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El amor y lo femenino

 Pblicado: Ago 02 2014

Silvia Ons /EOL

Sabemos de los profundos cambios vinculados con el lugar de las mujeres en el mundo y que marcan
entre la mitad del siglo pasado y este, un desarrollo sin precedentes en la historia. Su inserción el
mundo laboral, la separación de la sexualidad de la maternidad con la aparición de los
anticonceptivos, su participación en ámbitos públicos y universitarios y ni que decir de su acceso a la
investidura presidencial inimaginable otrora. Sin embargo la condición femenina padece desde
siempre una segregación a veces discreta y otras abiertamente declarada como reflejo de la imposible
integración de la femineidad en el espíritu humano. Las mujeres se destacan, no hay duda, pero cabe
pensar si en su goce son en realidad tan modernas, de hecho la necesidad de amor sigue vigente y
ningún lugar en lo social alcanza difícilmente para suplirlo.

Sabido es que Freud se preguntó por el deseo de


una mujer a pesar de las orientaciones fálicas dibujadas en los tres caminos que pensó para su
destino. A fines de 1924, tratando de resolver algunos enigmas planteados por Abraham sobre la
sensibilidad del clítoris y de la vagina confesó que sobre el tema no sabía absolutamente nada. En
1928 reiteró este desconocimiento cundo le confesó a Jones que “todo lo que sabemos del
desarrollo temprano femenino me parece insatisfactorio e inseguro”. Finalmente a Marie Bonaparte
le dirigió la famosa pregunta ¿Was will das weib? : ¿Qué quiere la mujer? La maternidad se presenta
entonces como la solución por el sesgo del “tener”, mientras que el enigma femenino es lo que resta
de ese tener. Por un lado afirmó que el deseo del pene sería quizás el deseo femenino por
excelencia[1] pero por el otro, la vida sexual de la mujer tenía para él algo de “continente negro”
como sitio misterioso e hierático afín con lo oculto y con el misterio. Lacan vio allí lo que no se deja
apresar en términos del goce masculino, ubicando al goce femenino como nunca había sido
descripto en la literatura psicoanalítica.
La literatura psicoanalítica clásica se centró en la temática de la envidia fálica, basándose en el lugar
prevalente que Freud le otorga en sus escritos sobre la femineidad Fue Lacan quien profundizó en la
temática del amor yendo más allá de la angustia de castración[2]. Menos se ha hablado acerca de su
relevancia en Freud, imposible de circunscribir al deseo de pene, aún en su derivación en deseo de un
hijo. Sin embargo fue él quien ubicó al temor a su pérdida como equivalente a la angustia de castración
en la mujer y así delimitó: el complejo de castración que se equipara en ella a la envidia fálica de la
angustia de castración que se corresponde con la falta de amor. Importa destacar la diferencia: en un
caso se trata de un objeto ya que Freud siempre marcó la objetalidad del pene y de niño mientras que
el otro concierne al amor:
“Y precisamente, en el caso de la mujer, parece que la situación de peligro de la pérdida de objeto
siguiera siendo la más eficaz. Respecto de la condición de angustia válida para ella, tenemos derecho
a introducir esta pequeña modificación: más que de la ausencia o de la pérdida real del objeto, se
trata de la pérdida del amor de parte del objeto”[3]

Tal distinción se manifiesta como esencial: la pendiente masculina se orienta hacia el objeto, la
femenina hacia el amor. En las equivalencias simbólicas descritas por Freud pene, niño, excremento,
regalo, dinero son los objetos cuyo símbolo “el pequeño” representa el valor fálico de cada una de
ellos. Así, la maternidad se encamina hacia tal línea sustitutiva en la lógica del tener, quizás por ello
antes se decía que una mujer embarazada estaba “de compras”. Si el fetichismo es típico del varón y
no de la mujer cuya característica es más bien la erotomanía, para muchos autores es el hijo quien
puede ocupar el lugar del fetiche erotizado. Sin embargo el tener no llega a recubrir la angustia ante
la pérdida de amor ya que en este caso, dice Freud no se trata del objeto pero: ¿qué es el amor? Vale
aquí recordar el decir de Kierkegaard[4] cuando afirma que es tan difícil definir su esencia como definir
el ser y entonces podemos advertir que el amor y lo femenino se aproximan en tanto cercanos a un
irrepresentable.

[1] Jones,E., Vida y obra de Sigmund Freud, Tomo II trad. Mario Carlisky, Bs As, Horné, 1976, p 439.
[2] Lacan, J., (2006): “La angustia”, El Seminario, Bs. As., Paidós págs. 53-65.
[3] Freud, S; (1987) “Inhibición, síntoma y angustia”, Obras completas Bs As Amorrortu editores, T XX,
p. 135.
[4] [4] Kierkegaard, S, (2006): Las obras del amor, Salamanca, Ediciones Sígueme ( trad: Demetrio
Rivero)
Tomado de: XXIII Jornadas Anuales de la EOL | Newsletter 8

http://nel-medellin.org/el-amor-lo-femenino/

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