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MUÉVETE
TOCA
ESCUCHA
*Recuéstate en silencio y presta atención de todas las cosas que puede ser
escuchado. Escucha a las personas, lo que verdaderamente están expresando.
Escucha hasta el final de cada canción. Escucha tu voz interna, esa que solo
atiendes cuando el desconcierto de cada día disminuye. Oye el murmullo de las
hojas, el aclamado de las ranas, el rechinamiento de la madera prendiendo en tu
chimenea. Escucha con el corazón y siempre atiende aquello que jamás es
hablado.
SIENTE
CONFÍA
*Tú conoces lo que necesitas saber, interrumpe tus dudas. Aquel cosquilleo
íntimo simboliza la verdad y lo emplearas de la mejor manera. Te desconsuelas
cuando desconoces o niegas tu conocimiento. Ten presente que: Cada uno sabe lo
que uno necesita par ser feliz. Si haces algo demorándote todo un día sin darte
cuenta, significa que es lo que debes hacer. Si te fascina recorrer al lado del
océano, encuentra la forma de llegar allí. Confía plenamente en ti.
REÚNETE
*Con las personas que amas de ambos sexos, toma el té acompañado, recorre
en grupo por el bosque, dialoga y exprésate, repasa en voz alta para otros.
Aclama que eres diferente a los demás, como tu piel, tu fisonomía y tus relatos
son distintos a los demás y a su vez son íntegramente parecidas. Cocina y
almuerza en grupo.
RECIBE
1 Desmantela tu armadura
Con frecuencia tememos ser felices y saboteamos nuestras ilusiones porque
pensamos que no merecemos la felicidad y nos da miedo tratar de alcanzarla. La
forma más sencilla y frecuente de protegernos y mantenernos a salvo es construir
una armadura de acero en la que encerramos nuestros sueños y deseos para que
nadie pueda alcanzarlos ni destruirlos. Y, por supuesto, el resultado es que jamás
damos un solo paso para hacerlos realidad. Acepta que al reprimir tus sueños no
los proteges, sino que impides que se realicen.
Haz esfuerzos verdaderos para convertirlos en realidad. Esta decisión te puede
llevar a correr algunas desilusiones y desengaños; pero también te llevará a
éxitos que de otra manera no lograrías jamás.
Si quieres dejar a tu paso un aroma agradable, basta con que rocíes tu perfume
al aire y te coloques debajo del rocío para impregnar sutilmente tu pelo y tu
ropa. Pero si deseas que el aroma te gratifique sólo a ti, debes rociarte el
perfume muy cerca de la piel.