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El

poder del ‘poder suave’


¿Cómo fortalecer las relaciones internacionales a través de la diplomacia cultural?

Bogotá, Universidad de los Andes, 26 de abril de 2010

Relatoría

Con el doble propósito de fomentar un debate en torno al concepto y aplicación de la


diplomacia cultural como herramienta de la política exterior y con el fin de generar
conocimiento sobre el tema en Colombia, en abril del 2010 se llevó a cabo el
conversatorio ‘El poder del poder suave: ¿cómo fortalecer las relaciones internacionales
a través de la diplomacia cultural?’, organizado por el Centro de Estudios
Internacionales (CEI) de la Universidad de los Andes1, el British Council y el Ministerio
de Relaciones Exteriores. El evento contó con la participación de Adriana Mejía,
Viceministra de Asuntos Multilaterales del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Colombia; Martin Davidson, Director Mundial del British Council; Angelika Rettberg,
Directora del Departamento de Ciencia Política y del Centro de Estudios Internacionales
de la Universidad de los Andes, y Arlene Tickner, Profesora Titular del Departamento de
Ciencia Política de la Universidad de los Andes.

El evento se convocó para promover la discusión del tema en un contexto marcado por un
reducido conocimiento, tanto en la academia como entre el público en general, con
respecto al valor y la utilidad de las políticas de diplomacia cultural en países en vías de
desarrollo. Las ponencias presentadas durante el conversatorio permitieron ampliar el
conocimiento sobre el intercambio cultural como forma de poder suave, plantear el
alcance y los retos de éste como herramienta de política exterior y mostrar los avances de
ambos países—Colombia y el Reino Unido en el fortalecimiento de sus relaciones
culturales con el mundo.

1
El Centro de Estudios Internacionales (CEI) es una iniciativa conjunta del Departamento de Ciencia
Política de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la
Universidad de los Andes.
Marco conceptual
El poder suave es un componente de un campo más amplio conocido como diplomacia
pública, que permite a los estados valerse de su cultura, valores e ideas para explicarse
ante el mundo (Nye 2002, Schneider 2004). En este sentido, para Yudice (2002) la
cultura como un recurso puede compararse con la naturaleza, sobre todo porque ambas se
benefician del predominio de la diversidad. La cultura se invierte, se distribuye
globalmente, se utiliza como atracción para promover el desarrollo del capital y del
turismo y puede convertirse en un mecanismo de acción en el exterior. En su intervención
durante el Encuentro Andino de Diplomacia Cultural convocado por el Ministerio de
Relaciones Exteriores en 2007, Edgar Montiel manifestaba que “la cultura, contrario a la
visión tradicional que pretende de ella una práctica libre de todo tipo de influencias,
nunca es neutra. Al contrario, es un elemento estratégico de primer orden, quizá el más
influyente, por su versatilidad y plasticidad”.

Bajo esta perspectiva, es posible definir diplomacia cultural como “el intercambio de
ideas, información, arte y otros aspectos de la cultura entre las naciones y sus pueblos
para fomentar la comprensión mutua” (Cummings 2003, citado por Schneider 2004). Así,
como componente fundamental de la diplomacia pública, la diplomacia cultural tiene
como objetivo persuadir a través de la cultura, las ideas y los valores fomentados por
medio de expresiones tan diversas como el séptimo arte, la prensa y los medios de
información, las artes plásticas y la literatura, así como por prácticas como el comercio,
el turismo, los estudios en el exterior, el aprendizaje de idiomas y el intercambio
académico, entre otros.

Las relaciones culturales constituyen un mosaico de encuentros humanos. No obstante,


suponer que la diplomacia cultural está exenta de intereses, es desconocer su uso como
una herramienta de poder. En este sentido, es preciso referirse a Hans Morgenthau
(1978), teórico clásico de las relaciones internacionales, para entender de qué se habla
cuando se hace referencia al concepto de ‘diplomacia’. Morgenthau fue uno de los
fundadores del realismo clásico, cuyos postulados giraron en torno a la idea de la política
del poder y del poder ‘duro’, pero cuya definición de diplomacia sirve para ilustrar el
concepto de diplomacia cultural que ocupa este texto. Para Morgenthau (1978), la
diplomacia tiene como fin primordial promover el interés nacional mediante instrumentos
pacíficos. Adicionalmente, la diplomacia funciona como una política de prestigio, un
aspecto no material del poder que actúa como un dispositivo mediante el cual los estados
adquieren reconocimiento social, impresionan a otros estados y a sus públicos, y logran
evitar la confrontación por medios bélicos. Así, para el autor, las guerras internacionales
no serían otra cosa que el resultado de la incapacidad de los estados de aplicar
correctamente la diplomacia y promover su política de prestigio.

Como se mencionó anteriormente, la diplomacia pública está definida por los recursos no
coercitivos que usan los estados para comunicarse con diversos públicos extranjeros con
el fin de generar un clima de comprensión y receptividad para las ideas y valores de su
país, sus instituciones y cultura, así como de sus intereses nacionales. Es bajo esta
perspectiva que es posible ubicar el concepto de diplomacia pública dentro de la
definición de política de prestigio esgrimida por Morgenthau.2

Una crítica a la definición tradicional de poder suave es que convierte la recepción de un


mensaje en una acción pasiva por parte de la audiencia. Cuando Nye (2008) define el
poder suave como “el poder de lograr que otros deseen los resultados que uno pretende
que deseen y el cual requiere entender la manera en que los demás reciben ese mensaje y
estar en capacidad de re-entonar el mensaje de ser necesario”, está definiendo el
intercambio de ideas (o mensajes) como una actividad unilateral. Por el contrario, las
relaciones culturales reflejan, en muchos casos, un interés genuino en la perspectiva del
otro. No se necesita estar de acuerdo con esa perspectiva, pero al establecer relaciones
culturales se debe demostrar que los diferentes puntos de vista de la contraparte se están
escuchando y tomando en cuenta seriamente.3

No obstante, como ha sido mencionado anteriormente, debe recordarse que las relaciones
culturales no se establecen con ánimo filantrópico. No se refieren a la idea altruista de

2
Ponencia de Arlene Tickner, disponible al final de este texto.
3
Ponencia de Martin Davidson, disponible al final de este texto.
“hacer el bien” en el mundo. Son, más bien, planteadas bajo consideraciones serias sobre
qué es lo mejor para el interés nacional. En este sentido, un académico del Reino Unido
escribió en el Journal of International Affairs lo siguiente: “Lo obvio es realmente
deslumbrante. Si estás ampliamente familiarizado con el idioma y la literatura de otro, si
conoces y amas al país de otro, sus ciudades, sus artes, su gente, estarás dispuesto
instintivamente –siendo todos los otros factores iguales- a comprar bienes de esa persona
en vez de los bienes de una fuente menos conocida; a apoyarlo activamente cuando
consideres que esté en lo cierto, y a evitar castigarlo demasiado duro cuando consideres
que esté equivocado.” Así que el intercambio cultural se trata en realidad de una función
activa de los estados, de la cual se derivan beneficios a corto y a largo plazo para las
partes.4

Usos de la diplomacia cultural


En términos generales, la diplomacia cultural ayuda a crear una base de confianza entre
los países que no es posible lograr a través de otros usos tradicionales de la diplomacia.
En este sentido, no es gratuito que el tema de la seguridad nacional en países como los
Estados Unidos se haya visto fortalecido a través de la diplomacia cultural debido a las
relaciones de confianza que permite construir, y a la diversidad de campos en los cuáles
es posible lograr acuerdos de carácter internacional (intercambio académico, deporte,
artes, patrimonio inmaterial, entre otros).

La diplomacia cultural sirve también como un vehículo de acercamiento entre países


cuyas relaciones diplomáticas están tensas o no existen, como se vio en el caso de la
diplomacia de ping-pong (el deporte) entre los Estados Unidos y la República Popular
China, o las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, las cuales se han enfocado en temas
culturales principalmente.5

Por ejemplo, resulta innegable el poder que llegan a tener dos eventos que capturan la
atención de dos tercios de la población mundial, como son los juegos olímpicos y el

4
Ibid.
5
Tickner, op.cit.
mundial de fútbol de la FIFA. Estos constituyen una plataforma de reconocimiento y una
herramienta de publicidad instantánea que todo país busca aprovechar. Así mismo, cabe
traer a colación una imagen que marcó los juegos olímpicos del año 1968 en México, en
donde se ve a dos integrantes de las panteras negras de los Estados Unidos levantando la
mano en símbolo de ‘poder negro’, y en donde se pone en evidencia el uso que actores de
la sociedad civil hacen igualmente del intercambio cultural en momentos históricos
estratégicos, como era la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos en esa
época.6

La diplomacia cultural sirve también para contrarrestar información negativa sobre un


país. El argumento es muy claro, al aprender el idioma y la cultura de un país, una
persona está más capacitada para formarse una opinión equilibrada en lugar de ser
influenciada por un solo punto de vista – muchas veces negativo- o incluso por lo que se
transmite a través de los medios de comunicación. En el caso de Colombia, lograr un
acercamiento con la comunidad internacional desde un enfoque que tenga en cuenta la
riqueza y diversidad cultural del país, ha hecho posible una mejor comprensión de las
diferentes realidades que cohabitan el territorio colombiano, para superar así la
aproximación simplista que en ocasiones ha constituido el parámetro con base en el cual
ésta observa a Colombia.7

Finalmente, demostrar la efectividad de la diplomacia cultural resulta muchas veces una


tarea ardua debido a que se trata de procesos de larga duración que no corresponden a los
horizontes de corto plazo que caracterizan la planeación fiscal de un gobierno. En el caso
del Consejo Británico, es posible encontrarse con cifras como: las 300 mil personas que
aprenden inglés en sus centros de enseñanza directa alrededor del mundo; las 500
millones de personas que aprenden inglés y diferentes habilidades a través de los
materiales distribuidos globalmente por el Consejo Británico; los 500 mil jóvenes de todo
el mundo que estudian en universidades británicas, o los 10 mil líderes jóvenes del medio
oriente que interactúan diariamente con sus contrapartes en el Reino Unido. Los números

6
Ibid.
7
Ponencia de la Vice Ministra Adriana Mejía, disponible al final de este texto.
son importantes. Sin embargo, para los objetivos de la política de diplomacia cultural, lo
que en realidad cuenta es la evidencia anecdótica o cualitativa. Para mencionar dos
ejemplos, es muy probable que el hecho de que el ex presidente Álvaro Uribe y el ex
canciller Jaime Bermúdez, hayan realizado sus estudios de postgrado en la Universidad
de Oxford con apoyo de la Embajada Británica, haya contribuido a que el entendimiento
de las relaciones entre Colombia y Gran Bretaña sea más profundo y tal vez más
favorable.8

Ejemplos históricos del uso del poder suave


En el año 220 AD, el estratega chino Zhuge Ling en su libro “Dominando el arte de la
guerra” menciona que en la guerra la cultura debe reconocerse como un instrumento
central. No obstante, es después de la Primera Guerra Mundial cuando la diplomacia
cultural comienza a utilizarse mucho más efectiva y activamente por parte de los países
de Europa occidental quienes buscan, en el período de entre guerras, mejorar su prestigio
mundial luego de la debacle. Ya en la Segunda Guerra Mundial, las actividades
propagandísticas en países como Alemania convierten las relaciones culturales en una
práctica política común. Sin embargo, no sería sino hasta la Guerra Fría que la cultura se
empieza a emplear de manera sistemática, como lo vemos hoy día, como un pilar
importante de la diplomacia.9

En los Estados Unidos, las actividades de diplomacia cultural en la Guerra Fría eran
financiadas tanto por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como por el Departamento
de Estado. Esta era entendida como un asunto de seguridad nacional, en el sentido de que
quiénes decidían las políticas del momento veían una relación directa entre los esfuerzos
de interacción de los Estados Unidos con consumidores de productos culturales como el
cine, las artes plásticas, la literatura y el periodismo en el extranjero, y la victoria contra
el enemigo (Finn 2003). Para los ideólogos de la doctrina de seguridad nacional, se
trataba de ofrecer, a través de las producciones culturales, la “esperanza” de una vida

8
Davidson, op. cit.
9
Tickner, op. cit.
mejor (al estilo americano) a los ciudadanos de naciones bajo la amenaza comunista, en
especial aquellas detrás de la Cortina de Hierro (Finn 2003).

La caída del Muro de Berlín, primero, y el ataque del 11 de septiembre de 2001 a la


ciudad de Nueva York, después, han causado una seria disminución en los recursos
destinados a la diplomacia cultural en los Estados Unidos, reflejada tanto en el número de
programas que se adelantan como en los presupuestos que les son asignados. Lo anterior
debido, en buena parte, a la renovada sensación de amenaza global que ha reforzado el
paradigma tradicional de diplomacia “dura”. “Suave” en este nuevo contexto, para
algunos significa “débil”, llevándolos a abogar por alternativas de disuasión de naturaleza
coercitiva.10

Por otro lado, es de destacar el caso de Francia como un ejemplo de diplomacia cultural
efectiva. A través de la red de Alianzas Francesas, identificadas como centros de estudio
del idioma francés, ese país ha dado a conocer el variado espectro de su cultura y ha
logrado un reconocimiento significativo de sus expresiones a través del cine, el arte, la
música y la gastronomía, entre otros.11

México, por su parte, ha reivindicado una identidad nacional fundamentada en el arte


popular y, por este medio, ha logrado un reconocimiento internacional significativo. La
Revolución Cultural mexicana, con exponentes como Diego Rivera, Frida Kahlo y José
Clemente Orozco; la gastronomía de orígenes prehispánicos y sus lenguas indígenas,
entre muchos otros elementos, han penetrado positivamente sociedades en todo el mundo.
Sólo en 1994, México invirtió aproximadamente 5 millones de dólares en la promoción
de su cultura en los Estados Unidos y complementó así los esfuerzos de la negociación
del TLC entre los dos países.

En lo referente a España, a través de la presencia de 68 Institutos Cervantes en 36 países,


ha logrado expandir el aprendizaje de su lengua en diversas latitudes para dar a conocer

10
Ponencia de Angelika Rettberg, disponible al final de este texto.
11
Mejía, op. cit.
su idiosincrasia y su historia; y con la presencia activa de las Agencias de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, ha impulsado numerosos proyectos que vinculan
directamente la cultura y el desarrollo.12

La diplomacia cultural en el siglo XXI


Muchas de las transformaciones que se asocian con los procesos de globalización han
generado retos al ejercicio convencional de la diplomacia y del poder. En el mundo de
hoy, Joseph Nye (2008) y otros autores han argumentado que la atracción, la seducción y
la persuasión se han vuelto instrumentos centrales del poder en un mundo crecientemente
interdependiente, en el cual la coerción y la compra – los dos elementos del poder duro -,
han perdido terreno.

Siendo la cultura una herramienta básica del ‘poder blando’, ésta ha adquirido
importancia debido a su capacidad de promover la imagen de un país y su agenda
política y económica de una forma más sutil que otros elementos de la diplomacia
tradicional. La sutileza del poder blando se halla en varios aspectos: primero, no requiere
de la coerción o de la compra, dos recursos políticos de uso evidente, para lograr los
resultados esperados. Segundo, se fundamenta en el supuesto de que la cultura está por
encima de los intereses políticos y económicos. Si bien esta percepción es equivocada -
como ha sido abordado anteriormente en el texto-, tiene la capacidad de recubrir las
actividades culturales con un manto de inocencia que las hace más aceptables, y por ende
más efectivas, ante el público objetivo. Tercero, introduce nuevos gestores en la esfera de
la diplomacia. Como se mencionó anteriormente, la diplomacia cultural la ejercen no sólo
los estados sino también los miembros de la sociedad civil. Este fenómeno, conocido
como la nueva diplomacia pública, consiste principalmente en la construcción de
relaciones entre actores de la sociedad civil de distintos países en las cuales los estados,
en lugar de tratar de controlar y manejar la interacción, se convierten en promotores y
participantes. En este sentido, la sociedad se transforma en generadora de significados y
abandona el rol receptor pasivo de ideas y de mensajes de carga política y cultural.

12
Ibid.
Cuarto, los cambios en las estrategias de comunicación e interacción política tienen que
ver con el hecho de que vivimos en la “sociedad de la información”, en la cual la
capacidad de comunicar y narrar los hechos se ha vuelto un instrumento fundamental del
poder. Por tanto, la reputación y credibilidad de un país dependen en gran medida de la
información que circula sobre éste y por ende de sus estrategias de comunicación, así
como de la efectiva recepción de las mismas entre las distintas audiencias. Sin embargo,
el hecho de que se viva en esta sociedad de la información, donde hay un superávit de
datos y mensajes, hace que en algunas ocasiones apelar al poder blando resulte
inefectivo, si las acciones de un gobierno y la realidad de un país contradicen el mensaje
que busca comunicar.13

Por otra parte, la multiplicación de los asuntos públicos que se da como resultado de la
globalización y del superávit de información, demanda un incremento del entendimiento
entre las naciones, así como una mayor efectividad de los espacios de colaboración
multilateral. Exige, así mismo, una capacidad alta de los estados para garantizar que sus
ciudadanos puedan sacar el mejor provecho de la globalización y disipar,
simultáneamente, los temores crecientes en materia de identidad y seguridad nacional.
Las relaciones de intercambio cultural adquieren de esta forma un rol primordial en el
fomento del entendimiento y cooperación entre los actores del sistema internacional.14

A continuación se presentan dos casos de uso efectivo de diplomacia cultural que


ejemplifican las diferentes motivaciones y estrategias para aplicar el poder suave.

La política de diplomacia cultural en Colombia15

Como parte de las metas definidas para el cuatrienio 2006-2010, el Ministerio de


Relaciones Exteriores ha venido trabajando en la construcción de una estrategia de
diplomacia cultural que complemente y fortalezca las acciones orientadas al logro de los
objetivos de la política exterior. A diferencia de las tareas que corresponde adelantar al

13
Tickner, op. cit.
14
Davidson, op. cit.
15
Esta sección se elaboró con base en Mejía, op. cit.
Ministerio de Cultura en materia de apoyo a la creación, promoción y divulgación de las
expresiones artísticas y culturales, el Ministerio de Relaciones Exteriores define su acción
cultural en función de los intereses estratégicos de la política exterior y por lo tanto
orienta sus esfuerzos al público extranjero.

El portafolio que actualmente comprende el Plan de Promoción de Colombia en el


Exterior ofrece la posibilidad de observar la historia y los valores sobre los que se
construyó la democracia cuando el país se constituyó como república. la diversidad
cultural y social de las diferentes regiones que componen el territorio; las tradiciones que
compartimos con los pueblos cercanos, en especial con aquellos que desarrollaron su
proceso de construcción de nación a la par con nosotros; la riqueza de nuestra
biodiversidad; los logros que hoy permiten que Colombia sea un destino atractivo para el
turismo y para la inversión; el espíritu de superación, el entusiasmo y la capacidad de
trabajo que permitirán que Colombia continúe avanzando en términos de desarrollo
económico y social, supere la pobreza y garantice mayores niveles de bienestar para toda
la población. La vinculación de los planes de acción cultural de las misiones diplomáticas
de Colombia con la agenda de la política exterior, necesariamente reflejará aquellos
objetivos prioritarios para la política del estado y los avances y logros resultantes de los
esfuerzos realizados para alcanzarlos.

Implementación y logros
De acuerdo con las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística –
DANE-, el 10.6% de los habitantes de nuestro país se auto reconoce como
afrocolombiano. Su folclor y su tradición oral han sido los rasgos más característicos de
su cultura que han aportado a la identidad colombiana, por medio de su música y danza.
De igual forma, en Colombia se auto reconocen como indígenas más de un millón de
personas, habitantes de 710 resguardos que abarcan alrededor de 32 millones de
hectáreas, el 27,34% del territorio nacional. A partir de la Constitución de 1991, los
pueblos indígenas han visto fortalecidos sus derechos a través de la apertura de espacios
que garantizan y promueven su participación política y de acciones afirmativas en
educación, salud y cultura.
Nuevos instrumentos como el portafolio de cooperación cultural de Colombia, construido
a partir de una labor conjunta con el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional, el
Museo Nacional y la Dirección de Cinematografía, establecen posibilidades concretas de
asistencia técnica a otros países, con cronogramas de trabajo y costos aproximados.

Colombia cuenta actualmente con 48 representaciones diplomáticas, 4 misiones


permanentes ante los organismos multilaterales y 64 consulados en el mundo. Para 2010,
se construyeron 51 planes de acción cultural que responden a las líneas que han sido
definidas como estratégicas de la política exterior. Así, Colombia Afro, Colombia
Indígena, Colombia Inclusiva, Colombia se reconcilia, Colombia Democrática,
Colombia Bicentenaria, Colombia país de regiones, Colombia verde, Colombia
Cosmopolita, Colombia Turística, y Colombia país de industrias culturales, son los
enfoques temáticos impulsados en el exterior y que constituyen la aplicación de la
reflexión a la que se hizo referencia anteriormente. Para cada enfoque se ha construido un
Portafolio Artístico y Académico, tras un ejercicio riguroso de calificación técnica con
base en criterios de excelencia artística, formación, trayectoria, recuperación del
patrimonio y representatividad. El Portafolio incluye manifestaciones en las áreas de
música, artes plásticas, teatro, danza, literatura y expertos académicos, entre otros.
Actualmente, esta herramienta comprende más de 170 expresiones culturales y
académicas, y se constituye en el insumo principal para la programación que las misiones
diplomáticas desarrollan en el exterior.

La estrategia de diplomacia cultural cuenta con varios instrumentos que le permiten


desarrollar sus objetivos, entre ellos, los planes de acción cultural y los acuerdos marco
de cooperación, y sus ejecutorias a través de las comisiones mixtas bilaterales. En la
actualidad, Colombia cuenta con 12 comisiones mixtas activas y 45 acuerdos marco de
cooperación, de los cuales 22 han tenido algún nivel de desarrollo en el último cuatrienio.

Recientemente se ha replanteado la metodología de trabajo que se desarrolla en el marco


de las comisiones mixtas bilaterales en materia de cooperación educativa y cultural, con
el fin de atender los principios de eficacia contenidos en la Declaración de París y en la
Agenda de Acción de Accra.16 El piloto de la aplicación de esta nueva metodología de
trabajo en materia de cooperación cultural se ha desarrollado con la República de El
Salvador y arroja, después de cuatro meses, un 25% de ejecución.

Para finalizar, es importante señalar que la implementación de una estrategia de


diplomacia cultural en Colombia es un proceso que se ha iniciado de manera reciente y
que es susceptible de ajustes y modificaciones a fin de dotar a esta herramienta de
política de la capacidad requerida para hacerla efectiva. Por lo pronto, se ha logrado pasar
de 46 países atendidos en promedio por año entre 2000 y 2006 a 66 países promedio por
año a partir de 2007. A partir de 2007, se ha alcanzado una inversión superior a los tres
millones de dólares aproximadamente.

Retos
Uno de los desafíos fundamentales para lograr un uso efectivo de la estrategia de
diplomacia cultural en Colombia es la necesidad de ampliar y fortalecer las capacidades
de gestión de los funcionarios encargados de las actividades culturales y educativas en las
misiones diplomáticas de Colombia en el exterior. En este sentido, uno de los principales
objetivos que el Ministerio de Relaciones Exteriores tiene para el 2010 es el de
desarrollar unas herramientas de formación virtual que permitan fortalecer estas
capacidades. Para el efecto, en el segundo semestre de 2010 se desarrollará el primer
diplomado virtual “La cultura como herramienta de la política exterior” que constituye el
primer esfuerzo de educación continuada, que deberá ser mantenido y profundizado por
las administraciones futuras.

Así mismo, se presentan desafíos en la medición del impacto de la estrategia, para lo cual
deberán construirse indicadores que permitan determinar los resultados de las actividades
desarrolladas, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, y dejar a un lado las
mediciones anecdóticas. La labor se dificulta, en parte, dado que muchos de los objetivos

16
Declaración de París sobre la eficacia de la ayuda al desarrollo (2005) y Programa de Acción de Accra
(2008), disponibles en: http://www.oecd.org/dataoecd/53/56/34580968.pdf
de la estrategia dependen del desarrollo de actividades paralelas en diferentes campos de
acción. No obstante, el Ministerio de Relaciones Exteriores se encuentra actualmente en
un proceso de análisis interno, que se espera produzca, con apoyo de la academia,
indicadores válidos y rigurosos.

También deberá avanzarse en el fortalecimiento de la capacidad de promover la


diplomacia académica o educativa. Colombia es cada vez más reconocida a nivel
internacional por sus fortalezas en relación con sistemas de acreditación, de certificación
de calidad y por el alto nivel académico de sus universidades, entre otros. Ese potencial
ha hecho que las instituciones de educación superior de origen público y privado inicien
el desarrollo de una estrategia de internacionalización cuyos primeros resultados aún no
se han evaluado.

Con respecto a las tensiones que puedan surgir entre los esfuerzos de diplomacia cultural
y los temas de orden migratorio y de seguridad nacional, es importante resaltar que “la
mejor política exterior es una buena política interna”, tal como lo afirmaba el ex Ministro
de Relaciones Exteriores Jaime Bermúdez Merizalde. Esto está vinculado a la inocuidad
de tratar de desarrollar estrategias de diplomacia cultural sobre la base de vender algo que
no existe. En ese orden de ideas, es evidente que los progresos en materia de seguridad
nacional en el territorio colombiano han tenido un impacto positivo en el número de
personas que visitan cada año al país, sea por razones de negocios o de turismo. Este
creciente influjo de visitantes del exterior también ha sido impulsado por la campaña de
promoción turística del país, “Colombia: el único riesgo es que te quieras quedar”.

Por otra parte, es necesario trabajar en la generación de interés por parte de las empresas
privadas por acompañar la estrategia de diplomacia cultural, de acuerdo con sus propios
intereses estratégicos. Si se concreta la efectiva vinculación del sector privado, sin duda
el impacto de la diplomacia cultural será mayor.

Finalmente, resulta necesario lograr que las acciones emprendidas sean adecuadamente
recogidas y divulgadas en los medios de comunicación. Como esfuerzo inicial de
divulgación, la Cancillería ha diseñado la página web de la diplomacia cultural de
Colombia, en donde es posible encontrar la programación en el exterior, los acuerdos y
proyectos de cooperación, las publicaciones del Ministerio y las iniciativas adicionales
que se están implementando.17

La diplomacia cultural en el Reino Unido. La experiencia del British Council18


Entre los objetivos que persiguen los estados dentro del sistema internacional se
encuentran el incremento de su capacidad de influencia sobre otros países con fines
políticos, económicos y comerciales; el aumento de su capacidad para aprovechar los
procesos de globalización, ya sea a través de las habilidades de sus ciudadanos o de la
capacidad de sus instituciones para interactuar con entidades homólogas alrededor del
mundo. Adicionalmente, los estados tienen la necesidad de ser entendidos por otros
miembros de la comunidad internacional. Ya no es suficiente con decirle a las demás
personas “somos un país estupendo” con una historia incomparable y un sistema de
gobierno envidiable. Se debe atraer a la gente y hacerles creer que las necesidades del
país coinciden con sus necesidades individuales.

Para que el Reino Unido saque el mejor provecho de la globalización se requiere atraer
personas con la capacidad de tomar ventaja de las oportunidades que ofrece el mundo
globalizado, por lo que se necesita que aprendan otras lenguas. Gran Bretaña es un país
casi mono lingual con bajas habilidades idiomáticas, por lo que uno de los objetivos de la
diplomacia cultural británica es persuadir a las personas para que aprendan otras lenguas,
así el resto del mundo quiera aprender inglés. Si un país va a interactuar de manera
efectiva con otro país, se necesita que conozca su cultura y su lenguaje como un método
para alcanzar el entendimiento y la cooperación bilateral.

En este sentido, para el Consejo Británico, la definición de diplomacia cultural difiere


levemente de las definiciones expuestas anteriormente. Para esta organización, las
relaciones culturales son métodos por medio de los cuales se construye confianza e

17
Ver: http://www.cancilleria.gov.co/wps/portal/culturales/inicio
18
Esta sección se elaboró con base en Davidson, op. cit.
interacción. Se trata de un flujo doble de ideas que se da a través del intercambio de
conocimiento a nivel global. La construcción de confianza es un acto deliberado y
beneficioso para los intereses nacionales del Reino Unido.

Las herramientas que utiliza el Consejo Británico no se limitan a la cultura, entendida


ésta como expresiones artísticas exclusivamente. Las artes son de vital importancia sin
duda, y no es posible establecer relaciones culturales sin una base firme sobre éstas. Pero
también se incluyen la educación, la semiología, el deporte y, sobre todo, el lenguaje. Si
lo que se pretende es intercambiar ideas, el primer paso es poder comunicarse en un
idioma común. Puede ser el idioma inglés, o el español, o el lenguaje artístico, o del
deporte, incluso el lenguaje de la ciencia. El argumento es que el lenguaje, como
manifestación cultural, es un elemento fundamental para el intercambio cultural.

Implementación y logros
Como organización, el Consejo Británico existe desde hace 75 años. En Colombia, el
primer centro del Consejo Británico fue fundado en 1940 como uno de los primeros
centros de operación en el extranjero. Su propósito fundamental es el de ampliar la
concepción de los jóvenes con respecto a los asuntos internacionales, con el fin de que
desarrollen las habilidades necesarias para convertirse en ciudadanos globales. Así
mismo, el Consejo Británico busca proveer de oportunidades a las futuras generaciones
de líderes locales para que se junten en todas las regiones del mundo y entablen diálogos
con sus contrapartes británicas. En este sentido, lo que busca es desarrollar la influencia
del Reino Unido en el mundo así como establecer relaciones de confianza hacia ese país,
convirtiéndolo en un socio atractivo para las organizaciones y los estados. Las relaciones
culturales cumplen el anterior cometido a través de tres elementos: la construcción de
relaciones de largo plazo, la construcción de relaciones sostenibles y la construcción de
relaciones de entendimiento mutuo.

Al generar escolarización (schooling), por ejemplo, el Consejo Británico brinda


oportunidades a los jóvenes británicos de conocer jóvenes en Colombia y en otras partes
del mundo. El apoyo al arte también es sumamente importante, como se demuestra a
través del apoyo al Hay Festival que lleva cinco años realizándose exitosamente en
Cartagena. El cambio climático es también un asunto que ocupa la atención del Consejo
Británico, pues se considera necesario trabajar en los temas que preocupan a los jóvenes,
si se pretende tener algún tipo de influencia y contacto sobre ellos.

Retos
Existen muchos riesgos en la agenda de las relaciones culturales. En primer lugar, éstas
no deberán ser usadas con fines propagandísticos, pues la propaganda es sumamente
evidente y la gente la identifica de inmediato. En segundo lugar, si se mantiene una
politica de honestidad sobre lo que hacen los países (en lugar de promover propaganda),
es muy posible que alguien en el país de origen se vea ofendido. No obstante, lograr
representar un país en todas sus facetas, positivas y negativas, es, de acuerdo al Consejo
Británico, parte de la naturaleza de las relaciones culturales.

Para construir relaciones culturales edificantes es necesario también mantenerse a


distancia de los gobiernos. El Consejo Británico goza de independencia operativa desde
el año de su creación. Se planteó entonces que el trabajo del Consejo debía ser a largo
plazo y que debía buscar el establecimiento de relaciones sostenibles,
independientemente de las directrices (aunque nunca totalmente) del Gobierno británico.
Así, el primer principio de la organización es el reconocimiento de la imposibilidad de
construir credibilidad sin algún tipo de independencia de los gobiernos.

Un ejemplo ilustrativo de esta aproximación se presentó en Arabia Saudita. El Consejo


Británico organizó una exhibición sobre la vida de los musulmanes en el Reino Unido, un
tema nada fuera de lo común. Lo inusual de esta experiencia fue que los fotógrafos
contactados para participar en la exhibición eran saudíes. Fueron invitados al Reino
Unido a tomar las fotos y se les permitió acceso a todo el país. Los fotógrafos fueron a
centros de detención de inmigrantes ilegales, a las escuelas, a las zonas de bajos recursos
del país y a las zonas adineradas. Para complementar la exhibición ‘Life of Muslims in
Britain’, se le pidió a los fotógrafos que invitaran a fotógrafos británicos a retratar la vida
de los extranjeros en Arabia Saudita. La exhibición tuvo un gran impacto en Arabia
Saudita, y fue descrita como una de las exposiciones públicas más efectivas jamás hecha
en ese país. También causó polémica en Gran Bretaña y propició largos discursos
parlamentarios reprochando el evento, en los cuales se acusó al Consejo Británico de no
mostrar confianza en el Reino Unido, de insultar al país y de mostrar su peor lado. Para el
Director Ejecutivo del Consejo Británico, por el contrario, lo que se logró a través de la
exhibición fue mostrar lo mejor del Reino Unido; un país capaz de mirarse a sí mismo y
de dejarse escrutar desde adentro por personas provenientes del exterior.

Otro de los temas que más suscita controversia en el medio de las relaciones culturales es
el de la medición del impacto y los resultados. ¿Cómo se demuestra, en un período
relativamente corto, un impacto que ha sido planeado y desarrollado con objetivos de
largo plazo? El Consejo Británico ha abordado esta cuestión a través de la construcción
de indicadores. No obstante, el problema más serio en la formulación de éstos radica en
determinar con claridad qué acciones llevan a cuáles resultados. Es muy difícil establecer
relaciones de causalidad directa en estos temas, por lo cual se acude al uso de indicadores
indirectos.

Así, aunque el número de estudiantes extranjeros en Gran Bretaña no es necesariamente


una medida directa del grado de confianza que las personas tienen sobre el Reino Unido,
sí representa la medida en que el Reino Unido es atractivo en el exterior; ciudadanos
extranjeros usarán los servicios del sistema educativo y regresarán eventualmente a sus
países de origen, llevándose consigo sus experiencias educativas así como un renovado
punto de vista sobre los asuntos del mundo y, sobretodo, del Reino Unido. De este modo,
la cifra sobre estudiantes extranjeros en Gran Bretaña se convierte en un indicador de
suma importancia para medir el impacto de los programas de relaciones culturales.

Finalmente, otro tema que suscita tensión en el mundo de las relaciones culturales es el
de los problemas migratorios y de la seguridad nacional. La tensión se manifiesta
especialmente en que por un lado el Consejo Británico gasta millones en impulsar a la
gente a que visite a Gran Bretaña, mientras que los servicios de frontera se gastan
millones simultáneamente tratando de evitar que las personas entren a Gran Bretaña. Por
tal motivo, siempre hay una negociación constante con los agentes de frontera y aduanas
con respecto al régimen de visas del Consejo Británico. También se promueve que las
personas en el extranjero tengan claro y entiendan cuál es ese régimen de visas.

Transcripción de las intervenciones19

Angelika Rettberg, palabras introductorias

Quiero agradecer y reconocer muy especialmente a nuestros socios en la organización de


este evento, la Oficina de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Colombia y el British Council, con quienes la colaboración ha sido eficaz y agradable, y,
espero, prometedora en cuanto a futuras colaboraciones en temas afines.Sólo para que
todos tengamos una base común, quiero describir brevemente en qué consiste esto del
poder “suave”, acerca del cual nos hablarán nuestros conferencistas de hoy.

J. S. Nye (2008), profesor de la Universidad de Harvard, acuñó el término originalmente


en 1990 y lo revisó en 2008 señalando que: “el poder suave es la habilidad de afectar a
otros y obtener los resultados deseados por medio de la atracción más que—o además
de—a través de la coerción y el pago”. La diplomacia cultural es un importante
componente del poder suave y se define como “el intercambio de ideas, información, arte
y otros aspectos de la cultura entre las naciones y sus pueblos para fomentar la
comprensión mutua (Cummings 2003, quoted in Schneider 2004). El propósito de la
diplomacia cultural es persuadir a través de la cultura, las ideas y los valores, en contraste
con el poder “duro”, basado en la capacidad militar y el poder económico.

En la política exterior de los países occidentales la aplicación del poder suave se ha


concretado muchas veces en el esfuerzo por ganarse los “corazones y las mentes” de las
personas, en vez de imponer sencillamente una determinada visión del mundo mediante
la coerción y la fuerza.

19
Las transcripciones conservan el idioma original en el que fueron realizadas las intervenciones.
Durante la Guerra Fría, por ejemplo, los esfuerzos de diplomacia cultural eran
financiados tanto por la CIA como por el Depto. de Estado de los EEUU. La DC era
entendida como un asunto de seguridad nacional, en el sentido que quiénes decidían las
políticas del momento veían un vínculo entre la interacción de los Estados Unidos con
una audiencia extranjera de determinados productos culturales (como el cine, las artes
plásticas, la literatura y el periodismo) y la victoria contra el enemigo (Finn 2003). La
idea era ofrecer, a través de las producciones culturales, la “esperanza” de una vida mejor
a los ciudadanos de naciones bajo la amenaza comunista (o bajo la cortina de hierro),
basada en el estilo de vida americano (Finn 2003).

En la actualidad, la diplomacia cultural no se restringe a los estados sino que se dispersa


entre diversos actores del sistema internacional.

La caída del Muro de Berlín, primero, y el ataque del 11 de septiembre de 2001 contra los
EEUU ha causado una disminución de la importancia de la diplomacia cultural, reflejado
tanto en el número de programas que se adelantan como en la financiación que reciben,
en buena parte porque la renovada sensación de una amenaza global ha reforzado las
posiciones de quienes consideran que el tipo de amenaza global que se cierne sobre el
mundo requiere una respuesta dura. “Suave” en este nuevo contexto, para algunos
significa “débil”, llevándolos a abogar por diplomacias de corte duro. Qué más oportuno,
entonces, que esta conversación que nuestros expertos adelantarán hoy sobre las
funciones y continua relevancia de la diplomacia cultural en el mundo de hoy.

Este conversatorio es aún más relevante si consideramos que la literatura sobre el tema se
ha enfocado en el desarrollo del poder suave y en las actividades de diplomacia cultural
de las grandes potencias. Poco se ha escrito sobre el desarrollo, la utilidad y las
estrategias de los países pequeños y en vía de desarrollo. El caso colombiano, por
ejemplo, es interesante, porque se desarrolla alrededor de dos esfuerzos paralelos: atraer
inversión extranjera y turismo, y modificar la imagen negativa del país vinculada a la
violencia política y del narcotráfico.
Por eso es importante el conversatorio, para empezar a llenar ese vacío en la discusión
académica, no sólo a nivel nacional sino, esperamos en un futuro, a nivel internacional.
Quiero ahora darle la palabra a los especialistas, para que nos presenten sus percepciones
sobre el tema.
Adriana Mejía Hernández, Viceministra de Asuntos Multilaterales, Ministerio de
Relaciones Exteriores, es profesional en Finanzas, Gobierno y Relaciones
Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Ha sido Viceministra y
coordinadora del grupo de relaciones internacionales del Ministerio de Cultura;
Directora del Instituto Distrital de Cultura y Turismo; y ha ejercido cargos en la
Contraloría Distrital, el Banco de Comercio Exterior de Colombia, Bancoldex y el
Ministerio de Desarrollo Económico. Así mismo, ha trabajado en el sector privado como
Presidenta Ejecutiva de la Cámara Colombiana del Libro; Gerente de la Revista
Estrategia Económica y Financiera, y ha ejercido en la academia coordinando el Centro
de Investigaciones y Proyectos Especiales CIPE de la Universidad Externado de
Colombiana y en la cátedra de técnicas de negociación de la Facultad de la que es
egresada.

Martin Davidson es Director Mundial del British Council desde abril de 2007. Desde
joven ha estado vinculado al sector diplomático, como oficial administrativo en Hong
Kong; fundador de la oficina del British Council en el Sur de China en Guangzhou, y
posteriormente como director del British Council en China, desde su oficina en Beijing.
El señor Davidson también ha ocupado diversos puestos en la sede central del British
Council en Londres, con responsabilidades que han incluido el Sudeste de Europa,
Oriente Medio, Asia Oriental y las Américas. Es miembro de la Junta de la Gran Bretaña
del Consejo de China.

Arlene Tickner, profesora titular del Departamento de Ciencia Política de la


Universidad de los Andes, tiene una maestría en Estudios Latinoamericanos de la
Universidad de Georgetown, en Washington D.C. y un doctorado en Relaciones
Internacionales en la Universidad de Miami. Fue Directora del Centro de Estudios
Internacionales del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes y
profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Es
columnista e invitada recurrente en programas de análisis político de diversos medios de
comunicación. Actualmente sus investigaciones giran en torno al estudio de la academia
internacionalista alrededor del mundo, el narcotráfico y las dinámicas criminales
transnacionales, así como la política exterior colombiana.

Cada uno de ellos hablará 15 minutos. Seguidamente tendremos la oportunidad de


realizar una discusión que yo moderaré y en la que ustedes tendrán la posibilidad de
participar.

Antes de concluir, quiero recordar que el British Council ha puesto a nuestra disposición
un servicio de traducción. También quiero que sepan que en las próximas semanas se
publicará una relatoría de lo que se presente y se discuta hoy en formato impreso y
virtual, gracias al apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Universidad de
los Andes. Les ruego

De nuevo gracias a todos y todas por su compañía hoy, espero que disfruten de este
evento.

Viceministra Adriana Mejía, Diplomacia cultural: La cultura como herramienta de


política exterior
En nombre del Ministro de Relaciones Exteriores, deseo agradecer a la Universidad de
los Andes y al British Council por su entusiasmo y generosa colaboración en la
organización de este primer encuentro sobre diplomacia cultural, con ocasión de la visita
del Director Ejecutivo, señor Martin Davidson, y como parte de las actividades que se
desarrollan en conmemoración del 70 Aniversario de la presencia del Consejo en el país.

Esta sin duda será una oportunidad propicia para intercambiar algunas ideas en torno a
los esfuerzos que adelantan los diferentes países en torno a la formulación y puesta en
marcha de políticas de diplomacia cultural como parte de sus agendas de política exterior.
En lo que me corresponde, por supuesto, me referiré al caso de Colombia.En un entorno
globalizado, los intercambios culturales, incluso entre las regiones más lejanas y
disímiles del mundo, se desarrollan con enorme facilidad.

Cada vez en mayor medida, los seres humanos cuentan con la capacidad de acceder, de
una forma u otra, al conocimiento de las representaciones artísticas y manifestaciones
culturales originadas en los diversos rincones de la tierra. En la actualidad, las
condiciones están dadas para intensificar el intercambio del conocimiento de las
expresiones artísticas y patrimoniales, a través del fortalecimiento de las relaciones
culturales entre los países.

Desde el punto de vista político, ha sido posible evidenciar la manera como algunos
países han privilegiado la construcción de vínculos culturales en el desarrollo de su
política exterior, y la forma como dicha estrategia ha contribuido a fortalecer sus
capacidades de negociación en los escenarios internacionales.

A partir de diversas aproximaciones teóricas, el intercambio cultural ha sido reconocido


como una forma de “poder suave”, utilizado cuando otros canales diplomáticos están
agotados o como complemento a la diplomacia tradicional.

El término “poder suave” fue acuñado en 2004 por el politólogo Joseph Nye, profesor de
la Universidad de Harvard, quien lo definió como la habilidad de obtener lo que se quiere
a través de la cooptación y la atracción. La “diplomacia cultural”, fue descrita por Milton
Cummings como el intercambio de ideas, información, valores, sistemas, tradiciones y
creencias que se utiliza con el fin de fomentar el entendimiento mutuo entre los pueblos.
De acuerdo con George Yudice la cultura como recurso puede compararse con la
naturaleza como recurso, sobre todo porque ambas se benefician del predominio de la
diversidad. La cultura se invierte, se distribuye globalmente, se utiliza como atracción
para promover el desarrollo del capital y del turismo y puede convertirse en un
mecanismo de acción en el exterior.
En su intervención durante el Encuentro Andino de Diplomacia Cultural convocado por
el Ministerio de Relaciones Exteriores en 2007, Edgar Montiel manifestó que: “La
cultura, contrario a la visión tradicional que pretende de ella una práctica libre de todo
tipo de influencias, nunca es neutra. Al contrario, es un elemento estratégico de primer
orden, quizá el más influyente, por su versatilidad y plasticidad”.

La experiencia de algunos países puede facilitar la comprensión del alcance de la cultura


como herramienta de política exterior. El caso de Francia constituye un ejemplo de
diplomacia cultural efectiva. A través de la red de Alianzas Francesas, identificadas
como centros de estudio del idioma francés, ese país ha dado a conocer el variado
espectro de su cultura y ha logrado un reconocimiento significativo de sus expresiones a
través del cine, el arte, la música y la gastronomía, entre otros.

México, por su parte, ha reivindicado una identidad nacional fundamentada en el arte


popular y, por este medio, ha logrado un reconocimiento internacional significativo. La
Revolución Cultural mexicana, con exponentes como Diego Rivera, Frida Kahlo, José
Clemente Orozco, la gastronomía de orígenes prehispánicos y sus lenguas indígenas,
entre muchos otros elementos, ha penetrado positivamente sociedades en todo el mundo.
En 1994, México invirtió aproximadamente 5 millones de dólares en la promoción de su
cultura en los Estados Unidos y complementó así los esfuerzos de la negociación del TLC
entre los dos países.

España, a través de la presencia de 68 Institutos Cervantes en 36 países, ha logrado


expandir el aprendizaje de la lengua española en diversas latitudes para dar a conocer su
idiosincrasia y su historia; y con la presencia activa de las Agencias de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, ha impulsado numerosos proyectos que vinculan
directamente la cultura y el desarrollo.

Como parte de las metas definidas para el cuatrienio 2006-2010, el Ministerio de


Relaciones Exteriores ha venido trabajando en la construcción de una estrategia de
diplomacia cultural que complemente y fortalezca las acciones orientadas al logro de los
objetivos de la política exterior. En desarrollo de la estrategia de diplomacia cultural, las
expresiones artísticas y culturales complementarán el esfuerzo que adelantan las misiones
diplomáticas de Colombia en el exterior por facilitar una mayor comprensión de la
riqueza que reporta la diversidad y que hace parte de la compleja realidad colombiana. A
través de la música, las artes plásticas, la danza, la literatura, el teatro y el cine, entre
otras expresiones artísticas, se espera dar a conocer la pluralidad que en Colombia está
representada por regiones, comunidades, costumbres y paisajes y que explica, en buena
medida, la impertinencia de abordar su análisis desde una perspectiva simplista.

De manera paralela, se trabaja en el fortalecimiento de los intercambios acordados en


desarrollo de los convenios de cooperación educativa y cultural para lograr resultados
efectivos en su ejecución. A diferencia de las tareas que corresponde adelantar al
Ministerio de Cultura en materia de apoyo a la creación, promoción y divulgación de las
expresiones artísticas y culturales, el Ministerio de Relaciones Exteriores define su acción
cultural en función de los intereses estratégicos de la política exterior y por lo tanto
orienta sus esfuerzos al público extranjero.

El acercamiento a un país cuya riqueza cultural se origina, justamente, en la diversidad de


sus expresiones, hará posible lograr una mejor comprensión de las diferentes realidades
que cohabitan en un mismo territorio y superar así la aproximación simplista que en
ocasiones ha constituido el parámetro con base en el cual la comunidad internacional
observa a Colombia. El Ministerio de Relaciones Exteriores ha asumido el compromiso
de dar a conocer las diversas realidades de Colombia, lograr así su mejor entendimiento y
cualificar la interlocución con los actores de la comunidad internacional. De ahí, que el
portafolio que actualmente comprende el Plan de Promoción de Colombia en el Exterior
se ocupe de ofrecer la posibilidad de observar la historia y los valores sobre los que se
construyó la democracia cuando el país se constituyó como república independiente; la
diversidad cultural y social de las diferentes regiones que componen el territorio; las
tradiciones que compartimos con los pueblos cercanos, en especial con aquellos que
desarrollaron su proceso de construcción de nación a la par con nosotros; la riqueza de
nuestra biodiversidad; los logros que hoy permiten que Colombia sea hoy un destino
atractivo para el turismo y para la inversión; el espíritu de superación, el entusiasmo y la
capacidad de trabajo que permitirán que Colombia continúe avanzando en términos de
desarrollo económico y social, supere la pobreza y garantice mayores niveles de bienestar
para toda la población.

La vinculación de los planes de acción cultural de las misiones diplomáticas de Colombia


a la agenda de la política exterior, necesariamente reflejará aquéllos objetivos prioritarios
para la política del Estado y los avances y logros resultantes de los esfuerzos empeñados
para alcanzarlos. En ese orden de ideas, algunos elementos esenciales del portafolio
desarrollado como herramienta de la estrategia de diplomacia cultural, son los siguientes:
Según el DANE, el 10.6% de los habitantes de nuestro país se auto reconoce como
afrocolombiano. Su folclor y su tradición oral han sido los rasgos más característicos de
su cultura que han aportado a la identidad colombiana, por medio de su música y danza.

De igual forma, en Colombia se auto reconocen como indígenas más de un millón de


personas, habitantes de 710 resguardos que abarcan alrededor de 32 millones de
hectáreas, el 27,34% del territorio nacional. A partir de la Constitución de 1991, los
pueblos indígenas han visto fortalecidos sus derechos a través de la apertura de espacios
que garantizan y promueven su participación política y de acciones afirmativas en
educación, salud y cultura. Dada la diversidad de grupos indígenas en el país, es posible
identificar un sinnúmero de expresiones culturales que los representan. Estas van desde
sus conocimientos ancestrales, pasando por sus artesanías y tradiciones folclóricas, hasta
las imágenes de sus paisajes y costumbres.

La estrategia de diplomacia cultural cuenta con varios instrumentos que le permiten


desarrollar sus objetivos. Entre ellos, los planes de acción cultural y los acuerdos marco
de cooperación, y sus ejecutorias a través de las comisiones mixtas bilaterales. Colombia
cuenta actualmente con 48 representaciones diplomáticas, 4 misiones permanentes ante
los organismos multilaterales y 64 consulados en el mundo. Para 2010, se construyeron
51 planes de acción cultural que responden a las líneas que han sido definidas como
estratégicas de la política exterior.
Colombia Afro, Colombia Indígena, Colombia Inclusiva, Colombia se reconcilia,
Colombia Democrática, Colombia Bicentenaria, Colombia país de regiones, Colombia
verde, Colombia Cosmopolita, Colombia Turística y Colombia país de industrias
culturales, son los enfoques temáticos que impulsamos en el exterior y que se constituyen
en la aplicación de la reflexión a la que me referí anteriormente. Para cada enfoque, se ha
construido un Portafolio Artístico y académico, tras un ejercicio riguroso de calificación
técnica con base en criterios de excelencia artística, formación, trayectoria, recuperación
del patrimonio y representatividad. El Portafolio incluye manifestaciones en las áreas de
música, artes plásticas, teatro, danza, literatura y expertos académicos, entre otros.

En la actualidad, el Portafolio comprende más de 170 expresiones culturales y


académicas y se constituye en el insumo principal para la programación que las misiones
diplomáticas desarrollan en el exterior. En los años recientes, se ha replanteado la
metodología de trabajo que se desarrolla en el marco de las comisiones mixtas bilaterales
en materia de cooperación educativa y cultural, con el fin de atender los principios de
eficacia contenidos en la Declaración de París y en la Agenda de Acción de Accra. En la
actualidad, Colombia cuenta con 12 comisiones mixtas activas y 45 acuerdos marco de
cooperación, de los cuales 22 han tenido algún nivel de desarrollo en el último cuatrienio.
El piloto de la aplicación de esta nueva metodología de trabajo en materia de cooperación
cultural se ha desarrollado con la República de El Salvador y arroja, después de cuatro
meses, un 25% de ejecución.

Nuevos instrumentos como el portafolio de cooperación cultural de Colombia, construido


a partir de una labor conjunta con el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional, el
Museo Nacional y la Dirección de Cinematografía, establecen posibilidades concretas de
asistencia técnica a otros países, con cronogramas de trabajo y costos aproximados. Este
tipo de herramientas facilitará la preparación, gestión y efectiva transferencia de
conocimiento y construcción de capacidades en los países receptores de la cooperación.
Para finalizar, es importante señalar que la implementación de una estrategia de
diplomacia cultural en Colombia es un proceso que se ha iniciado de manera reciente y
que será susceptible de ajustes y modificaciones a fin de dotar a esta herramienta de
política de la capacidad requerida para hacerla efectiva. Por lo pronto, se ha logrado pasar
de 46 países atendidos en promedio por año entre 2000 y 2006 a 66 países promedio por
año a partir de 2007. Adicionalmente se ha dado inicio a la ejecución de planes de acción
cultural en las misiones permanentes de Colombia ante los organismos multilaterales.
El presupuesto asignado al Plan de Promoción de Colombia en el Exterior también ha
evolucionado de manera positiva en la última década. A partir de 2007, se ha alcanzado
un de inversión superior a los tres millones de dólares aproximadamente. Este esfuerzo
financiero debe mantenerse en el tiempo, a fin de lograr objetivos de largo plazo.

Por supuesto, existen desafíos que demandarán de mayores esfuerzos para lograr una
estrategia de diplomacia cultural efectiva. Con el fin de medir su impacto, se deberán
construir indicadores que permitan establecer los resultados de las actividades
desarrolladas tanto en términos cuantitativos como cualitativos. De la misma manera, se
deben ampliar y fortalecer las capacidades de gestión de los funcionarios encargados de
las actividades culturales y educativas en las misiones diplomáticas de Colombia en el
exterior. Para el efecto, en el segundo semestre de 2010 se desarrollará el primer
diplomado virtual “la cultura como herramienta de la política exterior” que se constituye
en el primer esfuerzo de educación continua, que se deberá mantener y profundizar.

Se deberá también avanzar en el fortalecimiento de la capacidad de promover la


diplomacia académica o educativa. Colombia es cada vez más reconocida a nivel
internacional por sus fortalezas en relación con sistemas de acreditación, de certificación
de calidad y por el alto nivel académico de sus universidades, entre otros. Ese potencial
ha hecho que las instituciones de educación superior de origen público y privado inicien
el desarrollo de una estrategia de internacionalización cuyos primeros resultados aún no
se han evaluado. De otro lado, se debe trabajar en la generación de interés por parte de las
empresas privadas por acompañar la estrategia de diplomacia cultural, de acuerdo con sus
propios intereses estratégicos. Si se concreta la efectiva vinculación del sector privado,
sin duda el impacto de la diplomacia cultural será mayor.

Finalmente, resulta fundamental lograr que las acciones emprendidas sean


adecuadamente divulgadas y recogidas en los medios de comunicación. Como esfuerzo
inicial de divulgación los invitamos a conocer la página web de la diplomacia cultural de
Colombia, en donde encontrarán la programación en el exterior, los acuerdos y proyectos
de cooperación, las publicaciones del Ministerio y las iniciativas adicionales que se están
implementando.

Gracias.

Martin Davidson, La diplomacia cultural y el British Council


It’s a fairly unique experience for me, as Chief Executive of the British Council, to be
able to talk to ministers of Foreign Affairs about the nature of cultural relations. They
often talk to me about it, but having the opportunity to have you listen is a great pleasure.
It’s also a great pleasure to be able to speak here, at the University described by the
British historian Felipe Fernández as ‘exemplary’. He said: “a visit to Los Andes would
be an ideal education for European education functionaries and vice-chancellors”, and
from what I’ve heard I understand what he means.

I’d like to follow up the comments made by the vice-minister, by thinking about this
question from a British Council –and to an extent-, a UK perspective. The starting point
seems to be the ‘changing world environment’ within which we are trying to develop
stronger relations between our country and other countries. The impact of globalization;
the fact that no single country is able on its own – no matter how powerful- to deal with
the range of issues which face them –or us-, as nations: Issues of migration, issues of
climate, issues of the global economy, issues of global diseases. Each one of these areas
requires collaboration of a completely different scale than we have seen before.
Technology, the advent of technology, means that every individual in this room or in the
world (almost) could become a broadcaster with the purchase of a small camera and an
IT connection. Everyone is able to have an opinion and that opinion could be heard
around the world without any intervention from authority. And the ability of governments
or institutions to manage the media perception is extraordinarily difficult and much more
difficult when you’re talking about the attitudes towards states. And the paradox –which I
think is a vital important one-, at a point when the world is coming in so many ways
together, the levels of distrust between the peoples of the world seems to us to be getting
wider and wider. The capacity of each country to ensure that its own citizens have the
ability to make the most of globalization requires an engagement with the rest of the
world, and the fear of not being able to take part in that globalization, of those
opportunities, I think drives fear, drives fears about the nature of identity, drives fear
about the nature of your prosperity, it drives fear about the intentions of others towards
you. And those fears often drive growing levels of mistrust between countries.

Now all governments, all countries seek to do a number of things in the international
sphere. They seek to grow their capacity to influence others, for political, economic, trade
reasons; they seek to grow their capacity internally to take advantage of globalization,
whether that is through growing skills for young people, whether it’s improving the
capacity of institutions to engage with comparable institutions elsewhere in the world.
Above all else, there is an extraordinary growth in the need to be understood, but also the
need to influence and the need to attract other people too. It is no longer good enough to
tell people that ‘we are a fine country’, that we have a great history, that we are
democratic. People need to be attracted to us, to be able to actually see these areas as
something of importance to them.

Cultural relations which is what we define ourselves (BC) as doing; we define perhaps
slightly different from the definitions you’ve just heard, but only on the margins. We
define cultural relations as the attempt to build trust –and that’s a very important word for
us-, and engagement; that is a two-way exchange of ideas, through exchanging
knowledge and ideas globally. And we in our case, the British Council, we seek to build
that trust and that engagement for the UK: it is quite deliberately an activity which seeks
to build benefits for the UK. The tools that we use – and this is one of the points where I
begin to differ from the vice-minister-, is not simply culture. Rather it is culture written in
a much wider sense than simply the arts. The arts are vitally important: you cannot do
cultural relations without firm basis on the arts. But it also includes education; it also
includes signs; it also includes sport; and above all else, it also includes language.
Because, if you are going to try and create and opportunity for an exchange of ideas
between people then you have to have a common language to be able to undertake that
exchange. That might be the language of English, or the language of Spanish, or the
language of Chinese; but it might be the language of music, or the language of the arts, or
the language of sport or the language of science. But language is a critically important
theme. And we have the huge advantage of being English speakers, and people seeking
us, to come to us, and being attracted to the UK, because of their desire to learn our
language. This also has a disadvantage, because people do not come to learn English in
order to be able to read Shakespeare sadly -it’d be a much better world if they did, but
sadly they don’t- they come to learn English for business purposes, for the ability to
engage internationally, for international communication. So, it is very difficult for us, for
the language to carry all the cultural overtones which perhaps other languages are able to
do.

Now we as an organization, the British Council, we’ve existed for 75 years, 70 years here
in Colombia – I am very proud that Colombia was one of our first overseas operations,
founded in 1940 -. Our purpose, what we seek to do, is first and foremost broaden young
people’s international views, to develop skills which will allow them to become global
citizens, and to provide opportunities for the next generation of political, social,
educational, scientific and cultural leaders, to come together in regions across the world,
and of course, to come together with their UK counterparts. That is where we believe that
we are able to deliver both influence and trust for the UK and also make the UK an
attractive partner for those organizations.
Where does it fit within an overall sense of what a nation’s international agenda is? All
nations, it doesn’t matter how big or small they are, seem to us to share a range of
international interventions which they can make, and different nations choose different
parts of these. The spectrum that we would talk about stretches from A, at one end,
through the persuasive nature of cultural relations and cultural diplomacy, through to a
more strident positioning of a country’s views on particular areas, through to military
options. We have a rather glib way of saying that it stretches from giving to helping, to
sharing, to boasting, to telling, to fighting.

Cultural relations it seems to us fits at the very centre of that, which is around the sharing
and the boasting. There’s nothing wrong with boasting about our country, and there’s
nothing wrong with telling people about what we are proud of, but equally it is not going
to be sufficient, and if you’re going to convince people of the value that you believe that
you have, then you have to attract them to you, and that is done – we believe -, through
sharing.

Cultural relations fill that space by doing three critically important things. First of all, in
building long-term relationships; in building sustainable relationships; and thirdly, in
building mutual relationships. The relationships if they are going to be of value, if they
are going to avoid all the perils of cultural imperialism must be based upon a mutual
exchange of ideas and a mutual exchange of values, and that requires listening, as well as
speaking. People will not talk to you if all you want to do is tell them about your own
views. You have to be prepared also to listen to them. And the sort of examples that we
have of the work that we do, English language is usually important for us, but it isn’t
simply having the teaching centers that are based here in Bogotá, teaching people English
and particularly to the elites who have the capacity to afford paying admittedly rather
high fees. It is also working with the Colombian government on supporting the
extraordinary range of activities in developing the English language capacity within the
public education system. It is providing support to teachers of English. It is providing
materials for people to be able to have better access, and it is providing tools through the
internet for individual students across this country and across the world to actually gain
access to English through the sort of work that we do. It is about working on education,
schooling. It isn’t simply about the extent to which young Colombians know and
understand about the UK, it is also the extent to which young people in the UK know and
understand about Colombia.
If we are going to make the most of opportunities of globalization for the UK, then we
need the skills of adding on people to be able to take them to be able to operate in that
global world. So we need people to learn other languages. Britain is almost a
monolingual country, we have very weak language skills in our country, and one of the
things we have to do is to persuade people that other people’s languages are important to
learn even if they are going to learn ours. Why? Because if you are going to engage
effectively with somebody from a different culture, you need to be able to understand that
culture and language is one of the key ways with which you actually get that
understanding. So we are building schoolings, which create opportunities for young
people in Britain to have contact with young people in Colombia and elsewhere around
the world. The arts is undoubtedly important. We are very proud of the fact that the Hay
Festival is taking place in Cartagena and has been taking place for five years, and
working in our continuing to build the artistic exchange between Colombia and Britain is
a vital important part of our work. The climate change is also part of our work, and
people often look at me and ask me why is an organization such as the British Council
involved in an issue such as climate change? The reason is that if you’re going to be
involved in exchanges of views between young people you’ve got to be working in some
of those agendas which are important for young people, and climate change almost
always will come to the top of the surface.

The range of work in which we are engaged is vitally important but it is wide. We believe
very strongly that it cannot be narrowed down to a small sack. There are of course risks
in a cultural relations agenda; first and foremost it mustn’t be propaganda. People see
through propaganda extraordinarily quickly. So if you’re not going to be talking in a
truthful fashion about your country then people will not believe you, and they won’t
believe when you are talking truthfully as well. Secondly, if you are going to be talking
truthfully about your country, then almost certainly, at some point, you are going to
offend somebody in your own country (…). Being able to actually represent your country
in all its facets, the negative as well as positive, seems to us to be part of the nature of
cultural relations.
We also believe very strongly that it is best affected at arm’s length from government. A
rather cynical British commentator a couple hundred years ago defined diplomats as
“honest men sent abroad to lie for their countries” and there is a distrust overseas about
the nature of what foreign diplomats do. So there doesn’t need to be another lie, another
area, another space which allows people to actually engage with your culture, your
education, your science, which is seen as not necessarily simply pushing a governmental
lie.

The British foreign ministry had the foresight to give the British Council operational
independence from the day we were established. It was recognized in 1934 when we
were created, that our work would be long term, seeking a sustainable attitude and
behavior, and that we would be in our best when we were acting in concert with – we
don’t seek to rubbish our country, we don’t seek to operate completely independently
from the British government-, but we do seek to operate at arm’s length and not directed
by the government.

First rule: we believe that credibility is impossible without some sort of operations at
arm’s length independence. Let me give you another example of what I mean. We put on
an exhibition in Saudi Arabia about the life of Muslims in the UK, nothing very unusual
about that, nothing very exciting to be quite frank, there plenty of countries doing it. But
what we did I think was slightly different, what we did is we invited Saudi Arabian
photographers to come to Britain, and we gave them access to any part of our country. So
they went to detention centers for immigrants, they went to schools, they went to some of
the deprived areas of the country and they went to some wealthy areas of the country, and
they took photographs of ‘life of Muslims in Britain’. What we also did was ask them to
invite British photographers back to take photographs about the life of foreigners in Saudi
Arabia, and then we put the two exhibitions together as a single event. It had enormous
impact in Saudi Arabia; it was described as one of the most effective public exhibitions
that Saudi Arabians had ever seen. It also caused enormous uproar and in parliament in
Britain, with us accused of having trashed our country, of having no confidence in the
UK, showing the very worst of our country. Instead, I believe we were showing the very
best of the UK. We were showing the very best of a country which is prepared to look at
itself, to allow it to be seen by people from outside our country and to recognize that the
view that they have of us was good as well as bad and that reflected a true reality of the
sort of country we are.

I think another point about one of the key ingredients of cultural relations as we see it, is
that it is not passive; it isn’t simply allowing people to gain at the sense of what is good
about you, or about putting on particular shows about your culture, it is really that
connection between listening and mutual benefit that it is so important.

The power of cultural relations is that it can turn listening from a passive into an active
notion, which yields positive benefits. I think it’d be a mistake to confuse the active form
of listening with audience analysis and research on public opinions. Joseph Nye refers to
the passive kind of listening when he states that by definition ‘soft power means getting
others to want the outcomes you want and that requires understanding how they’re
hearing your messages and fine tuning those messages if necessary’. In contrast we
would argue that listening as part of cultural relations reflects a genuine interest in the
other person’s perspective. If you’re going to listen, you have to actually hear what
people say, you have to demonstrate that the different viewpoints are taken seriously and
that those other perspectives are given consideration. You don’t necessarily have to agree
with each other, indeed the very best cultural relations come when you disagree; but you
do have to be prepared to listen; you do have to be prepared to take those other
perspectives into consideration.

The final thing I would say about cultural relations is that it is not philanthropic. It isn’t
about doing good in the world. It is about a hard sense of where national interest lies. A
UK academic wrote in the journal of international affairs, and he said “it’s really
dazzling the obvious. If you are thoroughly familiar with somebody’s language and
literature, if you know and love his country, its cities, its arts, its people, you will be
instinctively disposed – all other things being equal-, to buy goods from him rather than
from a less well-known source, to support him actively when you consider him right, and
to avoid punishing him to fiercely when you regard him as being wrong. So it is an active
function of a state and one which actually delivers real benefit, direct benefit back to that
state through better understanding, providing a real benefit in both the short and the long
term.

I suppose the final thing to ask is: is it effective? Does it work? And one of the great
cultural relations discussions around the world is, how we find that magic item which
convinces our ministers of finance wherever we might be that this is a better way of
spending money and doing something different? This is hugely difficult because we are
engaged in a long term mutually beneficial sustainability agenda, not something which
makes the two to three year time horizons of far too many ministers of finance. We now
have more than a million young people around the world connected with British schools.
We have more than 300 thousand people learning English through our direct teaching
centers; we have more than half a billion people learning English and drawing upon the
skills and the materials from the UK around the world. We have 500 thousand young
people from around the world studying in British universities; we have more than 10
thousand young leaders in the Middle East engaged actively on a day-to-day, month-to
month basis with their counterparts in the UK.

Those numbers are easy to gather, but it’s actually the anecdotal evidence which truly
makes the difference, and here in Colombia I only need mention the cases of Álvaro
Uribe or Jaime Bermúdez as an example of people who we believe have gained hugely
personally from engagement with the British Council, but also have provided an
opportunity for Colombia to understand the UK better, for the UK to understand
Colombia better, and for a stronger relationship between our two countries be created.
And what President Uribe said in January this year “My experience at the University of
Oxford was excellent. I improved my knowledge of the world, Latin America and of my
own country, and I am forever grateful”. That seems to be a pretty good quote to be able
to say: yes, this does matter.

Arlene Tickner, El ABC de la diplomacia cultural

He titulado mi presentación ‘El ABC de la diplomacia cultural’, primero porque observo


en la literatura que he tenido que estudiar forzosamente para brindar esta presentación
cierta ambigüedad en el uso de los términos. No es claro -o no era claro para mí-, la
diferencia entre diplomacia pública, diplomacia cultural, relaciones culturales-diplomacia
cultural, y creo que es importante tratar de precisar algunos de ellos que es por donde voy
a comenzar.

Lo segundo que creo que es importante poner sobre la mesa es que en Colombia se trata
de un tema de muy reciente reflexión. Además de que no trabajamos mucho en la
academia la política exterior, el tema de la cultura como un instrumento de la política
exterior colombiana no se ha practicado enérgicamente hasta hace muy poco ni se ha
estudiado. Sencillamente para comenzar con una anécdota para mostrar lo lejos que ha
llegado esta discusión en la práctica de la política exterior quería comentar lo siguiente:
uno de mis primeros encuentros con la política exterior colombiana fue desde la
embajada de Colombia en Estados Unidos, donde hice mi maestría después de haber
vivido en Colombia varios años. En ese momento, mi futuro esposo era el agregado
cultural de la embajada de Colombia en Washington, y creo que fue él quien empezó a
insistir en la necesidad de trabajar fuertemente la cultura como una forma de hacer
conocer otros aspectos de Colombia en el exterior. Tan poco importante era el tema de la
cultura que recuerdo que cuando armábamos las exposiciones de arte, o los recitales
musicales, y las reuniones sociales que acompañaban a dichos eventos, no nos giraban el
dinero ni siquiera para poder armar la recepción, sino que tocaba ir con el dinero del
bolsillo, él y yo, a comprar los materiales necesarios para poder ofrecer la recepción a
quienes iban a asistir al evento cultural. Creo que la presentación de la viceministra
muestra, no sólo lo importante del tema, sino la forma cómo se ha ido trabajando en los
últimos años.
Quisiera comenzar precisando unos términos. Y antes de hacerlo quisiera partir donde mi
antecesor comenzó, él habló de relaciones culturales en lugar de diplomacia cultural, y yo
quisiera comenzar precisando cómo entiendo yo la diferencia y porque voy a comenzar
mi presentación hablando de Hans Morgengthau, uno de los fundadores de ‘la política del
poder’ y del poder duro, supuestamente contra el cual vamos a hablar. Las relaciones
culturales es un campo en el cual he trabajado mínimamente. Constituyen a mi modo de
ver un mosaico de encuentros humanos fomentados por el cine, por los medios de
comunicación, por el comercio, por el arte, por el turismo, por el matrimonio
intercultural, estudios en el exterior, estudios del idioma, la lectura de libros y hasta la
imaginación. Sin embargo, donde entra la diplomacia cultural creo, es cuando los países –
como él ha insinuado -, intentan manejar y administrar esos flujos que se han vuelto
mucho más preponderantes en el mundo de hoy, en pro de los intereses nacionales. Es
decir, suponer que la diplomacia cultural está exenta de intereses, es desconocer su
esencia innata.

Creo que el hecho de que la diplomacia cultural obedece a intereses nacionales hace
apropiado referirse a Hans Morgenthau, justamente para entender – al menos para mí -,
de que estamos hablando cuando hablamos de ‘diplomacia’. Morgenthau, como
mencioné, fue uno de los fundadores del realismo clásico, la idea de la política del poder
y el poder ‘duro’, más sin embargo, define a la diplomacia en términos creo que afines a
una discusión sobre diplomacia pública y diplomacia cultural. Esencialmente el ve en la
diplomacia un fin principal, que es poder promover el interés nacional mediante
instrumentos pacíficos. La idea siendo que si los países terminan llegando a la guerra
significa que no han sabido utilizar la diplomacia para lo que estaba diseñada. Establece
una seria de reglas que habría que fijar para poder ejercer una diplomacia adecuada.
Quería llamar la atención sobre la última que es: ‘emplear los medios adecuados para
satisfacer los objetivos propios’. Creo que la diplomacia pública, que viene siendo la
primera definición que quiero hacer, viene siendo, en palabras de Morgenthau una
política de prestigio que podríamos definir de la siguiente forma: procesos mediante los
cuales un gobierno se comunica con distintos públicos extranjeros con el fin de generar
un clima de comprensión y receptividad para las ideas y valores de un país, sus
instituciones y cultura así como de sus intereses nacionales. Morgenthau se refiere a esto
como la política de prestigio, que es justamente un aspecto no material del poder que él
considera un vehículo instrumental mediante el cual los estados y los países
reconocimiento social y logran impresionar esencialmente a otros países y sus públicos.
Si fuéramos a mirar sus rasgos generales para llegar a definir qué es diplomacia cultural,
dentro de este universo llamado diplomacia pública, simplemente quería señalar varios.
Es un proceso abierto, no cerrado y secreto como otros mecanismos de la diplomacia.

El propósito principal es justamente la publicidad de lo nacional, y busca, como objetivo


principal, hacer que distintos públicos conozcan, comprendan y apoyen el país en
cuestión mediante muchas de las prácticas descritas en las presentaciones anteriores.
Dentro de los instrumentos a los que acude la diplomacia pública están instrumentos de
comunicación, entre los que podríamos ubicar la diplomacia cultural, que consiste, entre
otras cosas, en el intercambio educativo, cultural, deportivo y científico. Todos los cuales
desempeñan una función primordial. Esto permite definir diplomacia cultural de la
siguiente forma: como el intercambio de ideas, información, valores, creencias y otros
aspectos de la cultura, entre personas de distintos países, con el fin de fomentar la
comprensión mutua. Tema que ya ha sido recalcado en la presentación anterior. Más sin
embargo, yo creo que la definición estándar es un poco tramposa por varios motivos que
voy a intentar desarrollar.

Primero, porque aunque hable de personas – y en efecto en el mundo de hoy las personas
se han convertido en un actor fundamental de la diplomacia cultural -, los estados siguen
siendo uno de sus principales gestores, y al hablar de personas solemos perder de vista
que son los estados quienes en esencia están buscando mediante este tipo de diplomacia
defender sus intereses nacionales. Por su parte, como señale al principio, la diplomacia
cultural, como otros elementos de la diplomacia, necesariamente tiene un propósito
instrumental y no altruista, que es defender los intereses nacionales. Esto es algo que es
importante tener en cuenta. Otro punto que quiero señalar, es la historia larga que tiene la
diplomacia cultural, a pesar de ser un tema reciente en la literatura académica, en la
práctica se trata de algo que viene gestándose a lo largo de la historia de las relaciones
entre países en el mundo. Desde este estratega chino (Zhuge Ling Mastering the art of
war, 220-280 A.D.) hay una mención de que hasta en la Guerra la cultura se debe
reconocer como un instrumento central. Es después de la primera guerra mundial cuando
la diplomacia cultural comienza a utilizarse mucho más efectivamente y activamente por
parte de los países europeos que buscan en el período de entre guerras comenzar a
mejorar su prestigio luego de la primera guerra mundial; y ya en la segunda guerra
mundial, ante las actividades propagandísticas en países como Alemania se vuelve una
práctica común de los países que desde ese momento ha venido usándose como otro
elemento más de la diplomacia, que llega, -creo- a su expresión máxima durante la guerra
fría, en donde es mediante el ejercicio de la diplomacia cultural que la información
contraria a la difundida a países como la Unión Soviética comienza a difundirse.

Es importante la diplomacia cultural por varios motivos. Algunos se han señalado. Pasaré
por encima para mostrar unos ejemplos. Primero: porque ayuda a crear una base de
confianza entre los países que no se logra mediante otros instrumentos de la diplomacia,
que puede servir para lograr acuerdos en otros campos. No es gratuito que el tema de la
seguridad en países como Estados Unidos se ha visto como fortaleciéndose mediante la
diplomacia cultural, porque en efecto es a través de la confianza que permite construir,
que se puede lograr acuerdos en múltiples ámbitos de las relaciones internacionales.
Segundo – y ya ha sido recalcado -: permite trabajar relaciones de largo plazo con
públicos extranjeros, y de ahí que no se trata de una política de gobierno sino de Estado
como voy a señalar al final. Se trata realmente de ir cultivando relaciones de largo plazo,
que a cuatro años de un gobierno, muchas veces no se ven, con lo cual se explica la
dificultad de ejercerlo.

Otro punto, es que es un vehículo de acercamiento con países con los cuales las
relaciones diplomáticas están tensas o no existen, como se ve en el caso de la diplomacia
de ping-pong entre Estados Unidos y China, o la diplomacia entre Estados unidos y Cuba,
que ha girado en torno a temas culturales también. Finalmente, sirve para contrarrestar
información negativa sobre un país. El argumento es muy claro, al aprender el idioma, al
aprender sobre la cultura, al leer textos hechos en un país una persona está más equipada
para formarse una opinión más equilibrada en lugar de ser influenciada por un solo punto
de vista – muchas veces negativo-, sobre un país.
Los ejemplos sobran, pero quería mostrar algunos. Quiero señalar la importancia del
deporte como uno de los instrumentos de la diplomacia cultural. El hecho de que el
deporte tenga un atractivo popular tan amplio respecto a otros elementos de la cultura, lo
hace una forma estratégica de diplomacia cultural. Simplemente si miramos el caso de los
juegos olímpicos o la copa mundial de fútbol, lo que vemos es que la capacidad misma de
captar la atención de hasta dos tercios de la población mundial constituye un
reconocimiento y una publicidad instantánea que obviamente muchos países buscan
afianzar. Por su parte, en el pasado el reconocimiento deportivo ha sido para países como
los de Europa del Este, o Sudáfrica que fue boicoteado muchas veces en el deporte por el
Apartheid, un paso obligado de reconocimiento político de los países. No es en vano que
Lula haya llorado al ser Rio seleccionada como próxima sede de los juegos olímpicos,
porque en efecto la posibilidad de utilizar el deporte para promover los intereses del país
constituye un instrumento fundamental de la diplomacia.

No pude dejar de mostrar otra imagen que me ha impactado siempre. Que fue la de los
juegos olímpicos del año 1968 en México, donde se ve a dos integrantes de las panteras
negras en Estados Unidos levantan la mano en símbolo del ‘poder negro’ poniendo en
evidencia a su vez el uso que actores de la sociedad también pueden hacer de la
diplomacia cultural en momentos históricos estratégicos como este en Estados Unidos,
cuando el tema de los derechos civiles estaba en discusión.

De la misma forma, el cine también ha sido un escenario fundamental de diplomacia


cultural (imágenes de Rambo, Rocky). Aquí hay unas imágenes que recuerdan el uso que
tuvo el cine de Hollywood durante la guerra fría. Son dos películas que también marcaron
mi niñez: Rocky IV y Rambo III, que hacen alusión ambas a la guerra fría mediante unas
representaciones de la enemistad entre la Unión Soviética y Estados Unidos en cine. Pero
también es importante tener en cuenta que países como India, mediante el llamado
‘Bollywood’, han hecho a su vez un uso muy efectivo de la diplomacia cultural para
promover sus propios intereses.

Varios cambios que quiero señalar a raíz de la globalización que hacen necesario
repensar esta práctica llamada diplomacia cultural, que de nuevo, ha tenido un arraigo
muy largo en las relaciones internacionales. Simplemente para mencionar algunos,
podríamos decir que muchas de las transformaciones que asociamos con la globalización
han generado retos al ejercicio convencional de la diplomacia y el poder así como a la
diplomacia cultural que vale la pena resumir. Se resume en la revolución de las
comunicaciones, la interconexión a interdependencia que hay entre países, la
instantaneidad de la información, le reducción de las distancias geográficas, el aumento
en el volumen y el tipo de interacciones que hay entre países y personas, la disminución
del uso efectivo del llamado ‘poder duro’, que es el motivo de la reflexión del profesor
Joseph Nye, y la proliferación de actores gubernamentales.

Estos cambios para mí redundan en tres transformaciones, que vale la pena mencionar, en
cualquier tipo de diplomacia, pero en particular en la diplomacia cultural.
Primero, hay un cambio en el poder que ya fue señalado. Esencialmente, en el mundo de
hoy, Nye y otros han argumentado que la atracción, la seducción, la persuasión, se han
vuelto instrumentos centrales del poder en un mundo globalizado e interdependiente en el
cual la coerción y la compra – los dos elementos del poder duro -, han perdido su
eficacia.

Segundo, siendo la cultura un arsenal básico del ‘poder blando’, se ha vuelto muy
importante porque promueve la imagen de un país y su agenda política y económica de
una forma más sutil que otros elementos de la diplomacia. Y creo que la sutileza del
poder blando se halla en dos aspectos: primero no requiere de la coerción y compra para
lograr que otros hagan lo que quiere el país que lo ejerce; segundo, se fundamenta en el
supuesto un poco equivocado de que la cultura está por encima de los intereses políticos
y económicos, lo cual hace “más suave” –valga la redundancia- su operación. Tercero,
hay cambios en los gestores de la diplomacia. Ya se mencionó que la diplomacia cultural
no solamente la ejercen los estados sino los miembros de la sociedad civil, y esto es lo
que llamamos la nueva diplomacia pública, que consiste esencialmente en la construcción
de relaciones entre actores de la sociedad civil de distintos países en las cuales los
gobiernos, en lugar de tratar de controlar y manejar, se convierten en simples promotores
y participantes, con lo cual la sociedad entra a ser un creador de significados y de
comunicación en este campo.

Cuarto; ha habido cambios en las estrategias, y esencialmente esto tiene que ver con el
hecho de que vivimos en la sociedad de la información, en la cual la capacidad de
comunicar y narrar los hechos se ha vuelto un instrumento fundamental del poder.
Básicamente lo que podríamos decir es que la reputación y credibilidad de un país en
gran medida, hoy dependen de la información y la comunicación, así como la efectiva
recepción de las mismas en distintos públicos. Sin embargo, el mismo hecho de que
vivimos en esta sociedad de la información, en donde hay un superávit de información
hace que muchas veces el poder blando pueda ser inefectivo si las acciones de un
gobierno y la realidad de un país contradicen su mensaje. Ahí me parece que está el valor
de hablar del diálogo y de señalar lo positivo y lo negativo de un país como algo
indispensable de una efectiva diplomacia cultural.

Dos ejemplos para terminar.

Los juegos olímpicos de Beijing con los cuales China quiso sellar su papel como jugador
global, se vieron reducidos y socavados por el hecho de que al mismo tiempo alrededor
de los juegos olímpicos hubo tanta polémica - el conflicto con Tíbet, las denuncias de
violaciones de derechos humanos -, terminaron enturbiando hasta cierto punto este
objetivo.

Voy a terminar con un ejemplo de Colombia. La campaña de los corazones de ‘Colombia


es pasión’ es otro ejemplo. La foto muestra un ejemplo de una campaña que todos
conocemos, de unos corazones que se colocaron en lugares estratégicos públicos en
países como Estados Unidos. Y veo que el resultado no fue del todo el que se quiso,
justamente porque el mensaje de los corazones de ‘pasión, amor, calidez’, terminó
contrastándose, muy públicamente también, con una realidad de violaciones de los
derechos humanos, falsos positivos, homicidios de sindicalistas, que también están en la
mente de los estadounidenses en particular, y que forman parte de las ideas que actores
sociales distintos en Estados Unidos tienen sobre Colombia, porque distintos actores
también han difundido esas representaciones. Tal vez esto vuelve a recalcar la
importancia no solo de hablar sino de escuchar, tal como se ha señalado.

Preguntas del público

Angelika Rettberg: Hay una pregunta recurrente, que quiero plantear a los tres: ¿Cómo
medir el impacto de las relaciones culturales? ¿Cómo se mide la confianza generada por
las relaciones culturales?

Adriana Mejía: Es una pregunta que nosotros mismos nos estamos haciendo. Por
supuesto bienvenidos todas las sugerencias que puedan aportar a este esfuerzo de
construcción de indicadores en el que está empeñado el Ministerio de relaciones
exteriores. Yo diría que hay una noción de impacto, de efectividad, que se puede dar en
función de la obtención de los resultados de los objetivos de la política en términos
generales. Lo que no es muy claro es cómo identificar cual es la proporción del aporte de
las acciones que se adelantan en el marco de una estrategia de diplomacia cultural, al
logro de un objetivo, dado que para el logro de dicho objetivo se desarrollan esfuerzos
paralelos en muchos ámbitos diferentes. Pero creemos que es importante tratar de definir
algunas metodologías de medición, y estamos justamente en ese proceso de análisis
interno y creemos que la academia puede ser una buena fuente de inspiración.

Martin Davidson: It is one of the most difficult issues for us to cope with. How do you
demonstrate, particularly in a short period of time, the impact of what is essentially a long
term activity? I think there are two approaches that we take. One, is that we construct
proxy measures, so while the number of students studying in the UK is not necessarily a
direct measure of the degree of trust people might have in the UK, the extent to which the
UK is attractive to people, that our education system brings people there, and the
recognition of those who return to their own countries, the impact on them and their way
of thinking having taken that education experience, would indicate that the number of
student in the UK, as a proxy measure, is an important one for us. I think there are a
number of other ones, i.e. the number of people learning English, the number of
schooling, etc. The great difficulty we have is drawing a clear sense of what particular
action we take which leads to those particular reactions; it is extremely difficult to see the
connectivity, which is why they’re proxy, rather than direct measures. I think there is a
secondary set of direct measures that we try and take, such as surveys of different
countries, through what we call the evaluation of long term outcomes. But again, it is
very difficult to draw that clear linkage, particularly when, in some senses the cultural
relationship between countries is so complex.

Angelika Rettberg: Esta pregunta la formulan tanto para el British Council como para el
ministerio, y tiene que ver con como los esfuerzos del Reino Unido para atraer personas
pueden ser eficaces cuando hay leyes migratorias y de seguridad nacional cada vez más
duras y excluyentes. Eso se enlaza con otra pregunta que plantea ¿en qué medida la
seguridad constriñe de algunas maneras las eventuales dinámicas de la diplomacia
cultural?

Martin Davidson: The relationship between countries and between societies is driven by
a whole range of different things. Cultural relations are just one part of that dynamic. I
have regular and quite difficult conversations with our border agents, centered around the
point that we spend vast amounts of money in encouraging people to come to Britain,
while simultaneously, they are spending vast amounts of money preventing people
coming to Britain. And there is a contrast and a tension between these two aspects. I think
what one can do is constantly recognize that tension, so that there is a negotiation
constantly going on. So we negotiate with our border agency the nature of our visa
regime. We also need to insure that the understanding of people elsewhere about the
nature of our visa regime is an accurate one. We also need to insure that our own border
agency understands how people react to the actions that they take. It’s a good example
how over a short period of time, cultural relations are a critically important aspect of both
insuring that the solutions put in place for what are admittedly real problems in the UK,
are appropriate and are going to be seen as appropriate and fair, but also that those are
then reflected back to the populations at the other end, who are the recipients of those
activities, and they also see them as being fair. So there is a feedback loop which I think,
again, that cultural relations and cultural diplomacy can help feed.

Adriana Mejía: En material de seguridad yo referiría a una expresión que el canciller


Bermúdez ha utilizado en múltiples oportunidades, “la mejor política exterior es una
buena política interna”. Esto está vinculado a la inocuidad de tratar de desarrollar
estrategias de esta naturaleza, de diplomacia cultural sobre la base de vender algo que no
existe. En ese orden, es evidente que los progresos que han sido posibles en materia de
garantizar la seguridad en el territorio colombiano han tenido un impacto positivo desde
el punto de vista de la atracción de mayor número de visitantes, ya sea por razones de
negocios o de turismo, y que de manera afortunada, han estado acompañados por la
campaña de promoción turística del país, ‘el riesgo es que te quieras quedar’. Yo diría
que en esa medida, avances reales han contribuido a promover una reacción positiva.

Angelika Rettberg: Hay varias preguntas con respecto a las relaciones con Venezuela y
sobre cómo la diplomacia cultural puede llegar a ayudar en las relaciones entre nuestros
países.

Adriana Mejía: Digamos que la puerta para trabajar con Venezuela está abierta, de hecho
hemos programado algunas actividades en Caracas en los últimos meses, muchas de ellas
acompañadas terceros. Por ejemplo se ha trabajado con centros culturales venezolanos en
calidad de socios estratégicos, para desarrollar uno u otra actividad. Es un tema que se ha
visto dificultado por la ausencia de una facilidad en la comunicación con las instituciones
homólogas en Venezuela, pero por supuesto la intención está ahí, y el interés está ahí de
trabajar en la medida en que sea posible con actores que se puedan identificar y poder
desarrollar proyectos de acercamiento, de intercambio y que puedan propiciar un clima
más propicio para el entendimiento entre los dos pueblos.
Angelika Rettberg: Latinoamérica sigue siendo importante para el British Council,
¿porqué han bajado tanto los presupuestos para América Latina?

Martin Davidson: Yes, Latin America is important. The issue that we have to always deal
with is how to take a declining budget and use it in the most effective way. I think, like
many traditional organizations of our kind, we have put a large amount of money over
time into the physical presence overseas by means of buildings, schools, etc. What we are
looking to do is – as I think we all have to as we move into a globalized world -, find new
ways to strengthen relationships between people across countries. We are going to have
to find new ways of doing that. The challenge I think for us is to move away from simply
the physical presence towards a much more multi faceted presence, through electronic,
online engagement. One aspect that is important for me though, is that this can’t be done
in a passive way. The engagement has to be a two-way one. We have to use these new
technologies to be able to find ways to actually have a two-way exchange. So Latin
America is important for us, but I don’t think in the short term we’re going to have the
resources to be able to have large scale physical presence.

Angelika Rettberg: Una última pregunta para la señora viceministra, tiene que ver con si
en nuestras misiones diplomáticas tenemos el personal idóneo y preparado
profesionalmente para ser gestores culturales eficaces.

Adriana Mejía: Yo creo que Arlene describió bastante bien en su anécdota el nivel de
prioridad que durante un tiempo se dedicó al tema de desarrollar acciones culturales
efectivas, por parte de las misiones diplomáticas de Colombia en el exterior. Creo que
esto ha sido un proceso de aprendizaje y de construcción que hoy en día nos permite
entender la importancia del desafío que cualquier política exterior tiene en relación con
este tema. Justamente por eso, uno de los principales objetivos que tenemos para este año
es desarrollar unas herramientas de formación virtual que permitan fortalecer las
capacidades de gestión de nuestros funcionarios en las misiones diplomáticas de
Colombia en el exterior. Esperamos que éste sea un primer ejercicio de una serie y que
efectivamente podamos ajustar y mejorar el perfil de los diplomáticos colombianos que
se encargan de estas tareas en nuestras misiones.
Referencias

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Foreign Affairs (82: 15), 2003.
Morgenthau, Hans. Politics Among Nations: The Struggle for Power and Peace, Nueva
York: Alfred A. Knopf, 1978.
Nye Jr., Joseph, “Public Diplomacy and Soft Power”, The Annals of the American
Academy of Political and Social Science, Vol. 616, No. 1, 94-109 (2008).
Nye Jr., Joseph, The Paradox of American Power, Oxford: Oxford University Press,
2002.
Nye Jr. Joseph, Soft Power: The Means to Success in World Politics, Nueva York: Public
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Ratliff, William E., “Chinese Communist Cultural Diplomacy toward Latin America,
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Schneider, Cynthia P., “Culture Communicates: US Diplomacy that Works”, Discussion
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Relations “Clingendael”.
Yudice, George, El recurso de la cultura: usos de la cultura en la era global, Barcelona:
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