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Biografía

Alfonso Ugarte nació en la ciudad de Iquique en la Provincia de Tarapacá. Su partida de


bautismo, según consta en el libro N.º siglo 26, de la parroquia de San Lorenzo de Tarapacá,
está fechada el 13 de julio de 1847 y como no se menciona el tiempo transcurrido desde su
nacimiento, se supone que nació ese mismo día. Sus padres fueron Narciso Ugarte y Rosa
Vernal Carpio, acaudalados comerciantes. Estudió en su ciudad natal y en Valparaíso, donde se
graduó de contador. En 1876 regresó a Iquique, donde trabajó administrando las empresas
salitreras de su familia, y en el sector público llegó a ser alcalde en 1876, miembro de la
Beneficencia local y uno de los fundadores en diciembre de 1870 de la Compañía de Bomberos
de Iquique, una de las más antiguas del Perú, llegando a ser tercer teniente de la misma.

Al inicio de la Guerra del Pacífico, Ugarte, que se encontraba en preparativos para viajar a
Europa por asuntos de negocios de la firma Ugarte Zeballos y Compañía que él mismo había
creado, decidió quedarse en su ciudad natal para contribuir personalmente en su defensa.
Organizó un batallón con su propio dinero, batallón integrado por obreros y artesanos de
Iquique, al que nombró como el Batallón "Iquique N° 1", conformado por 429 soldados y 36
oficiales, cuyo mando asumió. Hizo testamento y dejó constancia que aplazaba su matrimonio
con su prima Timotea Vernal.

Participó en la batalla de San Francisco o Dolores y en la batalla de Tarapacá. En esta última,


tras poner en fuga a la caballería chilena con el fuego de su batallón, fue herido de bala en la
cabeza, no obstante lo cual, siguió combatiendo y recorrió el campo para evitar que se
cometiera el repase de los caídos. Tras la victoria se negó a ser conducido a Arequipa para su
curación; tampoco cuando contrajo el paludismo quiso pedir licencia por salud. Se replegó
junto con el ejército peruano y la población tarapaqueña hacia Arica.

Muerte en la batalla de Arica

Ugarte arrojándose del Morro de Arica. Pintura realizada por Agostino Marazzani Visconti.

Cenotafio de Alfonso Ugarte en la Cripta de los Héroes en el Cementerio Presbítero Matías


Maestro en la Ciudad de Lima

En la plaza de Arica asumió como Comandante de la Octava División del Ejército del Sur y
participó en las dos Juntas de Guerra que convocó el anciano coronel Francisco Bolognesi, en
las que se tomó el acuerdo de defender la plaza «hasta quemar el último cartucho».
Murió combatiendo denodadamente en la batalla de Arica, lo que es de admirar tratándose de
un civil y no de un militar de oficio. Varios relatos señalan que se lanzó montado en su caballo
desde la cima del Morro, llevando consigo la bandera del Perú, para evitar que el enemigo lo
tomara como trofeo, muriendo estrellado entre las rocas. Como prueba de lo temprana de
esta versión, el 21 de junio de 1880, a solo 15 días de la batalla de Arica, el diario limeño La
Patria describía así la muerte de Ugarte:

El último acto de la corta pero interesante carrera de Alfonso Ugarte revela cuanto era capaz
esa alma verdaderamente grande. Acosado por innumerables enemigos, vencido ya en la
cumbre del Morro histórico, presenciando la mutilación de los caídos, la profanación de esas
reliquias sagradas del heroísmo, quiso sustraerse a las manos enemigas y clavando las espuelas
en los ijares de su caballo, se lanzó al espacio desde aquella inmensa altura para caer
despedazado sobre las rocas de la orilla del mar.

Diario limeño La Patria del 21 de junio de 1880.1

Este testimonio debió ser transmitido por testigos oculares y se dice también que durante
muchos días quedó a la vista la osamenta de un caballo desbarrancado al pie del morro. El
historiador Clements R. Markham consigna también esta versión en su obra histórica sobre la
guerra del Pacífico. Sin embargo, si bien en los partes peruanos sobre la batalla de Arica se
menciona a Ugarte como uno de los caídos en el morro al lado del coronel Bolognesi, en
ninguno de ellos se habla de su lanzamiento al mar a caballo. No obstante, se debe tener en
cuenta que por entonces no se acostumbraba en los partes a dar detalle de la forma de la
muerte de un combatiente.

Un testigo del hecho fue un oficial chileno que combatió en el morro de Arica, quien, en una
carta que el autor chileno Pascual Ahumada publicó en su libro Guerra del Pacífico:
documentos oficiales, afirma que Alfonso Ugarte, como enemigo le pareció que huía, ya que
no daba batalla y que lo vio despeñarse.

Inmediatamente que se restableció la tranquilidad, fuimos en ayuda del 4°, que atacaba el
Morro, pues en el otro fuerte el enemigo hizo muy poca resistencia i se replegó a aquél; pero
en el Morro la resistencia fue floja por el desaliento que se había apoderado de nuestros
enemigos, así en pocos momentos quedó en poder del 4° es formidable obra de la naturaleza.
Ahí pereció el bravo Bolognesi, el comandante Moore, el coronel Ugarte, que al huir se
despeñó. Por casualidad escapó herido el coronel arjentino Sáenz Peña i el coronel La Torre.

Carta de un oficial chileno del 3° combatiente en el morro de Arica, publicado por Pascual
Ahumada.2

Posteriormente el periodista chileno Benjamín Vicuña Mackenna, al describir los reductos o


defensas de Lima en 1881, reconoció la muerte de Alfonso Ugarte como acaecida por
despeñamiento desde la cima del morro, rectificándose de lo que había publicado en una obra
anterior, esto es, que su cadáver fue arrojado al mar.

Con fecha 17 de diciembre el dictador [Piérola] había dispuesto asimismo que a la fortaleza de
Miraflores mas vecina al mar se le diese el famoso nombre de Alfonso Ugarte, en memoria del
bizarro mozo que, como La Rosa en Iquique, se habia despeñado al océano desde la cumbre
del morro de Arica.

Periodista chileno Benjamín Vicuña Mackenna (1881).3

El cadáver de Ugarte fue hallado al pie del Morro, tal como lo consignó el párroco de Arica,
José Diego Chávez, en el libro de entierros, con fecha del 15 de junio de 1880, siendo colocado
el cuerpo en un nicho del panteón local.

El cuerpo identificado como el del coronel Alfonso Ugarte fue traído a Lima en 1890, junto con
los restos de otros combatientes caídos en la guerra. En la edición del 10 de julio de 1890 del
diario limeño El Comercio, se menciona que antes de la repatriación, su cajón fue abierto en
Arica y «se encontraron fracciones del cuerpo y un calcetín de hilo con la marca de su
nombre». Un grupo de ilustres tarapaqueños llevaron los restos en fúnebre cortejo hasta el
mausoleo del mariscal Castilla.

Años más tarde, dichos restos fueron depositados en el mausoleo familiar que había
construido la madre del héroe en el cementerio de Lima. Posteriormente fue trasladado a la
Cripta de los Héroes de la Guerra de 1879, en el Cementerio Presbítero Maestro, donde reposa
actualmente, en el tercer nivel, dentro de un sarcófago.

Intentando dilucidar la controversia sobre el cadáver del héroe, Geraldo Arosamena Garland
logró en 1979 –en su calidad de presidente del Centro de Estudios Histórico-Militares del
Perú– la autorización de abrir la supuesta tumba de Alfonso Ugarte, encontrando,
efectivamente, sus restos y parte de su uniforme envueltos en una bandera peruana. Estaban
en buen estado, sobre todo el cráneo y la cara.

Testamento

Interior de la Cripta de los Héroes.

El testamento ológrafo del coronel Ugarte fue notarialmente abierto en Arequipa el 8 de julio
de 1880, dado que Iquique, Perú, ciudad donde se había suscrito, había sido ocupada por el
ejército chileno durante la campaña de Tarapacá, el documento que consta de 15 páginas y
contiene las últimas disposiciones patrimoniales y personales del héroe de Arica.
(pág. 1) En Iquique a los cuatro días del mes de Noviembre de 1879 yo el abajo suscrito Alfonso
Ugarte hago mi primero y quizá último testamento con motivo de encontrarme de Coronel del
batallón "Iquique" de la Guardia Nacional y tener que afrontar el peligro contra los ejércitos
chilenos que hoy invaden el santo suelo de mi Patria y a cuya defensa voy dispuesto a perder
mi vida con la fuerza de mi mando.- Declaro que soy cristiano, que profeso y creo en la
Religión Católica y que vivo y muero en tal creencia...(pág. 15) Si en algo soy injusto aquí; si he
olvidado algún deber, suplico a todos me perdonen, pues en los momentos en que escribo
esto me encuentro apurado, con mis deberes militares y del negocio y mi ánimo
completamente aniquilado al pensar en que puedo desaparecer en esta campaña y abandonar
a mi madre y hermanas que necesitan de mi apoyo. Iquique, noviembre 6/1879. Fdo. Alfonso
Ugarte

Testamento del coronel Alfonso Ugarte.4

Ugarte en el arte y la literatura

En plena guerra se empezó a realizar obras teatrales sobre la batalla de Arica; al respecto, se
ha descubierto un afiche chileno donde se ve a Alfonso Ugarte arrojándose desde el morro de
Arica en su caballo y perseguido por cinco soldados que enarbolan la bandera chilena. En la
ilustración, Ugarte no tiene la bandera peruana en sus manos.

Existen dos pinturas célebres que representan al héroe portando la bandera peruana y
lanzándose a caballo desde el Morro de Arica. Una es obra del pintor limeño Juan Lepiani y la
otra es del artista italiano conde Agostino Lodovico Marazzani Visconti en 1905. Esta última se
exhibe en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, ubicado en la
plaza Bolívar de Pueblo Libre, Lima.

La literatura y la poesía han hecho también suya la versión popular de la muerte de Ugarte. El
poeta José Santos Chocano, en su célebre “Epopeya del Morro”, versifica la muerte del héroe
de la siguiente manera:

De pronto, en su corcel, entre el tumulto

que arrolla el invasor, rápida avanza

Alfonso Ugarte: esgrime un meteoro.

Tal en las sombras del dolor oculto

brilla a veces un rayo de esperanza...

Es blanco su corcel (cascos de oro

y pupilas de Sol). Rasga la bruma

como flecha veloz; y sobre el alta


cumbre erguido en dos pies, salpica espuma

con relincho de horror... ¡y luego salta!

Estrellóse por fin en la ribera;

y la ola al besarlo lastimera

lo envolvió en la mortaja de su espuma:

mientras un solo instante, uno tan solo,

detuvo su fragor la lucha fiera;

que todos, todos, con sorpresa suma,

parecían mirar entre la bruma

el rayo aún de esa veloz carrera...

Incluso un autor chileno ha novelizado el épico sacrificio del héroe:

(pág. 279, tomo 3) ... Al galope nervioso de su caballo, sereno como en unas maniobras
abandonó Alfonso Ugarte el reducto protector y dio vuelta en torno, para ir hasta los artilleros
y fusileros que estaban a espaldas del cuartel, sobre la arista del morro que da al mar. A una
voz suya, todos los fusiles enmudecieron y los soldados, al volverse, pudieron contemplar la
soberbia estampa del coronel iquiqueño, recortada en el vértice del peñón contra el telón de
fondo del océano. Le vieron también cómo, con un gesto resuelto se desprendió de su capote
y lo echó sobre la cabeza de su caballo. Luego, irguiéndose, sobre los estribos, gritó con toda
su alma ¡Viva el Perú! y picando espuelas se lanzó al vacío. Con un grito de estupor
estrangulado en las gargantas, peruanos y chilenos, vieron al altivo jinete volar, como en un
caballo alado y describiendo una impresionante parábola, ir a estrellarse contra las
puntiagudas rocas asomadas en la espuma del mar que azota los pies del morro.

Jorge Inostroza C.5

Importancia

Sería injusto reducir el heroísmo de Alfonso Ugarte a su épica muerte en el morro de Arica. En
realidad su heroísmo comienza ni bien empieza la guerra, pues siendo un joven adinerado y
proyectando un viaje de negocios a Europa, decidió quedarse en su patria para contribuir
personalmente con su defensa. Los recursos económicos de su familia los puso a disposición
de su país amenazado, en un singular gesto de desprendimiento. Él mismo, formó, pertrechó,
vistió y mantuvo con su propio peculio a todo un batallón, el Iquique, cuyo mando tomó.
Siendo solo un civil, con improvisada formación militar, demostró valor y tenacidad en el
campo de batalla. Herido seriamente en la batalla de Tarapacá, no quiso ir a Arequipa a
atender su curación. Tampoco cuando contrajo el paludismo quiso abandonar el servicio. Su
heroico sacrificio en Arica fue la culminación natural de una entrega constante y persistente al
servicio de su patria. «Alfonso Ugarte, el millonario de Tarapacá, el joven apacible, se lanzó
simbólicamente con su caballo a la inmensidad mucho antes del 7 de junio.», ha dicho
Basadre. Cualquiera sea la verdadera circunstancia de su muerte en la defensa del Morro, nada
amengua su categoría de héroe peruano por antonomasia.

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