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Apuntes biográficos sobre Hans Blumenberg tomados del libro: La modernidad y sus metáforas
(1996, p. 11). Franz Josef Wetz.
En la presente reseña se intentará dar cuenta de algunos de los aspectos más relevantes
del capítulo denominado: Una aproximación antropológica a la actualidad de la retórica,
contenido en el libro Las realidades en que vivimos del filósofo alemán Hans Blumenberg.
Tal capítulo aparecería primero publicado en italiano a modo de ensayo en el año 1981.
Posteriormente sería traducido al alemán, e incluido en el libro citado. En castellano sería
una de las primeras obras de Blumenberg que se publicaron (1999).
El texto inicia con una descripción por parte del autor de los intentos de respuesta que
la antropología filosófica ha dado a la pregunta qué es el hombre. Para Blumenberg tales
respuestas se encuentran en un escenario dicotómico, antepuesto. A saber: “el hombre es un
ser pobre o un ser rico” (Blumenberg, 1999, p.115). La variación en los fundamentos de
respuesta a la pregunta inicial pone de relieve la antítesis de las concepciones que frente a la
pregunta por el hombre ha construido la antropología y la filosofía, ubicando al ser humano
en uno de los dos extremos, bien sea como ser limitado, carencial, “expulsado del paraíso a
un corpúsculo de tierra sin significado”, o como “el contemplador del universo desde el
centro del mundo” (Blumenberg, 1999, p.115).
Blumenberg sostiene que la retórica, en la tradición filosófica occidental, también ha
sido objeto de una escisión antagónica respecto de su significado. Por un lado se aduce que
la retórica tiene que ver con la “posesión de la verdad”, y por otro, se señala su imposibilidad
de alcanzarla. De la antítesis planteada en relación con las concepciones opuestas sobre la
antropología y la retórica respecto de la pregunta por el hombre, Blumenberg concluye que
éstas pueden ser coordinadas entre sí de la siguiente manera:
“El hombre en cuanto ser rico dispone del patrimonio de verdad que posee gracias a los medios
operativos del ornatus retórico. El hombre en cuanto ser pobre precisa de la retórica como de
un arte de apariencias que hace que se las arregle en su posición de carencia de la verdad”
(Blumenberg, 1999, p.116).
“Pues la retórica parte de aquello, y sólo de aquello en lo que el hombre es algo único, y no,
ciertamente, por ser el lenguaje su marca específica, sino porque el lenguaje aflora en la retórica
como función de una perplejidad específicamente humana” (Blumenberg, 1999, p.118).
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Vale la pena ampliar en este punto la concepción de Blumenberg sobre la realidad, y su relación distante con
el ser humano. En palabras del filósofo español Luis Durán Guerra “lo que Blumenberg llama el absolutismo
de la realidad está determinado por el carácter prepotente de lo real, a su soberana indiferencia para con
nosotros, indiferencia que hemos de distanciar si es que queremos autoafirmarnos en la existencia y
sobrevivir. La función pragmática de la metáfora absoluta no es otra que la de propiciar el distanciamiento del
absolutismo de la realidad” (2010, p. 108).
atención de las cosas esenciales. Su lema ha sido “res non verba”, hay que dejar tanto rodeo
y dirigirse a la realidad, a las “cosas mismas”. La naturaleza es aquello que hay que develar,
descubrir, por encima de toda apariencia carente de verificación. Ya Hobbes recomendaba el
uso de la “verdadera” razón, contra toda retórica que no fuera “la expresión clara y elegante
de los pensamientos y conceptos”. Puede advertirse en este planteamiento una contraposición
entre retórica (metáfora) y concepto, concediendo a este último una relación directa con las
cosas. El mismo Kant, en la Crítica de la facultad del juicio, acusó a la retórica “de servirse
de las debilidades humanas para sus propósitos”. Estos planteamientos son heredados de los
griegos cuya concepción del hombre es representada en armonía y semejanza con el mundo.
Frente a tales sentencias, Blumenberg afirma que en la mediación (metafórica) que el hombre
construye con la realidad, “el concepto (es también) un medio artificial que no tiene nada en
común con aquella naturaleza de las cosas” (Blumenberg, 1999, p.139). Al decir de nuestro
autor “la retórica es un “arte” por ser todo un compendio de dificultades que surgen en la
relación con la realidad, realidad que en nuestra tradición era entendida de antemano,
primordialmente, como naturaleza” (Blumenberg, 1999, p.140).
Blumenberg deja claro que lo que el denomina “destreza retórica” del hombre, en
tanto que habilidad para mediatizar con una realidad indiferente e inabarcable, no es
precisamente un talento suyo. Tal habilidad es más un “certificado de pobreza” (Blumenberg,
1999, p.137), una forma de racionalidad que le permite enfrentarse a la realidad desde la
provisionalidad de la razón.
En las líneas finales del capítulo Una aproximación antropológica a la a la
actualidad de la retórica, el filósofo de Lübeck, en referencia a la tarea última de la
antropología filosófica, asegura que ésta
“No tiene otro tema que una “naturaleza humana” que nunca ha sido ni será “naturaleza”. El
hecho de que se presente con disfraces metafóricos –como animal o como máquina, como una
estratificación de sedimentos o como una corriente de conciencia, diferente de Dios o en
competencia con él- no justifica las expectativas de que, al final de tantas confesiones y tanta
casuística, la tendremos sin máscara ante nosotros. El ser humano se comprende a sí mismo
yendo más allá de sí mismo, sólo a través de lo que él no es. No es su situación lo primero en
él potencialmente metafórico, sino ya su propia constitución” (Blumenberg, 1999, p.141-142)