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TRABAJO

DE
HISTORIA

NOMBRE : JAVIERA PARDO


CURSO : 5°B
INDÍCE

1. LA GUERRA DE ARAUCO 3-4

2. INÉS DE SUÁREZ 5-7

3. LAUTARO 8-10
LA GUERRA DE ARAUCO

La Guerra de Arauco, narrada por diferentes cronistas durante el


período colonial, suele evocarse en Chile como una constante guerra
a muerte, de trescientos años, entre españoles y mapuche. Sin
embargo, la historiografía contemporánea distingue entre un primer
siglo de intenso conflicto bélico (1550-1656) y una etapa posterior en
la que se hacen más esporádicos los enfrentamientos, predominando
las relaciones fronterizas entre el mundo mapuche y los hispano-
criollos, las que a la par de incidir en un fuerte proceso de
transculturación de los primeros, los transformaron en una de las
etnias más poderosas y celosamente independientes de Sudamérica.

La primera etapa de la guerra se inició con la conquista de los


españoles hacia el sur del país. A pesar de las ventajas iniciales de los
españoles, como el uso del caballo y de sus armas, los araucanos
rápidamente las aprovecharon, sacando partido además, de su
entorno natural, desarrollando así tácticas de combate propias.
La avanzada de la hueste, las ciudades fundadas y las fortalezas al
sur del Biobío sufrieron continuos ataques por grupos indígenas
distintos. De tal modo, las primeras ciudades del sur pasaron a ser
fortalezas militares mal abastecidas, constantemente sitiadas y
destruidas por los indígenas. Esta situación llegó a su punto más alto
tras la batalla de Curalaba (1598), donde el gobernador Martín García
Oñez de Loyola fue decapitado y los españoles se vieron obligados a
replegarse más arriba del Biobío, abandonando las ciudades fundadas
en el sur.

Por su parte el ejército español distó de ser profesional y fue descrito


por el gobernador Alonso de Ribera en términos lamentables, dada su
precariedad material y moral. Éste estuvo compuesto por los
encomenderos de Santiago y Concepción quienes debieron costear
sus propias armas y pertrechos junto a un gran número de indios
de encomienda. Estas tropas realizaron incursiones cada verano para
realizar las llamadas campeadas, la destrucción de las cementeras
indígenas y toma de prisioneros de guerra como esclavos, lo cual
explica, en gran parte, el odio que los araucanos sentían hacia el
invasor español.

Los distintos gobernadores españoles ensayaron


diferentes estrategias para hacer frente a la guerra; sin embargo,
todas ellas tienen en común la idea de una frontera con lo cual se
solucionó el problema inicial de la sobre extensión del dominio
español. Una de las reformas más importantes fue la impulsada por el
gobernador Alonso de Ribera, quien suplicó al rey Felipe III la creación
de un Real Situado, para pagarles un sueldo a los soldados y así crear
un ejército profesional. Finalmente, en 1603, se autorizó este Socorro
de Arauco desde las arcas del Virreinato del Perú, el cual tuvo un
impacto económico en el comercio realizado en la misma frontera
entre indígenas y españoles. Otra estrategia fue la Defensiva
planteada por el Padre Luis de Valdivia en 1612, que consistió en
detener las incursiones españolas y la esclavitud para así convertir a
la fe a los araucanos. Sin embargo, al cabo de 10 años fue
considerada un fracaso y se volvió a la idea de una frontera móvil.

Pero para este período (1623 hasta 1656) la intensidad de los


combates disminuyó produciéndose una situación mucho más
compleja en relaciones fronterizas donde el comercio y otro tipo de
interacciones fueron más importantes que la guerra.
ALONSO DE RIVERA MAPA DE ARAUCO
INÉS DE SUÁREZ

Inés de Suárez nació en Plasencia, España, en 1507. Esta particular


mujer, integró las huestes que acompañaron a Pedro de Valdivia en su
conquista del Reino de Chile, y participó en la fundación de Santiago
(1541). Ella se convirtió en la primera española en establecerse en
Chile.

Los fragmentos que se conocen de su historia son herencia casi por


completo de los cronistas del siglo XVI, entre ellos, Pedro Mariño de
Lobera y Jerónimo de Bibar, quienes compartieron con ella la
expedición a tierras chilenas. Entre los escasos datos de su vida en
España, cabe señalar su matrimonio con Juan de Málaga.
Permanecieron juntos hasta que Juan partió al Nuevo Mundo con el
anhelo de hallar riqueza en estas tierras. Cansada de esperar el
regreso de su marido, con espíritu aventurero y arrojo, Inés decidió ir
en su búsqueda. En su época no permitían que las mujeres se
dirigieran solas y solteras a América, sin embargo, ella logró licencia
real gracias a un par de testigos que avalaron su cristianismo, y
mediante la promesa de acompañarse de una sobrina. Enrumbó hacia
el continente americano en 1537, con un futuro incierto,
desembarcando en el Caribe y siguiendo su cometido, descendió
hasta el Perú donde se enteró que su esposo había muerto. Allí se
desempeñó como costurera con apoyo de algunas indias que estaban
a su servicio.

Fue en el Perú donde se acopló a la empresa de Valdivia en 1540. En


ese entonces ellos mantenían una relación y su pasión por Valdivia la
impulsó a seguirlo, convirtiéndose en un soldado más. En efecto, su
historia de amor ha suscitado interés e inspiración para los artistas de
distintas épocas. A pesar de lo anterior, se debe hacer hincapié en lo
excepcional e inusualmente valeroso que una mujer se uniera a un
ejército conquistador. Como reconocieron ya sus contemporáneos,
Inés de Suárez es un personaje extraordinario por sus propios méritos.
Hazañas como hallar agua en medio del desierto, salvando a la tropa
de perecer de sed, o descubrir una conspiración contra Valdivia, son
aspectos que le granjearon respeto. La acción que mayor gloria le
significó, fue su crucial y cruento papel en un ataque a Santiago
dirigido por el toqui Michimalongo. Además de estas proezas, la
soldadesca reconoció con gratitud el despliegue de cuidados que ella
les prestaba, como, por ejemplo, curar sus heridas, conservar y
preparar alimentos, y mantener el espíritu religioso. Inés de Suárez,
según atestiguaron, era una persona honrada, caritativa y de gran
cristiandad.
Aunque Pedro de Valdivia tenía por esposa a Marina Ortiz de Gaete,
quien residía en España, cohabitaba con Inés de Suárez sin reparos.
Su relación solo terminó cuando Valdivia fue sometido a un juicio en
Perú del cual fue absuelto con la condición de abandonar a Suárez. Al
regreso de Valdivia en 1549, ella se casó con Rodrigo de Quiroga,
afamado conquistador que llegó a ser Gobernador, extendiendo a su
mujer el título de Gobernadora. Estuvieron unidos 30 años.
Inés de Suárez fue una mujer admirada en su tiempo, la consideraron
una dama y se relacionaba con personas encumbradas de la
sociedad. Por sus obras se le dotó de tierras y encomiendas y el
propio Valdivia le cedió un terreno para construir una ermita para la
Virgen de Monserrat, a la que rindió culto hasta el fin de sus días. Inés
de Suárez murió a los 74 años, sobreviviendo a todos los
conquistadores con los que llegó a Chile.
LAUTARO (EL TOQUI LAUTARO)

En el siglo XVI, diversas poblaciones nativas del Nuevo Mundo


hicieron frente a la expansión de la monarquía española. En el actual
centro-sur de Chile fueron las poblaciones reche-mapuche quienes se
opusieron con tenacidad al dominio hispano, inaugurando la
llamada Guerra de Arauco.
Entre los líderes reche destacó el Toqui Lautaro (Luan-taro o Leftraru=
Halcón o ave veloz enmapudungun), quien habría nacido hacia 1534
en las proximidades de Tirúa, en la cordillera de Nahuelbuta, hijo de
un lonko llamado Curiñancu. Con apenas 11 años de edad fue
capturado y convertido en yanacona o indio de servicio en la
caballeriza de Pedro Valdivia, experiencia que le dotó de un gran
conocimiento de la cultura española. Fundamentalmente se dispone
de una visión hispana de Lautaro a partir de lo que informaron
los cronistas del siglo XVI.

La avanzada española comandada por Pedro de Valdivia había


fundado ciudades con relativo éxito y derrotado a las poblaciones
nativas, sometiéndolas a la encomienda y trabajos. Durante los
primeros enfrentamientos los indios demostraron que su concepción
de la guerra difería de la europea. Influenciados por la cultura Inca, los
reche consideraban la guerra como una batalla ritual, antes que una
empresa destinada al exterminio total del enemigo.

Hacia 1550, en su condición de indio sirviente, Lautaro observó los


duros castigos que los españoles infligieron a los indígenas en las
batallas de Andalién y Penco. Decidió abandonar a los españoles y en
diciembre de 1553 apareció como el principal líder en la Batalla de
Tucapel, primer levantamiento indígena de importancia en Chile.
Lautaro habría adquirido protagonismo al informar en reuniones o
cahuines de linajes, clanes y lonkos como Colocolo, sobre la
vulnerabilidad de los españoles (armaduras pesadas, inutilidad de la
pólvora con la lluvia) y las ventajas de utilizar modalidades de combate
de origen hispano, como armas y caballos.
Rompiendo con las normas que regían la batalla ritual prehispánica,
en la Batalla de Tucapel Lautaro y los reches salieron victoriosos,
capturando y dando muerte al gobernador Pedro de Valdivia. La
elección de la localización de combate y el empleo de olas sucesivas
de ataque como estrategias militares por parte del Toqui Lautaro
fueron cruciales para asegurar la victoria, triunfo que además puede
explicarse por la importancia que poseía la institución de la guerra en
la vida reche.

En febrero de 1554, dos meses después de la muerte de Pedro de


Valdivia, Lautaro nuevamente demostró su liderazgo en la Batalla de
Marigüeñu, donde aplastó al contingente comandado por Francisco de
Villagra. Esto le permitió destruir y saquear completamente la ciudad
de Concepción, práctica que será un antecedente del malón de los
siglos XVII y XVIII, cuyo objetivo era obtener el máximo de bienes del
grupo atacado.

Entre 1554 y 1555 la introducción de enfermedades europeas causó


estragos en la población reche. Además de una peste de tifus, se vivió
durante este período una falta de alimentos que atenuó la intensidad y
frecuencia de los enfrentamientos. Hacia 1556 Lautaro reinició los
combates, tratando infructuosamente de avanzar hacia Santiago,
logrando llegar hasta el río Maule, al ser detenido en la batalla de
Peteroa. Un año más tarde, las campañas destinadas a avanzar hacia
la zona central continuaron. Lautaro logró establecerse en una zona
protegida, construyendo un fuerte o malal que le permitiría controlar la
región disponiendo de recursos para lograr la expulsión total de los
españoles del Valle Central. Sin embargo, los excesos y castigos
cometidos por Lautaro y sus hombres en contra de los indígenas de la
zona -los promaucaes-, le valió la enemistad de varios caciques que
se vengaron delatándolo. En un ataque sorpresa, los españoles
cayeron sobre el campamento, dando muerte a Lautaro en 1557. Días
después, su cabeza fue exhibida en la Plaza de Armas de Santiago.
La lucha de Lautaro como defensor de su pueblo lo catapultó como
un personaje legendario en la historia mapuche y chilena.
EL TOQUI LAUTARO

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