Los cambios cíclicos en la secreción de hormonas gonadotrópicas por la
adenohipófisis producen los cambios ováricos durante un ciclo menstrual. El ciclo ovárico se acompaña de cambios cíclicos en la secreción de estradiol y progesterona, lo cual produce modificaciones en el endometrio del útero durante un ciclo menstrual. Los humanos, los simios y los monos del Viejo Mundo tienen ciclos de actividad ovárica que se repiten a intervalos aproximados de un mes; de ahí el nombre de ciclo menstrual (menstru, “mensual”). Se utiliza el término menstruación para indicar el desprendimiento periódico del estrato funcional del endometrio, el cual se engrosa antes de la menstruación bajo la estimulación de las hormonas esteroides ováricas. En los primates (diferentes a los monos del Nuevo Mundo) este desprendimiento del endometrio se acompaña de hemorragia. No hay hemorragia cuando la mayor parte de los otros mamíferos desprenden su endometrio y por tanto sus ciclos no se denominan ciclos menstruales. En las mujeres y en otros primates que tienen ciclos menstruales, el coito (relación sexual) puede permitirse en cualquier momento del ciclo. Los mamíferos hembras no primates, en cambio, son sexualmente receptivos (en “calor” o “estro”) sólo en un determinado tiempo de sus ciclos, poco antes o después de la ovulación; por tanto, se dice que estos animales tienen ciclos estrosos. La hemorragia ocurre en algunos animales (como perros y gatos) que tienen ciclos estrosos poco antes de que permitan el coito. Esta hemorragia se debe a la gran secreción de estrógenos y no se acompaña de desprendimiento del endometrio. En cambio, la hemorragia que se acompaña de menstruación se debe a un descenso de la secreción de estrógenos y progesterona. Fases del ciclo menstrual: cambios cíclicos en los ovarios La duración del ciclo menstrual suele ser alrededor de 28 días; puesto que es un ciclo, no hay principio ni final, y los cambios por lo general son graduales. Sin embargo, es conveniente llamar al primer día de la menstruación “día uno” del ciclo, pues el flujo de sangre menstrual es el más evidente de los cambios que ocurren. Asimismo, es conveniente dividir el ciclo en fases basándose en los cambios que ocurren en el ovario y en el endometrio. Los ovarios se encuentran en la fase folicular desde el primer día de la menstruación hasta el día de la ovulación. Después de esta última, los ovarios se encuentran en la fase lútea hasta el primer día de la menstruación. Los cambios cíclicos del endometrio se denominan fases menstrual, proliferativa y secretora. Éstas se describirán por separado. Se debiera hacer notar que la cronología que se utiliza en la siguiente descripción sólo representa promedios. Los ciclos individuales pueden mostrar considerable variación. Fase folicular La menstruación dura del día 1 al día 4 o 5 del ciclo promedio. Durante este periodo las secreciones de hormonas esteroides ováricas están en su grado más bajo y los ovarios sólo contienen folículos primordiales y primarios. Durante la fase folicular de los ovarios, que persiste desde el día 1 hasta casi el día 3 del ciclo (esta duración es muy variable), algunos de los folículos primarios crecen, presentan vesículas y se vuelven folículos secundarios. Hacia el término de la fase folicular, un folículo de un ovario alcanza la madurez y se convierte en un folículo de Graaf. Al crecer los folículos, las células de la granulosa secretan una cantidad creciente de estradiol (el principal estrógeno), que llega a su máxima concentración en la sangre dos días antes de la ovulación más o menos hacia el día 12 del ciclo. El crecimiento de los folículos y la secreción de estradiol son estimulados y dependen de la FSH secretada por la adenohipófisis. La cantidad de FSH secretada durante las primeras etapas de la fase folicular se considera que es levemente mayor que la que se secreta en la fase tardía folicular, aunque esto pueda variar de un ciclo a otro. La FSH estimula la producción de receptores de FSH en las células de la granulosa, de manera que los folículos cada vez se vuelven más sensibles a una determinada cantidad de FSH. Este incremento de la sensibilidad es aumentado por el estradiol, el cual también estimula la producción de nuevos receptores de FSH en los folículos. Como resultado, el efecto estimulador de la FSH sobre los folículos y su secreción de estradiol aumenta pese a la falta de un incremento de las cifras de FSH durante la fase folicular. Hacia el final de la fase folicular, la FSH y el estradiol también estimulan la producción de los receptores de LH propios del folículo de Graaf. Esto prepara el folículo de Graaf para el siguiente fenómeno importante en el ciclo. La elevación rápida de la secreción de estradiol por las células de la granulosa durante la fase folicular actúa sobre el hipotálamo aumentando la frecuencia de las pulsiones de GnRH. Además, el estradiol aumenta la capacidad de la hipófisis para responder a la GnRH con un incremento de la secreción de LH. Como resultado de este efecto estimulador, o de retroalimentación positiva, el estradiol sobre la hipófisis, hay un incremento de la secreción de LH en la fase folicular tardía que culmina en un pico de secreción de LH. El pico de secreción de LH comienza unas 24 horas antes de la ovulación y alcanza su máxima intensidad unas 16 horas antes de la ovulación. Durante este aumento de la secreción es el que detona la ovulación; puesto que la GnRH estimula a la adenohipófisis para secretar tanto FSH como LH, ocurre un incremento simultáneo y más leve de la secreción de FSH. Algunos investigadores consideran que este pico de secreción de FSH a la mitad del ciclo hace las veces de un estímulo para el desarrollo de nuevos folículos para el siguiente ciclo del mes. Ovulación Bajo la influencia de la estimulación de la FSH, el folículo de Graaf alcanza tal tamaño que se convierte en una “ampolla” de pared delgada en la superficie del ovario. El crecimiento del folículo se acompaña de un aumento rápido de secreción de estradiol. Este incremento rápido de estradiol, a su vez, desencadena el aumento de secreción de LH más o menos en el día 13; por último, el aumento de la secreción de LH hace que la pared del folículo de Graaf se rompa aproximadamente el día 14. En el curso de la ovulación, un segundo ovocito, detenido en la fase II de la meiosis, es liberado por el ovario y arrastrado por los cilios hacia una trompa de Falopio. El ovocito ovulado todavía está rodeado por una zona pelúcida y una corona radiada conforme comienza su viaje hacia el útero. Por consiguiente, ocurre la ovulación como resultado de los efectos sucesivos de la FSH y la LH sobre los folículos ováricos. Por medio del efecto de retroalimentación positiva del estradiol sobre la secreción de LH, el folículo en un sentido establece el tiempo para su propia ovulación. Esto se debe a que la ovulación es desencadenada por un aumento de secreción de LH, y este es detonado por el incremento de la secreción de estradiol que ocurre mientras el folículo crece. De esta manera, el folículo de Graaf normalmente no es ovulado hasta que ha alcanzado el tamaño y el grado de maduración apropiados. Fase lútea Después de la ovulación, el folículo vacío es estimulado por la LH para convertirse en una nueva estructura: el cuerpo lúteo; esta modificación de la estructura se acompaña de un cambio en la función. Si bien los folículos en desarrollo secretan sólo estradiol, el cuerpo lúteo secreta estradiol y progesterona. Las concentraciones de progesterona en la sangre son insignificantes antes de la ovulación, pero aumentan con rapidez hasta un grado máximo durante la fase lútea, aproximadamente una semana después de la ovulación (fi guras 20-32 y 20-33). Estos cambios ocurren debido a que el desarrollo del endometrio está determinado por los cambios cíclicos de la secreción de estradiol y progesterona de los ovarios. Se pueden identificar tres fases basándose en los cambios observados en el endometrio, a saber: 1) fase proliferativa; 2) fase secretora, y 3) fase menstrual. La fase proliferativa del endometrio se presenta mientras el ovario todavía está en la fase folicular. Las cantidades crecientes de estradiol secretado por los folículos en etapa de desarrollo estimula el crecimiento (proliferación) del estrato funcional del endometrio. En el humano y otros primates, los vasos sanguíneos arrollados llamados arterias raquídeas se presentan en el endometrio durante esta fase.Las altas concentraciones de progesterona en combinación con el estradiol durante la fase lútea ejercen un efecto inhibidor o de retroalimentación negativa sobre la secreción de FSH y LH. Asimismo, hay indicios de que el cuerpo lúteo produce inhibina durante la fase lútea, la cual ayuda a suprimir la secreción o la acción de la FSH. Esto sirve para retrasar el desarrollo de folículos nuevos, de manera que la ovulación adicional normalmente no ocurre durante ese ciclo. De esta manera, se evitan múltiples ovulaciones (y posibles embarazos) en los días sucesivos del ciclo. Sin embargo, nuevos folículos comienzan a desarrollarse hacia el final de un ciclo en preparación para el siguiente. Esto puede deberse a una menor producción de inhibina hacia el final de la fase lútea. Las concentraciones de estrógeno y progesterona también descienden durante la fase lútea tardía (comenzando alrededor del día 22) debido a que el cuerpo lúteo experimenta regresión y deja de funcionar. En los mamíferos inferiores, la disminución de la función del cuerpo lúteo se debe a una hormona llamada luteolisina, la cual es secretada por el útero. Hay pruebas de que la luteolisina en el ser humano puede ser prostaglandina F2α, pero los mecanismos de la regresión del cuerpo lúteo en el ser humano todavía no se comprenden del todo. La luteólisis (degradación del cuerpo lúteo) puede prevenirse por las elevadas concentraciones de LH, pero éstas se mantienen bajas durante la fase lútea a consecuencia de la retroalimentación negativa que ejercen los esteroides ováricos. A través de su secreción de estradiol y progesterona, el cuerpo lúteo en cierto sentido produce su propio deceso. Con la disminución de la función del cuerpo lúteo, el estrógeno y la progesterona descienden a concentraciones muy bajas hacia el día 28 del ciclo. La falta de los esteroides ováricos produce menstruación y permite el avance de un nuevo ciclo del desarrollo del folículo. Cambios cíclicos en el endometrio Además de la descripción del ciclo femenino por lo que respecta a la función ovárica, el ciclo también puede describirse en función de los cambios que ocurren en el endometrio del útero bién estimula la producción de proteínas de receptor para la progesterona en esta etapa, en preparación para la siguiente fase del ciclo. La fase secretora del endometrio ocurre cuando el ovario está en su fase lútea. En esta fase, el incremento de la secreción de progesterona por el cuerpo lúteo estimula el desarrollo de las glándulas uterinas. Como resultado de las acciones combinadas de estradiol y progesterona, el endometrio se engrosa, se vasculariza y adquiere un aspecto “esponjoso” y las glándulas uterinas se congestionan con glucógeno durante la fase siguiente a la ovulación. Por tanto, el endometrio está bien preparado para aceptar y nutrir un embrión en caso de que ocurra la fecundación. La fase menstrual ocurre como resultado del descenso de la secreción de hormonas ováricas durante la fase lútea tardía. La constricción de las arterias espirales puede producir necrosis (muerte celular) y esfacelación del estrato funcional del endometrio. Parecería que las arterias espirales intervienen en la hemorragia menstrual, ya que los animales que carecen de estas arterias no sangran cuando se desprende su endometrio. Las altas concentraciones de secreción de estradiol, por ejemplo producen cornificación del epitelio vaginal (las células superiores mueren y se llenan de queratina). Las altas concentraciones de estradiol también originan la producción de un moco cérvico-uterino delgado y acuoso que fácilmente es penetrado por los espermatozoides. Durante la fase lútea del ciclo, las altas concentraciones de progesterona hacen que el moco cérvico-uterino se engrose y se vuelva agresivo después de que ha ocurrido la ovulación. Efectos de feromonas, estrés y tejido adiposo corporal Puesto que la GnRH estimula a la adenohipófi sis para que secrete FSH y LH, las neuronas hipotalámicas liberadoras de GnRH podrían considerarse las principales reguladoras del sistema reproductor. Sin embargo, la liberación de GnRH es regulada por efectos de retroalimentación de las hormonas ováricas y por los impulsos nerviosos procedentes de los centros cerebrales superiores. Debido a los impulsos nerviosos dirigidos a las neuronas secretoras de GnRH desde el sistema olfativo, las feromonas pueden hacer que el ciclo menstrual de compañeras se sincronice. Pruebas recientes indican que este efecto feromonal en el ser humano se debe a la estimulación de las neuronas olfativas en la mucosa nasal. El sistema límbico del cerebro comprende las regiones que intervienen en las emociones. Los axones se extienden desde el sistema límbico hasta las neuronas liberadoras de GnRH del hipotálamo. Por medio de estas vías neurales, la secreción de GnRH y, por tanto, de FSH y LH, están sujetas a la influencia del estrés y las emociones. Tomando en cuenta esto, no es de sorprender que el estrés pueda incluso causar un cese de la menstruación, o amenorrea. Muchas niñas que son muy delgadas o atléticas tienen un retraso de la menarquia, y las mujeres con escaso tejido adiposo corporal pueden tener ciclos irregulares o amenorrea. La amenorrea funcional es el cese de la menstruación causada por la estimulación inadecuada de los ovarios por la FSH y la LH lo cual, a su vez, se debe a la liberación inadecuada de GnRH por el hipotálamo. La amenorrea funcional muy a menudo se observa en las mujeres delgadas y atléticas, al igual que en las mujeres sometidas a estrés prolongado. El ejercicio físico intenso puede suprimir la secreción de GnRH y la reducción del programa de ejercicios puede invertir la amenorrea producida por el entrenamiento atlético riguroso. La leptina, secretada por los adipocitos, regula el hambre y el metabolismo; también afecta de manera indirecta a las neuronas secretoras de GnRH del hipotálamo. Debido a esto, es necesaria una cantidad suficiente de tejido adiposo y de secreción de leptina para la ovulación y reproducción, y la adiposidad inadecuada (y secreción de leptina) puede producir una amenorrea funcional. Se ha mostrado que el tratamiento con leptina exógena beneficia a mujeres que tienen amenorrea funcional al estimular la secreción pulsátil de GnRH e inducir periodos menstruales. Métodos anticonceptivos Píldora anticonceptiva Vendidos desde 1960, los anticonceptivos orales son utilizados en la actualidad por cerca de 10 millones de mujeres estadounidenses y 60 millones de mujeres en todo el mundo. Por lo general constan de un estrógeno sintético combinado con una progesterona sintética en forma de comprimidos que se toman una vez al día durante tres semanas después del último día de un ciclo menstrual. Estos procedimientos producen un incremento inmediato de las concentraciones sanguíneas de esteroides ováricos (por el anticonceptivo), que se mantienen durante el periodo normal de un ciclo mensual. Como resultado de la inhibición de la secreción de gonadotropina por retroalimentación negativa, nunca ocurre la ovulación. Todo el ciclo es como una fase lútea falsa, con altas concentraciones de progesterona y estrógeno y bajas concentraciones de gonadotropinas. Puesto que los anticonceptivos orales contienen las hormonas esteroides ováricas, el endometrio prolifera y se vuelve secretor de la misma manera que durante un ciclo normal. Para evitar un crecimiento anormal del endometrio, las mujeres dejan de tomar los comprimidos de esteroides después de tres semanas (se toman comprimidos de placebo durante la cuarta semana). Esto hace que desciendan las concentraciones de estrógeno y progesterona y permite que ocurra la menstruación. Método del ritmo Los estudios han demostrado que la posibilidad de un embarazo se acerca a cero si el coito ocurre más de seis días antes de la ovulación y que la posibilidad es muy baja si el coito ocurre más de un día después de la ovulación. La fecundación muy posiblemente se produce cuando el coito tiene lugar uno o dos días antes de la ovulación. No hay indicios de diferencias en el cociente sexual de lactantes concebidos en estos tiempos diferentes. Los cambios cíclicos de la secreción de hormona ovárica también producen cambios cíclicos en la temperatura corporal basal. En el método del ritmo de control de la natalidad, una mujer mide su temperatura corporal basal por vía oral después de despertarse para determinar cuándo ha ocurrido la ovulación. En el día del pico de LH, cuando comienza a disminuir la secreción de estradiol, hay un descenso leve de la temperatura corporal basal. A partir del día uno, aproximadamente, después del pico de LH, la temperatura corporal basal aumenta de manera brusca como resultado de la secreción de progesterona y permanece elevada durante toda la fase lútea del ciclo (fi gura 20-36). El día de la ovulación para ese ciclo del mes puede determinarse con precisión mediante este método, por lo cual es útil si se desea la concepción. Sin embargo, el día del ciclo en el cual ocurre la ovulación es muy variable en muchas mujeres, por lo que el método del ritmo puede no ser fiable para pronosticar el día de la ovulación para el siguiente ciclo mensual y, por tanto, no es fiable para el control de la natalidad. La píldora anticonceptiva es un medio estadísticamente más eficaz de control de la natalidad. Menopausia El término menopausia significa “pausa en las menstruaciones”, y designa el cese de actividad ovárica y de menstruación que ocurre alrededor de los 50 años de edad. Durante los años después de la menopausia, lo cual constituye casi un tercio de la vida de una mujer, los ovarios experimentan agotamiento de folículos y dejan de secretar estradiol e inhibina. El descenso del estradiol se debe a los cambios en los ovarios, no en la hipófisis; de hecho, la secreción de FSH y LH por la hipófisis está aumentada debido a una falta de retroalimentación negativa por el estradiol y la inhibina. El único estrógeno que se encuentra en la sangre de mujeres posmenopáusicas es el estrógeno débil estrona, formado por las células mesenquimatosas en el tejido adiposo. La estrona se forma por los estrógenos débiles, como la androstenediona y la dehidroepiandrosterona (DHEA), secretada por la corteza suprarrenal. Dado que el tejido adiposo es la única fuente de estrógeno, las mujeres posmenopáusicas que tienen más tejido adiposo presentan concentraciones más altas de estrógeno y menos propensión a la osteoporosis. La falta de la secreción de estradiol por los ovarios es lo que causa los múltiples síntomas de la menopausia; éstos comprenden alteraciones vasomotoras y atrofi a urogenital. Las alteraciones vasomotoras producen los “bochornos” de la menopausia, en tanto que un descenso de la temperatura corporal total se acompaña de sensaciones de calor y perspiración abundante. La atrofia de la uretra, la pared vaginal y las glándulas vaginales se presentan y esto se acompaña de una pérdida de la lubricación. Asimismo, hay un incremento del riesgo de enfermedad cardiovascular ateroesclerótica y un incremento del avance de la osteoporosis.