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Autor: Wilson Roca Pinzón

Asignatura: Lenguaje y Pensamiento

Programa de Sociología

Facultad de Ciencias Humanas

Universidad del Atlántico

Año: 2016

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Ensayo sobre la relación entre pensamiento y lenguaje

La mayoría de problemas estudiados desde la filosofía del lenguaje se pueden identificar en


el triángulo semiótico, compuesto por tres vértices: el signo lingüístico o palabra; el
pensamiento o concepto; y el objeto o cosa.

La relación entre palabra y objeto, estudiada por la semántica; y entre concepto y cosa,
estudiada por la teoría del conocimiento no serán tratadas en estas páginas. Aquí se
desarrollará la relación entre palabra y concepto, o lenguaje y pensamiento.

Los signos naturalmente remiten a otros signos. Esta omnipresencia de los signos ha sido la
causante que autores como Jacques Derrida sostuvieran que no es posible escapar al
círculo de los signos y por lo tanto nunca que se podría alcanzar la realidad de las cosas.

Cuando el concepto se objetiviza surge el problema, como sucedió con el nominalismo, de


distanciarse de la realidad puesto que se concibe el contenido inteligible del concepto
“como objeto propio de conocimiento, distinto de la cosa conocida por el concepto”. Esta
noción de “Concepto objetivo” luego fue apropiada por Descartes en función de su método
matemático, lo que marcaría decisivamente el pensamiento moderno: “El concepto se
instrumentaliza y se convierte en un intermediario entre la realidad extramental y el
pensamiento”.
Ampliando en la objetivación de los conceptos, Frege en la introducción de Los
fundamentos de la aritmética (1884) indica que “Hay que separar tajantemente lo
psicológico de lo lógico, lo subjetivo de lo objetivo”. Con lo que pone de manifiesto que
los entes matemáticos (números y conceptos) están fijados a la realidad y no son producto
de impresiones o imágenes sensibles. Esta posición luego sería retomada por Husserl y
Wittgenstein.

Correctamente el concepto es mediador entre palabra y realidad, en términos de Millán-


Puelles ejerce una “mediación silenciosa”, pero nunca es el concepto el objeto significado.
Las palabras inmediatamente significan los conceptos y, mediante estos, las cosas; pero aun
así significan principalmente los objetos y secundariamente los conceptos.

Se hace necesaria una observación crítica del lenguaje para distinguir lo que este tiene de
fáctico y lo que tiene de intencional. No siempre las palabras son reflejo de la realidad, ya
que al estar mediadas por el sujeto tienen una marcada intencionalidad, por lo tanto
susceptibles de amañamientos, es decir, en términos de Wittgenstein las palabras
“embrujan”.

El análisis del lenguaje no pretende resolver los problemas filosóficos sino destacar la
importancia de hacerle una crítica al lenguaje, puesto que este en palabras de Wittgenstein
es: “pensamiento sensiblemente expresado”.

La relación entre pensamiento y lenguaje básicamente está enmarcada en tres tesis


excluyentes entre sí: El lenguaje como traducción del pensamiento, como determinante
del pensamiento y como vehículo del pensamiento.

Según la tesis del lenguaje como traducción del pensamiento, el pensamiento se forjaría
al margen del lenguaje en la intimidad de la persona, para luego ser expresado mediante
código lingüístico. Según esta concepción las personas expresan sus vivencias mentales
traduciéndolas a un mensaje lingüístico que luego pasaría a ser decodificado por la persona
que escucha.

La anterior postura ha sido objeto de críticas, entre otras cosas por la llamada “cuestión del
tránsito”, que plantea que no es posible determinar que el tránsito del pensamiento de un
hablante A al lenguaje es idéntico al tránsito que un oyente B le da al lenguaje de A a su
pensamiento (B). Wittgenstein en su crítica a la noción de lenguaje privado concluye
usando la metáfora del “escarabajo” que si hubiera tal cosa como un lenguaje privado no
podría haber comunicación entre las personas porque supondría que dicho lenguaje pudiera
ser sólo aprendido por un hablante. A. Llano extiende las reflexiones de Wittgenstein
diciendo: “Así como no hay lenguaje privado, tampoco hay conocimiento privado. El
conocimiento es una empresa social, vinculada al ejercicio de prácticas compartidas que no
están exentas de reglas e incluso prohibiciones”.

La separación entre pensamiento y lenguaje hace de la hipótesis de que el lenguaje es


expresión del pensamiento de carácter dualista. Pareciera que el pensamiento es totalmente
independiente del lenguaje, pero esto no resulta cierto porque al considerar al pensamiento
como un proceso mental, se hace de este un lenguaje mental en el que en lugar de palabras
hay unos misteriosos componentes psíquicos. Esto haría observar que el pensamiento no es
más que un hablar interiorizado.

El lenguaje como determinante del pensamiento, reflejado en hipótesis de Sapir-Whorf


también conocida como relativismo lingüístico, plantea que el conocimiento y nuestra
manera de organizar las ideas y percibir el mundo están determinados por la lengua.

Adam Schaff en su libro Lenguaje y Conocimiento hace una aproximación a esta tesis
partiendo de la necesidad de observar sus fundamentos desde la filosofía así como hace un
reconocimiento del papel que las ciencias particulares como etnolingüística, antropología y
psicolingüística han jugado para la comprobación empírica (o rechazo) de dicha tesis.

La idea central de esta tesis fue formulada por Edward Sapir partiendo de observaciones
hechas en tribus indígenas americanas para llegar en última instancia a generalizaciones
sobre el papel que juega el lenguaje como configurador de la realidad y la dificultad de
significar la realidad de una cultura en términos del lenguaje de otra.

Sapir inicialmente planteo que el medio ambiente influía en el lenguaje y este a su vez en la
manera de interpretar la realidad, pero nunca desconoció la objetividad de esta como sí hizo
su colega y discípulo Benjamim Lee Whorf. Sapir sostuvo que había una relación
dialéctica entre lenguaje y conocimiento.
Se ha creído erróneamente que las ideas de Sapir provienen de Wilhem Von Humboldt,
pero no ha sido más que coincidencia, pues las ideas de Sapir son generalizaciones de
resultados empíricos, mientras que Humboldt llegó a ideas similares por medio de la
reflexión filosófica.

Los problemas del lenguaje en el marco de la cultura ya habían sido estudiados por
investigadores de etnografía y antropología como Lévy-Bruhl y Bronislaw Malinowski,
que sostenían que había pueblos primitivos incapaces de llegar a niveles superiores de
abstracción, planteamiento que fue criticado por Sapir al establecer que esto sucedía porque
en el contexto cultural de estas tribus no se hacían necesarias formas superiores de
abstracción para su praxis vital. Sapir sigue la tradición de los etnolingüistas de la escuela
antropológica americana, que estaba influenciada por Fraz Boas, cuyas ideas han sido
citadas impertinentemente en apoyo de la hipótesis de Sapir-Whorf puesto que a diferencia
de estos, Boaz enfatizó que era la cultura la que influía en el lenguaje

En última instancia Sapir fue más determinista en cuanto a la influencia que el lenguaje
ejercía sobre la configuración de la realidad, que luego fue exagerada por Whorf, quien en
clave idealista y metafísica manifestó que las impresiones que percibimos del mundo son
como un caos de sensaciones, siguiendo el pensamiento de Hume, y son organizadas por
nuestra mente desconociendo así una realidad objetiva.

La importancia de Whorf radica en la verificación empírica de los ideas de Sapir, aunque


fallida por falta de rigor metodológico según Adam Schaff. Whorf estudió a varias tribus
americanas dentro de las que estaban los Nootka, Navajos y Hopis, puso mayor atención en
estos últimos donde concluyó que en distinción a lo que él llamo lenguas SAE (Santandard
Average European) no había una explicitación del tiempo en la lengua aunque esto no
significaba que no tuvieran noción de él. La concreción en el lenguaje está ligada con el
hecho de que en estas lenguas tribales no hay una estructura sujeto-predicado sino que se
expresan de manera sintética por medio de expresiones que abarcan varias categorías
gramaticales.

Whorf en defensa de su tesis dijo que el relativismo en favor de la ciencia moderna


revelaba que no podría haber imparcialidad en la descripción de la naturaleza, solo un
lingüista que esté familiarizado con varios idiomas podría desligarse de la fijación de
estructuras mentales y culturales producto de la determinación lingüística.

Esta hipótesis ha tenido varios seguidores en su mayoría antropólogos y etnolingüistas


como Harry Hoijer, George Trager, Charles Voegelin, Dorothy Lee, Dell Hymes, entre
otros. Y detractores en su mayoría filósofos como: Max Black, Charles Landesman, Lewis
Feuer, entre otros.

Dentro de las críticas que se hace a esta hipótesis está que el solo hecho de poder
determinar que en función de la lengua se tiene una visión del mundo radicalmente distinta
significa que habría la posibilidad de asimilar y comprender la visión de otras lenguas.
También que la única forma de analizar el lenguaje es en cierta forma salirse de él y esto no
es posible bajo la premisa de que el pensamiento está contenido en el lenguaje. Otra crítica
es que no Whorf no considera formalidad en la sensación y percepción. Por último se
critica la solución propuesta por Whorf al relativismo lingüístico puesto que la oscilación
entre idiomas no asegura alcanzar una universalidad, sino que esta se alcanza mediante la
reflexión filosófica que es posible en cualquier lengua.

El lenguaje como vehículo de pensamiento la relación entre pensamiento y lenguaje no es


extrínseca sino intrínseca. No hay un desarrollo paralelo entre pensamiento y lenguaje, ni se
asume el lenguaje como un configurador de la realidad. El lenguaje contiene y expresa el
pensamiento de tal modo que no hay distancia. En palabras de Peirce: “la expresión y el
pensamiento son una sola cosa”. Toda situación cognoscitiva es una situación simbólica,
susceptible de ser manifestada mediante signos.

El lenguaje no simplemente una traducción de un pensamiento privado. El pensamiento


está incorporado al lenguaje; por eso el lenguaje no es nada más un instrumento. No Hay
lenguaje sin pensamiento. Pero se podría decir lo contrario, ¿hay pensamiento sin lenguaje?
Habría que preguntarse qué significa comprender un lenguaje. La compresión de un
lenguaje ocurre cuando se traduce al idioma materno. Traducir de un idioma a otro implica
que el pensamiento no está determinado por el lenguaje, aunque siempre necesite del
lenguaje. Pero qué significa comprender un idioma materno.
Sería un error pensar que se comprende el idioma materno al asociar las palabras de dicho
idioma con los conceptos. No se sabe que quiere decir asociar una palabra a un concepto
porque no hay nada que medie entre los dos. La descripción de la habilidad que poseamos
para usar una palabra de la lengua materna es la descripción de la comprensión el signo
lingüístico. Wittgenstein dice: “Entender un lenguaje significa dominar una técnica”.

“Saber hablar” vendría siendo semejante a “saber cantar” de manera parcial porque en
primera en primera instancia “saber hablar” consistiría en tener la habilidad de usar una
lengua para su comprensión pero al considerar “saber” como sinónimo de “conocimiento” y
no de “poder” la situación cambia. Cuando se habla de “saber” un idioma, el factor de
conocimiento resulta más importante y específico que en los casos en donde el saber se
refiere a una actividad meramente práctica. Hablar es la actividad racional por excelencia.

Sólo se sabe hablar un idioma cuando se sabe lo que se dice. Según A. Llano entender un
lenguaje implica dominar una técnica y ese dominio supone un conocimiento. El lenguaje
incluye no sólo un conocimiento de las palabras, sino de la realidad que representan las
palabras.

En la habilidad técnica de hablar está implicado un saber práctico e implícito. Es práctico


porque saber qué es hablar un idioma es lo mismo que saber cómo hablar dicho idioma. Y
es implícito porque el hablante no tiene que saber de manera puntual las reglas
gramaticales. Según Dummett hablar es unas actividad sumamente consciente. No
percatarse de lo que uno dice sería una suerte de automatismo o desvarío.

Podemos expresar pensamientos nuevos con palabras viejas o también vislumbrar nuevas
maneras de expresar ideas ya conocidas, así como somos capaces de captarle el sentido a
una expresión inesperada. Así como puede darse forma sin materia, puede darse quizá
pensamiento sin lenguaje, pero nunca puede haber lenguaje humano sin pensamiento.

Bibliografía

Schaff, Adam. Etnolingüística: la hipótesis de Sapir-Whorf. Lenguaje y Conocimiento.


Grijalbo. 1967.

Espejo, Alberto. Signos, Conceptos y Cosas. Lenguaje, Realidad Y Pensamiento. 1983

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