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https://www.youtube.com/watch?v=WfwMemq32yc
Una investigación sobre el danzante permitió a Hugo Albán recuperar los trajes
autóctonos del personaje principal de las fiestas de Octavas de Corpus Christi,
en Pujilí. Este artesano y experto en los temas andinos tardó 35 años en recopilar
los conocimientos de los taitas y mamas, para plasmarlos en cada uno de los
trajes que confecciona. Además, sus orígenes, el baile y los personajes que
acompañan a la comparsa. Albán explica que el nombre indígena es tushug
(bailarín, sacerdote o hacedor de la lluvia). Con los cascabeles que lleva
suspendidos en sus pies genera la lluvia y es el purificador del ambiente y de la
fiesta. El danzante está presente en la arqueología prehispánica, donde su traje
estaba adornado con oro, piedras preciosas y espejos, para adorar al Taita Inti
(Padre Sol). Explica que las sacerdotisas o Mama Danzas de la época del incario
enseñaron a bailar a los danzantes. Albán asegura que las Mama Danzas no son
las mujeres de los danzantes, debido a que los sacerdotes no tenían esposa.
“Eran castos y fornidos, porque bailaban ocho días antes y ocho días después.
Con la llegada de los españoles cambiaron a la fiesta del Inti Raymi por Corpus
Christi”. Con la conquista, las joyas en los atuendos fueron reemplazadas por
bambalinas, algo que aún se mantiene. El taller de Albán está localizado en el
centro de Pujilí, donde corta y cose telas brillantes, sin olvidar el más mínimo
detalle. Su esposa, Irlanda Herrera, se encarga de bordar a mano cada uno de
los dibujos que representan a la naturaleza. Este se compone del faldón y camisa
de color blanco, la pechera -que representa la chacana o cruz andina- cubierta
de espejos y oropeles (falso oro). Atrás va la banda con tela de siete colores,
que representa al arco iris; en el cabezal sobresalen el sol y la luna, los seres
superiores en los que creían nuestros antecesores. Albán dice que se dedicó de
lleno a confeccionar estos vestuarios porque en las comunidades poco a poco
se pierde este personaje. Por eso trabaja en la recuperación de los trajes
auténticos. “El danzante fue desplazado por los mestizos, las autoridades
disfrazadas y la fiesta está perdiendo el sentido de su celebración”. La
indagación se desarrolló en las comunidades de Alpamalag, región considerada
madre y gestora del danzante de Pujilí, pero por la migración esta desaparece.
Juan Albán, director de Cultura del Municipio de Pujilí, asegura que pondrán en
marcha un plan que busca recuperar en los niños y jóvenes al danzante en las
comunidades de Alpamalag y otras. “La idea es que los pueblos indígenas
tengan a sus sucesores”. Uno de los danzantes es Julián Tucumbi, un indígena
de 81 años que es considerado el símbolo de este personaje de la fiesta
indígena-mestiza, que se celebra en las comunas. Tucumbi, ataviado con un
vistoso poncho rojo, aún se viste de danzante. Dice que los 22 trajes que guarda
son autóctonos. En su casa cosen estos trajes para repararlos o adornarlos de
acuerdo con la tradición. Los cabezales están llenos de plumas de pavo real.
Con agilidad cruza entre su cuello una tela para sostener el bombo, y con el
pingullo empieza a entonar la melodía del danzante. Cuenta que en 1945, en
toda la hacienda de Juive Grande se hacían las fiesta del danzante en honor a
San Nicolás. Baila más de 60 años en el Grupo Tucumbi, que fundó.