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Bacterias extracelulares:
inmunidad y mecanismos de evasión. Microorganismos intracelulares:
Inmunidad frente a virus. Inmunidad frente a Parásitos. El sistema del
Complemento. Vacunas.
FIGURAS
- Como hemos visto, el Sistema Inmune (SI) es un conjunto coordinado
de células y moléculas capaces de eliminar patógenos.
Microorganismos intracelulares
- Estos IFN de tipo I son inducidos por las células infectadas y protegen
contra la infección de un gran número de virus, principalmente con RNA
como genoma.
- Los macrófagos pueden activarse también por linfocitos CD4 Th1 para
destruir al patógeno.
- En cuanto a los mecanismos de escape del sistema inmune por los virus,
los más importantes son:
Complemento.
- Está formado por proteínas séricas que pueden desencadenar una reacción
en cascada produciendo la respuesta biológica.
Una vacuna ideal tiene que cumplir una serie de requisitos imprescindibles.
Entre ellos se encuentran: ausencia de toxicidad, fácil y barata de diseñar,
eficacia en la inmunización y protección duradera. También sería deseable
poder activar tanto la respuesta humoral como la celular
http://www2.cbm.uam.es/~jalopez/CLASES2002/CLASES0203/tema31.htm
www.higiene.edu.uy/cefa/2008/Inmunidadcontralosagentesinfecciosos.pdf
http://bvs.sld.cu/revistas/san/vol6_1_02/san10102.pdf
https://www.uv.es/jcastell/7_Respuestas_del_sistema_inmune.pd
https://www.ugr.es/~eianez/inmuno/cap_01.htm
http://www.bvs.sld.cu/revistas/san/vol4_2_00/san10200.htm
http://www.elsevier.es/es-revista-medicina-clinica-2-articulo-respuesta-inmunitaria-frente-
microorganismos-2723
http://www.ffis.es/volviendoalobasico/13respuesta_inmunitaria_a_los_microorganismos.ht
ml
https://www.historyofvaccines.org/es/contenido/articulos/el-sistema-inmunol%C3%B3gico-
humano-y-las-enfermedades-infecciosas
www.uaz.edu.mx/histo/Biologia/FaiUnneAr/Pdf/inmunitaria.pdf
CURSO DE INMUNOLOGÍA
GENERAL
1. Introducción al sistema
inmune
Enrique Iáñez Pareja
Departamento de Microbiología
Universidad de Granada
España
1.1 INTRODUCCIÓN AL
SISTEMA INMUNITARIO
1.1.1 UNA APROXIMACIÓN A LOS
CONCEPTOS DE LA INMUNOLOGÍA
Los animales superiores son atacados por microorganismos y
partículas extrañas. Pero poseen sistemas defensivos frente a
tales patógenos; dichos mecanismos tienden a distinguir lo
propio de lo extraño
A finales del siglo XIX existían dos teorías opuestas sobre los
fundamentos biológicos de las respuestas inmunes. Por un
lado, el zoólogo ruso Ilya Ilich Mechnikov (1845-1916), que
había realizado observaciones sobre la fagocitosis en estrellas
de mar y pulgas de agua, estableció, a partir de 1883, su
"Teoría de los fagocitos", tras estudiar fenómenos de
englobamiento de partículas extrañas por los leucocitos de
conejo y de humanos. Informó que existían fenómenos de
eliminación de agentes patógenos por medio de "células
devoradoras" (fagocitos) que actuaban en animales
vacunados contra el carbunco, y explicó la inmunización como
una "habituación" del hospedador a la fagocitosis. Más tarde,
ya integrado en el Instituto Pasteur, propugnó la idea de que
los fagocitos segregan enzimas específicos, análogos a los
"fermentos" digestivos (1900). Esta teoría de los fagocitos
constituyó el núcleo de la teoría de la inmunidad celular,
de modo que la fagocitosis se consideraba como la base
principal del sistema de defensa inmune del organismo.
Células:
Factores solubles:
Endocitosis
A) Pinocitosis
Fagocitosis
A) Mecanismos humorales:
unión a fagocitos.
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Así mismo, otros factores relevantes para que el SI lleve a cabo esta función bioprotectora
son la ubicuidad y dispersión de sus elementos celulares y moleculares por todo el
organismo, el flujo migratorio continuo de sus poblaciones linfocitarias a través de las
circulaciones sistémica y linfática y el establecimiento de interacciones constantes entre
sus diferentes componentes celulares y moleculares. Podemos concluir que el SI
constituye una auténtica unidad biológica sistémica; unidad por la estrecha interacción y
la gran capacidad de comunicación entre sus elementos, y sistémica por el carácter ubicuo
de los mismos (fig. 2)3. Estas características estructurales y funcionales le confieren una
gran eficiencia para la defensa antiinfecciosa.
Interacción huésped-parásito. Inmunodeficiencia. Inmunodisregulación
La infección propiamente dicha supone una respuesta activa entre ambos, de manera que
el desarrollo de la enfermedad infecciosa se concibe actualmente como el resultado o
balance de las interacciones constantes entre los componentes celulares y moleculares del
SI y del propio agente invasor4. Habitualmente, la respuesta inmune antimicrobiana es
eficiente y adecuada y determina la anulación funcional o destrucción del
microorganismo, sin repercusión clínica significativa o con manifestaciones leves
clínicamente tolerables. El desenlace final será la curación de la enfermedad (fig. 3A).
Sin embargo, en ocasiones esta respuesta antiinfecciosa es inadecuada, ya sea por la
incompetencia del SI para la eliminación del agente invasor, con la consiguiente
progresión de la infección, o por el fracaso del propio SI en el control y limitación de los
mecanismos efectores, que condicionan fenómenos de agresión a lo propio (fig. 3B)4.
La incompetencia del SI puede estar motivada por defectos cuantitativos o cualitativos de
sus componentes celulares o moleculares, que conceptualmente se engloban dentro del
término genérico de inmunodeficiencias5. En cambio, en otros casos la ineficacia en la
eliminación del germen reside en una inapropiada modulación o disregulación de la
respuesta inmune frente a los mecanismos de escape desarrollados por un agente
determinado. En definitiva, cuando la capacidad de reconocimiento y respuesta del SI
prevalezca sobre los mecanismos de escape antimicrobianos se producirá la eliminación
del agente infeccioso6. En caso contrario, la infección progresará y ocasionará serias
consecuencias, inmediatas o crónicas, para el individuo. A veces, se produce un estado
de mutua tolerancia conocido como infección latente, que puede alterarse y conllevar la
activación del agente infeccioso años después. Por lo tanto, según esta concepción teórica,
el desarrollo de la enfermedad infecciosa siempre será debido a una incompetencia
relativa por inmunodeficiencia o inmunodisregulación de los elementos del sistema
inmune. La restauración u optimización de la competencia antiinfecciosa del SI es
precisamente el fundamento racional de la inmunoterapia antimicrobiana (fig. 4).
Por otra parte, la enfermedad desencadenada por la interacción con el agente infeccioso
puede ser consecuencia de los efectos de la propia respuesta inmune efectora. Esta otra
variedad de disregulación inmunitaria que comporta fenómenos de agresión estructural o
funcional a lo propio tiene distintas expresiones biopatológicas, como el shock séptico o
la enfermedad autoinmune (fig. 4)7.
Sobre la base de las consideraciones antes expuestas, es más correcto considerar dos fases
temporales de la respuesta inmune antiinfecciosa4. En la primera fase, o temprana,
intervienen elementos celulares, principalmente polimorfonucleares (PMN), monocitos y
células natural killer (NK), y factores solubles como el complemento y los IFN que
interaccionan con el microorganismo por estrategias de reconocimiento molecular no
antígeno-específico. Posteriormente, en una segunda fase, se genera la respuesta efectora
desarrollada por los linfocitos T y B que identifican específicamente el fragmento
molecular microbiano. Estas poblaciones linfocitarias requieren un período de tiempo,
habitualmente superior a 96 h, para su expansión clonal y la puesta en marcha de
mecanismos efectores altamente eficientes, como son la generación de linfocitos T
citotóxicos y la producción de anticuerpos, en cuya regulación ejercen una función
esencial los linfocitos T CD4+.
Barreras naturales
El primer elemento protector antimicrobiano está constituido por las barreras físicas y
químicas, proporcionadas por la integridad estructural de la piel y las mucosas, el efecto
mecánico de arrastre de los exudados de las superficies mucosas, y la acción química de
los componentes de las secreciones biológicas, como el pH ácido, la lisozima y otras
proteínas, que impiden la invasión microbiana. Además, la flora microbiana autóctona
protege frente a la colonización por otros microorganismos potencialmente patogénicos.
Factores solubles
Dentro de los factores solubles, forman parte esencial de la respuesta inmune el sistema
del complemento, el repertorio de Ig y la compleja red funcional de citocinas y
quimiocinas que median la comunicación intercelular. También deben incluirse otros
factores como diferentes moléculas vasoactivas, que facilitan la migración y acumulación
de los elementos celulares y moleculares dentro del foco inflamatorio. En este grupo, se
incluyen el sistema de las cininas y del plasminógeno, los metabolitos del ácido
araquidónico y la histamina.
Elementos celulares
Las principales células que participan en la defensa antiinfecciosa son los fagocitos PMN
y mononucleares, las células citotóxicas NK, los elementos antígeno-específicos
representados por los linfocitos T y B, y otras estirpes celulares que merecen también ser
consideradas como los mastocitos, las plaquetas y las células endoteliales que regulan la
migración de los otros elementos celulares. Analizaremos de forma integrada la
intervención de estos elementos en la respuesta antiinfecciosa.
Fagocitosis
Captación. A continuación, el germen debe ser captado y endocitado dentro del fagocito.
Este proceso es potenciado extraordinariamente por la opsonización, o unión previa a la
superficie microbiana de fragmentos C3 y de moléculas de IgG, que son reconocidos por
sus receptores respectivos monomórficos existentes en la membrana del fagocito18,19. Por
otra parte, los fagocitos poseen receptores que pueden reconocer directamente estructuras
bacterianas, como los receptores de manosa o los del lipopolisacárido bacteriano (CD14
y CD11c/CD18)20,21.
Los IFN alfa, beta y gamma, además de modular la acción de otras células efectoras del
SI como los macrófagos y las células NK, intervienen activamente en la defensa frente a
infecciones virales al inducir en la célula infectada la producción de proteínas
(proteincinasa, 2', 5'-adenilsintetasa) que impiden la expresión del material genético
viral28.
Toda esta serie de procesos que constituyen la respuesta inmunitaria está regulada por la
compleja red de factores solubles denominados citocinas, que permiten una amplia
comunicación entre los diversos componentes del SI1,29. Están producidas por diversas
estirpes celulares (principalmente macrófagos y linfocitos T CD4) y sus acciones son
numerosas en la defensa antimicrobiana: a) modulación de la adhesión celular (TNF alfa
e IL-1); b) migración y reclutamiento leucocitario (quimiocinas); c) activación de
macrófagos y PMN (IFN gamma y quimiocinas); d) activación de células citotóxicas (IL-
2, IL-12 e IFN gamma); e)regulación de la activación y expansión clonal de los linfocitos
T y B (IL-1, IL-2, IL-4, IL-6, IL-10 e IL-13), y f) regulación de la hematopoyesis (factores
estimulantes de colonias)
Además de estos efectos locales, autocrinos y paracrinos, la IL-1, el TNF alfa y la IL-6
pueden mediar acciones sistémicas enmarcadas dentro del concepto de respuesta de fase
aguda, que se desencadenan ante agresiones de diversa naturaleza como infecciones,
traumatismos o neoplasias y que se caracterizan por la presencia de fiebre, aumento del
catabolismo, neutrofilia y producción de los denominados reactantes de fase aguda30.
Estas acciones contribuyen a la defensa frente a agentes microbianos, aunque en
situaciones en las que existe un fracaso en el control y limitación de su secreción
condicionan graves alteraciones en el huésped, constituyendo la base patogénica
molecular de procesos como el shock séptico o el fracaso multiorgánico31,32.
Por otra parte, diversas citocinas pueden dirigir el tipo de respuesta antiinfecciosa
predominante (producción de anticuerpos y citotoxicidad celular), a través de la selección
del patrón o perfil de citocinas secretadas por los linfocitos T CD4+ y otras poblaciones
celulares (fig. 1). Sobre la base de la experiencia en clones linfocitarios de ratón, se han
definido dos subpoblaciones funcionales de linfocitos T cooperadores o helper (h)33. La
subpoblación Th1 secreta predominantemente IFN gamma, IL-2 y linfotoxina, mientras
que la Th2 produce IL-4, IL-5, IL-6, IL-10 e IL-13. Aunque el significado biológico de
estas dos subpoblaciones funcionales linfocitarias no está totalmente clarificado, diversos
hallazgos sugieren que el tipo de patrón de secreción de citocinas determinará
posteriormente el mecanismo efector utilizado para la eliminación del germen, de manera
que la inducción de subpoblaciones Th1 genera, a través de las citocinas producidas, una
respuesta efectora predominantemente citotóxica mediada por células, como la activación
de células NK, de linfocitos T citotóxicos y de fagocitos. Por el contrario, la subpoblación
Th2 facilita la expansión de los linfocitos B y la producción de Ig, y modula la actividad
de los eosinófilos. Conviene resaltar que la expansión Th1 es inducida por bacterias de
crecimiento intracelular y la de Th2 por bacterias extracelulares, evidencias que avalan la
realidad biológica de estas subpoblaciones funcionales34.
Para la selección de células Th1 es esencial la presencia de IL-12 secretada por los
macrófagos infectados y el IFN gamma, mientras que para que se desarrollen los
linfocitos Th2 parece esencial la IL-433. Es interesante señalar que entre los linfocitos Th1
y Th2 se establecen interacciones mutuamente inhibidoras, de tal forma que la IL-4 y la
IL-10 inhiben la expansión de los Th1 y el IFN gamma la de los Th2.
Inmunodeficiencia e infección
Las bacterias de crecimiento extracelular son destruidas por los elementos celulares
fagocíticos representados por los PMN y macrófagos38. En relación a ello, se sabe que la
resistencia a la digestión es un factor clave de la agresividad microbiana. Además de estos
componentes celulares, la activación de la vía alternativa del sistema del complemento
por el peptidoglicano de las bacterias grampositivas y el lipopolisacárido de las
gramnegativas también desempeña una función relevante27. Sin embargo, la respuesta de
anticuerpos, especialmente la producción de IgG inducida por células Th2, es el principal
mecanismo molecular de defensa contra las bacterias extracelulares34.
Los virus son parásitos intracelulares obligados que utilizan la maquinaria energética
celular para sintetizar sus propias proteínas y ácidos nucleicos. Debe señalarse que estas
proteínas son codificadas por el genoma viral y, por tanto, son reconocidas como extrañas
por el organismo, desencadenando una reacción inmunológica bioprotectora contra la
célula infectada43. No obstante, esta misma respuesta puede provocar efectos
clinicopatológicos indeseables que conllevan lesión tisular y enfermedad. Los
mecanismos efectores frente a la infección viral que intervienen en las fases iniciales son
los IFN alfa y beta, sintetizados por la célula parasitada, que inhiben directamente la
replicación viral, y las células NK que ejercen una acción citotóxica frente a dichas células
infectadas. Posteriormente, la respuesta antígeno-específica suele estar mediada por la
síntesis de anticuerpos y la expansión clonal de linfocitos T citotóxicos. Los anticuerpos
poseen la capacidad de neutralizar el virus durante la fase de viremia, impidiendo su
penetración intracitoplasmática. Además, actuando como opsonina pueden sensibilizar
las células infectadas o incluso la propia partícula viral para que sean lisadas por el
complemento. En estadios más tardíos, el principal mecanismo protector es la lisis celular
mediada por linfocitos T CD8+.
En la actualidad, existen evidencias firmes que demuestran la importancia capital del tipo
de respuesta T helper en la evolución clinicopatológica de los pacientes con
enfermedades originadas por agentes parasitarios. En este sentido, en la infección
por Leishmania se ha demostrado que el predominio de la subpoblación funcional Th1
induce resistencia, mientras que la prevalencia de linfocitos T con un perfil de secreción
de citocinas Th2 favorece la progresión de dicha enfermedad infecciosa35. Por el contrario,
la erradicación de otros protozoos como Plasmodium precisa la participación de distintas
subpoblaciones, dependiendo del estadio de la infección45. Por otra parte, la mayor parte
de los helmintos inducen una respuesta protectora Th2. Sin embargo, en algunos de estos
organismos como Trichinella spiralis, la respuesta inmunorreguladora clínicamente
adecuada es de tipo preferentemente Th1.
Conclusiones