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RESUMEN.........................................................................................................................3
INTRODUCCIÓN...............................................................................................................4
PSICOLOGÍA Y DERECHO
CAPÍTULO I.......................................................................................................................6
Antecedentes Históricos.................................................................................................6
El Criminales 'Insane'...................................................................................................10
Hugo Münsterberg........................................................................................................11
CAPÍTULO II....................................................................................................................13
LA PSICOLOGÍA FORENSE...........................................................................................13
El Psicólogo Forense...................................................................................................20
CAPÍTULO III...................................................................................................................23
CAPÍTULO IV..................................................................................................................41
PSICOLOGÍA Y DERECHO
ANEXOS..........................................................................................................................59
Anexo A........................................................................................................................59
Anexo B........................................................................................................................59
BIBLIOGRAFÍA................................................................................................................62
BIBLIOGRAFÍA
RESUMEN
PSICOLOGÍA Y DERECHO
Desde tiempos remotos hasta la actualidad se han evidenciado conductas delincuenciales en los
seres humanos para con sus congéneres. En nuestra sociedad y debido al incremento de estas
conductas delincuenciales se ha hecho necesario el uso de ciencias tanto jurídicas como
psicológicas para evaluar de manera adecuada la conducta de los sujetos participantes en
delitos.
El presente trabajo monográfico describe un análisis sobre la principal rama de la Psicología
Jurídica “La Psicología Forense”, encargada de la aplicación de la Psicología (métodos y
conocimientos) a la realización de pruebas periciales en el ámbito del Derecho, la Psicología
aplicada a los tribunales o a aquéllas actividades que el psicólogo puede realizar en el Foro.
PSICOLOGÍA Y DERECHO
La monografía está distribuida en tres capítulos: el 1er capítulo trata sobre la Historia de La
Psicología Forense, el 2do capítulo trata sobre la Psicología Forense y El perfil del Psicólogo
Forense y el tercer capítulo distingue entre las Técnicas de los dos tipos de Psicología Forense:
Clínica y Experimental.
CAPÍTULO I
Antecedentes Históricos
La Psicología Forense no es una ciencia nueva. Podemos encontrar sus antecedentes en los siglos
XVII y XVIII, en tratados de psiquiatría legal y criminología, pero como ciencia moderna, en
Europa tiene sus orígenes entre mediados del siglo XIX y principios del XX, de la mano del italiano
C. Lombroso, fundador de la primera escuela de antropología criminal y autor de L’uomo
delinquente (1876); del francés A. Binet que publicó el libro La suggestibilité (1900), donde se
recogen los primeros trabajos aplicados a la Psicología del Testimonio; y de los alemanes H.
Gross, autor del libro Kriminalpsychologie (1897), H. Münsterberg, que publicó el primer manual
específico sobre Psicología Forense titulado On the Witness Stand (1908) y L. W. Stern, que editó
la primera revista especializada en el área titulada Beitrage zur Psychologie der Aussage (1903-
1906).
✔ En el siglo quinto, en sociedades germánicas y eslavas, se cree que son las primeras sociedades
en poner en el estatuto que los expertos médicos se deben emplear para determinar la causa
de la muerte.
✔ En 1247 el primer libro de texto de medicina forense se publica en China, que entre otras
cosas, contiene documentos de los procedimientos que deben seguirse cuando se investiga una
muerte sospechosa.
✔ Los médicos forenses que actuaron en 1887 aseguraron que una parte integral de la función
de los jueces de instrucción consistía en determinar las circunstancias y las causas médicas de
muerte súbita, violenta y antinatural.
Lo que estos ejemplos nos dicen con gran claridad es que El Sistema Legal abarca Los
Conocimientos Médicos. Al considerar la historia de la Psicología Forense, se podría argumentar
que la relación entre la Psicología y la Ley siempre ha existido, porque, en esencia, ambos son
fundamentalmente en la evaluación de la Conducta Humana.
El Criminales 'Insane'
Algunas de las primeras referencias con respecto a los Criminales Dementes se pueden
encontrar en el Derecho Romano, que por clemencia y según el juicio del abogado, se sostenía
que la locura era un castigo en sí mismo. El tema de la locura y la responsabilidad penal se
debatió ya en el siglo 13, con destacados escritores de la época que decían que “cuando una
persona demente va a hacer daño 'debe ser evidente que si dentro de un delito existe la falta
de una voluntad ellos son excusado de responsabilidad.
Tan pronto como la sociedad comenzó a relacionarse con la idea de que la locura quitaba la
responsabilidad penal en una persona, el estudio de las enfermedades mentales dentro de un
contexto forense, era inevitable.
En 1603 Sir Edward Coke sostuvo que el loco 'no sabía lo que hacía ", y como tal, en realidad no
muestra ninguna intención criminal. Esto era importante porque de esta forma la 'locura' este
punto se consideró exclusivamente en términos cognitivos, es decir, la falta de conocimiento de
que lo que estaban haciendo estaba mal.
Un primer ejemplo de cómo la Psicología Forense se encapsula dentro del Sistema Jurídico es la
prueba de bestia salvaje (1724) que establecía que los individuos que presentan las acciones
más como reflejos de los animales en lugar de la elección moral no eran responsables por el
delito que cometieron.
Como resultado del análisis de una serie de casos de alto perfil, los criterios adicionales para
juzgar la responsabilidad penal entraron en juego, por ejemplo ser capaz de distinguir entre el
bien y el mal. Con el tiempo este criterio se convirtió en una medida independiente de la locura
y los jurados tenían la opción de no encontrar al acusado culpable por razón de demencia. En
términos de una señal tangible en la historia de la Psicología Forense, el desarrollo más
importante fue la fundación del Laboratorio de Psicología por primera vez en 1879 por Wilhelm
Wundt en Leipzig, Alemania. Wilhelm Wundt defendió y perfecciono el método experimental
dentro de la Psicología. Esta metodología rigurosa sirvió de marco para toda una serie de
investigaciones psicológicas aplicadas, entre ellos algunos asuntos legales. Por ejemplo, en 1895
Cattell llevó a cabo experimentos sobre la naturaleza del testimonio y, al hacerlo, puso de relieve
los efectos de las diferencias de la situación y el individuo, que por cierto se están analizando en
la actualidad.
Hugo Munsterberg era un apasionado defensor de la psicología forense. Una figura interesante
y controvertida, Münsterberg fue una figura clave en la historia de la psicología forense. Estudió
con Wundt en Leipzig antes de mudarse a los EE.UU. en 1892 para establecer un laboratorio
experimental en la Universidad de Harvard, el objetivo principal fue la introducción de la
psicología aplicada. Las ideas de Münsterberg no fueron tomadas en serio y fueron muy
ignoradas por la profesión de abogado, en medida a su evidente fastidio.
"El Abogado y el Juez y el Jurado están seguros de que no es necesario el Psicólogo Experimental.
Ellos no quieren ver que en este campo de la psicología experimental aplicada por excelencia ha
dado pasos firmes, liderados por Binet, Stern, Lipmann, Jung, Wertheimer, Gross, Sommer,
Aschaffenburg, y otros estudiosos. Siguen pensando que su instinto legal y su sentido común les
proporcionan todo lo necesario” Completamente sin inmutarse por la aparente falta de interés
el en tema por parte del Derecho, Münsterberg se dedicó a promover y avanzar en el campo de
la psicología forense.
Entre otras cosas, llevó a cabo la investigación en La Memoria de los Testigos, Confesiones
Falsas, y el papel de La Hipnosis en la Corte. Uno de sus primeros experimentos probó la
capacidad de los sujetos para discriminar entre los sonidos que se escuchan en rápida sucesión.
Casi sesenta años después, sus conclusiones se incluyeron como parte de la preparación para el
juicio de Lee Harvey Oswald para ayudar a abordar la cuestión de cuántos disparos había sido
despedido durante el asesinato del presidente Kennedy. Hugo Münsterberg fue un apasionado
defensor de la psicología forense y una figura importante en su historia y desarrollo.En 1908,
Hugo Münsterberg publicó 'en el estrado: Ensayos sobre la psicología y la delincuencia ". Uno
de estos ensayos fue titulado 'Confesiones de Untrue.
CAPÍTULO II
LA PSICOLOGÍA FORENSE
Forense proviene de la palabra foro: Lugar donde se reunían los ciudadanos para discutir sus
problemas comunes, sus derechos. Muchas veces se contrataban oradores, para defender sus
derechos. En la actualidad, el término forense designa, por reducción, a las disciplinas de las que
se nutre la Justicia para su funcionamiento, incluidas autopsias, morgue, etc. La psicología
forense es entonces la intersección entre dos ciencias: la psicología y el derecho. Que si bien
tratan el mismo objeto de estudio (la persona); sus enfoques y sus métodos son diferentes; ergo
sus conclusiones también. Al describir a continuación estas diferencias, no sólo se alude al
concepto de opuesto, sino también al concepto de complementario. La dialéctica entre lo
opuesto y lo complementario dará conclusión necesaria para una praxis.
1 Jorge Horacio Ballester Lic. en psicología - Perito Forense. CENTRO DE PSICOLOGÍA CLÍNICA,
PSICOLOGÍA Y DERECHO
Ilustración 3
Psicología Y Derecho
PSICOLOGÍA FORENSE 14
Tabla 1:
DIFERENCIAS ENTRE LA PSICOLOGÍA Y EL DERECHO
PSICOLOGÍA DERECHO
Puede dar explicaciones a las Juzga, Demanda O Defiende.
motivaciones de la conducta.
Tipifica una conducta estimada
Estudia la conducta iluminada por sus socialmente como delito.
vivencias.
Cuanto más inconsciente es la
Cuanto más inconsciente es la conducta,
conducta, “más patológica será” “más inimputable será”.
La Psicología Forense es una rama de la Psicología Jurídica que se ocupa de auxiliar al proceso
de administración de Justicia en el ámbito tribunalicio. Es una división de la psicología aplicada
relativa a la recolección, análisis y presentación de evidencia psicológica para propósitos
judiciales.2 Por tanto, incluye una comprensión de la lógica sustantiva y procesal del Derecho en
la jurisdicción pertinente para poder realizar evaluaciones y análisis psicológico-legales e
interactuar apropiadamente con jueces, fiscales, defensores y otros profesionales del proceso
judicial Un aspecto importante de la Psicología Forense es la capacidad de testificar ante un
juzgado en condición de perito experto, reformulando hallazgos psicológicos en el lenguaje legal
de los juzgados para proveer información al personal legal de una forma que pueda ser
entendida y aprovechada. En cada país, los psicólogos forenses deben entender la psicología,
reglas y estándares del sistema jurídico nacional para que sean considerados como testigos
creíbles. Es fundamental el entendimiento del Modelo Acusatorio bajo el cual funciona el
sistema. También existen reglas sobre la presentación oral de la pericia, e incluso, la falta de una
comprensión firme de los procedimientos judiciales resultará en la pérdida de credibilidad del
psicólogo forense en el juzgado y su eventual recusación para excluirlo del proceso.3 Un
psicólogo forense puede ser entrenado en psicología clínica, social, organizacional o cualquier
otra rama de la psicología, sin embargo la adecuada comprensión teórica y experiencia práctica
en evaluación psicológica a través de instrumentos psicométricos y proyectivos así como de la
psicopatología son fundamentales para la práctica pericial. Generalmente, las preguntas que se
proponen a los psicólogos forenses en el tribunal no son relativas a cuestiones psicológicas, sino
más bien legales; y la respuesta debe ser en un lenguaje que el tribunal comprenda. Algunos
aspectos que comúnmente son objeto de interrogación del sistema judicial a los psicólogos
forenses son la competencia del acusado para someterse a juicio y ejercer su legítimo derecho
a la defensa, o que se dictamine el estado mental del procesado al momento de cometer el
crimen por el que es acusado, de forma de conocer la comprensión de la criminalidad del acto
punible y la capacidad del imputado para dirigir sus acciones al momento de la comisión del
delito, lo que tiene una incidencia directa sobre la responsabilidad penal que se le pueda
imputar.
También es función de los psicólogos forenses proveer recomendaciones con respecto a las
condiciones de ejecución de la sentencia y al tratamiento que debe seguir el acusado, así como
cualquier otra información que el juez requiera, como la referida a factores atenuantes,
agravantes o eximentes, la valoración de la probabilidad de reincidencia y la evaluación de la
credibilidad de los testigos. La Psicología Forense implica también capacitar y asesorar a policías,
criminalistas u otro personal oficial de las fuerzas públicas de seguridad para proveer
información psicológica relevante para el perfilamiento criminal de presuntos actores de hechos
punibles.
PSICOLOGÍA Y DERECHO
ASESINATO
La primera participación de los psicólogos en las Clínicas MédicoForenses data de 1986. Estas
intervenciones dependen del Tribunal Superior de Justicia de cada Comunidad Autónoma y
están en proceso de incorporarse a los recientemente creados Institutos de Medicina Legal,
junto con los Institutos Anatómico Forenses, y de Toxicología. Así pues, los psicólogos aquí
colaboran en las evaluaciones de agresores y víctimas en casos de agresiones físicas, sexuales y
psicológicas, de accidentes de tráfico y laborales, incapacidades, trastorno mental, maltrato a
menores, ancianos y de género, mobbing, bullying, toxicomanías... Juzgados De Familia. Fue en
estos juzgados donde se crearon los primeros equipos técnicos con participación de los
psicólogos, en colaboración con Trabajadores Sociales. Aquí el psicólogo actúa a requerimiento
del juez, en general para informar sobre la situación personal y familiar de los cónyuges en
procesos contenciosos de divorcio, para la guarda y custodia de los hijos y el establecimiento
del régimen de visitas correspondiente, y en los procesos de protección de menores. Juzgados
de Menores. Los equipos técnicos adscritos a los juzgados de menores se encargan de la
valoración de los menores delincuentes. Su labor consistirá en la elaboración de informes,
generalmente en colaboración con trabajadores sociales y educadores, evaluando la
personalidad y condicionantes VÁZQUEZ, B. (2005): Manual de psicología forense. Madrid
PSICOLOGÍA Y DERECHO
Desde la Psicología Experimental las principales aplicaciones tienen que ver con los
procedimientos en los que intervienen procesos psicológicos básicos, fundamentalmente
memoria, percepción y atención. Así pues, la actuación de los psicólogos se centra en la
Psicología del Testimonio, colaborando en los procedimientos de toma de declaración para
casos especiales, en el asesoramiento a los tribunales acerca de los factores que influyen en la
exactitud de las declaraciones de los testigos, asesorando en la composición de las ruedas de
identificación y los factores que influyen en estos procedimientos y elaborando informes
periciales donde se evalúa la credibilidad de las declaraciones de los testigos (exclusivamente
en casos de agresiones sexuales a menores).
PSICOLOGÍA Y DERECHO
Así pues, podemos distinguir dos diferentes roles del psicólogo forense experimental: como
peritos evaluando pruebas testificales, lo que ocurre sólo en casos especiales en agresiones
sexuales a menores y pruebas de identificación, y como testigos expertos asesorando al
tribunal sobre el conocimiento científico en psicología del testimonio para una mejor
valoración de las pruebas. Estos roles se aplican a dos ejes: el de la mentira y el de la exactitud
de los testigos. Cuando hablamos de mentira hacemos referencia a la actuación
deliberadamente errónea del testigo; sin embargo, estos son la minoría de casos en
comparación con la gran cantidad de errores no deliberados que cometen: entonces
hablaríamos de la exactitud de sus declaraciones e identificaciones. A este respecto la ciencia
psicológica ha establecido a lo largo de innumerables investigaciones cuáles son los principales
factores que influyen en la exactitud de identificaciones y declaraciones y en qué sentido lo
hacen. Un conocimiento en profundidad de estos factores y de los procedimientos que podrían
minimizarlos facilitaría la labor de investigación criminal y la toma de decisiones judiciales.
El Psicólogo Forense
Especialización y Formación del Psicólogo Forense, como puede apreciarse, los conocimientos y
Especialidad de los psicólogos forenses determinan sus funciones. () Distingue entre
conocimientos genéricos y específicos en Psicología Penal Forense clínica: Por Conocimientos
Generales entiende los comunes a la ciencia psicológica, entre los que incluyen como áreas de
conocimiento relevantes para la psicología forense la evaluación, intervención, asesoramiento,
supervisión, investigación, fundamentos científicos y desarrollo profesional.
Así, el psicólogo forense debe conocer la metodología específica a emplear en la evaluación del
objeto pericial; los diferentes tratamientos para abordar la enfermedad mental (señalando
especialmente los de abuso de sustancias, agresión sexual y desórdenes de personalidad); los d
La Psicología forense es una especialidad del campo de la Psicología. Se trata de una “praxis que
involucra dos vertientes: una práctica, en lo que hace a la respuesta puntual que se espera de la
psicología cuando es interrogada desde el Todo Legal, es decir la pericia propiamente dicha, y
una crítica en tanto reflexión, que involucra tanto al demandante cuanto al demandado”.... “de
no existir tal dimensión crítica, quien ejerce lo hace en calidad de esclavo, por más eficacia y
perfeccionamiento que exhiba en su tarea profesional”.
Esta especialidad aporta su teoría y su técnica para colaborar dando su punto de vista sobre
aquello que entra en conflicto en el campo de los intercambios entre las personas.
El profesional psicólogo tendrá como tarea, aportar en determinada litis, una opinión fundada,
colaborando con el Juez en el dictado de sentencia y, a su vez, abordar problemáticas humanas
desde una perspectiva diferente a la de la clínica tradicional.
El psicólogo podrá actuar en los distintos fueros de la Justicia, a saber: Civil (en sus variantes
Familia, Patrimonial y Responsabilidad Civil de las personas), Laboral, de la Seguridad Social y
Penal.
Esta actividad requiere de una formación específica que permita un mutuo aprovechamiento
del Derecho y la Psicología.
Psicología Jurídica: Valora el estado emocional y psíquico de una persona para emitir informes
solicitados por un juez en procesos jurídicos.
CAPÍTULO III
TÉCNICAS DE LA
PSICOLOGÍA FORENSE
En la Psicología Forense Clínica las principales técnicas utilizadas consisten en las propias de la
psicología clínica, esto es, de la metodología de entrevistas y de los instrumentos de evaluación
utilizados habitualmente en esta área para la valoración de estado mental o de la personalidad.
No obstante, para algunas actuaciones no existen instrumentos que midan las variables
específicas consideradas en psicología forense, como ocurre en los casos de custodias
disputadas, donde no existe por el momento un instrumento que permita concluir quién es el
progenitor más adecuado para ostentar la custodia de los hijos. En estos casos, la combinación
de varias técnicas y procedimientos facilitarán la labor del psicólogo forense.
En cualquier caso, no debe olvidarse que los informes periciales no tienen un objetivo
terapéutico sino jurídico, y que el origen de la petición pericial no es el sujeto evaluado sino la
necesidad del sistema.
Una evaluación adecuada implica ineludiblemente considerar para qué se va a evaluar, qué se
va a evaluar y cómo se va a evaluar. La respuesta a la primera pregunta procede de la petición
realizada en el ámbito jurídico, que puede proceder del juez o de cualquiera de las partes
(acusación y defensa). Por ello, será fundamental una primera entrevista con los actores origen
de la demanda (jueces o abogados) para especificar la petición, recoger la información necesaria
para la planificación de la actuación y poder contestar a qué y cómo, y solicitar los medios
necesarios para llevarla a la práctica. Así, por ejemplo, será el propio juez quien facilite el acceso
a los sujetos objeto de la pericia, fundamentalmente si la petición se realiza de una parte e
implica la valoración de un sujeto de la otra. Es sin duda el procedimiento más utilizado en
psicología forense. En general, la entrevista psicológica forense debe permitir obtener datos
para el informe pericial y la formulación de hipótesis, así como para la planificación de pruebas
posteriores para la falsación o verificación de las mismas. Podemos distinguir dos tipos de
entrevistas: semi estructuradas y estructuradas. Las primeras son aquellas que permiten al
peritado expresarse libremente, aunque sin perder el control ni el objetivo de la entrevista. Las
entrevistas estructuradas son aquellas específicamente diseñadas con un propósito y por lo
tanto con un guión más o menos definido. Se utilizan principalmente en casos de violencia de
género, agresiones sexuales, actitudes parentales, trastorno de estrés post traumático, déficit
neuropsicológicos o toxicomanías, entre otras. Las Pruebas Psicológicas Estas pruebas son
habitualmente utilizadas después de las entrevistas para la evaluación específica de
determinados parámetros. Se aplican sobre todo para la evaluación de la inteligencia, de la
personalidad normal y patológica, y del estado neuropsicológico. Y, en general, puede
distinguirse entre pruebas psicométricas y pruebas proyectivas. Las pruebas psicométricas
constituyen fundamentalmente una medida objetiva y tipificada de una muestra de conducta,
lo que supone uniformidad en el procedimiento de aplicación y puntuación, y una interpretación
de los resultados conforme a unas normas Los más utilizados son los test de inteligencia, las
pruebas de personalidad y las pruebas neuropsicológicas. Las pruebas proyectivas se basan en
la evaluación del comportamiento dinámico de los sujetos ante diferentes estímulos, por
ejemplo dibujos o juegos. En el diseño y posterior aplicación de todo test se consideran dos
criterios de obligado cumplimiento: validez y fiabilidad. La validez de un test indica si cumple
realmente con la función para la que está diseñado, esto es, si mide lo que pretende medir. La
fiabilidad indica la estabilidad o consistencia de las medidas proporcionadas por el test en
repeticiones sucesivas.
Tanto las pruebas psicométricas como las proyectivas son utilizadas por la psicología forense
clínica; no obstante, los proyectivos han recibido un gran número de críticas, ya que son de
interpretación muy compleja y requieren un gran conocimiento y experiencia por parte de la
persona que los administra. La posibilidad de llegar a conclusiones erróneas por interpretaciones
poco rigurosas es, pues, su principal crítica. Además, en ocasiones se los ha tachado de
subjetivos, y por ello algunos autores definen principios y requisitos para su aplicación:
2. Principio de Complementariedad, que establece el uso de más de una técnica para poder
establecer comparaciones y contrastar resultados. En general se recomienda su uso únicamente
como un método auxiliar que sirva como complemento a las pruebas psicométricas.
4. Principio de Selectividad, que recomienda la selección de aquellos datos que puedan aportar
más información para el objetivo de la pericial.
Pruebas y Técnicas Específicas: Para algunas de las evaluaciones periciales se utilizan pruebas
específicas según el tipo de delito de que se trata. Las más utilizadas se circunscriben a la
evaluación de las agresiones sexuales, a la conducta violenta, a las víctimas de agresiones, a las
toxicomanías, y a la evaluación en guarda y custodia.
peligrosidad.
Las principales técnicas utilizadas en la Psicología Forense Experimental tienen como objetivo
la obtención de pruebas testificales y su evaluación desde el punto de vista de la exactitud y
credibilidad, y dependen del tipo de prueba: identificación o declaración.
Una de las diligencias más relevantes y la más practicada en el sistema judicial para alcanzar este
fin es el reconocimiento en rueda de presos. Sin embargo, es una de las pruebas con menor
fiabilidad de todas las que pueden practicarse, ya que la tecnología aplicada a la obtención de
otras piezas de convicción permite identificar a una persona con un porcentaje de error mínimo,
como ocurre con las pruebas de ADN; sin embargo, no siempre es posible practicarlas, dado que
en pocas ocasiones se cuenta con las muestras materiales necesarias. Por ello, debe recurrirse
a la identificación ocular como prueba única y por tanto fundamental para poder inculpar a
alguien de la comisión de un delito. El problema es que los testigos no siempre aciertan en sus
identificaciones.
La creencia popular afirma que la mayoría de los falsos reconocimientos se debe a la mala
voluntad de los testigos, esto es, no admite los errores no deliberados, adjudicando cualquier
fallo en una identificación a la intención deliberada de mentir. Sin embargo, reconocer a una
persona en una rueda de identificación es una tarea de memoria, y quizá una de las más
complicadas, debido a que la memoria está lejos de ser perfecta y se encuentra limitada no sólo
en capacidad sino también por el efecto de innumerables factores (cognitivos, sociales,
evolutivos, e incluso clínicos y de personalidad) que la distorsionan, provocando errores no
intencionados tanto de omisión como de comisión. En ocasiones, los errores son provocados
por el propio Sistema.
Identificación en Fotografías
En algunos casos puede producirse la identificación previa del sospechoso de un delito en una
fotografía. Esta identificación puede realizarse de forma natural, por la aparición del supuesto
culpable en medios de comunicación, o como consecuencia de una “rueda fotográfica” en
comisaría o los juzgados. Una identificación previa servirá como base para detener a la persona
a quien se imputarán los delitos. Sin embargo, la sola identificación en fotografía no es válida
como prueba para el sistema legal. Por tanto, una vez que la policía localiza a la persona de la
fotografía a quien señaló el testigo, se procederá a realizar una rueda de identificación en vivo,
siguiendo el procedimiento señalado en la Ley. La dificultad a que nos enfrentamos aquí es que
el simple hecho de mostrar las fotografías al testigo podría estar viciando todo el procedimiento
posterior de identificación: en la rueda en vivo el testigo podría estar señalando a la persona de
la fotografía y no al autor del delito.
Así, la labor del psicólogo forense experimental será evaluar el tamaño funcional de la rueda y
los posibles sesgos en su composición, y asesorar sobre los diferentes factores de influencia que
sesgarían las respuestas de los testigos.
(cuadro I).
La Detección de las Identificaciones Erróneas Durante las últimas décadas se han desarrollado
diferentes procedimientos para valorar la credibilidad de las declaraciones de los testigos,
técnicas que no permiten saber si los testigos mienten o dicen la verdad, aunque podrían facilitar
los juicios sobre la credibilidad de los relatos que proporcionan. Sin embargo, ninguno de estos
procedimientos es aplicable a las pruebas de identificación. Además, el problema aquí no es
tanto detectar la mentira y por tanto la falsa identificación deliberada, como los errores no
deliberados.
El formato narrativo presenta una ventaja importante, las declaraciones dadas de esta forma no
suelen contener tantas distorsiones como con el interrogativo. Sin embargo, suelen ser bastante
pobres en cuanto a la cantidad de detalles proporcionados, consisten generalmente en
descripciones muy generales de lo sucedido; esto es, presentan errores de omisión. El formato
interrogativo, por su parte, tiene la ventaja de proporcionar una gran cantidad de información,
pero con más distorsiones de las aparecidas en el formato anterior, más errores de comisión.
Esta característica del formato interrogativo, más detalles pero menos exactos, se debe al efecto
que las preguntas tienen sobre la memoria.
Además de estos dos procedimientos utilizados en las entrevistas estándar para tomar
declaración a los testigos, existen otros procedimientos más complejos que facilitan el recuerdo
y pueden evitar las desventajas que presentan el formato de recuperación narrativo e
interrogativo. Cuando a los testigos se les hace difícil recordar, puede recurrirse a diferentes
técnicas de ayuda al recuerdo. Una de las técnicas sobre las que más énfasis se está poniendo
en la actualidad, como uno de los procedimientos más completos de toma de declaración, es la
Entrevista Cognitiva (EC). Esta forma de entrevista ha sido desarrollada como un completo
procedimiento de toma de declaración dirigido a la obtención de información cuantitativa y
cualitativamente superior a la que es posible obtener mediante las entrevistas estándar,
disminuyendo la posibilidad de que aparezcan errores de omisión y comisión en las
declaraciones de los testigos.
El empleo de ésta técnica se justifica, como en el caso del cambio de perspectiva, en que cuantas
más vías de acceso se tenga a la información almacenada en la memoria más posibilidades habrá
de que ésta se haga accesible por uno u otro camino.
Sin embargo, no todo son ventajas en la entrevista cognitiva.
Diversas investigaciones13 han mostrado que esta técnica podría presentar ciertos
inconvenientes. Entre ellos podemos señalar como más importante el hecho de que pedir a los
testigos que recuperen información en múltiples ocasiones y de muy diversas formas puede
implicar una mayor elaboración de esta información, lo que podría llevar a rellenar huecos de la
memoria con material procedente de otros episodios y a realizar más inferencias, que afectaría
a su vez a la calidad y cantidad de información recordada.
También se propone desde algunos foros la utilización de la hipnosis como técnica para la
obtención de declaraciones, pero ésta es absolutamente descartada por la ciencia14 ya que los
sujetos hipnotizados tienden a reelaborar sus memorias introduciendo información falsa
procedente de otras experiencias, de sus conocimientos o de las preguntas del hipnotizador,
dado que se incrementa su sugestibilidad.
Con el problema añadido de que una vez reelaboradas las memorias el daño es irreversible. Por
si fuera poco, en esta situación el hipnotizado mantiene intacta la capacidad de mentir.
a) Estudios de los cambios fisiológicos: Para estudiar los diferentes cambios fisiológicos
asociados a la mentira se han utilizado diversas pruebas. La técnica más conocida es el detector
de mentiras o polígrafo, que se basa en la medición de diversas respuestas psicofisiológicas
entre las que destacan la tasa cardiaca y respiratoria, la respuesta psicogalvánica de la piel y la
dilatación pupilar. Sin embargo, la técnica presenta problemas relacionados con posibles fallos
en la detección: al medir variables fundamentalmente relacionadas con la ansiedad podemos
encontrarnos con que personas con un alto nivel de ansiedad pueden ser identificadas como
mentirosas, al producir respuestas similares a las que acompaña la producción de una mentira.
En contrapartida, una persona con un gran control emocional pasará desapercibida para este
detector de mentiras, aunque efectivamente esté mintiendo. Estos posibles errores invalidan el
uso de esta técnica.
Así pues, podríamos decir que hasta el momento no existen los detectores de mentiras válidos.
Pero además, aun cuando existieran, el problema de estos procedimientos es que todos ellos se
basan en que los sujetos están aportando datos falsos intencional y por tanto conscientemente,
por lo que no son aplicables a la mayoría de los relatos falsos, que son producto de errores que
van más allá de la intencionalidad, y que pasarían desapercibidos pues los propios sujetos creen
en su realidad. Sólo la intencionalidad afectaría (y no siempre) a dimensiones psicofisiológicas y
conductuales que pueden ser medidas de diferentes formas.
Por esto más recientemente han surgido algunos procedimientos basados en el análisis del
contenido de las descripciones de memoria. En todos ellos se parte del supuesto de que las
declaraciones procedentes de un hecho real se diferencian de las declaraciones de un hecho
falso (erróneo) en varias dimensiones, tales como el tipo de expresión, el tipo de detalles
descritos, la dudas manifestadas, la estructura de las narraciones.
c) Análisis de los Contenidos Verbales: Los estudios sobre las variables de contenido a través de
las que podemos inferir credibilidad se centran no en el testigo y en las variables relacionadas
con la mentira, sino en las variables del testimonio, que correlacionan con la exactitud de la
información proporcionada por las declaraciones. Así, se produce un importante cambio
cualitativo en los estudios sobre credibilidad. Las dudas, alusiones a procesos mentales,
exageraciones, cantidad de detalles, pausas, juicios o valoraciones, comentarios personales,
longitud de las declaraciones y otras tantas variables de contenido sustituyen a los cambios
fisiológicos, gestos, posturas y demás variables conductuales en el punto de mira de las
investigaciones sobre la credibilidad. La base que sustenta estos estudios se encuentra en la
distinción entre huellas de memoria de origen externo (perceptivas) y de origen interno
(imaginadas), establecida por quienes afirman que las memorias basadas en hechos reales son
cualitativamente diferentes de las basadas en fantasías o imaginaciones.
Por otra parte, algunas diferencias entre memorias de origen externo e interno pueden
detectarse también mediante otras técnicas de análisis, como el Análisis de la realidad de las
evidencias15, el Análisis de la Realidad de las Declaraciones16 o el Análisis del contenido de las
declaraciones17 que permiten diferenciar entre testimonios creíbles y no creíbles. El campo de
aplicación de estas técnicas es los testigos infantiles víctimas de abuso sexual o físico
CAPÍTULO IV
SISTEMA ACUSATORIO Y
PSICOLOGÍA FORENSE
Una de las principales herencias que ha dejado el sistema inquisitivo ha sido, sin duda alguna, la
poca disposición de los abogados para interactuar con profesionales de otras disciplinas
científicas. Con el advenimiento del sistema acusatorio, la utilización de este tipo de
conocimientos será algo imprescindible en el diario acontecer de los juicios en materia penal, y
uno de ellos será precisamente el de la Psicología Forense. Con la ayuda de esta ciencia, a través
de sus diversas ramas, se considera que se podrán conocer con mejores fundamentos no sólo
las intenciones del hombre que delinque, sino también los criterios y alcances psicológicos
contenidos en las normas de Derecho y, en especial, el examen del comportamiento y los
objetivos de los principales actores del juicio penal.
Apenas ahora, con el advenimiento del sistema penal acusatorio, nos estamos percatando,
seriamente, que el ejercicio del Derecho requiere de otros conocimientos que están más allá de
la mera comprensión de la norma jurídica. Hasta hace poco, nos habíamos preocupado más por
el examen especulativo y exegético de los códigos, discriminando otros saberes sin los cuales no
podríamos entender, en su totalidad, la conducta del hombre. En realidad, estábamos perdidos
porque si el Derecho es conducta en relación intersubjetiva, como dice Legaz y Lacambra,
entonces, tenemos que admitir que esa conducta que sólo tiene sentido en la existencia
humana, logra su máximo nivel de entendimiento con el auxilio de otras ciencias, tales como la
Física, la Química, la Biología, la Medicina, la Psiquiatría y la Psicología. En efecto, estas ciencias
que también son existenciales, colaboran en la explicación total de la conducta del hombre. En
consecuencia, el ejercicio judicial de la justicia logra plenitud cuando conocemos la conducta
que se juzga, en todos los elementos que la estructuran, ya que de este modo se evita el error
judicial.
En países como Colombia, ha existido desidia frente al estudio de la Psicología Forense. En gran
parte, porque los profesores que habían lidiado con esa área del conocimiento no habían
despertado el vivaz interés que dicha ciencia comporta. En otras ocasiones, porque los textos
que se han escrito son tan pesados en su estilo, tan imprecisos por lo abstractos y anfibológicos,
tan alejados del método expositivo de la neurociencia, como el caso de un opúsculo publicado
por Álvaro Orlando Pérez Pinzón, que más valiera a la ciencia que no se hubieran producido.
La Psicología Forense tiene una vasta trayectoria en su función de servicio al Derecho. Los
desarrollos de la Psicología profunda, fundados primero en la investigación clínica de Sigmund
Freud, y continuada por sus discípulos según inspiraciones múltiples no siempre admitidas por
el maestro, dejaron sentir su influencia en el mundo jurídico. En verdad, dicha Psicología
presentó un cuadro completo de la motivación humana, y ha ofrecido explicaciones de la
conducta que no podían dejar de atraer la atención de los criminalistas y, en general, de los
estudiosos del Derecho.
¿Son motivos conscientes los que impulsan al delito? ¿Son causas inconscientes las que habrían
más bien de explicarlo? ¿Qué es el sentimiento de justicia? ¿Qué o quién es un criminal? ¿Qué
ha de hacer la sociedad con él? En un estudio realizado hace algún tiempo se pudo establecer la
activa presencia de las ideas psicoanalíticas en la obra de algunos juristas europeos, en unos
casos con fin divulgativo y didáctico, en otros con la pretensión de elaborar una síntesis entre
aquellas tesis y los principios jurídicos vigentes. Así Luis Jiménez de Asúa, en sus obras
Psicoanálisis criminal y Tratado de Derecho Penal, explica que el delincuentese mueve y actúa
sobre la base de una actitud de desaliento ante el mundo social circundante. El delito tiene,
pues, que ser esclarecido desde el horizonte de la existencia en el mundo, desde las variables
de personalidad, y sobre todo desde la interacción entre éstas y aquel efecto de la minusvalía,
que es una desventaja, un “complejo de inferioridad” que desalienta al individuo y le mueve a
buscar la solución de sus problemas por la vía de la agresividad y la transgresión de la ley.
Otros investigadores, que utilizaron la Psicología para beneficio del Derecho, como Gonzalo
Rodríguez Labora, analizaron los aspectos de la inimputabilidad, las circunstancias atenuantes,
la peligrosidad y el peritaje psicológico. Por su parte, Quintiliano Saldaña centró sus estudios en
la “Biotipología criminal”, para montar la tipificación del delincuente sobre datos morfológicos,
endocrinos y psicológicos. Su propuesta, al tiempo que incluye la dimensión constitucional-
endocrina, añade otros niveles que sería preciso construir: el mecanismo afectivo del delito, el
mecanismo mental del delito y el valor moral del delito, punto este último donde se inscribirían
las cuestiones de la libertad, el determinismo y la responsabilidad.
Es decir, los que entre otros aconseje el psicólogo criminal, ya que de acuerdo con la disposición
normativa, se logrará esa finalidad teniendo en cuenta el patrón de conducta delincuencial
registrado en archivos de policía judicial. Y, en relación a estos tópicos, valga la siguiente
referencia: un agente del F.B.I., experto identificador y capturador de delincuentes, observó que
algunos criminales en serie son fácilmente detenidos porque ejecutan sus crímenes de una
forma mal planificada, dejando pistas en la escena del delito, tales como lazos y artefactos
utilizables para situar en indefensión a la víctima, armas apetecidas por un determinado tipo de
personalidad, huellas dactilares, residuo de diversas sustancias, ya sea saliva o semen. Se trata
de individuos que generalmente no toman precauciones y sucumben a los interrogatorios de la
policía. Con alguna frecuencia, estos delincuentes en serie son esquizofrénicos paranoicos, que
actúan movidos por ideas delirantes y alucinaciones, es decir, que oyen voces que les inducen a
matar, que creen ver en la cara de sus víctimas gestos o miradas provocativas, que experimentan
celos que van más allá de la lógica, que se sienten perseguidos, que creen que son víctimas de
un maleficio o bien que tienen una función divina que ejecutar en la tierra. Otro grupo de
criminales asesinos en serie lo constituyen aquellos que actúan movidos por sus fantasías
sexuales e impulsos eróticos. Entre éstos se encuentran personas sádicas, pedofílicas,
gerontofílicas,necrofílicas, fetichistas, etcétera. Estos delincuentes escogen casi siempre
víctimas similares, por ejemplo mujeres rubias, de una edad determinada, de una similar
estatura y, por tanto, sus crímenes son casi siempre una repetición del anterior. Este tipo de
asesino evita dejar pistas que los delaten, aunque en ocasiones desafían a la policía judicial
dejando mensajes o un sello particular en sus acciones, como por ejemplo un descuartizador
español que dejaba a sus víctimas con las manos atadas a la espalda con un “nudo marinero”.
Algunos delincuentes son psicópatas y su especial modo de comportarse, en el medio social, los
delata ante la observación de un psicólogo criminal. El psicópata es un individuo que no pierde
el sentido de la realidad. Casi siempre se muestra tranquilo, da la impresión de ser persona fría
a nivel emocional, es asesino impasible, como si fuera de hielo. Tiene un encanto superficial,
gran don de gentes. Es incapaz de amar con autenticidad porque debido a su egocentrismo sólo
se ama a sí mismo. Los psicópatas no experimentan ningún tipo de remordimiento por sus actos
criminosos y buscan excusas para justificar el delito que han cometido. Si no encuentran excusas,
culpan a los demás, e incluso se muestran como víctimas de la situación. Son mentirosos para
dar la impresión de ser personas grandiosas o para seducir o manipular a los demás, como en
muchos casos de la estafa.
Cuando sus mentiras son descubiertas, no sienten apuro y cambian de historia o retuercen su
versión para otorgarle verosimilitud.
Recuerdo un caso narrado por Borrás Roca, en su libro sobre asesinos en serie, en el cual un
psicópata asesino lloraba falsamente delante del tribunal haciendo ver que estaba arrepentido
del delito cometido, pero al salir del juicio se reía de la sentencia condenatoria que le habían
impuesto y, aún, de los propios miembros del jurado.
Hay una relación comprensible entre el hombre normal y su mundo. En cambio, un enfermo
mental tiene rota la relación con el “mundo de todos”. Vive en un mundo propio, que al resto
se le hace incomprensible, por más que se intenten interpretaciones antropológicas o se
construyan modelos teóricos según lo sugiera la escuela psicopatológica en la que el
investigador se haya matriculado. Mencionemos, como ejemplo de vivir en un mundo propio, la
enfermedad de Alzheimer. El mundo del enfermo alienado es inasequible para el observador.
En este caso aparece una complicación. A diferencia de la Medicina, que se maneja entre dos
valores: salud y enfermedad; o la justicia penal, que lo hace entre culpabilidad e inocencia, la
Psicopatología reconoce tres posibilidades. Una de ellas es la salud (o normalidad); otra es la
enfermedad (o psicosis), y la tercera es la anormalidad psíquica.
Tan desmesurados que inciden negativamente en las relaciones sociales, sin que se llegue a la
fractura. Anomalía es desmesura, no ruptura.
Tener claro estos conceptos es de capital importancia en la justicia, porque, digámoslo ya, los
normales y los anormales son, en principio, responsables jurídicamente, y los enfermos
alienados, no lo son.
La Psicología Forense no sólo brinda sus valiosas e innegables aportaciones en los terrenos
especializados de la Psicología Criminal y de la Psicología Jurídica, sino también en una rama de
primerísima importancia: se trata de la Psicología Judicial. La valoración del testimonio, por
ejemplo, se fundamenta en los conocimientos propios de la Psicología Judicial.
En una conferencia ante estudiantes dijo el profesor que quería en aquella ocasión observar cuál
era la rapidez con que se propagaban los olores.
Abrió con esta finalidad, entre muestras de repugnancia, un frasco con la advertencia de que en
el momento en que cualquiera de los presentes percibiese el desagradable olor lo comunicase.
Después de un breve momento lo manifestó un alumno que se sentaba delante; el número de
los que percibían el olor creció rápidamente; al fin, casi todo el auditorio fue víctima del mal
olor, se sujetaban la nariz e incluso uno de ellos se mareó. En el frasco no había sino agua pura.
En este caso juega un papel importante no sólo la esperanza, sino también la sugestión de
masas; la esperanza colectiva —aunque no sucede siempre— puede falsear más enérgicamente
que la esperanza individual: si uno “cree” ver algo, el otro lo ve ya perfectamente. Insisto,
además, que una percepción no es algo subsistente por sí; siempre contiene algo de
pensamiento; implica un juicio; presupone un concepto, y, por regla general, se trata de un
volver a conocer. Al tener una percepción, no estamos libres de prejuicio, sino que sin darnos
cuenta ordenamos las impresiones sensibles en categorías determinadas, conocidas para
nosotros, o, si tal no sucede, se ponen en relación con otras impresiones parecidas. Entonces se
manifiesta la tendencia a acomodarlas a nuestras experiencias.
En el maravilloso libro Sala de jurados, en el que se relata la historia de uno de los más
experimentados penalistas de Nueva York, Samuel Leibowitz, primero litigante y después juez,
se lee este ejercicio : dice el juez Leibowitz Ahora bien, ustedes, siendo abogados, es probable
que sean buenos observadores. Permítanme que les pregunte: ¿Cuántos de ustedes fuman
cigarrillos Camel? La cuarta parte de las personas levantaron la mano. El orador que había
presentado al juez era uno de ellos. Leibowitz le pidió a él y a otros cuatro fumadores de Camel
que se levantaran. Preguntó al maestro de ceremonias qué tanto fumaba. —Fumo dos cajetillas
por día, y las he estado fumando durante 20 años— contestó sonriendo. — Entonces usted fuma
cerca de 700 cajetillas por año, dijo el juez Leibowitz. En 20 años usted ha fumado cerca de 14
mil cajetillas de Camel. Cada vez que saca usted un cigarrillo ve usted la cajetilla; es algo familiar
para usted. Usted ha tenido una cajetilla de Camel en sus manos por lo menos medio millón de
veces en los últimos 20 años. Voy a hacerles a ustedes cinco una pregunta acerca del camello.
Tomen un papel y escriban la contestación a mi pregunta. ¿Listos? En la ilustración de la cajetilla:
¿va el hombre delante del camello o va sentado sobre su lomo? Después de leer las respuestas
expresó Leibowitz: dos dicen que el hombre va delante del camello; dos dicen que va sobre la
espalda del camello y uno dice que no hay tal hombre. Caballeros, saquen por favor sus cajetillas
de Camel y vean quién está en lo cierto. Hubo una mirada de asombro un poco avergonzada en
cuatro de los presentes. —Han comprobado que cuatro han constado erróneamente, y sólo uno
contestó con acierto. No hay tal hombre en la ilustración, —rió el juez Leibowitz—. Cuatro
hombres, nótenlo bien, entrenados en la jurisprudencia, sentados aquí libres de cualquier
tensión, estaban equivocados acerca de lo que hay dibujado sobre una cajetilla de cigarros que
manejan todos los días. Sin embargo, en las salas de jurado aceptamos identificaciones hechas
por testigos mal entrenados, tal vez prejuiciados, tal vez confusos.
De tales vicios de la percepción, unas veces, y otras de los vicios del recuerdo, resultan las
imprecisiones y faltas en las declaraciones de los testigos, de las partes y también, incluso, de
los acusados. En éstos se deben observar muchos factores, especialmente, cuando confiesan,
pues en ellos inciden motivos pasionales, obsesiones, paranoias con delirios de grandeza,
anestesia afectiva, su calidad de íncubo o de súcubo, etcétera. Ahora bien, el filtro de la
veracidad, en todos estos casos, es el interrogatorio. El empeño de quien interroga o
contrainterroga debe ser el de formarse una técnica, de modo que excluya, al menos en cuanto
sea posible, muchas de las fuentes de error. Nuestro proceso penal alude, en varias
disposiciones, a los interrogatorios que deben formularse tanto a informantes como testigos.
Dichos interrogatorios han de estar fundamentados en los principios de la Psicología, sin lo cual
se trataría de una tarea empírica, carente de beneficio.
Establecer la veracidad del testimonio, repito, es la función del interrogatorio. Los vicios
enunciados, y otros que se presentan, como considerar las declaraciones de los menores como
menos exactas que las de los adultos, se sitúan en el campo de lo normal. Nuestras percepciones
pueden estar perturbadas de muy distintas maneras. En primer lugar, hay alteraciones de
intensidad: desde el punto de vista forense tiene una gran importancia la infrasensibilización
hacia el dolor (analgesia e hipalgesia) de los histéricos; también se dan alteraciones cualitativas
(por ejemplo, visión del amarillo en la intoxicación por santonina). Asimismo son dignos de
mención los trastornos del sentido de localización, que en ocasiones se observan especialmente
en los epilépticos. Los objetos aparecen anormalmente pequeños (micropsia) o
desmesuradamente grandes (macropsia), muy cerca o muy lejos; en la intoxicación por
mescalina aparece una sensación de infinitud espacial. También puede estar perturbado el
sentido del tiempo: los fenómenos se suceden con una anormal rapidez o, por el contrario, con
una anormal lentitud. Aparte de estos trastornos, denominados “anomalías de la percepción”,
aparecen otros síntomas que se designan con el nombre común de “seudopercepciones”, tales
como las ilusiones, las alucinaciones y las seudoalucinaciones. El conocimiento de estos
fenómenos psicológicos, y de muchísimos otros como los relativos a la memoria, al lenguaje y a
sus trastornos psicopatológicos o morbosos, deben ser estudiados y conocidos por los abogados
que aspiran al éxito en su ejercicio profesional, bien como litigantes, como fiscales o como
jueces. Es necesario profundizar en éstos y en muchos temas más, tales como los relativos a la
actitud y comportamiento del testigo cuando declara; a las enfermedades mentales y a la
simulación de esas enfermedades; a los métodos para conocer la verdad, como el hipnotismo y
la sugestión en estado de vigilia, amén del influjo de quien interroga o de los efectos producidos
por el éter sulfúrico, la escopolamina, el pentotal, la mescalina. La Psicología Judicial, en fin,
incursiona, además, en el examen comportamental del abogado, movido por las finalidades de
su ministerio, que lo impelen a ser a un mismo tiempo psicólogo y jurista, artista y dialéctico,
diestro y cauteloso, dotado con las virtudes de la elocuencia, improvisada o meditada, pero que
en ocasiones se ve afectado, lastimosamente, con el fervor de la pasión que lo inspira y que
quizá, debido a un proceso inconsciente, lo arrastra a errores. En esta área de conocimiento,
también se escruta la psicología del fiscal y del juez. Del juez en las actitudes para juzgar frente
al peligro del análisis demasiado minucioso o de la síntesis que esquematiza en exceso, y con los
defectos del subjetivismo, alimentado por la introspección.
Estudiando todos estos aspectos psicológicos comprobamos cuán difícil es la función del juez, y
cuán necesaria la honesta contribución de los representantes de las partes. El trabajo cotidiano
del drama judicial no es un árido y monótono mecanismo de investigaciones comunes, de
fórmulas jurídicas, de aplicaciones de penas. Todo proceso es como un caso clínico, que requiere
su diagnosis y su terapia.
En esta noble tarea, a menudo angustiosa, la Psicología Forense es un consejo y una guía, una
norma y una enseñanza, una contribución a la ciencia y un servicio a la justicia.
CONCLUSIÓN
A lo largo de los tres capítulos se ha mostrado una visión global de la Psicología Forense,
describiendo sus aplicaciones y al profesional a cargo de esta rama, y las principales técnicas
utilizadas en el área. Como se ha podido apreciar es un área muy compleja, tanto desde el punto
de vista de sus aplicaciones jurídicas, como del alcance de los objetivos de las investigaciones
implicadas. Y sus métodos y procedimientos están en constante evolución de la mano de la
tecnología y la investigación. Su demanda social en los diversos ámbitos cada vez es mayor. Aun
cuando todavía sigue siendo desconocida en algunos aspectos, incluso para algunos
profesionales de la justicia y la investigación. No obstante, pronto será imprescindible contar
con sus aportaciones como ocurre en la mayoría de los países de nuestro entorno, donde no se
entiende la administración de la justicia sin la colaboración de la Psicología Forense tanto Clínica
como Experimental.
ANEXO A:
ANEXO B
Dr. Walker
La pobreza, la participación desigual en los recursos económicos existentes,
contribuye a alienar y perjudicar a las personas que pertenecen a las clases sociales
bajas. Plantea Walker que la persona pobre está sobre-expuesta a limitaciones y
frustraciones que les hacen reaccionar de tres formas: (a) tratar de lograr las metas y
aspiraciones aprendidas socialmente usando medios desviados e ilegítimos, por
ejemplo, con la venta de drogas; (b) puede reaccionar agresivamente ante la
frustración de sus metas no logradas, ejemplo, desahogando su coraje en
vandalismo; (c) se adaptan a su pobreza con resignación, fatalismo, pasividad, falta de
fe hacia su futuro, falta de confianza, entre otras cosas; por ejemplo, viendo el delito
pero no haciendo nada por detenerlo.
Dra. Madeline Román
Plantea que el crimen es un problema de la estructura social. El estado criminaliza los
actos de la población con una lamentable tendencia a hacerlo en mayor proporción
con los sectores en pobreza. Las definiciones del delito son instrumentos normativos
que favorecen a los controles e intereses de las clases dominantes. Cree que los
gobiernos han usado estrategias de corte mecanicistas en el manejo de la
criminalidad, que en vez de prevenir lo que muchas veces hacen es estereotipar aún
más las comunidades pobres (ejemplos: los proyectos comunales) Denuncia Román
que la única respuesta ha sido aumentar el sistema de control represivo (más
cárceles, más delitos, etc.) en vez de bajar y prevenir la conducta y sus causas. De
otra parte, señala que el sistema de justicia criminal ha sido demasiando complejo,
grande, lento, inoperante y hasta injusto en sus sistemas de manejo y aplicación de
castigos. La Dra. Román cree que la presencia de un estado asistencial, la desmoralización de
la gente, la falta de una distribución apropiada de los recursos contribuyen a perpetuar la
hostilidad, los conflictos y la desigualdad que en algunos individuos puede provocar conducta
antisocial como la única vía de salida.
Dr. Ryan
Cree que existe una tradición de "culpabilizar a la víctima", que consiste en atribuir
responsabilidades a la pobreza y/o las minorías raciales y nacionales, sin plantearse
un análisis ni alternativas de cambios sobre las condiciones que crearon las mismas.
Cree que la política gubernamental de ofrecer justicia como un favor humanitario
(estado benefactor) y no como un derecho humano ha contribuido a cargar
negativamente la justicia social. Critica que la función de los profesionales se ha
limitado a la de identificar la víctima como ofensor y no la de prevenir las situaciones/
condiciones que estimulan el conflicto. La culpa de la víctima tiende a afectar
doblemente a los individuos en condiciones de pobreza, ignorando la violencia
institucional y confinándola falsamente a solo ciertos sectores
Prof. Ruth Silva de Bonilla
Considera que parte del problema de la criminalidad es que muestra una tendencia de
dejar fuera de su definición los crímenes de los poderosos. La población clase media y
pobre ve cómo pasan impunes delitos cometidos por gente en clases económicas
altas, como las medidas punitivas son más severas con el pobre y demasiado laxas
con el rico, y esta desigualdad en la administración y aplicación de las leyes crea
descontento y hostilidad. En estas posturas reseñadas hasta aquí existe un elemento
común: los/ as autores /as piensan que el delito ocurre porque la sociedad permite,
mantiene o fomenta ciertas condiciones de desigualdad al acceso o garantía de
satisfacciones mínimas básicas entre los individuos que componen la sociedad, y
permite y legitima, de esta forma, la carencia de recursos, dejándoles a estos
individuos la posibilidad de optar por estrategias ilegales para conseguir la satisfacción
de sus necesidades. Otras posturas culpabilizan a patrones y actitudes modernos
como el consumismo. El antropólogo social puertorriqueño, Dr. Seda Bonilla, plantea
que los valores han sido sustituidos -de aquellos del bien común y del crecimiento del
ser por aquellos que tienen que ver con lo que se tiene materialmente-. Es su
planteamiento que hemos cambiado la cultura del ser por la cultura del tener. Este
cambio ha hecho que la obtención de valores materiales se convierta en una meta superior a
otras como la honradez, la sencillez, la humildad, entre otras.
BIBLIOGRAFÍA
SORIA (Coord.): Manual de psicología penal forense. Barcelona: Atelier. Pág. 267.
CLARK, S.E. y LOFTUS, E.F. (1996): The construction of space alien abduction
DIGES, M. (1997). Los falsos recuerdos. Sugestión y memoria. Barcelona: Paidós. Pág.
178.
FORENSE".
VÁZQUEZ, B. (2005): Manual de psicología forense. Madrid: Ed. Síntesis. Pág. 67.
(http://www.youtube.com/watch?v=HRVekdSqC2w&feature=player_detailpage)
(http://www.youtube.com/watch?v=OsgRGXNrHwk&feature=player_detailpage)
(http://www.youtube.com/watch?v=qewk29aOdTU&feature=player_detailpage)
http://www.youtube.com/watch?v=NDPyVuxDzxY&feature=player_detailpage