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Antonio Miguel Grompone Passaro

Nació en Salto el 17 de abril de 1893 y falleció en Montevideo el 4 de junio de


1965. Fue un educador, escritor y abogado uruguayo, el fundador y primer director del
Instituto de Profesores Artigas. En 2014 la biblioteca del Instituto fue nombrada en su
honor.
Sus padres eran inmigrantes, los mismos fueron Ángela Passaro y Giovanni
Grompone.
Comenzó carrera docente en el Instituto Osimani y Llerena de Salto siendo
aun muy joven.
Viajó a Montevideo a iniciar sus estudios de Derecho en la Universidad de la
República, los finalizó en año 1918 recibiéndose de Doctor en Derecho y Ciencias
Sociales.
La educación fue uno de sus grandes compromisos: fue profesor de Filosofía
del Instituto Normal de Señoritas y Profesor Catedrático de Filosofía del Derecho en la
Facultad de Derecho de la Universidad de la República.
Creo del Instituto de Profesores Artigas este puede considerarse su mayor
obra, ya que ésta marcó una etapa trascendente en la enseñanza en el Uruguay. Fue
director desde su fundación hasta su muerte.
Durante toda su vida ocupó diferentes cargos en la Enseñanza: en varios
períodos fue Consejero y también Decano de la Facultad de Derecho. Miembro del
Consejo Central Universitario en varias ocasiones y Consejero de Enseñanza
Secundaria, integró múltiples comisiones ligadas con la educación.
Paralelamente a esas actividades, se desempeñó como asesor letrado de
muchas empresas y mantuvo su estudio privado donde ejerció su profesión.
Contrajo matrimonio con Lola Gioscia y luego con María Carbonell. Fue padre
de Martha, Antonio, Juan y María Antonia.
A partir de 1950 y hasta su muerte en Montevideo, el Dr. Grompone se
desempeñó como Director de dicho Instituto. A él dedicó gran parte de su tiempo y de
sus preocupaciones y constituyó una obra de la cual hablaba, aún en los momentos
más difíciles, con orgullo y cariño.
En 1929, cuando secundaria aún dependía de la Universidad, Antonio publica
su obra “Conferencias pedagógicas”, donde expone su preocupación por la
enseñanza secundaria, plasmando sus ideas sobre la importancia de ella en una
sociedad democrática.
El país enfrentaba nuevamente una crisis económica y la inestabilidad política
crecía, terminando con el golpe de estado de G. Terra, donde Grompone se
manifiesta contrario a este gobierno y a los regímenes totalitarios impuestos en
Europa por el fascismo y el nazismo.
Fiel defensor de las instituciones democráticas, ve a la educación como un
medio indispensable para sostenerlas y cree en que a través de la educación las
sociedades mejoran moral y económicamente.
Su postura pragmatista y empirista se observa en la necesidad de que la
pedagogía actúe como ciencia. Dice Grompone: “la pedagogía es ciencia y es arte de
la educación” ya que esta tiene dos funciones esenciales: hacer propias las
experiencias ajenas y estudiar los problemas que ha de resolver cada uno en su
cátedra.
La Pedagogía debe considerar el rol de la educación en la vida del estado
democrático, como formadora de individuos que influyen en el destino de la sociedad,
además de decidir que conocimientos son los más importantes.
En 1929, cuando secundaria aún dependía de la Universidad, publica su obra
“Conferencias pedagógicas”. Allí revela su preocupación por la enseñanza secundaria
y plasma sus ideas sobre la importancia de ella en una sociedad democrática. El país
enfrentaba nuevamente una crisis económica y la inestabilidad política se
acrecentaba, terminando con el golpe de estado de Terra. Grompone se manifiesta
contrario a este gobierno, como también a los regímenes totalitarios impuestos en
Europa por el fascismo y el nazismo.
Fiel defensor de las instituciones democráticas, ve en la educación un medio
indispensable para sostenerlas y confía en que a través de la educación las
sociedades mejoran moral y económicamente. Aún contrario al gobierno de Terra,
está de acuerdo con la separación de la educación secundaria de la Universidad y
apoya la creación del Consejo de Educación Secundaria como ente autónomo.
Consideraba que la naturaleza de la educación secundaria era muy distinta a la
universitaria y requería de una institución que se dedicara exclusivamente a ese nivel
de la enseñanza. La educación ha de formar un modelo de hombre para un modelo
de sociedad. En una República democrática la educación ha de formar hombres
libres, críticos, comprometidos con el desarrollo y el progreso de su nación.

La educación secundaria fue pensada para unos pocos, y según Grompone es


en el proceso de masificación que se venía viviendo, y que continuaría, en donde
radican los problemas que se arrastran hasta nuestros días. Ya en 1927 Grompone
decía que el profesor era “un señor de paso por la clase”, que con clases de 40
alumnos y 45 minutos de tiempo no se podía hacer más. En esa misma época,
aunque tal vez no con los mismos términos, Grompone hablaba de las condiciones de
educabilidad: locales, materiales de estudio y docentes preparados para desempeñar
tal tarea.

Como ya se ha dicho, en la visión de Grompone, la educación secundaria requiere un


profesional especializado, un docente distinto al universitario o al maestro de
primaria. Teniendo en cuenta que los alumnos de este nivel son adolescentes que
atraviesan procesos biológicos, psicológicos y sociales conflictivos, el docente debe
tener conocimiento de ellos y estar preparado para dar respuesta a sus
requerimientos. Es por eso que le otorga un carácter científico y esencial a la
pedagogía en la formación de los docentes, en la formación de todos los individuos
que constituyen a la sociedad y que influyen en la construcción de la misma. El
alumno debía ser el centro del proceso educativo y debía formarse para el ámbito en
que le tocaba vivir. Es decir, la educación debía corresponderse con el modelo de
país democrático y promover la libertad, la razón, el compromiso, la crítica, la
solidaridad, la tolerancia, etc. Por tanto la educación debía tener un carácter práctico
o pragmático, no debía basarse en la mera teoría, porque solo se puede “producir”
con eficacia a partir de las experiencias (empirismo) y de la razón (racionalismo). Por
tanto, sólo quienes sean educados en ese ámbito serán capaces de sostener
efectivamente a una república democrática y a una sociedad más justa. En una
República democrática ha de formar hombres libres, críticos, comprometidos con el
desarrollo y el progreso de su nación.

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