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ANÁLISIS DE LA ENTREVISTA

Barrionuevo define a la adolescencia como una conmoción estructural producida por


la irrupción de lo real en dimensiones varias, que conduce a un replanteo de la
identidad del sujeto y a un reposicionamiento en relación a la estructura opositiva
falo-castración. La tormenta de la pubertad, con sus metamorfosis, implica un gran
esfuerzo de trabajo para el aparato psíquico.

Cuando les preguntamos a los chicos acerca de los cambios corporales en la


secundaria, no obtuvimos respuestas concretas. Podemos pensar que quizás no
fuimos claros al formular las preguntas, pero también pueden tomarse ciertos
elementos (balbuceos y evasivas, el hecho de llevar la respuesta hacia los cambios
en las actividades o la forma de pensar, las respuestas generales sin nombrar
concretamente los cambios corporales) como indicios de la dificultad para
representarse los cambios que tienen lugar en la pubertad. En la pubertad se
produce una modificación en la imagen del cuerpo, especialmente por la aparición de
los caracteres sexuales secundarios, de los cuales los chicos no dieron cuenta en la
entrevista (sólo algunos “sí” o “claro” tras las insistencias de los entrevistadores).
Podría inferirse que aquí aparece algo del orden de lo real, aquello que no puede ser
simbolizado y por ende puesto en palabras, ya que comporta la exclusión de todo
sentido.

Franco dijo:

“Sí, a mí particularmente siempre me costó darme cuenta un poco del


cambio. Jamás me detuve a ver tipo cuánto había crecido, o cuánto, ehm,
no sé… las cosas que había cambiado. Siempre me pareció ser el mismo,
o no haber cambiado mucho”

Juan Cruz manifestó:

“Sí, puede ser… bah, en mi caso era la voz siempre. Se confundía, bah,
con mi padre, mi familia. Nada que ver. Bah, para mí era nada que ver,
pero supuestamente ellos sí”

A partir de estas palabras, puede inferirse que estaría operando en ellos cierto
desconocimiento de los cambios corporales, al no aceptar lo enunciado por el juicio
de realidad, que tendría un carácter traumático, como un modo de respuesta ante lo
irreductible de lo real.

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Según Freud, existe una acometida en dos tiempos de la sexualidad en los seres
humanos. Tras el periodo de latencia, en la pubertad, irrumpe una segunda oleada de
sexualidad, despierta el erotismo genital, y se reactivan fantasías edípicas
incestuosas, lo cual conduce al desarrollo de angustia, por miedo y culpa. Según
Lacan, se trata aquí también de lo irreductible de lo real. Puede verse esto en la
entrevista, ya que cuando les preguntamos a los chicos si habían tenido experiencias
sexuales, o en qué pensaban que consiste la sexualidad a su edad, obtuvimos como
primer respuesta risas, silencios. Luego Juan Cruz le pidió a Franco que contestara
(“Eh, Fran…”) y finalmente éste habló, pero sonrojándose y mostrando gestos de
incomodidad. Luego, Juan Cruz llevó la charla hacia otro lado, hablando acerca de la
incidencia de la educación en la sexualidad.

JC: Y, no sé, capaz que va un chico, no sé, bah, es lo que pienso yo, un
poco más educado puede… No te digo que a los dieciocho pero un poco
antes, y capaz que otra gente que no tiene educación ni nada de eso y,
eh, a los trece ya empezó, o algo así.

E: Ajá

(Silencio. Risas)

E: ¿Y con qué empezó a los trece?

(Risas)

JC: Bueno, eh, claro… (mira hacia abajo, sonríe y mueve la cabeza de
lado a lado) Sexo.

Puede observarse aquí la vergüenza y la dificultad para expresar y nombrar la


palabra sexo. También las risas de los otros chicos muestran que no se encuentran
ajenos a esta situación sino que también están atravesando una etapa en la que el
carácter traumático de la sexualidad, en tanto es imposible armonizar las exigencias
de la pulsión sexual por un lado y de la cultura por el otro, se hace especialmente
notorio. El encuentro con el otro sexo es un encuentro con la Castración. Además,
cuando les preguntamos si hablaban de sexo con sus amigos, respondieron “no,
más o menos”, “depende”, o que la mayoría de las veces se hace “en joda”, lo que
podría ser un indicio de la dificultad para hablar de esta temática. Según Lacan, “la
sexualidad hace agujero en lo real”.

CE: Bueno, y a los hombres les pregunto, ¿cómo creen que las
mujeres los ven a ustedes a esta edad?

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(Los 3 se ríen)

J: ¡Qué pregunta difícil!

JC: Sí.

F: Mal.

JC: Te la dejo a vos (ríe)

CE: ¿Por qué mal?

F: Qué sé yo, hay que preguntarles… No sé, la verdad no sé. Eh, estaría
bueno saber qué piensan, capaz preguntándoles, y no sacando
conclusiones que te pueden llevar a…

JC: Cualquier cosa.

F: Sí, a cosas, no sé, erradas… Antes de empezar algo, digo.

Pueden relacionarse estas palabras de Franco con la frase de Lacan “no hay relación
sexual”. En los seres humanos, a diferencia de los animales donde prevalece el
instinto en lugar de la pulsión, no hay nada prefijado en lo relativo al acceso al otro
sexo. En consecuencia, la sexualidad siempre tiene fallas, nadie tiene el saber ni
éxito total. Quizás el deseo de Franco de un saber acerca del otro sexo y un
entendimiento entre el hombre y la mujer puede relacionarse con esta imposibilidad
de complementariedad armónica entre los sexos.

Puede ejemplificarse el resurgimiento del erotismo genital en la pubertad con


algunos de los dichos de Josefina respecto al noviazgo.

E: Y, ¿cuándo estuviste de novia antes?

J: Estuve hace (piensa) dos años, hace bastante y me parece que no fue
una relación tampoco de novios (riéndose), fue más infantil. Era más, no sé
si porque los dos éramos dos lentos (risas), perdón por la palabra, pero…
mmm… parecía más una, una, un amor de primaria, por así decirlo. No era
una relación… apasionada, por así decir. No sé cómo explicarlo.

CE: ¿Y ahora?

J: Sí, ahora sí. (Se ríe).

CE: ¿Qué diferencia notás entre ésta, aunque recién empieza, y la


anterior?
J: No sé si es el hecho de que yo siento diferente por la persona, pero

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antes no era “lo quiero ver todos los días” y ahora es como… me muero
por verlo, o lo extraño todo el tiempo…

Puede inferirse que cuando Josefina se refiere a su primer noviazgo como “amor de
primaria” y “más infantil” se esté refiriendo a aquello que Freud denominó la corriente
tierna de la conducta amorosa. En oposición a esta relación se encontraría su
noviazgo actual, más apasionado (“me muero por verlo”). A pesar de que Josefina no
lo dijo, quizás por vergüenza, puede inferirse que en este noviazgo habría actividad
sexual, o al menos deseo sexual, lo que evidenciaría la irrupción desenfrenada del
erotismo genital que tiene lugar en la adolescencia. Recién tras la pubertad, la
corriente tierna y la corriente sensual pueden confluir en un mismo objeto de amor,
que es lo que puede suponerse que le sucede a Josefina con su novio. Josefina
manifestó no saber si es el hecho de sentir diferente por la persona en particular,
pero por otro lado es consistente con la teoría pensar estos cambios en el vínculo
con el otro como consecuencia de las transformaciones en el propio cuerpo sexuado.
Cuando se les preguntó por novias que habían tenido de más chicos, Franco y Juan
Cruz también manifestaron algo relacionado con el crecimiento y los cambios en las
relaciones:

CE: Cómo fue, cómo te sentiste…

F: Eh…. bien. Qué se yo, depende también de, del cambio…

JC: O la edad.

F: Claro, sí, cuando sos más chico, ehm… no sé, te fijás en otras cosas,
este, haces cosas diferentes, notás un cambio. Tipo no es el mismo novio,
digamos, que tenés, o podés llegar a tener cuando sos más grande.

Mauricio Knobel y Arminda Aberastury plantearon un “Síndrome normal de la


adolescencia”, que sería muy perturbador para el mundo adulto pero totalmente
necesario para que el adolescente consolide su identidad. Pueden observarse
muchas de las manifestaciones de este síndrome a lo largo de la entrevista, como la
búsqueda de sí mismo, la evolución sexual manifiesta y la separación progresiva de
los padres. Otra característica importante en este síndrome es la tendencia a la
intelectualización, que puede observarse en los tres chicos, pero aparece en forma
mucho más pronunciada en Franco, quien muchas veces se apartó de sí mismo al
responder una pregunta, como analizando la situación desde afuera, quizás como un
mecanismo de defensa frente a los conflictos de la adolescencia.

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Según estos dos autores, en la adolescencia deben realizarse normalmente tres
duelos: por el cuerpo infantil, por el rol y la identidad infantiles (relacionados con la
omnipotencia narcisística), y por los padres de la infancia. El primero no se hizo
explícitamente manifiesto en la entrevista, aunque podrían hacerse algunas
inferencias en base a sus respuestas (y silencios) ante la pregunta por los cambios
corporales, frente a los cuales he supuesto que reaccionaron con una especie de
desmentida, mecanismo que se correspondería con el primer momento del trabajo
de duelo.

Con respecto a los otros dos duelos, los chicos sí brindaron mucha información que
evidencian su presencia, así como su íntima relación. Juan Cruz manifestó que
entrar al mundo de los adultos conlleva un cambio (“se me acaba la joda”). Cuando
se les preguntó si notaban cambios en el lugar que ocupan dentro de la familia,
Josefina respondió que ahora posee otras libertades, pero que también debe asumir
nuevas responsabilidades, como trabajar o ir a la universidad. Manifestó que su
crecimiento implica que ya no van a estar más sus padres detrás suyo, indicándole
qué hacer, sino que ahora todo depende de ella, lo cual “cuesta”. Franco manifestó
que el futuro, la vida posterior al colegio secundario, no lo entusiasma para nada,
sobre todo por las palabras de los otros, quienes le dicen “salís al mundo, ya no sos
un niño”. Puede verse aquí cierto malestar producido por el progresivo abandono del
rol infantil, la debida renuncia a la dependencia paterna y la aceptación de nuevas
responsabilidades desconocidas, lo cual genera incertidumbre.

Juan Cruz: Por un lado creo que te alegrás y por otro te da un cierto miedo
de salir de lo seguro a algo que estás haciendo por vos mismo.

En la infancia, los padres omnipotentes funcionaban como refugio y protección, pero


van cayendo de ese lugar en la adolescencia, lo cual también provoca un duelo en
ellos mismos. En este sentido, Josefina manifestó que a sus padres, y especialmente
a su papá, les cuesta asimilar que ya no es más “una nena”, lo cual lleva a muchas
discusiones.

Juan Cruz, en cambio, aunque dijo que “situación tensa siempre va a haber” afirmó
que el trato “es más como una joda, viste, como un boludeo”. Aunque es arriesgado
sacar conclusiones sólo a partir de esta frase, podría inferirse que sus padres
podrían ser víctimas de la adolescentización de los adultos. Este proceso,
característico de la época actual, conlleva un achicamiento imaginario de la brecha
generacional. Los padres se corren de su lugar, no pudiendo cumplir

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adecuadamente su rol de confrontación, necesario para el desarrollo saludable de un
adolescente. En la adolescencia debe producirse un rearmado del fantasma, que es
la respuesta que el sujeto construye como argumentación discursiva en cuanto a lo
que supone que el Otro quiere de él. Para ello, es necesario que el sujeto construya
un lugar simbólico propio, diferente al que tenía en la infancia, que construya su
propio deseo, con una distancia respecto al deseo del Otro familiar. Podría
vincularse con esta cuestión la elección de carrera de Juan Cruz, que quizás no se
relacione tanto con su propio deseo sino con el de su familia.

E: Y, ¿tienen más o menos pensado qué es lo que quieren hacer una


vez que termine el colegio? Hablando de esto de asum-

JC: ¿La carrera sería o…?

E: Sí, si quieren, como decía Josefina. Si quieren trabajar, si quieren


estudiar…

JC: Sí, bah… en mi, en mi caso. Bah, tenía ganas de trabajar pero me
dijeron que no, bah… que me dedique más al estudio y que después sí
trabaje.

CE: ¿En qué querías trabajar?

JC: Na, para hacer, bah, para tener mi propia plata y no depender de ellos,
cualquier cosa… o…

CE a JC: ¿Y en relación al estudio sabés, tenés idea de qué querés


estudiar?
JC: Eeh, medicina. Mi abuelo es médico y bah, me, me, bah… me llama la
atención, como… el cuerpo, las enfermedades…

Juan Cruz se muestra dubitativo, expresa que él quería trabajar pero que “le dijeron”
que primero se dedicara al estudio, y al preguntársele por sus estudios universitarios,
habla primero de su abuelo, quien es médico, y sólo luego dice que le llama la
atención la medicina.

Una de las tareas esenciales a la que debe enfrentarse un adolescente, además del
hallazgo de objeto exogámico no incestuoso, es el desasimiento de la autoridad de
los padres. Esta tarea implica un trabajo de duelo y requiere un recambio de los
emblemas endogámicos por otros apoyados en la cultura. Podría pensarse que Juan
Cruz aun no ha completado este trabajo, que aun no ha realizado el asesinato
simbólico, puesto que son los padres quienes le dicen lo que debe hacer, y la

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obediencia a estos mandatos tiene un papel más importante en sus decisiones que
sus propias ganas (“tenía ganas de trabajar pero me dijeron que no, bah… que me
dedique más al estudio y que después sí trabaje”). Esta demora en la concreción de
dicho trabajo no debería considerarse una excepción, sino que constituye algo
“normal” en la actualidad, puesto que la adolescencia se ha prolongado en los
sectores medios, y debido a las vicisitudes del capitalismo tardío. Con el discurso
capitalista, aparece el mercado como un nuevo Otro que orienta al sujeto,
devaluando el deseo y haciendo aparecer en primera instancia al goce, desmintiendo
la Castración al promover la ilusión de que todo es posible.

Es la época de los Nombres del Padre, en la que el significante del Nombre del
Padre se ha devaluado. Han caído los ideales, y eso podría verse en la falta de
interés de los chicos cuando se les hizo preguntas relativas a la política y la
sociedad. Franco y Juan Cruz, al preguntárseles acerca de sus intenciones de hacer
algo distinto respecto a los adultos y políticos actuales, manifestaron cierta
desesperanza o incluso desinterés acerca de posibles cambios sociales. Josefina,
quien dijo que sí le interesa la política, expresó que “cada persona buscando su lugar
en el mundo deja su marca, su huella”.

Puesto que adolescencia y juventud son tiempos lógicos y no cronológicos, haría


falta discernir en qué etapa se encuentran estos chicos, más allá de su edad. En la
juventud, los sujetos deben enfrentarse a la construcción de un proyecto de vida
propio, relativo a la inserción profesional, la elección de estudios, búsqueda de
pareja y un proyecto de paternidad. La juventud también tiene que ver con un
desasimiento de la autoridad de los padres. Vemos en la entrevista que todavía
estos temas no se plantean como proyectos propios en los chicos, quienes aun no
han salido de la endogamia familiar. Con respecto al proyecto de maternidad o
paternidad, Josefina y Juan Cruz proveen información ilustrativa:

J: Me mato si quedo embarazada, bah, tal vez no tanto, qué se yo…

JC: No, quemás etapas, tal vez. A esta edad es la joda, salir con tus
amigos, poder llegar a estudiar, y cuando tengas pibes es para cuando
estás más laburando y eso, poder sostenerlo…

J: Tal vez, eh, no sé si no los juzgás, bah, es chocante verlo y decir…


perdón la palabra pero “cómo te cagaste la vida”. Y no solamente vos, sino
que estás trayendo a una persona al mundo que tal vez no le vas a poder
dar todo lo que quiere, o no le vas a poder dar la atención que merece. Y te

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das cuenta que a partir de eso, no maduró, o no hizo el clic de, qué se yo,
“mirá, tengo una hija y tengo que hacer tal cosa” y sigue siendo… sigue en
la joda y qué sé yo.

Los chicos manifiestan no estar todavía en el momento de ser padres, tener un hijo
implicaría “quemar etapas”. Según Josefina, al encontrarse atravesando la
adolescencia, cree que su tarea es disfrutar lo que queda, la secundaria, y no asumir
responsabilidades para las que aun no está preparada. Esto se evidencia porque por
un lado dijo que su sueño y meta en la vida es ser madre, pero que se mataría si
quedara embarazada. Barrionuevo destaca que la paternidad y maternidad refieren a
un trabajo psíquico, que no basta con gestar un hijo. Cuando falta el deseo de hijo,
pueden existir problemas para asumir la función paterna o materna. Esto puede
relacionarse con lo que dijo Josefina respecto a su compañera, que “no maduró, o no
hizo el clic”.

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