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ESCUELA DE LETRAS – FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES

Defensa del conocimiento


en la Respuesta de Sor
Juana
Examen Parcial Literatura Iberoamericana I
Félix Leonel Peralta
11/9/2017

Profesores Titulares: Marcela Zanín

Analía Costa

Legajo: P-3245/1
Defensa del conocimiento en la Respuesta de Sor Juana

El entretejido de aspectos a tomar en cuenta a la hora de estudiar la magnitud de la


Respuesta de Sor Juana no encontraría en este trabajo con la extensión merecida. Aun
teniendo en cuenta que nos enfocaremos en la defensa que la monja hace de sus
inclinaciones al estudio de las ciencias y literatura, no podemos dejar de comentar, aunque
sea brevemente el trabajo formal y estético del texto y, por otro lado, la discusión que
encierra la carta en relación a la participación de la mujeres en las áreas del conocimiento,
cuya vigencia encuentra asidero hasta nuestros días.

Antes de profundizar en el análisis pertinente es necesario ubicarnos en la sucesión de


hechos que anteceden a la carta y unas cuantas nociones del barroco americano del siglo
XVII.

Como toda respuesta, las que nos compete también tiene su antecedente. Lo encuentra
en la Carta atenagórica que Sor Juana escribe polemizando con un sermón del jesuita
portugués Antonio de Vieyra, considerado como uno de los grandes prosistas de su tiempo.
Por lo que nos cuenta Octavio Paz en Las Trampas de la Fe, la publicación de la crítica no
estuvo exenta de polémicas, más tratándose de una mujer del santo oficio. En su ensayo
sobre la Respuesta Paz comenta que a la carta le sucedieron la intervención de varios
clérigos, entre ellos algunos que atacaron a la monja con malicia por “(…) su doble calidad
de mujer y de religiosa” (Paz, 1981: 534). A raíz de toda esta controversia, el obispo de
Puebla, bajo el nombre de sor Filotea de la Cruz, aconseja a la poetisa desistir en sus
actividades intelectuales e inclinarse al estudio de las sagradas escrituras. En la carta, el
obispo no escatima en felicitaciones por la labor intelectual de Sor Juana pero no podía
dejar de caer en la problemática que implica su condición de mujer en el terreno del
conocimiento. De esta problemática nace la Respuesta como un alegato a favor de su doble
condición de monja e intelectual, de la discusión sobre “(…) los límites del saber en el caso
de la mujer” (Paz, 1981: 536-537) a partir de una serie de estrategias estéticas que son fruto
del pensamiento barroco que la autora conocía y transformaba.

A pesar de que una de las razones de que la carta sea tan estudiada es por ser un
singular “(…) ejemplo de prosa llana, totalmente alejada de la prosa ornamentada y
retorcida del barroco del siglo XVII” (Perelmuter Pérez, 1983: 147), no puede ésta no estar
empapada del carácter artificioso que encierran el arte barroco. Entendemos como artificio
como el proceso de “(…) enmascaramiento, de envolvimiento progresivo (…) de una
escritura por otra (…)” (Sarduy, 1979: 169). En este sentido, La carta como defensa se
oculta irónicamente en diferentes géneros pasando de una carta familiar en un tono
afectuoso a una defensa digna de un foro romano con todas las estructuras y recursos del
arte retórico de la antigüedad: una forma de actuación necesaria para defender una posición
tan delicada como la de ella en un mundo donde la voz de los hombres promueve el
silencio de la mujer. Por este motivo, sus argumentos son escamoteados en el texto: Sor
Juana va y viene en su discurso, como buscando aplacar la contundencia de sus
pensamientos bajo un abanico repleto de frases irónicas, falsa modestia y con una actitud
demasiada aduladora para con su interlocutor. De esta manera busca sortear con su punto
de vista el pensamiento social, el logos detrás de las acusaciones a su estilo de vida. He
aquí otro sentir propio de su tiempo. Tal como el barroco que adscribía Sor Juana
metaforiza el orden discutido; al dios juzgado, a la ley trasgredida. (cfr. Sarduy, 1979: 184).

Como mencionamos anteriormente, la Respuesta se mantiene en tensión entre varios


géneros. El más aparente o mejor dicho, el que utiliza como primera máscara frente al
lector es el de carta familiar. Gracias a este puede hacer uso de un tono afectuoso para la
figura de sor Filotea con el fin establecer “(…) un término de confianza en el intercambio,
y una cierta horizontalidad en el trato (…)” (Colombi). Esto se hace notar por la repetición
constante de vocativos afectivos como “señora mía”, “mi hermana” traídos al discurso con
el fin de crear un espacio de confidencia femenina propicio para las confesiones de Sor
Juana acerca de su vida intelectual y la posterior defensa de su postura sobre el rol de la
mujer. También, gracias a este uso la verdadera identidad de sor Filotea, el Obispo de
Puebla, sufre un rebajamiento como figura de autoridad, quedando como un par de la monja,
como una hermana en los labores doctrinarios, produciendo que su intención amonestadora
perdiera la severidad para pasar a ser un simple consejo amistoso. Sin embargo, la poetisa
no ignora las apelaciones que sufre y no deja de atender la posibilidad de defenderse.

Si ahondamos más en la lectura de la carta nos encontramos bajo el primer tono familiar,
otro estructurado como una defensa jurídica. Los términos legales aparecen en el devenir
del texto, “(…) el tono se formaliza y nos parece estar escuchando una apelación ante un
tribunal (…)” (Perelmuter Pérez, 1983: 152). Pese a su presentación como una
correspondencia, la estructura de la Respuesta corresponde más a los cánones de la retórica
que a otro género. Ésta posee exordio, narración y prueba. El primero de los tres, el exordio,
tiene como función introducir a quien toma la palabra, en este caso la pluma, con el fin de
atraer la atención y docilidad del oyente, en este caso Sor Filotea/Obispo de Puebla.
Tradicionalmente se considera una de las partes más importantes del discurso jurídico, por
este motivo no está exenta de fórmulas que el orador puede utilizar a su favor. En el caso de
la carta, nuestra poetisa utiliza como principal la llamada “formula de modestia afectada”
que consiste en adoptar una postura humilde y suplicante. A esto se debe la reiteración de
disculpas que inundan el texto: “Sor Juana insiste en su ineptitud, su insignificancia, usando
expresiones derogatorias como “mi torpe alma”” (Perelmuter Pérez, 1983: 153). Bajo esta
fórmula la relación de hermandad se transforma en otra más cercana a la un acusado frente
al juez que decide entre el castigo o la exoneración; el sujeto sortea la subordinación
esperada de una monja para apelar a la confesión propia de un acusado (Cfr. Colombi).

Luego de la introducción, sigue la narración en donde Juana expone su vida como “(…)
el relato de los diarios afanes del mismo espíritu (…)” (Paz, 1981: 538). En esta segunda
parte de la carta, comenta como desde muy chica ya ha sido afectada por la inclinación al
estudio y Lo mucho que le ha padecido por su necesidad de leer cada vez más. Para ello
recurre a modos de persuasión propios de la retórica antigua: como el Ethos para enaltecer
su carácter de estudiosa pero de buen carácter que no osa en ningún momento desviarse del
llamado de dios como sierva obediente y el Pathos que se diferencia del modo anterior por
tener como fin llegar a conmover los sentimientos de los interlocutores. Por eso, en todo
momento apela al saber como una condena, como una pulsión irrefrenable que es más una
carga que una bendición. En este apartado donde más aparece dialogando con el motivo de
su acusación: el debate entre la consagración de las letras antes que a los labores
eclesiásticos. Ella brega por la coexistencia de los destinos, buscando distanciarse de la
separación de hombres y mujeres en relación con el saber. En primer lugar, concede al
estudio religioso una posición suprema, de saber último pero aludiendo a la necesidad de
conocer de las ciencias profanas con el fin de entender en profundidad las escrituras. Estas
últimas son, para la monja, como los escalones necesarios que toda persona debe transitar
para llegar a la claridad divina sin caer en profanaciones o malas interpretaciones. Por otra
parte, la poetisa se aleja de su defensa en algunos apartados para revelarnos su concepción
orgánica del saber: para Sor Juana tenía un ideal del saber poligráfico, donde todas las
ramas del conocimiento estaban conectadas de la misma manera que los eslabones de una
cadena y el estudioso, para poder aprovechar al máximo sus conocimientos, debía
familiarizarse con la mayor diversidad de libros que pueda. Octavio Paz asevera que la idea
de cultura como un sistema intercomunicado de disciplinas diferentes que poseía la monja
era singularmente moderna. (Cfr. Paz, 1981: 543-534).

De este último punto decanta la tercera parte de su argumentación, la divisio, es decir,


su defensa directa. Tras haber dejado en claro en el apartado anterior su inclinación a las
letras desde muy pequeña, la poetisa comienza a discurrir el rol de la mujer en los ámbitos
de saber. Su herramienta en este apartado es un pasaje del nuevo testamento en donde el
apóstol Pablo manda a callar a las mujeres en las iglesias prohibiendo que ellas hablen en
congregación. En este punto vale mencionar que a pesar que nos encontramos en el punto
central de la carta, es decir en el núcleo duro del artificio barroco que mencionábamos antes,
sor Juana evita en todo momento caer en el vocabulario jurídico para su defensa
manteniendo el tono cordial que sostuvo desde el principio aun cuando empieza a enumerar
las razones de su alegato en contra a la privación del conocimiento de las mujeres. Para ello
utiliza dos tipos de prueba, según Perelmuter Pérez: la inductiva a la hora de exponer un
extenso catálogo de mujeres intelectuales celebradas tanto en la historia universal como en
su propio tiempo; y la deductiva por medio de sobrentendidos que se evidencian mediantes
los razonamientos que la autora interpreta de las escrituras bíblicas y del pensamiento de
otros autores escolásticos. Sin embargo, no podemos tampoco ver la tensión que existe en
este apartado al oscilar con un tono de sermón por el hecho que al tratar un pasaje bíblico e
interpretarlo mediante el razonamiento y otras citas bíblicas. He aquí la desvanecía de la
carta como un texto singular y llano.

Retomando la defensa, en ella Sor Juana no contradice el hecho de que las mujeres no
puedan hablar en la congregación ni en frente en el púlpito pero arremete en contra el
impedimento de que la mujer se forme culturalmente. Para esto separa el ambiente público
del privado, donde el silencio de las mujeres es propuesto como un lugar de resistencia ante
el poder de los hombres que dominan los ámbitos públicos y quitan o dan autoridad a la
palabra femenina. Esta resistencia consiste en la aceptación del lugar subalterno, del no
poder decir ni opinar como los hombres pero sin relegar la capacidad de saber y hasta a
atreverse a proponer que haya una formación de mujeres a mujeres. Para esto niega la
división entre mujeres y hombres ante el conocimiento y las remplaza por la diferencia
entre necios, ignorantes y sabios. En este sentido, universaliza su situación particular para
poder defender y realzar el carácter de la mujer no como ser inferior ante el estudio sino
como un igual. Por eso retoma la biblia vista figura de autoridad máxima en la cultura
cristiana-occidental y revela pasajes donde las mujeres se enseñaban unas a las otras
evidenciando la interpretación machista, si se quiere, de un único versículo. Cabe realzar lo
que Josefina Ludmer trabaja esta defensa como la treta del débil, del género reprimido para
aprovechar sus espacios relegados. Dice Ludmer: “La treta (otra típica táctica del débil)
consiste en que, desde el lugar asignado y aceptado, se cambia no solo el sentido de ese
lugar sino el sentido mismo de lo que se instaura de él” (Ludmer, 1984). A sabiendas de
este proceder, no es inocente que se mencione al conocimiento doméstico como una fuente
de saber más equiparable al resto de las áreas humanas: “La cocina también era laboratorio
(…)” (Paz, 1981: 546).

En este sentido, he aquí la Respuesta de Sor Juana como uno de las primeras contracaras
feministas ante un mundo repartido en saberes y voces masculinas. Una defensa de una
mujer ante su aspiración poética y estudiosa cuyo ingenio, coraje y astucia, nos sigue
cautivando e inspirando hasta el día de hoy.
Bibliografía crítica:

- Colombi, Beatriz, “La respuesta y sus vestidos, tipos discursivos y redes de poder”,
disponible en
http://www.cervantesvirtual.com/portales/sor_juana_ines_de_la_cruz/enlaces/
- Ludmer, Josefina, “Tretas del débil” en P. González y E. Ortega, comp., La sartén
por el mango, Puerto Rico, Huracán, 1984
- Paz, Octavio, “Arca de música”, “Primero Sueño”, “La respuesta”, en Sor Juana o
Las trampas de la fe, México, FCE, 1981.
- Perelmuter Pérez, Rosa (1983). “La estructura retórica de la Respuesta a Sor
Filotea”. Hispanic Review, Vol. 51, No. 2, pp. 147-158. Published by: University of
Pennsylvania Press. URL: http://www.jstor.org/stable/472725. Accessed: 26/10/2012
18:36
- Sarduy; Barroco y Neobarroco, en América Latina y su Literatura, Ed. Siglo XXI,
México.

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