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¿Encontraré a mi alma gemela?

Por Dieter F. Uchtdorf.


Ahora bien, otra pregunta que escuchamos de ustedes, jóvenes, es: “Me siento tan solo o sola. ¿Llegaré a
encontrar a mi alma gemela?”. Tengo varias cosas que decir al respecto, pero comencemos con el concepto
de encontrar a la persona que fue hecha para ustedes, la que es perfecta para ustedes.
Hay un viejo cuento sobre una jovencita que está en una excavación arqueológica y descubre una lámpara
antigua. Cuando la frota, aparece un genio que le ofrece cumplirle un deseo. Ella piensa por un momento y le
pide paz mundial: que las personas se amen y vivan en armonía para siempre.
El genio considera su petición y finalmente dice: “Lo que me pides es imposible. La división entre los pueblos
del mundo es demasiado profunda y ha existido por demasiado tiempo. Por favor pídeme otra cosa. Cualquier
cosa, menos eso”.
Entonces, la jovencita piensa de nuevo y dice: “En algún lugar está la persona que fue hecha para mí. Lo
quiero encontrar: alguien que sea guapo, atento y que tenga sentido del humor; alguien que ayude con los
quehaceres de la casa, que le gusten los niños, que no vea deportes todo el tiempo, que tenga un muy buen
trabajo, que piense primero en mi felicidad; alguien que salga de compras conmigo y que se lleve bien con mi
familia”.
El genio considera su petición por un momento, suspira profundamente y luego dice: “Déjame ver qué puedo
hacer para concederte la paz mundial”.
Sé que esto será una desilusión para algunos, pero no creo que haya una sola persona correcta para ustedes.
Creo que me enamoré de mi esposa, Harriet, la primera vez que la vi. Sin embargo, si ella hubiera decidido
casarse con otra persona, creo que yo hubiera conocido a alguien más y me hubiera enamorado de esa otra
persona. Estoy eternamente agradecido que esto no haya sido así, pero no creo que ella haya sido mi única
oportunidad de lograr la felicidad, ni yo la de ella.
Otro error que pueden cometer al salir en citas es esperar encontrar la perfección en la persona con la que
estén. La verdad es que las únicas personas perfectas que conocen probablemente son las que no conocen
bien. Todos tenemos imperfecciones. Ahora, no estoy sugiriendo que rebajen sus normas y que se casen con
alguien con quien no podrán ser felices. Pero me he dado cuenta conforme he madurado en la vida que, si
alguien está dispuesto a aceptarme ---tan imperfecto como soy--- entonces yo también debería estar
dispuesto a ser paciente con las imperfecciones de los demás. Ya que no encontrarán la perfección en su
compañero, y él o ella no la encontrará en ustedes, la única oportunidad que tienen de obtenerla es crear
la perfección juntos.
- ¿Qué significa para ti la tan anhelada frase juntos por siempre?
Claramente no significa que van estar juntos después de esta vida, va más enfocado asía el presente
entonces podemos decir que juntos por siempre significa que se esforzaran por hacer las cosas juntos desde
ahora y por siempre.

Hay quienes no se casan porque sienten una falta de “magia” en la relación. Por “magia” supongo que quieren
decir chispas de atracción. El enamorarse es un sentimiento maravilloso, y nunca les aconsejaría que se
casen con alguien a quien no aman. Sin embargo ---y esto es algo que a veces es difícil aceptar--- esa
chispa mágica debe ser pulida continuamente. Cuando la magia perdura en una relación es porque la
pareja hizo que así fuera, no porque apareció de forma mística impulsada por alguna fuerza cósmica.
Francamente, requiere esfuerzo. Para que una relación sobreviva, ambas partes aportan su propia
magia y lausan para sostener su amor. Aunque he dicho que no creo que haya una sola alma gemela para
alguien, sí sé esto: una vez que se comprometan a casarse, su cónyuge se convierte en su alma gemela, y es
su deber y su responsabilidad esforzarse cada día para que así sea. Una vez que se hayan comprometido a
esto, la búsqueda del alma gemela se acabó. Nuestros pensamientos y acciones cambian de buscar a
crear.
¿Y qué sucede con aquellos que abandonan la esperanza de encontrar a un compañero eterno? Primero, no
se den por vencidos. Vayan a actividades, conozcan a personas y hagan su parte. Sé que salir con personas
del sexo opuesto puede ser difícil. El rechazo es una de las cosas más dolorosas que podemos pasar.
Créanme que sé lo que se siente. Yo me enamoré de Harriet mucho antes de que ella se enamorara de mí.
Pero eso no me detuvo; para nada. Buscaba maneras de estar en el mismo lugar donde ella estaba. Cuando
repartía la Santa Cena en la capilla, me las arreglaba para repartírsela a su familia. Me esforzaba por
impresionarla, pero creo que me consideraba un poco inmaduro. Ella simplemente no sentía la chispa. Perdí la
esperanza de algún día convencerla de que yo podía ser más que un amigo.
Así que me fui; me uní a la Fuerza Aérea y luego me fui al otro lado del mundo para aprender a ser piloto en
los Estados Unidos. No fue sino hasta que regresé a Alemania, tras haber completado mi entrenamiento como
piloto de guerra, años después de haberla conocido, que esta hermosa jovencita me vio y dijo las palabras
mágicas que, durante tanto tiempo, había anhelado escuchar: “Maduraste desde la última vez que te vi”.
No perdí el tiempo después de eso, y, a los pocos meses, me casé con la mujer que había amado por mucho,
mucho tiempo.
Así que no se den por vencidos, hermanos y hermanas. Sólo porque los han rechazado una o dos veces ---o
tres o cuatro o doscientas veces--- no se desesperen. Hermanos, el secreto de encontrar a la mujer de sus
sueños es conocer a muchas y entonces, cuando se enamoren y sientan que es lo correcto, pídanle que se
case con ustedes. Si dice que no, continúen su búsqueda y oren hasta que finalmente lleguen con una joven al
altar del templo; así que, no se den por vencidos.
Ahora, hermanas, tengan delicadeza. Está bien si rechazan peticiones de citas o propuestas de matrimonio,
pero háganlo con delicadeza. Y hermanos, ¡por favor comiencen a invitarlas! Hay demasiadas de nuestras
jóvenes que nunca salen en citas. No supongan que ciertas chicas nunca saldrían con ustedes. A veces ellas
se preguntan por qué nadie las invita. Simplemente pregúntenles, y estén preparados para seguir buscando si
la respuesta es no.

A veces es difícil ver lo que está más allá del sendero que está frente a nosotros. Somos impacientes y no
queremos esperar el cumplimiento futuro de nuestros más grandes deseos. Sin embargo, el breve período de
esta vida no es nada en comparación con la eternidad. Si tan sólo tenemos esperanza, ejercemos la fe, y
perseveramos hasta el fin con alegría, y digo perseverar hasta el fin con alegría; allí, en ese futuro celestial
se cumplirán los deseos justos de nuestro corazón y muchísimo más de lo que podemos comprender ahora.
Mientras tanto, no esperen que alguien más complete su vida. Dejen de dudar de ustedes mismos y de
preguntarse si tienen algún defecto. Por el contrario, procuren lograr su potencial como hijos de Dios;
esfuércense por aprender; ocúpense en una profesión significativa y busquen la satisfacción en el
servicio a los demás. Utilicen su tiempo, sus talentos y sus recursos para mejorarse a sí mismos y
para bendecir a los que los rodean. El gran propósito de esta existencia terrenal es aprender a amar
plenamente a nuestro Padre Celestial y a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Si lo hacemos con
todo nuestro poder, mente y fuerza, nuestro destino eterno será grande y glorioso más allá de lo que nos
podemos imaginar. Sean fieles, y todo saldrá bien. Ésa es la promesa eterna que se da a todos los que lo
aman y honran.
“Escoge a quien amar, y ama a quien escojas”
Muchos pierden tiempo y oportunidades en esta importante decisión, como hemos visto
hasta ahora nosotros escogemos a quien amar y con escoger me refiero a que aceptamos
a esa persona especial tal como es y la miramos con ese potencial que posee, pero muchos
quizá se preocupan y se preguntan ¿cómo sé que esta persona es la indicada? Incluso van
al templo y pregunta si esta persona es la escogida para ustedes, permítanme decirles que
no funciona así. Ya que no existe una sola persona con la cual ustedes podrían llegar a la
exaltación. Ustedes tienen que aprender a hacer las preguntas correctas en el templo,
para lograrlo se requiere que verdaderamente puedan invocar los poderes del cielo para
que puedan recibir dicha guía tan anhelada, gran parte del discernimiento es conocer las
intenciones del corazón de las personas y no está fuera de nuestro alcance el poder
lograrlo. Ahora les invito a reflexionar que preguntas harían, ¿que necesitas saber para
tomar esa decisión? Claramente no recibirás una respuesta diciendo esta es la persona
escogida para ti. Si eres digno y procuras un esfuerzo sincero por obtener los poderes del
cielo podrás recibir muchas impresiones tales como: esto te espera con él o ella, podrás
ver lo bueno que lograran juntos según su obediencia y también veras los desafíos que
afrontaran juntos, sabiendo esto tanto bueno como desafiante ¿estás dispuesto a
aceptarlo? ¿Estás dispuesto a amar a esta persona con sus virtudes y debilidades?, les
testifico que estas revelaciones vienen de lo alto y gran parte del cumplimento de estas
dependerá de nuestros esfuerzos personales ya que tal vez no nos indique como lograrlo
ya que el señor espera que nosotros elaboremos los detalles, no temas y sobre todo
recuerda el amor es lo que pasan juntos, en esos momentos desafiantes que afrontaran es
donde el amor es fortalecido al sacrificarse el uno por el otro.

“Invocando los poderes del cielo”


La siguiente cita del Elder Bruce R. McConkie se refiere a un proceso que cada miembro de la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días debe conocer a fondo. Refiriéndose al proceso de la oración, nos
exhorta a que "aprendamos cómo orar osada y eficazmente, no sólo de palabra sino también con el espíritu, y
con poder, para que invoquemos los poderes del cielo sobre nosotros."

Los poderes celestiales son muy reales y pueden influir dramáticamente en el curso de los
acontecimientos de la vida de una persona. En nuestra relación con Dios, la idea "poderes del cielo"
se refiere a cualquier influencia o poder (inspiración, don del Espíritu, poder del sacerdocio, etc) que
sea gobernado por Dios y que opere a beneficio nuestro.
A fin de alcanzar nuestro máximo potencial en esta vida, debemos aprender a invocar los poderes celestiales.
Ningún grado de conocimiento o habilidad puede compensar la ausencia de los poderes del cielo en nuestra
vida. Con la ayuda de esos poderes, uno puede tener éxito en esta existencia mortal a pesar de las flaquezas
personales porque, literalmente, los poderes del cielo compensan las debilidades humanas.

Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad
para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante
mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas
débiles sean fuertes para ellos. (Eter 12:27, letra cursiva del autor)
Nuestro acceso a los poderes de cielo hace posible esta promesa. Si aprende a invocar los poderes
celestiales sobre sí mismo, sus talentos y habilidades se le aumentarán en gran medida. Los logros
máximos de su vida se verán determinados más por su habilidad para utilizar los poderes celestiales
que por confiar sólo en dones naturales. El Presidente Ezra T. Benson ha dicho que:
Los hombres y mujeres que entreguen su vida al Señor, se darán cuenta de que él puede hacer de su
existencia mucho más de lo que ellos mismo son capaces. Él hará su gozo más profundo, expandirá
su visión, agilizará su mente, fortalecerá sus músculos, levantará su espíritu, multiplicara sus
bendiciones, aumentará sus oportunidades, consolará su alma, les hará de amigos, y les inundará de
paz. Quién pierda su vida por Dios se encontrará con que tiene la vida eterna.2
Cuando aprenda a invocar los poderes del cielo, verá esta promesa cumplida en su vida.
Los poderes del cielo son gobernados por leyes espirituales; siempre se basan en la obediencia a
la ley. Cuando uno entiende estas leyes y aprende a cumplirlas, uno puede invocar los poderes
celestiales constantemente para que le ayuden en sus empeños. Las escrituras nos dicen claramente
que debemos obedecer ciertas leyes específicas a fin de recibir ciertas bendiciones de Dios.
Hay una ley irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las
bendiciones se basan; Y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se
basa. (DyC 130:20.21)

Es a través de nuestros propios esfuerzos que nos calificamos para recibir los diversos dones y
bendiciones que provienen de los poderes del cielo.
...los poderes del cielo,...no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de justicia. (DyC
121:36)
Una vez que uno se da cuenta de que los poderes del cielo se gobiernan por leyes, el desafío es llegar a
conocer bien esas leyes y principios. Es muy difícil, si no imposible, ser obediente a las leyes y principios que se
nos dan, a menos que sepamos cuales son y qué es lo que necesitamos hacer a fin de cumplir con los mismos.

Desafortunadamente, muchos miembros de la Iglesia se ven limitados en todos los aspectos de sus actividades
en esta vida mortal (llamamiento de la Iglesia, responsabilidades paternales y profesionales, vida social,
estudios, etc) porque no saben cómo invocar los poderes celestiales a fin de usarlos para su propio beneficio.

Generalmente, los miembros de la Iglesia no tienen dificultad para entender la mayoría de los
aspectos de la fe, tales como a fe en que Dios vive, en que Jesús es el Cristo, en la vida después de
la muerte, o en el plan de salvación. No obstante, muchas personas tienen problemas para entender
el tipo específico de fe requerido para utilizar los poderes del cielo a fin de tener más éxito en cada
faceta de su vida.
Con respecto a la naturaleza de la fe, el Profeta José Smith enseñó que: 1) "así como la fe es la
causa motora de toda acción en los asuntos temporales, así también lo es en los asuntos
espirituales;" 2) "la fe no es solamente el principio de la acción sino también del poder," 3) La fe,
entonces, es el primer gran principio que tiene poder, dominio, y autoridad sobre todas las cosas." 3
Al pensarlo bien, es fácil ver que la fe es la causa motora de toda acción- hacer ejercicios físicos, hacer un
jardín, estudiar para un examen. Sin embargo, muchos miembros de la Iglesia tienen problemas con el proceso
necesario para experimentar lo que José Smith llamó el poder que viene por al fe. Es importante que los
miembros de la Iglesia entiendan que este poder viene de Dios y aprendan a utilizarlo, porque sin los poderes
del cielo estamos sumamente limitados en lo que podemos hacer en cualquier aspecto de la vida. A los
miembros de la Iglesia se les ha dado el "poder...para hacer todas las cosas por la fe" (2 Nefi 1:10). Por medio
de la fe, como un principio de poder las personas pueden realizar o experimentar cosas que de otra manera
no podrían lograr.

A menos que ejerza suficiente fe, usted le niega al Señor la oportunidad de ayudarle en su
vida diaria. Las escrituras nos enseñan que ciertos poderes del cielo son gobernados por la fe
del hombre mortal:
Y en ningún tiempo ha obrado alguien milagros sino hasta después de su fe. (Eter 12:18, letra cursiva del autor)
El Señor tiene poder de hacer todas las cosas para los hijos de los hombres, si es que ejercen la fe en él. (1 Nefi 7:12,
letra cursiva del autor)
No neguéis el poder de Dios, porque él obra por poder, de acuerdo con la fe de los hijos de los hombres (Moroni 10:7,
letra cursiva del autor)
Porque he aquí, yo soy Dios; y soy un Dios de milagros... y nada obro entre los hijos de los hombres sino de
conformidad con su fe. (2 Nefi 27:23, letra cursiva del autor)
Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier cosa que me sea menester. (Moroni 7:33)
Recuerda que sin fe no puedes hacer nada. (DyC 8:10, letra cursiva del autor)

Moroni entendía el papel de la fe en la invocación de los poderes del cielo. Esto es evidente en su
respuesta a una revelación que recibió concerniente a la habilidad de superar sus flaquezas (Eter 12:
27). Esto es lo que declaró al expresar su gratitud al Señor:
Y yo, Moroni, habiendo oído estas palabras, me consolé, y dije: ¡Oh Señor, hágase tu justa voluntad!, porque sé que obras con
los hijos de los hombres según su fe; ...Pues así te manifestaste a tus discípulos; porque después que tuvieron fe y hablaron en tu
nombre, te mostraste a ellos con gran poder. (Eter 12:29, 31)

Bruce R. McConkie nos dice que, "La fe es un don otorgado por Dios en recompensa por nuestra rectitud
personal. Siempre se da cuando hay rectitud; y cuanto más obediencia a las leyes de Dios, mayor será la fe
otorgada." Por consiguiente, sólo las personas que obedecen los principios de verdad que vienen del Señor
pueden ejercer su fe como fuente de poder.

Elección de deseos justos


Para poder invocar los poderes del cielo, debe decidir usted sistemáticamente cómo quiere
que el Señor le ayude. Es imposible ejercer fe en los poderes del cielo sin tener en mente un
fin específico. El problema más serio que muchos miembros de la Iglesia tiene en cuanto a la
fe como fuente de poder, es que no deciden específicamente cómo ellos quieren que el Señor
los ayude. Por ejemplo, a menos que tome la decisión, sistemáticamente, de ayudar a alguien
a unirse a la Iglesia, la probabilidad de que sea un instrumento en la conversión de esa
persona es remota.
He aquí, os digo que quien crea en Cristo, sin dudar en nada, cuanto pida al Padre en el nombre de Cristo, le será concedido;
y esta promesa es para todos, aún hasta los extremos de la tierra. (Mormón 9:21)
En su relación con el Señor, la necesidad de pedir bendiciones específicas es un requisito
imprescindible. La dedicación sola no basta. Debe pedir las bendiciones.
Por consiguiente, si me pides, recibirás; si llamas te será abierto. (DyC 11:5)
Esta misma promesa se repite por lo menos cien veces a través de las escrituras; no obstante, uno
no puede beneficiarse con ella a menos que esté dispuesto a pedirle al Señor, con fe, que le ayude a
lograr sus deseos.

Su fe será probada.
Aunque el Señor le va a ayudar a lograr sus deseos justos, necesita tomar precauciones,
porque su fe será probada. Generalmente su fe será probada bajo dos condiciones: cuando
empiece a acudir a nuestro Padre Celestial, buscando fervientemente su ayuda para alcanzar
las metas que tiene, y cuando tenga deseos que requieran una intervención mayor de los
poderes del cielo.
Desde el principio, el modelo que el Señor ha seguido al otorgar bendiciones ha sido: 1) el Señor permite que
la persona sea probada y, 2) una vez que la persona se humilla y da prueba de su fe perseverando y
manteniéndose fiel, sus deseos justos le son concedidos.

No fue hasta después de que Adán hubo demostrado su determinación de ser fiel a los
mandamientos del Señor que le Espíritu le fue derramado en abundancia. (Moisés 5:4-12) Vemos el
mismo esquema en la vida de profetas del Antiguo Testamento tales como Abraham, Jacob, y
Moisés. Es interesante notar que ni siquiera Cristo fue eximido de ello. (Lea Mateo 4:11; Mosíah 3:7;
Alma 7:11-12)
Para ver si la persona en busca de una bendición especial del Señor se mantendrá
fiel ante la oposición, es necesario un período de probación de su fe. Si una
persona entiende que su fe será probada, tendrá mayor determinación para seguir
adelante en los momentos de oposición. Básicamente la prueba de la fe sirve para cuatro
funciones: 1) determina si le meta que se busca es en verdad un deseo; 2) comprueba si la
persona está dedicada al Señor; 3) es un medio de purgar a la persona para que quede limpia,
pura, y sin mancha - literalmente libre de la sangre y los pecados del mundo; y 4) le humilla, y
le ayuda a darse cuenta que no puede depender del "brazo de la carne." (Véase 2 Nefi 4:34;
28:31; Helamán 4:13; DyC 1:19) Al aprender a perseverar en sus pruebas de la fe, usted
llegará a ser una criatura nueva en Cristo, y el espíritu del Señor limpiará y renovará su
cuerpo. (Alma 5:14-15,19; DyC 84:33) Este es el proceso de renacimiento y santificación.
Es sumamente importante darse cuenta que la prueba de la fe es una parte necesaria en el proceso de
santificación mediante el cual el espíritu de Dios nos purifica.

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