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Los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de afinidad
derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el
matrimonio—que, en algunas sociedades, sólo permite la unión entre dos personas
mientras que en otras es posible la poligamia—, y vínculos de consanguinidad, como la
filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que
descienden de un mismo padre. También puede diferenciarse la familia según el grado
de parentesco entre sus miembros.
Tipos de familias:
• familia nuclear, padres e hijos (si los hay); también se conoce como «círculo familiar»;
• familia extensa, además de la familia nuclear, incluye a los abuelos, tíos, primos y otros
parientes, sean consanguíneos o afines;
• familia monoparental, en la que el hijo o hijos vive(n) sólo con uno de los padres;
• Otros tipos de familias, aquellas conformadas únicamente por hermanos, por amigos
(donde el sentido de la palabra "familia" no tiene que ver con un parentesco de
consanguinidad, sino sobre todo con sentimientos como la convivencia, la solidaridad y
otros), etcétera, quienes viven juntos en la mismo espacio por un tiempo considerable.
Etimología
El término familia procede del latín famīlia, "grupo de siervos y esclavos patrimonio del
jefe de la gens", a su vez derivado de famŭlus, "siervo, esclavo". El término abrió su
campo semántico para incluir también a la esposa e hijos del pater familias, a quien
legalmente pertenecían, hasta que acabó reemplazando a gens.
El sistema familiar está compuesto por una serie de subsistemas relacionales que
tienen un funcionamiento interdependiente. Las incidencias que puedan tener lugar en
cada uno de estos subsistemas tienen repercusiones sobre el resto de subsistemas. En
este sentido, por ejemplo, las características de la relación conyugal entre madre y padre
incide en las relaciones madre-hijos/as y padre-hijos/as.
De los tres sistemas relacionales que integran la dinámica familiar, sin duda, las
relaciones entre madre/padres y sus hijas/os han sido las más estudiadas y a ellas nos
referiremos extensamente en las dos sesiones que vienen a continuación.
En primer lugar, respecto a las relaciones entre los progenitores, debemos señalar que
la familia se inicia con la formación de una pareja y que, en realidad, la evolución de
esas relaciones de pareja constituye el eje medular de la vida familiar. La calidad de las
relaciones conyugales, las posibles crisis que afronte la relación, su posible disolución,
etc. constituyen así fuentes de protección y/o tensión que, dado el carácter sistémico de
la familia, tienen una influencia determinante sobre la dinámica familiar. En este sentido,
ningún hombre ni ninguna mujer actúan como padre y madre al margen o de forma
independiente a sus relaciones de pareja. Por ello, para comprender y analizar cómo
son las relaciones entre un padre y un hijo/a y la madre y ese hijo/a, también
necesitamos conocer cómo son las relaciones entre el padre y la madre. En la medida
en que la relación entre los progenitores más se caracteriza por una buena sintonía,
confianza y apoyo mutuo, más fácil es para ambos un desempeño competente y
adecuado de sus roles como padre y madre.
Por otro lado, las relaciones entre los hermanos constituyen un ámbito de relaciones
dentro del sistema familiar que preocupa especialmente a los padres. A pesar de que
entre las parejas de hermanos podemos encontrar una enorme diversidad y claramente
hay hermanos que mantienen una relación mucho más cálida y positiva que otros, en
todos los casos, los hermanos se caracterizan por ser unas figuras socializadoras hacia
las que se suelen dirigir las emociones más intensas y variadas, tanto las positivas como
las negativas, así como las manifestaciones de ambivalencia más sofisticadas. Los
factores que parecen influir en que las relaciones entre hermanas y hermanos se
acerquen más al polo de la hostilidad y los celos o al de la complicidad y el afecto son
de diferentes tipos: distancia de edad entre ambos, sexo de cada miembro de la pareja
y, sobretodo, el comportamiento de las madres y padres. Así, son muchos los estudios
que demuestran que padre y madre pueden contribuir a que las relaciones entre
hermanas y hermanos sean menos cálidas en la medida en que más comparen las
competencias y habilidades entre ellos y/o ellas, o presten sistemáticamente más
atención e interés a las cosas de alguno/a frente a las de otros/as.
Como el resto de sistemas relacionales que componen la familia, las relaciones entre
hermanos no son estáticas sino que cambian conforme los distintos miembros crecen y
evoluciona el sistema familiar. En este sentido, la etapa de los celos, que con frecuencia
acompaña los primeros años tras el nacimiento de un hermano o hermana, puede dejar
luego paso a unas relaciones positivas y cálidas durante los años de la infancia media
y tardía. La llegada a la adolescencia de las hijas y los hijos, como veremos a
continuación, marca una etapa de importantes cambios en la dinámica familiar que,
evidentemente, también afectan a las relaciones entre hermanas y hermanos.
TIPOS DE FAMILIA
Familia nuclear
Es un grupo social de elementos constituido por una mujer, un hombre y los hijos
surgidos de tal relación. En los países industrializados, la familia nuclear suele iniciarse
como una diada aislada en cuanto a espacio vital e independencia económica, y cuando
se han llevado a cabo los objetivos familiares para con los hijos, que concluyen con su
emancipación del núcleo familiar para formar sus propias familias, la familia nuclear
vuelve de nuevo a la estructura diádica. A la familia nuclear se le ha criticado la falta de
integración adecuada de niños y ancianos en su estructura.
Esta modalidad familiar se presenta cuando los elementos más jóvenes de la familia
incorporan a ella a sus propios cónyuges e hijos en vez de formar un núcleo familiar
independiente, conviviendo simultáneamente varias generaciones en el mismo espacio
vital. La crisis socioeconómica y la inestabilidad laboral han contribuido en gran parte a
que se dé este tipo de fenómeno social.
Familia homosexual
La unión no consensuada entre dos personas del mismo sexo puede ser satisfactoria
para ellas, pero no garantiza un pronóstico favorable para la formación de una familia
sana. La fantasía de reproducción familiar no se basa únicamente en el deseo de
paternidad, sino que implica la aceptación de unos roles parentales ligados al sexo en
consonancia con el sistema social donde se desarrolla el niño, sus responsabilidades
inherentes y la capacidad para asumirlas.
FUNCIÓN DE LA FAMILIA
Las funciones familiares pueden ser contempladas también para su mejor comprensión
desde el punto de vista de la teoría general de los sistemas, que considera la existencia
de interrelaciones dentro de un organismo estructural, y con ayuda del concepto de
"ciclo vital", que aborda los distintos hitos y relaciones que acontecen en cada fase del
desarrollo, desde la concepción hasta la muerte.
El sistema social establece que la familia debe guiar al niño a través de las diferentes
etapas del ciclo vital para que se integre completamente en la sociedad y para que con
el tiempo llegue a construir su propia familia. A pesar de los cambios sociales ocurridos
en el transcurso del tiempo, la familia debe realizar una serie de cometidos básicos para
el desarrollo familiar, que son independientes de las diferentes organizaciones familiares
y sistemas socioculturales.
La familia va a desempeñar una serie de misiones en relación con el ciclo vital y con las
distintas personas que integran la estructura familiar. La existencia de una estructura
familiar operativa será fundamental a la hora de llevar a buen término estas funciones.
Función de supervivencia
Función reproductora
Función de crianza
La crianza como proceso no hace referencia exclusivamente a la alimentación y los
cuidados físicos, sino a aspectos que tienen como finalidad proporcionar un cuidado
mínimo que garantice la supervivencia del niño, un aporte afectivo, y un maternizaje
adecuado. A lo largo del período de crianza se fomenta el control sobre las funciones
corporales (comer, control de esfínteres, vestirse, limpiarse, etc.), las pautas de
aprendizaje, las conductas socializadoras y la comunicación, tanto verbal como no
verbal. La función de crianza del niño es llevada a cabo en la inmensa mayoría de casos
por la familia nuclear, aunque esto no ha sido ni es así en todas las culturas y
sociedades.
Función de delimitación
- Límite individual
Cada miembro de la familia requiere unos límites del yo para lograr la sensación
de identidad. La familia, a través de las distintas fases evolutivas del niño,
moldea la conducta infantil y el sentimiento de identidad independiente,
fomentando el proceso de separación-individuación, pero transmitiendo al
mismo tiempo al niño un sentimiento de pertenencia y arraigo. La fase de
separación-individuación conlleva la consecución de un territorio individual
psicológico por parte del niño, un sentido de autonomía, y habilidades
adaptativas ante las continuas demandas del ciclo vital, que se adquieren a
través de la implicación con los distintos subsistemas familiares y con el entorno
extrafamiliar. La resolución con éxito del proceso de separación-individuación es
fundamental para el desarrollo normal de la personalidad, ya que se asocia a
una mejor tolerancia ante las frustraciones y ante los inevitables procesos de
separación en la vida adulta, facilitando la adaptación y el control de las
situaciones estresantes.
- Límite generacional
Este límite es fundamental en la organización familiar puesto que compromete a
la mayoría de los objetivos familiares, entre los que cabe destacar el aprendizaje
social, la jerarquía de poder y la
transmisión de valores familiares de
generación en generación. Los cambios
socioeconómicos que han afectado al
sistema familiar, y especialmente a los
miembros familiares que representan los
extremos de edad (niños y ancianos),
separándoles del núcleo familiar, han
privado desafortunadamente a éstos del
intercambio transgeneracional.
- Límite familia-sociedad
La familia debe crear unos límites circundantes que diferencien el marco
exclusivamente familiar del entorno social extrafamiliar, facilitando un
sentimiento de cohesión familiar y de intimidad. La existencia de estos límites
hace de la familia una unidad social diferenciada y facilita la ejecución de las
funciones familiares.
Función cognitivo-afectiva
Función comunicativa
A la figura paterna le son adjudicados una serie de atributos que están en consonancia
con el sistema social en el que se incluye la familia, tales como actividad y competencia,
en tanto que a la figura materna se la identifica básicamente con la crianza y el aporte
afectivo a los hijos. No obstante, la división de las funciones ligadas a los roles
parentales tiene como características la flexibilidad, complementariedad de las
funciones marido-mujer y la adaptabilidad ante aquellas situaciones que requieran una
inversión transitoria de los roles ligados al sexo. Una cuestión importante es la relativa
al posible efecto patógeno de la inversión permanente de los roles ligados al sexo,
fenómeno que se produce por ejemplo en un hogar homosexual. Esta inversión puede
ser nociva porque fomenta un modelo de rol atípico, que no se adecua a los valores
vigentes en el sistema social en el que vive el niño. De hecho, a este tipo de entorno
familiar se le ha atribuido la génesis de trastornos de la identidad sexual y de
determinados trastornos sexuales. Sin embargo, la ausencia intrafamiliar de figuras de
identificación no tiene por qué ser absoluta, ya que los miembros de un determinado
sexo no pertenecientes a la familia nuclear pueden ser importantes como figuras de
imitación e identificación alternativa. En este sentido, las experiencias de aprendizaje
dentro del sistema social en general y en otras familias pueden completar las
características y funciones de los padres como elementos pertenecientes a un
determinado sexo, y proporcionar modelos alternativos o correctivos en caso de
ausencia o defectos en los roles paternos.
En las familias extensas, determinadas figuras significativas pueden suplir los déficits
de los modelos parentales, permitiendo que el niño pueda identificarse con otros
modelos caracteriales adultos de su mismo sexo. De este modo, aquellos niños
pertenecientes a familias nucleares que viven lejos de familiares cercanos pueden verse
faltos del enriquecimiento que supone el contacto con otros adultos significativos.
Función de liderazgo
Función de culturización-socialización
En resumen, los miembros de la familia deben ser educados para participar en los
distintos procesos sociales y adquirir una flexibilidad que les permita adaptarse a las
diferentes formulaciones cambiantes que pueden surgir en el transcurso del tiempo
dentro de una o varias generaciones. La sociedad está en continua transformación y a
medida que el sistema social progresa exige unas demandas cada vez más específicas
a los sujetos que la integran, y un nivel adaptativo mayor en relación a una estructura
social viva que evoluciona inexorablemente y a la que los miembros de la familia deben
adaptarse.
Función de recuperación
El sistema social exige a sus ciudadanos que cumplan una serie de normas establecidas
en cuanto a conducta, modales y pautas de interacción. La familia ejerce una función
catalizadora mediante la cual vehicula una serie de pautas maladaptativas, disruptivas
y en ocasiones regresivas que pueden aparecer, pero que la estructura familiar
neutraliza y restablece. A través del aprendizaje social, el niño logra el control de los
impulsos y adquiere disciplina, en tanto que la familia puede fomentar la participación
de sus miembros en actividades creativas y lúdicas que equilibran las labores más
"estructuradas" realizadas en sociedad.
MODELOS DE FAMILA
Los métodos de control de natalidad, junto a los cambios de mentalidad, permiten hoy
configurar una familia más a la carta. Los nuevos modelos dejan ver las distintas
circunstancias que pueden rodear a los adultos y niños. Las diferencias, así como las
ventajas o dificultades, pueden depender:
Con una media de: 3,3 miembros, y 1,7 hijos. El 1,17 por mujer en edad fértil; Estos
índices van creciendo por la inmigración.
La opción por el menor número de hijos, surge del deseo de tener sólo aquellos a los
que se puede atender bien. El trabajo de los adultos fuera de casa, fuerza esta decisión.
Los hijos, desde edades tempranas, pasan parte del día en centros infantiles, lo que ha
modificado la tradicional convivencia familiar. Como situación nueva aparece la
necesidad de acudir a los propios padres -los abuelos- para atender a los nietos y
facilitar así el trabajo de los padres. Este trabajo obliga a un mayor reparto de las
actividades en el hogar, incluyendo el cuidado de los hijos en un régimen de mayor
igualdad.
El aumento de hijos únicos priva a muchos niños de la experiencia del amor fraternal.
Estos padres corren el peligro de caer en estilos educativos sobreprotectores.
Alianzas y coaliciones
Por "alianza" se entiende la unión y el apoyo mutuo que se dan, entre sí, dos personas.
La alianza supone compartir intereses sin estar dirigida contra nadie.
SUPRASISTEMA: Engloba los sistemas con los que la familia mantiene contacto. El
sistema familiar que hemos descrito se relaciona con otros según su capacidad para dar
y recibir información.
El suprasistema incluye la familia de origen, el colegio, el trabajo, los amigos, las
asociaciones de todo tipo, etc. Las informaciones que produce enriquecen el sistema
familiar y contribuyen a su crecimiento.
Un progenitor puede tener problemas en su trabajo, roces con sus parientes o enfrentar
una amenaza de separación de su cónyuge, pero la pareja dejará de lado sus propios
problemas, al menos temporalmente, para asistir a su hijo o controlarlo. Procurarán
superar sus propias fallas y mantenerse unidos con el objeto de ayudar al chico. En tal
sentido, la conducta perturbada de este último es beneficiosa para los padres, ya que
les da un respiro en sus tribulaciones y una razón para vencer sus dificultades. Ya sea
que la conducta del niño genere la solicitud, protección o castigo de sus progenitores,
hace que la inquietud de estos se centre en él y que se vean a sí mismos como padres
de un niño que los necesita, en lugar de verse como individuos abrumados por
dificultades personales, económicas o sociales. En este sentido, el niño cumple en su
familia el papel de benefactor o protector solícito de los demás.
La conducta problemática de los niños puede servirles a los padres de maneras muy
específicas. Por ejemplo, un niño puede desarrollar un problema que obligue a su madre
a permanecer en su casa para cuidarlo, con la consecuencia de que la madre no deberá
enfrentarse con la búsqueda de un trabajo.
El problema del niño ofrece al progenitor una excusa conveniente para eludir situaciones
desagradables. Si cuando el padre vuelve a su casa turbado y preocupado el hijo se
porta mal, en vez de seguir preocupado por su trabajo el padre puede descargar su
enojo contra el chico; el mal comportamiento del niño es útil para él. Además, haciendo
que su padre se enoje con él, le ahorra a su madre tener que ayudar a su marido, ya
sea compadeciéndose de sus problemas o discutiendo con él. De este modo, pues, el
niño ayuda a sus dos progenitores.
Esto no significa que el niño planee deliberadamente proteger a los padres suscitando
su preocupación. No se puede afirmar, que para entender todos los síntomas de los
niños lo mejor es considerarlos desde el punto de vista de su función protectora. A veces
un problema presentado es resultado de la negligencia o de un padecimiento físico. A
veces, también, el elemento protector se pierde en la tiranía que el niño impone a sus
padres. Pero ya sea que se vea en el niño sintomático a un protector o a un tirano, lo
cierto es que su conducta perturbada cumple en la familia una función útil, aunque
infortunada.
REFERENCIAS