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FACULTAD DE INGENIERÍA INDUSTRIAL Y DE SISTEMAS

ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA INDUSTRIAL

MONOGRAFÍA

TÍTULO:
“DOCTRINAS ÉTICAS”

AUTORES:
Flores Ponce Lisset
Borja Santiago Jackelyn
Callupe Pardo Yoselyn

DOCENTE:
Rildo Campana Añasco

LIMA – PERÚ – 2018-1


I. INTRODUCCIÓN
II. CUERPO
DOCTRINAS ÉTICAS

1. DEFINICIÓN: Las doctrinas éticas intentan justificar la validez y legitimidad


de la moral, estas surgieron en el transcurso del tiempo y se especializaron
según los fundamentos abordados por cada filósofo.

2. CLASIFICACIÓN:
2.1. Ética Eudemonista: El término eudemonismo proviene de la palabra
griega eudemonía que significa felicidad. Una de sus características
fundamentales es el concebir la felicidad no como medio para un
objeto mayor, sino como la finalidad máxima a que aspira todo
persona (o, más claro aún, los eudemonistas sostienen que todo ser
humano busca ser feliz); de ahí que el eudemonismo es considerado
una postura principalmente teleológica. Así mismo, al dar algún fin a
las acciones morales es denominado también ética de bienes y fines.

Por su parte, los eudemonistas griegos consideraban que aquella


felicidad es una característica propia del sabio, por lo que sostenían,
que solo el sabio es feliz; de ahí que el eudemonismo de los griegos
es considerado una postura intelectualista.

Posturas según algunos filósofos:

Sócrates: Este filósofo sostuvo que el hombre sabio, y por ende


virtuoso y feliz, es aquel que había alcanzado el conocimiento de sí
mismo y con ello logrado por consiguiente autodominarse. Sócrates
afirmaba que las personas tienden naturalmente a hacer el bien por
consiguiente, cuando realizan acciones malas, lo hacen precisamente
porque no han logrado conocerse a sí mismo y, por lo tanto, han caído
en la ignorancia.
Platón: Discípulo de Sócrates, lleva las tesis de su maestro hacia un
idealismo extremo al considerar que el bien (al que tendían las
personas naturalmente, como lo decía Sócrates) es en realidad la
suprema esencia. El bien conforma el conjunto de esencias que la
historia de la filosofía denomina mundo de la ideas, aprehensible con
el alma (o razón), en tanto que el cuerpo es el origen del mal y de la
ignorancia. Por lo tanto, mientras el sabio cultiva su razón
aprehendiendo el bien y las demás esencias, el que cultiva su cuerpo
mediante los placeres sensibles de orienta hacia el mal.

Aristóteles: Discípulo de Platón, va continuar sosteniendo que el bien


es de naturaleza racional y por ello deseable por sí mismo. Sin
embargo, Aristóteles considera que no existe tal “mundo ideal”
concebido por Platón. Esta posición lo obliga a sostener que no basta
con la simple comprensión del bien, sino que es fundamental mostrar
que se es sabio mediante prácticas mesuradas que reflejen el control
de la razón sobre las pasiones. Entonces, se es virtuoso si se
practican las virtudes éticas: acciones medias (o de justo medio) que
evitan excesos y defectos.

A partir del siglo IX a.n.e. las condiciones económicas y sociales que


existían en Grecia obligaban a sus mayores intelectuales a reflexionar
sobre la posibilidad de alcanzar la felicidad en un mundo donde ya se
había perdido el esplendor clásico. Así, surgen posturas
eudemonistas como el hedonismo propuesto por Epicuro de Samos.

2.2. Ética Hedonista: La palabra hedonismo proviene del griego hedoné,


que significa placer. Epicuro de Samos considera que la felicidad se
alcanza con el placer; pero no cualquier acción que denominemos
placentera lo es realmente, pues considera que existen falsos
placeres los cuales conducen en realidad a displaceres o estados de
sufrimiento en el alma; ya que, por ejemplo, un gozo (como el caso
de la fama) produce malestar al terminarse que es un estado nada
agradable. Entonces, Epicuro sostiene que debemos distinguir estos
placeres de los verdaderos placeres, aquellos que perduran y que
logran un estado de tranquilidad del alma (ataraxia).

Aristipo: Discípulo de Sócrates, fundamenta que la finalidad de


nuestra vida es el placer, entendido en sentido positivo como goce
sensorial, como algo sensual y corporal, y no como fruición intelectual
ni como ausencia de dolor. A diferencia de Epicuro que define el
placer como la mera ausencia de dolor.

2.3. Ética Emotivista y Utilitarista: Se suele denominar emotivismo


ético, teoría emotivista o, más sencillamente, emotivismo al
conjunto de teorías que sostienen básicamente que los enunciados
o juicios éticos no son, primordialmente, enunciados descriptivos,
que por lo tanto, los juicios éticos no son susceptibles de ser
declarados verdaderos o falsos, sino que tiene como única función
expresar las actitudes de quien los formula.

El emotivismo es una corriente filosófica del siglo XX. Considera que los
juicios morales, es decir, las valoraciones que se realizan frente a una
acción juzgando si es buena o mala no describen, sino más bien expresan
emociones individuales. Así mismo busca suscitar estas emociones,
intentando lograr que personas distintas valoren de forma similar lo que se
observa.

David Hume: Afirma que las normas y los juicios morales surgen del
sentimiento de aprobación o rechazo que generan ciertas acciones.
Así, por ejemplo, una norma como debes ser sincero o un juicio moral
como decir la verdad es lo correcto se basan en el sentimiento de
aprobación que provocan las acciones sinceras y en el sentimiento
de rechazo que generan las acciones engañosas.

Alfred Ayer: Positivista lógico, sostiene que un juicio moral


manifiesta una emoción de aprobación o desaprobación, sin
embargo, no provee algún tipo de afirmación a la acción aludida; solo
se expresa denotando las reacciones emotivas.

Para el emotivismo los juicios de valor no describen los objetos del


mundo, ni siquiera de la conciencia, no son usados para afirmar ni en
la menor medida las emociones sino más bien expresarlas. Esta
posición tiene muchas implicancias notorias, por ejemplo, los juicios
de valor al no ser considerados descripciones no pueden ser
verdaderos o falsos y por lo tanto no son considerados fuente de
conocimiento.

El utilitarismo es una de las corrientes filosóficas más importantes


del siglo XIX. De modo muy general, el término utilitarismo designa a
la teoría filosófica según las cual el bien supremo es el de la utilidad.
Una de sus características principales es la interpretación cualitativa
de la “utilidad” como supremo valor, luego propone la sociedad
sustentada en el principio de máxima felicidad (o utilidad); así el
beneficio es para toda la sociedad y para cada componente.

Jeremías Bentham: Filósofo inglés, en el ámbito de la moral define


que los únicos hechos realmente importantes son conseguir el placer
y evitar el dolor. En ello consiste la moral utilitarista, todos los
individuos persiguen siempre lo que consideran como su felicidad,
como aquel estado en el que sea mayor felicidad y el mínimo dolor;
en el fin de elegir lo que es bueno, es necesario establecer un cálculo
de placeres y dolores. Los placeres y dolores son juzgados en
función de los siguientes criterios: intensidad, duración, certidumbre
o incertidumbre, proximidad o alejamiento, fecundidad y alcance.

Jhon Stuart Mill: Filósofo y economista inglés, recoge el principio de


la moral utilitarista, según la cual el bienestar que consiste en el goce
del placer y la ausencia de sufrimiento, es el criterio para establecer
la bondad o maldad de las acciones. Corrige a su predecesor,
Bentham, en dos aspectos: por un lado introduce el principio de la
determinación cualitativa; frente a la simple acumulación cuantitativa,
dice: “Es preferible ser un Sócrates enfermo, que un cerdo satisfecho.
Por otro lado, tratará de mostrar que la moral del deber no es
contraria a la moral utilitarista, sino que se puede reducir a esta.

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