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ELECTROSHOCK

Es una terapia que consiste en el pasaje de corriente eléctrica a través del cerebro,
buscando una activación neuronal. Se emplea en el tratamiento de esquizofrenia
y depresiones severas. Las complicaciones del electroshock incluyen pérdida de la
memoria, desorientación temporal o daños cerebrales.

TERAPIA
La terapia de electroshock consiste en aplicar corrientes eléctricas de baja
intensidad en el cerebro con el objetivo de provocar una convulsión leve. Esto a su
vez produce cambios químicos en el sistema nervioso central, lo cual puede aliviar los
síntomas de determinados trastornos psicológicos.
No se conoce exactamente cuál es el mecanismo de acción de la terapia
electroconvulsiva, si bien se cree que a corto plazo tiene un efecto anticonvulsivo en
los lóbulos frontales y a largo plazo favorece el riego sanguíneo y el metabolismo
en los lóbulos temporales. Además parece aumentar el volumen del hipocampo.
Este tipo de intervención se lleva a cabo bajo los efectos de anestesia y sedantes
musculares; además suelen utilizarse protectores bucales para evitar daños en la
lengua y en los dientes. Se colocan pequeños electrodos en uno de los lados de la
cabeza o bien en ambos; a través de ellos se recibirán las descargas.
Las convulsiones inducidas mediante el equipo de electroshock duran normalmente
menos de un minuto. Aunque la persona sigue inconsciente y físicamente relajada, la
actividad electroencefalográfica se dispara durante este periodo; posteriormente el
cerebro recupera su función normal.
Las intervenciones mediante terapia electroconvulsiva constan de varias sesiones,
generalmente entre 6 y 12, que se reparten en un periodo de 3 o 4 semanas, de
modo que se deja que pase al menos un par de días entre cada aplicación del
electroshock. El tratamiento se adapta en función del trastorno concreto y de la
gravedad de los síntomas.

TRANSTORNOS
1. Depresión mayor
En el caso de la depresión, el electroshock se usa sobre todo cuando hay síntomas
psicóticos o riesgo de suicidio inminente, en especial si se han aplicado otros
tratamientos y no se han obtenido resultados.
Se considera que esta terapia es útil en el manejo de la depresión psicógena, pero
también de la que aparece como consecuencia de alteraciones biológicas, como
pueden ser la enfermedad de Parkinson, la corea de Huntington o la esclerosis
múltiple.
La terapia electroconvulsiva tiene un índice de éxito del 50% en este tipo de casos.
Los episodios depresivos en el contexto del trastorno bipolar muestran una respuesta
similar al electroshock.
2. Trastorno bipolar
El electroshock es un tratamiento de segunda línea para el trastorno bipolar, tanto en
el caso de los episodios depresivos como en el de los de manía, que se caracterizan
por un estado prolongado de euforia y activación excesivas. Se aplica particularmente
en pacientes bipolares que presentan episodios maníacos de larga duración.

3. Catatonia
La catatonia es un estado de inmovilidad o desorganización motora que cursa con
una disminución de la reactividad a estímulos ambientales. Se produce normalmente
en el contexto de la esquizofrenia, aunque también puede darse en la depresión, el
trastorno de estrés postraumático o a causa de afectaciones físicas, como la
sobredosis de sustancias.
Cuando la catatonia es severa y pone en riesgo la vida de la persona, principalmente
por inanición, la terapia electroconvulsiva es considerada el tratamiento de elección.
No obstante parece que estos efectos tienen una duración breve, por lo que es
necesario combinar el electroshock con otros tratamientos a largo plazo.

4. Esquizofrenia
En ocasiones se aplica la terapia electroconvulsiva en pacientes esquizofrénicos
que no responden al tratamiento por fármacos antipsicóticos. Como hemos visto,
es especialmente eficaz en los casos de esquizofrenia catatónica, uno de los subtipos
más habituales de este trastorno.

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