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una mera continuación del realismo burgués del XIX—, sus logros fueron escasos.

Y si bien es cierto que


las novelas de estos años adolecen de cierto «estalinismo» patente en la p épico y de forma abierta —su realismo
es continuamente puesto en duda— que analiza críticamente el peso y el alcance de las nuevas normas en el joven
país. La crítica oficial, sin embargo, prefirió asociar a Müller técnicas vanguardistas expresamente rechazadas a
nivel oficial por decadentes— como a nivel conceptual —cuestionando tímida pero valientemente el triucon la
creación del drama agrario, cuyo mejor exponente es su pieza La desplazada, o la vida en el campo (Die
Umsiedlerin oder Das Leben auf dem Lande, 1961). Junto a él suele citarse a Peter Hacks (n. 1928), que cruzó a la
RDA desde occidente en 1955 y se dedicó al teatro ofreciéndole al país, en obras como La batalla de Lobositz (1956)
y El molinero de Sanssouci (1957), una interpretación crítica de la historia bien considerada por el régimen —al
menos hasta que se estrenó Las preocupaciones y el poder (Die Sorgen und die Macht, 1962), que fue prohibida
después de un par de representaciones (véase el Epígrafe 8.b.)—.

reeminencia del héroe individual, tampoco lo es menos que, de hecho, nos hallamos ante una nueva
variante de la «novela de formación» (Bildungsroman) alemana, forma clásica de literatura burguesa consagrada
ya en el XVIII.

socialista con final feliz. Pocas obras de este tipo de narrativa son dignas de ser reseñadas, salvo
algunas de Anna Seghers, como La decisión (Die Entscheidung, 1959), y de Uwe Jo exponente, Bertolt Brecht, fuera
contrario a su formulación tanto práctica como teórica (durante años sostuvo una polémica con Lukács y
mantuvo que el realismo así entendido limitaba y empobrecía la obra literaria). Su labor se centró durante estos
años en montar a clásicos hnson (1934-1984), que evidentemente desentonan en el panorama general. Este
último, en concreto, puede ser considerado el iniciador de la novela actual en la RDA con Conjeturas sobre Jakob
(Mutmaßungen über Jakob, 1959), que se distancia abiertamente del «realismo socialista» tanto a nivel formal —
incorporando nfo del socialismo y su validez personal y colectiva—. Sus dudas sobre el sistema —Johnson pasó a
la RFA en los sesenta: véase también el Epígrafe 3.a.II.— encontraron su expresión más abierta en su novela
Examen de madurez 1953 (Ingrid Babendererde. Reifeprüfung 1953), donde, con su personal estilo formalista,
reflexiona sobre sus experiencias durante los cincuenta en la RDA (en ese país nunca llegó a ser publicada, y lo
fue, póstumamente, en la RFA).

También se instaló con facilidad el «realismo socialista» en el teatro, aunque su máximo y a


contemporáneos —incluido él mismo— con el Berliner Ensemble, saliendo de sus manos como única obra
original Turandot (1953), de tema contemporáneo y dirigida contra el conformismo de los intelectuales de la
RDA.

Junto a Brecht podemos recordar a Müller y a Hacks, dos de sus más directos discípulos (véase también
el Epígrafe 8.b.). Heiner Müller (n. 1929), sobre todo por su primera obra, Los destajistas (Die Lohndrücker,
1956), pieza de aliento

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