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Es un personaje masculino de origen prehispánico, que rendía culto a los dioses Sol y

Luna. Simboliza el sincretismo de la religión católica con las tradiciones indígenas de la


zona; su danza representa el movimiento de traslación y rotación de la Tierra. Viste ropa
blanca con encajes, camisa, enagua, pantalón, guantes, sombrero de fieltro con espejos y
cintas multicolores, una pechera y zapatos negros de cuero o de charol.

La vestimenta se compone del faldón y camisa de color blanco, la pechera que


representa la chacana o cruz andina. Está adornada con monedas antiguas y
bambalinas. Atrás va la banda con tela de siete telas de colores que
representan al arco iris, en el cabezal sobresalen el sol y el plumaje de pavo
real. Coser uno de estos trajes se tarda entre 15 y 20 días, es todo un ritual.

https://www.youtube.com/watch?v=WfwMemq32yc

Los comerciantes, artesanos y autoridades del cantón Pujilí (Cotopaxi) se


preparan para las fiestas del Corpus Christi, la tradicional celebración religiosa
que se realizará del 7 al 15 de junio próximo. Quienes confeccionan los
complejos trajes de danzantes -los personajes principales de esta fiesta- y de
los bailarines que los acompañan ultiman los detalles de esta vestimenta. Las
hermanas Consuelo y Magdalena Tipanluisa son dos de las modistas que
tienen a su cargo este trabajo, que cumplen en su modesto taller del barrio
Oriental. Los cajones de los aparadores lucen llenos de pantalones, chalinas,
faldas, faldones, fajas y otros accesorios. Los hilos, telas, espejos y encajes
están guardados en cajones cerca de las dos máquinas de coser. “Tengo ocho
trajes de danzantes que confeccionar para estas fechas”, dice Consuelo. Estas
prendas serán alquiladas para las celebraciones que se realizarán en los
centros educativos, instituciones públicas, en los barrios de Ambato, Salcedo,
Latacunga y en las comunidades de Pujilí. Consuelo intenta conservar las
mismas decoraciones que lucen los danzantes en las zonas rurales, pero no
siempre es posible. “Algunas cosas se cambian, porque los materiales ya no
existen”. La vestimenta de los tushug, que significa en español bailarín,
sacerdote o hacedor de la lluvia, consiste en un faldón y camisa blanca.
También, tienen una pechera -que representa la chacana o cruz andina- que
está cubierta de espejos y oropeles (falso oro). En la espalda va una banda de
siete colores, que representa al arcoiris y que está unido al cabezal, el vistoso
artículo que los danzantes llevan en su cabeza. El adorno tiene símbolos que
se asemejan al sol, la luna y a las deidades en las que creían los antepasados.
Todo el traje se adorna con cascabeles y campanas que van en los pies y se
cree que son los que llaman la lluvia, para purificar el ambiente y la fiesta. “En
un traje nos demoramos 30 días. Las telas brillantes y los materiales para
adornar son adquiridos en los mercados de Ambato, Latacunga y Quito”,
cuentan las modistas. El danzante es un personaje inspirado en la época
prehispánica por la gran cantidad de detalles dorados, piedras de colores y
espejos. Según los conocedores de esta historia, los indígenas a quienes
llamaban tushug se vestían así para adorar al Taita Inti o Padre Sol. El
investigador Hugo Albán explica que las sacerdotisas o Mama Danzas de la
época del incario enseñaban a bailar a los danzantes. “Los hombres que
realizaban el ritual ancestral eran fornidos, porque bailaban ocho días antes y
ocho días después. Con la llegada de los españoles cambiaron a la fiesta del
Inti Raymi por Corpus Christi y las joyas de los atuendos fueron reemplazadas
por bambalinas”, explica Albán. Las autoridades del Municipio de Pujilí se
encargan de las jochas (invitaciones) a los priostes principales de esta
festividad. Según el Departamento de Cultura, cuentan con un presupuesto
inicial de USD 200 000 para todos los gastos de esta celebración. Los rubros
serán utilizados en el pago a los artistas, atención a las delegaciones
internacionales que participen en el desfile, los programas religiosos y para la
difusión de los programas. “Contaremos con el aporte de instituciones privadas
del cantón Pujilí y también de los priostes”, asegura el director Juan Albán.

Una investigación sobre el danzante permitió a Hugo Albán recuperar los trajes
autóctonos del personaje principal de las fiestas de Octavas de Corpus Christi,
en Pujilí. Este artesano y experto en los temas andinos tardó 35 años en recopilar
los conocimientos de los taitas y mamas, para plasmarlos en cada uno de los
trajes que confecciona. Además, sus orígenes, el baile y los personajes que
acompañan a la comparsa. Albán explica que el nombre indígena es tushug
(bailarín, sacerdote o hacedor de la lluvia). Con los cascabeles que lleva
suspendidos en sus pies genera la lluvia y es el purificador del ambiente y de la
fiesta. El danzante está presente en la arqueología prehispánica, donde su traje
estaba adornado con oro, piedras preciosas y espejos, para adorar al Taita Inti
(Padre Sol). Explica que las sacerdotisas o Mama Danzas de la época del incario
enseñaron a bailar a los danzantes. Albán asegura que las Mama Danzas no son
las mujeres de los danzantes, debido a que los sacerdotes no tenían esposa.
“Eran castos y fornidos, porque bailaban ocho días antes y ocho días después.
Con la llegada de los españoles cambiaron a la fiesta del Inti Raymi por Corpus
Christi”. Con la conquista, las joyas en los atuendos fueron reemplazadas por
bambalinas, algo que aún se mantiene. El taller de Albán está localizado en el
centro de Pujilí, donde corta y cose telas brillantes, sin olvidar el más mínimo
detalle. Su esposa, Irlanda Herrera, se encarga de bordar a mano cada uno de
los dibujos que representan a la naturaleza. Este se compone del faldón y camisa
de color blanco, la pechera -que representa la chacana o cruz andina- cubierta
de espejos y oropeles (falso oro). Atrás va la banda con tela de siete colores,
que representa al arco iris; en el cabezal sobresalen el sol y la luna, los seres
superiores en los que creían nuestros antecesores. Albán dice que se dedicó de
lleno a confeccionar estos vestuarios porque en las comunidades poco a poco
se pierde este personaje. Por eso trabaja en la recuperación de los trajes
auténticos. “El danzante fue desplazado por los mestizos, las autoridades
disfrazadas y la fiesta está perdiendo el sentido de su celebración”. La
indagación se desarrolló en las comunidades de Alpamalag, región considerada
madre y gestora del danzante de Pujilí, pero por la migración esta desaparece.
Juan Albán, director de Cultura del Municipio de Pujilí, asegura que pondrán en
marcha un plan que busca recuperar en los niños y jóvenes al danzante en las
comunidades de Alpamalag y otras. “La idea es que los pueblos indígenas
tengan a sus sucesores”. Uno de los danzantes es Julián Tucumbi, un indígena
de 81 años que es considerado el símbolo de este personaje de la fiesta
indígena-mestiza, que se celebra en las comunas. Tucumbi, ataviado con un
vistoso poncho rojo, aún se viste de danzante. Dice que los 22 trajes que guarda
son autóctonos. En su casa cosen estos trajes para repararlos o adornarlos de
acuerdo con la tradición. Los cabezales están llenos de plumas de pavo real.
Con agilidad cruza entre su cuello una tela para sostener el bombo, y con el
pingullo empieza a entonar la melodía del danzante. Cuenta que en 1945, en
toda la hacienda de Juive Grande se hacían las fiesta del danzante en honor a
San Nicolás. Baila más de 60 años en el Grupo Tucumbi, que fundó.

Actualmente son los personajes principales de una celebración religiosa en el


territorio andino que se realiza la tercera semana de junio de cada año.

Según estudios de simbolismo, el danzante de Pujilí es la representación del cóndor


de los Andes, distinguido por tener una atractiva corona con plumas y una cola que
llega hasta los talones del bailarín que lo posee.
Además su cadencia pausada simula el vuelo del ave carroñera.
El danzante es el personaje principal de la tradicional celebración religiosa Corpus
Christi, la fiesta tradicional del cantón Pujilí de Cotopaxi.
Identidad. El nombre indígena es tushug (bailarín, sacerdote o hacedor de la
lluvia).
El Corpus Christi (Cuerpo de Cristo) es un festejo religioso fusionado con tradiciones
paganas.
Los valores culturales, ancestrales y folclóricos de este festejo tradicional se han
convertido en Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
La indumentaria del danzarín (cabeza pesada, cascabeles, alfanje, tajalí, ropa
blanca, etcétera) es llamativa.
Vestimenta. Este personaje, que se ha convertido en parte de la identidad de
algunos pueblos de la Sierra, viste un traje multicolor lleno de encajes, bordados,
monedas antiguas y sobre sus hombros lleva un penacho con enormes espejos e
impregnaciones de pedrería y plumas, que simbolizan el poderío de las aves andinas
que existen en la región.
El danzante está presente en la arqueología prehispánica, donde su traje estaba
adornado con oro, piedras preciosas y espejos, para adorar al Taita Inti (Padre Sol).
Así lo explica Hugo Albán, quien es artesano de Pujilí y se encarga de confeccionar
los coloridos trajes de los danzantes.
Indica que con los cascabeles que lleva suspendidos en sus pies genera la lluvia y
es el purificador del ambiente y de la fiesta.
“Con la conquista, las joyas en los atuendos fueron reemplazadas por bambalinas,
algo que aún se mantiene”, manifiesta.
En la parte de atrás los danzantes llevan una banda de tela con siete colores.
Este atuendo representa el arco.
El faldón y camisa de color blanco, la pechera representa la chacana o cruz andina,
este atuendo está cubierto de espejos y oropeles (falso oro).

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