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Además, se pueden fijar las siguientes reglas para atajar comportamientos tiránicos:
Ambos progenitores deben estar de acuerdo en cómo quieren educar a sus hijos,
en cuál va a ser su modelo educativo y actuar ante él sin fisuras, porque si las hay,
el niño se aprovechará enseguida de ellas.
Los padres deben ser capaces de admitir que su hijo es un tirano y no buscarle
atenuantes.
Rutina, rutina y más rutina. El día a día del niño debe estar pautado: horas fijas para
comer, para acostarse, para hacer los deberes. También debe tener una serie de
obligaciones en casa –hacer la cama, poner y quitar la mesa, etcétera– de las que
no se puede escabullir. Y normas muy claras sobre su tiempo de ocio.
Nada de amenazas. Las amenazas transmiten inseguridad al niño y sólo logran
aumentar su tendencia a la negación.
No se trata de prohibirlo todo después de haberle dejado hacerlo todo. Una vez
dicho una cosa, no hay que retractarse, así que más vale pensar con calma antes
de hablar y actuar.
No hay que ponerse a la altura del niño: si grita, patalea y monta una escenita, hay
que respirar y contenerse. Nada de chillidos, sofocones o tortazos, mejor esperar a
que se calme sin hacerle el más mínimo caso.
No sirve de nada argumentar sin fin, el niño tirano no está acostumbrado a las
palabras. En vez de discutir, hay que recordarle cuáles son las reglas que hemos
fijado y su deber de respetarlas.
Tampoco sirve pedirle que se ponga en tu lugar: justamente una de sus
características es su falta de empatía.
Recordar que los milagros no existen y la educación es una carrera de fondo: puede
que no haya resultados inmediatos, pero, según va creciendo, el niño logrará
interiorizar nuestras enseñanzas.
Parece imposible que unos padres puedan sentir angustia, rabia o tensión por estar en
presencia de su hijo, sin embargo, es una situación más habitual de lo que pensamos, una
experiencia desagradable y triste que se vive en muchos hogares en los que un adorable
bebé, se ha convertido en un niño tirano.
Es muy importante saber corregir a tiempo la conducta de estos niños, ya que es pronóstico
de una adolescencia conflictiva en la que la convivencia para los padres puede hacerse cada
vez más insoportable.
– mostrar firmeza ante las consecuencias que establezcamos y premiarle cuando muestre un
comportamiento alternativo más positivo.
El niño tirano suele estar centrado en sí mismo y en sus necesidades, muestra poca empatía
con sus padres y los demás. Es importante inculcar sentimientos como la comprensión, la
compasión o el perdón hacía los demás.
3. Darles autonomía y no sobreprotegerlos.
El niño tirano, se convierte en alguien muy dependiente, ya que los papás suelen estar ahí
para socorrerlo siempre. Conviene que los niños asuman sus propias tareas y experimenten
la frustración cuando no hayan podido conseguir algo, de lo contrario, más adelante, serán
personas que no toleren este sentimiento. Es importante asignar tareas sencillas a nuestros
hijos en el hogar.
4. Establecer rutinas y programar las actividades del día.
Las rutinas, proporcionarán seguridad y estructuran al niño, con lo que conseguiremos que
se muestre más estable.
5. Evitar los gritos y las amenazas.
Nuestra conducta es el aprendizaje que más interiorizan los niños, más allá de los sermones,
nuestro comportamiento será un ejemplo para ellos mucho más valioso. Debemos controlar
la impotencia o la rabia y hablar al niño con firmeza pero con calma.
6. Unificar criterios en la familia.
Todos los familiares que se relacionen con el niño deben estar al tanto del problema que
existe y de las normas o rutinas que ha de cumplir, para intentar seguir el mismo modelo
educativo.
7. Buscar ayuda profesional.
Cuando las pautas básicas no consiguen corregir el comportamiento del niño, los padres
deben buscar ayuda externa, mediante el pediatra o psicólogos especializados, ya que la
conducta tirana en el niño puede ser solo el comienzo de otros problemas más graves
cuando vaya creciendo.