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Carta dirigida a los Españoles. Americanos

Hermanos y Compatriotas:

La inmediación al quarto siglo del establecimiento


de nuestros antepasados en el Nuevo Mundo, es una o-
currencia sumamente notable, para que deje de intere-
sar nuestra atención. (2) El descubrimiento d e una par-

I.-£EI título mismo de la carta nos demuestra quefVizcardo ni desconocía^ni re-


nunciaba a su origen hispánico y comprendía, además, que la emancipación no había
de producirse. corno una reivindicación de la raza indígena ni había de ser obra de
esta sino de los criollos, es decir de los españoles americanos} Los sucesos le dieron la
razón, porque en realidad quienes llevaron a cabo la independencia fueron los criollos
y los mestizos, sin que esto quiera decir que no se deba conceder alguna participa-
ción al ekmsr.'o indígena.T (N. del £.).
2.—Estas palabras demuestran que cuando Vizcardo escribía su caria fallaba muy
poco para el año 1792, en qus había de celebrarse el III Centenario del Descubrimien-
to de América. En dicho año dejaba el ex-jesuíta arequipeño la Italia y se reiugiaba
en Francia. Llevó consigo su caria manuscrita o la compuso en Francia? Tal vez
ser. más probable esta segunda hipótesis, porque la lecha centenaria concurría en el
raBs de Octubre y pudo escribirla dentro del mismo año. Además, como no era di-
fícil qus en su huida o as incautasen de sus papeles o regísirasssv su equipa):, U M
carta tan virulsnía contra España como la suya, le podía ocasionar serios disgustos.
Cus en su uusití bullían las ideas ccniem.ks en alia es indudable (N. dsl E.).
— 90

te tan g r a n d e d e la tierra, es y será siempre, p a r a el g é -


n e r o h u m a n o , el a c o n t e c i m i e n t o m á s m e m o r a b l e d e sus
anales. Mas p a r a n o s o t r o s que s o m o s sus habitantes, y
2 p a r a nuestros d e s c e n d i e n t e s , es un o b j e t o d e la m á s /
g r a n d e i m p o r t a n c i a . El Nuevo M u n d o es nuestra patria,
y su historia es la nuestra, y en ella (es q u e d eb em o s j x a -
m i n a r nuestra situación presente, p a r a d e t e r m i n a r n o s , p o r
ella, a t o m a r el p a r t i d o necesario a la conservación d e
nuestros d e r e c h o s p r o p i o s , y d e nuestros sucesores. ( 3 ) .

, A u n q u e n u e s t r a historia d e tres siglos acá, relativa-


j m e n t e a las causas y efectos más dignos d e nuestra aten-
1 cióh, sea tan uniforme y tari notoria q u e se p o d r í a redu-
cir a estas q u a t r o p a l a b r a s : ingratitud, injusticia, servi-
Í d u m b r e y d e s o l a c i ó n ; conviene, sin e m b a r g o , que la con-
1 sideremos aquí con "úñ" p o c o dV'lentitúd. (4)."

. . Q u a n d o nuestros a n t e p a s a d o s se retiraron a una dis-


tancia inmensa d e . s u p a í s natal, r e n u n c i a n d o no solamen-
te el alimento, sino t a m b i é n a la protección civil que a-
' llí les pertenecía, y q u é n o p o d í a alcanzarlos a tan gran-
des distancias, se expusieron a costa propia, a procurar-
... se una subsistencia n u e v a , con las fatigas más enormes,
- y con los m á s g r a n d e s peligros. ( 5 ) . El gran suceso que

3.4-Vi3cardo concebía la América Hispana jmno jnia__sola,_nació.n y, sin preten-


derlo, esbozaba el[verdadero americanismo, basado en la comunidad de origen, ..de. jn-..._
léieses y en |a unión hislórica y geográfica de iodos los pueblos que la ccmponenj
(tjTdeíÉ.). ~ " ""~"'"~ ' "
: 4.—Advirtamos una vez por todas que Vjzcardo, viciima del an'.iiesüliisrng_de_la._.
Corle de España, no puede ser benévolo para ccn e_sie país y por su plurna.yierle Ja
•sanjre de la herida abierta, recargando la pintura de los errores y defectos de que
Eciolaciá 1.a c:'j3nización española. (N. del E.).
5.—Herrera _dice que todas las. connuislas se hicieron a expensas de los_ conguis-
lauores c sin que el gobierno hiciese el menor gasto. (Ñ. del A.) Esio lo dice Herrera
er» le Década V, Libro 1, Cap. 1, pero, además, para convencerse de ello basta tener
presente alguna de las muchas capitulaciones que los Conquisladores ajustaron con
Li Corona. W. del E.)., .. . ., ; . :
— 91 .,—

v coronó los esfuerzos de los conquistadores de América,


3 ' les/daba, al parecer, un derecho, que aunque no era el
mas justo, era a lo menos mejor, que el que tenían los
antiguos godos de España, para apropiarse el .fruto de su
valor y de sus trabajos. Pero la inclinación natural a
su país nativo, les condujo a hacerle el más generoso ho-
menage de sus inmensas adquisiciones; no pudien J o du-
dar que un servicio gratuito, tan importante, dejase_.de
merecerles un reconocimiento proporcionado, según la
costumbré~de aqueT siglo, de recompensar a los que ha
bían contribuido a extender los dominios de la nació a
Aunque estas legítimas esperanzas^ han^gido., frusta-
das, (6) sus descendientes y los de los otros españoles
que sucesivamente han pasado á la América,["aunque no
conozcamos otra patria que ésta en la cual esfta fundada
nuestra subsistencia y la de nuestra posteridad, hemos
sin embargo respetado, conservado, y amado cordialmen-
te el apego de nuestros padres a su primera patria. A
ella hemos sacrificado riquezas infinitas de toda especie,
prodigado nuestro sudor, y derramado por ella con gus-
to nuestra sangre. Guiados de un entusiasmo ciego, no
hemos considerado__g[ue tanto empeño en favor de un
pays que nos es extranjero, á quien nada debemos
4 quien no dependemos, / y del cual nada podemos esp :spe- f

6.—Alguna parle de verdad encierra esta frase y ella nos recuerda la lucha sos-
Unida por los descendientes de los conquisiadores con la Corona sobre la perpehiidícT
de \a.s enccmiendas. Aunque en el exigir recompensa de sus servicios hulso eicsso
por parle de los primeros, es innegable que tenían derecho a ser gratificados en si
y en sus sucesores. A este propósiio buer.c c-3 recordar lo que, según Guiiérrss de
Santa Clara, decían los vecinos del Perú, cuando tuvieron noticia de las Nuevas he-
•yaz: "Y demás daslo dezian que si la tierra no estuviera conquistada-a costa deltas,
tjue nunca el Rey les quitara cosa alguna, ni gozara de nada, F or Q ue no se uvie-ra
llevado, como se llovó tanta riqueza de oro y plata y esmeraldas y que nunca s? hn-
chiera de tan grandes riquezas como se avian visto en !a Casa de la Contratación." (Li-
bro 1, Cap. 1, p. Sfl. Madrid, 1904) (N. del E.). . : . . . .
92 --

rar es «na traición cruel contra aquél en d o n d e somos


nacidos)] y q u e nos subministra, jgLjEtlimento necesario pa-
t a nosotros y nuestros hijos; y q u e nuestra veneración a
los sentimientos afectuosos d e nuestros j>adres„_pp}-._.su.^
p r i m e r a patria, es la p r u e b a m á s decisiva d e la preferen-
cia q u e j e t e m o s a la_ nuestra} T T o d o lo q u e h e m o s p r o - ^
djgado a la E s p a ñ a h a sido pues u s u r p a d o sobre noso-t
tros y nuestros hijos; siendo t a n t a nuestra simpleza, q u e
nos h e m o s d e j a d o e n c a d e n a r con u n o s y e r r o s q u e si no
r o m p e m o s a tiempo, no nos q u e d a o t r o recurso que el d e
s o p o r t a r p a c i e n t e m e n t e esta ignominio^a_^sclavjtud. v t

Si c o m o es triste nuestra condición actual fuese irre-


m e d i a b l e , será un acto d e c o m p a s i ó n el ocultarla a nues-
tros ojos; p e r o teniendo en nuestro p o d e r su m á s seguro
r e m e d i o , d e s c u b r a m o s este h o r r o r o s o c u a d r o p a r a con-
siderarle a la luz d e la v e r d a d . Esta nos enseña, queTto-
d a ley q u e se o p o n e al bien universal d e aquellos, para
quienes está hecha, es u n acto d e tiranía, y (que! el exigir
su_observancia es forzar a la e s c l a v i t u d . í q u e u n a ley que
v
ge dirigiese a destruir d i r e c t a m e n t e las bases d e la p r o s -
p e r i d a d d e un p u e b l o , sería una m o n s t r u s i d a d superior a
t o d a e x p r e s i ó n ; es e v i d e n t e t a m b i é n que un pueblo, a
quien se d e s p o j a s e d e la libertad personal y d e la dispo-
5 sillón d e sus / bienes, q u a n d o t o d a s las otras naciones,''
en iguales circunstancias, fjonen su m á s g r a n d e interés eri~.-
extenderla, se hallaría en un e s t a d o d e esclavitud, rnavor
q u e el q u e p u e d e i m p o n e r un enemigo, en la embriaguez
d e la victoria. ( 7 ) .

?.—Viscarda que había estudiado la Filosofía en el Colegio de la Transfiguración


del Cuzco no podía olvidar la célebre_rlefin!ción de la ley dada pojJ^ntc^ToinájJ "Or-
denación de la razón para el bien común, prc-mulgada por quienes líenen cargo de
toda la comunidad o sociedad. "Ahora bien, toda autoridad como la sociedad misma
ss endereza a! bien de los individuos y, por consiguiente,/jaley que no mira al bien
común de-je. de obligar y no lisne fuerza 'de taTTj?N. del E.).
— 93 —

Supuestos estos principios incontestables, veamos


cómo se adaptan a nuestra situación recíproca con la Es-
paña. Un imperio inmenso, Jinqs tesoros que exceden
toda imaginación, una gloria y un poder superiores a to-
do lo que la antigüedad conoció, he aquí nuestros títu-
los al agradecimiento, y á la mas dintinguida protección
de la España y de su gobierno. Pero_nuestra recompen-
sa ha sido tal que la justicia más severa, apenas nos ha-
bría aplicado castigo semejante, si huviésemos sido reos
de los más grandes delitos. ^| La España nos destierra de
todo el mundo antiguo, separándonos de una sociedad
á la cual estamos unidos con los lazos más estrechos-} a-
ñadiendo a_ esta usurpación sin exemplo, de nuestra li-
bertad p e r s o n a r l a otra igualmente importante de la pro-
piedad de nuestros bienes. (8).

/ Desde que los hombres comenzaron a unirse en so-


ciedad para su más grande bien.fnosotros somos Jos úni-
cos a quienes el gobierno o b l i g a a comprar lo que necesi-
6 tamos á los precios más altos y á/vender nuestras pro-
ducciones á los precios más bajosT^ Para que esta violen-
cia tubiese el suceso más completo^ nos han cerrado, co-
mo en una ciudad sitiada, todos los caminos por donde
las otras naciones pudieran, darnos á precios moderados
. y por cambios equitativos, las cosas q u e nos son necesa-

8.4-Vizcardo que nos va a hablar luego del monopoli^ojQ_e^cial^_eJEspaáa_man-


luvo en sus colonias, alude también aquí al aislamiento en_que_esjas vivieron por
muchos años, sinjjue_ les juese dado mantener relaciones con otros países y recibir
tampoco en su seno a los extranjeros. Hay que reconocer que casi todos Jos países
colonizadores de la época fueren monopolistas y que, además, el cierre de las fron-
teras tenía por objeto evitar los males que hubiera traído consigo la ínfiliración del
protestantismo o de otra religión que no fuese la católicá7\ Salvo islas excepciones,
es un principio de derecho internacional, que toda nación tiene derecho a entrar en
relación con las demás para fines legítimos y a medida que la convivencia humana
aproxima a los hombres entre si. ese derecho se hace más paléate y constituye casi
una necesidad (N. del E.).
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rías. Los i m p u e s t o s del gobierno, las gratificaciones al


ministerio, la avaricia d e los m e r c a d e r e s , autorizados a e-
jercer de concierto el m á s d e s e n f r e n a d o m o n o p o l i o , ca-
m i n a n d o t o d a s en la misma línea, y la necesidad hacién-
d o s e sentir, el c o m p r a d o r no tiene elección//I como p a r a
suplir nuestras n e c e s i d a d e s , esta tiranía mercantil p o d r í a
forzarnos a usar d e nuestra industria, el gobierno se encar-
g ó d e encadenarla.")*~1

No se p u e d e n o b s e r v a r sin indignación los efectos


d e este d e t e s t a b l e p l a n d e comercio y cuyos detalles se-
r í a n increíbles, si los q u e nos h a n d a d o personas impar-
ciales, y dignas d e fé n o nos subministrasen p r u e b a s d e -
cisivas p a r a j u z g a r del resto. Sin el t e s t i m o n i o . d e d o n
A n t o n i o Ulloa, sería difícil el p e r s u a d i r a la Europa, q u e
el precio d e los artículos, esencialmente necesarios en to-
d a s partes, tales c o m o el hierro y el acero, fuese en Qui-
to, en tiempo d e paz, r e g u l a r m e n t e m a y o r que d e cien
7 pesos, ó d e 5 4 0 libras t o r n e s a s / p o r quintal d e hierro, y
d e 150 pesos o 8 1 0 libras p o r quintal de a c e r o ; (9) el
precio del p r i m e r o no siendo en E u r o p a sino d e 5 a 6
p e s o s ( 2 5 á 3 0 libras) y el d e l segundo a p r o p o r c i ó n ;
q u e en un p u e r t o tan célebre c o m o el de Cartagena d e
Indias, (10) é i g u a l m e n t e en t i e m p o d e paz, h a y a havi-

9.—Viaje a la América Meridional. Tora. ], Lib. 5, Cap. VIII. (N. del A.) Se iraia
de ia obra de D. Jorge Juan y D. Anionio de Ulloa: Relación Hislórica del Viaje a la
América Meridional hecho de Orden de S.M M,adrid, 17 43. En el lugar indicado
se expresan asi aquellos ilustres marinos: "Por Guayaquil lamhién se introduce el
Hierro y Acero, tanto el de Europa como el de la cosia de Guatemala; y estos dos gé-
neros, que tienen un gran consumo para el trabajo de las haciendas, suelen lograr
tan altos precios, que a veces vale el quinta! de hierra a ciento v más pesos y ciento
y cincuenta el de acero". (N. del E.).
10.—Ibid. Tom. 1, Lib. 1, Cap. VIII. (N. del A.) El texto citado dice así: "...Care-
cen de... vino, aceite y pasa, los cuales se llevan de Europa y, por esta razón, ade-
más de ser escasos, son caros y hay ocasiones en que totalmente hay falla .de ellos,
Cuando sucede esto con el vino, lo padece la salud, porqua acostumbrados lodos los
— 95 —

d o una escasez d e v i n o tan g r a n d e , q u e e s t a b a n obliga-


d o s á n o celebrar la misa, sino en una sola iglesia, y que,
g e n e r a l m e n t e , esta escasez, y su excesivo precio, i m p i d e n
el uso d e esta b e b i d a , m á s necesaria allí q u e en o t r a s par-
tes, p o r la insalubridad del clima.

/ P o r h o n o r d e la h u m a n i d a d y de n u e s t r a nación,
m á s vale pasar en silencio los horrores, y las violencias
del o_tro^_coinercio exclusivo ( c o n o c i d o en el P e r ú c o n el
n o m b r e d e r e p a r t i m i e n t o s , ) q u e se _arrogan_los..csriggi. ;
d o r e s y alcaldes m a y o r e s p a r a la desolación, y ruina par-
ticular d e los d e s g r a c i a d o s indios y mestizos, j Q u é ma-
ravilla es pues, si c o n t a n t o oro y p l a t a ^ d e QU^.^emos ca-
si^ saciado al universo, p o s e a m o s apenas con q u e cubrir
nuestra d e s n u d e z ? ¿De qué sirven tantas tierras tan fér-
tiles, si a d e m á s d e la falta d e instrumentos necesarios pa-
ra_]abrarlas, nos es p o r otra p a r t e inútil el h a c e r l o m á s
8 allá d e nuestra p r o p i a / c o n s u m a c i ó n ? T a n t o s bienes, co-
m o la naturaleza nos p r o d i g a , son e n t e r a m e n t e p e r d i d o s ;
ellos acusan la tiranía q u e n o s impide el a p r o v e c h a r l o s
c o m u n i c á n d o n o s con otros pueblos, ( n ) .

que no beben el aguardiente a su uso en las comidas (que es casi lodo el vecindario,
a excepción de les negros) extrañan lanfo su falla que no teniendo toiividad los es-
tómagos por si para digerir, enferman y se experimenta epidemia en Joda la ciudad.
Esto sucedió al iiempo que llegamos nosotros, siendo lanía la escasez que de él se
padecía que no S3 decía misa más que en una Iglesia" (N. del E.). <
11.—Las restricciones puestas al comercio exterior no pudieron menos de para-
lizar el desenvolvimiento económico de estos países y fueron causa del bajo precio
de las propiedades rusticas. Ya un ministro clarividente, como D. Bernardo Ward±1
señaló en su Proyecio Económico (Madrid, 1779) los graves defectos del sistema intro-
ducido por España en América y sentó dos verdades bien palmarias: primero, que el
comercie era el que había de vivificar a estos países, como la circulación de la san-
gre al cuerpo humano y en ellos, por su estancamiento, no se producían sino enfer-
medades; segundo, que el buen aprovechamiento de la tierra era la mina más rica
del mundo. V. la Parte 2<? de su obra. Cap. 1 y IV. (N. del E.).
— 96 —

P a r e c e que sin renunciar a t o d o sentimiento d e ver-


güenza n o se p o d í a a ñ a d i r n a d a á tan_ g r a n d e s ultrages.
L a ingeniosa política, q u e bajo el pretexto d e nuestro
bien, nos h a b í a d e s p o j a d o d e la libertad, y d e los bie-
nes d e b í a sugerir, a lo menos, que era precisó d e j a r n o s
alguna s o m b r a d e h o n o r y algunos medios d e restablecer-
nos p a r a p r e p a r a r n u e v o s recursos. P a r a esto es q u e el
h o m b r e c o n c e d e el r e p o s o y la comida a los animales
que le sirven. | L a administración económica d e nuestros
intereses nos h a b r í a c o n s o l a d o d e las otras p é r d i d a s , y ha-
bría p r o c u r a d o v e n t a j a s á la E s p a ñ a , J Los intereses d e
nuestro p a y s no siendo sino los nuestros, su b u e n a o ma-
la administración recae necesariamente sobre n o s o t r o s y
es e v i d e n t e que á n o s o t r o s solos pertenece el d e r e c h o de
ejercerla, y que solos p o d e m o s llenar sus funciones con
v e n t a j a r e c í p r o c a d e la patria, y d e nosotros m i s m o s .

Q u é d e s c o n t e n t o n o manifestaron los españoles,


c u a n d o algunos flamencos, vasallos c o m o ellos y d e m á s
9 c o m p a t r i o t a s d e Carlos V o c u p a r o n / a l g u n o s e m p l e o s pú-.
blicos en E s p a ñ a ? ¿Cuánto no murmuraron? cCon
g u a n t a s solicitudes y tumultos no exigieron, q u e a q u e l l o ^
e x t r a n g e r o s fuesen d e s p e d i d o s sin que su corto n ú m e r o ,
ni la presencia del m o n a r c a , pudiesen calmar la inquietud
g e n e r a l ? El m i e d o d e q u e el dinero d e E s p a ñ a p a s a s e á
otro pays, a u n q u e p e r t e n e c i e n t e a la misma m o n a r q u í a ,
fué el m o t i v o q u e hizo insistir a los españoles con más
calor en su d e m a n d a . ( 1 2 ) ,

12.—Sabido es que, cuando Carlos V se presentó por vez primera ante las Corles,
en Valladolid, (5 de Febrero de 1518) a fin de ser reconocido por ellas como Soberano,
los Procuradores le hicieron algunas peüciones que muestran bien a las claras el
re_celo_ conjjue miraban^ Jos exiranjeros. La 5? decia que no se dieran a exiran-
jeros oficios ni beneficios, dignidades ni gobierno, ni carias de naturaleza y_qnei se
revocaran las que se hubiesen dado; 6<? Que los embajadores de los Reynos de EjjPjg?.
fuesen naturales de ellos; 7? que en la casa real sólo hicieran servUia^¿sjejlajios_i>
4
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>io dorúxa Oítarñ¿ix. pa/rS*. '/*.&*>*- Át, ¿&rrefí<**-' *
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¿&nor cce. ¿o au*. &xf&n~csn. í » ¿a? itaqt**i¿4X'

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^í^íM-ckU. COun m'. o..

/ « w w » , u iMayo ¡2$ ect, f75f

.Jh.J!JÍ. 2\ S. JMZi,
Sus mas renlte/os xfeyre'iiurrcS

Cu */¿>/e/v#r>-ic¿>ric stssívyno.
— 97 —

Q u é diferencia n o h a y entr^ agüella situación mg-^


m e n t á n e a d e los españoles, y la nuestra d e tres siglos a-
c á l , P r i v a d o s d e t o d a s las ventajas del g o b i e r n o , n o he-
m o s e x p e r i m e n t a d o d e su p a r t e , sino los m á s horribles
d e s ó r d e n e s y los m á s g r a v e s vicios. Sin e s p e r a n z a d e
o b t e n e r j a m á s , ni u n a protección i n m e d i a t a , ni u n a proli-
j a justiciará la distancia d e d o s á tres rnH l e g u a s j s i n re-
cursos p a r a reclamarla, h e m o s sido e n t r e g a d o s al orgullo,
8 la injusticia, a la r a p a c i d a d d e los ministros, tan a v a r o s ,
p o r lo m e n o s , c o m o los favoritos d e C a r l o s V . Impla-
cables p a r a con unas gentes que no c o n o c e n y que miran
c o m o extrangeras, p r o c u r a n solamente satisfacer _§.U_codi-
cia con la perfecta seguridad d e que su c o n d u c t a iniqua
s e r á impune, ó i g n o r a d a del soberano. El sacrificio he-
p . 10 c h o á la E s p a ñ a , d e nuestros m á s preciosos i n / t e r e s e s ,
h a sido el m é r i t o con q u e t o d o s ellos p r e t e n d e n h o n r a r s e
p a r a excusar las injusticias con que nos a c a b a n . P e r o la
miseria, en q u e la E s p a ñ a misma h a c a í d o , p r u e b a que
aquellos h o m b r e s no h a n conocido j a m á s los v e r d a d e r o s
intereses d e la nación, ó que h a n p r o c u r a d o s o l a m e n t e
cubrir con este p r e t e x t o sus p r o c e d i m i e n t o s vergonzosos,
y el suceso h a d e m o s t r a d o , que n u n c a la injustica p r o d u c e
frutos sólidos,. A fin d e q u e n a d a faltase á nuestra ruina
y á nuestra ignominiosa s e r v i d u m b r e , la indigencia, la a-
varicia y la a m b i c i ó n h a n subministrado s i e m p r e á la Es-
p a ñ a un e n j a m b r e d e aventureros, que p a s a n a la A m é -
rica, resueltos á desquitarse allí con n u e s t r a substancia,
d e lo que h a n p a g a d o p a r a o b t e n e r sus e m p l e o s . L a m a -
n e r a d e indemnizarse d e la ausencia d e su patria, d e sus

/ españoles; 8? que se sirviese S.A. hablar castellano. Apesar de iodo, el desconfento


por ver rodeado al César de flamencos no se disipó, antes bien fué en aumento, sobre
todo cuando Carlos V obtuvo el capelo cardenalicio para Adriano de Uirechl y elevó
a la dignidad de Arzobispo de Toledo a Guillermo de Croy, sobrino de su ayo y minis-
tro Chievres. (N. del E.).
— 98 —

penas, y de sus peligros es haciéndonos todos los males


posibles. R e n o v a n d o todos los días aquellas escenas de
horrores que hicieron desaparecer pueblos enteros, cuyo
único delito fue su flaqueza, convierten el resplandor de
la más grande conquista, en una mancha ignominiosa pa-
ra el nombre español.

Así es que, después de satisfacer^al robo, paliado


con el nombre de comercio, a las exacciones del gobier-
1 no, en pago de sus insignes beneficios, y / a los ricos sala-
rios de la multitud innumerable de extranjeros, (Jbe bajo
diferentes denominación en España y América, se hartan
fastuosamente de nuestros bienes, lo que nos queda es el
objeto continuo de las asechanzas de tantos orgullosos ti-
ranos, cuya rapacidad no conoce otro término que el que
quieren imponerle su insolvencia y la certidumbre d e la
impunidad. Así, mientras que en laL_corte, en los exér-
citos, en los tribunales de la monarquía, se derraman las
riquezas y los honores á extrangeros de todas las nacio-_
nes, nosotros solos somos declarados indignos de ellos é
incapaces de ocupar aún en nuestro propia patria unos
empleos^ que en rigor nos pertenecen exclusivamente. A-
•si .la eloria. que costó tantas ppnas á nuestros padres, es ,
para nosotros una herencia de ignominia y con nuestros
tesoros, inmensos no hemos comprado sino miseria v es-
clavitud. (13).

13.s|rEs cosa sabida qus el americanismo comenzó a dar las primeras señales de si
cuando los americanos, aun siando íie'ss servidores de la monarquía española, pi-
diercjn_np__se_J_es_ postergase en la provisión de oficios y cargos públicos."] Desde el
año 1725 insisien los criollos en que se les reconoozca el mismo derecho que a los
peninsulares de ejercer cualesquiera empleos. Tal fué el objelo del extenso memorial
que el mexicana Antonio ds Ahumada présenlo a Felipe V y fué impreso en Madrid
en dicho año. Más tarda el laiacungueño, Ignacio de Flores, vuelve a pedir lo mismo
a Carlos III (1730). A esics nombres habría que agregar el del limeño, Manuel de
Vidjuno y el del aulor do los "Volos de los Americanos a la Nación Española y a
— 99 —

Si corremos n u e s t r a d e s v e n t u r a d a patria d e un ca-


b o al otro, hallaremos d o n d e quiera la misma desolación,
u n a avaricia tan d e s m e s u r a d a c o m o insaciable; d o n d e
quiera el mismo tráfico a b o m i n a b l e d e injusticia y d e in-
h u m a n i d a d d e p a r t e d e las sanguijuelas e m p l e a d a s p o r el
g o b i e r n o p a r a nuestra' opresión. C o n s u l t e m o s nuestros,.
p . 1 2 anales d e tres siglos y allí v e r e m o s la ingratitud y la/in-jf
justicia de la corte d e España, su infidelidad en cumplir]]
sus contratos, primero con el g r a n C o l o m b o y después]]
con los otros c o n q u i s t a d o r e s q u e le dieron el im-
perio del Nuevo M u n d o bajo condiciones s o l e m n e m e n -
te estipuladas. V e r e m o s la p o s t e r i d a d d e aquellos h o m -
bres generosos a b a t i d a con el desprecio, y m a n c h a d a con
el o d i o que les ha c a l u m n i a d o , p e r s e g u i d o , y a r r u i n a d o .
• C o m o algunas simples p a r t i c u l a r i d a d e s p o d r í a n hacer du-
d a r d e este espíritu persecutor, q u e en t o d o t i e m p o se
h a s e ñ a l a d o contra los E s p a ñ o l e s americanos, leed sola-
m e n t e lo que el verídico Inca G a r c i l a s o d e la V e g a escri-
b e en el segundo t o m o d e sus C o m e n t a r i o s Libró, V i l ,
c a p . 17. (14).

Nuestro Amado Monarca el Sr. D. Fernando VII..." escrita en 1819 para refutar las
máximas del Obispo D. Manuel do Abad y Queipo, en su Carta de 20 de Junio de 1315.
(N. del E).
14.—En el lugar citado, dice asi el Inca Historiador: "También eriraron en la
acusación (puesta por el Fiscal al Inca Tupac Amaru) les mestizos, hijos de los Con-
quistadores de aquel Imperio y de las indias, naturales de él. Pusiéronles por capítu_-_
lo que se avian conjurado con el Príncipe Tupac Amaru" con ios demás Incas para
alzarse con el Reino... y que estos énsTT^onTiffSEioñ^ié habían quejado al Príncipe
Inca, diciendo... que ni por los méritos de sus padres ni por la naturaleza y legí-
tima de la hacienda de sus madres y abuelos no les bahía cabido nada, siendo hi-
jos de los más beneméritos de aquel Imperio, porque los Gobsrnadores habían dado
a sus parientes y amigos lo que sus padres ganaran y había sido de sus abuelos
maternos y que a ellos los dejaron desamparados, necesitados a pedir limosna para
poder comer o forzados a saltear por los caminos para poder vivir y morir ahorca-
dos..." En pocos lugares habrá puesto Garcilaso, a quien le cuadraba da iodo en io-
do este bosquejo de los mestizos, tanta vehemencia. (N. del E.).
— 100 —

Q u a n d o el virrey d o n Francisco d e T o l e d o , aquel


hipócrita feroz, d e t e r m i n ó hacer p e r e c e r al único here-
d e r o directo del Imperio del Perú, p a r a asegurar a la
E s p a ñ a la posesión d e aquel d e s g r a c i a d o pays, en el
p r o c e s o que se instauró contra el j o v e n é inocente Inca
T ú p a c A m a r u , entre los falsos c r í m e n e s con que este
p r í n c i p e fué c a r g a d o , " s e acusa, dice Garcilaso, á los que
h a n n a c i d o en el pays d e m a d r e s indias y p a d r e s españo-
les c o n q u i s t a d o r e s d e aquel i m p e r i o : se alegaba d e que
h a v í a n s e c r e t a m e n t e c o n v e n i d o con T ú p a c - A m a r u , y los
o t r o s incas, d e excitar una rebelión en el reyno p a r a fa-
p. 1 3 v o r e c e r e l / d e s c o n t e n t o d e los q u e eran nacidos d e la san-
gre real d e los Incas, ó cuyas m a d r e s e r a n hijas, sobrinas,
o p r i m a s h e r m a n a s d e la familia d e los Incas, y los pa-
d r e s españoles y d e los p r i m e r o s conquistadores q u e ha-
b í a n a d q u i r i d o tanta r e p u t a c i ó n : q u e estos e s t a b a n tan
p o c o a t e n d i d o s que ni el d e r e c h o n a t u r a l d e las m a d r e s ,
ni los g r a n d e s servicios y méritos d e los padres, les p r o -
c u r a b a n la m e n o r ventaja, sino que t o d o era distribuido
e n t r e parientes y amigos d e los g o v e r n a d o r e s , q u e d a n d o
aquellos expuestos á m o r i r d e h a m b r e , si n o quierían vi-
vir d e limosna, ó h a c e r s e s a l t e a d o r e s d e caminos, y aca-
b a r en u n a horca. ( 1 5 ) . Estas acusaciones siendo hechas
c o n t r a los hijos d e los españoles, n a c i d o s d e mujeres in-
dias, estos fueron cojidos y t o d o s los q u e eran d e e d a d

15.—Pasemos por alio el duro epíteto que Vizcardo aplica a D. Francisco de Tc~'
lodo y qus estuvo lejos de merecer, pero en el asunto de la conspiración de los Incas
del Cuzco hay que reconocer que D. Francisco no anduvo muy acertado. Hemos tra-
tado largamente de ello en nuestra obra: "Historia del Perú. Virreinato. (1551—1600),
Buenos Aires, 1950". V. el Cap. XII, p. 262 y s. Contrariamente a lo sostenido por D.
Roberto Levilüer en su conocida obra sobre Toledo, soslenemos que no existió la
¡al conjuración, puss no sólo sé rehabilitó a algunos de los principales acusados, co-
mo D. Carlos Inca, sino que, además la Audiencia de Lima aceptó la apelación que
muchos do elios interpusieren y esiorbó el que se los embarcass para España. El
Roy, finalmente, aprobó lo hecho y encargó a Toledo no se entrometiese en las causas
de justicia. (N. del E.)
_ 101 ~

d e 20 años y más, c a p a c e s d e llevar armas, y q u e v i v í a n


entonces en el Cuzco, fueron aprisionados. A l g u n o s d e
ellos fueron puestos al t o r m e n t o p a r a forzarlos a confe-
sar aquello d e que n o h a b í a p r u e b a s ni indicios. En m e -
dio de estos furores y p r o c e d i m i e n t o s tiránicos, u n a in-
dia, cuyo hijo e s t a b a c o n d e n a d o a la question, vino á la
prisión y, e l e v a n d o su voz, d i j o : Hijo m í o , pues q u e se
te ha c o n d e n a d o á la t o r t u r a , súfrela v a l e r o s a m e n t e c o m o
h o m b r e d e h o n o r , n o acuses á n i n g u n o falsamente, y Dios
p . 1 4 te d a r á fuerzas p a r a sufrirla: él t e r e e o m / p e n s a r á d e l o s
paFgros y p e n a s que t u p a d r e y sus c o m p a ñ e r o s h a n su-
frido p a r a hacer este pays cristiano, y hacer e n t r a r á sus
habitantes en el s e n o d e la Iglesia. . . Esta exortación
magnánima, p r o f e r i d a con t o d a la vehemencia d e q u e a-
quella m a d r e era c a p a z , h i z o la m á s g r a n d e impresión
sobre el espíritu del V i r r e y , y le a p a r t ó d e su designio
d e hacer morir aquellos d e s d i c h a d o s . Sin e m b a r g o , n o
fueron absueltos, sino q u e se les c o n d e n ó a una m u e r t e
m á s lenta, d e s t e r r á n d o l o s a diversas partes del N u e v o
Mundo. Algunos, fueron e n v i a d o s también a E s p a -
ñ a " . (if>).

Tales eran los p r i m e r o s frutos gue_la_ p o s t e r i d a d d e


los descubrjdores jlel_nuevo^ m u n d o recibía_cle 1 1 a g r a t i t u d
española, c u a n d o la m e m o r i a d e los méritos d e sus pa-
dres estaba aun reciente. E l Virey, aquel m o n s t r u o san-
guinario, pareció e n t o n c e s el autor d e todas las injusticias,
p e r o d e s e n g a ñ é m o n o s , a c e r c a d e los sentimientos d e la
Corte, si creemos q u e ella n o participaba d e aquellos
excesos; ella se ha d e l e i t a d o en nuestros días en r e n o v a r -
los en toda la A m é r i c a , a r r a n c á n d o l e un n ú m e r o m u c h o

IS.—El episodio qne aquí se narra lo Irae el Inca Garcilaso en la 2;: Parte de
sus • Comentarios Reales, Libro VII, Cap. XVII. (N. del E.).
102 —

m a y o r d e sus hijos, sin p r o c u r a r disfrazar siquiera su in-


humanidad: estos han sido deportados hasta en Ita-
Ha. (17).

p. 1 5 D e s p u é s d e h a v e r l o s b o t a d o en u n p a y s , q u e n o e s
d e su d o m i n a c i ó n , y renunciándolos como vasallos, la
c o r t e d e E s p a ñ a , p o r u n a c o n t r a d i c c i ó n y un refinamien-
to i n a u d i t o d e c r u e l d a d e s , c o n u n furor que sólo puede
i n s p i r a r á l o s t i r a n o s el m i e d o d e la i n o c e n c i a sacrifica-
da, la c o r t e s e h a r e s e r v a d o el d e r e c h o d e perseguirlos
y oprimirlos continuamente. La muerte ha librado ya,
a la m a y o r p a r t e d e e s t o s d e s t e r r a d o s d e l a s m i s e r i a s q u e
l e s h a n a c o m p a ñ a d o h a s t a el s e p u l c r o . Los otros arras-
tran una vida infortunada y son una prueba de aquella
c r u e l d a d d e c a r á c t e r q u e t a n t a s v e c e s se h a e c h a d o e n c a -
r a a la n a c i ó n e s p a ñ o l a , aunque realmente esta mancha
no deba caer sino sobre el despotismo de su gobier-
p . 1 6 n o . ( 1 8 / . T r e s siglos e n t e r o s , d u r a n t e los cuales este g o -

17.—El auior nuevamente se ensaña con Toledo y alude luego al extrañamiento


dí ios Jesuíta; cu? compara con la persecución de sus ascendientes del Cuzco. A es-
te prouósiio bueno será recordar la cifra de los que fueron desierrados de América por
efecio de la Fragxnáisoa Sanción. E! número de los que arribaron al Puerto de Santa
Karía, según datos oficiales, ascendió a 2267, de los cuales 413 pertenecían a la Pro-
vincia del Perú. Si añadimos los fallecidos en el viaje y los que fugaron o, por enfer-
mos, no pudieron emprender e! viaje, veremos que la sentencia alcanzó a unos 2500.
Es ciertc qua no iodos eran naturales de América y que en algunas Provincias, como,
por ajenóle, en la del Paraguay, llegaban a predominar los españoles o extranjeros,
pera en otras estos estaban en minoría, de modo que nc sería exagerado docir que
más de iEOO americanos hubieron de abandonar forzadamente el país quo los vio
nacer, (i/, del E.).
18.—En el año de 1785 existían aún en Italia 313 ex-jesuítas nativos de la Ame-
rica española. (H. del A.) Según la Contaduría Genera! de Temporalidades en el Es-
tado General de los Regulares de la Compañía que aún vivían a linas de Dicismbre
de 1732 y se remitió de Real Orden al Conde de Floridablanca, los procedentes de las
Provincias ¿3 América eran en total, 1076 Sacerdotes y 307 Coadjutores. (A. de I.
Ultramar, 801) Cotejando una y otra cifra, nos parece muy reducida la que cita Viz-
ceido, pacs en tres años no es posible que hubiesen muerto o huido'tantos. (N. del E.).
— 103 —

p. 1 7 b i e n i o h a tenido sin interrupción ni variación a l g u n a / l a


m i s m a c o n d u c t a con nosotros, son la prueba»completa d e
un plan m e d i t a d o q u e n o s sacrifica e n t e r a m e n t e a losf
intereses y conveniencias d e la E s p a d a ; p e r o , s o b r e t o d o ,
p. I 9 a las pasiones d e su m i n i s / t e r i o . No o b s t a n t e esto es e - '
vidente, que a p e s a r d e los esfuerzos multiplicados d e u-
p. 2 0 na falsa é i n i / c u a política nuestros establecimientos h a n
adquirido tal consistencia q u e Montesquiéu, a q u e l genio
sublime ha d i c h o : "las Indias y la España son p o t e n c i a s
bajo un mismo d u e ñ o ; m a s las Indais son el principal y
la E s p a ñ a el accesorio. En v a n o la política p r o c u r a a t r a e r
el principal, al accesorio: las Indias atraen c o n t i n u a m e n -
t e la E s p a ñ a a ellas" ( I Q ) . Esto quiere decir en o t r o s tér-
minos, q u e las r a z o n e s p a r a tiranizarnos se a u m e n t a n ca-
d a día, S e m e j a n t e á un tutor malévolo que se h a a c o s t u m -
b r a d o a vivir en el fausto y opulencia á e x p e n s a s d e su
pupilo,! la E s p a ñ a c o n el m á s grande terror v é llegar el
m o m e n t o , que la naturaleza, la razón, y la justicia h a n
prescripto para e m a n c i p a r n o s de una tutela tan tiránica. ]

El vacío y la confusión, que producirá la c a í d a d e


esta administración, p r ó d i g a d e nuestros bienes, n o es el
único m o t i v o que a n i m a á la C o r t e d e E s p a ñ a a p e r p e t u a r
nuestra m i n o r i d a d , á a g r a v a r nuestras c a d e n a s . El d e s -
potismo que e ü s ejerce con nuestros tesoros, s o b r e las

19.—Lib. 21, Cap. 22. (N. del A.) La cila de Vizcardo está lomada de "El Espí-
ritu da las Leyes" y las palabras textuales de Montesquiéu son las siguientes: "Las
Indias y España son dos potencias que gobierna un mismo Soberano, pero las Indias
sen lo principal y España lo accesorio. En vano pretenderá la política subordinar
lo rjrincipal a lo secundario; no es España la que atrae a las Indias sino las Indias
las que atraen a España.
Cerca ds cincuenta millones de mercaderías van a las Indias cada año; de ellas
EO proporciona España más que dos millones y medio, de suerte que las Indias ha-
cen un comercio de cincuenta millones cuando no pasa de dos y medio el que hace
Essaáa". (M. del E.).
104 —

p . 21 ruinas d e la libertad española, p o d r í a recibir con n u e s t r a


i n / d e p e n d e n c i a un g o l p e mortal, y la ambición d e b e p r e -
venirlo con los m a y o r e s esfuerzos.

TLa pretensión d e la jcorte^ de_ E s p a ñ a ^ á j i ñ a ciega o b e d i e n -


cia á sus leyes arbitrarias, está f u n d a d a p r i n c i p a l m e n t e
sobre la ignorancia q u e p r o c u r a alimentar y e n t r e t e n e r ,
acerca d e lo¿ d e r e c h o s inalienables del h o m b r e ; y
d e los d e b e r e s indispensables d e t o d o gobierno. Ella h a '
conseguido persuadir al vulgo, que es un delito el r a z o -
nar sobre los asuntos q u e i m p o r t a n más á c a d a individuo,
y p o r consiguiente, que es una obligación continua la d e
extinguir la preciosa a n t o r c h a q u e nos dio el C r i a d o r pa-
ra a l u m b r a r n o s y conducirnos^] P e r o á pesar d e los p r o -
gresos d e una doctrina tan funesta, t o d a la historia d e
España testifica c o n s t a n t e m e n t e contra su v e r d a d y legi-
timidad.

/ D e s p u é s d e la época m e m o r a b l e del p o d e r arbitrario, y


d e la injusticia d e los últimos reyes G o d o s , que trajeron
la ruina d e su imperio y d e la nación española, nuestros
a n t e p a s a d o s , q u a n d o restablecieron el reyno y su gobier-
no, p e n s a r o n en p r e m u n i r s e contra é l p o d e r a b s o l u t o , á
q u e ^ s i e m p r e hjm a s p i r a d o jnues^^s reyes. Con este de-
signio, c o n c e n t r a r o n la s u p r e m a c í a de la justicia, y los p o -
p. 22 d e r e s legislativos d e la paz, d e la guerra, d e los / subsi-
dios y d e las m o n e d a s , en las Cortes- q u e r e p r e s e n t a b a ^

Ila nación en sus diferentes clases y d e b í a n ser los deposi-


tarios y los guardianes d e los derechos del p u e b l o . ( 2 0 ) .

20.—Vizcaráo no hace aguí sino recordar la tradición democrática del pueblo


español, refleja, sin duda, de la doctrina católica gue con Sanio Tomás en su obra:
Bs Regiieinc Princijuw, sentaba esta premisa: "Regnum non esl propter Regem sed
Rsx propler Regnum. "El Reino no es para el Rey sino el Rey para el Reino. Lo
que se sigue en el texto es una versión de los antiguos Fueros y asi en ellos como
en les Leyes de Partida podía apoyarse el autor. (N. del E.).
— 105 —

A este dique t a n sólido los A r a g o n e s e s a ñ a d i e r o n el


célebre m a g i s t r a d o l l a m a d o el Justicia, p a r a velar en la
p r o t e c c i ó n del p u e b l o contra t o d a violencia y opresión,
c o m o también p a r a reprimir el p o d e r abusivo d e los re-
yes. | En el p r e á m b u l o d e una d e aquellas leyes los A r a -
goneses, dicen, según G e r ó n i m o Blanco en sus C o m e n t a -
rios, p á g . 751 " q u e la esterilidad d e su país y la p o b r e -
za d e sus h a b i t a n t e s son tales q u e si la libertad no los
distinguía de las o t r a s naciones, el p u e b l o a b a n d o n a r í a
su patria, é iría á establecerse en una región m á s fértil.''
Y á fin _dg que el r e y u n o olvide j a m á s el m a n a n t i a l d e
d o n d e le viene la s o b e r a n í a , el Justicia, en la c e r e m o n i a
s o l e m n e d e la coronación, le dirigía las p a l a b r a s siguien-
t e s : " N o s que v a l e m o s cuanto v o s , e s h a c e m o s nuestro
rey y señor, con tal que guardéis nuestros fueros y liberta-
des y sino n ó " ; tal c o m o lo refiere el célebre A n t o n i o
Pérez, Secretario del R e y d o n Felipe 1 1 .IjEra p u e s un ar-
tículo fundamental d e la constitución d e A r a g ó n , que si
el rey violaba los d e r e c h o s y privilegios del p u e b l o , el
p u e b l o p o d í a l e g í t i m a m e n t e e x t r a ñ a r l o , y en su lugar
p , 2 3 n o m b r a r otrcTJ/ a u n q u e fuese d e la religión pagana, según
el m i s m o G e r ó n i m o Blanco. ( 2 1 ) .

A este n o b l e espíritu d_e_ libertad es que nuestros an-


t e p a s a d o s debieron la energía que les hizo a c a b a r tan
g r a n d e s empresas, y que en m e d i o d e t a n t a s g u e r r a s o-
nerosas, hizo florecer la nación y la c o l m ó d e p r o s p e r i -
d a d e s , c o m o se o b s e r v a h o y en Inglaterra y H o l a n d a . M a s
luego q u e el rey p a s ó los límites q u e la constitución d e

21.—La cita de Vizcardo está equivocada. No es Jerónimo Blanco como él dice,


sino Jerónimo de Blancas, Cronisia del Reino de Aragón, cuya obra: "Coronaciones
de los Serenísimos Reyes de Aragón" publicó en Zaragoza, en 1641, D. Juan Fran-
cisco Andrés de Usiarroz. A dicha obra le precede una curiosa biografía del Autor
y en eüa se incluyen Dos Tratados ds! modo de tener Cortes, del mismo Blancas.
(N. del E.).
— 106 —

Castilla, y de Aragón, le habían prescripto, la decaden-


cia de la España fue tan rápida como había sido extraor-
dinario el poder adquirido ó, por mejor decir, usurpado,
por los sobejanos. Y esto prueba bastante, que el poder
absoluto, al cual se junta siempre el arbitrario, es la rui-
na de los Estados.

La reunión de los reynos de Castilla y de Aragón,


como también los grandes estados, que al mismo tiempo
tocaron por herencia á los reyes de España, y los tesoros
de las Indias, dieron á la corona una preponderancia im-
prevista, y tan fuerte, que en muy poco tiempo trastor-
nó todos los obstáculos, que la prudencia de nuestros a-
buelos había opuesto para asegurar la libertad de su des-
. 24 cendencia. La autoridad real, semejante al mar/cuan-
do sale de sus márgenes, inundó toda la monarquía, y la
voluntad del rey, y de sus ministros se hizo la ley uni-
versal.

Una vez establecido el poder despótico tan sólida-


mente, la sombra misma de las antiguas Cortes no exis-
tió mas: no quedando otra salvaguardia á los derechos
naturales, civiles y religiosos de los españoles, que la ar-
bitrariedad de los ministros ó las antiguas formalidades
de justicia llamadas vías jurídicas. Estas últimas se han
opuesto algunas veces á la opresión de la inocencia, sin
estorbar por eso el que se verificase el proverbio de que
alian van leyes donde quieren reyes.

Una invención dichosa sugirió al fin el medio más


fecundo para desembarazarse de estas trabas molestas.
La suprema potencia económica, y jos motivos reserva-
dos en el alma real (expresiones que asombrarán la poste-
ridad), descubriendo al fin la vanidad, y todas las ilu-
siones del género humano, sobre los principios eternos de
— 107 —

justicia, s o b r e los d e r e c h o s y d e b e r e s d e la naturaleza y


d e la s o c i e d a d , han d e s p l e g a d o d e un g o l p e su irresisti-
b l e eficacia sobre m á s d e cinco mil c i u d a d a n o s españoles
p . 2 5 ( 2 2 ) . O b / s e r v a d que estos c i u d a d a n o s e s t a b a n unidos en
c u e r p o , q u e a sus d e r e c h o s d e sociedad, en calidad d e
m i e m b r o s d e la nación unian el h o n o r d e la estimación
p u b l i c a m e r e c i d a por u n o s servicios tan útiles c o m o im-
portantes. (23).

22.—En el año de 178G exislían en Italia más de 3000 ex-jesuítas, restos de aque-
llos 5000 desveniurados, que no tenían por toda renla sino la pensión de 2 paoli
por día, apenas bástanles para alimentar a un criado. (N. del A.). En la cura dada
por Vizcardo se incluyen lanío los jesuílas americanos como los españoles. Según
ía Pragmática la pensión que se les señaló había de ser de 100 pesos para los Sa-
cerdotes y 90 para los Hermanos Coadjutores, pera, como advierte el P. José Fran-
cisco de Isla, en su Memorial esa psnsión con los descuentos vino a reducirse a
cuatro reales de vellón al día, para los sacerdotes y tres y medio para los coadju-
tores. Con lan exigua suma no era fácil vivir aun en aquel entonces, sobre todo
desde el momento en que, disuelta la Compañía, cesó la vida común y cada uno hubo
ds mirar por si. De allí el que uno de los expatriados pudiera decir gráficamente:
No teniendo oiro recurso que la pensión, resulta que con eUa el que se viste no
come y el que come no tiene para vestirse. A ello había que añadir que ese mez-
quino subsidio venía a perderse, ya sea por salir de los Estados Pontificios, ya sea
por no proceder en conformidad con les deseos de la Corte de España. (N. del E.).

23.—El Paraguay, dice Monlesquieu, puede suministrarnos otro ejemplo. Se ha


querido hacer un crimen a la Compañía, por diferentes razones: pero siempre será
bello el gobernar a los hombres haciéndolos felices. Es una gloria para ella el haber
llevado a aquellos Daíses con la idea de Religión la idea de humanidad. Enmen-
daron la plana a los conquistadores que habían sembrado allí una desolación ine-
xorable.
El exquisito sentimiento que esta Orden tiene por todo lo que ella llama honor
y el celo por una Religión que humilla mucho más a los que la escuchan que a los
que la predican, le han hecho llevar a cabo, con éxito, grandes cosas. Ha logrado
extraer de los bosques a unos pueblos dispersos en ellos, les ha asegurado la sub-
sistencia, los ha vestido y aun cuando no hubiera hecho más que desarrollar la in-
dustria entre esos hombres, ya eso habría sido bastante. "Espril des iois. Lib. IV,
Cap. VI. (N. del A.). Hemos dado el texto, sacándolo fielmente de la obra misma,
pues la traducción de Vizcardo no se ajusta del lodo a él. (N. del E.).
— 108 —

25 Omitiendo las reflexiones que nacen de todas las


circunstancias de una ejecución tan extraña, y dejando
aparte las desgraciadas víctimas de aquel bárbaro aten-
tado, considerémosle solamente con respecto a toda la
nación española.

/ La conservación jde_ los derechos naturales y, sobre


todo, de la libertad y seguridad de las personas y ha-
ciendas, es 'incontestablemente la piedra fundamenta*
de toda sociedad humanaD de cualquiera manera que
esté combinada. Es pues una obligación indispensable
de toda sociedad, o del gobierno que la representa, no
solamente respetar sino aun proteger eficazmente los
derechos de cada individuo.

Aplicando estos principios al asanto actual, es ma-


nifiesto que cinco mil ciudadanos, que hasta entonces la
opinión pública no tenía razón para sospechar de ningún
delito, han sido despojados por el gobierno de todos
sus derechos, sin ninguna denuncia de justicia, y del mo-
do más arbitrario. El gobierno ha violado solemnemen-
te la seguridad pública, y hasta que no haya dado cuen-
ta, a toda la nación de los motivos que le hicieron obrar
tan despóticamente, no hay particular alguno, # que en
lugar de la protección que le es debida, no tenga que te-
27 mer / opresión semejante, tanto más quanto su flaqueza
individual le expone más fácilmente que a un cuerpo nu-
meroso que en muchos respetos interesaba la nación en-
tera. Un temor tan serio, y tan bien fundado, excluye
naturalmente toda idea de seguridad. El gobierno cul-
pable de haberla destruido en toda la nación, ha con-
vertido en instrumentos de opresión y de ruina, los me-
dios que se le han confiado para proteger y conservar
los individuos.
— 109 —

Si el gobierno se cree o b l i g a d o á h a c e r renacer la segu-


r i d a d pública y confianza d e la n a c i ó n e n la rectitud d e
su administración, d e b e manifestar en la forma jurídica
m á s clara, la justicia d e su cruel p r o c e d i m i e n t o , respecto
d e los cinco mil individuos d e q u e s e a c a b a d e h a b l a r . Y
en el intervalo, está o b l i g a d o á confesar el c r i m e n q u e h a
c o m e t i d o contra la nación, v i o l a n d o un d e b e r indispen-
sable, y ejerciendo u n a i m p l a c a b l e tiranía. ( 2 4 ) .

Mas si el g o b i e r n o se c r e e superior á estos d e b e r e s


p a r a con la nación; ¿ q u é diferencia h a c e pues e n t r e ella
y u n a m a n a d a d e animales, q u e un simple capricho d e l
propietario p u e d e d e s p o j a r , e n a g e n a r y sacrificarla? El
p. 2 8 c o b a r d e y tfmido_silen/cio d e los españoles, acerca d e
este horrible a t e n t a d o justifica el discernimiento d e l rni-
nisterio que se atrevió a u n a e m p r e s a t a n difícil c o m o in-
justa. Y si sucede en las e n f e r m e d a d e s políticas d e u n
estado, como en las e n f e r m e d a d e s h u m a n a s q u e n u n c a
son m á s peligrosas q u e c u a n d o el paciente se m u e s t r a in-
sensible al exceso d e l m a l q u e le consume, ciertamente, la
nación española en su situación actual tiene m o t i v o s p a r a
consolarse de sus p e n a s .

El progreso d e la g r a n d e revolutión q u e a c a b a m o s
d e bosquejar y q u e se h a p e r p e t u a d o h a s t a n o s o t r o s e n
la constitución y g o b i e r n o d e E s p a ñ a , es c o n f o r m e c o n
la historia nacional. P a s e m o s a h o r a al e x a m e n d e la i n :
fluencia que nosotros d e b e m o s esperar ó t e m e r d e esta
misma revolución.

24.—Es muy cierlo que el acto despótico de privar de sus bienes a miles d< sub-
ditos pacificcs y desterrarlos violentamente de su patria no sólo hizo que el pueblo
de España y América perdiese la confianza en el Soberano sino qu« la enaga-aí h s
voluntades de muchos de ellos. ¡Je esta manera e indirectamente los Jesuítas con-
tribuyeron a disponer el ambiente en favor de la emañc^iclorl BÍ~aT)uso del po-
der real~io~Kízd' sino" socavar" los ¿ímiepJc^dej_Ír^no^y desde entonces puede de-
cirse que comenzó a bambolearse el de España. (N. del E.).
— 110 —

( C u a n d o las causas c o n o c i d a s d e un m a l qualquiera


• se e m p e o r a n sin relajación, sería u n a locura esperar d e
ellas el b i e m l y Y a h e m o s visto la ingratitud, la injusti-
cia y la tiranía, con q u e el g o b i e r n o español nos a c a b a ,
d e s d e la fundación d e nuestras colonias, esto es q u a n d o
e s t a b a él mismo m u y lejos del p o d e r absoluto y a r b i t r a -
rio á qUe h a llegado después. A I p r e s e n t e que n o c o n o -
i ce otras reglas que su v o l u n t a d , y q u e está h a b i t u a d o á
considerar nuestra p r o p i e d a d j : o m o un bien que le per-
tenece, t o d o su estudio consiste e n a u m e n t a r l e con d e -
29!' t r i / m e n t c nuestro, c o l o r e a n d o s i e m p r e con el n o m b r e d e
utilidad d e la m a d r e patria, el i n f a m e sacrificio d e nues-
tros d e r e c h o s y d e nuestros m á s preciosos intereses. Es-
ta lógica es la d e los s a l t e a d o r e s d e caminos, que justi-
fica la usurpación d e los bienes á g e n o s con la utilidad
q u e d e ella resulta al u s u r p a d o r .

^5^1^£?íLsÍón~X,iS..J'.Vl.LIlS üj_? _los jesuiias no tuvieron,


según t o d a apariencia, otros m o t i v o s que Ja_^am^_de_sus_
riquezas. Mas h a l l á n d o s e estas a g o t a d a s , el g o b i e r n o ,
sin compasión á la d e s a s t r a d a situación á que nos h a b í a r e -
d u c i d o , quiso aún a g r a v a r l a con n u e v o s impuestos, par-
ticularmente en la A m é r i c a M e r i d i o n a l , en d o n d e en 1 7 8 0
c o s t a r o n t a n t a sangre al Perú. ( 2 5 ) . G e m i n a m o s aun b a -
j o esta n u e v a opresión, si las p r i m e r a s chispas d e u n a
indignación, s o b r a d o t i e m p o r e p r i m i d a , n o hubieran for-
zado, á nuestros tiranos á desistirse d e sus extorsiones. G e -
n e r o s o s americanos del nuevo r e y n o d e G r a n a d a ! Si la

"'25'.—Vfzcardo alude aquí a la revolución de Tupac Amaru, cuyo origen no


fuéj)ito_jin£_la_opresión_jn_ quevivía sumida la raza_ indígena y exacerbó la in-
troducción 'de nuevos impuestos. ' Por esto, si bien es cierto que la rebelión a na-
no armada se circunscribió a la región del Cuzco y del Collao, pero el movimienlo
de protesta contra las nuevas gabelas alcaüzó mayores proporciones, lomando par-
le en'ella muchosM^ÍOJIOJ y e_sjejc^ni¿nt^o¿jTiesjizos1_jicirque estas cargas_yenían
ajesar más duramente sobre ellos^, (N. del E.).
— 11!

A m é r i c a Española os d e b e el noble e j e m p l o d e la intre-


p i d e z que conviene o p o n e r á la tiranía, y el r e s p l a n d o r
q u e a c o m p a ñ a á su gloria, será en las fastos d e la h u m a -
n i d a d que se verá g r a b a d o con caracteres inmortales, q u e
p. 3 0 vuestras armas p r o / t e g i e r o r i á los p o b r e s ^indios, núes- ^
tros compatriotas, y que vuestros d i p u t a d o s "estipularon
p o r sus. intereses c o n igual suceso que por los v u e s t r o s .
P u e d e vuestra c o n d u c t a m a g n á n i m a servir d e lección ú-
til á t o d o el género h u m a n o .

El ministerio está m u y lejos d e renunciar á sus p r o -


yectos d e engullir el resto miserable d e nuestros b i e n e s ;
mas, d e s c o n c e r t a d o c o n la resistencia inesperada, q u e
encontró en Zipaquirá, h a v a r i a d o d e m é t o d o p a r a lle-
gar al mismo fin. A d o p t a n d o , q u a n d o m e n o s se espe-
raba, un sistema contrario al que su desconfiada política
h a b í a invariablemente o b s e r v a d o , ha resuelto d a r armaa
á los españoles a m e r i c a n o s , é instruirles en la disciplina
militar. Espera, sin d u d a , o b t e n e r de las tropas r e g l a d a s
americanas el m i s m o auxilio, que halla en E s p a ñ a d e las
b a y o n e t a s , para h a c e r s e o b e d e c e r . Mas, gracias al cie-
lo, la depravación d e los principios d e h u m a n i d a d y d e
m o r a l no ha llegado al c o l m o entre nosotros. N u n c a se-
remos los b á r b a r o s i n s t r u m e n t o s d e la tiranía, y a n t e s d e
m a n c h a r n o s con la m e n o r g o t a de sangre d e n u e s t r o s
h e r m a n o s inocentes, d e r r a m a r e m o s t o d a la nuestra p o r la
defensa d e nuestros d e r e c h o s y de nuestros intereses co-
munes. (26).

26.—El hecho citado por Vizcardo es bien conocido en la Historia de América y


se conoce con el nombre de Revolución del Socorro, del lugar en donde tuvo prin-
cipio en Marzo de 1781. Vino a fornar tal cuerpo y lan débil se sintió la autoridad
real ante_eXjmpuje._de lo^ Comuneíos que..el desenlace fué aceptar_ las condiciones
puestas por ellos, cuyo cuartel general se hallaba entonces .en.. Zipaquirá ÍN del F).
— 112 —

p , 31 / U n a m a r i n a p o d e r o s a , p r o n t o á t r a e r n o s t o d o s los
h o r r o r e s d e la destrucción, es el o t r o m e d i o que n u e s t r a
resistencia p a s a d a ha sugerido á la tiranía. Este a p o y o es
necesario al g o b i e r n o p a r a la conservación d e las Indias.
El d e c r e t o d e 8 d e julio d e 1 7 8 7 o r d e n a , que las rentas
d e las Indias ( e x c e p t u a d a la del t a b a c o ) preparen los
fondos suficientes para pagar la mitad, ó el tercio d e los
enormes gastos que exige la marina real.

Nuestros establecimientos en el continente del N u e -


vo M u n d o , a u n en su e s t a d o d e infancia y q u a n d o la p o -
tencia e s p a ñ o l a estaba en su m a y o r declinación, h a n es-
t a d o siempre al abrigo d e t o d a invasión enemiga; y nues-
tras fuerzas, siendo a h o r a m u c h o m á s considerables, es
claro q u e el a u m e n t o d e t r o p a s y d e la marina, es p a r a
nosotros un gasto tan e n o r m e c o m o inútil á nuestra d e -
fensa. A s í esta declaración formal, anunciada con t a n -
ta franqueza, n o parece indicar otra cosa, sino que la vi-
gilancia paternal del g o b i e r n o p o r nuestra p r o s p e r i d a d
(cuyas dulzuras n o s ha h e c h o gustar hasta aquí), se pro-
p o n e d a r n o s n u e v a s p r u e b a s d e su zelo y d e su a m o r .
p. 32 ( 2 7 W N 0 e s c u c h a n d o sino las ideas de/justicia, que se d e -
b e n s u p o n e r á t o d o gobierno, se p o d r í a creer que los
fondos que d e b e m o s subministrar p a r a el p a g o d e los e-
rtormes gastos d e la m a r i n a , son destinados á p r o t e g e r
nuestro comercio y multiplicar nuestras riquezas, d e suer-
te que nuestros puertos, d e la m i s m a m a n e r a que los d e
E s p a ñ a , van á ser abiertos á t o d a s las naciones, y que n o -
sotros mismos p o d r e m o s visitar las regiones m á s lejanas
p a r a v e n d e r y c o m p r a r allí d e la p r i m e r a m a n o . E n t o n -
ces nuestros tesoros no s a l d r á n m á s , como torrentes p a r a

27.—Siempre que e! Gobierno español nos anuncia un beneficio, no puede uno


menos de acordarse de lo que el verdugo decía al hijo de Felipe II, cuando le po-
nía el dogal al cuello: Paz, señor Don Carlos, que iodo esto es por su bien. (N.
del A.).
— 113 —

nunca volver, sino que, circulando entre nosotros se au-


mentarán incesantemente con la industria.

Tanto más podríamos entregarnos á estas bellas espe-


ranzas, quanto son más conformes al sistema de unión y
igualdad, cuyo establecimiento, entre nosotros, y los es-
pañoles de Europa, desea el gobierno en su decreto real.
Qué vasto campo va, pues, á abrirse para obtener en la .
Corte, en los ejércitos, y en los tribunales de la monar- I
quía los honores y riquezas que tan constantemente se
nos ha_rehusado! Los españoles europeos, habiendo te-
nido hasta aquí la posesión exclusiva de todas estas ven-
33 tajas,/es bien justo, que el gobierno, para establecer es-I
ta perfecta igualdad empieze á ponernos en el mismo pie i
en que nosotros hemos estado tan largo tiempo. Noso-
tros solos deberíamos frecuentar los puertos de la Espa-
ña, y ser los dueños de su comercio, de sus riquezas, y
de sus destinos. (Na se puede dudar que los españoles,
testigos de nue3tra moderación, dejen de someterse (
tranquilamente a este nuevo orden. El sistema de igual- /
dad, y nuestro ejemplo lo justifica maravillosamente. I J

¿Qué diría la España y su gobierr^_sj_ir^sjsjie^ernos_í


en la ejecución de este bello sistema? Y para qué insul-
tarnos tan cruelmente^ h^bj^ndp_ ¿e_unión^y_de igualdad?
Si, igualdad y unión, como la d e l o j animales de la fábu-
la,_la España se ha reservado la plaza del León. Luego ,
no es sino después de tres siglos que la posesión del Nue-
vo Mundo, nuestra patria, nos es debida, y que oímos
hablar de la esperanza de ser iguales a los españoles de !
Europa? Y cómo y porqué título habríamos decaído |
de aquella igualdad? ¡Ahí nuestra ciega y cobarde sur.ii- j
sión á todos los ultrages del gobierno, es la que nos ha ]
merecido una idea tan despreciable y tan insultante. Que- j
ridos hermanos y compatriotas, si no hay entre voso- I
— 114 —

p. 34 tros quien no conozca y sienta sus agravios más viva/men-


te que yo podría explicarlo, el ardor que se manifiesta
en vuestras almas, los grandes exernplos de vuestros an-
tepasados y vuestro valeroso denuedo, os prescriban
la unión y resolución que conviene al honor que haveis
heredado, que estimáis y de que hacéis vuestra vanidad.
El mismo gobierno de España os ha indicado ya esta
resolución, considerándonos siempre como un pueblo
distinto de los españoles europeos, y esta distinción os
impone la más ignominiosa esclavitud. jConsintamos por
nuestra parte á ser un cueblo diferenteT^renunciemos al
ridículo sistema .de. unión y de igualdad con nuestros
amos y tiranos, ^enunciemos á su gobierno' cuya lejanía
tan enorme no pueae"procurarños~~aun en parte las ven-
tajas que todo hombre debe espejar de la sociedad de
que es miembro] á este gobierno que," lejos de cumplir
con su indispensable obligación /de proteger la libertad
y seguridad de nuestras personas y propiedades,*! ha
puesto el más grande empeño en destruirlas, y que, en
lugar de esforzarse á hacernos dichosos, acumula sobre
nosotros toda especie de calamidades./Pues que los de-
rechos y obligaciones del gobierno y de los subditos son
: recíprocas, la España ha quebrantado, j a P£Írriera, -to
j dos sus deberes para con nosotros, ella ha roto los
idébiles lazos que habrían podido unirnos y estrechamos.
^ . ~ . . « - , ~ . . . . , - _ . . * _ , , - . „ . . . * . - . . . . - - . . _ ^ _ _ - . - . .- • . . _ , . _ ^

p. 35 / L a naturaleza nos ha separado de la España con


mares inmensos.J Un hijo que se hallaría á semejante
distancia de su padre sería sin duda un insensato, si en
la conducta de sus más pequeños intereses esperase siem-
pre la resolución de su padre* El hijo ¿e-'tá emancipado
por el derecho natural] y en igual caso, un pueblo nu-
meroso, que en nada depende de otro pueblo, de quien
no tiene la menor necesidad deberá estar sujeto como
un vil esclavo?.
— 115

/ La distancia de los lugares, que por si misma, pro-


clama nuestra independencia natural, es menor aún que
la de nuestros intereses. Tenemos esencialmente_njecesi^¡¡|
dad de un gobierno que esté en medio de nosotros para ij!
la distribución de sus beneficios, objeto de lajunión so- ¡l|
ciair?Depender de un gobierno distante dos o 'tres mil*
leguas es lo mismo que renunciar á su utilidad, y este es
el interés de la Corte de España, que no aspira a darnos
leyes, á dominar nuestro comercio, nuestra industria,
nuestros bienes y nuestras personas, sino para sacrificar-
las á su ambición, á su orgullo y a su avaricia.

¿En fin, bajo cualquier aspecto que sea miradajiues-


36 tra dependencia de la España, se verá que to/dos nues-
tros deberes nos obligan á terminarla. Debernos hacerlo
"por gratitud a nuestros mayores que nos prodigaron su
sangre y sus sudores, para que el teatro de su gloria o de
sus trabajos, se convirtiese' en el de nuestra miserable
esclavitud. Debérnoslo a nosotros mismos por la obli-
gación indispensable de conservar los derechos natu-
rales .recibidos de nuestro Criador, derechos preciosos
que no somos dueños de enagenar, y que no pueden ser-
nos quitados sin injusticia] bajo cualquier pretexto que
sea el hombre puede renunciar* á su razón ó puede ésta
serle arrancada por fuerza? [La libertad personal no le
pertenece menos esencialmente que la razón. El libre
uso de estos mismos derechos, es la herencia inestima-
ble que debemos dejar á nuestra posteridad.*"!

/Sería una blasfemia el imaginar, que el supremo


Bienhechor de los hombresjhaya permitido el descu-
brimiento del Nuevo Mundo, para que un corto número
de picaros imbéciles fuesen siempre dueños de desolar-
le, y de tener el placer atroz de despojar á millones de
hombres, que no les han dado el menor motivo de que-
— 116 —

ja, de los derechos esenciales recibidos de su mano


divina; el imaginar que su sabiduría eterna /quisiera
privar al resto del género humano, de las inmensas
ventajas que en el orden natural debía procurarles/ un
p. 37 evento/tan grande, y condenarle á desear que£el Nuevo
Mundo]hubiese quedado, desconocido para siempre.(Es-
ta blasfemia está sin embargo puesta en práctica por el
derecho que la España se arroga sobre la América, y la
malicia humana ha pervertido el orden naturaljde las mi-
sericordias del Señor, sin hablar de la justicia debida á
nuestros intereses particulares para la defensa de la pa-
tria. Nosotros estamos obligados á llenar con todas
nuestras fuerzas, las esperanzas de que hasta aquí el gé-
nero humano ha estado privado. _ Descubramos otra vez
de_jruevo la América para todos nuestros hermanos^ los
habitantes de este globo, de donde la ingratitud, la in-
justicia y la avaricia más insensata nos ha desterrado. La
recompensa no será menos para nosotros que para ellos.

/Las diversas regiones de la Europa, á las quales la


corona de España ha estado obligada á renunciari tales
como el reyno de Portugal, colocado en el recinto mismo
de la España y la célebre república de las provincias U-
nidas, que sacudieron su yugo de hierro, ¿nos enseñanjque
un continente infinitamente más grande que la España,
más rico, más poderoso, más poblado, no debe depen-
der de aquel reyno, cuando se halla tan remoto, y me-
[ nos aun cuando está reunido á la más dura servidumbre.

fEA valor con que las colonias inglesas de la Améri-


ca, han combatido por la Iibertadnde que ahora gozan
gloriosamente, ¿cubre_de vergüenza nuestra indolencia J
Sí Nosotros les hemos cedido la palma, con que han corona-
do, las primeras, al Nuevo Mundo de una soberanía in-
d e p e n d i e n t e . Agregad el empeño de las Cortes de Es-
— í 17 —

paña y Francia en sostener la causa de_Jos ingleses ame-}


ricanos. (28). Aquel valor acusa nuestra insensibilidad; :
que sea ahora el estímulo de nuestro honor, provocado;
con ultrajes que han durado trescientos años. JL-

No hay ya pretexto para excusar nuestra apatía si


sufrimos más largo tiempo las vejaciones; que nos des^
truyan; se dirá con razón que nuestra cobardía las mere-
ce. /Nuestros descendientes nos llenarán de imprecacio- ,
nes arñargas, quando mordiendo el freno de la esclavitud 1
que habrán heredado, se "acordaren del momento en que i
para ser libres no era menester sino el quererlo.

Este momento ha llegado.laconsejémosle con todos


los sentimientos de una preciosa gratitud, y por pocos es-
fuerzos que hagamos, la sabia libertad, don precioso del
cielo, acompañada de todas las virtudes, y seguida de la
p. 39 prosperidad comenzará su reyno/en el Nuevo Mundo, y
la tiranía será inmediatamente exterminada.

Animados de un motivo tan grande y tan justo, po-


demos con confianza dirigirnos al principio eterno del or-
den y de la justicia, implorar en nuestras humildes ora-
ciones su divina asistencia y con la esperanza de ser oí-
dos consolarnos de antemano de nuestras desgracias.

¿Est
/Este glorioso triunfo será c o m p l e t o y costará p o c o
á la h u m a n i d a d . L a flaqueza d e l único enemigo, interesa-

28.—Fué en verdad ¿nlipolílico queEspaña.hubiese prestado ayuda .a las _Co- |


lonias de Norte América en su lucha conira Inglaterra. Un hisloriador español lan jf
sesudo como Lafuente_ n¿_^iie_criticar por este¡ motiyo a Carlos III y cita la co-
municación que el Conde de Aranda dirigió al Rey, en la cual el perspicaz minis
tro advertía al Rey la imposibilidad de que pudieran conservarse por macho liera-
po lan vastas y alejadas posesiones como las de América. Por ello propuso ¡>1 Mo-
narca un plan _que Mulelaba los intereses de la Corona y satisfacía en cierto jnodj)_
las naturales aspiraciones de las Colonias. (N. del E.)
— ••TV.8- —

d o en o p o n e r s e á ella, no le p e r m i t e e m p l e a r la fuerza a-
k i e r t a sin acelerar su ruina J o t a l . Su principal a p o y o está
en_las_ riquezas que nosotros le d a m o s , que éstas le sean
r
5 h H S ^ a s ' <3 ue e^as sirvan á nuestra defensa y entonces
su rabia es i m p o t e n t e . Nuestra causa, p o r otra parte, es
tan justa, tan favorable al g é n e r o h u m a n o , que no es p o -
sible hallar e n t r e las o t r a s naciones ninguna que se cargue
d e la infamia d e c o m b a t i r n o s ó que renunciando á sus in-
tereses personales ,ose c o n t r a d e c i r los deseos generales
en favor d e nuestra libertad. El e s p a ñ o l sabio v virtuo-
so, que gime enj silencio d e ^ _ o p j ; e s i ó n ^ e ^ s ' L J H J x i 3 ' a-
p l a u d i r á en su corazón nuestra e m p r e s a . Se verá rena-
cer la gloria nacional en un imperio inmenso, convertido
p. 4 0 en asilo seguro p a r a t o d o s los e s p a / ñ o l e s , que a d e m á s
d e la h o s p i t a l i d a d fraternal que siempre han hallado allí
p o d r á n respirar l i b r e m e n t e b a j o las leyes de la razón y
d e la justiciad

Plugiese a Dios q u e este día, el más dichoso que ha-


brá amanecido jamás, n o digo p a r a la América, sino p a -
t a el m u n d o e n t e r o ; plugiese a Dios q u e llegue sin dila-
ción. ¡ Q u a n d o á los h o r r o r e s d e la opresión, y de la cruel-
d a d s u c e d a el reyno d e la razón, d e la justicia, d e la hu-
m a n i d a d ; q u a n d o el temor, las angustias, y los g e m i d o s
d e d¿é£jy__ochoiriillones d e h o m b r e s h a g a n lugar á la
• confianza m u t u a , á la m á s franca satisfacción y al goze
m á s p u r o d e los beneficios del criador, cuyo n o m b r e n o
se e m p l e e m á s en disfrazar el r o b o , el fraude, y la fero-
p, 41 .cidad (20). q u a n d o sean e c h a d o s p o r / t i e r r a los odiosos

.29.—Quá motivo jusio podía tenei el gobierno español para .declarar la guerra
a los indios, dice el virtuoso Las Casas, que no le habían hecho jamás ningún agra-
.yio ni inquietado de ninguna manera? Ellos no les habían visto jamás ni conocido,
.no' habían desembarcado en sus tierras para hacer correrías en ellas, no habían he-
.C.ÍÍO jamás profesión del cristianismo, como los moros del Reino de Granada.
Tampoco se cuede tachar a !os indios da ser enemigos declarados de nuestra fe ni
— 1 19 —

o b s t á c u l o s q u e el e g o í s m o m á s i n s e n s a t o o p o n e a l bien-
e s t a r d e t o d o el g é n e r o h u m a n o , s a c r i f i c a n d o s u s v e r d a -
d e r o s i n t e r e s e s a l p l a c e r b á r b a r o d e i m p e d i r el b i e n a g e -
n o , ¡Iqué a g r a d a b l e y s e n s i b l e e s p e c t á c u l o p r e s e n t a r á n las
c o s t a s d e la A m é r i c a , c u b i e r t a s d e h o m b r e s d e _ t o d a s las
•¿VísCÁyQ naciones, c a m b i a n d o las p r o d u c c i o n e s d e sus,.países por
las n u e s t r a s ! Q u á n t o s hu3'endo d e la opresión ó d e la
miseria, vendrán a enriquecernos con su i n d u s t r i a , con

da hacer ob:.=.s ''ai?. destruirla con persecuciones abiertas o con persecuciones ocul
tas, forzando a ¡os cristianas a renunciar su fe para obligarles a volverse idóla-
tras. Las leyes divinas y humanas no han permitido jamás hacer la guerra a las
naciones bajo el pretexto de establecer en ellas la fe, a menos que no se quiera
sostener que la ley evangélica, llena de caridad, de dulzura, de humildad, deba ser
introducida en el mundo por la fuerza como la ley de Mahoma.
"No hay lugares en el mundo donde los animales multipliquen tanto como en las
Indias, porque el aire allí es templado y favorable a la generación. Pero los españo-
les han hallado el secreto de despoblar enteramente las regiones llenas de una mul-
titud infinita de hombres y mujeres, a los cuales han matado injustamente para apo-
derarse del oro y plata que poseían: los oiros los han hecho perecer haciéndolos ira-
bajar con exceso, obligándolos a llevar cargas muy pesadas, por espacio de ciento y
doscientas leguas, tanto que para tener riquezas sacrificaban la vida de los indios.
Nada decimos que no sea muy verdadero y no decimos aun la mitad de las cosas que
hemos visto". Bartolomé de las Casas. Descubrimiento de las Indias. París, 1597.
(N. del A.) Bajo este iítulo no es conocida ninguna de las obras del célebre dominico,
pero una traducción francesa de su "Brevísima Relación de la Destrucción de las In-
dias Occidentales" apareció ya en 1579 y la edición de París que aquí se cita iiene
por título: "La Dscouverte des Indes Occidentales par les Espagnols. Ecrite par Doni
Balthazar de Las Casas. Eveque de Chiapa. Dediée a Monseigneur le Comts de
Toulouse. A París, Chez André Prelard, rué Saint Jacques, a I'Occasion. 1697". 12"?
En esta obra se debió incluir oiro Tratarlo de Las Casas que lleva por título: "Este
es un Tratado que el Obispo de esta Ciudad Real de Chiapa D. Fray Bartolomé de
las Casas o Casaus compuso por comisión de! Consejo Real de las Indias sobre
la materia de los indios que se han hecho en ellas esclavos...", el cual se im-
primió, per vez primera, en Sevilla en 1552. Ahora bien, en las primeras pági-
nas de la Coaclusién, que se sigue al brevísimo Prólogo, se encuentran las frases
citadas por Vizcardo, si bien es verdad que, sea por haberlas traducido de! fran-
cés, sea porque el traductor galo alteró un tanto los conceptos del Obispo, h si-
militud con el origina! no es exacta. (N. de! E,).
120

p. 42 sus conocimientos y á r e p a r a r / n u e s t r a población debili-


'ÍÍ^-J t a d a ! D e esta m a n e r a la A m é r i c a reunirá las e x t r e m i d a
des d e la tierra, y sus h a b i t a n t e s serán a t a d o s p o r el in-
terés c o m ú n d e una sola G r a n d e Familia d e H e r m a n e s .
BIBLIOGRAFÍA DE LA CARTA A LOS

ESPAÑOLES AMERICANOS DE D. JUAN

PABLO VIZCARDO Y GUZMAN


1799
Lelire aux espagnols américains par un de leurs compairiotes. Vincet Amor
Patriae. L'amour de la Patrie I'ernportera. A Phíladelphie. MDCCXCIX.
Port. v. Averiissement de I'editeur. Fha. Phíladelphie, ce 10 Juia, 1799 pág.
1. s. n. emp. Lettre aux espagnols... Frérers et compairiotes... 8o 1 i. de port.
y 41 p. n. _j_ 1 en fal. al fin.
En la advertencia preliminar se da noticia del autor y se anuncia la publica-
ción de sus interesantes notas manuscritas sobre la América Meridional. Estas,
por desgracia, no llegaron a publicarse y se ignora su paradero. Hemos vislo
dos ejemplares de esta edición, uno en la Biblioteca Nacional de París y otro
en el Archivo de Indias de Sevilla.

1801

Carta dirigida a los españoles americanos por uno de sus compalriotas. Yincel
Amor Patriae, El amor de la Patria vencerá. I preso en Londres por F. Bayle.
Vine Street. Piccadilly. 1801.

1808

William Eurke. Additional reasons íor our inmedialely emancipating Spanish


America deduced from the new and extraordinary circunstances of the presenl
crisis and containing valuable inlormation respecting the late imporlant events
boih at Buenos Aires and in Caracas as well as with respect lo ihe present
disposition and views of the Spanish Americans, being intended as a supple-
menls to South American Independence by...
2nd, edition enlarged. London, 1808. 8? m. Printed for J. Ridgway by S. Gos-
nell. XXXV y 132 p. V. Appendix. p. 95-124. Carta de Vizcardo.
— 124 —

1809
-The Edinburgh Review. January 1803. Number XXVI. p. 227 y sig. No inserta
íntegra la carta, pero se da una corta noticia biográfica de su autor.

1810
•JjlAniepara. South American Emancipation. Documents hisiorical & expla-
ñatory, showing the design which have been in progress & ihe exertions made
by General Miranda.
London, 1810, Imp. by R. Juigué. 4<?.
El autor se dice natural de Guayaquil, pero según C. Villanueva, Antepara no
hizo más que prestar su nombre, correspondiendo a Miranda la paternidad de
la obra. En el primer capítulo se cita la carta de Vizcardo y Guzmán, con es-
te título: "Review oí Lelire aux Espagnols americains par Vizcardo, extracíed
from the Edinburgh Review for January 1809".

W. Wallon Jun. Presen! State oí Spanish Colonies, including a particular report


oí Hispaniola... With a general survey o! the settlements on the South continent
oí America. Porirait, píate and map. London, 1810. 2 vols.
No hemos visto la obra pero en ella se reprodujo, en todo o en parte, la Car-
ia de Víicardo.

1811
-Ricardo Becerra cita una edición de Caracas que, dice no ha alcanzado a ver.
No hemos sido más afortunados que él, pero poseemos una copia ms. de la Car-
ia de Vizcardo, cuyo encabezamienlo dice así, en letra del tiempo: "Carta d¡-
ri gida a los Españoles Americaaos por uno de sus compatriotas. Impresa en
Londres por P. Bayle &", de donde se colige que es copia de la -edición ingle-
sa de 1801/ A continuación se añade: "Adición al Aviso al Público. N"? 5,
Viernes 2 de Noviembre de 1810", que parecen dar a entender que la Carta
apareció más o menos por entonces en alguna Gaceta. El ms. en 4? tiene 9
hojas y al iin se lee: Con licencia del Superior Gobierno, como era costumbre
en esta clase de publicaciones. Como la edición no es ciertamente de Lima ó
Buenos Aires, cebe suponer que sea de Caracas. • . . .

1816
-Carta dirigida a los Españoles Americanos por uno de sus compatriotas. Buenos
Aires: Reimpresa en la Imprenta de la Independencia. 1816. 8? 22 p. Citada
por A. Zinny. Bibliografía Histórica de las Provincias Unidas del Río de La
— 125 —

Piala, desde el año 1780 hasta el de 1821. Apéndice a la Gaceta de Euenos Aires,
-p. 186-187.

1822
-Ei Correo Mercantil, Político y Literario. N? 18 y s. Lima. 28 de Febrero y 7,
14 y 22 de Marzo de 1822. Fol. i p.

1911
Carlos A. Villanueva. Napolón y la Independencia de América. París (Char-
íres, Garnier Hnos. 1911. 8?. XII y 382 p. V. Apéndice p. 295 y s. Texto en fran-
cés de la Carta de Vizcardo.

1928
Carlos A. Aldao. Miranda y los Orígenes de la Independencia Americana, segui-
da de la traducción de The History of Don Francisco de Miranda's allemps io
eiiect a revolution in South America by a Genlleman who was an officer under
that General. Edilorial América Unida. Bibliot. de Estudios Históricos. Vol.
5. Buenos Aires, 1928.
Boletín del Museo Bolivariano. N? 4. Diciembre de 1928. Lima. p. 82 y s.

1938
Archivo del General Miranda. Negociaciones. 1770—1810. Tomo XV. Caracas.
1938. p. 322—342. Se reproduce el texto francés de la Carta.

1932
Boletín Archivo General de la Nación. México. Tomo III. Abril — Junio. 1932.
Documentos Históricos, p. 161. y s. Se insertan fragmentos de la Carta. Sus-
cribe Nicolás Hangel.

1946
ünuario de Estudios Americanos vol. III. Sevilla, 1946 p. 645—665. Se reproduce
la edición Londinense de 1801. Apédice al estudio de M. Giménez Fernández.
Las ideas Populistas en la Independencia de América.

1948
Comité pro Segundo Centenario del Nacimiento de Don Juan Pablo Vizcardo y
Guzmán. Caria a los Españoles Americanos. Arequipa, 1948.
Esta edición hecha, según tenemos entendido, en mimeógrafo no alcanzó a cir-
cular profusamenie.
Revista de la Universidad de Arequipa. Año XX. N?. 27 Abril—Junio 1948. p.
9—31. Se reproduce el texto en castellano de la Carla.
— 126 —

KEFEBEMCIAS

Ricardo Becerra. Ensayo Histórico Documentado de la Vida de D. Francisco de


Miranda. Caracas, 1896. Tom. 2 Cap. XXIX. p. 476.

José T. Medina. Un Precursor Chileno de la Independencia de América. San-


tiago, 1911. Anales de la Universidad de Chile. Núm. Extraord.

Pedro Torres Lanías. Independencia de América. Fuentes para su estadio. Tom.


1. Madrid, 1912. p. 245 y 296.

O'Keliy de Galway. Les Generaux do la Revoluiion. Francisco de Miranda. París,


1S13. p. 103 y s.

Juan M. Aguilar. Aportaciones a la Biografía del Precursor de la Independencia


Sudamericana, D. Francisco de Miranda. Bolelín del Centro de Estudios americanistas
de Sevilia. Año V. N? 20. Nov. 1918. p. 8 - 9 .

Carlos A. Aldaa. Nuevos Datos sobre el General Miranda y las Invasiones Britá-
nicas al Río da la Plata. Buenos Aires, 1939.

Archivo del General Miranda. Negociaciones. 1770—1806. Vols. XV, XVI y XVII.
Caracas. — La Habana. 1938—1950.

Ricardo Donoso. El Marqués de Osorno. D. Ambrosio O'Higgins. 1720—1801. San-


tiago de Chile, 1941. p. 390-392.

Boleslao Lewin. Tupac Amaru. Buenos Aires, 1943. Cap. V. p. 90 y s. a.

William Spence Robertson. La Vida de Miranda. Buenos Aires, 1S47. p. 171—173.


ARCHIVOS CONSULTADOS

Biblioteca Nacional. Lima. Sección Mss.

Archivo Histórico Nacional. Lima.

Archivo Arzobispal. Arequipa.

Archivo Histórico Nacional. Santiago de ChiU.

Archivo de Indias. Sevilla.

Archivo Histórico Nacional. Madrid.

Archivo Romano Socielalis Jesu. Roma.

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