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1. SUEÑA EN GRANDE
Como suele decir Donald Trump (@realdonaldtrump): «Ya que hay que pensar, pensemos en
grande». Es su clásico Think Big. Soñar en grande tiene ventajas evidentes. La más importante es
que te obliga a dar más de ti mismo. Si tus metas son demasiado conservadoras, no te costará
mucho esfuerzo, no te obligará a salir de tu zona de confort, y no crecerás ni te desarrollarás, ni en
lo personal ni en lo profesional. Además, te aburrirán. El ser humano necesita "reto" en su vida (ver
post A las personas nos encanta que nos reten) y soñar en grande te mantiene activo, vivo.
Charles Schwab (1862-1939), magnate del acero, presidente de Carnegie Steel Company y una de
las primeras personas a las que se pagó en Estados Unidos un salario anual superior a un millón de
dólares, tenía un jefe de fábrica cuyo personal no producía lo que se esperaba de ellos:
– ¿Cómo que un hombre de su capacidad no consigue que esta planta rinda lo que debe?, preguntó
Schwab al encargado.
– No sé. He pedido a los obreros que trabajen más; les he dado ejemplo; los he regañado; los he
amenazado con el despido. Pero nada funciona. No producen y nada más.
La conversación tuvo lugar al final del día, poco antes de que entrara a trabajar el turno de noche:
– Deme un trozo de tiza –dijo Schwab. Y luego, volviéndose al obrero que estaba más cerca–:
¿Cuántas horas de horno ha hecho su turno de hoy?
Sin decir palabra, Schwab trazó un gran número seis en el suelo y se alejó. Cuando entró el turno
de noche, los obreros vieron el seis y preguntaron qué significaba aquello.
– El gran jefe estuvo aquí hoy –dijeron los obreros del turno de día–. Nos preguntó cuántas cargas
habíamos hecho y le dijimos que seis. Lo escribió en el suelo y ser marchó.
A la mañana siguiente volvió Schwab al taller. El turno de noche había borrado el seis y escrito un
siete. Cuando los obreros del turno de día entraron a trabajar vieron un enorme 7 escrito en el suelo.
Así que los de la noche se creían que eran mejores ¿eh? Bueno, pues les iban a enseñar un par de
cosas. Se pusieron a la tarea con entusiasmo y cuando se marcharon aquella noche dejaron en el
piso un enorme y jactancioso 10. Las cosas iban para arriba. Y poco después ese taller, que se había
quedado atrás en producción, rendía más que cualquier otro de la fábrica.
El propio Charles Schwab lo explica: «La forma de conseguir que se hagan las cosas es estimular el
deseo de superarse». En definitiva, el reto, el desafío, las ganas de mejorar. El afán por superarse
está incrustado en la naturaleza humana. El ser humano está hecho para crecer, para mejorar, para
evolucionar sin ininterrupción, de manera constante. A la gente le encanta tener la oportunidad de
demostrar lo que vale.
Cuando alguien no consiga resultados en su trabajo, antes de culpabilizarle pregúntate por qué no
está consiguiendo resultados. Recuerda las palabras de Anthony Robbins (@tonyrobbins), autor
de Poder sin límites: «No existen personas perezosas, sólo personas que no tienen metas que les
inspiren».
Rete a su equipo. Piense cómo puede hacer que se sientan mejores, ganadores, importantes. A la
gente le encanta sentir que su contribución sirve para algo. Casi nadie se queja de que le exijan
mucho, pero sí de lo que traten con desprecio, sin consideración, que les minusvaloren, como meros
elementos de una cadena de montaje. Exija, pero con aprecio. Esa es la fórmula: exigencia con
tacto; disciplina con respeto; rectitud con generosidad... La única forma para que alguien haga algo
de verdad, de manera excelente, es que quiera hacerlo. Lo mejor que tiene una persona se entrega
voluntariamente, y lo hace así, cuando piensa que obtiene un beneficio para sí misma.
Charlando una vez con Juan Soto, Presidente de Honor de Hewlett Packard y uno de los directivos
de referencia del panorama español, me comentaba:
«A los pura sangre les gusta sentirse queridos y exigidos para realizar todo su potencial. Tienen que
percibir que estás junto a ellos, que te comprometes, que te preocupas, que les quieres campeones
porque quienes ganan la carrera son siempre ellos. Creo que se tiene que trabajar con la gente y
muy cerca de ella. Un gestor de proyecto no es nadie sin su equipo. Son ellos los que hacen que las
cosas ocurran. Les puedes fijar el rumbo, conseguir los recursos, alinear sus voluntades y
organizarles, inspirarles, pero al final, quienes corren en la pista son ellos».
También me decía:
«La alta dirección de la empresa actual sirve normalmente a tres colectivos: clientes, empleados y
accionistas. Para lograr satisfacer a sus clientes es necesario pero no suficiente tener satisfecho a
su equipo de colaboradores. El mercado es un campo de batalla no violento en el que el objetivo es
ganar en buena lid la preferencia de los clientes frente a la competencia. Para ello, el equipo, además
de satisfecho y motivado, tiene que querer ganar y asumir todo el sacrificio que entraña aspirar a ser
campeón en el mejor servicio a los clientes. Liderar un equipo de campeones no es una profesión,
es un arte. Requiere evitar todo tipo de manipulación de voluntades y considerar a los miembros del
equipo, no como recursos, no como medios para un fin, sino como fin en sí mismos, creando el
entorno que propicie su irrenunciable inclinación a contribuir y a ganar. Para ser un verdadero líder
debes estar convencido de la grandeza de tu gente. Si no lo estás, márchate o cambia a tu gente».
Pero ojo, que sueñes en grande no quiere decir que hagas depender tu satisfacción del resultado
final. Como dice Randy Pausch en su conocida conferencia y libro La última lección: «Si no
consigues tus sueños puedes todavía conseguir mucho tratando de hacerlo». No hay que flagelarse.
No pasa nada si no logras materializar tus sueños, más importante es la persona en la que te habrás
convertido por haber ido en su búsqueda.
La última lección
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La última lección, de Randy Pausch
Es común en las universidades norteamericanas que alguna personalidad de relevancia del Campus
imparta lo que se conoce como The last lecture (La última lección), en la que el speaker tiene que
dirigirse a la audiencia como si fuese la «última oportunidad» que tiene de hacerlo y comunicar
aquellos mensajes acerca de la vida que le parecen más importantes.
Sin embargo, en el caso de Randy Pausch (1960-2008), de la Carnegie Mellon University, eso de
«última oportunidad» no era algo imaginario sino real ya que le fue diagnosticado un cáncer de
páncreas en el que los médicos le dieron pocos meses de vida.
La última lección que impartió con el título Really achieving your childhood dreams (Alcanzado
realmente los sueños de la infancia) –y pensada para sus 3 hijos para que la pudiesen ver cuando
él ya no estuviese– fue seguida por cientos de personas.
El vídeo grabado de la sesión –con millones de visitas en Youtube– dio lugar a una dura puja entre
varias editoriales para hacerse con sus derechos que sobrepasó los 4 millores de euros. El libro de
la clase magistral de Randy Pausch lleva el título de La última lección, y fue escrito por Jeffrey
Zaslow, periodista del Wall Street Journal, y pronto se convirtió en un éxito de ventas en la lista del
New York Times.
1. La importancia de soñar. Es fundamental porque soñar nos mantiene vivos. La vida es, sobre
todo, ilusión. Una persona sin ilusión no «vive» sólo «sobrevive»; está amortizada anticipadamente
y es carne de depresión. Nunca debemos perder el espíritu de soñar; incluso como dice el profesor
Pausch, «si no consigues tus sueños puedes todavía conseguir mucho tratando de hacerlo».
2. Jamás se permita perder el sentido del humor. Ya lo decía Groucho Marx: "El humor es una
cosa demasiada seria"; o como apunta Alejandro Jodorowsky: "El humor y la sabiduría se
confunden". El humor es uno de los rasgos de mayor inteligencia de una persona. Lo decía
Krisnamurti: "La inteligencia o falta de inteligencia de una persona se mide por las cosas que le hacen
reír".
3. Aproveche el tiempo. Cada día que pasa ya no vuelve. «Vivir es ir muriendo», nos recuerda
Heiddeger. Muchas personalidades que han pasado por situaciones extremas muestran su
arrepentimiento por no haber hecho muchas cosas que dejaron para más adelante y que nunca
llegaron.
4. Es imprescindible pasárselo bien. Esté donde esté y haga lo que haga –en el trabajo o en su
tiempo libre– disfrute. No se deje llevar por la inercia y luche por aquello que realmente le apetece
hacer. Talento y placer van de la mano.
5. Diga siempre la verdad. Jack Welch, directivo de referencia, apuntaba: «Dígale a sus empleados
la verdad porque de todas formas ellos saben la verdad». También el CEO de General Electric decía:
«Las personas que mienten son simplemente débiles».
6. Busque lo mejor que se esconde en cada persona. Hay personas que tienen su mirada
educada para descubrir lo positivo que hay en cada uno de nosotros y otros que sólo saben fijarse
en los defectos. Merece la pena citar a Eisenhower: «Selecciono a mis generales por sus virtudes y
no por la carencia de defectos».
7. Tenga claro lo que es relevante de lo que no es. Algunos sólo son conscientes después de un
infarto, un cáncer o un accidente. A veces, como dice, C. S. Lewis, «el dolor es el megáfono que
utiliza Dios para despertar a un mundo de sordos». Tener claro lo que es importante ayuda a priorizar,
porque nunca hay tiempo para todo pero siempre hay tiempo para lo que uno quiere que haya tiempo.
8. No se rinda fácilmente. «La constancia –decía Honoré Balzac– es el fondo de la virtud». Detrás
de cualquier historia de éxito hay mucha reciedumbre y capacidad de sacrificio. Quien crea que hay
retos fáciles es un ingenuo.
9. Muestre gratitud. Es una forma de reconocimiento que genera unión y afecto, ambos aspectos
altamente recomendables en entornos donde necesitamos de los demás para llegar lejos. Jean de
la Bruyére afirmaba: «Solo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud».
10. Prepárese para las sorpresas. La vida es imprevisible. Está bien planificar pero la flexibilidad
es aún más importante. Uno nunca sabe lo que se va a encontrar, por eso, dice el profesor Pausch
«siempre llevo 200 dólares en la cartera».
En una reciente Entrevista en Coaching para Jóvenes, de Paz Garde (@pazgarde) daba mi opinión
al respecto: «Si buscando el éxito te has perdido el camino, has fracasado». Todo, de una manera u
otra, suma. Todo es aprendizaje. Todo es experiencia. A menudo, vemos todo como una bendición
o una maldición, y eso es un gran error. Cuando se adopta una actitud de apertura ante todo y todos,
la satisfacción es mayor.
Hoy este blog inaugura una sección que llevará por título: “La
Contribución de … al Coaching para Jóvenes.” Se trata de un cuestionario de tres preguntas que buscan
ayudar a jóvenes a tomar mejores decisiones. Para empezar cuento con un invitado
excepcional, Francisco Alcaide Hernández (@falcaide) es experto en Desarrollo Personal y Profesor
de Habilidades Directivas de la Nebrija Business School. Su blog: (franciscoalcaide.com) es uno de los
más seguidos en el área de management y self–management, y recientemente premiado con la medalla
de oro en los Premios Blogosfera RRHH 2012. Es autor, sólo o en colaboración, de seis libros, el último
de ellos Fast Good Management
La primera pregunta sería: ¿Por qué no te das la oportunidad de ser la persona que te gustaría ser? En
mi experiencia, muchas decisiones “erróneas” no son más que producto de dos miedos: miedo a la
incertidumbre y miedo al rechazo. Por ello, las preguntas irían encaminadas a desmantelar los límites
que los generan y a tomar conciencia del sinsentido de muchos de ellos: ¿A qué tienes miedo? ¿Qué
puede pasar si no sale bien? ¿Por qué no das el paso? ¿Qué te ata? ¿Qué te impide realizar lo que
quieres? ¿Cuál es el problema real de que tu decisión no les guste a algunas personas? Cuando uno
verbaliza y responde sinceramente ciertas preguntas que llevan a otras cada vez más comprometidas
con un interlocutor válido, en realidad uno ve que no tiene escapatoria. Las preguntas deben ir
encaminadas a tomar conciencia de que:
1. Cuando abrazas la incertidumbre, el miedo desaparece. Uno de los errores habituales que
cometemos es hacer depender en exceso nuestra satisfacción del resultado final. Lo vemos todo
como una bendición o una maldición, y de lo que se trata también es de disfrutar mucho del
camino. El fracaso no existe, sólo las experiencias y las consecuencias. De una manera u otra,
todo suma.
2. Cuando te liberas del ego, el miedo desaparece. A menudo somos víctimas de las expectativas
de los demás. Nos identificamos con nuestro ego, que no es otra cosa que confundir lo que
somos (esencia) con lo que tenemos (dinero), hacemos (trabajo) o nos valoran
(reconocimiento). Ello nos lleva a vivir en un disfraz, en un personaje distinto al que somos; el
ego es la gran mentira de la vida y genera mucha frustración interior.
1. Sentimientos (aficiones). ¿Qué es lo que más te gusta hacer? ¿De qué hablas en tu tiempo
libre? ¿Qué tipo de libros lees? ¿Qué webs sigues? ¿Qué programas de televisión ves? En
definitiva, qué temas te gustan y te hacen sentir bien. Los sentimientos son siempre un buen
indicador de aquello con lo que más conectamos y sintonizamos, un reflejo de nuestro ‘yo’ más
profundo con el que nos identificamos.
2. Motivaciones (necesidades). Todos tenemos diferentes motivaciones (conocimiento,
seguridad, poder, servicio, reconocimiento, reto, afecto) pero en cada persona ponderan de
manera diferente y siempre prevalecen unas sobre otras. ¿Lo que más te apasiona es el
conocimiento? Dar clase, investigar o escribir probablemente es lo tuyo; ¿El reto es
imprescindible en tu día a día? Parece que te atrae el mundo de los emprendedores; ¿La
seguridad laboral es una necesidad en tu vida? La administración pública parece una opción;
¿Tienes altas necesidades de reconocimiento? Busca empleos con visibilidad social.
3. Habilidades (personalidad). Formúlate algunas de las siguientes preguntas: ¿Prefieres estar en
despacho o en la calle? ¿trabajar en equipo o de manera más solitaria? ¿necesitas libertad o
directrices claras? ¿cobrar por resultados o nómina muy segura? ¿la presión te motiva o te
causa estrés? ¿te gusta viajar o prefieres algo más reposado?
El engarce oportuno de esas tres patas, mezcla de aficiones, necesidades y personalidad, hacen un buen
guiso. Lo más importante es ser honesto con uno mismo y no engañarse. Creo que el éxito está en
hacer del ocio un negocio. Si tienes talento para algo, no renuncies a él, concentra tus energías en
ponerlo en valor, en profesionalizar tu pasión. Owen Gehry, arquitecto del Museo Guggenheim, decía
una vez: «Tu mejor obra es la expresión de tu propia persona. Tienes que comprender que tu firma es
única. Si partes de ahí, tienes una oportunidad».
TERCERA PREGUNTA. ¿Cuáles son, según tu opinión y experiencia, las claves del éxito
profesional y/o personal que debería tener en cuenta un joven?Desde mi punto de vista, las
siguientes:
2. EMPIEZA PEQUEÑO
Lo hemos comentado aquí muchas veces, pero lo volvemos a repetir. Muchos procesos de
Desarrollo Personal fracasan por querer ir demasiado rápido. No hay metas no realistas, sólo
tiempos no realistas. Todo es posible si te das el tiempo necesario. De ello ya hablamos en el post La
virtud más difícil de encontrar. Mucha gente, con el objetivo de llegar rápido a destino, se exige
demasiado para llegar antes, pero como eso es ir contra natura, y entonces no consigue lo que se
propone, se frustra y ello le lleva a abandonar. La mejor filosofía en el Desarrollo Personal es: Poco
+ Poco = Mucho. Un poco sin importancia, sumado a otro poco sin importancia, más otro poco sin
importancia... acaba siendo mucho. Ron Scolastico lo expresaba de esta manera: «Si todos los días
vas a un árbol muy grande y le pegas cinco hachazos, el árbol acaba cayendo por muy grande que
sea».
Siempre me ha gustado el ejemplo del bambú chino como metáfora de los procesos de cambio y
transformación personal. El bambú chino funciona de la siguiente manera. Después de plantada la
semilla, no se ve nada durante aproximadamente cinco años, salvo un brote muy diminuto. Todo el
crecimiento es subterráneo; se está construyendo una compleja estructura de raíces que se extiende
en vertical y horizontalmente por la tierra. Entonces, al final del quinto año, el bambú chino crece
velozmente hasta alcanzar una altura de veinticinco metros.
Algo muy similar ocurre con los procesos de desarrollo personal. Uno decide un buen día ir en
búsqueda de su Leyenda Personal; seguir su vocación, su pasión, sus sueños. Siembra y trabaja,
pero no ve resultados. Así un día tras otro; una temporada tras otra, pero todo parece que sigue
igual, que nada ocurre. Entonces, aparecen las dudas, los bajones, los momentos de debilidad
emocional...
Algunos, ante la incertidumbre del futuro, abandonan y prefieren plegar velas para navegar a puerto
seguro; otros, continúan, pero poco tiempo después, también desisten; y así otros más cada cierto
tiempo. Nada nuevo. Seth Godin en Salir del abismo escribe: «Muchas profesiones y muchos
mercados sacan provecho de quienes se dan por vencidos. La sociedad supone que usted se
rendirá. De hecho las empresas y las organizaciones cuentan con eso».
Sin embargo, hay un pequeño grupo minoritario que hace suya la máxima de Woody Allen de que «el
90% del éxito es insistir», y se mantienen firmes, rumbo a destino a pesar de los fuertes vientos que
azotan el barco. Y de repente, un día todo se precipita, y el crecimiento es exponencial. El día anterior
era otro de esos días en que uno pensaba abandonar, y de repente aparece la luz. «La hora más
oscura de la noche es la que precede al alba», dice la sabiduría popular.
Hablar de futuro, es hablar de FE (con mayúsculas). Y hablar de FE, es creer en algo de lo que no
se tiene evidencia. Uno tiene que confiar (confianza viene de latín, cum-fidia, esto es, con fe), que si
trabajas, perseveras y no renuncias, los resultados acabarán llegando. Pero como no hay nadie que
nos lo pueda garantizar, la Resistencia Emocional es esencial; ser mentalmente fuerte para no
venirse abajo cuando todo invita a abandonar.
Todas las biografías que han alcanzado cumbres altas señalan a la Paciencia como un ingrediente
indispensable. Así, el ensayista francés Marcel Brian (1895–1984) aseguraba: «El genio no es más
que una larga paciencia»; Ghandi, líder de referencia en el que inspirarse, decía: «Perder la
paciencia es perder la batalla». Teresa de Jesús igual: «La paciencia todo lo alcanza». Lo mismo
que el político británico George Savile: «Quien es un maestro en paciencia, es un maestro en
todo». Y Peter Senge, autor de La Quinta Disciplina, apunta: «Un bebe tarda nueve meses en nacer
con independencia de que mucha gente se ponga a trabajar en el empeño».
El otro día Andrés Pérez Ortega (@marcapersonal) hablaba también de este tema en su
post: ¿Cuántos años tienes? (échale un vistazo). Nada que merece la pena se construye de un día
para otro. Y si es así, hay que empezar a sospechar que está levantado sobre materiales de barro,
con lo que no es difícil de pronosticar su desenlace. Como un dicho inglés afirma: Easy come, easy
go.
3. ACTÚA AHORA
En el post 10 rasgos que definen a las personas que consiguen resultados ya decíamos que las
personas que consiguen resultados Son personas de Acción. Si decides hacer algo y no actúas en
realidad no has decidido nada. La acción es la verdadera medida de la inteligencia. Son personas
que no esperan a que se den las circunstancias perfectas, a contar con todos los medios a su
alcance, o a ver todo el camino por delante. Son personas que se ponen en movimiento y sobre la
marcha van descubriendo las soluciones. Cuando uno se pone a caminar está provocando que
ocurran cosas. Lo peor es el inmovilismo, quedarse quieto, parado a que venga la inspiración divina
o aparezcan las circunstancias idóneas. Nunca ocurre y encima el tiempo pasa. Y el tiempo es la
variable más importante con la que contamos las personas, porque el tiempo es el que es y se agota;
no se puede recuperar, reciclar y nada. Cada hora que pasa y no se aprovecha, se pierde. Por eso
Karen Lamb decía: «Dentro de un año te arrepentirás de no haber empezado hoy”. El secreto de
avanzar es siempre comenzar». En definitiva, move forward.
Por mi parte, he tenido la oportunidad de participar en una mesa redonda junto a Eugenio de Andrés
(@rrhhypersonas) (Socio Director de Tatum y Premio Most Valuable Speaker 2012) y Mireia Ranera
(@mranera) (Socia Directora de Incipy), con motivo de la entrega de los Premios del Observatorio
de RRHH 2012.
He centrado mi intervención en el mundo del Desarrollo Personal, ya que es uno de los temas que
más interés suscitan en este blog. He comenzado diciendo que existe un error habitual y es pensar
que las personas que consiguen resultados, digamos “excepcionales”, que a muchas personas les
gustaría lograr, son gente “especial”, dotada de talentos innatos o que la naturaleza les ha señalado
como los elegidos. No es así. Son gente como cualquiera, pero que sí aglutinan una serie de
características, que lo más importante es que están al alcance de todos.
He concluido mi intervención con una idea: Dentro de cada persona hay un gran poder interior, y la
cuestión es si ese poder está activado o no. La gente que consigue resultados es gente que ha
activado, consciente o inconscientemente, ese poder. La principal debilidad humana es que nos
infravaloramos, que creemos que no somos lo suficientemente buenos. A menudo vamos por la vida
con el freno de mano echado. Nuestra vida es un reflejo de nuestra autoestima que no es otra cosa
que la reputación que tenemos de nosotros mismos; si esa reputación no es elevada es difícil que
ocurran cosas grandes. Por ello lo primero y más importante que hay que aprender es aprender a
creer en uno mismo. Cada persona es mucho más que lo que ella piensa de sí misma. Cuando
conseguimos liberarnos de todas creencias, límites y miedos que nos atan, a partir de ahí cualquier
meta está a nuestro alcance. Y ojo, que diga que cualquier meta esté a nuestro alcance no quiere
decir que sea fácil. Como hemos visto: hay que tener claro lo que se quiere, pasar a la acción, ser
disciplinado, no perder el foco, tener paciencia, poner la responsabilidad en uno mismo, tener una
fuerte determinación por la que queremos, cultivar hábitos mentales sanos, moverse en los entornos
adecuados y finalmente tener una actitud de mejora continua.