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FENOMENO DE LA INDEPENDENCIA

A finales del Siglo 18, el Imperio español había caído en un atraso tanto tecnológico
como económico e ideológico. En la vecina Francia, la revolución de 1789 termina
con la monarquía y proclama la República. Estas nuevas ideas asustan a las
monarquías europeas, que forman coaliciones para invadir Francia y restaurar al
Rey y la monarquía. España se une a la coalición, junto a varios países europeos
que incluían a los imperios Británico, Austríaco, Otomano, Rusia, Prusia... Pero han
subestimado el poder de Francia y la motivación de la jóven República. España no
tiene los medios para resistir el avance francés y en 1808 es invadida por el ejército
de Napoleón Bonaparte, que corona como rey de España a su hermano mayor,
José Bonaparte.

España se subleva. Lo que sigue son 4 años de caos, guerras de guerrillas, que
exasperan al ejército francés y agotan a los españoles. Los franceses se retiran en
1812 pero España ha perdido el poco poder e influencia que le quedaban. Las ideas
de la revolución francesa calan en las colonias españolas, y con la metrópoli del
imperio debilitada, suenan vientos de independencia en toda América Latina.

El Capitan-General José de Bustamante, gobierna el reino de Guatemala de 1811


a 1818 y reprime todos los movimientos hacia la independencia, manteniendo la
lealtad de la región a España. En 1814, el rey Fernando VII es restaurado al trono
de España e intenta reasumir el poder real absoluto. Sin embargo, en 1820, una
revuelta restaura la constitución de 1812, motivando a su vez campañas de
elecciones locales en Centro América y abriendo un período de intensa rivalidad
política entre las facciones emergentes de la élite liberal y conservadora.

CONTRADICCIONES INTERNAS Y PROYECTOS POLITICOS.


El sistema generó contradicciones: si bien era rígido y autoritario, limitando la
libertad y la discreción de los funcionarios y de las corporaciones locales, tuvo que
permitir cierta flexibilidad, aunque ésta resultó siempre precaria ya que en cualquier
momento la autoridad peninsular podía revocar una resolución. Los funcionarios y
corporaciones de Hispanoamérica recurrieron a diversos métodos para adoptar

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alguna decisión que les conviniera (a ellos y a los grupos que querían favorecer).
Lo fundamental era informar a España de tal manera que aquélla fuera ratificada.
Las decisiones se tomaban y fundamentaban como se esperaba que debía hacerse
de acuerdo con los casos previos.
Pero también sucedía que los precedentes fueran opuestos. Era usual encontrar
situaciones que habían sido resueltas en formas diferentes, sin que pudiera
predecirse qué sucedería en el nuevo caso. La legislación era casuística, copiosa y
contradictoria. El hecho es que el sistema, además de prolongado y costoso, generó
frustraciones en las élites locales, que cada vez con mayor convicción creían que
estaban en mejor capacidad de decidir lo más conveniente.
En consecuencia, el gobierno resultaba poco representativo. Por una parte, los más
altos funcionarios, civiles y eclesiásticos, centrales y regionales, llegaban desde
España, y había muy poca participación local y, por otra, las posiciones del gobierno
municipal (y algunos otros cargos vendibles) estaban en manos de los ricos, quienes
podían pagar los precios para adquirirlos. Finalmente, el poder político se centraba
en los Ayuntamientos de las grandes ciudades y en cuerpos como el Consulado de
Comercio, que tenían jurisdicciones e influencias en territorios que iban mucho más
lejos de sus límitecitadinos.

El poder económico tenía una concentración que no coincidía con el poder político.
Como ya se expuso en la sección II de esta obra, los grandes comerciantes de
Santiago de Guatemala desempeñaron, desde el siglo XVI, un papel fundamental
en la economía del Reino y obtuvieron parte esencial del poder político citadino.
Esta élite se renovó constantemente por medio de la llegada de peninsulares que
representaban firmas sevillanas y luego gaditanas.
Al lado de la élite mercantil estaba la agropecuaria, dedicada a la producción de
bienes con valor comercial (fundamentalmente el añil como artículo de exportación,
y el azúcar, el trigo y el ganado vacuno para consumo local), con haciendas no lejos
de las grandes ciudades, ya que el único mercado realmente atractivo en cuanto a
ganancias era el urbano. En lo agropecuario tuvieron papel fundamental las órdenes
religiosas, propietarias de grandes haciendas e ingenios, así como de capitales que
las convirtieron en los principales prestamistas.

CONSUMACIÓN Y CARÁCTER DE LA INDEPENDENCIA


Los meses precedentes a Septiembre de 1981, fueron de mucha agitación en favor
de la Independencia de las Provincias Centroamericanas, esto debido a las prédicas
y exhortaciones que publicaba El Genio de la Libertad, al debate de las ideas
independistas en las tertulias patrióticas que trascendían a todos los sectores de la
población, y al desarrollo de los acontecimientos en el Virreinato de México, como
ya se ha mencionado.

A pesas que siempre y en cada acto se reflejaron conducta peninsulares que


trataron siempre de impedir la libertad de las colonias españolas en América, como

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lo eran los países centroamericanos, en ese entonces, sin embargo la lucha por la
Independencia siempre prosiguió con vigor.

Después de los sucesos de México en 1810, con el “Grito de Dolores”, se despertó


con mucha ansia de libertad en los pueblos de las colonias de la Capitanía General
del Virreinato de Nueva España.

El 15 de Septiembre de 1821 se llevo acabo al fin la reunión en donde se discutiría


tan importante evento que marcaria la historia de los países centroamericanos,
quienes asumieron la responsabilidad de declarar la Independencia. El Acta de
Independencia fue firmada y ese mismo día los diarios El Genio de la Libertad, en
la edición de ese mismo día publicó “Viva la Libertad, Viva la Independencia”,
conmemorandotan alegórico momento trascendental que convertía en el puente al
nuevo mundo.

Fue así, como de esa forma se cancelaron trescientos años de dominio español en
la región Centroamericana; dando así difusión de ideas Republicanas y movimientos
precursores que los hacían países independientes

La Anexión y desanexión a México


Cuando en 1825, George A. Thompson llegó a las cercanías de la ciudad de
Guatemala, le pareció que por fin había llegado a un lugar con cierto grado de
civilización. Al contemplar la ciudad desde las montañas de Fraijanes, lo
impresionaron las cúpulas y campanarios que brillaban al sol y los árboles que
podían verse por todas partes. Thompson estaba en Guatemala por encargo del
gobierno británico, interesado en tener noticias sobre los aspectos políticos,
económicos y sociales del país que, por otro lado, no podían ser más agitados y
conflictivos. La tranquilidad que exhibía la ciudad al contemplarla desde lejos era
aparente.

Los acontecimientos que se registraron en México tuvieron un papel determinante


en la independencia de la región centroamericana. Cuando México proclamó su
independencia, las autoridades españolas del Reino de Guatemala tuvieron ante sí
una disyuntiva: “enfrentarse al nuevo estado independiente o seguir sus pasos”.

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Los sucesos políticos de México eran seguidos en el país con mucha atención.
Cuando Agustín de Iturbide proclamó el Plan de Iguala en febrero de 1821,4 las
elites de la capital de Guatemala supieron que la independencia de España estaba
cerca. En los primeros días de septiembre, Chiapas se adhirió al Plan de Iguala.
Pedro Molina y Mariano de Aycinena convencieron a Gaínza de la necesidad de la
independencia y le prometieron que él conservaría el mando

La anexión a México fue consecuencia del peculiar proceso independentista de la


región y reflejó las tensiones que existían entre Guatemala y las provincias. En San
Salvador, José Matías Delgado declaró la independencia absoluta. En Honduras,
Tegucigalpa aceptó la posición de la ciudad capital pero Comayagua se declaró
independiente, mostrando alguna inclinación a la anexión a México. Lo mismo
sucedió en Nicaragua, pues mientras Granada acató la decisión de Guatemala,
León se declaró independiente de España y Guatemala

Siguiendo la recomendación de Filísola, la Asamblea Nacional Constituyente se


estableció el 24 de junio de 1823 con representantes de todas las provincias,
excepto Chiapas, que se unió a la nueva república mexicana. Después de dieciocho
meses de caos, una nueva república estaba por surgir y la desanexión a México
tuvo lugar.

LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA, LUCHAS INTERNAS


El federalismo centroamericano fue un paso político importante, pero no definitivo,
para la formalización de los Estados del área. Era una manera de expresarse e
inicialmente apoderarse y controlar la administración de territorios y poblaciones, de
parte de algunos grupos que rechazaban la hegemonía de Guatemala, además de
una evidencia de la influencia que ejercía sobre algunas personalidades el modelo
de Constitución federal de los Estados Unidos. Fueron traducidas las obras de
Thomas Paine, así como los modelos constitucionales, no sólo de los Estados
Unidos, sino también de cada uno de los Estados norteamericanos. La influencia
del modelo federal, sin embargo, logró imponerse solamente allí donde las
condiciones históricas permitían cierta adecuación del mismo, y aún así el propio
Bolívar había afirmado:

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“El sistema federal, bien que sea el más perfecto y más capaz de proporcionar la
felicidad humana en sociedad es, no obstante, el más opuesto a los intereses de
nuestros nacientes Estados”. Al mismo tiempo insistía en la centralización de las
decisiones, durante la etapa militar, como recurso más seguro en el enfrentamiento
al poderío enemigo.

La persistencia de fuertes localismos se revelaba en la permanente lucha por


conservar el poder fragmentado sobre territorios que ya estaban celosamente
defendidos en ese nivel. De ahí que el modelo federal, orientado a impedir la
centralización del poder desde la capital, contribuyese más a debilitar la unidad, que
a consolidarla.

Ya Bolívar en el Congreso de Angostura, en 1816, había llamado a los legisladores


a dejar de lado las teorías y a pensar más en los pueblos a gobernar. Más fuerte en
este sentido fue el mexicano fray Servando Teresa de Mier, quien señaló la diversa
génesis de los dos pueblos y, por tanto, lo impropio de copiar el modelo. En su
Discurso al Congreso Constituyente de 1823 expresa que la América del Norte “eran
ya Estados separados o independientes unos de otros y se federaron para unirse
contra la opresión de Inglaterra; federarnos nosotros, estando unidos, es dividirnos
y atraernos los males que ellos procuraron remediar con esa federación”

Mientras tanto, el proceso de independencia de Centroamérica no se realizó por la


vía de la ruptura violenta y directa de la metrópoli española, sino a través de la
independencia de México . No obstante, la influencia de la revolución de Hidalgo y
Morelos fue relativamente pobre sobre la Capitanía General de Guatemala, excepto
quizás, en la provincia de Guatemala y el Salvador, organizados de forma similar al
sur mexicano, sobre la base de la explotación de las comunidades indígenas, en las
cuales predominaba la población indígena y mestiza.

La aristocracia de Guatemala, beneficiada con los mayorazgos y la explotación


servil indígena, fue fiel a España, temerosa de cualquier tendencia contraria. Por su
parte, los terratenientes salvadoreños, dedicados a la producción de índigo,
afectados porlas restricciones a su rubro de exportación fundamental y
dependientes del monopolio comercial de los propietarios e intermediarios de la
capital, protagonizaron las principales protestas y conspiraciones
centroamericanas, junto a intelectuales liberales, pequeños comerciantes y otros
representantes de las capas medias criollas. Aún así, no alcanzaron el nivel de
protesta revolucionaria del resto de Hispanoamérica. Las clases y sectores
privilegiados mantuvieron una postura conservadora, temerosos de una descarga
realista como la ocurrida en el Virreinato de Nueva España.

La independencia de México sirvió como una especie de “puente” para el


planteamiento de la cuestión de la fragmentación de América Central. Se atravesó
por la anexión al imperio mexicano del general Iturbide, en 1821, para luego transitar

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a la República Federal, en 1824, en un proceso gradual de desmembración hasta
1839, a pesar de los esfuerzos del general Francisco de Morazán de establecer
alianzas con los gobiernos de las provincias en torno a intereses comunes. En
realidad, esta era un área sobre la cual el régimen colonial había tratado de
establecer una administración política común y no había avanzado más que eso.
No podía entonces la federación unificar lo heterogéneo.

En primer lugar, no existía una base económica ni social unificadora; en segundo,


la federación se convirtió en víctima de manifestaciones regionalistas y caudillistas
internas, que eran, en definitiva, la expresión de una matriz estructural que tenía a
Guatemala como sólido núcleo feudal, a Costa Rica como un islote de producción
mercantil y al Salvador como embrión del desarrollo capitalista con sus
exportaciones ultramarinas. Esta compleja base generaba una superestructura de
luchas y pugnas permanentes entre liberales y conservadores, que llegaron a su
punto más álgido en 1834, por lo cual el general Morazán se vio obligado a trasladar
la capital federal de Guatemala a El Salvador. Con la sublevación guatemalteca
liderada por el caudillo Rafael Carrera, “El Rey de Indios”, apoyado por el clero, los
ingleses y la aristocracia, se desintegró la federación.

Guatemala representaba el carácter histórico de liderazgo en Centroamérica.


Generó sectores dirigentes fuertes y estables en el poder desde su posición de
centro de poder colonial en la región. Fue centro político de los mayas y luego
Capitanía General hasta 1821. De este país partieron la anexión a México en 1821
y la formación de la Federación en 1823. En 1824 la Constitución adoptó el esquema
federal hasta 1838. Predominó la orientación liberal hasta 1840, para dar paso a un
nuevo período de retorno a las antiguas tradiciones y costumbres coloniales hasta
1871. Explotaba la grana o cochinilla como rubro principal de exportación. Durante
la mayor parte del siglo XIX mantuvo un gran estancamiento económico y un
acentuado inmovilismo político. La sociedad, fundamentalmente indígena y mestiza,
se desintegraba bajo la dominación secular de una minoría blanca o ladina. Lograría
consolidar una fuerte alianza entre la oligarquía terrateniente y el capital extranjero.
En El Salvador la unión con México en 1823 fue aceptada por la fuerza, en realidad,
fue el único territorio centroamericano que se opuso a la anexión. En este país
existía una fuerte oligarquía terrateniente, protagonista de fuertes ideas orientadas
al Centro americanismo. San Salvador fue capital de las Provincias Unidas entre
1834 y 1839, en abierto y comprometido apoyo a Morazán. En 1841 proclama la
independencia e inicia la institucionalización estatal propia. Aquí la Iglesia era
menos poderosa que en resto de los países de la zona, aunque tenía poder
ideológico, que resultó beneficiado con la creación de la diócesis de San Salvador
en 1842 y muy relacionada con esta problemática en Guatemala. El sector
económico predominante eran los comerciantes de añil, que monopolizaban
prácticamente la política, a partir de la ideología conservadora.
Honduras había sido uno de los territorios más pobres del antiguo virreinato. Sus
principales rubros económicos habían sido los metales preciosos, la ganadería y el
tabaco. Había sido ruta alternativa del contrabando. A finales del siglo XVIII fue

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creada la intendencia de Comayagua, con el fin de descentralizar el poderío de
Guatemala lograr una mayor atención por parte de la Corona. Esta práctica revistió
una gran importancia en los acontecimientos posteriores a la independencia, sobre
todo por la permanente contradicción entre esta importante ciudad y la capital
posterior, Tegucigalpa, que se convirtió en capital en el período de auge de la
minería de plata, en 1880. Esta situación reflejaba las grandes dificultades de la
dirección política hondureña para crear su propio proyecto político. Entre 1821 y
1823 estuvo anexada al Imperio mexicano y en 1824 proclamó su propia
Constitución federalista. La debilidad económica después de alcanzada la
independencia, se convirtió en inestabilidad endémica, que afectó seriamente la
capacidad de implantar su proyecto nacional, funcionando prácticamente como un
apéndice de la política guatemalteca en el istmo. Fue la segunda provincia, después
de Nicaragua, que se separó de la Federación, a pesar de los intentos de Francisco
de Morazán. Emergió de la etapa federal con una enorme deuda externa, la cual fue
creciendo en virtud del empréstito británico para la construcción de un ferrocarril
interoceánico.

La reforma liberal, realizada entre 1876 y 1886, fue casi impuesta por Justo Rufino
Barrios, mediante el apoyo prestado al Presidente Marco Aurelio Soto (1876-1883).
A partir de entonces se intensificaron los vínculos del país con el mercado exterior,
la inversión extranjera, que se concentró en el banano, conformándose la economía
de enclave. Este tipo de economía, como se conoce, atenta contra las posibilidades
de diversificación y, de hecho, limitó la creación del modelo agro-exportador, que
constituyó la base de sustentación de los demás Estados centroamericanos.

PRIMER PROYECTO LIBERAL DE GUATEMALA

Guatemala es una república que ha pasado diferentes períodos históricos. Sus


primeros habitantes crearon la cultura maya. Posteriormente, fue sacudida por la
guerra ocurrida con la conquista española. En el siglo XIX logra su independencia
junto al resto de Centroamérica, la cual fue sucedida por guerras entre
conservadores y liberales, que llevarían a la desintegración de la Federación
Centroamericana. Las disputas continuaron entre ambos grupos hasta finales del
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siglo XIX, estando primero bajo el poder de los conservadores y luego de los
liberales. Manuel Estrada Cabrera fue el presiente que logró mantenerse durante
más tiempo en el poder.

En el siglo XX cesó la lucha liberal-conservadora. Durante ese tiempo, Guatemala


fue sacudida por disputas y guerras dentro del contexto de Guerra Fría. Primero, la
Revolución de 1944, de carácter socialista, posteriormente la contrarrevolución de
1954, capitalista, que se desenvolvería posteriormente en un período de
inestabilidad política, con golpes de estado y elecciones fraudulentas entre los
mismos. Paralelo al movimiento guerrillero y a la lucha armada interna. Tras la
transición a la democracia, se logra la firmar los Acuerdos de Paz, y empieza una
nueva época en Guatemala, caracterizada por visión de una mejor Guatemala, pero
frustrada, en parte, por el crecimiento de la delincuencia interna y la crisis
económica mundial. Ésta es la historia de un país que ha pasado por una gran
experiencia, de esplendor precolombino, de invasión española, de colonia, de
independencia, de unión centroamericana y secesión de la misma, de gobiernos
conservadores y liberales, capitalistas y socialistas, de revoluciones, de guerra
interna, de genocidio, de golpes de estado, intervención extranjera, de de
democracia, de paz, de esplendor científico y literario, pero que a pesar de las
dificultades, sigue su camino de la historia.

Los liberales de finales de siglo pasado, eran más prácticos que sus antecesores
de principios del siglo. Pronto se dieron a la tarea de reformar, según sus
particulares intereses, el Estado guatemalteco.

Con el objeto de darle salida a sus antiguas demandas, y al mismo tiempo de colocar
a Guatemala en la senda del progreso, los liberales plantearon su tan ansiada
reforma.

En primer lugar, le debían dar solución al rezago económico en que Guatemala se


hallaba por culpa de los conservadores.

Este proceso de gran trascendencia, que pasó a la historia con el nombre de la


Reforma se instrumentalizó a través de:

Expropiación de las tierras dela Iglesia, y su convención a propiedades susceptible


de ser comprada.

Expropiación de las tierras comunales de los pueblos indios, con el mismo propósito
de la anterior.

La gesta revolucionaria del 30 de junio de 1871; que llevó al poder a los “liberales”
de Guatemala, encabezados por Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios
Auyón. El relevo de los conservadores, que después del fallecimiento del Presidente
Vitalicio General, José Rafael Carrera Turcios, fueron liderados por el Mariscal

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Vicente Cerna, era necesario para el país. Esa clase dominante, económica y
políticamente no tenía las ideas, el pensamiento ni la ilustración para enfrentar el
desarrollo capitalista mundializado del último tercio del siglo XIX. En suma, eran una
clase dominante, sin ser una clase dirigente, para estar a la altura de su tiempo. Al
contrario, los liberales en cuyas entrañas se había ido forjando las ansias de
progreso, por medio del cultivo del café, empezaban a convertirse en una facción
de clase económicamente dominante, que empezaba a saber que necesitaba el
país. Se dieron cuenta, que después de la debacle económica, que ocasionara la
pérdida de los mercados de los colorantes, del añil (indigo blue) y de la cochinilla
(grana), era urgente y necesaria la vinculación de nuestra economía al mercado
mundial capitalista, por medio de la exportación del café. Y en ello centraron su
empeño.

Comenzaron una serie de reformas. En el transporte introdujeron el ferrocarril,


primero sobre el océano Pacífico y algunos años después sobre el Atlántico.
Fundaron y mejoraron puertos, San José en el Pacífico y Puerto Barrios por el
Atlántico. Crearon el primer banco del Estado y permitieron la creación de bancos
privados, nacionales y extranjeros. Se embarcaron en la creación del sistema
educativo público, obligatorio y gratuito para ir formando los cuadros administrativos,
técnicos y políticos que pudieran tomar cuenta de un Estado a su servicio.
Estatizaron las propiedades de la iglesia Católica, utilizándolas para la ampliación
de los servicios del Estado, desde la educación para hombres y mujeres como para
sus propios ministerios. Realizaron una reforma agraria, que tuvo por objeto
apropiarse de las tierras comunales de los indígenas, especialmente aquellas de la
boca costa y del altiplano que eran buenas para el cultivo del café. Propiciaron la
introducción del cultivo del banano guineo, para diversificar la agricultura de
exportación.

No cabe duda, que los diferentes pueblos indígenas sufrieron un nuevo embate a
sus tierras y propiedades, pues fueron nuevamente despojados. Les “corrieron la
tierra” otra vez. A esto se le ha llamado un proceso de acumulación primitiva de
capital (previous accumulation) sui géneris para nuestro país. La nueva clase
dominante y ahora también dirigente, se apropió de los medios de producción y
también de la fuerza de trabajo, por medio de un novedoso método colonial de
reclutación y de empleo de la mano de obra, conocido como servidumbre por
deudas. Los trabajadores eran forzados y recibían pagos en especie y raramente
un salario. Esta clase dominante y dirigente se debilitó con la gran crisis mundial
capitalista de 1929-1934 y fue diezmada con el advenimiento de la Revolución del
20 de octubre de 1944; que significó su relevo parcial y temporal.

Según Pérez Brignoli, el poder en Centroamérica era la elite mercantil de ciudad


Guatemala. Estos, aunque monárquicos y conservadores, fueron tentados por las
riquezas del mercantilismo liberal ingles, al cual se vincularon por medio de Jamaica
y Belice, desde donde se producía contrabando burlando autoridades españolas,

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contrabando origen de capitales centroamericanos. Por eso, los conservadores
monárquicos, apoyaron la independencia.
El proyecto independentista conservador, representó la continuidad del régimen
colonial. El proyecto liberal, fue ideológico y modernizador. Los liberales, al ganar
sus primeras elecciones, proclamaron la república federal, pues solamente unida,
podría Centroamérica, desarrollar una gran economía, defender intereses comunes,
y asumir un papel más digno en la comunidad de las naciones americanas.

El proyecto conservador, fue oligárquico y la defensa de intereses creados,


amenazados por avatares históricos. El liberal, fue proyecto ideológico y por el
progreso. Los conservadores antepusieron; “su orden” y sus “instituciones”, a
cualquier otra circunstancia. Los liberales abanderaron las reformas, la
modernización, un cambio de las reglas del juego, el libre acceso ala propiedad, a
las oportunidades y libertad de comercio.

Poco después de la independencia, se vieron impuestos en Centroamérica, los


efectos políticos del proyecto conservador, una vez asesinado en Costa Rica, por
Braulio Carrillo, liberal, pero dependiente del dictador conservador Carrera, el
apóstol liberal Morazán, con “la paz conservadora”, encabezada por el dictador
Carrera de Guatemala, que controló el istmo con gobernantes impuestos y alianzas
conservadoras. Carrera fue un indio, analfabeta, exporquerizo, soldado de caite,
controlado por los curas, caudillo de turbas y de los indígenas.

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