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En un principio sólo existía Caos, que era un abismo sin fondo en el cual se

encontraban los cuatro elementos, (el agua, la tierra, el fuego y el aire). De él


emergieron: Gea, la Diosa de la tierra; Oriri, Dios padre sol de la conciencia; y Ventos,
el Dios del aire.

Gea, junto con Oriri y su luz, cobró personalidad y comenzó a engendrar por sí sola
las plantas, las rocas, los árboles y los animales.

Ventos demostró su poder y fuerza e hizo elevar partes de la tierra, formándose así
las montañas. Lo que despertó a tristeza en Caos al sentir que ya no lo necesitaban.

Por causa de la tristeza que habitaba en Caos, emergió un llanto que no cesaba. Al
caer sobre las grietas de Gea, (producidas por los movimientos que sufrió al elevarse
las montañas en ella), se originaron los océanos, mares, ríos, lagos y lagunas.

Al cortar el llanto, él observó todo lo que se había creado y notó que en eso, todavía
faltaba algo, algo que pudiera demostrar lo que sentía hacia sus hijos. Entonces, creó
a Eros, el Dios del amor.

Después de un tiempo, Eros se enamoró de una de las hijas de Oriri; Finis, la diosa de
la noche, también se enamoró de él. Se casaron y tuvieron dos hijos, llamados
Prometo y Ágape.

Una tarde, Ágape se puso a idear una forma de enorgullecer a sus padres; por lo que
creó seres semejantes a ellos. Moldeó los cuerpos con barro; cortó un pedazo de su
propio cabello y lo multiplicó hasta conseguir la cabellera entera de cada cuerpo; con
su magia les dio vida e inmortalidad. Eran seres puros, que sentían igual que los
dioses, sólo que eran puros de bondad y felicidad.

Ella, al contemplar su maravillosa creación, buscó a sus padres y a su hermano para


mostrarles lo que había conseguido.

Prometeo sintió envidia al ver el orgullo que sus padres sentían por la hermana;
debido a eso, quiso alterar las creaciones, dándoles de beber un elíxir que los
convertiría en seres mortales y con maldades más fuertes que la que los propios
dioses podían tener.

Les hizo creer que lo que estaba obsequiándoles, al beberlo, les concedería su mayor
deseo. Esa fue la razón por la cual éstos seres ingenuos, bebieron felices tal veneno
creado con tanto odio y envidia.

Ágape al darse cuenta de lo que habían sufrido sus seres no divinos, se enfureció
tanto, que ideó una forma de vengarse.

Prometeo siempre deseó poder volar, y su hermana lo sabía perfectamente; por lo


cual, le regaló un caballo con alas enormes que lo podrían llevar hacia donde él
quisiera. Él, abrumado por la felicidad de saber que iba por fin a poder lograr uno de
sus más deseados sueños, se montó en el regazo de su obsequio y emprendió un
vuelo guiado por el nuevo ser.

Lo que este dios no sabía, era que Ágape había entrenado al caballo para que lo
llevara a una parte del mundo que estaba inundada del llanto de Caos, y atormentada
por las prácticas del uso de poder que ejercía Ventos.

Al llegar a allí, el volador se asustó y empezó a volar demasiado fuerte, tan fuerte que
Prometeo se desprendió de él y quedó en un abismo divisible en el cielo como un
satélite de Gea.

Es así como se formaron la Tierra, la Luna, la vida y la muerte.

Agustina Martínez y Elías Giocco.


4to 3era.

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