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159 Angel Paniagua Mazorra (*) Los nuevos cultivos y la colonizacion agricola de la segunda mitad del siglo XIX. (**) 1. INTRODUCCION La colonizaci6n es una politica de gran continuidad en la historia de Espafia. Hasta la segunda mitad del siglo XIX la preocupacién esencial es ocupar fisicamente el espacio, insta- lar poblaci6n en los grandes despoblados mediante maysiscu- los proyectos de cardcter puntual y bastante heterogéneos en- tre si. A mediados del siglo XIX, especialmente a partir de 1855, hay importantes modificaciones en el panorama ante- riormente expuesto. Se unifica la legislacién colonizadora y se intenta desarrollar un programa general de ocupacién del territorio, Los fines del proceso colonizador son tratar de dis- tribuir mejor la poblacién sobre el espacio y mejorar la pro- duccién y el uso del suelo agricola, aspecto éste tltimo sobre el que se insistird (1). (7) Instituto de Economia y Geografia Aplicudas. C.S.1C. {or Agradezco las sugerencias realizadas por Dr. Rafael Mata Olmo a la primera inde este trabajo, tors las deficiencias que puedan exist son responsabilidad del i) La Bibliografa sobre el proceso colonizador de la segunda mitad del siglo XIX ces escasa todavia: Son destacables Ios trabajos de Monclis y Oyén desde una perspectiva ‘foonistica y arquitectonica los ée Oliveras y Samitier sobre colonias sndustriales:y, Por timo, Canales sobre el Bajo Segura. Tenis trabajo forma pare de la Tesis Doctoral del autor presentada en la Universidad Autonoma de Madr en el verano de 1990, bajo el titulo «Repercusiones demograficas a: in politica de eolonizacién en Espafa, Procesos, consecuenciasc implicaciones socio: espactales».Inédita, 1349 pp. cultura y Sociedad n.* 59 (Abril Junio 1991) 160 La documentacién utilizada, de una forma general y sis- tematica, han sido los Expedientes Trimestrales de Concesién de Beneficios de Colonias realizados en las secciones de Fo- mento provinciales y los Expedientes de revisin de dichas concesiones, mandadas realizar por el Ministerio de Hacienda en los tltimos afios del siglo XIX, ambas fuentes que se pue- den utilizar con un cardcter complementario, incluyen datos sobre cultivos y usos del suelo para cada colonia, con los que se ha elaborado el presente estudio (2). 2. DISTRIBUCION DE LOS CULTIVOS DURANTE EL ULTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX La produccién de alimentos durante el siglo XIX no so- brepasé en gran medida el crecimiento demografico lo que ha Hevado a pensar que hasta comienzos del siglo XX no tuvie- ron lugar transformaciones revolucionarias en la produccién de alimentos que pudiesen distorsionar las relaciones tradi- cionales entre poblacign y subsistencias. Este hecho, junto a las escasas variaciones del porcentaje de poblacién activa agraria, se ha interpretado, tradicional mente, como la evidencia del relativo inmovilismo de la ag cultura espaftola en el siglo XIX (Tortella Casares, G., 1984: 68). Sin embargo, en este sector productivo se observan pro- cesos ciertamente dindmicos (integracién progresiva del mer- cado y especializacién regional), que tienen claras implica- ciones sobre la produccién y el uso del suelo: roturaciones, procesos de ampliacién de cultivos, intensificacién de la pro- duccién y cambios en el uso del suelo (Garrabou, R; Sanz. Fernandez, J., 1985: 100). En la segunda mitad el siglo XIX la prictica totalidad de la produccién agraria y de la superficie cultivada se afirmaba sobre tres productos bisicos: cereal (principalmente trigo), vid y olivo. (2) Este informacién se encuentra depositada en el Archivo Central del Ministerio de “Agricultura, Legajos 182-1 217-1 161 El trigo, cuya produccién se habfa mostrado expansiva hasta 1868 cubriendo las necesidades nacionales y aun produ- ciendo ciertos excedentes hasta 1881, observa, a partir de este afio, una inversién en la situacién, ya que se hace necesario importar este cereal por las diversas crisis de produccién tri- guera. Si se obvia el descenso final de siglo parece que la evolucién de la produccién de cereal fue acompasada al au- mento de la poblacién. Paralelamente, el cultivo de cereales se mantiene estable, con ciertas fluctuaciones en torno a la tendencia, aunque se aumenta el rendimiento y la productivi- dad, pero no de forma generalizada (Garrabou, R.; Sanz. Fer- néndez, J., 1894: 105 ss), Esta intensificacién se realiza en muchas dreas por el cambio del sistema de cultivo: abandono del sistema al tercio para dar paso al bienal (Bernal, A. M., 1979: 190 ss). La vid y el olivo completan Ja triada del semimonocul- tivo tradicional mediterréneo: éstos tienen una evolucién un tanto diferente al trigo, cultivo dominante. La vid sufre una gran ampliacién (desde su pequefio porcentaje de partida) a jnicios de los afios 60 del siglo XIX hasta practicamente 1890, de forma que, si la superficie cultivada en 1860 as- cendia a 1.200.000 ha., en 1889/1890 se habia ampliado a 1.700.000 ha. (Camero I Arbat, T., 1980: 40). Esta expan- sién, realizada a pesar del avance de la filoxera en Espaiia, se produce al conceder el gobierno galo un trato preferen- cial a los caldos espafioles. A principios de la década de 1890 se inicia el retroceso del terreno plantado de vid de- bido a la aceleracién del proceso de destruccién del viiiedo, que en provincias como Malaga habfa afectado a 85.303 ha. (Tedde, P., 1984) y, sobre todo, a la finalizacién del acuerdo comercial hispano-galo que privilegiaba los vinos espaiio- les, 1o que supuso un descenso de los precios que condujé a una reduccién de los beneficios (Carnero I Arbat, T., 1980: 180). Todo ello significé un retroceso porcentual anual Gunto al olivar) en el uso del suelo agricola desde 1888 hasta 1910 de 0,35 % (Garrabou, R.; Sanz Fernandez, J., 1985: 105). a EI olivar que habia tenido un auge anterior al de Ia vid, crece en superficie hasta 1873 (Zambrana Pineda, J. F., 1987: 53), con trayectorias diferenciadas regionalmente (3), se ve afectado en las dos tiltimas décadas de siglo por la crisis fini- secular, crisis debida a las débiles estructuras comerciales del sector, el costo comparativo de la mano de obra respecto a otras oleaginosas (Bernal, A. M., 1979: 179-180) y a la plan- tacién de olivares jovenes y el descuaje de viejos. Tal crisis no supuso més que un estancamiento por la coyuntura favora- ble que supuso el mercano Latinoamericano. Dentro de este planteamiento expuesto hay dos procesos espacialmente dinémicos con claras implicaciones geografi- cas: el primero de ellos se concreta en una cierta especializa- cién regional, que adquiere mayor relieve en la franja medite- rrénea, por la extensin de la arboricultura y la producci6n de hortalizas, unido a toda una serie de mejoras técnicas. El se- gundo, en franca relacién con el anterior, lo constituye la ten- dencia hacia una mayor diversificaci6n de cultivos, con un porcentaje de ocupacién del suelo realmente escaso pero de manifiesta importancia cualitativa. Destaca a este respecto el desarrollo de los frutales, cultivos industriales, etc., que con- firmarén su auge durante el primer tercio del siglo XX. En el periodo comprendido entre 1888-1910, en que la superficie de los grandes cultivos disminuye, los considerados «otros cultivos» por su pequefia extensién presentan una tasa anual de crecimiento del 1,8 % (Garrabou, R.; Sanz Fernéndez, J., 1985: 105). Sobre esta estructura de la produccién y de cultivo, ex- puesta de forma sintética, actué la Ley de Colonias de 1868, aunque de manera muy puntual por el escaso desarrollo de la misma a nivel global. En cambio, cualitativamente su consi- deracién es muy importante, ya que es fiel reflejo de las inno- vaciones culturales y su distribuci6n regional. GB) En el caso andaluz ni siquiera existe un undnime acuerdo sobre que tipo de pro- piedad se produy6 la expansién olivarera. Ver Zambrana Pineda, J. F., 1987: 63-64; y, Mata Olmo, R., 1982. 163, 3. CONDICIONES DEL AGRO ESPANOL, Y LA COLONIZACION AGRARIA Las limitaciones estructurales a que se vid sometido el monocultivo del cereal (ocupaba cerca del 80 % del suelo agricola) en el iltimo tercio del siglo XIX fueron objeto de certeras criticas y propuestas de solucién. El escaso grado de desarrollo de fa agricultura y su lenta evolucién eran debidos en buena parte, a juicio de los escrito- res contempordneos, a la gran extensiGn de los cereales y las practicas

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