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Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión

AÑO DE LA CONSOLIDACION DEL MAR DE GRAU

UNIVERSIDAD NACIONAL “JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ


CARRIÓN”

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS,


CONTABLES Y FINANCIERAS

E. A. P. : ECONOMÍA Y FINANZAS

ASIGNATURA : METODOLOGIA DE LA INVESTIGACION

DOCENTE : Econ. Máximo A. BENDEZU RIVERA

TEMA : CONOCE LAS BASES FILOSOFICAS DEL CONOCIMIENTO

 ACUÑA VALERIANO , Keyla Akemy


INTEGRANTES :
 CACERES PAJUELO, Lourdes Andrea
 CARMEN LINO, Lisett Antuanet
 CULLA INGA, Clinton Ronaldinho
 FERRER DADNOS, Sion Siro
 HIGINIO LEGUIA, Lady Diana

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DEDICATORIA

A nuestros padres y a todos quienes aportan


positivamente a lo largo de nuestra formación
universitaria.

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INDICE

Introducción .................................................................................................................4
Bases filosóficas del conocimiento ...............................................................................
.....................................................................................................................................5
.............................................................................................................................. 6
1. Las perturbaciones de la Demanda agregada ......................................................... 7
1.1. Perturbación de la demanda en el mercado macroeconómico a corto plazo ........7
1.2. Perturbación de la demanda agregada a largo plazo ...........................................8
1.3. ¿Cuánto tarda la economía en llegar al largo plazo? ............................................8
1.3.1. Según la teoría clásica ...............................................................................8
1.3.2. Según la teoría keynesiana ...........................................................................8
2. Las Perturbaciones de la Oferta Agregada ............................................................. 9
2.1. Según la teoría Clásica ......................................................................................... 9
2.2. Según la teoría Keynesiana ..................................................................................9
3. Perspectivas Alternativas sobre la Política de Estabilización ............................. 11
3.1. ¿Debe ser la política económica activa o pasiva? .............................................11
3.2. Retardos en la aplicación y en los efectos de las medidas económicas ...........12
4. Datos Históricos .......................................................................................................16
4.1. Caso en el Perú: EL PROGRAMA DE ESTABILIZACIÓN Y AJUSTE
ESTRUCTURAL DE LOS 90 ...........................................................................16
4.1.1. Antecedentes .............................................................................................. 16
4.1.2. El programa de estabilización y ajuste estructural .....................................17
4.1.3. Las Reformas Estructurales ........................................................................18
4.1.3.1. La Reforma Comercial......................................................................18
4.1.3.2. La Reforma Financiera .....................................................................18
4.1.3.3. La reforma laboral ............................................................................19
4.1.3.4. La reforma del Estado .......................................................................19
4.2. La Reinserción en el Sistema Financiero Internacional .....................................20
5. Bibliografía ................................................................................................................22

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INTRODUCCION

Conocimiento, una posición ante la pregunta ¿cuál es la relación cognoscitiva que coexiste

entre el hombre y las cosas que lo rodean? Conocer ha sido uno de los grandes temas de

la filosofía de todos los tiempos, dilucidar en qué consiste el acto de conocer, ¿cuál viene a

ser la esencia del conocimiento?, ¿cuál es la relación cognoscitiva que coexiste entre el

hombre y las cosas que lo rodean? Estas han sido las grandes preocupaciones de la humanidad

desde tiempos inmemorables hasta hoy en día, además, ¿es posible realmente conocer?, esta

es otra pregunta que ha atormentado a infinidad de pensadores. Y, si es posible conocer, que

tan confiable es ese conocimiento, ¿se puede afirmar que accedamos a la realidad? o acaso,

lo que creemos aprehender son sólo sombras generadas por nuestros sentidos, simples

remedos de un mundo ideal que nos es inaccesible. Son muchas las definiciones que sobre

conocimiento existen. A pesar de que es una operación del día a día, no existe acuerdo en lo

que respecta a lo que realmente sucede cuando se conoce algo. La Real Academia de la

Lengua Española define conocer como el proceso de averiguar por el ejercicio de las

facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas, según esta

definición, se puede afirmar entonces que conocer es enfrentar la realidad, pero, de nuevo

asalta la duda, ¿es posible realmente aprehender la realidad?, o simplemente accedemos, a

constructos mentales de la realidad. Se puede decir que el conocer es un proceso a través de

cual un individuo se hace consiente de su realidad y en éste se presenta un conjunto de

representaciones sobre las cuales no existe duda de su veracidad. Además, el conocimiento

puede ser entendido de diversas formas: como una contemplación porque conocer es ver;

como una asimilación porque es nutrirse y como una creación porque conocer es engendrar.

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BASES FILOSOFICAS DEL CONOCIMIENTO

En la actualidad la experiencia humana se ha hecho muy compleja, cuya complejidad escapa

a la comprensión total, dada la multiplicidad de ciencias que se han desarrollado y

especializado en diversos objetos de estudio, ciencias que intervienen en la conformación de

esta experiencia. Para encontrar solución a esta complejidad, el hombre busca explicaciones,

haciéndose necesario conocer, describir e interpretar los hechos o fenómenos para

comprender sus regularidades y así poder predecir. A lo largo de la historia, el hombre ha

pasado por un largo proceso de búsqueda de explicaciones, proceso que lo ha llevado al

desarrollo de diferentes paradigmas en la generación de conocimiento y, en consecuencia en

los enfoques de la investigación. No se ha podido establecer una ciencia única, pero

simplificando las diversas posiciones, se reducen a:

 Modelo de explicación científica según el canon de las ciencias naturales

(positivismo, empirismo).

 Modelo opuesto en el que se da énfasis a las características sociales, culturales,

psicológicas e históricas, del objeto así como al modo de aproximarse a él.

(fenomenológico, funcionalista, subjetivista)

Para Davini, los paradigmas se reducen a cuatro:-

 Empirista, también corresponde a la clasificación anterior.

 Subjetivista, también corresponde a la clasificación anterior.

 Crítico, en el crítico el investigador interactúa con el objeto de estudio, dándose

cambio entre ambos.

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 Integrado, se centra en el interior de los procesos, analiza las múltiples

determinaciones del contexto.

Los paradigmas también ha sido designados como marxista, funcionalista, analítico,

explicativo y cualitativo - imperativo. Estos paradigmas tienen equivalencia con los

anteriores mencionados.

Los paradigmas que se presentan a continuación tradicional - cuantitativo y cualitativo tienen

su origen en las concepciones filosóficas mencionadas, diferentes y contrarias entre sí.

Paradigma tradicional – cuantitativo:

Basado en el empirismo y el positivismo, cuya característica principal radicaba en la

construcción de instrumentos y en un rigor científico definido por la precisión estadística y

replicabilidad de los resultados. Su apego al método científico ha dado características muy

particulares:

 El investigador es sólo un observador de manifestaciones fenoménicas visibles.

 La teoría orienta la observación, pero la reflexión teórica emerge de los datos.

 La realidad es dividida en variables e indicadores que deben ser medidos y

controlados.

 Se preocupa por los aspectos cuantitativos.

 El investigador establece una relación sujeto/objeto, en la que el sujeto (investigador)

es quien decide sobre qué investigar y cómo hacerlo, y el objeto es el ente pasivo que

se mide en variables.

 Se plantea a priori

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 Hay una falta de vinculación con la acción; hay una construcción teórica, pero no sé

actúa sobre la realidad.

La investigación clásica ha sido más usada en el área de la salud y educación. Una de las

grandes limitaciones que tiene este paradigma es la tendencia a copiar una imagen

reduccionista de la realidad, lo que impide conocer y explicar el todo en una forma integral.

Paradigma cualitativo:

Consiste en descripciones detalladas de situaciones, eventos, personas, interacciones y

comportamientos que son observables. Incorpora lo que los participantes dicen, sus

experiencias, actitudes, creencias, pensamientos y reflexiones, tal como son sentidas y

expresadas por las personas y no como el investigador describe.

Características:

 Parte de un marco referencial integrador, o sea que el análisis o interpretación tratan

de centrarse en el objeto de estudio dentro del contexto que lo rodea.

 Se establece una relación sujeto – sujeto, en la que tanto el investigador como el

investigado mantienen su existencia, al mismo tiempo que influyen uno sobre el otro,

de tal, manera que ambos sufren transformaciones en el transcurso de la

investigación.

 La investigación no se plantea a priori, sino que se elaboran interrogantes que se van

refinando en el proceso hasta que se convierten en hipótesis de trabajo.

 Se articulan teoría y realidad. Este tipo de investigación, al igual que la clásica, está

estrechamente articulada con la teoría. Lo que varía es como se utiliza y construye la

teoría encada uno de los enfoques.

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 Este enfoque privilegia la participación de los sujetos, en menor o mayor grado.

 La investigación se orienta hacia la acción y la transformación de la realidad; no basta

con describir los fenómenos o aportar a la construcción de un conocimiento.

 Se privilegian los datos cualitativos. Entre los dos enfoques principales utilizados en

la construcción del conocimiento se centran en el objeto de estudio y en los métodos

empleados en la investigación. Los dos enfoques no son antagónicos ni

independientes entre sí. Más bien deben complementarse entre sí, pues ambos aportan

métodos para construir indicadores que permitan observar la realidad.

En torno al Concepto de Epistemología Anteriormente se mencionó, entre otras cosas, que

existían varios tipos de conocimiento, entre ellos el conocimiento científico, pero esta forma

particular de conocimiento supone una imagen, una teoría de la ciencia que trate de explicar

la naturaleza, la diversidad, los orígenes, los objetivos y limitaciones del conocimiento

científico. Es aquí donde aparece La Epistemología, que viene a ser una rama de la filosofía

encargada de los problemas filosóficos que rodean la teoría del conocimiento científico,

deriva etimológicamente de la palabra griega episteme que significa, conocimiento

verdadero. Es necesario dejar claro que en un principio, la tradición de la lengua española

consideraba comúnmente los términos epistemología y gnoseología como sinónimos, pero

posteriormente se acordó utilizar el término gnoseología en sentido general de teoría del

conocimiento, sin precisar qué tipo de conocimiento se trata y el término epistemología

quedo para referirse específicamente a la teoría del conocimiento científico. La epistemología

es una actividad intelectual que reflexiona sobre la naturaleza de la ciencia, sobre el carácter

de sus supuestos, es decir, estudia y evalúa los problemas cognoscitivos de tipo científico. Es

ésta pues, quien estudia, evalúa y critica el conjunto de problemas que presenta el proceso de

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producción de conocimiento científico. Además se puede describir como una ciencia que se

fundamenta en la diversidad y no en la unidad del espíritu científico, por lo tanto, elabora su

propio discurso. Es decir, se constituye en una ciencia que discute sobre la ciencia y en

consecuencia sobre el conocimiento. En líneas anteriores, se dijo que la epistemología trata

los problemas filosóficos de la teoría del conocimiento científico, pero, ¿qué podemos

considerar como un problema epistemológico?, he aquí algunos ejemplos: las cuestiones que

conciernen a la definición y la caracterización de los conceptos científicos, el problema de la

construcción de los términos teóricos de la ciencia, las concepciones metodológicas, las

condiciones operatorias y técnicas del proceso de investigación, la naturaleza de las leyes

científicas, la estructura lógica y la evolución de las teorías científicas, la naturaleza de la

explicación científica, la fundamentación del conocimiento y la búsqueda de la verdad. Como

ya se mencionó, una de las funciones de la epistemología es estudiar el origen del

conocimiento, pero en este campo no se ha podido llegar a un acuerdo. Cuatro son las

escuelas epistemológicas que plantean su posición en cuanto al origen del conocimiento.

Estas doctrinas son: el racionalismo, el empirismo, la fenomenología y la hermenéutica, las

cuales se procederá a describir a continuación.

El Racionalismo

Esta escuela epistemológica sostiene que el conocimiento tiene su origen en la razón,

afirma que un conocimiento sólo es realmente tal, cuando posee necesidad lógica y

validez universal. En tal sentido se afirma que la razón es capaz de captar principios

evidentes de los cuales luego deduce otras verdades. Se afirma que existen ideas

innatas, es decir que nacemos con ciertos contenidos, estructuras que son comunes

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en todos los hombres.El racionalismo tiene sus principales exponentes en Platón,

Descartes, Spinoza, Leibnitz y Popper.

 Platón propone la teoría de las ideas según la cual existen un conjunto de esencias

eternas, invisibles y dotadas de un tipo de existencia diferente al de las cosas

materiales, por lo tanto habitamos en un mundo de sombras, conformado por meros

reflejos de un mundo ideal, basado en la teoría de las ideas, lo que indica que nuestros

sentidos nos engañan y que las cosas reales se encuentran en un mundo que nos es

inaccesible.

 Rene Descartes al enfrentarse a todo el legado de conocimientos que había adquirido

en sus estudios los encontró inconsistentes y decidió, como método de estudio, el

dudar del conocimiento mismo (Descartes 1999), e incluso de si mismo, llegando a

la conclusión de que su duda (duda metódica), confirmaba su propia razón y

existencia, el razonamiento confirmo su razonamiento. Esto lo condujo a enunciar su

llamado método, el cual ha dominado las ciencias desde entonces.

 Baruch Spinoza en su obra Ética Demostrada Según el Orden Geométrico (Spinoza

1996), establece que el universo es igual a Dios, que es la sustancia que llena todas

las cosas, para Spinoza el concepto de sustancia no está relacionado con entidades

físicas, sino más bien es una entidad metafísica, de la cual establece que los hombres

sólo tenemos acceso a dos de sus atributos, la extensión, y la racionalidad.

 Gottfried Wilhelm Leibnitz afirma que el universo está formado de sustancias

inmateriales de las cuales sólo una especie está dotada de reflexión (González 2000),

éstas son las denominadas mónadas y están unidas entre si por su causalidad ideal y

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comunicándose para formar una armonía universal perfecta. Leibnitz establece el

concepto de fuerza como agente principal de la naturaleza.

 Karl Popper afirma que existen tres tipos de realidad o mundos (Popper 1999), el

objetivo conformado por los objetos materiales, el de las experiencias mentales

subjetivas y el producto de la actividad intelectual y cultural. Popper critica el criterio

de verificación y propone el criterio de falsabilidad, según esto las teorías científicas

no pueden ser verificadas completamente por la experiencia, en cambio sí pueden ser

falseadas por ésta, para lo cual basta con observar un ejemplo contrario a la teoría.

El Empirismo

Sostiene que la única causa del conocimiento humano es la experiencia, bajo tal supuesto el

espíritu humano, por naturaleza, está desprovisto de todo conocimiento, por lo tanto, no

existe ningún tipo de conocimiento innato. Una de las corrientes filosóficas procedentes del

empirismo, que destaca por su importancia, es el Positivismo (y el Positivismo Lógico), que

indica que la ciencia es el conocimiento de los hechos, de los sucesos observables y medibles.

El empirismo y el positivismo tienen sus principales representantes en Bacon, Locke, Hume,

Berkeley, Comte y el Círculo de Viena.

 Francis Bacon se manifiesta como crítico de la forma de investigar de la edad media

(Bacon 2003), afirmando que es preciso partir de la experiencia y no de los conceptos,

que es necesario sustituir el método deductivo por el inductivo, que toda investigación

debe partir de la observación y la formulación de hipótesis, y que la investigación

debe ser sistemática y rigurosa.

 John Locke es considerado como el fundador del empirismo moderno, afirma que el

entendimiento proviene del conocimiento sensible, afirma que de las sensaciones, o

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ideas simples, provienen por asociación las otras ideas, o complejas. En su obra refuta

la teoría innatista sobre las ideas (Locke 1998).

 David Hume afirma que el conocimiento humano se fundamenta en impresiones

sensibles e ideas, que se forman a través de los datos percibidos por los sentidos, por

lo que no podemos ir más allá de los sentidos, y resulta infructuoso tratar de abarcar

las ideas (Hume 1998).

 George Berkeley afirma que el mundo es expresión del acto de percibir, por ende los

seres sólo existen en la medida en que son percibidos. Afirma que toda idea tiene un

origen vivencial y no pueden trasladar al hombre a un plano metafísico (Berkeley

1990). Auguste Comte plantea la existencia de tres etapas históricas en la evolución

de la cultura humana, la teológica, la metafísica y la positiva. En la primera el

pensamiento está dominado por las creencias en divinidades y deidades, en la segunda

los conceptos pasan a ser construcciones verbales vacías y en la tercera la ciencia es

liberada de la religión y los conceptos oscuros, basándose en hechos y datos medibles,

cuantificables (Comte 2000).

 El Círculo de Viena constituyó un grupo de filósofos y científicos dentro de los que

destacaron Schlick, Carnap, Neurath, Hahn, Feigl y Kraft, que mantenían un

programa que consistía en la construcción de una ciencia unificada bajo la

observación y el lenguaje de lógica. Según esto, los enunciados científicos son

verdades lógico matemáticas y bien deben ser reducidos a un lenguaje observacional

(Carnap 1992). En este punto es importante hacer mención a Inmanuel Kant quien

plantearía una crítica a ambas escuelas epistemológicas (Kant 1984, 2000), afirmando

que si bien todo conocimiento empieza por la experiencia, no todo conocimiento

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procede de ella. Establece la existencia de ciertas estructuras en los sujetos que hacen

posible el conocimiento, éstas son previas a toda experiencia y son iguales en todos

los sujetos, afirma que el error de la metafísica está en buscar lo incondicionado

usando las categorías más allá de la experiencia. Esta escuela filosófica recibe el

nombre de Criticismo.

El dogmatismo

Entendemos por dogmatismo (de δόγμα = doctrina fijada) aquella posición epistemológica

para la cual no existe todavía el problema del conocimiento. El dogmatismo da por supuesta

la posibilidad y la realidad del contacto entre el sujeto y el objeto. Es para él comprensible

de suyo que el sujeto, la conciencia cognoscente, aprehende su objeto. Esta posición se

sustenta en una confianza en la razón humana, todavía no debilitada por ninguna duda. Este

hecho de que el conocimiento no sea todavía un problema para el dogmatismo, descansa en

una noción deficiente de la esencia del conocimiento. El contacto entre el sujeto y el objeto

no puede parecer problemático a quien no ve que el conocimiento representa una relación. Y

esto es lo que sucede al dogmático. No ve que el conocimiento es por esencia una relación

entre un sujeto y un objeto. Cree, por el contrario, que los objetos del conocimiento nos son

dados, absolutamente y no meramente, por obra de la función intermediaria del

conocimiento. El dogmático no ve esta función. Y esto pasa, no sólo en el terreno de la

percepción, sino también en el del pensamiento. Según la concepción del dogmatismo, los

objetos de la percepción y los objetos del pensamiento nos son dados de la misma manera:

directamente en su corporeidad. En el primer caso se pasa por alto la percepción misma,

mediante la cual, únicamente, nos son dados determinados objetos; en el segundo, la función

del pensamiento. Y lo mismo sucede respecto del conocimiento de los valores. También los

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valores existen, pura y simplemente, para el dogmático. El hecho de que todos los valores

suponen una conciencia valo‐ rante, permanece tan desconocido para él como el de que todos

los objetos del conocimiento implican una conciencia cognoscente. El dogmático pasa por

alto, lo mismo en un caso que en el otro, el sujeto y su función. Con arreglo a lo que acabamos

de decir, puede hablarse de dogmatismo teórico, ético y religioso. La primera forma del

dogmatismo se refiere al conocimiento teórico; las dos últimas al conocimiento de los

valores. En el dogmatismo ético se trata del conocimiento moral; en el religioso, del

conocimiento religioso. Como actitud del hombre ingenuo, el dogmatismo es la posición

primera y más antigua, tanto psicológica como históricamente. En el periodo originario de la

filosofía griega domina de un modo casi general. Las reflexiones epistemológicas no

aparecen, en general, entre los presocráticos (los filósofos jonios de la naturaleza, los

eleáticos, Heráclito, los pitagóricos). Estos pensadores se hallan animados todavía por una

confianza ingenua en la capacidad de la razón humana. Vueltos por entero hacia el ser, hacia

la naturaleza, no sienten que el conocimiento mismo es un problema. Este problema se

plantea con los sofistas. Éstos son los que proponen por primera vez el problema del

conocimiento y hacen que el dogmatismo en sentido estricto resulte imposible para siempre

dentro de la filosofía. Desde entonces encontramos en todos los filósofos reflexiones

epistemológicas bajo una u otra forma. Cierto que Kant creyó deber aplicar la denominación

de "dogmatismo" a los sistemas metafísicos del siglo XVII (Des‐ cartes, Leibniz, Wolff).

Pero esta palabra tiene en él una significación más estrecha, como se ve por su E 19 definición

del dogmatismo en la Crítica de la razón pura ("El dogmatismo es el proceder dogmático de

la razón pura, sin la crítica de su propio poder"). El dogmatismo es para Kant la posición que

cultiva la metafísica sin haber examinado antes la capacidad de la razón humana para tal

cultivo. En este sentido, los sistemas prekantianos de la filosofía moderna son, en efecto,

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dogmáticos. Pero esto no quiere decir que en ellos falte aún toda reflexión epistemológica y

todavía no se sienta el problema del conocimiento. Las discusiones epistemológicas en

Descartes y Leibniz prueban que no ocurre así. No puede hablarse, por tanto, de un

dogmatismo general y fundamental, sino de un dogmatismo especial.

El escepticismo

Extrema se tangunt. Los extremos se tocan. Esta afirmación es también válida en el terreno

epistemológico. El dogmatismo se convierte muchas veces en su contrario, en el escepticismo

(de σχέπτεσvαι = cavilar, examinar). Mientras aquél considera la posibilidad de un contacto

entre el sujeto y el objeto, como algo comprensible de suyo, éste la niega. Según el

escepticismo, el sujeto no puede aprehender el objeto. El conocimiento, en el sentido de una

aprehensión real del objeto, es imposible según él. Por eso no debemos pronunciar ningún

juicio, sino abstenernos totalmente de juzgar. Mientras el dogmatismo desconoce en cierto

modo el sujeto, el escepticismo no ve el objeto. Su vista se fija tan exclusivamente en el

sujeto, en la función del conocimiento, que ignora por completo la significación del objeto.

Su atención se dirige íntegramente a los factores subjetivos del conocimiento humano.

Observa cómo todo conocimiento está influido por la índole del sujeto y de sus órganos de

conocimiento, así como por circunstancias exteriores (medio, círculo cultural). De este modo

escapa a su vista el objeto, que es, sin embargo, tan necesario para que tenga lugar el

conocimiento, puesto que éste representa una relación entre un sujeto y un objeto. Igual que

el dogmatismo, también el escepticismo puede referirse tanto a la posibilidad del

conocimiento en general como a la de un conocimiento determinado. En el primer caso,

estamos ante un escepticismo lógico. Se llama también escepticismo absoluto o radical.

Cuando el escepticismo se re‐ fiere sólo al conocimiento metafísico, hablamos de un

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escepticismo metafísico. En el terreno de los valores, distinguimos un escepticismo ético y

un escepticismo religioso. Según el primero, es imposible el conocimiento moral: según el

último, el religioso. Finalmente, hay que distinguir entre el escepticismo metódico y el

escepticismo sistemático. Aquél designa un método; éste, una posición de principio. Las

clases de escepticismo que acabamos de enumerar son sólo distintas formas de esta posición.

El escepticismo metódico consiste en empezar poniendo en duda todo lo que se presenta a la

conciencia natural como verdadero y cierto, para eliminar de este modo todo lo falso y llegar

a un saber absolutamente seguro. El escepticismo se encuentra, ante todo, en la Antigüedad.

Su fundador es Pirrón de Elis (360‐270). Según él, no se llega a un contacto del sujeto y el

objeto. A la conciencia cognoscente le es imposible aprehender su objeto. No hay

conocimiento. De dos juicios contradictorios el uno es, por ende, tan exactamente verdadero

como el otro. Esto significa una negación de las leyes lógicas del pensamiento, en especial

del principio de contradicción. Como no hay conocimiento ni juicio verdadero, Pirrón

recomienda la abstención de todo juicio, la έποχή. 20 El escepticismo medio o académico,

cuyos principales representantes son Arcesilao († 241) y Carneades († 129), no es tan radical

como este escepticismo antiguo o pirrónico. Según el escepticismo académico es imposible

un saber riguroso. No tenemos nunca la certeza de que nuestros juicios concuerden con la

realidad. Nunca podemos decir, pues, que esta o aquella proposición sea verdadera; pero sí

podemos afirmar que parece ser verdadera, que es probable. No hay, por tanto, certeza

rigurosa sino sólo probabilidad. Este escepticismo medio se distingue del antiguo justamente

porque sostiene la posibilidad de llegar a una opinión probable. El escepticismo posterior,

cuyos principales representantes son Enesidemo (siglo I a. de J.C.) y Sexto Empírico (siglo

II d. de J.C), marcha de nuevo por las vías del escepticismo pirrónico. También en la filosofía

moderna encontramos el escepticismo. Pero el escepticismo que hallamos aquí no es, la más

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de las veces, radical y absoluto, sin un escepticismo especial. En el filósofo francés

Montaigne († 1592) se nos presenta, ante todo, un escepticismo ético; en David Hume, un

escepticismo metafísico. Tampoco en Bayle podemos hablar apenas de escepticismo, en el

sentido de Pirrón, sino, a lo sumo, en el sentido del escepticismo medio. En Descartes, que

proclama el derecho de la duda metódica, no existe un escepticismo de principio, sino

justamente un escepticismo metódico. Es palmario que el escepticismo radical o absoluto se

anula a sí mismo. Afirma que el conocimiento es imposible. Pero con esto expresa un

conocimiento. En consecuencia, considera el conocimiento como posible de hecho y, sin

embargo, afirma simultáneamente que es imposible. El escepticismo incurre, pues, en una

contradicción consigo mismo. El escéptico podría, sin duda, recurrir a una escapatoria. Podría

formular el juicio: "el conocimiento es imposible" como dudoso, y decir, por ejemplo: "no

hay conocimiento y también esto es dudoso". Pero también entonces expresaría un

conocimiento. La posibilidad del conocimiento es, por ende, afirmada y puesta en duda a la

vez por el escéptico. Nos encontramos, pues, en el fondo, ante la misma contradicción

anterior. Como ya habían visto los escépticos antiguos, el defensor del escepticismo sólo

absteniéndose de juicio puede escapar a la contradicción consigo mismo que acabamos de

descubrir. Pero tampoco esto basta, tomadas rigurosamente las cosas. El escéptico no puede

llevar a cabo ningún acto de pensamiento. Tan pronto como lo hace, supone la posibilidad

del conocimiento y se enreda en esa contradicción consigo mismo. La aspiración al

conocimiento de k verdad carece de sentido y valor desde el punto de vista de un riguroso

escepticismo. Pero nuestra conciencia de los valores morales protesta contra esa concepción.

El escepticismo, que no es refutable lógicamente mientras se abstenga de todo juicio y acto

de pensamiento ‐cosa que es, sin duda, prácticamente imposible‐, experimenta su verdadera

derrota en el terreno de la ética. Repugnamos en último término el escepticismo, no porque

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podamos refutarle lógicamente, sino porque lo rechaza nuestra conciencia de los valores

morales, que considera como un valor la aspiración a la verdad. Hemos trabado también

conocimiento con una forma mitigada del escepticismo. Según ella, no hay verdad ni certeza,

pero sí probabilidad. No podemos tener nunca la pretensión de que nuestros juicios sean

verdaderos, sino tan sólo la de que sean probables. Pero en esta forma el escepticismo añade

a la contradicción, inherente en principio a la posición escéptica, una contradicción más. El

concepto de la probabilidad supone el de la verdad. Probable es lo que acerca a lo verdadero.

Quien renuncia al concepto de la verdad tiene, pues, que abandonar también el de la

probabilidad. 21 El escepticismo general o absoluto es, según esto, una posición íntimamente

imposible. No se puede afirmar lo mismo del escepticismo especial. El escepticismo

metafísico, que niega la posibilidad del conocimiento de lo suprasensible, puede ser falso,

pero no encierra ninguna íntima contradicción. Lo mismo pasa con el escepticismo ético y

religioso. Pero quizá no sea lícito incluir esta posición en el concepto del escepticismo. Por

escepticismo entendemos, en primer término, efectivamente, el escepticismo general y de

principio. Tenemos, además, otras denominaciones para las posiciones citadas. El

escepticismo metafísico es llamado habitualmente positivismo. Según esta posición, que se

remonta a Auguste Comte (1798‐1857), debemos atenernos a lo positivamente dado, a los

hechos in‐ mediatos de la experiencia, y guardarnos de toda especulación metafísica. Sólo

hay un conocimiento y un saber, el propio de las ciencias especiales, pero no un conocimiento

y un saber filosófico‐metafísico. Para el escepticismo religioso usamos las más veces la

denominación de agnosticismo. Esta posición, fundada por Herbert Spencer (1820 a 1903),

afirma la incognoscibilidad de lo absoluto. La que mejor podría conservarse sería la

denominación de "escepticismo ético". Mas, por lo regular, nos encontramos aquí ante la

teoría que vamos a conocer en seguida bajo el nombre de relativismo. Por errado que el

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escepticismo sea, no se le puede negar cierta importancia para el desarrollo espiritual del

individuo y de la humanidad. Es, en cierto modo, un fuego purificador de nuestro espíritu,

que limpia éste de prejuicios y errores y le empuja a la continua comprobación de sus juicios.

Quien haya vivido íntimamente el principio fáustico: "yo sé que no podemos saber nada",

procederá con la mayor circunspección y cautela en sus indagaciones. En la historia de la

filosofía el escepticismo se presenta como el antípoda del dogmatismo. Mientras éste llena a

los pensadores e investigadores de una confianza tan bienaventurada como excesiva en la

capacidad de la razón humana, aquél mantiene despierto el sentido de los problemas. El

escepticismo hunde el taladrante aguijón de la duda en el pecho del filósofo, de suerte que

éste no se aquieta en las soluciones dadas a los problemas, sino que se afana y lucha

continuamente por nuevas y más hondas soluciones.matismo lógico, sino de un dogmatismo

metafísico.

El subjetivismo y el relativismo

El escepticismo enseña que no hay ninguna verdad. El subjetivismo y el relativismo no van

tan lejos. Según éstos, hay una verdad; pero esta verdad tiene una validez limitada. No hay

ninguna verdad universalmente válida. El subjetivismo, como ya indica su nombre, limita la

validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga. Éste puede ser tanto el sujeto individual o

el individuo humano, como el sujeto general o el género humano. En el primer caso tenemos

un subjetivismo individual; en el segundo, un subjetivismo general. Según el primero, un

juicio es válido únicamente para el sujeto individual que lo formula. Si uno de nosotros juzga,

por ejemplo, que 2 x 2 = 4, este juicio sólo es verdadero para él desde el punto de vista del

subjetivismo; para los demás puede ser falso. Para el subjetivismo general hay verdades

supraindividuales pero no verdades universalmente válidas. Ningún juicio es válido más que

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para el género humano. El juicio 2 x 2 = 4 es válido para todos los individuos humanos; pero

es por lo menos dudoso que valga para seres organizados de distinto modo. Existe, en todo

caso, la posibilidad de que el mismo juicio que es verdadero para los hombres sea falso para

seres de distinta especie. El subjetivismo general es, según esto, idéntico al psicologismo o

antropologismo. 22 El relativismo está emparentado con el subjetivismo. Según él, no hay

tampoco ninguna verdad absoluta, ninguna verdad universalmente válida; toda verdad es

relativa, tiene sólo una validez limitada. Pero mientras el subjetivismo hace depender el

conocimiento humano de factores que residen en el sujeto cognoscente, el relativismo

subraya la dependencia de todo conocimiento humano respecto a factores externos. Como

tales considera, ante todo, la influencia del medio y del espíritu del tiempo, la pertenencia a

un determinado círculo cultural y los factores determinantes contenidos en él. Al igual que

el escepticismo, el subjetivismo y el relativismo se encuentran ya en la Antigüedad. Los

representantes clásicos del subjetivismo son en ella los sofistas. Su tesis fundamental tiene

su expresión en el conocido principio de Protágoras (siglo V a. de

J.C.): Πάντων χρημàτων μέτρον άνϑωπος (el hombre es la medida de todas las cosas). Este

principio del homo mensura, como se le llama abreviadamente, está formulado en el sentido

de un subjetivismo individual con suma probabilidad. El subjetivismo general, que es

idéntico al psicologismo, como se ha dicho, ha encontrado defensores hasta en la actualidad.

Lo mismo puede decirse del relativismo. Oswald Spengler lo ha defendido recientemente en

su Decadencia de Occidente. "Sólo hay verdades ‐dice en esta obra‐ en relación a una

Humanidad determinada." El círculo de validez de las verdades coincide con el círculo

cultural y temporal de que proceden sus defensores. Las verdades filosóficas, matemáticas y

de las ciencias naturales, sólo son válidas dentro del círculo cultural a que pertenecen. No

hay una filosofía, ni una matemática, ni una física universalmente válidas, sino una filosofía

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fáustica y una filosofía apolínea, una matemática fáustica y una matemática apolínea,

etcétera. El subjetivismo y el relativismo incurren en una contradicción análoga a la del

escepticismo. Este juzga que no hay ninguna verdad, y se contradice a sí mismo. El

subjetivismo y el relativismo juzgan que no hay ninguna verdad universalmente válida; pero

también en esto hay una contradicción. Una verdad que no sea universalmente válida

representa un sinsentido. La validez universal de la verdad está fundada en la esencia de la

misma. La verdad significa la concordancia del juicio con la realidad objetiva. Si existe esta

concordancia, no tiene sentido limitarla a un número determinado de individuos. Si existe,

existe para todos. El dilema es: o el juicio es falso, y entonces no es válido para nadie, o es

verdadero, y entonces es válido para todos, es universalmente válido. Quien mantenga el

concepto de la verdad y afirme, sin embargo, que no hay ninguna verdad universalmente

válida, se contradice, pues, a sí mismo. El subjetivismo y el relativismo son, en el fondo,

escepticismo. Pues también ellos niegan la verdad, si no directamente, como el escepticismo,

indirectamente, atacando su validez universal. El subjetivismo se contradice también a sí

mismo, pretendiendo de hecho una validez más que subjetiva para su juicio: "Toda verdad es

subjetiva". Cuando formula este juicio, no piensa ciertamente: "Sólo es válido para mí, para

los demás no tiene validez". Si otro le repusiese: "Con el mismo derecho con que tú dices

que toda verdad es subjetiva, digo yo que toda verdad es universalmente válida", seguramente

no estaría de acuerdo con esto. Ello prueba que atribuye efectivamente a su juicio una validez

universal. Y lo hace así, porque está convencido de que su juicio acierta en la cosa, reproduce

una situación objetiva. De este modo supone prácticamente la validez universal de la verdad

que niega teóricamente. Lo mismo pasa con el relativismo. Cuando el relativista sienta la

tesis de que toda verdad es relativa, está convencido de que esta tesis reproduce una situación

objetiva y es, por ende, válida para todos los sujetos pensantes. Cuando Spengler, por

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ejemplo, formula la proposición anteriormente 23 citada: "Sólo hay verdades en relación a

una humanidad determinada", pretende dar expresión a una situación objetiva, que debe

reconocer todo hombre racional. Supongamos que alguien le repusiese: "Con arreglo a tus

propios principios, este juicio sólo es válido para el círculo de la cultura occidental. Pero yo

procedo de un círculo cultural completamente distinto. Siguiendo el invencible impulso de

mi pensamiento, tengo que oponer a tu juicio este otro: toda verdad es absoluta. Con arreglo

a tus propios principios, este juicio se halla tan plenamente justificado como el tuyo. Por

ende, me dispenso en lo futuro de tus juicios, que sólo son válidos para los hombres del

círculo de la cultura occidental". Si alguien hablase así, Spengler protestaría con todas sus

fuerzas. Pero la consecuencia lógica no estaría de su parte, sino de la de su contrario.

El pragmatismo

El escepticismo es una posición esencialmente negativa. Significa la negación de la

posibilidad del conocimiento. El escepticismo, toma un sesgo positivo en el moderno

pragmatismo (de πρâgma = acción). Como el escepticismo, también el pragmatismo

abandona el concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el

ser. Pero el pragmatismo no se detiene en esta negación, sino que remplaza el concepto

abandonado por un nuevo concepto de la verdad. Según él, verdadero significa útil, valioso,

fomentador de la vida. El pragmatismo modifica de esta forma el concepto de la verdad,

porque parte de una determinada concepción del ser humano. Según él, el hombre no es en

primer término un ser teórico o pensante, sino un ser práctico, un ser de voluntad y acción.

Su intelecto está íntegramente al servicio de su voluntad y de su acción. El intelecto es dado

al hombre, no para investigar y conocer la verdad, sino para poder orientarse en la realidad.

El conocimiento humano recibe su sentido y su valor de éste su destino práctico. Su verdad

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consiste en la congruencia de los pensamientos con los fines prácticos del hombre, en que

aquéllos resulten útiles y provechosos para la conducta práctica de éste. Según ello, el juicio:

"la voluntad humana es libre" es verdadero porque ‐y en cuanto‐ resulta útil y provechoso

para la vida humana y, en particular, para la vida social. Como el verdadero fundador del

pragmatismo se considera al filósofo norteamericano William James († 1910), del cual

procede también el nombre de "pragmatismo". Otro principal representante de esta dirección

es el filósofo inglés Schiller, que ha propuesto para ella el nombre de "humanismo". El

pragmatismo ha encontrado adeptos también en Alemania. Entre ellos se cuenta, ante todo,

Friedrich Nietzsche († 1900). Partiendo de su concepción naturalista y voluntaria del ser

humano, enseña: "La verdad no es un valor teórico, sino tan sólo una expresión para designar

la utilidad, para designar aquella función del juicio que conserva la vida y sirve a la voluntad

de poderío". De un modo más tajante y paradójico todavía expresa esta idea cuando dice: "La

falsedad de un juicio no es una objeción contra este juicio. La cuestión es hasta qué punto

estimula la vida, conserva la vida, conserva la especie, incluso quizás educa la especie".

También la Filosofía del como si, de Hans Vaihinger, pisa terreno pragmatista. Vaihinger se

apropia la concepción de Nietzsche. También según él es el hombre, en primer término, un

ser activo. El intelecto no le ha sido dado para conocer la verdad, sino para obrar. Pero

muchas veces sirve a la acción y a sus fines, justamente porque emplea representaciones

falsas. Nuestro intelecto trabaja de preferencia, según Vaihinger, con supuestos

conscientemente falsos, con ficciones. Estas se 24 presentan como ficciones preciosas, desde

el momento en que se muestran útiles y vitales. La verdad es, pues, "el error más adecuado".

Finalmente, también Georg Simmel defiende el pragmatismo en su Filosofía del dinero.

Según él, son "verdaderas aquellas representaciones que han resultado ser motivos de acción

adecuada y vital". Ahora bien, es palmario que no es lícito identificar los conceptos de

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"verdadero" y de "útil". Basta examinar un poco de cerca el contenido de estos conceptos

para ver que ambos tienen un sentido completamente distinto. La experiencia revela también

a cada paso que una verdad puede obrar nociva‐ mente. La guerra mundial ha sido

singularmente instructiva en este sentido. De una y otra parte se creía un deber ocultar la

verdad, porque se temían de ella efectos nocivos. Estas objeciones no alcanzan, sin embargo,

a las posiciones de Nietzsche y de Vaihinger, que mantienen, como se ha visto, la distinción

entre lo "verdadero" y lo "útil". Conservan el concepto de la verdad en el sentido de la

concordancia entre el pensamiento y el ser. Pero en su opinión no alcanzamos nunca esta

concordancia. No hay ningún juicio verdadero, sino que nuestra conciencia cognoscente

trabaja con representaciones conscientemente falsas. Esta posición es evidentemente idéntica

al escepticismo y se anula, por ende, a sí misma. Vaihinger pretende, en efecto, que la tesis

de que todo contenido del conocimiento es una ficción, es verdadera. Los conocimientos que

él expone en su Filosofa del como si pretenden ser algo más que ficciones. En la intención

del autor, pretenden ser la única teoría exacta del conocimiento humano, no un "supuesto

conscientemente falso". El error fundamental del pragmatismo consiste en no ver la esfera

lógica, en desconocer el valor propio, la autonomía del pensamiento humano. El pensamiento

y el conocimiento están ciertamente en la más estrecha conexión con la vida, porque están

insertos en la totalidad de la vida psíquica humana; el acierto y el valor del pragmatismo

radican justamente en la continua referencia a esta conexión. Pero esta estrecha relación entre

el conocimiento y la vida no debe inducirnos a pasar por alto la autonomía del primero y

hacer de él una mera función de la vida. Esto sólo es posible, como se ha mostrado, cuando

se falsea el concepto de la verdad o se le niega como el escepticismo. Pero nuestra conciencia

lógica protesta contra ambas cosas

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La Fenomenología

La fenomenología parece replantear los principios del empirismo dándoles nueva vida y

significado, el conocimiento no es producto de la simple experimentación ni es el resultado

de las impresiones sensoriales, el conocimiento es el resultado de la vivencia, de la

participación en el objeto de estudio, ya el observador no será un ente pasivo, dedicado a la

simple medición y recolección de datos, ahora es parte del objeto de estudio y la vivencia de

éste es parte del proceso de comprensión del fenómeno. La fenomenología tiene en Husserl

su fundador y principal exponente, otro filósofo destacado fue Heidegger, quien fue discípulo

de Husserl y quien lo sustituyo en su cátedra de la Universidad de Friburgo.

 Edmund Husserl tomó como objetivo la creación de una filosofía que fuera una

ciencia rigurosa. Su proyecto implicaba el volver a fundamentar la ciencia en la

conciencia y en el mundo de la vida, considera que para lograr una ciencia rigurosa

hay que ir a las cosas en si, los fenómenos, y éstos son las vivencias que suceden en

la conciencia. Para la fenomenología ser es aparecer en la conciencia, y nuestra

conciencia es siempre conciencia de un fenómeno, y todo fenómeno está en la

conciencia (Szilasi 2003).

 Martin Heidegger plantea un estudio de la existencia humana, el hombre es un

“Dasein” (ser-ahí), situado en un plexo de significados, de sentidos. La existencia es

comprender e interpretar. (Heidegger 1997).

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La Hermenéutica

Si bien en algunas fuentes es concebida como una técnica o método de análisis de textos,

aquí es descrita desde la óptica del acceso al conocimiento a través del “estudio” de las

construcciones discursivas de un autor, una ciencia, una cultura, etc., con el propósito de

comprender su significado (sentido), en tal sentido, la hermenéutica sostiene la no existencia

de un saber objetivo, transparente ni desinteresado sobre el mundo. Tampoco el ser humano

es un espectador imparcial de los fenómenos. Antes bien, cualquier conocimiento de las cosas

viene mediado por una serie de prejuicios, expectativas y presupuestos recibidos de la

tradición que determinan, orientan y limitan nuestra comprensión. La hermenéutica acepta la

finitud de la voluntad y la cognición humana, pretende recuperar el juicio reflexivo como

forma de conocer, para ello tiene al discurso como objeto de estudio. Tiene su principal

exponente a Gadamer.

 Hans-Georg Gadamer intenta recuperar el dialogo humano y el debate público sobre

ciertas cuestiones, es decir pretende recuperar el juicio reflexivo como forma de

conocer (Gadamer 1998), busca rescatar una forma de saber pre-científico entendido

como un determinado saber del hombre que da al hombre la oportunidad de hacer

ciencia. El principal aporte de Gadamer a la hermenéutica es su metodología universal

y lógica superior que sobrepasa y comprende a los métodos de la ciencia. Para

Gadamer, el modo de comprender humano es puramente interpretativo, construyendo

una realidad propia a través de la interpretación de una realidad captada. De allí que

todo conocimiento sea interpretación que implica el reconocimiento de la realidad

comprendida, en tal sentido, se afirma la existencia de dos realidades: una captada y

una comprendida. De la descripción de estas cuatro escuelas epistemológicas

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emergen dos tendencias. La primera que implica la existencia de un mundo externo,

en el cual no tenemos influencia y al que accesamos de forma objetiva, apoyada por

el racionalismo y el empirismo y la segunda que sostiene la existencia de un mundo

interior en nosotros, que afecta e influencia la aprehensión del conocimiento del

mundo que nos rodea, tendencia que ha surgido a partir del siglo XX, a raíz de la

aparición de la fenomenología y la hermenéutica como posiciones epistemológicas.

En conclusión, la epistemología se identifica no sólo con la filosofía de la ciencia,

sino de igual modo con la crítica metodológica de la ciencia, en la medida en que tal

crítica tiende a formular racional y sistemáticamente las condiciones de validez, los

requisitos metodológicos de los juicios asumidos por los científicos, en fin, la

epistemología pretende reconstruir racionalmente el concepto de conocimiento

científico. Además, el significado de una ciencia, de una teoría, de un método, de una

investigación, no se comprende si no se esclarece fondo epistemológico sobre el cual

se sustenta; el conocimiento científico no tiene fundamento en sí mismo, depende de

otro discurso que lo legitima: una epistemología, un paradigma.

el cartesianismo es Dios.

Principios filosóficos del pensamiento de Aristóteles

Aristóteles era un filósofo sistemático, es decir, un pensador que tenía o proponía un sistema.

Pero, para comprender un sistema hace falta entender cómo están vinculadas entre sí sus

partes. Y, para ello, es preciso averiguar cuáles son los hilos que las cosen, sus piedras

angulares, los puntos de enclave. Ellos son los principios filosóficos que operan en su

sistema. Pero, ¿qué es un principio? y ¿cuáles de ellos operan filosóficamente en Aristóteles?

Dice Aristóteles que principio es tanto la causa del movimiento de algo como de su

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perfección o realización, así como también de su generación, ordenamiento y

cognoscibilidad. En general, principio, tomado como causa, significa lo primero. El concepto

de principio rige tanto para los seres como para el conocimiento de los seres. Por eso principio

es aquello desde lo que algo es, se hace y se conoce. Un resumen de los principios filosóficos

aristotélicos, anotando sus consecuencias y su naturaleza, puede muy bien servir para acceder

a la comprensión de la filosofía aristótelica, pues son esos principios los mimbres con los que

nuestro autor construye su sistema teórico. Estos principios son los siguientes:

 Empirismo (principio de naturaleza u orden epistemológico): nada hay en el

entendimiento que no haya estado antes en los sentidos. El conocimiento comienza

por los sentidos. El cuerpo, que es quien nos pone en contacto con lo que nos rodea,

dispone tanto de sentidos cuadernos DUERERÍAS Serie historia de la filosofía / 2 10

externos (los cinco sentidos) como internos (la memoria y la imaginación, en opinión

de Aristóteles).

 Hilemorfismo (orden físico, biológico, antropológico): la naturaleza es un

compuesto de materia y forma. Todos los seres de la naturaleza son, según

Aristóteles, hilemórficos, también el hombre. La materia “vive” informada, la forma

“vive” informando; dice Aristóteles que la materia es potencia, mientras que la forma

es acto. Para Aristóteles, el acto es más perfecto que la materia, pues ésta vive siempre

en la falta, en la pasividad, aunque entendida como posibilidad, en el llegar a ser, en

cambio el acto es realización plena, actualidad; la materia vive a la espera de recibir

forma, de hecho no hay materia sin forma, pero la forma vive dando forma a la

materia, formándola. Si bien no hay materia sin forma, es posible hallar forma sin

materia: es el caso del pensamiento puro, que es de naturaleza divina. Aristóteles

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consideraba a Dios pensamiento puro (ver Aubenque). Precisamente la perspectiva

de una forma separada de la materia es la que hace imposible que el hilemorfismo

tenga un rendimiento metafísico o que pueda resultar operativo en el campo de la

metafísica; su lugar está en el de la física, es decir, en el de la investigación de la

naturaleza. En sentido antropológico, el hilemorfismo serviría a Aristóteles para

distanciarse de su maestro Platón: mientras éste consideraba que el alma preexistía y

sobrevivía al cuerpo y, además, conocía innatamente las ideas, Aristóteles, por su

parte, afirmaba la unidad sustancial alma-cuerpo y además, para Aristóteles, nuestra

mente es una especie de papel en blanco que sólo comienza a conocer gracias a la

experiencia que tiene un cuerpo. Pero, ¿si el destino del alma estaba unido al del

cuerpo, era ésta entonces mortal? En la filosofía de Aristóteles, el alma ya no es algo

independiente e inmortal, sino que está unida al cuerpo, en la medida en que es su

forma. No existe un alma separada del cuerpo y tampoco le preexiste ni sobrevive.

Simplemente, el alma está unida al cuerpo como su forma, es decir, como su

estructura. Un cuerpo sin alma no podría ser un organismo, cuadernos DUERERÍAS

Serie historia de la filosofía pues recordemos que un organismo es un todo

organizado y el alma es la que ofrece esa forma, ese orden al cuerpo que es materia.

(Para más información sobre el tema del alma véase apartado “la antropología de

Aristóteles”).

 Intelectualismo (orden epistemológico, político y existencial): “todos los hombres

desean por naturaleza saber”, reza la primera frase de la Metafísica de Aristóteles.

Por tanto, el saber es la finalidad de las acciones humanas, su principio de orden y

reconocimiento. Desde un punto de vista epistemológico, el intelectualismo, que

contaba en la cultura griega con una larga y consolidada tradición inaugurada quizá

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por Sócrates, supone una jerarquía de saberes en cuya cima se apuestan los saberes

teóricos o contemplativos (véase “teoría”). Pero el intelectualismo tenía o se

sustentaba además en un contenido político, es decir que una determinada cara social

lo sustentaba ideológicamente: la sociedad griega estaba construida sobre la

existencia de una masa de esclavos que cubría la función productiva. Ser esclavo en

Grecia no sólo suponía estar privado de libertad (Aristóteles afirmaba elocuentemente

que la diferencia entre un hombre libre y un esclavo consiste en que aquél vive como

quiere, mientras que éste vive como no quiere), sino especialmente no poseer

derechos políticos, esto es, no ser ciudadano. Para ser ciudadano había que pertenecer

a la comunidad de iguales, es decir, al grupo de quienes ejercían sus derechos y

obligaciones políticas. Los esclavos, como las mujeres y los extranjeros, quedaban

excluidos de la comunidad política. Por otra parte, el artesano, que si bien no era un

esclavo, sí tenía que trabajar manualmente, era aquel que estaba en posesión de una

técnica (“téchné”), de un arte de producción, lo que llamaríamos un “saber hacer”.

Para la cultura griega clásica –y Aristóteles lo deja muy claro en su clasificación de

los saberes- las artes o técnicas no eran más que saberes poiéticos o productivos. Por

encima de ellos tenían tanto a los saberes prácticos como, por supuesto, a los saberes

teóricos o intelectuales. Si los poiéticos y los productivos tenían su respectiva

finalidad fuera de sí mismos, los saberes superiores, en cambio, tenían su finalidad

en sí mismos. Y esto era precisamente lo que los hacía superiores.

 Teleologismo (orden ontológico, físico, biológico, político): “porque la naturaleza

de una cosa es precisamente su fin”. Aristóteles concebía la realidad sometida a un

ordenamiento teleológico, esto es, Aristóteles pensaba que todas las cosas se ordenan

y reconocen por su finalidad y que, por tanto, la causa final es su principio.

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Recordemos que el término “principio” tiene en Aristóteles un doble significado:

significa tanto comienzo como mando. Así, por ejemplo, la materia sería reconocida

por su finalidad, también la ciudad o polis y el gobierno de la misma. Recuérdese que

Aristóteles clasificaba los regímenes políticos atendiendo no sólo al número de

gobernantes sino, especialmente, a su finalidad; así, distinguía entre regímenes

políticos rectos, aquellos cuya finalidad es el bien común, y regímenes políticos

desviados. De igual manera, la polis se reconocía y ordenaba también según su

finalidad, la cual, según Aristóteles, no era otra que la felicidad (eudamonía) de los

ciudadanos. Por otra parte, Aristóteles señala que la naturaleza no hace nada en vano,

es decir, que todo en ella tiene una finalidad y que esa causa final resulta principio de

orden de la misma. Pero, ontológicamente, para entender cómo es posible que la causa

final sea la primera es necesario aclarar que en la filosofía de Aristóteles el orden

cronológico (cronos) y el orden del conocimiento u orden lógico (logos) no corren

paralelamente en el mismo sentido; antes bien, el orden del conocimiento invierte a

menudo el orden cronológico: “Cuando Aristóteles afirma que “lo que es postrero en

el orden del análisis es primero en el orden de la génesis” quiere decir que la

investigación teórica y práctica del hombre reproduce, pero sentido inverso, el

desarrollo espontáneo del cosmos […] Para quien contemple la causalidad final, el

tiempo de la esencia y de la naturaleza será la inversa del tiempo de la génesis […] lo

que quiere decir que lo perfecto es anterior a lo imperfecto en el orden de la esencia

y la naturaleza, pero le es posterior en el orden de la generación […] Pero el orden

del conocimiento, acto humano que se desarrolla en el tiempo, es él mismo un orden

cronológico. Si ambos se oponen a veces es porque el conocimiento humano puede,

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y quizá incluso debe, remontar el curso natural de las cosas, con respecto al cual se

define el tiempo del físico o, lo que es aquí lo mismo, del filósofo”.

 Animal político que tiene logos (orden antropológico, político, existencial):

consideraba Aristóteles que el hombre, por naturaleza, es social, porque el individuo

no se basta a sí mismo; el destino del individuo es, pues, ser parte y sólo el Todo, en

este caso, la polis, resulta autosuficiente y, por eso, es primera. pero que el hombre

sea social no es únicamente una cuestión de autosuficiencia o de supervivencia, no es

una cuestión biológica, sino lógica, en el sentido de que el animal político ‘hombre’

es tal porque tiene logos, en el sentido de lenguaje y razón. Mediante el logos el

hombre distingue lo justo de lo injusto, lo conveniente de lo inconveniente, lo bueno

de lo malo; es decir, que mediante el logos el hombre se hace social o político y moral.

Precisamente el logos, como comunicación racional, es lo que distingue al hombre de

las bestias y los dioses, opinaba Aristóteles. Así pues, para Aristóteles el logos dicta

la posibilidad de la socialidad natural humana y dicta al unísono el modo existencial

en que el hombre existe socialmente, es decir, no sólo vivimos en sociedad sino que

estamos en ella, formamos parte de ella, de una manera determinada: podríamos decir

que estamos lógicamente en sociedad. De esta forma se divisa claramente que la

comunicación racional (logos) es el principio operativo de la acción humana.

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ANEXO

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BIBLIOGRAFIA

 https://gnoseologia1.files.wordpress.com/2011/03/teoria-del-conocimiento1.pdf
 https://prezi.com/7zkwojt_zsmc/bases-filosoficas-del-conocimientos/
 https://es.scribd.com/doc/98948804/Base-Filosofica-del-Conocimiento#
 http://lasbasesdelafilosofia.blogspot.pe/p/rene-descartes.html

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