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DANTE ALIGHIERI
CANTO TERCERO: La puerta del infierno. El vestíbulo de los ignavos y el paso del
Aqueronte
Pasada la puerta del Infierno, se encuentran en el Vestíbulo, donde los condenados corren
eternamente, despreciados por la misericordia y por la justicia. Carón (Caronte), el barquero
infernal, se niega a pasar a Dante, todavía vivo, hasta que Virgilio lo obliga a obedecer
explicándole el motivo del viaje.
Aqueronte: ‘’…Antes de mí no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal, y yo, a mi vez,
duraré eternamente…‘’
Dios creó el Infierno en un acto de justicia porque el pecado debía ser castigado. En
la creación intervinieron el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La creación fue un acto que siguió inmediatamente a la caída de Lucifer. Todo lo
creado antes, ángeles, cielos y materia prima, es eterno. El hombre fue creado
después.
En una puerta, estaba escrito con letras negras ‘’ ¡Vosotros, los que entráis, abandonad toda
esperanza! ‘’. Esto le causó miedo a Dante.
Virgilio le dijo a Dante que es necesario que deje todo temor y cobardía, pues verían a la
dolorida gente que ha perdido el bien de la inteligencia (Según Aristóteles es la verdad, que
se identifica con Dios).
1. Allí, bajo un cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos. Diversas
lenguas, horribles blasfemias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas
acompañadas de palmadas (auto-flagelamiento).
- Ese lugar estaba reservado a las almas de aquellos que vivieron sin merecer alabanza
ni vituperio (censura contra alguien); ángeles que no fueron rebeldes ni fieles a Dios,
sino que sólo vivieron para sí. El Cielo no quiere a estos ángeles indecisos, y el
Infierno tampoco para que no compartan el mismo castigo que los ángeles rebeldes.
- Éstos no esperan morir y su ceguera es tanta que se muestran envidiosos de cualquier
otra suerte. El mundo no conserva recuerdo de ellos, tanto la misericordia como la
justicia los desprecian.
2. Dante vio una bandera que iba ondeando; tras ella iba una gran muchedumbre. Reconoció
a algunos.
- Aquella turba (grupo grande) era de aquellos que se hicieron desagradable ante los
ojos de Dios y a los de sus enemigos. Eran aquellos que no supieron vivir nunca
(ningún deseo o razón para vivir).
- Estaban desnudos y eran picados por las moscas y avispas, las cuales hacían correr
por sus rostros la sangre que mezclada con sus lágrimas era recogida a sus pies por
asquerosos gusanos.
4. Cuando llegaron al río, vieron a un anciano cubierto de canas que se dirigía hacia ellos.
Les gritó que los llevaría hasta la otra orilla, pero cuando vio que Dante no se movía, le
dijo que llegaría a la playa por otro puerto.
5. Luego, todas las almas, que estaban desnudas y fatigadas, se retiraron todas juntas,
llorando fuertemente, hacia la orilla donde se espera a todo aquel que no teme a Dios.
Caronte las fue reuniendo, golpeando con su remo a las que se rezagaban. De la tierra de
lágrimas salió un viento que produjo rojizos relámpagos, que hicieron a Dante perder el
sentido y hacerlo caer del sueño.
Por ese río nunca pasaban almas puras; ese era el motivo por el cual Creonte estaba
enojado.
CANTO CUARTO: Primer Círculo: El limbo, niños inocentes, patriarcas y hombres
ilustres de la antigüedad
Recuperado de su desmayo, Dante se encontró al otro lado del río. Siguiendo a Virgilio
llegaron al Limbo: Residencia de los no bautizados y de los paganos virtuosos.
Un trueno despertó a Dante. Levantó la mirada y vio un abismo de dolor; Resonaban infinitos
ayes (lamentos) confundidos en un solo fragor (ruido muy fuerte). El abismo era tan oscuro
que no pudo distinguir cosa alguna.
Entraron en el Primer Círculo (Limbo) que rodeaba el abismo. No se oían quejas, sino sólo
suspiros que producían pena de una inmensidad de hombres, mujeres y niños.
- No eran pecadores y aunque ganaron méritos en la vida, no eran suficientes, pues no
recibieron el agua del bautismo que es la puerta de la Fe. Y si vivieron antes del
cristianismo, no adoraron a Dios como debían. Virgilio era parte de ellos.
- La pena consiste en vivir con un deseo sin esperanza.
- Dante reconoció a personas de muchos méritos que estaban en este lugar (No pueden
salvarse los que no han conocido a Cristo. Sin embargo, están gozando en el más
allá que el paganismo imaginó. La fuerza de la Razón no puede ir más lejos: Pueden
conseguir la felicidad del mundo, pero no la de la eternidad, para la que tienen que
conjuntarse Gracia, Fe y Razón).
Dante le preguntó a Virgilio si algunas de esas almas, por sus méritos, habían logrado salir
del Limbo para alcanzar la eternidad. Virgilio le contó que, cuando él recién había llegado al
Limbo, un Ser Todopoderoso hizo salir del Limbo el alma de Adán, Abel, Noé, Moisés,
Abraham, la del Rey David, y muchas otras; pues, antes de ellos, no se salvaban almas
humanas.
Siguieron avanzando, y Dante distinguió un sitio que estaba ocupado por personas dignas.
Virgilio le indicó que aquellas almas eran las que aún conservaban su fama en el mundo.
Luego, Dante vio ir a su encuentro a cuatro grandes sombras, cuyos rostros no manifestaban
ni tristeza ni alegría: Homero, que iba con su espada y a la cabeza de los otros tres; Horacio,
Ovidio y Lucano (Todos alcanzaron fama eterna por su sabiduría, virtudes o sus hechos de
armas).
Después de haber estado conversando entre ellos, se acercaron a Dante. Luego, lo llevaron
al pie de un castillo, rodeado siete veces de altas murallas (representa las siete ramas del
conocimiento: física, metafísica, ética, política, economía, matemáticas y dialéctica). Se
retiraron hacia un extremo y vieron grandes espíritus, entre ellos Sócrates, Platón, Demócrito,
Tales, etc. Finalmente, se redujo la compañía y Virgilio condujo a Dante hacia un aura
temblorosa, y llegaron a un punto privado totalmente de luz.
CANTO QUINTO: Segundo Círculo: Los lujuriosos. Pecadores Carnales.
Bajaron al Segundo Círculo. A su entrada se encontraba Minos, el juez infernal, enviando
a las almas al castigo correspondiente a cada pecado. En este círculo y en los tres siguientes
están castigados los que, más que elegir el mal, no tuvieron fuerzas para elegir el bien.
El Segundo Círculo contiene menos espacio pero mucho más dolor, y un dolor punzante, que
origina desgarradores gritos. Allí estaba el horrible Minos (Rey de Creta y juez de los
infiernos / Puede ser una imagen de la conciencia, ya que las almas se condenan basándose
en la aceptación de sus propias culpas), quien examinaba las culpas de los que entraban,
juzgaba y daba a comprender sus órdenes por medio de las vueltas de su cola: Cuando se
presenta a él un alma pecadora y le confiesa sus culpas, este designa el lugar que debe
ocupar en el Infierno (círculo) tantas veces como mueva la cola.
Era un lugar que carecía de luz. Una tromba infernal, que no se detiene nunca, envuelve en
su torbellino a los espíritus, los hace dar vueltas continuamente y los agita. Cuando se
encuentran ante la ruinosa roca que los encierra, allí surgen los gritos, llantos y lamentos, y
las blasfemias contra la virtud divina. Estaban condenados los pecadores carnales
(lujuriosos), quienes arrastrados por el torbellino, nunca tendrán la esperanza de tener un
momento de reposo ni de que su pena se aminore (disminuir).
Se encontraba: Semíramis (Emperatriz de una multitud de pueblos donde se hablaban
diferentes lenguas, incluyendo Babilonia; permitió en sus leyes todo lo que incitaba al
placer); Elisa o Dido (Se mató por amor); Cleopatra (Lasciva: apetito carnal); Helena
(Causa de la guerra de Troya); Aquiles (Murió por encontrarse con Polixena, hija del Rey
Príamo)…
Dante le pidió a dos almas, que parecían más ligeras que las otras, que se acerquen a él para
hablarles. Se trataba de Francesca (hija de Guido da Polenta, casada con Gianciotto
Malatesta. Enamorada del hermano de su marido, Paolo. Ambos fueron atravesados por la
espada de Gianciotto). Le contó que se enamoraron un día que leían las aventuras de
Lanzarote y sus miradas se encontraron. Mientras que Francesca contaba su historia, la otra
alma lloraba de tal forma, que Dante desfalleció y cayó.
CANTO SÉPTIMO: Cuarto Círculo: Las almas de los avaros y de los pródigos. Penas
a las que están condenados. La fortuna.
Se encuentran los avaros y los pródigos, dos caras del mismo pecado, arrojándose
mutuamente grandes rocas.
Plutón comenzó a gritar ‘’Pape Satán, Pape Satán Alepee’’ (Oh, Satán, oh, Satán, príncipe).
Y Virgilio le dijo a Dante que no se preocupe, pues a pesar de su poder no podrá impedir que
descienda.
En este lugar chocaban los condenados unos con otros. Formados en dos filas, se lanzaban
unos a otros enormes pesos, gritando fuertemente.
Todos los que estaban ahí fueron de limitado talento en la primera vida. Fueron clérigos,
papas y cardenales a quienes subyugó la avaricia. Por haber gastado mal y guardado mal han
perdido el Paraíso y se ven condenados en un eterno combate. Ni todo el oro pudo dar un
momento de reposo a esas almas.
La Fortuna: Aquel, cuya sabiduría es superior (Dios), hizo los cielos y les dio una guía,
de modo que toda parte brilla para toda parte, distribuyendo la luz por igual; con el
esplendor del mundo hizo lo mismo y le dio una guía que, administrándolo todo, hiciera
pasar de tiempo en tiempo las riquezas de una familia a otra. Esta es la razón de por qué
mientras una nación impera, otra languidece (pierde). La necesidad la obliga a ser rápida.
Algunos la maldicen, pero ella es feliz, y no los oye.
Atravesaron el círculo hasta la otra orilla, hasta una laguna llamada Estigia; y Dante vio
algunas almas desnudas en aquel pantano. Se golpeaban con las manos, la cabeza, el pecho,
los pies, arrancándose la carne a pedazos con los dientes. Eran almas que habían sido
dominadas por la ira. Finalmente, llegaron al pie de una torre.
CANTO OCTAVO: Quinto Círculo: Los irascibles (rabia). Flegias (hijo de Ares). La
ciudad de Dite.
Antes de llegar al pie de la elevada torre, vieron en su parte más alta, dos luces y otras más,
que se correspondían. Dante preguntó: ‘’ ¿Qué significan esas llamas? ¿Qué responde
aquella otra y quiénes son los que hacen esas señales? Virgilio respondió que sobre esas
aguas fangosas se podía ver lo que ha de venir.
Una flecha, a gran velocidad, fue lanzada hacia donde estaba Dante y su maestro, por un
remero que gritaba ‘’ ¿Has llegado ya, alma vil? ‘’ Era Flegias (Su hija fue seducida por
Apolo y, para vengarla, Flegias encendió el templo del Dios). Por esto, Dante lo puso entre
el círculo de los iracundos y la ciudad de los impíos (Sin devoción religiosa / Que no tiene
respeto o piedad).
Flegias contuvo su cólera. Virgilio saltó a la barca e hizo que Dante le siga. Estando ambos
adentro, la embarcación partió (El cuerpo de dante pesaba porque aún era mortal). Mientras
recorrían el canal de agua estancada, se presentó ante ellos una sombra llena de lodo y le
preguntó a Dante que quién era; este, reconoció a la sombra, era Felipe Argenti. Luego,
Dante lo maldijo y deseó verlo hundido en el fango, y así sucedió.
Virgilio le indicó a Dante que estaban cerca de una ciudad llamada Dite (comprendía el resto
del infierno, su parte más profunda y, por tanto, la más terrible. Los pecados que encerraba
eran los de violencia y engaño, cometidos voluntariamente); sus habitantes eran criminales y
el número era grande. La ciudad era abrasada por un fuego eterno.
Finalmente, entraron en los profundos fosos (hoyos) que ceñían (rodeaban) aquella desolada
tierra. Flegias les indicó la entrada. Sobre la puerta habían más de mil espíritus, que caían del
cielo como lluvia y decían con ira ‘’ ¿Quién es ese tipo que sin haber muerto anda por el
reino de los muertos? ‘’ Los espíritus le dijeron a Virgilio que se quedara y que enviase por
el camino de vuelta a Dante, pero esta vez solo. Dante le rogó que no lo dejase solo y Virgilio
le respondió que no tema ‘’… pues nadie puede cerrarnos el paso que Dios nos ha abierto…
yo no te dejaré en este bajo mundo. ‘’
Virgilio les hizo una propuesta, sin embargo, no tuvo éxito. Todos los espíritus habían corrido
hacia la ciudad y cerraron las puertas. El maestro indicó que esta insolencia no es nueva, pues
ya la demostraron cuando Jesús fue a librar a los santos padres del Antiguo Testamento, y
los diablos intentaron impedirlo (Canto III). Decidieron descender por la montaña, ya que
pasando por los círculos, uno les abriría la ciudad.
CANTO NONO: Las puertas del Dite. Las tres Furias. El mensajero celestial.
Detenidos por los ángeles caídos, tanto Dante como Virgilio dudan. Aparecen las Furias que
amenazan a los viajeros con Medusa. Finalmente, precedido de un ruido atronador, aparece
el mensajero celestial que rechaza a los ángeles caídos y abre las puertas de la ciudad. Al
otro lado, encuentran una llanura donde se hallan las tumbas de los herejes.
Virgilio dijo ‘’… pero se nos ha prometido… ¡Oh, cuánto tarda en llegar el que tiene que
venir! (Ayuda del ángel).
Este círculo es el más profundo, el más oscuro y el más lejano del cielo que lo mueve todo.
Virgilio conocía bien el camino. Dante vio aparecer tres Furias infernales, tintas en sangre,
las cuales tenían movimientos y miembros femeninos. Estaban ceñidas de hidras (culebras
acuáticas venenosas) verdosas y tenían por cabellos pequeñas serpientes y cerastas (víboras)
que circundaban (rodeaban) sus sienes. Virgilio indicó que eran las feroces Erinnias: La de
la izquierda es Megera, de siniestros aullidos; la que llora a la derecha es Alecto, y la del
centro es Tisífona.
Las Furias se desgarraban el pecho son sus uñas, se golpeaban con las manos y daban fuertes
gritos.
- Furias: ‘’Que venga Medusa y convertiremos a éste en piedra…’’
- Virgilio: ‘’Vuélvete y cierra los ojos, porque si apareciese la Gorgona (Medusa) y
la vieses, no podrías jamás volver arriba. ‘’
Un hombre puede haber dirigido su mano violenta contra sí mismo o contra sus bienes;
justo es, que purgue su culpa en el segundo recinto, sin esperar mejor suerte aquel que
por su propia voluntad se priva del mundo (suicidio); por eso sufre eternamente en vez
de ser feliz.
En el tercer recinto está quien negó a Dios con todo su corazón, quien blasfemó y quien
despreció su bondad negando las leyes de la naturaleza.
Origen de Mantua: Manto, hija de Tiresias, que tras vagar por innumerables regiones, vio
una tierra inculta y deshabitada. Se detuvo en ella con sus esclavas, para huir de todo
consorcio (unión; aglomeración) humano y para ejercer su arte mágica, y allí vivió y dejó
sus restos mortales. Entonces los hombres que estaban dispersos por los alrededor se
reunieron en aquel sitio, y edificaron una ciudad sobre los huesos de la difunta. La ciudad
tomó ese nombre en honor a ella.
Mientras seguían hablando, caminaban…
Comparación de los demonios con la Fábula de Esopo: Cuenta cómo una rana se ofrece
a ayudar a un ratón a cruzar una charca, con la intención de hundirse con él y ahogarlo.
El ratón, por miedo, ata una de sus patas a una de las ancas de la rana, y cuando ésta
intenta ahogarlo, ofrece resistencia. Aparece entonces un gavilán que coge al ratón,
llevándose al mismo tiempo a la rana atada con él y devorándolos a los dos.
Dante estaba asustado porque los demonios habían sido engañados por su causa, y los podían
seguir con ira.
De repente, Dante vio a los demonios con las alas extendidas que iban muy cerca de ellos,
queriendo cogerlos. Virgilio lo agarró súbitamente. Desde lo alto de la calzada (parte central)
por la pendiente roca, Virgilio se deslizó, llevando sobre su pecho a Dante. Apenas tocaron
sus pies el suelo del profundo abismo, aparecieron los demonios sobre sus cabezas; pero ya
no les inspiraban temor porque la alta Providencia, que los había designado ministros para la
quinta fosa, les quitó la facultad de separarse de allí.
Abajo encontraron gentes que brillaban como el oro, llorosos, fatigados y abatidos. Llevaban
capas con capuchas echadas sobre los ojos. Aquellas capas eran doradas por fuera, pero por
dentro eran completamente de plomo y pesadas. Era un manto fatigoso por toda la eternidad.
Las sombras caminaban despacio rendidas por el peso.
Dos almas reconocieron el acento / idioma de Dante y les pidieron que se acerquen a
hablarles. Uno de ellos les dijo: ‘’Estas doradas capas son de plomo y tan gruesas que su
peso nos hace gemir… Yo me llamo Catalano y éste Loderingo. Tu ciudad nos nombró
magistrados, como suele elegir a un hombre neutral para conservar la paz… ‘’
Dante vio en el suelo a un crucificado con tres estacas, una para cada mano y otra para los
dos pies. Estaba atravesado en el camino para que lo pisen los condenados que llevan las
capas de plomo. Se trataba de Caifás, el sacerdote que convenció a los miembros del
Sanedrín para que condenaran a Jesús.
Virgilio le preguntó al fraile si había alguna abertura por donde pudiesen salir sin obligar a
los ángeles negros a que los saquen; a lo que este respondió: ‘’Más cerca de que lo esperas
se levanta una peña (monte o cerro) que parte del gran círculo y atraviesa todas las terribles
fosas; pero está cortada en ésta y no continúa sobre ella. Podréis bajar por las ruinas que
existen en el declive de su falda y llegar hasta el fondo. ‘’
Virgilio se alejó envuelto en cólera porque aquel ‘que ensartaba con su garfio a los
pecadores’’ no les había avisado de ese obstáculo. Dante siguió las huellas de su maestro…
CANTO VIGÉSIMO QUINTO: Octavo Círculo. Séptimo Foso: Los ladrones. Cinco
ladrones florentinos y sus transformaciones.
Siguen los ladrones. Igual que en la vida robaron la propiedad de otros, aquí son despojados
de sus propias formas. Igual que ellos desconocieron en la tierra las palabras meum y tuum,
aquí han perdido la diferencia entre el yo y el tú. Abundan entre ellos los florentinos.
Al terminar sus palabras, el ladrón alzó ambas manos e hizo un gesto indecente hacia Dios.
Dante agradeció que dos serpientes se hayan lanzado sobre él. En todos los círculos del
oscuro Infierno no había visto un espíritu tan soberbio ante Dios.
De repente, vieron llegar a un Centauro, que gritaba y preguntaba por ‘’el soberbio’’. Sobre
la espalda del centauro, detrás de la nuca, descansaba un dragón con las alas abiertas, el cual
abrasaba cuanto salía a su encuentro. Ese monstruo era Caco, quien había robado los ganados
de Hércules y fue muerto por este mismo.
Caco desapareció, y al mismo tiempo se acercaron a ellos tres espíritus por debajo del margen
de donde estaban. Los tres fueron devorados por fieras: lagartos y víboras; sólo uno de ellos
no cambió de forma.
CANTO VIGÉSIMO SEXTO: Octavo Círculo. Octavo Foso: Los malos consejeros.
En el octavo foso encuentran a los falsos consejeros; no se trata de los que engañaron
aquellos a los que aconsejaban, sino de los consejeros del engaño. Como los ladrones del
círculo anterior habían robado cosas materiales, éstos han robado a otros su integridad
moral. La utilización del fraude con finalidad política provoca en Dante una cierta
admiración, como veremos cuando encontremos a Ulises. El engaño para conseguir el
triunfo de la patria es moralmente punible (que merece castigo), pero no vemos claramente
en Dante la hostilidad (rechazo) que manifiesta cuando trata otros tipos de engaños.
El nombre de Florencia es famoso en el infierno. Entre los ladrones encontraron cinco de sus
nobles ciudadanos, lo cual es una vergüenza pero a Florencia le honraba mucho.
Partieron, y, por los mismos escalones de las rocas que les habían servido para bajar, subió
Virgilio tirando de Dante. No era posible mover un pie sin el auxilio de las manos.
Dentro del fuego estaban los espíritus, cada uno revestido de una llama que lo abrasaba.
Dentro de ellas estaba Ulises y Diomedes, quienes sufrían juntos el mismo castigo, como
juntos se entregaron al mismo pecado. En esa llama se lloraba el gaño del caballo de madera
que fue la puerta por donde salió la noble estirpe de los romanos. Dante quería hablar con
ellos, pero Virgilio le dijo que lo deje hablar a él, porque quizás, como son griegos, se nieguen
a responderle.
Ulises: ‘’Cuando en mi viaje de regreso a Troya logré separarme de la maga Circe, que
me tuvo entretenido un año en las playas del monte Circeo, llegué a mi patria, Itaca.
Pero ni la ternura de mi hijo, ni la piedad hacia mi anciano padre, ni el amor de mi
mujer, consiguieron retenerme… Con una arenga infundí en mis compañeros deseos de
continuar el viaje… pero nuestro gozo se trocó (convirtió) bien pronto en llanto, pues de
aquella tierra se levantó un torbellino que chocó contra la proa de nuestro buque; tres
veces lo hizo girar juntamente con las encrespadas olas y a la tercera lo levantó de popa
y sumergió la proa como plugo (dar gusto) al Otro (refiriéndose a Dios), hasta que el
mar volvió a cerrarse sobre nosotros. ‘’
CANTO VIGÉSIMO SÉPTIMO: Octavo Círculo. Octavo Foso: Los malos consejeros.
Seguimos en el mismo foso. El espíritu de Guido de Montefeltro pide noticias de Romaña y
cuenta su propia historia. Capitán de fortuna que logra establecerse como señor de Urbino
por medio de engaños y hechos de armas. Al final de su vida intenta salvarse con una
hipócrita profesión en la orden franciscana. El significado alegórico de este episodio se
concentra precisamente en la condena de la astucia política entendida como
quebrantamiento de las relaciones entre el hombre y la ley divina.
Un alma le habló a Dante: ‘’Aun cuando yo haya llegado tarde, no te pese permanecer
hablando conmigo, pues a mí no me pesa no obstante que estoy ardiendo. Si acabas de caer
en este mundo lóbrego (oscuro, tenebroso, triste, melancólico) desde la dulce tierra latina,
donde he cometido todas mis faltas, dime si los romañolos están en paz o en guerra…’’
Dante le respondió que Romaña no estaba ni estuvo nunca sin guerra en el corazón de sus
tiranos; pero que, cuando él llegó al Infierno, no había guerra manifiesta. Luego, le preguntó
su nombre.
El alma respondió: ‘’Yo fui hombre de guerra y luego franciscano, creyendo que con ese
hábito expiaría mis faltas. Y mi presencia hubiera tenido ciertamente efecto si el Gran
Sacerdote, a quien deseo todo mal, no me hubiese hecho incurrir en mis primeras faltas…
mis acciones no fueron de león, sino de zorro. Yo conocí toda clase de astucias, todas las
acechanzas (espionaje; persecución cautelosa), y las practiqué tan bien que su fama resonó
hasta en el último confín del mundo… lo que antes me había agradado empezó a
disgustarme; y, arrepentido, confesé mis culpas y me retiré al claustro… Entonces, pude
haberme salvado; pero el príncipe de los nuevos fariseos estaba en guerra cerca de Letrás…
Pidiome consejo y yo me callé, porque sus palabras me parecieron las de un hombre
ebrio…’’ Sin embargo, luego le aconsejó que prometa mucho y cumpla poco, hasta que
gracias a los engaños renunciaron a la rebelión. Ni siquiera la intervención de San Francisco
pudo salvarlo.
Uno de los negros querubines lo llevó hasta Minos, el cual ciñó ocho veces su cola y lo dejó
entre los culpables que muerden el fuego.
Dante y Virgilio siguieron caminando, a través del escollo (dificultad, obstáculo), hasta llegar
al otro arco que cubre el foso donde se castigaba a los que cargaron su conciencia induciendo
a la discordia.
CANTO VIGÉSIMO NONO: Octavo Círculo. Noveno Foso: Los cizañeros. Décimo
Foso: Los falsificadores.
En el décimo foso se encuentran los falsificadores de cosas, palabras, metales y personas.
Los primeros están en este Canto representados por los alquimistas.
Cuando estuvieron colocados sobre el último recinto de Malebolge, hirieron los oídos de
Dante diversos lamentos, por lo que tuvo que cubrirse los oídos con ambas manos.
Descendieron hacia la izquierda por la última orilla del largo peñasco (monte o cerro), donde
la justicia castiga a los falsarios.
Iban paso a paso sin decir una palabra, mirando y escuchando a los enfermos, que no podían
sostener sus cuerpos.
Encontraron a dos espíritus y se les acercaron a hablar. Uno de ellos se llama Arezzo (Dícese
que este fue cierto alquimista, que, alabándose de conocer el arte de volar, prometió
enseñárselo a un senés llamado Álvaro de Siena, el cual le creyó al principio. Pero habiendo
advertido después el engaño, lo acusó ante el obispo de Egina, y fue condenado a ser quemado
vivo). El otro era la sombra de Capoccio, el que falsificó los metales por medio de la
alquimia.