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PERSPECTIVAS DE GÉNERO

Dado que la mira central de este análisis se hará desde una teorría construccionista social, será necesario
en primer lugar plantear algunos parámetros que sirvan de ejes conceptuales sobre lo que se podría
definir como sexo, género, del mismo modo el construccionismo social en nuestra cultura y
específicamente en la perspectiva de género.

La distinción entre los conceptos sexo y género es deudora de las investigaciones clínicas llevadas a cabo
por Stoller (1968, 1975a, 1975b) y por Money y Ehrhardt (1972) sobre hermafroditismo, transexualismo
y trastornos de la sexuación -síndromes de Turner, de Klinefelter, de feminización testicular, en la
actualización de conceptos en perspectiva de género y salud que han pusieron de manifiesto que ante la
ausencia de fuerzas biológicas capaces de informar sobre el sexo real, la gran influencia de los factores
psicosociales el género terminaba imponiéndose. De ahí que haya que diferenciar entre los sustratos
biológicos, que son condiciones de posibilidad comportamental, y los factores etiológicos que, según estos
autores, son psicológicos.

El género introduce la distinción relativa a la cultura, por lo que puede definirse como un 'deber ser' social,
una categoría basada en las definiciones socio-culturales relativas a las formas en que deben ser
diferentes varones y mujeres y a las distintas esferas sociales que deben ocupar.

También podría definirse como el conjunto de características sociales, culturales, políticas, psicológicas,
jurídicas y económicas que las diferentes sociedades asignan a las personas de forma diferenciada como
propias de varones o de mujeres. son construcciones socioculturales que varían a través de la historia y
se refieren a los rasgos psicológicos y culturales y a las especificidades que la sociedad atribuye a lo que
considera “masculino” o “femenino”. Esta atribución se concreta utilizando, como medios privilegiados,
la educación, el uso del lenguaje, el “ideal” de la familia heterosexual, las instituciones y la religión.

El hecho de que sea una categoría social implica que 'a priori' no existe ningún rasgo o comportamiento
que pertenezca intrínsecamente a un género específico, sino que, por el contrario, al tratarse de una
inscripción cultural puede representarse como el lugar donde el cuerpo rompe a hablar, donde se
inscriben las asimetrías de género explicitando las diferentes posiciones de poder (Hurtig y Pichevin, 1991;
Martínez Benlloch, 1993; Russo y Green, 1993).

sexo: es el conjunto de características físicas, biológicas, anatómicas y fisiológicas que definen como varón
o mujer a los seres humanos. el sexo está determinado por la naturaleza, el reconocimiento de la
intersexualidad pone en jaque algunos de estos saberes que sin embargo siguen siendo útiles a la hora de
las conceptualizaciones.
"La mayoría de los lenguajes se han elaborado de conformidad con los géneros. La diferenciación en
géneros constituye un fenómeno preeminente de la vida simbólica y de la comunicación en el seno de
nuestra sociedad. El concepto género ilustra el poder que tienen las categorías lingüísticas para
determinar lo que conocemos acerca del mundo. Las diferencias sexuales no explican el género, la
subordinación social, política y económica de las mujeres, ni las responsabilidades atribuidas a su rol.

La investigación en antropología cultural informa que no hay dos culturas en las que coincida en qué se
diferencia un sexo del otro, por lo que no existe una definición exclusiva acerca de qué son y qué
contenidos tienen la masculinidad y la feminidad. Más bien, se tratará de constructos sociales diná- micos
que variarán en función de las culturas, los grupos étnicos y las clases, sin olvidar la posición de las
personas, básicamente las mujeres, en tales grupos. Conviene señalar que a lo largo de la historia, tanto
en la mitología como en la vida cotidiana, el carácter normativo de lo masculino ha constituido el tema
dominante, convirtiéndose, por ello, la diferencia en desigualdad social y política. A este monopolio
masculino, desde la disciplina antropológica (Del Valle, 1993; Stolcke, 1992), se le ha denominado
'complejo de supremacía masculina', supremacía injustificada puesto que, conceptualmente, las
diferencias, cualesquiera que sean, no implican desigualdad, ya que dos categorías difieran no implica
lógicamente que una de ellas sea más valiosa.

construccionismo social.

Desde la perspectiva Psicológica (Lamas,1997), el género es una categoría en la que se articulan tres
instancias básicas:1. La asignación de género, a partir de la apariencia externa de los genitales. 2. La
identidad de género, que se establece en el/la infante cuando adquiere el lenguaje, entre los 2 y 3 años,
lo que hace identificarse en todas sus manifestaciones como “niño” o niña” y 3. El papel de género, que
se forma con el conjunto de normas y prescripciones de la sociedad y la cultura determinan sobre el
comportamiento femenino o masculino, con sus variaciones de acuerdo a la clase social, grupo étnico y
nivel generacional de la persona. Se asume este rol, como una construcción, que nos remite a pensar en
que aquellos atributos “naturales” asignados a hombres y mujeres, en realidad, son características
construidas socialmente y que no están determinadas por la biología.

Desde la perspectiva de género los hábitos y prácticas de crianza también contribuyen a reproducir
modelos de conducta establecidos socialmente, los seres humanos no se constituyen como mujeres u
hombres únicamente en función del sexo, como tradicionalmente se cree. “las sociedades han creado
sistemas de roles y patrones de comportamiento distintos para los hombres y mujeres, prescripciones
sobre lo que deben hacer y sobre cómo deben actuar los individuos en función de su sexo. Estos patrones
de comportamiento son los géneros y tienen una serie de características complejas: la diferencia entre lo
femenino y lo masculino son los perfiles internos en las distintas culturas” (Subirast, 1999:6).

La perspectiva de género abre un conjunto de posibilidades para los seres humanos, desde una mayor
riqueza y variedad de opciones vocacionales y laborales hasta el disfrute de nuevas formas de vida afectiva
y distintos arreglos familiares.

Aceptar que tener cuerpo de mujer o de hombre no significa automáticamente tener determinadas
habilidades, ciertos deseos, ni lleva a realizar "naturalmente" ciertas tareas o a elegir ciertos trabajos o
profesiones, abre un panorama vital, afectivo, educativo y laboral mucho más complejo y rico para todas
las personas.

Los procesos culturales de género mediante los cuales las personas se convierten en mujeres y hombres
también conllevan altas dosis de sufrimiento y opresión. La dificultad de reconocer la diferencia sin
establecer un criterio de superioridad o inferioridad es una característica humana.

Referencias

Artículo perspectivas de género, Lamas, Marta tomado de

http://www.dgespe.sep.gob.mx/public/genero/PDF/LECTURAS/S_01_13_La%20perspectiva%20de%20g
%C3%A9nero.pdf

El género es un aprendizaje socialmente construido, tomado de


http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/mce/lopez_g_rr/capitulo2.pdf

Comunicación, infancia y adolescencia. Guía para periodistas, perspectivas de género, Unicef.

Martínez Isabel, Benlloch. Actualización de conceptos en perspectiva de género y salud, Universidad de


Valencia, programa de Formación de Formadores/as en perspectivas de género

http://www.msc.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/03modulo_02.pdf

Aguirre García, Juan Carlos, Posada Ramirez, Jorge Gregorio, Algunas respuestas al desafío
construccionista.

http://repositorio.ausjal.org/handle/20.500.12032/423148

Marcela Lagarde

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