Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La mentira de la conspiración
Ignacio, patriarca de Constantinopla (799-878), era un hombre de exquisita piedad, pero
excesivamente austero y de una rigidez que rayaba en la intransigencia. Bajo la protección
de la emperatriz Teodora, se preocupó de velar con celo extraordinario por la pureza de la
fe y la práctica de las buenas costumbres.
El día de la Epifanía del año 857, Ignacio negó la sagrada comunión a César Bardas a causa
de la conducta inmoral y escandalosa de que hacía alardes. Bardas juró vengarse de esta
humillación y busca la alianza de Gregorio Asbesta, encarnizado enemigo de Ignacio, quien,
junto con el papa Benedicto III, lo había suspendido en sus funciones de metropolitano de
Siracusa. Puestos de acuerdo, acusaron falsamente a Ignacio de conspirar contra el Estado
ante Miguel III, que ya había llegado a su mayoría de edad y ejercía personalmente el
gobierno del Imperio, pero que estaba fuertemente influido por su tío. La emperatriz
Teodora se declaró defensora de Ignacio, pero Bardas la acusa de complicidad, y, tras
ordenar que le fuese cortado el cabello como castigo, la encerró violentamente en un
convento, mientras Ignacio era desterrado a la isla de Terebinto.
Focio y el Cisma
Era preciso sustituir inmediatamente a Ignacio en la Sede del Patriarcazgo bizantino, y nadie
más a propósito que Focio (820-897), secretario de la Cancillería imperial y perteneciente
a una familia noble, emparentada con Bardas. Focio era hombre erudito, tanto en ciencias
profanas como sagradas, hábil político, pero soberbio y ambicioso. Su elección parecía
acertada.
CISMA DE ORIENTE Y OCCIDENTE
El Cisma de Oriente y Occidente, o el Gran Cisma (usado también para referirse al Cisma de
Occidente), o en menor medida conocido como Cisma de 1054, hace referencia a un evento
conflictivo de carácter religioso que ocurrió en el año 1054. En dicho conflicto se produjo la
mutua separación y excomunión entre el máximo jerarca de la Iglesia católica en Roma, el
Papa u Obispo de Roma (junto con la cristiandad de Occidente), y los jerarcas eclesiásticos
de la Iglesia ortodoxa (junto con la cristiandad de Oriente) especialmente del principal de
ellos, el patriarca ecuménico de Constantinopla. Su antecedente directo se conoce como
Cisma de Focio.
Se suele considerar el 16 de julio de 1054 como la fecha en que se concretó el gran cisma
de Oriente. Históricamente, esta fecha señala el comienzo inmediato del momento que iba
a precipitar las dos iglesias en una separación que desgraciadamente perdura hasta en el
presente. Los dos protagonistas del momento fueron: Humberto de Silva Cándida, cardenal
y arzobispo de Palermo, delegado del Papa León IX y Miguel I Cerulario, Patriarca
de Constantinopla, consejero del emperador bizantino, Constantino IX Monómaco.
Ya desde 1051 estos dos protagonistas se habían convertido en dos grandes antagonistas.
Es muy importante subrayar este antagonismo, si no, no puede comprenderse la hostilidad
verbal y la conducta agresiva que ambos adaptaron durante el día del 16 de julio 1054 y en
los días subsiguientes. Este antagonismo fue el efecto combinado de la sicología conflictiva
de nuestros protagonistas y al mismo tiempo del conflicto de interés del Papado y de
Bizancio con relación al sur de Italia en los años 1051-1054.