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Gea, junto con Oriri y su luz, cobró personalidad y comenzó a engendrar por sí sola
las plantas, las rocas, los árboles y los animales.
Ventos demostró su poder y fuerza e hizo elevar partes de la tierra, formándose así
las montañas. Lo que despertó a tristeza en Caos al sentir que ya no lo necesitaban.
Por causa de la tristeza que habitaba en Caos, emergió un llanto que no cesaba. Al
caer sobre las grietas de Gea, (producidas por los movimientos que sufrió al elevarse
las montañas en ella), se originaron los océanos, mares, ríos, lagos y lagunas.
Al cortar el llanto, él observó todo lo que se había creado y notó que en eso, todavía
faltaba algo, algo que pudiera demostrar lo que sentía hacia sus hijos. Entonces, creó
a Eros, el Dios del amor.
Después de un tiempo, Eros se enamoró de una de las hijas de Oriri; Finis, la diosa de
la noche, también se enamoró de él. Se casaron y tuvieron dos hijos, llamados
Prometo y Ágape.
Una tarde, Ágape se puso a idear una forma de enorgullecer a sus padres; por lo que
creó seres semejantes a ellos. Moldeó los cuerpos con barro; cortó un pedazo de su
propio cabello y lo multiplicó hasta conseguir la cabellera entera de cada cuerpo; con
su magia les dio vida e inmortalidad. Eran seres puros, que sentían igual que los
dioses, sólo que eran puros de bondad y felicidad.
Prometeo sintió envidia al ver el orgullo que sus padres sentían por la hermana;
debido a eso, quiso alterar las creaciones, dándoles de beber un elíxir que los
convertiría en seres mortales y con maldades más fuertes que la que los propios
dioses podían tener.
Les hizo creer que lo que estaba obsequiándoles, al beberlo, les concedería su mayor
deseo. Esa fue la razón por la cual éstos seres ingenuos, bebieron felices tal veneno
creado con tanto odio y envidia.
Ágape al darse cuenta de lo que habían sufrido sus seres no divinos, se enfureció
tanto, que ideó una forma de vengarse.
Lo que este dios no sabía, era que Ágape había entrenado al caballo para que lo
llevara a una parte del mundo que estaba inundada del llanto de Caos, y atormentada
por las prácticas del uso de poder que ejercía Ventos.
Al llegar a allí, el volador se asustó y empezó a volar demasiado fuerte, tan fuerte que
Prometeo se desprendió de él y quedó en un abismo divisible en el cielo como un
satélite de Gea.