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EL HOMBRE ES ADMINISTRADOR DIOS ES EL DUEÑO

EL HOMBRE ES ADMINISTRADOR DIOS ES EL DUEÑO

Introducción: Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo cual lo
abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un profundo pozo repleto de agua, y al
verlo, dijo una rana a la otra: “Amiga, bajemos las dos a este pozo”. Pero, dijo la compañera, “y si
también se secara el agua de este pozo ¿Cómo crees que subiremos entonces?” y no descendieron…
Es muy importante pensar bien las cosas que vamos a hacer, ser prudentes y seguir siempre el consejo
de Dios, pues no debemos poner en riesgo nuestra familia, o nuestro futuro. Las decisiones de hoy, son
la base de nuestra vida y bienestar mañana…

EL HOMBRE ES ADMINISTRADOR DIOS ES EL DUEÑO

I. DIOS DELEGÓ LA ADMINISTRACIÓN DE LA TIERRA AL SER HUMANO.

A. Dios quiere reinar a través del hombre, Gén. 1:26-28.

Nota: El primer oficio que Dios le asigna al hombre es gobernar, administrar, dirigir la tierra, la creación.
Es interesante que Dios haga al hombre a su imagen y semejanza, e inmediatamente le encomienda la
administración de su creación ¿por qué? porque una faceta de parecerse a Dios es administrar, pues
nuestro Padre gobierna todo el universo.

B. A través de nuestra administración glorificamos o deshonramos a Dios.

Nota: En el Edén, Adán y Eva administraron mal lo que Dios les había entregado ¿por qué? Por varias
razones:

1. Menospreciaron las instrucciones divinas,

2. Dieron a sus deseos personales la prioridad,

3. No consideraron lo suficiente las consecuencias (perdieron la gloria de Dios, fueron expulsados del
huerto, vino la muerte, perdieron la autoridad que se les había delegado, perdieron los privilegios del
huerto, etc). Pero ¿Cómo fueron engañados? Te invito a leer: "La Serpiente Antigua".

II. DIOS REQUIERE FIDELIDAD DE SUS ADMINISTRADORES, 1 Cor. 4:1-2

A. La buena administración comienza en casa.

Nota: La palabra administrador es traducida del griego “oikonomos” que significa: administrador de una
casa, mayordomo, distribuidor de la casa. La primera responsabilidad es administrar bien la casa, porque
“en casa comienza todo”, por ej: en casa los niños judíos eran educados en la ley de Dios, en casa se
administra la relación de esposos, en casa se construye y ejecuta el presupuesto familiar.

Nota: La palabra “fiel” del griego pistos, traduce además: digno de plena confianza, verdadero, seguro,
honrado, fiable. Dios requiere que sus administradores sean dignos de su confianza, verdaderos,
honrados, lamentablemente muchos creyentes hacen su propia voluntad con lo que Dios les ha confiado,
y esto les ha impedido recibir de Dios cosas mayores, privilegios mayores, pues no son fiables a los ojos
de Dios. En Judas Iscariote vemos un claro ejemplo (de un infiel), y concluimos que una cosa es seguir a
Jesús, otra muy diferente es ser digno de su confianza.
B. Dios es un Dios de orden.

Nota: El profeta Daniel fue un hombre siempre privilegiado, pues los reyes lo ponían en lugares de
privilegio, en altos lugares de administración, tenía la gracia de Dios y él la sabía administrar bien, y
podemos vemos ver que era un hombre ordenado en su vida devocional, en su estudio bíblico y secular,
en la administración que le delegaban. No basta con recibir privilegios y cosas, es necesario gobernarlas
bien y no que ellas te gobiernen.

C. Dios es el dueño, nosotros somos sus mayordomos o administradores, Sal. 24:1.

III. ACTITUDES Y ACCIONES A EVITAR:

A. Evita el mal uso de los recursos.

Nota: Un ejemplo de esto, lo vemos cuando Jesús mandó a sus discípulos a que recogieran lo que había
sobrado de la multiplicación de los panes y los peces. No desperdiciar y ahorrar, es parte de la buena
administración (siempre cuidándonos de los extremos).

B. Evita la incorrecta apropiación de los recursos.

Nota: Recordemos que Acán tomó un lingote de oro, vestidos, un manto, aunque Dios había dicho que
eso era anatema. Giezi, siervo del profeta Eliseo, tomó a escondidas lo que Eliseo por dirección de Dios
había rechazado. Dios nos quiere bendecir, pero de manera correcta.

Cuídate de:

1. Robar,

2. Comprar cosas robadas,

3. Engañar en los negocios,

4. Sobornar,

5. La ilegalidad,

6. Las deudas…

C. No culpes a otros de tu administración.

D. Lo que es mal administrado se pierde.

E. La mala administración es personal, pero no privada, pues al final los otros se enteran.

Conclusión: Dios quiere bendecirte, pero no es suficiente con asistir a la iglesia, o hacer una oración, es
necesario administrar bien los recursos de Dios y procurar honrar Su nombre con nuestras buenas
decisiones, y sí hemos fallado, entonces corregir nuestras malas acciones y en práctica el consejo del
Señor.

(SEIS ELEMENTOS PARA SER BUENOS ADMINISTRADORES)

INTRODUCCION:
1. La Parábola del hijo prodigo, la aplicamos al descarriado pero no a nosotros mismos.

2. Nosotros nos hemos convertido en despilfarradores de la multiforme gracia de Dios.

1) DIOS ES UN DIOS DE ADMINISTRACIÓN:

1) Dios es un Dios de propósito, de principios, de autoridad y de administración.

· Nada de lo creado esta allí por azar. Todo tiene un propósito, está regido por principios y leyes, sujeto a
toda autoridad y bien administrado.

2) Todo lo creado por Dios, está registrado porque Él es un Administrador por excelencia.

· Sal 147:4 El cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres.

· Isa 40:26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a
todas llama por sus nombres;ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

3) Todo lo que somos y hacemos, Dios lo registra porque es Administrador.

· Job 31:4 ¿No ve él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos?

· Sal 139:16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron
luego formadas, Sin faltar una de ellas.

· Luc 12:7 Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.

4) Dios nos pedirá cuenta de lo que hacemos: “Audituria”


· Isa 1:18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,vendrán a ser como blanca
lana.

· Rom 14:12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.

· D-is es un excelente administrador.

2) NACIMOS PARA SER ADMINISTRADORES:

1) Administración es: hacer uso eficiente y efectivo de los recursos que alguien nos confía, con la
intención de rendir cuentas.

· Todos somos administradores de algo

2) No somos dueños de nada, somos administradores.

· Job 1:21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová
quitó; sea el nombre de Jehová bendito.

· Ecl 5:15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino;y nada tiene
de su trabajo para llevar en su mano.

3) El problema del hombre es su mentalidad egoísta y material que contrasta con la mentalidad
de administrador del reino:
· Los ricos de la Iglesia de Laodicea: Apo 3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable,pobre, ciego y
desnudo.

· El rico necio: Luc 12:19-20 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos
años; repósate, come,bebe, regocíjate. 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu
alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?

· "Andaríamos mejor si no fuera porque hemos construido demasiados muros y no suficientes puentes".
D. Pire

4) Para andar con Dios, debemos pensar con propósito, con principios, con autoridad y con
administración.

3) DIOS NOS HA CONFIADO A TODOS RECURSOS:

1) Ej. A Adán, Dios le confió recursos para que los administrara: (Génesis 1:28-31).

2) La Iglesia tiene recursos que administrar. 1Pe 4:10 Cada uno según el don que ha recibido,minístrelo
a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

3) Personalmente tenemos recursos que debemos administrar: la vida, la flía, los talentos, las finanzas,
los bienes espirituales, el tiempo, etc.

4) Dios nos ha confiado recursos, pero debemos adquirir capacidad de administrar.

5) Debemos ser eficientes en el manejo de los recursos.

4) SEIS ELEMENTOS PARA SER BUENOS ADMINISTRADORES:

1) Tener mentalidad y voluntad de administrador del reino:


· El único que puede cambiar su mentalidad y su voluntad eres tú.

· ***El rico necio era excelente administrador, pero egoísta.

· Dios da información a la mente, nosotros activamos la voluntad para que el reino de Dios funcione.

· Debemos cambiar nuestra mentalidad a ser administradores del reino.

· Tenemos la Visión IMIJER, pero si no activas la mente, nada sucederá.

· Debes activar la voluntad: La voluntad es la fuerza más poderosa que hay en la tierra.

· Información no implica transformación, sino existe voluntad.

· El administrador –concibe la Palabra en su mente- y la ejecuta para honrar a Dios en su vida.

· Ej. Pro 3:9 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos;

· El que no concibe la Palabra, sigue en su misma actitud, en sus mimos problemas, y en la perdida de
oportunidades, por no ejercer voluntad.

· Dios puede fortalecer nuestra mente, pero nosotros debemos fortalecer nuestra voluntad.

2) Saber quién es el Jefe:

· Cuando se reconoce a Dios como dueño de todo, podemos reconocernos a sí mismo como
administrador.
· Él es el que manda: Jer 7:23Mas esto les mandé, diciendo:Escuchad mi voz, y seré a vosotros por
Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande,para que os vaya bien.

· ***El rico necio creyó que él era el dueño de los bienes materiales que tenía.

3) Conocer cuál es el propósito del Jefe:

· En que pensaba D-s cuando le entrego los recursos.

· Si lo entiendes le ayudara a tomar decisiones.

· ***El rico pensó que los recursos que tenía eran para su diversión.

4) Saber manejar los recursos que debes administrar:

· Muchos no saben qué hacer con todos sus recursos y la están vendiendo al mejor postor.

· Debemos ser expertos en manejar todos los recursos que tenemos.

· ***El rico sabia multiplicar los bienes que tenia, en contrastecon el prodigo.

· Debemos ser diestros, habilidosos con los recursos que tenemos a la mano.

· ***Dios nos dio vida para que cumpliéramos algún propósito.

· ***Dios nos dio hijos para que hiciéramos una generación para Él.

· ***Dios nos dio talentos para que lo usáramos en beneficio de otros.


· 1Pe 4:10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores
de la multiforme gracia de Dios.

· Aprende a conocer y a usar todo el talento que Dios puso en sus manos.

5) Saber valorar los recursos:

· No hay nada peor en el mundo, que no entiende lo que posee.

· ***Un hombre tenía un terreno y no sabía qué hacer con eso. Fue y lo vendió, sin darse cuenta que
debajo había una mina de oro.

· Muchos no valoran a Dios, Jesús, su salvación, su iglesia, sus talentos, su ministerio, su oportunidad.

· ***El rico nunca entendió que con los recursos que tenia, podía hacer tesoros en el cielo.

· Un buen administrador hace que la “fantasía” se convierta en oro divino.

6) Debemos saber que espera Dios de nosotros:

· Un gerente del mundo sabe qué debe hacer crecer los recursos, (aunque sea de manera fraudulenta),
porque el dueño de la empresa viene a pedirle cuentas.

· Dios espera de ti frutos, el cumplimiento del propósito…

· No nacimos para ser estériles, o machorros.

· Debemos hacer la tarea encomendada.


· Dios espera de ti, obras, resultados, beneficios, cosechas, productos.

7) Tener calidad en el Servicio:

· ***La persona que lo nombra a usted gerente de un departamento, espera de usted calidad en el
servicio.

· Calidad habla de: Aptitud, Disposición, Eficacia, Perfección, Excelencia, que es la antítesis de la
Mediocridad.

· Dios espera lo mejor de ti, porque le ha confiado talentos y recursos de excelencia.

· Todo lo que funciona mal en su vida, es porque lo ha pervertido.

· Todo lo que funciona mal en nosotros es porque no hemos prestado un buen servicio.

EN CONCLUSION: Apliquemos estos 7 valores para comenzar a ser buenos administradores de Dios.

Características del líder cristiano: Parte I


por Les Thompson

Cuando a mi mente viene la palabra “líder”, hay tres textos que sobresalen:

1 Timoteo 3:1-7
Palabra fiel es ésta: Si alguno aspira al cargo de obispo [pastor, ministro, o líder de la iglesia], buena
obra desea hacer. Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente,
de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino
amable, no contencioso, no avaricioso. Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda
dignidad (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de
Dios?); no un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el
diablo. Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga
en descrédito y en el lazo del diablo.

2 Timoteo 1:7
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
1 Pedro 4:10-11
Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de
Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado
mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

A mi juicio, en estos tres textos se expresan algunos de los más importantes requisitos bíblicos
esenciales para una labor efectiva como pastor. Como verán en un momento, sobre eso escribiré. Pero
primero, será sobre temas parecidos que estaremos escribiendo el año entero, ya que hemos designado
el 2009 como EL AÑO DEL PASTOR. Con la ayuda de nuestro gran Dios y la colaboración de una
selección de magníficos colegas estaremos llevándole dos artículos cada mes, artículos que le han de
servir de instrucción, inspiración, reto, ánimo y ayuda. A cada autor le estamos pidiendo que trate su
primer tema con mucha Biblia, y que en el segundo lo ilustre prácticamente. Queremos saber maneras
en que pusieron a funcionar las ideas compartidas —si quieren, puede también contarnos las
experiencias de grandes hombres de Dios del pasado que ilustran la verdad compartida. Cumpliendo
estas indicaciones, creo, tendremos una excelente serie de artículos cada mes.

Ahora, para comenzar, permítanme indicarles por qué estas tres citas que les he dado han sido buenas
instrucciones para mí en mi ministerio.

Un buen y efectivo ministerio debe:

Tener permanencia

La persona que persevera en su llamado es la que es admirada. Los años dan testimonio de la nobleza
de su carácter, y dan prueba de su legitimidad. Aquel que se da por vencido cada vez que llega una
prueba difícil es el que nunca gana la confianza de una congregación. Pablo pide que los pastores
tengan una buena reputación entre los de afuera de la iglesia. Es decir, líderes que son admirados por el
mundo inconverso. Tal admiración viene a consecuencia de largos años de servicio honorable.
Comprende la honestidad del siervo de Dios que es estable y formal, en contraste con los escándalos
tantas veces vistos en la comunidad secular. Tales líderes cristianos se ven y se admiran por la fidelidad
en su relación matrimonial. Su esposa y sus hijos dan testimonio de un hombre íntegro. Contra viento y
marea, año tras año, han mostrado su transparencia. Cumplen lo que dicen, viven lo que predican, y son
estables como una roca. Difícil sería decir tales cosas del que se llama líder, pero no se queda lo
suficiente en un sitio para en verdad poder conocerlo.

Tener pureza en su vida privada

Quizás lo más importante en la vida de un pastor es su vida privada. Lo que hace cuando está solo —y
cree que nadie le observa— es lo que mejor define su carácter. Esto fue lo que se vio en la vida de
Natanael cuando estaba solo debajo de la higuera. A base de observarle en esos momentos típicos,
donde tantos se entregan a sus pasiones, fue que dijo Jesús: He aquí un verdadero israelita, en quien no
hay engaño (Jn 1:47). En la soledad ¿qué pienso?, ¿qué deseo?, ¿qué busco?, ¿qué hago?, ¿con qué
me distraigo? Una predicación pública efectiva es el resultado de una vida privada efectiva —que ha
sabido en los tiempos solitarios comunicarse con Dios y dedicarse al estudio de la Palabra y a la oración.
Es a estos que Dios ha dado espíritu de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti 1:7).

Ser caracterizado por el dominio propio


1. (Gal 5:22-23) Mas el fruto del Espíritu es… templanza…
2. (1 Ti 3:2) Pero es necesario que el obispo sea…sobrio…

3. (Tito 2:2) Que los ancianos sean sobrios…

4. (Tito 2:11-12) Enseñándonos que…vivamos en este siglo sobriamente


5. (1 Pe 1:13) Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios…

6. (2 Pe 1:6) añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio.

7. Se nos ha dicho repetidas veces que los tres peligros más grandes para un pastor son:

a. Dinero

b. Mujeres

c. Orgullo

El dominio propio —el auto control de su dinero, su tiempo, su mente, su sexo— es básico a la vida de
un pastor. La palabra griega para dominio propio es “enkrateia”, que quiere decir “fuerza”. Veamos
textos donde en el original se usa esta palabra “enkrateia”:

Tenemos que protegernos en cada una de estas áreas. ¿Cómo? Apelar a Dios para recibir de él la fuerza
y el poder para hacerlo. Esta es la única manera, pero al hacerlo encontraremos que Dios es fiel para
hacernos victoriosos.

Dar un ejemplo consistente


1. Josué tuvo de modelo a Moisés
2. David a Samuel

3. Eliseo a Elías

4. Los discípulos a Jesús

5. Saulo a Bernabé

6. Timoteo y Tito a Pablo

Por ser seres débiles y frágiles, todos necesitamos buenos modelos. Al estudiar la Biblia, es fascinante
ver como ella da ejemplo de esta verdad:

¿Nos atreveríamos, como pastores, a decirle a nuestra congregación lo que dijo Pablo: Lo que también
habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con
vosotros? (Filipenses 4:9). ¡Qué increíble modelo fue el que dio el apóstol! Y, ¿qué pasa con nosotros?
¿Acaso no tenemos al mismo Cristo? ¿Acaso no tenemos el mismo evangelio? ¿Acaso no tenemos al
mismo Espíritu Santo para darnos la fuerza y el poder? “Sed imitadores de mí. ¡Así como yo sigo a
Jesucristo, seguidme a mí!”. Este sigue siendo el reto de cada pastor. Qué distintas serían nuestras
iglesias si realmente podríamos ser ejemplos de Cristo a nuestras congregaciones.

Tener una fuerte cualidad de resistencia

Nunca ha sido fácil ser un seguidor del Dios de la Biblia. Si quieres verificar esa verdad, pregúntale a
Abel, pregúntale a José, pregúntale a Daniel, pregúntale a Jeremías, pregúntale a Pedro, pregúntales a
Atanasio, pregúntale a Martín Lutero, pregúntale a cualquier miembro de tu congregación. Nuestra lucha
con el mundo, con el diablo y con nuestra carne no solo es difícil, es constante. El cristiano tiene que
tener más que una calidad de fe, tiene que tener una cualidad de carácter: esa habilidad para decir que,
venga viento o marea, nada me mueve de Cristo. Fíjense en Nehemías al edificar las murallas caídas de
Jerusalén, en una mano tenían una paleta llena de cemento, en la otra una espada para detener y resistir
a sus enemigos. El problema nuestro —y la razón por la cual nos vence el mundo— es que no sabemos
cómo levantar la espada. En nuestra lucha constante nos cansamos, y lo primero que dejamos caer es la
espada. Nos convencemos que si mantenemos la paleta llena con actividades religiosas ya es suficiente
y dejamos de batallar contra el enemigo. Recordemos que hay dos cosas que necesitamos (una paleta y
una espada) para vencer al enemigo de nuestras almas. Como nos dice la Biblia: (1) someteos a Dios.
(2)Resistid al diablo y huirá de vosotros(Santiago 4:7).

Poseer la condición de siervo


1. Jesús se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso
agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con
que estaba ceñido… Entonces, cuando acabó de lavarles los pies, tomó su manto, y sentándose
a la mesa otra vez, les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor;
y tenéis razón, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os
he hecho, vosotros también hagáis. En verdad, en verdad os digo: un siervo no es mayor que su
señor, ni un enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis esto, seréis felices si lo practicáis.
2. Nos indica Pedro, Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a
los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. (1 Pedro 4:10). No
importa el don, no importa el título que hombres nos hayan dado, ni el puesto que esté
ocupando, todos esos títulos y honores —no importa cuáles sean— todos están subordinados al
título especial que Cristo me dio: ¡SIERVO! Mi deber, como el me enseñó, es tomar una toalla y
ser de espíritu y corazón un siervo a mis hermanos. ¡Qué autoengaño el pensarnos jefes y
mandamás, o creernos superiores en el reino de los cielos! Dios nos perdone por nuestro
imperdonable orgullo.

¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo? Tú y yo, miserables pecadores que merecíamos el infierno, fuimos
perdonados por nadie menos que Jesucristo. Y, asombrosamente, de Él recibimos ese increíble llamado:
el de apacentar sus ovejas. Pregúntate: ¿Cuál es tu título? ¿Cuál es el título mío? Repítalo lentamente y
con énfasis; “¡Soy un siervo de Cristo!” Y por si acaso no entendíamos lo que eso significaba, nuestro
mismo Salvador nos enseñó:

Tener alta confianza en su llamado divino

En el capítulo 10 de San Mateo leemos que Jesús llamó a los doce (interesantemente lo hizo por
nombre) y les dio las instrucciones y la autoridad para su trabajo. Recordemos, como acabamos de
apuntar, que los que son llamados para apacentar las ovejas del rebaño de Dios son “siervos”.

A cada uno nos ha llamado por nombre (si es que en realidad él nos ha llamado para servirle como
pastores), por lo tanto a cada uno nos ha dado la autoridad para cumplir sus órdenes. Por esto es
indispensable saber que Jesucristo es el que nos ha apartado, nos ha llamado, nos ha colocado como
“siervo” suyo. Sin ese llamado, sin esa confianza, no podemos reclamar su autoridad divina para
ministrar. Solo al tener esa confianza de ese llamado especial del Señor es que podemos lanzarnos
confiadamente a la tarea que él nos ha dado. Ese llamado no viene por herencia (de padre a hijo), ni por
relación (de esposo a esposa), ni por una congregación (que nombra a un miembro como pastor), ni por
una asociación de pastores (que impone sus manos sobre una persona y la ordena como pastor). No,
mis queridos hermanos, todo ese llamado es único del Gran Pastor de la Ovejas, Jesucristo. Él todavía
viene, y como hizo con Abraham, Moisés, Josué, a David, Isaías, Jeremías, los Doce Discípulos, Pablo,
Bernabé, Agustín, Lutero, Wesley, etc., Él sigue llamando por nombre a los que Él escoge para servirle.
Como indica Hechos 13:1-3, Dios llama al individuo por nombre, la iglesia lo reconoce y aprueba, el
Espíritu Santo los envía, y salen a servir con la bendición de la iglesia. Un llamado tan sagrado no es por
escogencia propia, ni por nombramiento familiar. Por tanto, si en realidad Jesucristo nos ha llamado, no
es en nuestra habilidad que confiamos, no es en nuestro poder que nos lanzamos. La confianza la
tenemos en Él, ya que es Dios quien nos ha apartado para servirle.

Poseer una perspectiva personal especial

El apóstol Pablo ejemplificó esa correcta perspectiva que debe tener todo pastor: “Una cosa hago”, dijo
él, “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta,
al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:13). Aunque envuelto en todo el
quehacer del presente, el pastor efectivo siempre está mirando el futuro. Reconoce dónde la
congregación está ahora en su andar con Cristo, pero en su prédica, en sus instrucciones, en sus
oraciones está mirando a lo que espera que la iglesia llegue a ser en el futuro. Su trabajo, su predicación,
su expectativa está enfocada en ver un crecimiento espiritual constante. Nunca está satisfecho con lo
que ve hoy, puesto que la mirada la tiene puesta en el progreso espiritual que espera de cada miembro
en el mañana. Lo de hoy es para edificar lo que viene mañana. Ve un futuro tan prometedor como las
gloriosas promesas de Dios. Así es que no deja que las dificultades del presente le desanimen, que los
fracasos diarios en las vidas de miembros que luchan en su fe y en su obediencia le desalienten. Sus
ojos los tiene puestos en Cristo, el que le ha asegurado que todo lo puede en Cristo que le
fortalece (Filipenses 4:13). Realmente entra en las fronteras de su llamado para actuar, no para discutir.

Estar abiertos al aprendizaje

Por cierto, si la vista está puesta en lograr todo lo que Dios tiene para nosotros en el futuro, necesitamos
estar preparados para no quedarnos atrás. Reconocemos, entonces, nuestra capacidad para crecer
en conocimientos. El apóstol Pedro nos urge: con toda diligencia, añadid a vuestra fe, virtud, y a la virtud,
conocimiento (2 Pedro 1:5). Creámoslo o no, un pastor es considerado como un especialista. Es, por
decir, un profesional. Su especialidad es Biblia y teología. Digamos, para ilustrar esto, que estamos
enfermos y vamos a un médico. Ya sabemos cual es la enfermedad que nos agobia, pues hemos ido a
un buen médico. Pero al escucharle a este, al oírle diagnosticar, al verle actuar, nos damos cuenta que
no sabe de qué está hablando; que el título que cuelga en la pared es comprado, que el hombre nunca
ha estudiado, que no conoce de medicina, que es un charlatán.

¿Qué haríamos? Seguramente de inmediato saldríamos de su oficina. Y, si queremos proteger a los


ciudadanos del pueblo, lo denunciaríamos ante las autoridades. ¿Qué debemos decir de una persona
que se declara ser pastor pero no tiene estudios? Llamarse pastor equivale a decir que uno es un
profesional, que ha estudiado, que conoce lo que dice, que es un una persona preparada y con
capacidad para enseñar. Es más, los profesionales para mantener su licencia periódicamente tienen que
tomar cursos especiales para mantenerse al día con los avances de su profesión. ¿Por qué ha de ser
distinto con un pastor? Creemos que lo más importante en el mundo es la relación de un alma con Dios,
y nosotros decimos ser los guardianes de las almas. Si tu y yo no nos preocupamos por nuestros
conocimientos, ¿a dónde terminará la iglesia? Así pues, hagamos el hábito de crecer, de estudiar, de leer
libros sobre doctrina y teología, de estudiar consejería, de estudiar los comentarios bíblicos, de
mejorarnos en cada rama de nuestra profesión. Dios nos puede usar solo cuando hemos aprendido.
Como dice Pedro: El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por
la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen
la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pedro 4:11).

Ser ejemplos de la fe

Nos dice Hebreos 11:6 Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan. Entonces ese gran capítulo nos da
una lista de ejemplos de la fe: Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, Rahab,
Josué (por inferencia), Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, y Samuel. Sigue —sin mencionar nombres
— recordándonos a los mártires que murieron firmes en la fe, y termina el capítulo con estas palabras:
“todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido [la venida del
Mesías]; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros [Jesucristo y el mensaje entero del Nuevo
Testamento], para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. En otras palabras, los del
Antiguo Testamento, igual que nosotros del Nuevo, somos perfeccionados por el mismo medio: por la fe.
Y si por acaso no sabemos lo que es esta fe, nos la define en el primer versículo del capítulo: Ahora
bien, la fe es la certeza de lo que se espera [la seguridad que se tiene en lo que Dios ha prometido en
cuanto al cielo], la convicción de lo que no se ve. La “fe” según la Biblia, no es un sentimiento, no es algo
que yo fabrico en mi mente, no es algo que yo logro por un esfuerzo duro y difícil.
La “fe” de que habla la Biblia es la certidumbre que tenemos como hijos de Dios que todo lo que Dios nos
dice en su Santa Palabra es verdad. Y es más: a base de lo que nos dice esa Palabra y una convicción
puesta en nuestros corazones por el Espíritu Santo, estamos convencidos y seguros que por un favor
inmerecido por parte de Dios, nosotros que creemos en lo que Cristo obro en la cruz al morir por
nuestros pecados, somos perdonados y, al nosotros morir, con toda seguridad iremos al cielo donde
moraremos con Dios para siempre. Al leer el capítulo entero vemos que es de esa clase de “fe” que
habla, como declara el versículo 13: Conforme a la fe [confianza en la Palabra de Dios] murieron todos
éstos sin haber recibido lo prometido [es decir el cielo], sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y
saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.

Exactamente lo mismo que la fe nuestra, creyendo en lo que Dios nos ha prometido en su Palabra, nos
lanzamos por la fe a vivir una vida que le agrada con la consecuencia que nos apartamos del mundo.
Aquí en el ahora vivimos para el cielo que nos espera. Esa “fe” nos hace diferentes, nos da diferentes
ambiciones, nos lleva a vivir distintos a los que creen que esta vida aquí en la tierra es todo lo que hay.
Como pastores, es esa fe la que no solo predicamos, pero vivimos, pidiendo a todo el rebaño que siga
nuestro ejemplo.

Nota

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