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MARXISMO & REVOLUCIÓN MARXISMOYREVOLUCION.

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SER PARA OTRO: ESCLAVITUD Y TRABAJO EN EL PENSAMIENTO DE HEGEL

Por Carlos F. Lincopi Bruch1

“…las fábricas y las manufacturas fundan su existencia precisamente en la miseria de


una clase.”2

G.W.F. Hegel

“…la devaluación del mundo humano aumenta en relación directa con el incremento de
valor del mundo de las cosas…”

Karl Marx

Apuntes preliminares: la necesidad de este trabajo

El objetivo del presente trabajo es estudiar el concepto de “esclavitud” y


“trabajo”, así como los diferentes y sucesivos planteamientos sobre la dialéctica de
amo y esclavo que recorren toda la obra de Hegel como violencia originaria y
constitutiva del Estado moderno. Nos interesa estudiar esta quaestio en función de su
relación a la influencia ejercida, posteriormente, en Karl Marx. En otras palabras,
sostenemos que las categorías expuestas por Hegel son decisivas en la configuración
del pensamiento de Karl Marx en cuanto a sus concepciones sobre el trabajo y la
actividad humana en el mundo.

El problema de esta investigación o la dificultad que reviste se desarrolla


principalmente por la necesidad de rebatir a las corrientes que fueron hegemónicas al
interior de las sociedades que se autoproclamaron como “socialismos reales”, en la
cual Marx no podía ser relacionado con Hegel y en la cual este vínculo, en la medida en
que era desarrollado, era al tiempo perseguido virulentamente, criminalizado por la
escolástica soviética. Un ejemplo claro de ello se dio con György Lukács quien había
escrito en 19383 su obra El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista, pero
que sin embargo, no pudo ser publicada hasta el año 1948. Toda cercanía con Hegel
era mirada con sospecha por el ojo escrutador de la inquisición soviética como un
peligro, como una desviación del dogma, como una tendencia ultra-izquierdista en lo
político. El espectro de Hegel causaba terror a la burocracia soviética.

En el ámbito intelectual, la tarea inquisitoria fue desarrollada por Louis


Althusser en su obra La revolución teórica de Marx donde divide a un Marx maduro-
científico-verdadero de un Marx joven-hegeliano-idealista-humanista, más tarde
1 Estudiante de Licenciatura en Filosofía, Universidad de Chile.
2 Lukács, G. (1970). El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista. Barcelona: Grijalbo, p.329
3 Kohan, N. (31 de Julio de 2016). www.herramienta.com.ar. Obtenido de www.herramienta.com.ar:

http://www.herramienta.com.ar/teoria-critica-y-marxismo-occidental/entrevista-antonino-infranca

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Althusser reconocería que nunca había leído El capital, aún así, fue capaz de construir
un paradigma o arquetipo de “marxismo” muy seguido, y probablemente, hegemónico
en el ámbito de los estudios de filosofía.

De esta manera, el trabajo que presentamos a continuación se ubica en el


marco de una necesidad política más general, leer a Marx con los anteojos de Hegel y
leer a Hegel con los anteojos de Marx. Probablemente, en esta lectura podrán
resolverse amplios problemas de la filosofía contemporánea del siglo XXI.

Son diversas las áreas de conexión y relación dialéctica entre ambos


pensadores, en esta investigación nos ocuparemos de tan solo uno de sus puntos de
encuentro, el problema del trabajo, de la esclavitud, del ser para otro, de la dialéctica
entre amos y esclavos. A contrapelo, sostenemos que existe una estrecha relación, una
continuidad dialéctica entre la obra de Hegel y Marx en relación a las categorías
expuestas anteriormente, sin embargo, determinar el alcance y las diversas aristas
(éticas, políticas, económicas, entre otras) que reviste esta relación es el objetivo del
presente trabajo y de futuras investigaciones.

Para ello, realizaremos una exposición del concepto de trabajo, esclavitud,


dialéctica amo/esclavo, tal y como aparece en diversas obras de Hegel hasta llegar a
sus elaboraciones más profundas en la Fenomenología del espíritu. Posteriormente
desarrollaremos las relaciones y vínculos que hay entre las concepciones expuestas
por Hegel y la concepción de Karl Marx sobre el trabajo enajenado, como concepto
radicalmente hegeliano.

Trabajo y esclavitud en la obra del Joven Hegel (apuntes teológicos)

Es de público conocimiento que Hegel estudia teología y filosofía en el


seminario protestante de la Universidad de Tubinga junto a Hölderlin y Schelling4, de
ahí en adelante (1792-1800 aproximadamente) Hegel desarrolla una escritura
relativa a asuntos religiosos, en la cual se encarga de estudiar la tradición judeo-
cristiana que da origen al mundo occidental. Estos apuntes y fragmentos dispersos
son de gran relevancia y creemos que juegan un rol decisivo en la forma en que Hegel
va aprehendiendo dialécticamente el mundo.

Nos interesan estos apuntes de Hegel, pues en ellos ya existe un previo diseño
de lo que será la dialéctica de señor/siervo. Es probable que la inspiración directa de
Hegel para escribir esos pasajes de la Fenomenología del espíritu haya estado
inspirada por la tradición judía y en particular, en los pasajes bíblicos del libro de
Éxodo, en el cual Moisés lidera una gran fuga de esclavos judíos del yugo de Egipto.

4 Giannini, H. (2005). Breve historia de la filosofía. Santiago de Chile: Catalonia, p.271

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Del mismo modo, Hegel diseña una propuesta de dialéctica de señorío/servidumbre


en relación a los pueblos orientales.

En relación a los pueblos orientales Hegel pone su atención en el carácter, en la


personalidad del hombre oriental y es que, en su concepción de mundo el hombre
oriental solo tolera y comprende dos perspectivas de existencia en el mundo: o se es
dominador o se es dominado5. La relación de igualdad entre dos seres se desarrolla
por mediación del poder, por la relación recíproca de violencia entre ambos.6 Es la
violencia lo que determina el carácter justo de la relación, la violencia, la guerra, es la
ley necesaria, de manera que, en la medida que exista esta violencia cualquier posición
debe ser aceptada como justa: la de dominador o la de esclavo.7 La riqueza dialéctica
de esta relación mediada por la violencia reside, según Hegel, en las variaciones de
esta relación, en las “transiciones de lo negativo a lo positivo, de lo positivo a lo
negativo…”8. El hecho es que en la tradición oriental el vencedor respeta la vida –
como esclavo – al vencido, pero esa relación es viva, equitativa, dada por la violencia
originaria de la relación, en la cual el vencido puede transformarse en un posible
vencedor, en este sentido, la riqueza de lo oriental, para Hegel, reside en la posibilidad
de lo opuesto y las variaciones que se desarrollan en el ámbito de la relación, aquello
que ha sido negado puede afirmarse en el mundo, volverse positivo y, nuevamente
volver a una estadio de negatividad, es una dialéctica de amo y esclavo.

En cuanto a sus reflexiones en torno a lo judío, Hegel destaca el desarrollo de


un ethos propiamente judío, signado por su existencia esclava bajo el poder egipcio y
destaca el discurso de Moisés como iniciador de la cultura a propósito de los diez
mandamientos9. Esta cultura originaria se destaca por: “adoración de Dios y fiestas de
guardar; nuevo, respeto a los padres, adulterio; mentiras y fornicación” 10. El judío, por
otra parte, tenía una existencia puramente natural, animal y divinizada, aceptaba la
posición que Dios le daba en el mundo, como esclavo, se sometía tranquilamente a la
casta sacerdotal11 y no tenía necesidad de leyes de la libertad, el ethos judío es, de esta
forma, un ethos de la sumisión al amo.

En libro de Éxodo se relata la historia del pueblo judío y su sometimiento a la


esclavitud. Es así que: “Los egipcios trataron cruelmente a los hijos de Israel haciéndolos
esclavos, les amargaron la vida con duros trabajos de arcilla y ladrillos, con toda clase

5 Hegel, G. (2014). El joven Hegel. Ensayos y esbozos. Madrid: Fondo de Cultura Económica, p.247
6 Ibíd., p.247
7 Ibíd., p.248
8 Ibíd., p.248
9 Ibíd., p.299
10 Ibíd., p,299
11 Ibíd., p.300

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de labores campesinas y toda clase de servidumbres impuestas por crueldad.” (Éxodo


1:13-14). El pueblo hebreo se encontraba pues, en la figura de la coseidad.

El ethos de la sumisión judía se desarrolla sobretodo en cuanto a su pasivo


comportamiento en el proceso de liberación del yugo egipcio. No hubo lucha a muerte
contra la dominación egipcia, sino obediencia pasiva al poder del amo y en última
instancia, a Dios. La liberación hebrea se desarrolla primero como una revelación de
Dios a Moisés y como un ejercicio del poder de Dios (Éxodo 3:16-22), la liberación
judía se desarrolla, entonces, por desenvolvimiento de Dios (lo absoluto) en el mundo.
Hegel, en este sentido, sostiene que la liberación hebrea es un ejemplo única de
libertad impuesta12, por obediencia a Dios, no con lucha, sino con un éxodo masivo
guiados por un profeta, no hay guerra real. Refiriéndose a los hebreos Hegel señala:
“No se arrancan con una acción heroica; pero con su fantasía se realiza algo más grande
que ellos; por ellos sufre Egipto las más diversas plagas y miseria, lo abandonan
rodeados de un griterío de lamentos; pero ellos no han hecho nada, ellos no han luchado,
eran más humanos, pero por cobardía –como sus dios–.”13 Egipto sucumbe, no por la
fuerza de sus enemigos, sino por las contradicciones internas con respecto a los
esclavos que, no van a la guerra, no libran batalla, tan solo tienen miedo y no se
defienden del abuso, de hecho, hasta el último momento, los hebreos creen que es
mejor la esclavitud a perecer en el desierto14.

La existencia del judío se encuentra en el ámbito de la figura de la coseidad, en


la existencia puramente natural cuya realización en el mundo, solo tiene sentido como
servicio a Dios (lo absoluto).15 La liberación se desarrolla como resultado del
desenvolvimiento de Dios en el mundo. Como veremos más adelante, el estudio de
estos pasajes cobrará mayor sentido en la Fenomenología del espíritu.

La concepción de Hegel acerca del trabajo antes de la Fenomenología del espíritu

En los años inmediatamente anteriores a la publicación de la Fenomenología


del espíritu (1807) Hegel escribe y desarrolla el problema del trabajo en por lo menos,
tres escritos: Fragmentos de sistema (1800); El sistema de la eticidad (1802); y en los
cursos acerca de la Realphilosophie (1803-1806).16 En esta sección del trabajo
expondremos brevemente algunos de los elementos desarrollados por Hegel en torno
al trabajo, la esclavitud y, en definitiva, a la dialéctica de señor y siervo, de amo y
esclavo.

12 Ibíd., p.300
13 Ibíd., p.300
14 Ibíd., p.300
15 Ibíd., p.301
16 Sánchez Vázquez, A. (1967). Filosofía de la praxis. México: Grijalbo.

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En Fragmento de sistema Hegel no desarrolla propiamente una concepción del


trabajo, pero sí desarrolla, desde una perspectiva religiosa, la relación entre objeto y
sujeto. Hegel destaca que la relación y dependencia del hombre con respecto a las
cosas le impide cumplir con los requisitos de la religión17, para ésta es preciso que el
hombre se despoje de toda objetividad, permitiendo de esta forma su elevación por
encima de la vida finita, es necesaria una ruptura con respecto a la dependencia del
objeto.18 La forma de liberase de la dependencia de la cosa es en una forma teológica,
mediante el sacrificio del objeto a la divinidad, a Dios19. Este sacrificio es la destrucción
de la cosa por la mera destrucción carente de finalidad, pero que, permite al hombre
restablecer su relación particular con la cosa, su destrucción con finalidad20. Lo
interesante de estos pasajes, en relación a la Fenomenología del espíritu dice relación
con que, comienza a delinearse la relación de dependencia e independencia con
respecta a la cosa, necesaria para el desarrollo de la verdad de la autoconciencia, en
todo caso, la independencia es solo posible mediante el acto religioso del sacrificio, en
el cual el objeto es entregado a Dios sin observación a la relación particular del
hombre con respecto a la cosa (es un despojo del mundo para participar de lo
absoluto).

En El sistema de la eticidad21 aborda ampliamente el problema del trabajo


desde el punto de vista de la relación entre objeto y sujeto. En este texto Hegel define
el trabajo como intuir práctico negativo22, esto en la medida en que esta actividad
consiste en el aniquilamiento del objeto, negatividad que se vuelve en superación,
pues otro objeto sustituye el lugar del objeto aniquilado23. En estos pasajes, tal y como
sugiere Lukács que: “…el hombre se hace hombre, según Hegel, precisamente porque
introduce entre su deseo y su satisfacción el trabajo, rompiendo con su natural
inmediatez…”24. El aniquilar el objeto es la esencia del trabajo, por medio del cual es
superado el objeto determinado por el deseo, el nuevo objeto es determinado por el
trabajo, es la objetivación de la actividad del trabajo mismo25. El trabajo es la
“intrusión del sujeto subsumiente en la realidad del objeto”, es la realidad misma, el
movimiento.26

17 Hegel, G. (1981). Fragmento de Sistema. En G. Hegel, Escritos de juventud (págs. 399-405). México:
Fondo de Cultura Económica, p.403
18 Ibíd., p.403
19 Ibíd., p.403
20 Ibíd., p.403
21 Hegel, G. (1983). El sistema de la eticidad. Madrid: Editora Nacional.
22 Ibíd., p.114
23 Ibíd., p.115
24 Lukács, G. (1970). El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista. Barcelona: Grijalbo, p.328
25 Hegel, G. (1983), op.cit., p.115
26 Ibíd., p.115

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En el mismo sentido, Hegel prefigura también algunos apuntes sobre la


relación constitutiva de dominio y servidumbre, señalando que esta relación tiene un
carácter natural y que se desarrolla por la desigualdad de poder vital27: “en la realidad
está establecida la desigualdad de la vida, y con ello la relación constitutiva de dominio y
servidumbre…”28. Posteriormente Hegel desarrollará a partir de esta relación – de
dominio y servidumbre -, el nacimiento de instituciones claves de la sociedad
moderna, tales como, la familia, el matrimonio y que, finalmente, concluirán en la
constitución del Estado.

Es en los cursos sobre Realphilosophie que Hegel desarrolla más amplia y


detenidamente los problemas relativos a la quaestio del trabajo, la esclavitud, el ser
para otro. En Realphilosophie Hegel desarrolla la relación del yo con respecto a la cosa,
las diferentes formas del trabajo y el significado del desarrollo de la herramienta y la
máquina en este proceso.

Para Hegel el trabajo es la conversión del sujeto en cosa29, el deseo o más bien,
el mero deseo vuelto hacia la cosa, como trabajo, es la pura aniquilación del objeto y es
un convertir el yo en cosa30. Es el deseo animal que, se dirige al objeto para destruirlo,
el deseo se niega porque es satisfecho y el objeto es negado porque es destruido 31. No
hay superación del ansia o el deseo, por esta razón surge la herramienta, como
esfuerzo de superación de este estadio primitivo de deseo, es “un medio superior al fin
del ansia”32, pero ese esfuerzo no logra realizarse plenamente, pues con el uso de la
herramienta no solo se gasta ésta, sino que también el hombre que la utiliza en la
actividad es desgastado y, por tanto, cosificado: “…al fin y al cabo también me salen
callos, que hacen de mí una cosa…”33. Es la máquina el elemento constitutivo de la
superación, pues otorga a la herramienta una actividad propia34, es el uso de las
fuerzas y energías de la naturaleza35. La importancia de estos saltos, radica en la
posibilidad de pasar de un estadio de deseo animal a un estadio de deseo humano, de
esta forma, en los pasajes inmediatamente posteriores a los ya citados, Hegel
expondrá sus concepciones acerca del amor y la familia. El trabajo es una satisfacción
mediata de una necesidad y no inmediata como lo sería una satisfacción instintiva36.

27 Ibíd., p.136
28 Ibíd., p.136
29 Hegel, G. (1984). Filosofía real. México : Fondo de Cultura Económica, p.168
30 Ibíd., pp.168-169
31 Sánchez Vázquez, Adolfo. (1967). op.cit., p.62
32 Hegel, G. (1984), op.cit., p.169
33 Ibíd., p.169
34 Ibíd., p.169
35 Ibíd., p.169
36 Sánchez Vázquez, Adolfo. (1967). op.cit., pp.62-63

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Por otra parte, en estos trabajos Hegel aborda desde otra perspectiva la lucha
por el reconocimiento que, en la Fenomenología del Espíritu da vida a la dialéctica
amo/esclavo. Es la familia, como un todo que se ha opuesto a otro todo cerrado en sí y
que, en tanto todo se encuentran frente a frente como individualidades libres37. La
existencia inmediata de cada individualidad – familia – es excluyente, se oponen. La
razón de esto estriba en el hecho que, una de las familias se ha apoderado del suelo, de
la tierra, que permite la “duradera existencia general”38. El nombre de esta relación
excluyente de individualidades es el estado de naturaleza39, la pura vida [Zwh]. La
lucha por el reconocimiento, implica en el acto de reconocer, una superación del
estadio primitivo de naturaleza, es el momento en el cual el para sí adquiere un status
jurídico40, el cual no puede llegar a desarrollarse sin el sometimiento del para sí del
otro, sin una lucha a muerte por el reconocimiento del otro41.

La lucha por el reconocimiento deviene estado de reconocimiento, ya jurídico,


es el estadio en que la persona es simplemente para sí en general, como consumidor y
trabajador42. En este estadio, estatal o jurídico-político, Hegel sostiene que: “…el
trabajo es de todos para todos y el consumo, consumo de todos; cada uno sirve al otro y
le ayuda…”43. En este pasaje ya queda prefigurada en su esencia la categoría de ser
social elaborada por Marx en los Manuscritos económico-filosóficos que veremos más
adelante. La realización de las necesidades en este estadio jurídico de reconocimiento
no es en el ámbito de un para sí singular, sino que cada movimiento abstracto, como
hacer, como trabajar, se realiza para satisfacer las necesidades de muchos otros. Lo
interesante es que Hegel detecta en esta división social del trabajo que, el trabajo se
vuelve abstracto, en el modo de la coseidad44, mecaniza al hombre, lo disuelve de lo
concreto en muchos aspectos abstractos y, por lo tanto ya no se desarrolla “un espíritu
amplio, rico, de amplias miras, que domina un gran ámbito y es dueño de él…” 45. Es una
crítica al mundo parcelado del conocimiento, el pequeño conocimiento vuelto
abstracción, separado de lo otro, desarrollándose abstractamente y sustraído al
control del hombre. La única forma de lograr y volver a la concreción del trabajo,

37 Hegel, G. (1984). op.cit., p.175. Un elemento interesante a destacar en relación a la Fenomenología del
Espíritu es que en esta fase del curso de Realphilosohie, es decir, en el encuentro de familias diferentes
que se oponen, aparece el concepto de espíritu en su autenticidad.
38 Ibíd., p.175
39 Ibíd., p.175
40 Ibíd., p.176
41 Ibíd., p.180
42 Ibíd., p.182
43 Ibíd., p.182
44 Ibíd., p.183
45 Ibíd., p.183

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sostiene Hegel, es por la mediación del dinero que otorga igualdad a los diversos
valores abstractos y múltiples46.

Otra cuestión interesante es que, para Hegel, el origen de la propiedad se da en


el trabajo47. La existencia de la propiedad, de la mediación del dinero, el cambio y el
trabajo tiene como resultado “una extrañación”, un “hundimiento en el ser” 48, el cual
transforma el yo en cosa, el sujeto es cosificado en el trabajo y, vuelve esa relación
como algo extraño, es la enajenación de la existencia, el extrañamiento de la vida
humana, en la cual el sujeto transforma su propia actividad en algo que es ajeno, es
una forma de trabajo enajenado49. El hombre se produce a sí mismo, de forma
enajenada, por medio del trabajo.

El concepto de esclavitud y trabajo en la Fenomenología del espíritu

Antes de comenzar lisa y llanamente con el análisis de la Fenomenología del


espíritu en relación al trabajo, nos parece pertinente recordar los elementos que dan
vida a ese desenvolvimiento del espíritu.

El cor de la cosa es la satisfacción del deseo que no puede sino desarrollarse en


otra autoconciencia, lo cual quiere decir que, la autoconciencia sólo encuentra
satisfacción en la medida en que es considerada como autoconciencia por otra
autoconciencia. Es una lucha por el reconocimiento, en la cual nace el concepto de
espíritu, el cual nace en el mundo por medio del conflicto, de la lucha a muerte entre
autoconciencias, de la guerra.50 De esta forma, la autoconciencia es en y para sí en la
medida que es en y para sí para otra autoconciencia, en cuanto es reconocida.51 El
movimiento es el de la autoconciencia duplicada o movimiento del reconocimiento52 y
se desarrolla de la siguiente manera:

En primer término, “para la autoconciencia hay otra autoconciencia”, no es ella


misma, sino que es otra y que se encuentra ubicada fuera de sí, lo cual supone una
doble significación: 1) pérdida de sí misma, pues se encuentra en lo otro como esencia,
y; 2) la superación de lo otro, puesto que tampoco ve a lo otro como autoconciencia,
sino que se ve a sí misma en lo otro.53 En segundo lugar, la autoconciencia debe
superar su ser otro, lo cual permitirá a su vez, superar a la otra esencia independiente
– la otra autoconciencia –, adquiriendo en ese movimiento la certeza de sí misma y la

46 Ibíd., p.184
47 Ibíd., p.185
48 Ibíd., p.185
49 Ibíd., p.186.
50 Hegel, G. (2015). Fenomenología del espíritu. México: Fondo de Cultura Económica, pp.112-113
51 Ibíd., p.113
52 Ibíd., p.113
53 Ibíd., p.113

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superación de sí misma.54 Hegel plantea que, esta superación se presenta como un


retornar a sí misma, pues, una vez que tiende a superar a la otra esencia, la
autoconciencia se recobra a sí misma.

En este sentido, Kojeve, sostiene en su lectura de Hegel que “…el hombre busca
que los demás lo reconozcan: el mero Deseo [Begierde] se convierte en deseo de
reconocimiento. Este reconocimiento [Anerkennen] es una acción [Tun], no un
conocimiento solamente.”55 Sin embargo, ¿cuál es el problema?, ¿la contradicción?, el
movimiento de la autoconciencia se presenta como un hacer [Tun] de sí misma, pero
al tiempo, un hacer de la otra. Empero, la otra autoconciencia es igualmente
independiente y procura ser en y para sí y reconocerse en otra esencia. De esta
manera, prosigue Hegel, se desarrolla un movimiento duplicado de ambas
autoconciencias.56 La autoconciencia busca ser reconocida sin reconocer.57 Este
proceso, que se desarrolla en la conciencia, se presenta como un juego de fuerzas.
Decíamos que, la una busca reconocerse en la otra y viceversa, la autoconciencia o
conciencia de sí [Selbstbewusstsein] se descompone hacia los extremos y son
mediados, precisamente, en tales extremos, que se oponen y permiten la realización
de la una o de la otra. La autoconciencia, en este punto, se ha vuelto a los extremos,
que en tanto tales, se contraponen, lo cual quiere decir, que en ese juego de fuerzas de
la autoconciencia descompuesta hacia los extremos, una será autoconciencia
reconocida, y la otra, la que simplemente reconoce.58 Esta búsqueda es el hacer
duplicado, esto es, hacer del otro y hacer por uno mismo. El momento en el cual la
autoconciencia procura hacer del otro es el momento del conflicto, pues en este
sentido, cada autoconciencia tiende a la muerte del otro. Pero hacer del otro implicar
un hacer por sí misma, lo cual es equivalente a arriesgar la propia vida. El movimiento
dialéctico de las autoconciencias tiende a la verificación o comprobación de la una en
la otra sobre la base de una lucha de vida o muerte.59 Esta lucha se presenta como un
deber, pues lo que procuran en esta lucha es el reconocimiento que permita elevar la
certeza de sí misma, siendo para sí en otra y en ella misma. En este sentido, esta lucha
a muerte, es lo que permite a una autoconciencia alcanzar su libertad o independencia
como autoconciencia.60

Para Kojeve, el proceso mediante el cual la autoconciencia entabla el combate a


muerte – lo cual entraña arriesgar la propia vida – significa la negación de su
existencia natural –animal –, esto es, negar el objeto del deseo que es la vida. Arriesgar
54 Ibíd., p.114
55 Kojeve, A. (2013). Introducción a la lectura de Hegel. Madrid: Trotta, p.93
56 Hegel, op.cit., p.114
57 Kojeve, A. (2013), op.cit., p.94
58 Hegel, op.cit., pp.114-115
59 Ibíd., p.116
60 Ibíd., p.116

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la vida, supone negar su propia existencia, permitiendo en este movimiento la


posibilidad de trascendencia, en el sentido de ser “algo más” que ser viviente arrojado
al deseo.61

En este sentido, para Kojeve, aceptar libremente la posibilidad de la muerte es


lo que permite a la autoconciencia encontrarse con su esencia (con su ser hombre o
individuo), su libertad e independencia, en caso contrario, la autoconciencia muere en
estado de Begierde, dependiendo de la naturaleza y por tanto, como mero animal. La
autoconciencia debe forzar a la otra conciencia para ser reconocida como
autoconciencia y solo arriesgando su existencia natural – vida – es que prueba que no
es un animal sino autoconciencia.62

El resultado de esta confrontación crea extremos contrapuestos [se diluye la


unidad en la diferencia] desarrollando: 1) una autoconciencia pura que es para sí, y; 2)
una conciencia que no es para sí sino para otra, esto es, la conciencia en la figura de la
coseidad. La primera es el señor/amo y cuya esencia es el ser independiente y para sí
(conciencia que ha alcanzado la libertad), la segunda es el siervo/esclavo cuya esencia
es el ser para otro (conciencia cosificada).63

El amo representa la conciencia que es para sí, pero no así sin más, sino sólo en
tanto mediación consigo mismo a través de otra conciencia que se haya sintetizada en
la conciencia del amo y cuya esencia es el ser para el amo. El amo se reconoce en el
reconocimiento del otro [el esclavo], pero no reconoce a ese otro.64 Además, el amo se
relaciona con la cosa objeto de la apetencia [Begierde] con la mediación del esclavo
[conciencia para otro o figura de la coseidad]. El movimiento es el siguiente, el siervo
ha sido relegado a la coseidad y la cosa se le presenta con el carácter de lo negativo y
como algo independiente, procura superarla, pero no puede destruirla, por tanto, se
limita a transformarla. Decíamos que el amo se relaciona con la cosa por medio del
esclavo y por tanto, su relación con la cosa es relegada al puro goce gestando un
movimiento de dependencia del amo hacia la cosa. La cosa es independiente, por
tanto, sólo para el esclavo que la transforma. 65 Tenemos pues, una inversión en las
relaciones de independencia y dependencia, en la cual, la conciencia servil adquiere el
protagonismo, en efecto, la conciencia del señor desarrolla su certeza de sí mismo solo
sobre la base de la conciencia no esencial, de manera tal que su verdad, se halla en lo
otro no esencial, en consecuencia, la verdad de la conciencia independiente es la

61 Kojeve, A. (2013), op.cit., p.94


62 Hegel, op.cit., p.59
63 Ibíd., p.117
64 Kojeve, A. (2013), op.cit., p.95
65 Hegel, op.cit., p.118

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conciencia servil.66 En el fondo, el dilema para el amo, es que no es reconocido


finalmente por otra autoconciencia – hombre – sino por un ser relegado a la existencia
natural, el esclavo, que no es propiamente una autoconciencia (hombre). 67

La servidumbre, en cuanto tal, es autoconciencia y su verdad es el señor o


conciencia independiente. En este sentido, el esclavo se desarrolla sobre la base del
sentimiento de angustia por haber sentido miedo a la muerte, al señor. 68 En este
estadio, el esclavo se encuentra supeditado a una existencia natural como ser para
otro, sin embargo, ha sido relegado a la transformación de la cosa para el goce del amo,
lo interesante, es que será en esa transformación de objetos, es decir, en el trabajo, la
forma por medio de la cual el esclavo llega a sí mismo.69 Esto sólo es posible, en la
medida en que la cosa se presenta como independiente para esta autoconciencia que
la transforma, objetivándose como conciencia, fuera de sí, en el objeto, adquiriendo el
carácter de lo permanente y llegando a ser para sí. En este sentido, nos explica Kojeve,
que en el trabajo angustioso, el esclavo transforma el mundo natural [Natur] en
mundo histórico [Welt] realizándose como autoconciencia en ese proceso, en otras
palabras, el esclavo encuentra su libertad en el trabajo.70 El esclavo depende de la vida
y rechaza la muerte, sin embargo, esta actitud es propiamente humana, su
dependencia de las cosas, es humana. Depende de la cosa, pero también, las
transforma (domina).

En efecto, el mundo ha sido humanizado –sostiene Kojeve– por el trabajo del


esclavo.71 El esclavo o la conciencia servil se presenta, pues, como la verdad de la
autoconciencia, para György Lukács: “…los momentos fecundos del desarrollo de la
humanidad se enlazan y se siguen de la consciencia del siervo…”72. Por otra parte, nos
parece interesante destacar el papel que juega el trabajo en la dialéctica del amo y el
esclavo, en la línea de Herbert Marcuse. En su Razón y revolución, Marcuse sostiene
que, el descubrimiento de Hegel, respecto a los objetos del trabajo dice relación en que
no son cosas muertas, sino encarnaciones vivas de la esencia del sujeto, de manera
que al tratar con estos objetos el hombre está tratando, de hecho, con otros
hombres.73 Esto quiere decir, que el esclavo se relaciona con el amo por medio de la
transformación de los objetos y el amo se relaciona con el esclavo por medio del goce

66 Ibíd., p.119
67 Kojeve, A. (2013), op.cit., p.95
68 Hegel, op.cit.,p.119
69 Ibíd., p.120
70 Kojeve, A. (2013), op.cit., p.98
71 Ibíd., 98
72 Lukács, G. (1970), op.cit., p.325
73 Marcuse, H. (1993). Razón y Revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social. Madrid: Alianza

Editorial.

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de los objetos transformados por el trabajo esclavo. En otras palabras, las cosas del
trabajo, son portadoras de relaciones sociales.74

Un joven hegeliano: Karl Marx y la cuestión del trabajo

En su obra El pensamiento político de Hegel, Bernard Bourgeois, señala que:


“…el marxismo se presenta como la verdad del hegelianismo…”75. Y tiene razón. El
pensamiento de Marx toma a Hegel como un manantial de riquezas y lo desarrolla en
su negatividad llegando a nuevas categorías y transformándolo en un proyecto
orientando a descargar toda esa negatividad sobre el mundo real por medio de una
práctica revolucionaria. En esta parte del trabajo, estudiaremos el concepto de trabajo
enajenado elaborado por Marx, con el objetivo de establecer y determinar el alcance
del vínculo con el pensamiento de Hegel.

En sus Manuscritos económico-filosóficos76 Marx escribe sobre el problema del


trabajo enajenado – escrito que chorrea a Hegel por sus poros –, constatando un
hecho. El trabajador moderno se ha vuelto más pobre mientras más bienes (riqueza)
crea y con ello, el mundo humano ha sido devaluado en directa relación con la
valorización del mundo de las cosas77. La cosa, producto del trabajo, se ha
independizado de su productor, volviéndose opuesta a él, ajena.78 La independencia
del objeto supone, por tanto, la negación de su productor, la invalidación del
trabajador y su sometimiento servil a la cosa. La dialéctica del amo y esclavo se
profundiza en una orientación diferente, el esclavo (el trabajador), no logra liberarse
construyendo el mundo histórico por medio del trabajo, tan solo ha cambiado de amo
que, es su propio producto y que lo sigue reduciendo a la coseidad, a una coseidad más
extrema, el trabajador se presenta como una conciencia que es para otro, es un ser
para la cosa y que, no logra su independencia. Marx es claro: “…el trabajador se
convierte en esclavo del objeto…”79.

Para Hegel, como veíamos más arriba, el trabajo reduce al hombre a una cosa,
pero al tiempo le permite superar su estadio de existencia natural, de mero deseo
animal, volviéndolo hombre y permitiendo las sucesivas relacionas que se desprenden
del salto del deseo animal al deseo humano: amor, familia, reconocimiento,
constitución del Estado. Sin embargo, el desarrollo real no ha logrado esta linealidad.
Misteriosamente, el trabajo, desarrollado en el ámbito de la sociedad capitalista,

75 Bourgeois, B. (1969). El pensamiento político de Hegel . Buenos Aires : Amorrortu, p.153


76 Marx, C. (2012). Manuscritos económico-filosóficos. En E. Fromm, Marx y su concepto del hombre
(págs. 103-175). México: Fondo de Cultura Económica.
77 Ibíd., pp.104-105
78 Ibíd., p.105
79 Ibíd., p.106

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impone al hombre a un estadio de animalidad, el trabajo se presenta como hostil en la


medida en que no satisface ese deseo inmediato, no es un fin, sino un medio para
satisfacer otras necesidades, el trabajo no lo humaniza, lo enajena. Esto se debe a que
su producción, su actividad vital, no es para sí, sino para otro. La existencia de la
conciencia servil como ser para otro no se diluye, perdura y se fortalece.

El trabajo, para Marx, mediado por el dinero y la mercancía, vuelve al hombre a


la búsqueda de su libertad, de independencia, de su ser para sí “…sólo en sus funciones
animales: comer, beber y procrear…”80. El hombre escapa de aquello que lo vuelve –
supuestamente – humano, porque las condiciones a las que su cuerpo ha sido
sometido, son condiciones animales. En última instancia, el trabajo es desarrollado
para mantener su existencia física. Es un retrotraerse de la conciencia, del hombre, a
un estadio de existencia natural, en la polis, al interior del Estado moderno. El esclavo,
con Hegel, había sentido una angustia por el temor a perder su vida, el trabajador
moderno ha prolongado esa angustia a su actividad humana: el trabajo81.

El trabajo enajenado como regresión hacia una existencia puramente natural,


implica también una enajenación con respecto de los otros hombres que, se le
presentan como enemigos, rivales a confrontar. Marx señala: “…que el hombre se
enajena de su vida como especie significa que cada hombre está enajenado en relación
con los otros y que cada uno de los otros está, a su vez, enajenado de la vida humana.”82
El resultado es la mercancía con conciencia de sí y que actúa en el mundo
independientemente83 y el trabajador como conciencia que es para otro, un amo y la
cosa. La cosa adquiere la personalidad de su productor, el productor adquiere la forma
de la cosa, las relaciones se invierten, imposibilitando por tanto, las relaciones que
Hegel desarrolla a partir del trabajo, el amor, aquí ya no es posible, menos aún la
familia y la sucesiva línea de fenómenos que terminan por dar vida al Estado
moderno. Es la relación enajenada del hombre con respecto al mundo lo que inhibe el
desarrollo de su conciencia de sí, de su independencia que es relegada a la cosa, no es
capaz de comprenderse en el mundo como ser social84, que es para sí y para otros,
prolongando por tanto, la violencia originaria, partera del espíritu.

Palabras, reflexiones y comentarios finales

Llegado al final de este trabajo, hemos demostrado la estrecha relación entre


Marx y Hegel en relación de sus concepciones acerca del trabajo, como fenómeno
cosificador de la existencia humana. El concepto de trabajo enajenado desarrollado por

80 Ibíd., p.108
81 Ibíd., p.109
82 Ibíd., p.113
83 Ibíd., p.120
84 Ibíd., p.138

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Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos es profundamente hegeliano y repleto


de categoría hegelianas (conciencia de sí, independencia de la cosa, extrañamiento,
entre otras), pero difiere en cuanto a Hegel en el desarrollo del movimiento de lo real,
la dialéctica de amo y esclavo no es resuelta en el trabajo como pretende Hegel, sino
que es profundizada, volviéndose más radical. El resultado es el nacimiento del
conflicto que parecía solucionado en Hegel, deseo animal, animalidad, y deseo humano,
humanización, entran en conflicto, la autoconciencia no logra encontrar su verdad en
el trabajo ni en la conciencia servil, se desplaza hacia la cosa, invirtiendo las
relaciones. El espíritu se ha truncado, el trabajador se ha subsumido tan fuertemente a
la cosa que se ha perdido a sí mismo en su actividad, el mundo ya no es desarrollado
por el desenvolvimiento de la autoconciencia humana, sino por la fantasmagoría de
las cosas.

El despojo consciente en la actitud religiosa del sacrificio a Dios, por la


búsqueda de la independencia del yo respecto a la cosa, ha sido desplazada por un
nuevo soberano misterioso, el capitalista moderno, que se apodera de todo producto y
sustancia vital del obrero. La violencia originaria de la duplicación de la
autoconciencia, de la lucha por el reconocimiento, ha perdurado hasta el día de hoy
bajo la forma jurídica del Estado moderno, el cual, lejos de realizar al individuo total, a
toda la nación o pueblo, es tan solo la institucionalización de la violencia del amo. El
espíritu judío de sumisión al amo, es la gran tragedia del esclavo moderno: el
trabajador asalariado.

La vida moderna ha configurado otro movimiento, es la negación del


trabajador, de su actividad en el mundo, por dos entidades que se le oponen: el
amo/burgués y la cosa/mercancía. La dialéctica de señor y siervo ha tomado la forma
de lucha de clases, velada por la figura del Estado, del Derecho Civil y otras
fantasmagorías. La solución de este movimiento está en ciernes, aunque el siglo XX fue
testigo del primer remezón del espíritu.

El resultado es radical. Leer a Marx con el anteojo de Hegel es letal. Con razón
temía la burocracia soviética. El marxismo es la realización en el mundo, quizás, de
otro momento del proyecto hegeliano de la Fenomenología del espíritu, es otra
experiencia de la conciencia. Es la realización práctica del proyecto de Hegel en el
mundo real, es la negatividad en el pensamiento y en la práctica, es la objetivación de
la negación de quienes fueron negados por la historia.

¿Cuál es el alcance entre ambos pensadores? La respuesta a la que llegamos es


la misma que entrega Henri Lefevbre: “el pensamiento dialéctico de Marx tuvo con el
pensamiento dialéctico de Hegel una relación dialéctica. Lo que equivale a decir: unidad

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y conflicto…”85. No puede ser de otra forma. Las categorías que termina exponiendo
Marx son absolutamente hegelianas, pero reorientadas, han sido volcadas en otra
dirección, en la de persistencia del conflicto y por tanto, en la imposibilidad del
proyecto ulterior, el amor, la familia, el Estado. Nuestra propuesta es el reencuentro
de ambos pensadores, el objetivo, es remecer todo lo petrificado en el mundo, es la
revolución.

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85 Lefebvre, H. (2016). Hegel, Marx, Nietzsche. Madrid: Siglo XXI, p.19

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