desde nuestro punto de vista, es imposible contar con
dividual constituida por los cursos del pensamiento. "parámetros" infinitos o eternos a efectos de determinar el .
campo semántico de una filosofía positiva sin que con ello re-
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chacemos todo tipo de inteligibilidad a las entidades infini-
Volveremos ahora a la reconstrucción de la distinción tas (pongamos por caso, a los conjuntos transfinitos cantoria-
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nos, que no pueden, por definición, ser experimentalmente X) Lo negativo sólo puede ser originario en un contexto
construidas de modo operativo "intuicionista"). Sin embargo, posicional (excluimos, por tanto, lo negativo origi-
y a título histórico, contaremos con las situaciones emic en las nario absoluto, como metafísico)
cuales se habla de experiencias de entidades infinitas, in- Y)Si concedemos la posibilidad de un contenido negati-
temporales o eternas, si bien los englobaremos, todas ellas, en vo absoluto, será sólo a título de derivado.
una "familia" ad hoc de parámetros (familia 1), que contra-
He aquí unas sumarias ilustraciones d~ lo que queda
ponemos a la familia de parámetros finitos del campo semán-
comprendido en cada una de estas diferentes cuatro posibili-
tico (familia 2), considerados como aquellos que permiten ha-
blar de la posibilidad de una experiencia positiva. dades, tomadas por separado:
Desde el punto de vista pragmático, la idea de estruc- Línea A: Comprende a los contenidos positivos (de la
tura introduce, en las conexiones entre la positividad y la ne- experiencia) que se presentan como originarios (no derivados)
gatividad, la distinción entre los aspectos posicionales y los y absolutos (no posicionales).
aspectos absolutos que pueden pretender tanto lo que es positi- Cuando nos atenemos a "parámetros" de la familia-1,
vo como lo que es negativo. Porque lo que es positivo, en el cur- podemos seleccionar, como un modelo de filosofía positiva ex-
so pragmático-sintáctico de las operaciones, puede dársenas perimental (al menos en el plano emic) el ontologismo de Ma-
como meramente posicional, o como absoluto; y otro tanto ha- lebranche. "Nosotros vemos en Dios a todas las cosas". Dios
brá que decir de lo negativo. es el Primum Cognitum, el contenido de la experiencia origi-
En cuanto a la idea de génesis, ella nos conduce a distin- naria (el mundo físico me es conocido tan sólo de modo media-
guir en los contenidos (positivos o negativos), los aspectos o to, a través de Dios); además, este contenido originario, es
momentos originarios (por relación a otros contenidos de su absoluto.
línea: lo positivo que es originario respecto de otro contenido La determinación del campo delimitado por la línea A,
positivo) y los aspectos o momentos derivativos (también en por parámetro de la familia-2, nos conduce naturalmente a
cada línea: los contenidos positivos derivados de otros conte- muy diferentes modelos de filosofías positivistas de tradición
nidos positivos; los contenidos negativos, derivados de otros empirista-materialista (desde Helvetius, a Büchner), en tan-
negativos) . to todas ellas convienen en aceptar, como primum cognitum, los
Ahora bien: al aplicar estas distinciones, tendremos en da tos de los "sentidos externos" interpretados como origina-
cuenta los cuatro supuestos siguientes (que son el fundamento, rios (no derivativos) y como absolutos (no posicionales). No es
por tanto, de las reglas críticas correspondientes): en cambio indiscutible incluir aquí el propio positivismo de
Comte -que explícitamente quiso distanciarse del empirismo
A) Lo positivo absoluto pued e ser originario . y, además, entendió lo positivo como derivado de un largo pro-
B) Lo positivo posicional ha d e ser derivado (no origi- ceso de crítica de los estadios teológico y metafísico (que tam-
nario) . bién ofrecen contenidos aparentemente positivos).
38 39

La Línea B delimita el ámbito en el que los contenidos que se acuñó el concepto de nihilismo (diríamos de "filosofía
positivos de la experiencia se nos presenten como posicionales negativa"). Parece, en efecto, que el concepto de "nihilismo"
(no absolutos) y como derivados (no originarios). fue forjado por Jacobi para designar el idealismo subjetivo de
La determinación de este ámbito por parámetros de la Fichte "que reduce a la nada la realidad de los seres distintos
familia-1, nos aproxima acaso a la filosofía escotista de Ser, del Yo, como si fuesen quimeras" (M. Müller-Lauter: Nihilis-
en tanto concibe el Ser como un contenido intemporal, positi- mus als Kousequenz des Idealismus. F. H. Jacobis Kritik an
vo, pero tal que se nos da de modo estrictamente posicional der Transzendental philosophie und ihre philosophieges-
(Ser = No-Nada) y derivado de las experiencias positivas de chislichen Folgen, en el Homenaje a W. Weisehedel, editado
los entes individuales de la percepción. por A. Schwen, Darmstad, 1975).
Los parámetros de la familia-2 nos ponen delante de El nihilismo que Jacobi atribuía a Fichte, estaría ya
modelos de filosofía positiva muy diversos entre sí. Habría implícito en el mediatismo (respecto del mundo) de Descar-
que citar, ante todo, a la filosofía cartesiana, siempre que el tes, o incluso de Malebranche; el nihilismo de Jacobi estaría
cogito sea interpretado como una experiencia posicional ante cerca del escepticismo que muchos apreciaron en la duda car-
los datos aparentes, deparados por la duda metódica; y siem- tesiana.
pre, asimismo, que los contenidos positivos del cogito se consi- Línea X. Comprenderá los contenidos negativos que se
deren como derivados de los contenidos fenoménicos de los sen- nos presenten a título originario (dentro de su negatividad) y,
tidos externos (anteriores a la duda metódica). Pero, sobre to- a la vez, según el modo posicional (respecto de terceros conte-
do, habría que citar aquí el idealismo subjetivo de J. T. Fichte. nidos positivos), es decir, no absolutos.
El idealismo subjetivo de Fichte podría pasar, en efecto, como, Cuando nos atenemos a "parámetros" de la familia-1,
prototipo de una filosofía positiva del segundo género, si es podremos encontrarnos con una ontología práctica (experien-
que, por un lado, el Yo no se interpreta como un contenido origi- cia[) del estilo de la ontología de J. P. Sartre, del Sartre del
nario, sino derivado del proceso de "evacuación" de los conte- Ser y la Nada. Pues allí, la nada se nos ofrece como "dato"
nidos positivos dados originariamente como fenómenos objeti- originario (en la experiencia de la "náusea"), si bien rto como
vos; y si, por otro lado, el yo se nos da, no en una experiencia dato absoluto; puesto que el pour-soi sólo parece brotar a títu-
absoluta, sino posicional (puesto que el Yo de la experiencia lo de "grieta" de un en-soi intemporal e inerte.
no es el Yo absoluto, sino el Yo dado por oposición el Tu -Kein Si, en cambio, nos atenemos a parámetros de la fami-
Ich, kein Du- y el Yo dado por oposición al No-Yo). lia-2, lo negativo también se nos dará como originario, sólo
Es interesante constatar que la filosofía positiva de que ahora a partir de una "positividad" interpretada ella
Fichte, sin duda por el modo derivado como ella acoge a lo misma como mera "contingencia". Acaso el Ser y el Tiempo de
que llegará a ser el contenido mismo de su positividad (el M. Heidegger, pudiera ser considerado como una filosofía ne-
Yo), en tanto esa derivación implica la "evacuación" de todos gativa, en este sentido.
los contenidos "mundanos", ha sido el primer modelo sobre el Línea Y. Dentro del recinto delimitado' por esta línea,
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caben todos los contenidos negativos que se nos ofrecen como ta? Cualquier cosa, menos que la distinción entre una filosofía
absolutos (no posicionales), pero derivados . positiva y una filosofía negativa sea una distinción simple,
Los parámetros de la familia-1 nos determinan una fi- es decir, por ejemplo, una distinción que pueda establecerse
losofía negativa similar a la de los atomistas antiguos (De- contraponiendo sencillamente las líneas (A, B) a las líneas
mócrito, Epicuro), pero familiar a la que subyace a la concep- (X, Y). La filosofía positiva no es la filosofía que pueda ser
ción del Espacio absoluto de Newton y de Kant. En efecto, incluida en alguna de las líneas A o B; ni la negativa a la que
estas concepciones filosóficas parten del ser, de los cuerpos pudiera ser incluida en la línea X o en la Y. En las líneas X, o
concretos que "llenan" el espacio. La división (negación) o se- Y hay filosofías negativas (incluso nihilismo, según algunos):
paración (negación) progresiva de esos seres, tiene como lími- pero también hay filosofía positiva (si estimamos como tal
te un no-ser (el vacío, el espacio) que, como derivado de ellos, la filosofía de Newton o la de Kant). También en las líneas A
se nos presenta como algo en sí mismo absoluto, anterior a la o B encontrarnos filosofías positivas; pero esto no excluye que,
creación, y divino el mismo en su pura negatividad (Newton), dentro de esas líneas, puedan definirse formas de filosofía
o anterior a la experiencia (Kant), a la que hace posible. negativa, puesto que la negatividad es también una relación
Los parámetros de la familia 2 nos remiten a ciertas que se interpone entre las mismas líneas "positivas" A, B, o
concepciones filosóficas actuales que han cristalizado en entre las "familias de parámetros" de estas líneas, o incluso
torno a categorías científicas (biológicas o físicas): Así, el entre los contenidos diversos dados en una misma línea y en
Azar y la Necesidad de Monod, o la teoría del big-bang. unos mismos parámetros. Así, desde la perspectiva del mate-
Quizá también debiéramos incluir aquí el criticismo (de las rialismo de Büchner, la filosofía de Malebranche aparecerá
sustancias, de las causas) de D. Hume. Pues Hume parte de como metafísica imaginaria, negativa (salvo que se crea po-
los fenómenos (de la experiencia de las "impresiones"), pero sible una reinterpretación adecuada de las metafísicas tradi-
termina suprimiendo de ellas todo posible contenido positivo cionales en términos "materialistas", como ya lo intentó el
(sustancial, causal) hasta desembocar en el postulado de una propio Büchner, en su libro Fuerza y Materia).
nada absoluta, pero al mismo tiempo "contingente", si cabe No cabe recluir la filosofía negativa en el terreno deli-
recurrir a esta fórmula para significar que la propia nada se mitado por las líneas que contienen la negación (las líneas X,
desvanece al desvanecerse los fenómenos. William Hamilton Y), salvo que se diera por supuesto que estas líneas puedan
en sus Lectures of Methaphysics, consideró el empirismo de desenvolverse con independencia de las líneas que contienen
Hume precisamente como un nihilismo, como una filosofía ni- la afirmación (las líneas A y B), y recíprocamente. Cuando,
hilista, por negar la sustancialidad de los objetos dados en el por el contrario, demos por descontado que las "líneas de la
Espacio. negación" sólo avanzan "cruzándose" en las "líneas de la
afirmación", (que el formalismo negativo en Espacio de Kant,
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tiene como correlato el materialismo de los cuerpos que en él
¿Qué podemos concluir de la taxonomía recién expues- se distribuyen) y recíprocamente, entonces sería preciso reco-
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nacer que, incluso en la filosofía de pretensiones positivas sofía positiva -en tanto que implica la delimitación de una
más radicales, la metafísica eleática, que prohíbe explícita- filosofía negativa en función de la cual ha de redefinirse- no
mente la vía del no-ser, aparecen las negaciones en forma puede ser trazado, para cada filosofía, fuera de ella misma
ejercitada, aunque sea para ser negadas. (lo que Leibniz consideró verdades eternas, metafísicas, y no
Ahora bien: si interpretasemos este cruce de las líneas verdades positivas, no eran tampoco filosofía negativa, como
(A, B) con las líneas (X, Y) como intersección de filas y colum- lo fueron para Comte, incluso para Schelling). Pero esto signi-
nas y además de una tabla (en la cual, por tanto, esa intersec- fica que el paso de una filosofía a otra no es sólo el paso de un
ción representase la misma correlatividad de los momentos cuadro a otro cuadro de la taxonomía; puesto que ese cambio
positivos y negativos que venimos postulando), podremos ob- conlleva la transformación de todos los presupuestos cultura-
tener cuatro marcos generalísimos, entre los cuales sería posi- les que determinan los proyectos positivos mismos.
ble distribuir los diferentes sistemas filosóficos, según su "com- Estos proyectos de una filosofía positiva envuelven -co-
posición"(emic), en lo que a positividad o a negatividad se re- mo nos dice Fernández Lorenzo- una "implantación política"
fiere. En un marco I (intersección de la línea A y la línea X) y de la filosofía; pero, naturalmente, el rumbo de un proyecto
dentro de la "familia-1" encontraríamos acaso a Hegel (& 79 político puede ser muy diferente, y aun opuesto, al de otro
• de la Enciclopedia: lo positivo no es lo inmediato; es un resul- dado. Sin duda, un proyecto de filosofía positiva tiene mucho
tado, la síntesis de lo abstracto-racional y de lo dialéctico- que ver con la resistencia a reconocer la sustantividad de un
negativo que nos conduce a lo "especulativo" o positivo-racio- bias theoretikós como principio y fin de la filosofía (sin p er-
nal); en el marco 11 (intersección de las líneas B y X) encontra- juicio de los pasos intermedios que esta vida teorética se vea
remos a Fichte, o a Heidegger; en el marco III (que se forma obligada a dar a través de la Tierra, a través incluso del Es-
por la confluencia de las líneas A y Y) estarían Newton o tado hegeliano) . Para la filosofía positiva , la idea de una
Kant y en el marco IV (intersección de las líneas B, Y) pon- vida teo rética, en el sentido gnóstico, es la misma expresión
dríamos a Demócrito (IV-1) y a Hume (IV-2). de la negatividad filosófica, enmascarada con ropajes afir-
¿Ocuparían, en este symploké de líneas, el mismo lugar mativos, y ello porque se da por supuesto que la filosofía no
la filosofía positiva de Comte y la filosofía positiva d e puede concebirse como principio de la vida, pero tampoco
Schelling? No tendrían por qué. Sin perjuicio de su comunidad como su· fin (deinde philosophare), sino como una actividad
de proyecto, en la dirección de una filosofía positiva, el sen- que se d esenvuelve dentro de la vida (histórica, social, polí-
tido de ambas podría ser diametralmente opuesto (hasta el tica ... ) y está determinada por ella (Marx dice: "la concien-
punto de que mutuamente, desde cada posición "positiva", la cia está determinada por el ser social del hombre"). No se
otra apareciese como un modelo de negatividad). trata de que la filosofía teorética no pueda construir autóno-
¿Existen criterios "neutrales" o externos que permitan mamente, "especulativamente": se trata de que esta posibili-
una resolución del conflicto? A nuestro juicio no existen. Esto dad, erigida en fin último, está a su vez impulsada por una
equivale a afirmar que, en principio, el proyecto de una filo- moral, y es esta moral la que está sometiendo a crítica la filo-
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sofía positiva, que sólo puede llevar adelante su crítica cuan- que los propios éxitos de las ciencias positivas, en .el estable-
do demuestre la inanidad de esa filosofía especulativa, es cimiento de leyes universales de la Naturaleza, vayan ali-
decir, cuando demuestre su naturaleza negativa, metafísica. mentando la sospecha de que los fenómenos positivos, y rela-
Ahora bien: el proyecto positivista de Comte, incluía, tivos, no tendrían por qué no ser un trasunto de una legalidad
desde luego, este lado negativo, crítico, de toda "vida especu- natural invariable y armónica, sobre la cual el Gran Ser pu-
lativa", ociosa (la vida especulativa descrita como ideal por diera apoyarse para cumplir su destino.
los teólogos o las metafísicos del primero y segundo estadio): Completamente distinto es el pathos que inspira el po-
la negación positiva es, a su vez, una negación derivada, un sitivismo de Schelling, tal como nos lo presenta Manuel Fer-
absoluto, (una negación que discurre por la línea Y), pues es a nández Lorenzo. Analizando sus conclusiones a través de la
la negación de otras negaciones (las propias de la destructivi- retícula taxonómica que estamos utilizando (y sin tener la
dad metafísica, sobre todo); pero es una negación impulsada completa seguridad de ser del todo fiel a tales conclusiones),
por el requerimiento práctico (moral, político) de la utilidad, parece que habría que alinear el proyecto de filosofía positi-
definida dentro de las categorías del pragmatismo progresis- va de Schelling antes en la línea A, que en la línea B (en cuya
ta, orientado a la exaltación de la humanidad, como Gran dirección suponemos avanza el proyecto de Comte). Esto sig-
Ser. Simultáneamente, el proyecto positivista de Comte nificaría, entre otras cosas, que mientras Comte parte de unos
nunca pretendió apoyarse en algún dato absoluto (lo "positivo datos positivos puramente posicionales (cuasi empíricos) -y
absoluto"), puesto que, según Comte, la experiencia es expe- sólo a través de un postulado ulterior de "isomorfismo" podrá
riencia de fenómenos relativos, que derivan a su vez de otros dárseles un peso absoluto, como hemos dicho- Schelling par-
datos positivos (para decirlo en los términos de la taxonomía tiría de un primum cognitum absolutamente positivo, la iden-
que venimos utilizando: el positivismo comtiano avanza a lo tidad como sistema trascendental de principios, pero tales
largo d.e una línea B, y no a lo largo de una línea A), y que que al ser dados simultáneamente con una negatividad origi-
tienden a alcanzar inductivamente ciertas leyes que nos per- naría, aunque estrictamente posicional (la que discurre por
miten controlar la Naturaleza. Sin duda, todo este proyecto una línea X), tendrán que ser reconocidos como abstractos, me-
positivista sería compatible con una concepción filosófica "de tafísicos y, en definitiva, negativos. Es esta negatividad la
fondo" de orientación nihilista -y entonces Comte aparecerá que estaría afectando a la misma positividad absoluta origi-
como continuador del empirismo de Hume, el nihilista (según naria. ¿Cómo podríamos entenderlo? Introduciendo la plura-
Hamílton) como continuador de un empirismo que intenta se- lidad materialista en el mismo absoluto positivo, reconocien-
leccionar el maximum de regularidades legales probables do la imposibilidad de derivar, a partir de él, ningún sistema
para "flotar" al menos en la superficie de un caos oceánico. legal, y esperando a que sean las experiencias positivas de lo
Pero también es cierto que el proyecto positivista de Comte se que va produciéndose en este progressus (Umkehrung) indedu-
acoge, no menos cómodamente, a las líneas maestras de la on- cible la única fuente de una filosofía que no quiere reducirse a
tología monista, en su versión "materialista": es suficiente la pura negatividad abstracta, a ia forma de la metafísica
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inte~poral (aunque esté enseñando que el Dasein es pura tem- lling se inclinará más bien a concebir a la filosofía, no como
poralidad), ahistórica (aunque su dogma sea el dogma de la una actividad que puede haber madurado antes de que hubie-
historicidad del hombre) o atea (aunque esté enseñando el ran cristalizado las categorías de las ciencias positivas, así
d~~ma de la religación trascendental entre la Persona y la di- como también, las categorías culturales, artísticas, religio-
v1~1dad). El proyecto de filosofía positiva de Schelling im- sas, tecnológicas o políticas. La filosofía positiva comienza
plica, por tanto, una vuelta (Unkehrung) o progressus a los fe- y recomienza siempre in medias res pero siendo esas medias
nómenos; al Mundo -dice Manuel Fernández Lorenzo- "una res las cosas del mundo, incluyendo a los mismos clásicos de la
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filosofía positiva que no sea una simple continuación en senti- filosofía negativa. La filosofía positiva prestará a esos clá-
do inverso, de la filosofía negativa". Porque lo positivo es sicos la mejor atención -pero no como si fuesen oráculos (Aris-
ahora lo dado, pero lo dado dentro de unas condiciones ellas tóteles, Nietzsche)-, porque ellos son hilos de la misma tra-
mismas cambiantes, plurales y no necesariamente conmensu- ma que está siendo sacudida por el oleaje de los hechos nue-
rables y compatibles entre sí; y entre estas "condiciones" vos, incesantes, que no pueden ser asimilados con la tranquili-
habrá que contar a la "voluntad humana" (a las voluntades dad, y tiempo inagotables que su volumen exigiría. Pero -co-
humanas), en cuanto están a su vez determinadas histórica- mo dice certeramente Fernández Lorenzo- la filosofía positi-
mente: lo dado, lo positivo, no es meramente algo que se nos va no puede "deducir" el mundo, salvo que la deducción se en-
ofrece para ser registrado, procesado y utilizado, a lo sumo, a tienda como un proceso material, identificado con los procesos
nuestro servicio; lo dado, el "don gratuito" de la Gracia lo concretos del mundo material o histórico.
p~sitivo, es algo que se está produciendo frente a otras po;iti- El Schelling de Manuel Fernández Lorenzo, que el lec-
vidades en conflicto, un conflicto en el que la propia "Vo- tor se dispone a leer, no es sólo un Schelling iluminado (u oscu-
luntad" humana está comprometida -y comprometida políti- recido, dirán otros) por el materialismo filosófico; es un Sche-
camente- si tenemos en cuenta que la "Voluntad individual lling que, sin duda, ilumina (y no oscurece) el propio mate-
"es sólo una abstracción propia de la filosofía negativa (me- rialismo filosófico, que ilumina a toda filosofía positiva que
tafísica) .
vive en nuestro presente .
. . ~e comprende, en resolución, que mientras el proyecto
pos1hv1sta comtiano propicia un entendimiento de la filoso- (justavo 'Bueno
fía tal que éstá resulta reducida a la condición de una activi-
dad necesaria, pero previa al estadio positivo (la filosofía
clásica es parte del "estadio metafísico"; la filosofía positi-
va quiere ser sólo "sistematización de la enciclopedia de las
cie~cias", y, en el límite, "ciencia universal unificada" para
decirlo con las palabras del neopositivismo de Neurath) en
cambio, un proyecto de filosofía positiva similar al de Sc~e-

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