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RETÓRICA
partir de los efectos que se producen con la configuración de sus discursos. En esta Universidad Colegio Mayor de Nuestra
dirección, sigo la ruta trazada por Paul Ricoeur cuando, al preguntarse por la Señora del Rosario. Pertenece al grupo Filoso-
constitución de la experiencia humana del tiempo, percibe el vínculo que existe fía y enseñanza de la filosofía. Libros: Aristóte-
Germán Vargas Guillén les. Retórica, pasiones y persuasión, Universi-
entre el tiempo y la narración. Para desarrollarla, el filósofo elabora el modelo de la
dad de Antioquia - Editorial San Pablo, 2011;
triple mímesis, con el que construye su proyecto de Tiempo y narración. Este
Y EMOCIONES
Roberto J. Walton
La constitución de la experiencia
humana del lugar
Retórica y Emociones
La constitución de la experiencia
humana del lugar
Retórica y emociones
La constitución de la experiencia
humana del lugar
Catalogación en la fuente - Biblioteca Central de la Universidad Pedagógica Nacional.
Incluye : Bibliografía
Este libro fue evaluado y aprobado para publicación mediante un proceso de arbitraje “doble ciego”
Corrección de estilo: Lorena Panche
Diseño y diagramación: Mauricio Salamanca
Este libro se deriva de mi investigación La constitución de la experiencia humana del lugar: retórica y
emociones y está enmarcado en la Estrategia de Sostenibilidad del Grupo de investigación Filosofía y
Enseñanza de la Filosofía 2013-2015.
Hecho el depósito legal que ordena la Ley 44 de 1993 y su decreto reglamentario 460 de 1995
A mis hijos Manuel Alberto, Natalia y a la
filosofía que alientan la vida y sus búsquedas
Índice
Introducción........................................................................................................11
CAPÍTULO I
Las emociones, la poética, la retórica y el lugar..................................15
El punto de partida: poética y retórica................................................................. 15
La constitución de la experiencia humana del tiempo....................................... 18
Qué puedo decir..................................................................................................... 27
Cómo insertar las emociones en el modelo de la triple mímesis...................... 28
De la experiencia humana del tiempo a la experiencia humana del lugar...... 35
Ricoeur: emociones y lugar.................................................................................... 37
CAPÍTULO II
Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones..........................43
Emoción, pasión y sentimiento en Ricoeur......................................................... 44
Las pasiones en el “Libro II” de la Retórica de Aristóteles................................. 53
CAPÍTULO III
Vivir con otros: los sentimientos.................................................................59
[7]
CAPÍTULO IV
La memoria archivada: la retórica, la historia, el lugar
y el espacio............................................................................................................75
La Retórica de Aristóteles...................................................................................... 75
Los lugares y la memoria........................................................................................ 77
La memoria archivada............................................................................................ 81
CAPÍTULO V
El giro del tiempo al espacio: a propósito de ricoeur...........................89
La constitución de la experiencia humana del espacio: arquitectura
y urbanismo............................................................................................................. 91
Un nuevo regreso a Aristóteles.............................................................................. 96
Retórica y lugar........................................................................................................ 96
CAPÍTULO VI
El espacio y el lugar: aristóteles-heidegger........................................ 101
La mirada griega sobre el espacio y el lugar....................................................... 102
La física contemporánea....................................................................................... 112
La mirada desde la fenomenología y la hermenéutica..................................... 114
CAPÍTULO VII
De la ciencia a la hermenéutica. Aristóteles-husserl-ricoeur..... 121
Aristóteles: la ciencia buscada............................................................................. 122
Husserl: la ciencia de la subjetividad.................................................................. 127
Ricoeur: de la ciencia a la hermenéutica............................................................ 129
CAPÍTULO VIII
La constitución de la experiencia humana del lugar: retórica y
emociones............................................................................................................ 135
Perspectiva para la interpretación....................................................................... 136
Chora y topos......................................................................................................... 137
Topos, el hábitat de los animales, la polis, la retórica y las pasiones.............. 139
Emociones, retórica-pasiones y lugar................................................................. 141
[8]
Consideraciones finales.................................................................................143
Bibliografía........................................................................................................147
[9]
Introducción
E
l propósito de esta investigación es indagar cómo con las pruebas re-
tóricas sobre las emociones, propuestas por Aristóteles en su Retórica,
se contribuye a la constitución de la experiencia humana del lugar. Mi
interés surge desde la preocupación por hacer de nuestros espacios lugares
para el encuentro y la habitación. Desde una perspectiva hermenéutica, esta
indagación se enmarca en una antropología filosófica, explorando la manera
en que se constituye la experiencia humana, a partir de los efectos que se pro-
ducen con la configuración de sus discursos. En esta dirección, sigo la ruta
trazada por Paul Ricoeur cuando, al preguntarse por la constitución de la ex-
periencia humana del tiempo, percibe el vínculo que existe entre el tiempo y la
narración. Para desarrollarla, el filósofo elabora el modelo de la triple mímesis,
con el que construye su proyecto de Tiempo y narración. Este modelo lo aplica,
más adelante, a la pregunta por la constitución de la experiencia humana del
espacio, a la que incorpora los vínculos que se tejen entre la narración, la me-
moria, la arquitectura y el urbanismo.
En mi indagación retomaré otra percepción, la de Aristóteles, quien ase-
gura que es un hecho que cada vez que hacemos un juicio sobre una acción
concreta y determinada las pasiones se presentan. Esto lleva a Aristóteles a
incorporar a su teoría sobre la retórica las pruebas sobre las pasiones con
las que el orador busca disponer a los oyentes de una determinada manera
para que formen su juicio, cuando evalúan si una acción humana concreta y
[11]
[12] Introducción
P
aul Ricoeur reconoce que para él, como lo fue para Aristóteles, la razón
se debe pensar conjuntamente con el deseo; sin embargo, cuando
afirma que accedemos a la experiencia humana del tiempo mediante
el entrecruzamiento que se produce, por efecto de la lectura desde los relatos
de ficción y de historia, el filósofo olvida, no obstante, las emociones que no
se dan sin el deseo. Presentaré, en la primera parte, su punto de partida desde
Aristóteles y la construcción de su modelo para señalar la ausencia en este de
las emociones y, en una segunda parte, haré algunas precisiones que muestran
la posibilidad de incorporarlas.
1
Paul Ricoeur. “Autocomprensión e historia”. En: Tomás Calvo Martínez. Remedios Ávila Crespo
(ed.),. Paul Ricoeur: Los caminos de la intepretación. Simposio Internacional sobre el pensamiento
filosófico de Paul Ricoeur. Barcelona: Editorial Anthropos, 1991.
[15]
[16] Luz Gloria Cárdenas Mejía
2
Editado originalmente en inglés en: The philosophy of Paul Ricoeur. Lewis Edwin Hahn, Chicago
and Lasalle, Illinois: Open Court, 1995. Luego, editado en francés: Reflexion faite. Autobiografie
intelectuelle. Paris: Editions Esprit, 1995. En español: Autobiografía intelectual. Buenos Aires: Ediciones
Nueva Visión, 1997.
3
Cf. P. Ricoeur. La metáfora viva. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1980, pp.17-69.
4
Paul Ricoeur. Autobiografía intelectual. Op.cit., p. 47.
“Metáfora es la traslación de un nombre ajeno, o desde el género a la especie, o desde la especie al
5
género, o desde una especie a otra especie, o según la analogía” (Po., 1457 b 6-9). Se utiliza la siguiente
versión al español: Aristóteles. Poética.Traduccción de Valentín García Yebra. Madrid: Gredos. 1992.
6
Ver su teoría de la metáfora en: Rh., 1405 a 3 - 1405 b 20, 1411 a 1- 1413 b 2. Se utiliza la siguiente
versión al español: Aristóteles. Retórica.Traduccción de Quintín Racionero. Madrid: Gredos. 1994.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [17]
lengua y, así, están disponibles para quien quiera utilizarlas. Los diccionarios
son testigo de esta historia de novedad y de sedimentación. Pero en la Metá-
fora viva se vislumbra lo que será su proyecto más interesante: “la metáfora
viva certificaba un parentesco oculto con otras formas de creación reguladas,
también tributarias de la semántica, tal como la producción de las intrigas en
el plano narrativo; este vínculo entre la metáfora y la puesta en intriga se acla-
raría diez años más tarde en Tiempo y narración I (1983)”7.
Varios años de ensayos y artículos separan la metáfora viva de Tiempo y
narración. En esta obra, Ricoeur se consagra al problema filosófico del tiempo.
Nunca antes había publicado algo sobre el tiempo. Solo lo hace, según sus
palabras, cuando es capaz de percibir una “conexión significativa entre la ‘fun-
ción narrativa’ y la ‘experiencia humana del tiempo’”8. A partir de esta per-
cepción, se encuentra con el concepto de distentio animi de Agustín y con la
teoría del mythos trágico de Aristóteles, con los que inicia el desarrollo de su
percepción inicial. En lo que sigue, se hará una presentación a grandes rasgos
de la propuesta de Ricoeur: plantearé simultáneamente la inquietud sobre la
ausencia de una reflexión acerca del tema de las emociones y, desde allí, la
constitución de la experiencia humana del lugar.
Esta inquietud sobre la experiencia del lugar surge a partir de las múltiples
preocupaciones que hoy se han planteado por este tema. Esto se pone de relie-
ve con las reflexiones que, en distintos campos, han ido apareciendo9. Palabras
como ‘espacio virtual’, ‘aldea global’, ‘escenarios’10, ‘territorios’, ‘no-lugares’11
no cesan de resonar por todas partes. Es un hecho que, también, han surgido
7
Paul Ricoeur. Autobiografía intelectual. Op.cit., p. 47.
8
Ibid., p. 65.
9
Ver: Milton Santos. De la totalidad al lugar. Barcelona: Oikos-Tau, 1996. M. Santos. La naturaleza
del espacio: técnica y tiempo, razón y emoción, Barcelona: Editorial Ariel, 2000.
10
Ver: Ronald De Sousa. The Rationality of Emotion. Cambridge: MA, MIT Press, 1987. Debemos
a este autor la idea de escenarios como paradigmas.
11
Marc Augè. Los no-lugares espacios del anonimato. Barcelona: Ed. Gedisa, 2000.
[18] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Tomaré, en lo que sigue, algunos apartes que desarrollé con Germán Vargas
Guillén en Retórica, poética y formación14 para incluir nuevas precisiones.
Ricoeur comienza en Tiempo y narración con la aporía del tiempo tal como
la formula Agustín: “¿Qué es entonces el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo
sé y si trato de explicárselo a quien me lo pregunta, no lo sé” (14, 17)15. Para
el pensador francés, los intentos por responderla, desde el pensamiento espe-
12
Ver los trabajos de: David Le Breton. Las pasiones ordinarias. Antropología de las emociones.
Buenos Aires: Nueva Visión, 1998; Agnes Heller. La teoría de los sentimientos. México: Ediciones
Coyoacán, 1999, y el libro de Marta Nussbaum. Upheavals of thought: The intelligence of emotions.
Cambrigde, New York: Cambrigde University Press, 2003. (Se consultó la siguiente versión al italiano:
L’intelligenza delle emozioni. Bologna: Società Editrice il Mulino, 2004). Ver la reseña de Ronald De
Sousa. Emotion, 2003. Disponible en Internet: http://plato.stanford.edu/entries/emotion/. Consultado
en línea: 30 de abril de 2007. Presenta los trabajos que se han realizado sobre las emociones según la
perspectiva de estudio que asumen.
13
“Es, pues, la tragedia imitación de una acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en
lenguaje sazonado, separada cada una de las especies [ de aderezos] en las distintas partes, actuando los
personajes y no mediante relato, y que mediante compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales
afecciones”. (Po., 1449 b 24-28).
14
Cf. Germán Vargas Guillén,. Luz Gloria Cárdenas Mejía. Retórica, poética y formación. De las
pasiones al entimema. Op.cit., pp. 59-68.
15
El “Libro XI” de las Confesiones de San Agustín. Citado por Paul Ricoeur. Tiempo y narración I.
Configuración del tiempo en el relato histórico. México: Siglo Veintiuno Editores, 1995, p. 45.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [19]
culativo, han sido infructuosos, por esto se atreve a decir que solo se puede
aclarar, mas no responder, mediante la narración. En la Poética de Aristóteles,
encuentra las bases para elaborar, con los aportes que recoge de distintas dis-
ciplinas sobre el lenguaje, una teoría narrativa con la que asume el reto que le
presenta el pensamiento especulativo. Solo así, mostrará la validez de su tesis:
“el tiempo se hace tiempo humano en cuanto se articula de modo narrativo; a
su vez la narración es significativa en la medida en que describe los rasgos de
la experiencia temporal”16. Para poder desarrollar su tesis, Ricoeur construye
el modelo de la triple mímesis:
16
Paul Ricoeur. Tiempo y narración I. Op. cti., p. 36.
17
Ibid., p. 114.
[20] Luz Gloria Cárdenas Mejía
18
Paul Ricoeur. “La imaginación en el discurso y en la acción”. En: Hermenéutica y acción. Ensayos
de hermenéutica II. México: Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 203.
19
Paul Ricoeur. Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op.cit., p. 85.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [21]
20
Ibid., p. 93.
21
Ibid., p. 96.
22
Ibid., p. 103.
23
Ibid., p. 149.
[22] Luz Gloria Cárdenas Mejía
24
Paul Ricoeur. Herméneutique. Louvain-la-Neuve: Cours professé à L’institut Supérieur de
Philosophie 1971-1972. Éditions du SIC, p. 180.
25
Paul Ricoeur. Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato histórico I. Op.cit., p. 151.
26
Ibid., p. 151.
27
Martin Heidegger. Ser y tiempo. México: Fondo de Cultura Económica, 1951, § 32, p. 172.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [23]
conjunto de operaciones por las que una obra se levanta sobre el fondo opaco
del vivir, del obrar y del sufrir, para ser dada por el autor a un lector que la
recibe y así cambia su obrar”28. La obra se abre así al lector, a él es a quien está
destinada, al contemplarla, seguirla, dejarse llevar por ella, en la dirección que
esta le propone, la recibe, la acoge y, según Ricoeur, cambia su obrar. Este es el
momento de mímesis iii.
En mímesis iii habita el lector con la obra, esta lo lleva desde su situación al
mundo que se abre por efecto de la lectura, ahí delante:
Lo que se comunica, en última instancia, es, más allá del sentido de la obra,
el mundo que proyecta y que constituye su horizonte. En este sentido el
oyente o lector lo reciben según su propia capacidad de acogida, que se
define también por una situación a la vez limitada y abierta sobre el hori-
zonte del mundo29.
28
Paul Ricoeur. Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op.cit., p. 114.
29
Ibíd., p. 148.
30
Ibíd., p. 152.
[24] Luz Gloria Cárdenas Mejía
31
Ricoeur toma de Heidegger su análisis de la temporalidad, pero hace un giro en la interpretación,
mediante la cual construye su tesis de tiempo y narración. (Cf., Martin Heidegger. Ser y tiempo. Op.cit.,
segunda sección, p. 253-479).
32
Paul Ricoeur. Tiempo y narración II. Configuración del tiempo en el relato de ficción. México:
Siglo Veintiuno Editores, 1995, p. 901.
33
Idem. Historia y narratividad. Barcelona: Paidós, 1999, p. 187.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [25]
34
Paul Ricoeur. Historia y narratividad. Op. cit. pp. 183-184.
35
Ibid., p. 84.
36
Paul Ricoeur. Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op.cit., p. 44.
[26] Luz Gloria Cárdenas Mejía
unido esta distensión del espíritu “al desfase que continuamente se insinúa en
el corazón del triple presente entre el del futuro, el del pasado y el del presente.
Así ve nacer y renacer la discordancia de la propia concordancia de los obje-
tivos de la expectación, la atención y la memoria”37. Dos son los momentos
de la aporía: uno tiene que ver con la distancia que hay entre el tiempo cro-
nológico y el fenomenológico; otro, con la disociación que se da entre los tres
éxtasis del tiempo: futuro, pasado y presente y la de un tiempo uno38. Husserl
y Heidegger tratan a su manera de resolver la aporía sin lograrlo. Sin embargo,
según Ricoeur, ambos llevan a cabo dos importantes descubrimientos: Husserl
descubrirá el flujo de la consciencia y Heidegger, los tres niveles de tempora-
lización: temporalidad, historicidad, intratemporalidad. Ricoeur concluye: “la
temporalidad no se deja decir en el discurso directo de una fenomenología,
sino que requiere la mediación de un discurso indirecto de narración”39. Con
ello, no pretende resolver la aporía, sino tan solo aclararla poéticamente. A su
vez, Ricoeur es consciente de que el relato no es todo:
Viene así un momento, en una obra consagrada al poder que posee la narra-
ción de elevar el tiempo al lenguaje, en que es preciso confesar que el relato
no es todo y que el tiempo se dice también de otro modo, porque para el
propio relato, sigue siendo lo inescrutable40.
37
Paul Ricoeur. Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op.cit., p. 65.
Cf., P. Ricoeur. Tiempo y narración iii. El tiempo narrado. México: Siglo Veintiuno Editores,
38
41
Cf., Paul Ricoeur. Lo voluntario e involuntario II. Poder, necesidad y consentimiento. Buenos
Aires: Editorial Docencia, 1986, pp. 277-306.
42
Cf., Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Madrid: Trotta, 2004, pp. 99-149.
[28] Luz Gloria Cárdenas Mejía
43
Martin Heidegger. Ser y tiempo, Op.cit., § 29, p.156.
Idem. Gesamtausgabe. II. Abteilung: Vorlesungen 1919-1944. Frankfurt an Main: Vittorio
44
Klostemann. 2002.
45
Paul Ricoeur. La metáfora viva, Op.cit., pp. 49-50.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [29]
46
Paul Ricoeur. Lo voluntario e involuntario II. Poder, necesidad y consentimiento, Op. cit., p. 279.
47
David Le Breton. Las pasiones ordinarias. Antropología de las emociones. Op. cit., p. 117.
48
Paul Ricoeur. Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op.cit., p. 124.
[30] Luz Gloria Cárdenas Mejía
¿Pero qué sucede con las emociones? Cuando Ricoeur se refiere a la emo-
ción, dice: ella tiene un carácter de desorden, interrumpe el movimiento de
inercia que impone lo habitual, irrumpe, bien sea como sorpresa, como choque
o como complicación pasional49. Este carácter de desorden invita a pensar
cómo dar cuenta de él desde las estructuras temporales. Haría falta introducir,
en la reflexión sobre el tiempo, lo que los griegos llaman el kairós50. ¿No es
quizás con la noción de momento y oportunidad que se puede responder a tal
desorden? Hasta aquí, he señalado la posibilidad de incorporar las emociones
en cada uno de los momentos de mímesis i.
En mímesis ii, tal como lo había anotado, Ricoeur parte de la Poética de
Aristóteles y de su definición de la tragedia:
49
En la sorpresa el viviente es capturado por el acontecimiento padecido y nuevo. Con la emoción
choque el hombre se convierte en grito, temblor, convulsión. La emoción se complica con el fenómeno
pasional que la arrebata de muchas maneras. Ver P. Ricoeur. Lo voluntario e involuntario II. Poder,
necesidad y consentimiento. Op.cit., p. 277-306.
50
Así la define H. Gundert al referirse a Píndaro en Pindarund sein Dichterberuf. Frankfurt a. M.,
1935, p. 63. (Citado por A. Delucchi. “La teoría del kairós en la poética pre-platónica”. En Simposio
Nacional de Estudios Clásicos, —mayo 1970—. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo. Facultad de
Filosofía y Letras. Instituto de Lenguas y Literatura Clásica, 1972, nota 3, p. 115).
51
Po. 1449 b 24-28.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [31]
52
Po. 1452 a 24-26.
53
Cf., Po. 1452 a 30-31.
54
Po. 1452 a 38- 1452 b 1.
55
Paul Ricoeur. Tiempo y narración i. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op.cit., p.102.
56
Idem. Tiempo y narración ii. Configuración del tiempo en el relato de ficción. Op. cit., p. 450.
[32] Luz Gloria Cárdenas Mejía
57
La aclaración siguiente puede evitar equívocos: “históricamente hay un problema terminológico:
la palabra ‘emoción’ no se usaba como se usa hoy en día, sino que se hablaba de ‘pasiones’. Lo que
Hume y Descartes, por ejemplo, llamaban ‘pasión’ equivale aproximadamente a lo que hoy llamamos
‘emoción’, mientras que el término ‘pasión’ se usa ahora en la vida cotidiana ya sea para una emoción
particular (tiene pasión por los gatos), ya para subrayar el aspecto más violento de una experiencia
emocional (lo odia con pasión), o para describir un rasgo de personalidad (es un hombre apasionado).
Los psicólogos hablan de ‘afectos’ como lo hicieron también Kant y Freud (Affekt) siguiendo a Spinoza
(affectus); esta palabra está sin embargo más alejada de lo que nosotros entendemos por ‘emoción’ en el
lenguaje cotidiano. Podemos decir, entonces, que las palabras ‘pasión’, ‘emoción’ y ‘afecto’ han servido
tradicionalmente, en los textos filosóficos y psicológicos, para designar aproximadamente el mismo
conjunto de estados mentales”. (Olbeth Hansberg. La diversidad de las emociones. México: Fondo de
Cultura Económica, 1996, p. 12).
58
J. Greimas, J., Jacques Fontanille. Semiótica de las pasiones. De los estados de cosas a los estados de
ánimo. México: Siglo Veintiuno Editores, 1994, p. 14.
59
Ibid., p. 21.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [33]
lengua natural es algo así como el testigo de lo que la historia de una cultura
ha retenido en tanto pasiones entre todas las combinaciones modales posi-
bles. Así, comenzaremos interrogando el diccionario, considerado aquí en
cuanto un discurso sobre el uso de una cultura dada, para reunir las prime-
ras informaciones de la forma como funcionan las pasiones60.
60
Ibid., p. 96.
61
Ibid., p. 125.
62
Paul Ricoeur. Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op. cit., p. 367.
63
Armando Delucchi. “La teoría del kairós en la poética pre-platónica”. Op. cit., p. 115.
[34] Luz Gloria Cárdenas Mejía
64
Paul Ricoeur. Tiempo y narración II. Configuración del tiempo en el relato de ficción. Op. cit., p.
533.
65
Idem. Tiempo y narración III. El tiempo narrado. Op. cit., p, 894.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [35]
relato histórico, nace lo que se llama tiempo humano, que no es más que el
tiempo narrado66.
¿Pero qué sucede con la experiencia humana del lugar? Ricoeur afirma que
Tiempo y narración se inserta en un proyecto que apunta hacia una herme-
néutica del sí67. De hecho, su filosofía se inscribe en la larga tradición de una
filosofía reflexiva sobre el sujeto; la pregunta ¿quién? orienta su indagación. Mi
intención es, antes de ir a una hermenéutica del sí, pensar sobre la experiencia
humana del lugar. De nuevo el punto de partida es el regreso a la Poética y la
Retórica de Aristóteles, pero esta vez para señalar que estas tienen efectos, no
en el lector, como en el caso de los relatos de ficción y de historia, sino en los
habitantes de la polis. Las pasiones, en el caso de la poética, producen la ca-
tharsis en el espectador de la tragedia, también disponen de una determinada
manera al oyente de los discursos retóricos. Con ellas, propiamente, acceden a
vivir y, específicamente, a sentir, cuando constituye su experiencia humana en
la polis. Heidegger en Ser y tiempo dice que el ‘encontrarse’ es una forma de ser.
“Las posibilidades de ‘abrir’ de que dispone el conocimiento se quedan dema-
siado cortas frente al original ‘abrir’ que es peculiar a los sentimientos, en los
cuales el ser-ahí es colocado ante su ser como ahí”68. Es ‘ahí’ en el teatro griego
66
Ibid., p. 780.
67
Ver Paul Ricoeur. Sí mismo como otro. México: Siglo Veintiuno Editores, 1996.
68
Martin Heidegger. Ser y Tiempo. Op. cit., § 29, p. 151.
[36] Luz Gloria Cárdenas Mejía
69
Paul Ricoeur. “Retórica-Poética-Hermenéutica”. En: Estudios de Filosofìa. 4, (1991), p. 87.
70
Ibíd., p. 97.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [37]
71
Idem. Ideología y utopía. Barcelona: Editorial Gedisa, 1994, p. 45.
72
Cf., Paul Ricoeur. Metáfora viva, Op. cit., pp. 17-69.
73
Cf., Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., pp. 99-149.
74
“Ese nacimiento del ídolo, de la servidumbre y del sufrimiento pasional incumben a una
hermenéutica de las pasiones que realizaremos en otro lugar”. Ibid., p. 148.
[38] Luz Gloria Cárdenas Mejía
75
Las emociones son situadas en lo involuntario. Ricoeur propone las siguientes distinciones:
emociones-choques, emociones-pasiones, emociones-sorpresa. (Cf., P. Ricoeur. Filosofía de la voluntad
I. Lo voluntario y lo involuntario II. Op. cit., pp. 277-306).
76
“Denominaremos emoción una brusca caída de la conciencia en lo mágico. O, con otras palabras,
hay emoción cuando el mundo de los utensilios se desvanece de repente y es sustituido por el mundo
mágico. No cabe, pues, considerar la emoción como un desorden pasajero del organismo y de la mente
que turbe desde afuera la vida psíquica. Es, por el contrario, la vuelta de la conciencia a la actitud
mágica, una de las grandes actitudes que le son esenciales, con la aparición del mundo correlativo: el
mundo mágico”. (Jean-Paul Sartre. Bosquejo de una teoría de las emociones. Madrid: Alianza Editorial,
1999, p. 124).
77
“La idea de que la razón sea por sí misma práctica, es decir que ordene en tanto razón sin
consideración del deseo, me parece aún más lamentable. Compromete a la moral en una serie de
dicotomías mortales para la noción misma de acción, algo que la crítica hegeliana denuncia con toda
razón. Forma contra contenido, ley práctica contra máxima, deber contra deseo, imperativo contra
felicidad. Aquí también Aristóteles explicaba mejor la estructura específica del orden práctico, cuando
forjaba la noción de deseo deliberativo y unía deseo recto y pensamiento justo en su concepción de
phrónesis”. (Ricoeur. Del Texto a la acción. Ensayos de Hermenéutica II. Op. cit., p. 230).
78
Ricoeur estudia con detalle el psicoanálisis en su obra Freud: una interpretación de la cultura.
Op. cit.
79
Cf., P. Ricoeur. Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. Op. cit., pp. 80-112.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [39]
80
“Posiblemente la retórica murió en el siglo xx por un exceso de formalismo; pero lo paradójico
es que ya estaba condenada por un exceso de contenido; así, el “Libro ii” de la Retórica abunda en una
psicología que Kant hubiera llamado «popular», en una moral «popular», en una política «popular»;
esta tendencia de la retórica a identificarse con una antropología decadente plantea un serio problema”.
(Paul Ricoeur. Metáfora viva. Op. cit, pp. 49- 50).
81
“Je propose de mettre en relation la contribution d’Aristote concernant la colère et la vengeance
avec la discussion contemporaine portant sur le droit de punir et les apories de la peine qui lui sont
liées” (Ricoeur. «Aristote: de la colère à la justice et à l’amitié politique», (novembre 2002). Esprit, pp.
19-31; p. 19).
82
Lo que se dice de la reinterpretación de los pathé en el “Libro ii” de la Retórica de Aristóteles va
en este sentido: “No es una casualidad si la primera interpretación tradicional sistemática de los afectos
no se ha desplegado en el ámbito de la ‘psicología’. Aristóteles estudia los pathé en el “Libro ii” de su
Retórica. Esta debe considerarse —contrariamente a la orientación tradicional del concepto de retórica
sobre la idea de “disciplina escolar”— como la primera hermenéutica sistemática de la cotidianidad del
ser-uno-con-otro” (Ser y tiempo [139]). (P. Ricoeur. Sí mismo como otro. Op. cit., p. 364).
83
Paul Ricoeur. Sí mismo como otro. Op. cit., p. 364.
[40] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Desde luego, en tal ontología tendría que abordarse el tema de las emociones.
Aunque es poco conocido, Ricoeur publica un artículo sobre la constitución
de la experiencia humana del espacio, aplicando el modelo de la triple míme-
sis, en el que toma en cuenta la arquitectura y el urbanismo. Esta reflexión es
retomada y ampliada en La memoria, la historia, el olvido, en el marco de su
epistemología de la historia.
En las reflexiones actuales sobre el lugar se insiste, con frecuencia, en dis-
tinguirlo del espacio. Esta noción parece depender de una concepción más abs-
tracta, mientras que la de lugar alude, a menudo, a una vivencia concreta de
cada uno con su hábitat, con su entorno. Estas distinciones exigen, desde luego,
nuevas precisiones, en especial desde la fenomenología y la hermenéutica, como
campo en el que se piensa la constitución de la experiencia humana del lugar.
La reflexión de Ricoeur se inserta en un proyecto que apunta hacia una
hermenéutica del sí84. Precisamente en sus últimas obras el filósofo reflexiona
sobre la vida en y con otros en instituciones justas. Considero que la reflexión
sobre la constitución de la experiencia humana del lugar está a medio camino
entre la del sí y la de las instituciones. Para realizarla se toma como punto de
partida la percepción de Aristóteles de que cada vez que se hace un juicio sobre
una acción concreta y determinada, las pasiones se hacen presentes. En Aris-
tóteles: retórica, pasiones y persuasión, me he detenido en mostrar el vínculo
que establece Aristóteles entre la persuasión y las pasiones en el marco de su
retórica. Retomaré las conclusiones a las que llegué en los siguientes términos:
los discursos retóricos se pronuncian en lugares específicos de la polis. Si cada
vez que se hace un juicio sobre una acción concreta y determinada se presen-
tan las pasiones, es preciso utilizar pruebas retóricas para disponer las pasiones
del oyente y así orientar la formación de su juicio. Las pasiones son esenciales
para comprender no solo cómo con ellas se mueve a actuar de una determi-
nada manera, sino cómo intervienen en los juicios que hacemos. ¿Cómo, por
ejemplo, podemos, sin contar con el temor o la compasión, el amor o el odio,
o la ira, emitir un juicio que sea adecuado y pertinente a la evaluación de una
84
Cf., Paul Ricoeur. Sí mismo como otro. Op. cit., p. xxviii-xi.
CAPÍTULO I. Las emociones, la poética, la retórica y el lugar [41]
85
Patricia Van Dalen. “Arte efímero”. Analítica. Revista electrónica. Venezuela: julio del 2003.
Disponible en internet: http://www.analitica.com/va/arte/dossier/2450810.acp. Consultado en línea:
febrero 17 del 2005.
86
Germán Vargas Guillén, Luz Gloria Cárdenas Mejía. Retórica, poética y formación, Op. cit., p.
151.
CAPÍTULO II
Aristóteles-Ricoeur:
hermenéutica de las emociones
L
a lectura sobre Tiempo y narración de Ricoeur me condujo a poner en
evidencia que el tema de las emociones no tiene la suficiente atención
en su interpretación, pese a haber realizado sobre ellas una serie de
estudios al comienzo de su vida intelectual. Más exactamente, las emociones
no hacen parte de su modelo de la triple mímesis, con el que desarrolla su inte-
resante tesis sobre la constitución de la experiencia humana del tiempo a partir
de los relatos de ficción y de historia.
Me interesa volver al estudio que realicé sobre la retórica de Aristóteles
para rescatar el papel que tienen las pasiones para la formación de las comuni-
dades y, por lo tanto, de la vida en común. Al seguir la indicación de Ricoeur
sobre la presencia de la metáfora en la Poética y Retórica de Aristóteles, puedo
llamar la atención sobre un tema que es igualmente importante: las pasiones.
A finales del siglo xx y comienzos del xxi, este tema adquiere de nuevo impor-
tancia; recientemente, Christian Platin, por ejemplo, mostró que en el caso de
la retórica, las pruebas sobre las emociones no fueron tenidas en cuenta por
Perelman en su teoría de la argumentación1. Otra evidencia es, como se ha
dicho, la reciente publicación de las lecciones de Heidegger sobre el “Libro ii”
1
Cristian Platin. Les raisons des émotions. Disponible en internet: http://icar.univ-lyon2.fr/
membres/cplantin/index.htm. Consultado el 15 de diciembre del 2005.
[43]
[44] Luz Gloria Cárdenas Mejía
2
Martin Heidegger. Gesamtausgabe. ii. Abteilug:Vorlesugen 1919-1944. Frankfurt an Main:
Vittorio Klostemann, 2002.
3
Ver Pierre Aubenque. “Logos et Pathos: Pour une définition dialectique des passions” (De anima,
I, 1 et Rhétorique, ii)». En Corps et ame sur le De anima d’Aristote. Études réunis par Cristina Viano.
Paris: Vrin, 1996, p. 37-49. Enrico Berti, Enrico, Franco Bianco y Mario Vegetti. “Heidegger e i Greci:
Riflessione a più voci su un recente volume di lezioni del giovane Heidegger”. En Paradigmi. Revista di
Critica Filosofica. Anno xxi, n.° 61, Nuova Serie (gennaio-aprile 2003), pp. 177-205.
4
Paul Ricoeur. Lo voluntario e involuntario i. El proyecto y la motivación. Buenos Aires: Docencia.
1986, p. 15.
CAPÍTULO II. Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones [45]
5
Ibid., p. 15.
6
Cf., Ibid., pp. 16-17.
7
Paul Ricoeur. Lo voluntario y lo involuntario ii. Poder, necesidad y consetimiento. Op. cit., pp.
226-227.
[46] Luz Gloria Cárdenas Mejía
8
Ibid., pp. 278-279.
9
Ibid., p. 304.
CAPÍTULO II. Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones [47]
¿Por qué, en efecto, solo se puede hablar de las “pasiones” que afectan la
voluntad en el lenguaje cifrado de una mítica? ¿Cómo introducir está mítica
dentro de la reflexión filosófica? ¿Cómo retomar el discurso filosófico des-
pués de haberlo interrumpido con el mito?10
10
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 10.
11
En La memoria, la historia, el olvido, Ricoeur presenta la diferencia entre el significado de origen
y el de comienzo, y precisa cómo el significado de origen es retomado por la filosofía: “El comienzo
consiste en una constelación de acontecimientos datados, colocados por un historiador a la cabeza del
proceso histórico que sería la historia de la historia (…). El origen es otra cosa: designa la aparición
del acto de distanciamiento que hace posible toda la empresa y, por tanto, también su comienzo en el
tiempo. Esta aparición es siempre actual y, por tanto, siempre está ahí (…), el comienzo es histórico;
el origen mítico (…) reutilizado por el filósofo, el mito se da como mito, en cuanto iniciación y
suplemento de la dialéctica” (Paul Ricoeur. La memoria, la historia, el olvido. Madrid: Editorial Trotta.
2003, p. 183).
12
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 21.
[48] Luz Gloria Cárdenas Mejía
transición viva del bios al logos; separa y une al mismo tiempo la afectividad
vital o deseo (ephithymía) y la afectividad espiritual que el Banquete deno-
mina eros; tan pronto, dice Platón en la República, el thymos lucha con la
razón, de la cual es energía y valor, como con el deseo, del que es potencia
para emprender, para la irritación y para la ira. ¿Puede volver una teoría
moderna a esta intuición de Platón?15.
13
Ibid., p. 25.
14
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 99
15
Ibid., p. 100.
CAPÍTULO II. Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones [49]
16
Ibid., p. 119.
17
Ibid., p. 120.
18
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 120.
[50] Luz Gloria Cárdenas Mejía
19
Ibid., p. 146.
20
Ibid., p. 147.
21
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 483.
CAPÍTULO II. Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones [51]
Para seguir este nuevo camino se requieren otros registros del símbolo que
se despliegan en las ciencias humanas: psicoanálisis, criminología, filosofía po-
lítica y en la filosofía que piensa la problemática del hombre y el mal mismo
desde la idea de siervo y libre arbitrio.
En su filosofía de la voluntad, Ricoeur no se refiere al “Libro ii” de la Retó-
rica, precisemos de nuevo; pero, posteriormente, reconoce el vínculo que se da
entre deseo y razón en Del texto a la acción. Alude, tangencialmente, al “Libro
ii” de la Retórica en la Metáfora viva y en Sí mismo como otro22, y, finalmente,
recurre a este libro en Aristote, de la colére à la justicie et l’amitié politique23.
En Sí mismo como otro, Ricoeur se pregunta si Heidegger “por subrayar en
demasía el miedo24 y la angustia propios del ser-para-la-muerte, ¿no descuida
las instrucciones que una fenomenología del sufrir podría dar con más propie-
dad?”25. Asegura que el tema de la encarnación es
22
Lo que dice de la reinterpretación de los pathe en el “Libro ii” de la Retórica de Aristóteles va en
este sentido: “No es una casualidad si la primera interpretación tradicional sistemática de los afectos
no se ha desplegado en el ámbito de la ‘psicología’. Aristóteles estudia los pathe en el “Libro ii” de
la Retórica. Esta debe considerarse —contrariamente a la orientación tradicional del concepto de la
retórica sobre la idea de ‘disciplina escolar’— como la primera hermenéutica de la cotidianidad del ser
uno con otro” (Ser y tiempo [139]. Citado por Ricoeur . Sí mismo como otro. Op. cit., nota 35, p. 364).
23
“Je propose de mettre en relation la contribution d’Aristote concernant la colère et la vengeance
avec la discussion contemporaine portant sur le droit de punir et les apories de la peine qui lui sont
liées”. Paul Ricoeur. "Aristote, de la colère a l'amitié politique". Op. cit., p. 19.
24
Cf., Martin Heidegger. Ser y tiempo § 30.
25
Paul Ricoeur. Sí mismo como otro. Op. cit., p. 364.
26
Ibid., p. 364.
[52] Luz Gloria Cárdenas Mejía
27
Cf., Paul Ricoeur. Sí mismo como otro. Op. cit., p. 365.
Franz Brentano. Sobre los múltiples significados del ente según Aristóteles. Madrid: Ediciones
28
Encuentro 2007.
29
Paul Ricoeur. Metáfora viva. Op. Cit., p. 69.
CAPÍTULO II. Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones [53]
30
Cf., Cat.11b 1-4. (Se utiliza la siguiente versión al español: Aristóteles. “Categorías”. En: Tratados
de lógica (Órganon) Traducción de Miguel Candel Sanmartín. Madrid: Gredos, 1994, pp. 29-77.
31Cf.,
Metaph., 1018 a 31-35. (Se utiliza la siguiente versión al español: Aristóteles. Metafísica.
Traducción de Valentín García Yebra. Madrid: Gredos, 1987).
32
Cf., Metaph. 1003b 7.
[54] Luz Gloria Cárdenas Mejía
como al alma y pone como ejemplo la ira33. En este último sentido, es usado
en Retórica para precisar sus vínculos con el deseo; en el “Libro i”, con los de
apetito e impulso, y en “Libro ii”, con estos y con los de la voluntad. Estas dis-
tinciones y diferencias se hacen desde términos que pertenecen a una misma
raíz, pero que se traducen al español, en unos casos, por afecciones y, en otros,
por pasiones.
Sobre el sentido y propósito del estudio que hace Aristóteles sobre las pa-
siones en el “Libro ii” se suscitan múltiples controversias. Varios comenta-
ristas se sorprenden cuando lo encuentran en su Retórica, pues Aristóteles
censura a los antiguos retóricos por utilizar las pasiones para oscurecer y dis-
torsionar el juicio del oyente, con el único propósito de salir victoriosos en los
debates. Sin embargo, las incluye como pruebas retóricas cuando constata el
hecho de que las emociones se presentan cada vez que se hace un juicio sobre
una acción concreta y determinada. Las considera necesarias, entonces, para
disponer al oyente de manera adecuada para que forme su juicio sobre si es
justa, conveniente o digna de alabanza o censura. Aristóteles encuentra que
las pasiones del oyente pueden disponerse con pruebas discursivas, pues hay
una conexión entre las pasiones, la palabra, la persuasión y, por lo tanto, el
juicio. Aristóteles ha desarrollado una teoría sobre lo que denomina el cuerpo
de la persuasión discursiva: el silogismo, que en la retórica adquiere la forma
de entimema o argumento retórico y de ejemplo. En el caso de la retórica, a
diferencia de la ciencia y de la dialéctica, y este es su aporte más interesante,
se requieren pruebas adicionales que se orienten a lograr el contacto entre el
orador y auditorio, pues debe emitirse un juicio en lugares y momentos es-
pecíficos sobre una acción concreta y determinada. Estas pruebas discursivas
son las que persuaden sobre la credibilidad del orador, su buena disposición
con respecto a su auditorio, la manera de presentar la justicia, conveniencia y
dignidad de las acciones, así como las pasiones en sus oyentes, pues asegura:
33
Cf., De An., I, 1, 403 a 16-403b 3. (Se utiliza la siguiente versión al español: Aristóteles. Acerca del
alma.Traducción de Tomás Calvo Martínez. Madrid: Gredos, 1988).
CAPÍTULO II. Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones [55]
Ahora bien, puesto que la retórica tiene por objeto «formar» un juicio (dado
que también se juzgan las deliberaciones y la propia acción judicial es un
«acto» de juicio), resulta así necesario atender a los efectos del discurso, no
solo a que sea demostrativo y digno de crédito, sino también a cómo «ha de
presentarse» uno mismo y a cómo inclinará a su favor al que juzga. Porque
es muy importante para la persuasión —sobre todo en las deliberaciones y,
después, en los procesos judiciales— el modo como se presente el orador
y el que se pueda suponer que él está en una cierta actitud respecto de los
oyentes, así como, en lo que se refiere a estos, el que se logre que también
ellos estén en determinada actitud «ante el orador»; en todo caso para las
deliberaciones es más útil la manera como se presente el orador y, para los
procesos judiciales, la actitud en que se halle el auditorio. Pues las cosas no
son iguales para el que siente amistad, que para el que experimenta odio,
ni para el que está airado que para el que tiene calma, sino que o son por
completo distintas o bien difieren en magnitud. Y, así, mientras que el que
siente amistad «considera que» el juicio que debe emitir es de inocencia total
o de poca culpabilidad, al que experimenta odio «le sucede» lo contrario; y
lo mismo, si lo que le va a ocurrir es placentero, al que lo desea y espera le
parece que ello sucederá y que será un bien, mientras que al insensible y al
malhumurado «le pasa» lo contrario34.
34
Rh., 1377b 20-1378 a 5.
[56] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Ahora bien, en cada una se deben distinguir (διαιρεῖν) tres aspectos: en re-
lación a la ira —
pongo por caso–—, en qué estado se encuentran los iracun-
dos, contra quiénes suelen irritarse y por qué asuntos; pues si solo contamos
con uno o dos de estos <aspectos>, pero no con todos, no es posible que se
inspire la ira. Y lo mismo ocurre con las demás <pasiones>35
35
Rh., 1378 a 22-26.
CAPÍTULO II. Aristóteles-Ricoeur: hermenéutica de las emociones [57]
destinados para ello, queda por determinar de qué manera con ello se contri-
buye a la constitución de la experiencia humana del lugar. El tema de la consti-
tución de la experiencia humana es recuperado para la reflexión por Husserl y,
específicamente, el de la espacialidad auténtica requeriría volver a lo originario
de la fenomenología, según afirma Ricoeur36. Pero es el tema del lugar el que
concentra mi atención, pues me parece que con las pasiones se constituye la
experiencia humana.
36
Para ampliar este tema de la fenomenología del espacio, ver Vargas Guillén, G. “Mundo de la
vida y fenomenología del lugar”. Anuario Colombiano de Fenomenología iv, Universidad del Cauca,
2010, pp. 51-68.
CAPÍTULO III
Vivir con otros: los sentimientos
A
dam Smith es un filósofo y economista escocés del siglo xviii cono-
cido más que todo por La riqueza de las naciones. Hoy se realizan
nuevas lecturas sobre su pensamiento; pero esta vez, a raíz de su
Teoría de los sentimientos morales, que suscita discusiones en el campo de la
ética por el lugar que ocupan en ella los sentimientos. Una de estas lecturas es
la que ha realizado el filósofo e, igualmente, economista bengalí Amartya Sen,
de quien es el prólogo de la selección del libro que recientemente ha editado la
editorial de la Universidad de Antioquia. Mis propias lecturas sobre la filosofía
de Aristóteles y las que he realizado sobre el filósofo francés contemporáneo
Paul Ricoeur me han llevado a interesarme por el tema de las pasiones, las
emociones, los sentimientos, los afectos. La dificultad de su estudio radica en
que existe esta diversidad de términos con los que se hace referencia a un grupo
de fenómenos que parecen tener algún tipo de semejanza. Hasta ahora no se
cuenta con una caracterización que permita establecer posibles distinciones
entre los términos que se utilizan, lo que genera un sinnúmero de problemas
de difícil elucidación. De hecho, los autores usan indistintamente alguno de
estos términos y algunos establecen distinciones; esto indica no solo las difi-
cultades de llegar a posibles acuerdos, sino también la de poder identificar tales
fenómenos.
Mis inquietudes no se han concentrado en el pensamiento de Adam Smith,
solo tangencialmente sabida de sus planteamientos. Esto se debe a que no he
concentrado mis estudios en los sentimientos morales, pues no ha sido hasta
[59]
[60] Luz Gloria Cárdenas Mejía
1
David Hume. Investigación sobre los principios de la moral. Madrid: Espasa Calpe, 1991, p. 168.
CAPÍTULO III. Vivir con otros: los sentimientos [61]
2
Isabel Blasco. Teoría ética de David Hume. Consultado el 26 de septiembre del 2012, en
isabelblasco.files.wordpress.com/2011/02/eticahume.pdf, p. 4.
3
iv Congreso Colombiano de Filosofía. Caldas-Manizales. Septiembre 24 al 28 del 2012.
[62] Luz Gloria Cárdenas Mejía
4
Cupido, Giulia. L'anima in conflitto. "Platone tragico" tra Euripide, Socrate e Aristotele. Bologna,
Italia: il Mulino 2002.
5
EN., vi, 2, 1139 a 22-24. (Se utiliza la siguiente versión al español: Aristóteles. Ética Nicomaquea.
Ética Eudemia.Traducción de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1998).
CAPÍTULO III. Vivir con otros: los sentimientos [63]
6
Cf., EN., VII, 1, 1145 a 15-1145 b 2.
[64] Luz Gloria Cárdenas Mejía
7
Adam Smith. Teoría de los sentimientos morales. Selección. Prólogo de Amartya Sen. Medellín:
Editorial Universidad de Antioquia, 2012, p. 7.
8
Paul Ricoeur. Tiempo y narración I. Op. cit., p. 102.
CAPÍTULO III. Vivir con otros: los sentimientos [65]
9
Ibid., Referencia de Paul Ricoeur en nota al pie de página 32, p.102.
10
Ver Edmund Husserl. “Meditación quinta. En la que la esfera trascendental del ser se revela
como intersubjetividad monadológica”. En Meditaciones cartesianas. México: Fondo de Cultura
Económica, 2005, p. 135-203.
[66] Luz Gloria Cárdenas Mejía
11
Adam Smith. Teoría de los sentimientos morales. Op. cit., p. 21.
María Elton. La simpatía como causa de los juicios morales en Adam Smith. (2001-2002).
12
15
Elton, María. La simpatía como causa de los juicios morales en Adam Smith. Op. cit., p. 12.
[68] Luz Gloria Cárdenas Mejía
16
Elton, María. La simpatía como causa de los juicios morales en Adam Smith. Op. cit., p. 18.
17
Cf., EN., 1095 a 10-11.
18
EN., 1094 b 7-10.
CAPÍTULO III. Vivir con otros: los sentimientos [69]
pasiones del oyente que estudia Aristóteles son: ira (ὀργή), calma (πρᾳότης),
amor (φιλία), odio (μισεῖν), temor (φόβος), confianza (θάρσος), vergüenza
(αἰσχύνη), desvergüenza (ἀναισχυντία), favor (χάρις), compasión (ἔλεος),
indignación (νέμεσις), envidia (φθόνος) y emulación (ζῆλος). Si observamos
esta lista, podemos constatar que no son todas las pasiones; por ejemplo, entre
ellas no está la de los celos. Esto ha dado lugar a afirmar que Aristóteles solo
considera las que experimentan los humanos en el marco de su vida en comu-
nidad con otros, en el espacio de la polis; demostrarlo requiere un poco más
de estudio. Por el momento, lo que me interesa es saber si, en algún sentido,
todas las que estudia Aristóteles o solo algunas de ellas corresponden a las
que teóricos como Hume o Smith consideran sentimientos morales. Parece
admisible asegurar con Heidegger que las pasiones a las que refiere Aristóteles
en el “Libro ii” de la Retórica corresponden a lo que él denomina una primera
hermenéutica de la cotidianidad de uno con otro; pero no todas ellas son sen-
timientos morales:
19
Adam Smith. Teoría de los sentimientos morales. Op. cit., pp. 71-72.
20
Ibid., pp. 132-133.
CAPÍTULO III. Vivir con otros: los sentimientos [71]
una incitación a hacerle daño a otro, que la humanidad pueda compartir, ex-
cepto una justa indignación por el mal que ese otro ha hecho”21.
Veamos la primera pasión que describe Aristóteles: la ira, tema central de
la Ilíada. De ella dice: “Admitamos que la ira (ὀργή) es un apetito (ὄρεξις)
penoso de venganza (τιμωρίας φαινομένης [aquí no traduce este segundo tér-
mino]) por causa de un desprecio manifestado (φαινομένηνὀλιγωρίαν) contra
uno mismo o contra los que nos son próximos, sin que hubiera razón para tal
desprecio”22. Es factible decir que el motivo que conduce, según Aristóteles,
a la ira es comparable al que parece llevar al resentimiento, uno de los senti-
mientos morales de los que nos habla Smith. Otra de las pasiones a las que se
refiere Aristóteles es la vergüenza:
21
Ibid., p. 166.
22
Rh., II, 2, 1378 a 30-32.
23
Rh., II, 6.1, 1383 b 11-14.
[72] Luz Gloria Cárdenas Mejía
modo y procediendo del mismo talante— el que se produce por los éxitos
inmerecidos”24.
Específicamente, a los sentimientos morales de resentimiento e indigna-
ción se refiere contemporáneamente el filósofo inglés Peter Stawson en Li-
bertad y resentimiento: el resentimiento tiene que ver con “reacciones de la
voluntad de los demás hacia nosotros, tal como se manifiesta en su compor-
tamiento: a su buena o mala voluntad, a su indiferencia o falta de interés. Así,
pues, el resentimiento (o lo que he llamado resentimiento) es una reacción a
la ofensa o indiferencia”25. Mientras que la indignación tiene que ver con una
reacción a la cualidad de la voluntad de los demás: “Así de quien experiementa
el análogo vicario del resentimiento se dice que está indignado o que adopta
una reacción desaprobadora”26. Tal distinción bien puede corresponder a las
pasiones de la ira y de la indignación propuestas por Aristóteles. La diferencia
está en que para este filósofo inglés, como lo era para Hume y Adam Smith,
los sentimientos morales están en la base de la conformación de la moralidad;
esto no se puede decir en el caso de Aristóteles, para quien la manera de com-
portarnos frente a las pasiones y las acciones determina si nuestra acción es
virtuosa o no. En el caso de la retórica, las pasiones inciden en los juicios que
hacemos como miembros de una comunidad de acciones concretas y determi-
nadas puestas a nuestra consideración. Con tales juicios, como hemos tratado
de precisarlo, se van constituyendo las nociones comunes de lo bueno, lo justo
y lo digno, sin las que no es posible para Arstóteles la conformación de la co-
munidad política, la polis. Ernest Tugendhat, filosófo contemporáneo, quien
estudió profundamente el pensamiento aristotélico, se refiere en el Diálogo en
Leticia a los sentimientos morales y afirma, por su parte:
24
Rh., II, 9.1 1386 b 10-12.
25
Peter Frederick Strawson. Libertad y resentimiento. Barcelona, España: Paidós. 1995, p. 53.
26
Ibid., p. 53.
CAPÍTULO III. Vivir con otros: los sentimientos [73]
tampoco los otros pueden infringir las normas, y esto en razón de que la
praxis normativa debe fundamentarse igualmente frente a los demás, es
decir, que ellos deben tener un motivo análogo para aceptarla27.
27
Ernst Tungendhat. Diálogo en Leticia. Barcelona, España: Gedisa, 2012, p. 21.
CAPÍTULO IV
La memoria archivada: la retórica,
la historia, el lugar y el espacio
E
n este capítulo mi propósito es mostrar que la operación con la que se
obtienen los lugares comunes, con los que se construyen las pruebas
retórica, es semejante a la de archivar de la que Ricoeur hizo precisio-
nes al incluirla entre las disciplinas sin las que no es posible la ciencia histórica
en el siglo xx. Para mostrarlo, en la primera parte presento la función de la
retórica y la elaboración de una tópica, sin la que no es posible la persuasión
del oyente, el ciudadano de la polis y, por tanto, la formación de sus juicios. En
la segunda parte, se centra la atención sobre dos elementos que, entre otros,
considera Ricoeur como condiciones de posibilidad para la constitución de la
historia: el espacio y la operación de archivar. Esto, con el propósito de mos-
trar que la formación de la tópica depende de operaciones semejantes a las
de archivar, de la memoria y de la idea de espacio y de lugar. Aristóteles, a
propósito de la retórica y Ricoeur, de la historia. Aristóteles se refiere al lugar,
mientras que Ricoeur lo hace al espacio.
La Retórica de Aristóteles
[75]
[76] Luz Gloria Cárdenas Mejía
1
Cf., Top., 100 a 17-100 b. 23 (Se utiliza la siguiente versión al español: Aristóteles. “Tópicos”. En
Aristóteles, Tratados de lógica (Órganon) Madrid: Gredos. 1994, pp. 89-306).
2
Cf., Rh., 1357 a 30- 1357 b.36.
3
Cf., Rh., 1354 b 7
CAPÍTULO IV. La memoria archivada: la retórica, la historia, el lugar y el espacio [77]
que se dispone las pasiones del oyente4. Estas últimas, dice Aristóteles, son
necesarias para evitar que se distorsione el juicio del oyente y más bien ayuden
a su formación, pues solo cuando se considera una acción concreta estas se
hacen presentes, lo que no sucede en el caso de la ciencia ni con el examen de
los problemas en la dialéctica5.
4
Cf., Rh., 1356 a 1-4.
5
Puede consultarse una exposición más completa sobre este tema en Aristóteles: retórica, pasiones
y persuasión. Op. cit.
6
A propósito de estos lugares, Ana Iriarte comenta: “El poder de la asamblea, que reunía a todos
los ciudadanos en la colina Pnix, era, en principio, ilimitado tanto en cuestiones de asuntos exteriores
como de política interna (…). En cuanto a los tribunales del siglo V, es de destacar el de Heliea,
compuesto por 6.000 jueces, elegidos rotativamente entre los ciudadanos mayores de 30 años” (Ana
Iriarte. Democracia y tragedia: la era de Pericles. Madrid: Ediciones Akal, 1996, p. 37).
7
En la aplicación del derecho se tiene en cuenta lo que se denomina los precedentes, que
corresponde, en cierta medida, a lo que aquí se anota. (Ver: Chaïm Perelman. Logique juridique.
Nouvelle rhétorique. Paris: Dalloz, 1979, p. 18.)
[78] Luz Gloria Cárdenas Mejía
8
Aristóteles elaboró una teoría sobre la memoria en un pequeño tratado que hace parte de los
Tratados breves de historia natural (Aristóteles. “Acerca de la memoria y la reminiscencia”. En:
Tratados breves de historia natural. Traducciones y notas de Ernesto La Croce y Alberto Bernabé
Pajares, Madrid: Gredos, 1987, pp. 233-255).
9
Se utiliza la siguiente versión al español: Aristóteles. Física Libros III y IV. Traducción,
introducción y comentario de Alejandro Vigo, Buenos Aires: Editorial Biblos, 1995.
10
Ph., IV, 212 a 20.
CAPÍTULO IV. La memoria archivada: la retórica, la historia, el lugar y el espacio [79]
11
Po., 1457 b 6.
12
Paul Ricoeur. Tiempo y narración. Op .cit., p. 28.
13
Aristóteles también utiliza el término topos para referirse a los lugares de la dialéctica. A esta
consagra un estudio cuyo título es Tópicos. Estos lugares son clasificados en: propio, definición,
género o accidente (Top., 101 b 24-25) y, mediante ellos, pueden identificarse la clase de cosas a las
que se refieren las proposiciones. En el siglo xx, Chaïm Perelman recoge este estudio y el que hace
Aristóteles sobre la retórica para elaborar su propia teoría de la argumentación, en la que propone una
nueva clasificación de los lugares, que son, para él, acuerdos que se convierten en punto de partida
de los argumentos y con los que se garantiza la adhesión a las premisas. Estos son agrupados en dos
categorías: “una relativa a lo real, que comprendería los hechos, las verdades, las presunciones; otra,
relativa a lo preferible, que englobaría los valores, las jerarquías y los lugares de lo preferible” (Chaïm
Perelman, y Lucie Olbrechts-Tyteca. Tratado de la Argumentación o Nueva retórica. Madrid: Gredos,
1989, p. 120). Berti, en una intervención ante el Parlamento italiano, aseguró que las endoxas, las
veromilitudes de las que hablaba Aristóteles, corresponden a los derechos humanos que, si se sigue a
Perelman, son los acuerdos a los que ha llegado el mundo occidental y que rigen la posibilidad de su
vida en común. (Enrico Berti. (25 de febbraio de 2003). Il contributo della dialettica antica alla cultura
europea. Conferenza tenuta nella Sala Zucardi Pallazzo Giustani nell'ambito del ciclo su "Lafilosofia
dell'Europa". Recuperado el 15 de marzo del 2006, de Senato de la Republica xvi Legislattura: http://
web2003.senato.it/att/eventi/berti.htm).
14
Rh., II, 22, 1396 b 19.
[80] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Con lo cual, pues, podemos ya obtener, sobre poco más o menos, los lugares
(τόποι) comunes correspondientes a cada una de las especies que son útiles
y necesarias, puesto que antes hemos recopilado los enunciados (προτάσεις)
que se refieren a cada una de ellas, de suerte que, sobre esta base, nos cabe
inferir los entimemas propios de los lugares comunes sobre el bien o el mal,
lo bello o lo vergonzoso y lo justo o lo injusto. Y, de igual modo, son tam-
bién pertinentes los lugares comunes que así mismo hemos recopilado sobre
los caracteres, las pasiones (παθήματα) y las maneras de ser. Pero ahora
seguiremos otro método, este universal, sobre todos «los entimemas» sin
excepción. En capítulo aparte hablaremos luego de los refutativos y los de-
mostrativos y, también, de los que pareciendo entimemas no lo son, porque
tampoco son silogismos15.
15
Rh., II, 1396 b 28-1397 a 6.
16
En el siglo V este lugar se convierte también en archivo y adquiere el nombre Metroón.
A los documentos se refiere Aristóteles en su Retórica y los clasifica dentro de las pruebas ajenas
17
al arte: “Llamo ajenas al arte a cuantas no se obtienen por nosotros, sino que existían de antemano,
como los testigos, las confesiones bajo suplicio, los documentos y otras semejantes” (Rh., I, 1355b35-
37).
CAPÍTULO IV. La memoria archivada: la retórica, la historia, el lugar y el espacio [81]
La memoria archivada
18
Ver sobre este tema en el libro de Havelock. La musa aprende a escribir. Reflexiones sobre
oralidad y escritura de la antigüedad hasta el presente. Barcelona: Paidós, 1996.
19
Cf., Paul Ricoeur. Tiempo y narración iii: El tiempo narrado. Op. cit., pp. 802-816.
20
Cf., Paul Ricoeur. La memoria, la historia, el olvido. Op. cit., pp. 218-233.
21
Ibíd., p. 220.
[82] Luz Gloria Cárdenas Mejía
22
Ibid., p. 191.
23
Ibid., p. 193.
24
Cf., Ibid., pp. 201-217.
CAPÍTULO IV. La memoria archivada: la retórica, la historia, el lugar y el espacio [83]
25
Grilla: en arquitectura es una cuadrícula, malla o rejilla que se utiliza para diseñar.
26
Ricoeur dedicó un artículo, específicamente, al tema de la constitución de la experiencia humana
del espacio articulada con la del tiempo a la que había dedicado su libro de Tiempo y narración (Paul
Ricoeur,. “Architecture et narrativité”. En Urbanisme n.º 303, novembre-décembre, 1998, pp. 44-51.)
[84] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Con estas mutaciones se indica de qué manera “el discurso del espacio ha
trazado un recorrido merced al cual el espacio vivido es sucesivamente abolido
por el espacio geométrico y reconstruido en el plano hiper-geométrico de los
oikoumenê”27. Esta última palabra significaba para los griegos las tierras que
ellos sabían habitadas y, por extensión, todo el mundo conocido en general.
La inclusión por parte de Ricoeur de la geografía, ausente en sus obras previas,
implica su reconocimiento de temas como lugares, paisajes, región, que son
hoy tema de interesantes reflexiones y que necesariamente tienen que incor-
porarse a una reflexión sobre la constitución de la experiencia humana del
espacio; pero también y, este es nuestro propósito, se requiere incorporar el
tema del lugar y, por extensión, el de los lugares de la retórica.
Ahora bien, a las mutaciones que afectan las condiciones formales del
tiempo y el espacio es preciso añadir la operación de archivar. Esto, al tener
en cuenta que la historia es una ciencia de los hombres en el tiempo, un co-
nocimiento por huellas que se sustentan en vestigios y testimonios escritos y
no escritos, voluntarios e involuntarios, sin los que no es posible la investi-
gación y para la que se requiere técnicas eruditas y disciplinas auxiliares de
gran precisión y de la consulta a guías diversos. El testimonio comparte con
27
Paul Ricoeur. La memoria, la historia, el olvido. Op. cit., p. 200.
CAPÍTULO IV. La memoria archivada: la retórica, la historia, el lugar y el espacio [85]
la oralidad sus rasgos, solo cuando se registran y/o se transcriben son sus-
ceptibles de archivarse y se convierten en documentos. Testimonio y archivo
comparte para Ricoeur una misma estructura: la del dar y el recibir. El archivo
rompe con el testimonio oral cuando es depositado en un lugar. La edificación
para alojar los archivos son configurados mediante el diseño arquitectónico y
la distribución urbanística en el momento en que el espacio cuadriculado es
redistribuido y son dispuestos los lugares para depositar los documentos. Con
dicha configuración se da la institucionalización que permite, o prohíbe, con
el gesto de separar, reunir y coleccionar. La actividad de archivar, dice Ricoeur,
comienza cuando:
1. Se da la iniciativa de una persona física o moral que intenta preservar las
huellas de su propia actividad.
2. Hay una organización más o menos sistemática del fondo así separado
y se toman medidas físicas de preservación.
3. Se pone al servicio para que pueda consultarse y se establecen reglas
para su acceso.
28
Paul Ricoeur. La memoria, la historia, el olvido. Op. cit., p. 219.
[86] Luz Gloria Cárdenas Mejía
29
“Hay que encontrar lo incierto en la historia” (Entrevista a Paul Ricoeur por Jörg Lau en
Humbolt, Año 41, n. º 127, (1999), pp. 6-9; p. 7).
30
Para Hannah Arendt, “todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de
la pluralidad humana, por el hecho de que no es un hombre, sino los hombres en plural quienes
habitan la tierra y de un modo u otro viven juntos. Pero solo la acción y el discurso están conectados
específicamente con el hecho de que vivir significa vivir entre los hombres, vivir entre los que son
mis iguales”. (Hanna Arendt. De la historia a la acción. Barcelona: Paidós, 1995, p.103). Aquí hemos
añadido otras dimensiones que, con los lugares de la retórica, son incorporadas a la vida con otros, a
la vida en común.
CAPÍTULO IV. La memoria archivada: la retórica, la historia, el lugar y el espacio [87]
vez regresar a lo guardado, para que desde allí la memoria histórica y retórica
puedan convertirse en fuentes de nuevos desarrollos y de nuevos juicios nece-
sarios para la preservación y constitución de la vida en común.
CAPÍTULO V
El giro del tiempo al espacio:
a propósito de Ricoeur
D
esde la perspectiva de la fenomenología y la hermenéutica, diversos
pensadores en el siglo xx centraron su atención en el problema del
tiempo humano: Husserl, en Lecciones de fenomenología de la con-
ciencia interna del tiempo1; Heidegger, en Ser y tiempo2; Ricoeur, en Tiempo
y narración3. Cada uno, a su manera, intenta resolver el problema filosófico
sobre el tiempo. A finales del siglo xx y comienzos del xxi surge un renovado
interés por los problemas que se derivan del espacio; palabras como espacio
virtual, espacio global, local, no-lugares, territorios, regiones, medio ambiente,
paisaje dan cuenta de la importancia que hoy ha adquirido el tema del espacio.
Numerosas disciplinas y artes son las que tienen por tema de estudio el espacio.
La geografía utiliza diversos términos: espacio, lugar, región, territorio, paisaje.
La geometría, cuando se ocupa de las figuras las ubica en un espacio geomé-
trico4. Además de la geografía y la geometría, la física y, en sus comienzos, la
1
Edmund Husserl. Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo. Madrid:
Editorial Trotta, 2002.
2
Martin Heidegger. Ser y tiempo. Op. cit.
3
Paul Ricoeur. Tiempo y narración i, ii, iii. Op. cit.
4
Se considera a Erastóstenes fundador de la geografía. Aristóteles utiliza por primera vez la palabra
geografía en De Mundo 393 b 20. Bonitz. Index Aristotelicus. Academische Druk- U. Verlagsanstalt,
Berlín: 1955, p. 153.
[89]
[90] Luz Gloria Cárdenas Mejía
5
Paul Ricoeur. “Architecture et narrativité”. Op. cit., pp. 44-51.
6
Ibíd., p. 44.
[92] Luz Gloria Cárdenas Mejía
7
Ibid., p. 45.
8
Ibid., p. 45.
CAPÍTULO V. El giro del tiempo al espacio: a propósito de Ricoeur [93]
9
Paul Ricoeur. “Architecture et narrativité”. Op. cit., p. 45.
10
Ibid., p. 48.
[94] Luz Gloria Cárdenas Mejía
11
Paul Ricoeur. “Architecture et narrativité”. Op. cit., p. 48.
CAPÍTULO V. El giro del tiempo al espacio: a propósito de Ricoeur [95]
que comienza por ser ingenua pasa a ser complicidad para llegar hasta la ago-
nística, en la que la intertextualidad se convierte en un gran desafío. Del lado
del construir, la lectura y la relectura de nuestros lugares de vida se producen
desde las maneras de habitar, pues no basta que un proyecto arquitectónico
sea bien concebido para que sea comprendido y aceptado:
Habitar como réplica al construir. Así como la recepción del texto literario
comienza con la prueba de una lectura plural, de una acogida paciente a la
intertextualidad, de la misma manera, el habitar receptivo y activo implica
una relectura atenta del entorno urbano, un reaprendizaje continuo de la
yuxtaposición de estilos, y por lo tanto, también de las historias de vida de
las cuales los monumentos y todos las edificaciones llevan las huellas. Leer
que esas huellas no son solo residuos, sino los testimonios reactualizados
del pasado que no es más, pero que fue, hacer que lo que fue en el pasado
sea salvado a pesar de no ser más; es eso lo que puede la piedra que dura12.
12
Paul Ricoeur. “Architecture et narrativité”. Op. cit., p. 51.
13
Ibid., p. 51.
[96] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Retórica y lugar
En un capítulo anterior se estableció que los tópicos, los que podemos deno-
minar, con justa razón, lugares de la memoria, son punto de partida para la
argumentación, equiparables, entonces, en este sentido, con los lugares de la
CAPÍTULO V. El giro del tiempo al espacio: a propósito de Ricoeur [97]
memoria que son, para Ricoeur, las casas para la habitación, los recorridos
y los lugares para el encuentro en las ciudades. Con los discursos retóricos,
en los que se hace uso de los topoi, los miembros de una determinada co-
munidad, que se encuentra con los oradores en lugares destinados para ellos
en la polis, toman decisiones. El término topoi, traducido por lugares, tiene
un sentido metafórico para Aristóteles, y lo utiliza para hablar del lugar en el
que se guarda el resultado de la memoria colectiva de quienes conforman la
polis. Estos recuerdos son traídos a los lugares en que se encuentran oradores y
oyentes: al ágora, al estrado judicial, a los lugares en que se celebran los juegos
olímpicos y se hacen conmemoraciones públicas.
Los topoi, a los que se refiere Aristóteles en la Retórica, son organizados y
clasificados de la siguiente manera: los lugares comunes (el más y el menos,
lo grande y lo pequeño, lo posible e imposible, el hecho), los propios (lo con-
veniente o inconveniente, lo justo o injusto, lo digno de ser alabado o censu-
rado), los de los caracteres14, las pasiones (ira y calma, amor y odio, temor y
confianza, vergüenza y desvergüenza, gratitud, compasión, indignación, en-
vidia, emulación y menosprecio), los hábitos15, los refutatorios, los demostra-
tivos y los aparentes16. Aristóteles los pone a disposición de los oradores para
que elaboren sus discursos y los oyentes los consideran para estimar y sopesar
los argumentos propuestos en los discursos y así establecer si una acción con-
creta y determinada es justa, conveniente o digna de ser elogiada. Por este
medio, deliberan, forman su juicio y toman una decisión. Considero que por
este medio las nociones de lo justo, conveniente y digno se configuran y refigu-
ran una y otra vez, con lo que se hace posible la constitución de la experiencia
compartida y, por lo tanto, se hace posible vivir en y con otros.
Uno de los asuntos sobre los que llama la atención Aristóteles, y que hemos
considerado relevante para la constitución de la vida en común, es la percep-
ción de que las pasiones se presentan cada vez que se hace un juicio sobre
14
No se sabe bien a qué se refiere aquí Aristóteles. Uno, puede ser el carácter del orador (sensato,
virtuoso, benevolente); otro, los caracteres de los oyentes (jóvenes, edad madura, viejos).
15
Tampoco es posible saber los lugares a los que corresponde este tipo.
16
Cf., Rh., 1396 b 29-1397 a 6.
[98] Luz Gloria Cárdenas Mejía
17
Rh., 1356 a 15-16.
CAPÍTULO V. El giro del tiempo al espacio: a propósito de Ricoeur [99]
L
a noción de espacio no es equivalente a la de lugar. Del mismo modo,
los significados que estos adquieren en la matemática y en la física no
pueden aplicarse sin más a la comprensión de la experiencia humana;
para hacerlo, es preciso hacer un trabajo de reducción y de descripción fe-
nomenológica tal como la realizada por Husserl. Pese a esta restricción, me
propongo mostrar que cuando Heidegger se pregunta por la experiencia
humana acude a Aristóteles en su Física para pensar el tema del espacio en Ser
y tiempo. En la primera parte, me referiré a las nociones de chora y de topos
tal como fueron concebidas, primero por Platón y, luego, retomadas por Aris-
tóteles para elaborar su teoría sobre el lugar. En la segunda parte, me referiré
a algunas precisiones que hacen físicos contemporáneos sobre las nociones de
espacio y lugar, que equivalen, según lo afirman, a las más antiguas de chora y
topos, para marcar la distancia entre un estudio del espacio y el lugar desde la
física y otro desde la experiencia humana, concerniente a la constitución de
su sentido. Finalmente, en la tercera parte, mostraré la apropiación que hace
Heidegger de las conceptualizaciones realizadas por Aristóteles para pensar el
espacio y señalaré la crítica que le hace Ricoeur en Sí mismo como otro y su exi-
gencia de pensar el espacio de manera más originaria con un regreso a Husserl.
[101]
[102] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Hay ser, espacio y devenir, tres realidades diferenciadas, y esto antes de que
naciera el mundo. La nodriza del devenir mientras se humedece y quema y
admite las formas de la tierra y el aire y sufre todas las otras afecciones rela-
cionadas con estas, adquiere formas múltiples y, como está llena de fuerzas
disímiles que no mantienen un equilibrio entre sí, se encuentra toda ella en
desequilibrio: se cimbrea de manera desigual en todas partes, es agitada por
aquellas y en su movimiento, las agita a su vez2.
proporciona una sede a todo lo que posee un origen, captable por un pensa-
miento bastardo sin la ayuda de una percepción sensible, creíble con dificul-
tad, y, al mirarlo, soñamos y decimos que necesariamente todo ser está en
un lugar y ocupa un cierto espacio, y que lo que no está en algún lugar en la
tierra o en el cielo no existe3.
1
Se utiliza la siguiente versión al español: Platón. Diálogos vi. Filebo-Timeo-Critias. Traducción de
M. Ángeles Durán y Francisco Lisi. Madrid: Gredos, 1992.
2
Ti., 52d.
3
Ti., 52b.
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [103]
El modelo para pensar el mundo como imagen son las figuras geométri-
cas. Así como estas se construyen unas a partir de otras, los elementos (tierra,
agua, aire, fuego) que componen el mundo se transforman unos en otros. En
el mismo sentido, si las figuras no son sino un espacio geométrico, el mundo
para generarse requiere de un receptáculo que lo albergue:
Está más allá de toda duda que fuego, tierra, agua y aire son cuerpos. Ahora
bien, toda forma corporal tiene también profundidad. Y, además, es de toda
necesidad que la superficie rodee la profundidad. La superficie de una cara
plana está compuesta de triángulos. Todos los triángulos se desarrollan a
partir de dos, cada uno con un ángulo recto y los otros agudos. Uno tiene a
ambos lados una fracción de ángulo recto atribuida a lados desiguales. En
nuestra marcha según el discurso probable acompañado de necesidad, su-
ponemos que este es el principio del fuego y de los otros cuerpos4.
4
Ti., 53c.
5
Cf., Ingemar Düring. Aristóteles. México: Universidad Autónoma de México, 1990, p. 491.
6
Para René Thom, una teoría de tipo etológica relacionada con el uso del espacio por un ser
vivo. René Thom. “Aristote, Topologue”. En Alliage n.° 43, 2000. http://www.tribunes.com/tribune/
alliage/43/thom_43.htm. Consulta en línea: enero 6 del 2002.
7
Sambursky considera que Aristóteles rechazó cualquier descripción física realizada a partir de una
geometría abstracta. Identificó el espacio con el volumen ocupado por la materia, una identificación
que requería la continuidad de aquella. Hizo uso de la palabra lugar y no la de espacio, término más
concreto que aquel. Shmuel Sambursky. El mundo físico de los griegos. Madrid: Alianza Editorial, 1999,
p. 121.
[104] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Aristóteles delimita el campo de estudio de la Física a los seres que son por
naturaleza y a los naturales que tienen en sí mismos el principio del movimien-
to y del reposo:
Por naturaleza son los animales y sus partes, las plantas y los cuerpos sim-
ples, vgr., tierra, fuego, aire y agua. En efecto, afirmamos que estas y las
demás cosas de este tipo son por naturaleza. Todas estas cosas, evidente-
mente, se diferencian de las que no están constituidas por naturaleza, ya que
cada una de ellas tiene en sí misma el principio del movimiento y el reposo:
unas en cuanto el lugar, otras en cuanto al aumento y la disminución, otras
en cuanto a la alteración8.
8
Ph., 192 b 10-6
9
Ph., 220 b 20.
10
Ph., 208 a 30.
11
Tomaré, además de las versiones al español de la Física como guía para nuestra exposición, la
traducción francesa: Aristote. Physique I-IV. Texte établi et traduit par Henri Carteron. Paris: Les Belles
Lettres, 2000.
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [105]
12
Ph., 208 a 29-31.
13
Ph., 208 a 30.
14
Empédocles de Agrigento hacia el siglo V “descubrió la existencia del aire, al observar que debía
haber algo que impedía el paso del agua cuando se tapaba la pequeña abertura superior de la clepsidra”
Ana María Vásquez Hoys. “La importancia del agua en las civilizaciones antiguas. Grecia un universo
de agua”. Disponible en internet: http://www.uned.es/geo-1-historia-antigua universal/PDF/09_
GRECIA_AGUA%20Y%20CULTURA.pdf, 2006, p.97. Consultado el 26 de diciembre del 2008. Este
descubrimiento permite entender a qué se refiere Aristóteles.
15
Capítulo 6 al 9 del “Libro iv”.
[106] Luz Gloria Cárdenas Mejía
16
Este principio es el que más tarde se denominará impenetrabilidad de los cuerpos.
17
Ph., 209 a 30.
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [107]
18
Para poder comprender a qué se refiere Aristóteles puede ser útil mirar la crítica que le hace
Aristóteles a Platón en el “Libro I” de la Metafísica.
[108] Luz Gloria Cárdenas Mejía
sí misma, esto cuando se relaciona consigo misma o con otra cosa, cuando el
contenido y el continente hacen parte de un todo: el todo puede decirse que
es interior a sí mismo y, en este caso, se puede nombrar por las partes; por
ejemplo, blanco por superficie, o sabio por facultad de razonar. Esto no es así
cuando las partes pueden darse independientemente del todo; por ejemplo, en
ánfora de vino no se puede decir solo ánfora o vino, por ánfora de vino.
Aristóteles retoma el análisis sobre los múltiples sentidos en que se dice
que una cosa está ‘en otra’ o ‘en sí misma’ para señalar las propiedades, que
parecen ser las del lugar:
-El primer envolvente de aquello que es lugar.
-No es nada de la cosa.
-El primer envolvente no es ni más grande, ni más pequeño que la cosa.
-Puede ser abandonado por cada cosa, es decir, es separable.
-Comporta la distinción arriba-abajo.
-Cada uno de los cuerpos se traslada y permanece en los lugares que le son
propios.
Además, solo se reconoce la existencia del lugar cuando se dan las siguien-
tes especies de movimiento: de traslación y de crecimiento o disminución.
Estas clases de movimiento puede darse por sí, en acto, o por accidente; en este
último caso, se dice que algo se mueve cuando se mueve en lo que está.
Establecidas sus posibles propiedades, Aristóteles procede a determinar su
esencia: si el lugar existe, tal como se ha establecido, solo puede ser alguna de
estas cuatro cosas: forma, materia, intervalo entre los extremos, o los extremos.
La forma y el lugar son límites, pero no de lo mismo: la primera lo es de la
cosa; el segundo, del cuerpo envolvente. No es un intervalo, aunque parezca
algo existente independiente de lo que se desplaza; si fuera algo existente por
sí mismo, el lugar, al identificarse con el intervalo, tendría que ser infinito y si
estuviera sometido a cambio, habría lugares de lugares. La única solución es
que el lugar sea siempre el mismo y no intervalos, todos ellos distintos, pues
solo así una cosa, por ejemplo el aire, puede ser reemplazada por otra, el agua.
Esto puede llevar, también, al equívoco de identificarlo con la materia, pues,
al igual que ella, permanece siempre aunque se den alteraciones; pero el lugar
tiene que ser separable de la cosa mientras que la materia no. Luego,
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [109]
Por tanto, cuando dentro de algo que está en movimiento se mueve y cambia
«de posición» aquello contenido en su interior —por ejemplo, dentro de un
río un barco—, lo primero cumple más bien la función de recipiente, que la
de lugar continente. Pues, ciertamente, el lugar requiere ser inmóvil. Por lo
tanto, el río como un todo es más bien el lugar «en este caso», ya que como
totalidad el río es inmóvil20.
19
Ph., 211b 5-16.
20
Ph., 212 a 15.
21
Ph., 212 a 20.
[110] Luz Gloria Cárdenas Mejía
con el cuerpo. Un mismo lugar no puede ser ocupado, al mismo tiempo, por
dos cuerpos. Se puede decir que el lugar es en alguna parte, pero no como en
un lugar, sino como el límite en lo limitado. Solo si se admite la existencia
del lugar puede explicarse que cada cosa permanezca y se traslade a su lugar
propio.
Esta teoría del lugar no es posible sin tener en cuenta el movimiento de
traslación, advertencia que Aristóteles hace desde el comienzo; sin el lugar el
movimiento no puede explicarse, tampoco sin el tiempo y sin demostrar que
no existe el vacío. Por el contario, para Platón el espacio no es el lugar; es un
principio al lado de otros, sin los cuales no es posible comprender la genera-
ción del mundo. Aristóteles asegura que solo Platón, y, de manera indirecta, en
el Timeo22, se pregunta qué es el espacio. Aristóteles opta por utilizar el térmi-
no topos para referirse al lugar y abandona el de chora; al hacerlo, se distancia
de su maestro, cuando dice:
22
Ph., IV, 208 a 32-208 b 1.
23
Ph., IV, 209 b 12-15.
24
René Thom asegura que los intérpretes actuales lo traducen por contre (en español: región).
Pero aquí se trata de la interpretación que hace Aristóteles. René Thom. “Les intuitions topologiques
primordiales de l’aristotelisme”, en Revue Thomiste. Juillet-septembre, 1988, XCVI année, tome,
LXXXXVIII, n.° 3, p. 393-409; p. 395. René Thom lo traduce por réceptacle. Pierre Pelegrin en su
versión francesa de la Física lo traduce como emplacement. Aristote. Physique. Op. cit. José Luis Calvo
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [111]
En efecto, una vez que se les ha entregado bien limpia la colmena, construyen
los panales trayendo el jugo de diferentes flores y las lágrimas que manan de
los arboles: del sauce, del olmo y otros árboles que producen mucha goma.
También con esa sustancia impregnan la base de la colmena para protegerse
de los otros animales; los apicultores llaman a esta operación engomadura.
Además, las abejas obstruyen las entradas cuando son anchas.
en español lo traduce simplemente por espacio. Aristóteles. Física. Traducción de José Luis Calvo,
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1996.
25
Ph., IV, 192 b 9-10.
26
Se utiliza la siguiente versión al español: Aristóteles. Investigación sobre los animales. Traducción
y notas de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1992.
27
Falta
28
HA., VII, 605 b 22-24.
[112] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Las abejas fabrican los panales, primero las celdillas en las que crían las
propias abejas; después las de las abejas llamadas reinas y luego las de los
zánganos29.
La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal grega-
rio, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace
nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. La voz es
signo del dolor y el placer, y por eso la tienen también los demás animales,
pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y placer y signifi-
cársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo
dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás
animales, el tener, él solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo e injusto,
etc., y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad31.
La física contemporánea
29
HA., VIII, 623 b 26-34.
30
Se utiliza la siguiente versión en español: Aristóteles. Política. Traducción de Julián Marías y
María Araújo. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005.
31
Pol. I, 1253 a 14-18.
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [113]
Por lo que se refiere al concepto de espacio, parece que este fue precedido
por el concepto psicológicamente más simple de lugar. Lugar es, en primer
lugar, una porción (pequeña) de la superficie terrestre, identificada con un
nombre. La cosa cuyo “lugar” se especifica es un “objeto material” o un
cuerpo. Un análisis simple muestra que “lugar” es también un grupo de ob-
jetos materiales. ¿Tiene la palabra “lugar” un significado independiente de
este, o es posible asignarle tal significado? Si se tiene que responder negati-
vamente a esta cuestión, se llega a la idea de que el espacio (o el lugar) es una
especie de orden de los objetos materiales y nada más34.
32
Jean Ladrière. Physique et métaphysique. Publication provisoire destinée aux étudiants qui
suivent le cours de Philosophie de la Nature. Institut Supérieur de Philosophie Anne Académique
1982-1983.
33
Max Jammer. Conceptos de espacio. México: Editorial Grijalbo, 1970, p. 16.
34
Albert Einstein. “Prólogo”. En Jammer, Max. Conceptos de espacio. Op. cit., p. 11-17; p. 13.
[114] Luz Gloria Cárdenas Mejía
35
René Thom. “Les intuitions topologiques primordiales de l’aristotelisme”. Op. cit., p. 393.
36
“Il faut partir de l’idée que, pour lui, le lieu est toujours associé à un corps, en général vivant,
une ousia - ce qui, en terminologie moderne exprime que le lieu est toujours le voisinage d`un être
- animé ou non -qui s`y trouve, et constitue pour cet être une sorte d`enveloppe protectrice. Il n`est
que de voir l`importance attribuée par Aristote au concept d`enveloppe - periechôn - et de corps
enveloppé - periechomenon – pour s`en convaincre. Aristote a tiré de cette considération des notions
qui, introduisant à celles de voisinage, d`ensemble ouvert ou fermé vont fonder la Topologie de notre
XXème siècle”. René Thom. « Topoi de l’utopie ». Disponible en internet: http://www.lxxl.pt/babel/
biblioteca/thom. Consultado en línea el 8 de mayo del 2009.
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [115]
37
“El tratado aristotélico sobre el tiempo es la primera exégesis detallada de este fenómeno que se
nos ha transmitido. Ha determinado esencialmente toda consideración posterior del tiempo” Martin
Heidegger. Ser y tiempo. Op. cit., p. 36-37.
38
Ibid., p. 17.
39
Ibid., p. 27.
[116] Luz Gloria Cárdenas Mejía
40
Martin Heidegger. Ser y tiempo. Op. cit., p. 54.
41
Ibid., p. 53.
42
Ibid., p. 66
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [117]
distinta. “No negamos al ‘ser ahí’ toda forma de ‘espacialidad’; por el contrario,
el ser ahí tiene un peculiar ‘ser en el espacio’, que solo es posible, si se parte del
‘ser en el mundo’ en general”43. El ‘ser en el mundo’ del ‘ser ahí’ se dispersa y
despedaza en determinados modos del ‘ser en’, por ejemplo:
tener que ver con algo, producir algo, encargarse y cuidar de algo, emplear
algo, abandonar y dejar que se pierda algo, emprender, imponer, examinar,
indagar, considerar, exponer, definir… Estos modos del ‘ser en’ tienen la
forma de ser del ‘curarse de’ que habrá de caracterizarse más a fondo. Modos
del ‘curarse de’ son también los modos deficientes del dejar, omitir, renun-
ciar, descansar; todos modos del ‘no hacer más que eso’, en relación a ciertas
posibilidades del ‘curarse de’44.
43
Ibid., p. 69.
44
Martin Heidegger. Ser y tiempo. Op. cit., p. .69.
45
Ibid., p. 79.
[118] Luz Gloria Cárdenas Mejía
desplazan, determina las formas de vida, permite que algunos de ellos inte-
ractúan y, otros, lo modifiquen. Desde los animales, Aristóteles extiende su
noción del lugar hasta los humanos, quienes construyen además sus casas y
ciudades y, sobre todo, comunidades políticas.
Heidegger se concentra en el ‘ser ahí’, el único de los seres que se pregunta
por el sentido del ser. Su pregunta, bien es cierto, no es la de Aristóteles, quien,
preocupado primero por explicar la naturaleza, como principio del movimien-
to y del reposo de los seres de la naturaleza y naturales, elabora una teoría del
lugar que luego extiende a los animales y a los humanos. No pueden negarse,
sin embargo, las enormes coincidencias entre las exégesis que proponen cada
uno de los dos filósofos. Heidegger, en su reflexión sobre el espacio, no crítica a
Aristóteles, sino a Descartes, cuando dice: la ontología tradicional ha “intenta-
do, justamente, hacer la exégesis del ser del ‘mundo’ como res extensa partien-
do de la espacialidad”46. El llamado de atención que hace Aristóteles a Platón
al afirmar que confunde la chora con la materia es equiparable al de Heidegger
a Descartes cuando lo acusa de identificar mundo con la extensión47:
46
Ibid., p. 79.
47
Ibid., p. 105.
48
Martin Heidegger. Ser y tiempo. Op. cit., p..111.
CAPÍTULO VI. El espacio y el lugar: Aristóteles-Heidegger [119]
Descartes pasa por alto el fenómeno del mundo pues no es el mundo ‘ante
los ojos’ en el espacio, sino es lo circundante del mundo circundante, la es-
pacialidad de los entes que hacen frente en el mundo circundante lo que se
encuentra fundado en la mundanidad del mundo. Heidegger estudia la espa-
cialidad del ‘ser ahí’ y de la constitución espacial del mundo de los párrafos 22
al 24, en los que recorre los siguientes estadios: la espacialidad de lo ‘a la mano’
dentro del mundo, la espacialidad del ‘ser en el mundo’, la espacialidad del ‘ser
ahí’ y el espacio49.
Sin embargo, a pesar de la crítica de Heidegger a Descartes, Ricoeur, en
Sí mismo como otro, afirma que no aborda la espacialidad en su autenticidad:
49
Ibid., p. 117.
50
Paul Ricoeur. Sí mismo como otro. Op. cit., p. 364.
CAPÍTULO VII
De la ciencia a la hermenéutica.
Aristóteles-Husserl-Ricoeur
E
n este capítulo, me propongo mostrar que la exigencia de Ricoeur a
Heidegger de un regreso a Husserl implica, a su vez, uno a la Metafísi-
ca de Aristóteles. Esto implica, primero, establecer la distancia que se
da entre Aristóteles y Husserl con respecto al tipo de ciencia que proponen;
segundo, concentrarse en las significaciones múltiples del ser; finalmente, in-
dicar que Ricoeur, al elaborar una filosofía de la voluntad, se enfrenta con
la dificultad de describir fenomenológicamente el mal, que exige pensar un
hombre de carne y hueso y, por lo tanto, una hermenéutica para un regreso a
las múltiples significaciones del ser de Aristóteles.
En la primera parte rastrearé en la Metafísica de Aristóteles y en la Filosofía,
ciencia rigurosa de Husserl la siguiente pregunta: ¿es la misma idea de ciencia
la que guía a Aristóteles y a Husserl en la constitución de la ciencia buscada
y en la de la subjetividad? Aristóteles se pregunta en la Metafísica por la po-
sibilidad de una ciencia cuyo tema busca precisar. Husserl ve la necesidad de
constituir una ciencia de la subjetividad y asegura que ha guiado a la filosofía
la misma idea de ciencia desde el giro socrático-platónico1. Una gran distancia
en el tiempo separa a estos dos filósofos; cada uno animado por problemas
diversos intenta precisar los alcances de su propuesta científica. Preguntar por
1
Edmund Husserl. La filosofía, ciencia rigurosa. Madrid: Ediciones Encuentro S.A, 2009, p. 12.
[121]
[122] Luz Gloria Cárdenas Mejía
2
Pierre Aubenque. Le problème de l'être chez Aristote. Paris: Presses Universitaires de France, 1962,
nota 1.
3
Ibid., p. 1.
4
Ibid., p. 3.
5
Ibid., p. 12.
CAPÍTULO VII. De la ciencia a la hermenéutica. Aristóteles-Husserl-Ricoeur [123]
6
Metaph.,1003 a 21.
7
El término griego τὸ ὂν es traducido por ‘ente’ y no por ‘ser’. García Yerba argumenta, en su
prólogo a la segunda edición, que esta sustitución de ‘ente’ por ‘ser’, cree, se debe al influjo de los
franceses, pues en esa lengua hay dificultades para distinguir la pronunciación de la proposición en del
vocablo ent (la t final no se pronuncia); pero esto no sucede en el español y ‘ser’ debe reservarse para
εἶναι (Aristóteles, Metafísica. Op. cit., p. xliv-xlv).
8
Metaph., 980 a 21.
9
Metaph., 981 b 20-22.
[124] Luz Gloria Cárdenas Mejía
conocimientos teóricos, más que los prácticos. Resulta pues evidente que la
Sabiduría es una ciencia (ἐπιστέμη) sobre ciertos principios y causas10.
Para establecer la diferencia entre ciencia y arte, Aristóteles opta por hacer-
lo a partir de las concepciones que los antiguos han forjado sobre el sabio y así
determinar sus características: el sabio lo sabe todo en la medida de lo posible,
sin tener la ciencia de cada cosa en particular; puede conocer las cosas difíciles,
conoce con mayor exactitud y es más capaz de enseñar las causas. Establecido
lo anterior, le es lícito afirmar que la sabiduría, entre las ciencias, es la única
que se elige por sí misma, conoce los primeros principios y causas y, por tanto,
está destinada a mandar:
10
Metaph., 981 b 27-982 a 3.
11
Metaph., 982 a 30-982 b 10.
CAPÍTULO VII. De la ciencia a la hermenéutica. Aristóteles-Husserl-Ricoeur [125]
12
EN., 1139 b 15-17.
13
EN., 1139 b 33-34.
14
EN., 1141 a 16.
15
EN., 1141 a 19-20.
[126] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Mas puesto que «Ente» dicho sin más tiene varios sentidos (λεγόμενον
λέγεται πολλαχῶς), uno de los cuales es el Ente por accidente, y el otro el
Ente como verdadero, y el no-ente como falso, y, aparte de estos, tenemos
las figuras de la predicación (por ejemplo «que», «de qué cualidad», «cuán
grande», «dónde», «cuándo» y si alguna otra significa de este modo) y, toda-
vía, además de todos estos, el Ente en potencia y el Ente en acto.18
Toda ciencia, dice Brentano, tal como lo afirma Aristóteles, debe comenzar
por la elucidación de su objeto19. El Ente como objeto de investigación, si bien
se dice en múltiples sentidos, se ordena por un principio, al “mostrar cómo
las múltiples significaciones del ser se dejan todas subordinar a una primera
distinción, la de las cuatro acepciones de este nombre, para luego, entonces,
considerar cada una de ellas”20. Brentano dedica su libro a precisar cómo Aris-
tóteles ordena y explicita cada una de estas cuatro acepciones: ser según el
accidente, ser según lo verdadero, ser según la potencia y el acto y ser según las
figuras de las categorías.
En el mundo griego antiguo, Platón, antes que Aristóteles, hizo grandes
esfuerzos para constituir un nuevo saber: la filosofía. En la República21, recurre
al símil de la línea para establecer su idea. Afirma que esta ciencia no parte
16
Franz Brentano. Aristote. Les significations de l'être. Paris: Librairie Philosophique J. Vrin, 1992,
p. 18.
17
Ibíd., p. 10.
18
Metaph., 1026 a 33-1026 b 2.
19
Franz Brentano. Aristote. Les significations de l'être. Op. cit., p. 19.
20
Ibid., p. 20.
Se utiliza la siguiente versión al español de Platón. “República”. En Diálogos. Traducción de
21
de hipótesis como lo hacen las otras para alcanzar sus conclusiones, sino que
desde las hipótesis se remonta hasta las ideas más puras22. Por esto, la ubica en
un puesto más elevado, por encima de las matemáticas. Aunque para Aristó-
teles también la filosofía tiene un lugar elevado, este lo adquiere por su tema
de indagación: el Ente en cuanto ente y lo que le corresponde de suyo. Para
Aristóteles, este saber solo adquiere su estatus de ciencia si logra, a semejan-
za de las otras, determinar su tema, establecer sus principios y demostrar sus
propiedades con la determinación de sus causas. Seguir este camino lo con-
duce a establecer las múltiples significaciones y a proponer un orden para su
investigación. Brentano llama la atención sobre la importancia de este descu-
brimiento aristotélico. Aubenque precisa que Aristóteles al hacerlo responde a
los sofistas23, para quienes el lenguaje solo tiene una función comunicativa, no
se refiere a las cosas y, por lo tanto, no es posible constituir una ciencia sobre
ellas, y menos la filosofía24. Aristóteles descubre, más bien, que el ser sí se dice,
pero de múltiples maneras.
A comienzos del siglo xx, Husserl retoma, más bien, la idea de ciencia de
Platón; su propósito es reorientar las ciencias del espíritu desde una ciencia de
la subjetividad. En La filosofía, ciencia rigurosa, de 1911, parte de una crítica
de la naturalización y del historicismo a las que tales ciencias son sometidas.
El sujeto es naturalizado al convertirlo en un objeto equiparable a los de la
naturaleza. Así lo hace la psicología cuando concibe el sujeto como un hecho
22
R. Op. cit.,, 509d 6 - 510d 3.
23
Es célebre el fragmento de Gorgias “Sobre lo que no es o sobre la naturaleza”, en el que “desarrolla
tres argumentos sucesivos. El primero es que nada existe; el segundo, que, aún en el caso de que algo
exista, es inaprehensible para el hombre; y el tercero, que, aún cuando fuera aprehensible, no puede ser
comunicado ni explicado a otros”. Esta cita corresponde a la versión doxográfica de Sexto Empírico,
Contra los matemáticos. Gorgias. “Sobre lo que no es o sobre la naturaleza”. En Sofistas: Testimonios y
fragmentos. Traducción de Alberto Melero Bellido. Madrid: Gredos, 1996, VII 65 ss.
24
Pierre Aubenque. Le problème de l'être chez Aristote. Op. cit., p. 95.
[128] Luz Gloria Cárdenas Mejía
25
Edmund Husserl. La filosofía, ciencia rigurosa. Op. cit., p. 7.
26
Ibid., p. 8.
CAPÍTULO VII. De la ciencia a la hermenéutica. Aristóteles-Husserl-Ricoeur [129]
27
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 184.
28
Ibid., p. 8.
29
Ibid., p. 173.
[130] Luz Gloria Cárdenas Mejía
30
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 169-175.
CAPÍTULO VII. De la ciencia a la hermenéutica. Aristóteles-Husserl-Ricoeur [131]
31
Esta ontología será tema de sus trabajos posteriores: Metáfora viva, Sí mismo como otro, La
memoria, la historia, el olvido.
32
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 13-14.
33
Ibid., p. 175-183.
[132] Luz Gloria Cárdenas Mejía
34
Ibid., p. 83-84.
35
Ibid., p. 488.
CAPÍTULO VII. De la ciencia a la hermenéutica. Aristóteles-Husserl-Ricoeur [133]
conceptos existenciales. Una filosofía que explicite sus supuestos, los enuncie
como creencias, los elabore como apuestas y los recupere como comprensión36.
Pensar en y a través de la recuperación de la memoria griega y de otras me-
morias que nos constituyen y nos interpelan supone, una y otra vez, volver a
preguntar por la idea de ciencia que cada filósofo hace suya cuando se enfrenta
a sus propias preguntas y se ve abocado, por los límites que el pensamien-
to y las demandas que la existencia le imponen, a trasgredir e inventar otras
formas: en Platón y en Husserl, un remontarse hacia las ideas; en Ricoeur,
un volver a la existencia, al hombre de carne y hueso, que lo conducirá, más
adelante, a incorporar a su propuesta ontológica una de las significaciones del
ente, que encuentra en Aristóteles, las del acto y la potencia37.
Por esto, la filosofía es, también, un trabajo inacabado, pero lo es porque
siempre recomienza de nuevo desde lo más originario.
36
Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 490.
37
En Metáfora viva, en 1975, dice: “Aristóteles invita a buscar la clave de la explicitación ontológica
de la referencia en una recuperación especulativa de las significaciones del ser. Pero es importante
observar que Aristóteles no nos remite a la distinción de las significaciones categoriales del ser, sino a
la distinción más radical, la del ser como potencia y como acto”. Paul Ricoeur. Metáfora viva. Op. cit.,
p. 414.
CAPÍTULO VIII
La constitución de la experiencia humana
del lugar: retórica y emociones
L
a serie de capítulos que conforman esta investigación se orientaron a
pensar sobre la constitución de la experiencia humana del lugar. Pro-
pongo, para finalizar, el siguiente recorrido: tomar la presentación que
hace Ricoeur de los campos e intersecciones que se dan entre la retórica, la
poética y la hermenéutica para indicar la perspectiva que asumí para la inter-
pretación. Regresar a las nociones de chora y topos de Platón y Aristóteles, con
el propósito de señalar la pertinencia que tiene el uso del término ‘lugar’ en
esta indagación. Volver a poner en evidencia los vínculos que establece Aristó-
teles entre topos, hábitat de los animales, polis, retórica y pasiones para precisar
de qué manera, al disponer los lugares para el encuentro, se propicia la consti-
tución de la vida en comunidad. Recuperar las reflexiones sobre las emociones
de Ricoeur, en sus primeras obras, y las que hace Aristóteles sobre las pasiones
en la Retórica, para establecer el vínculo que se teje entre retórica, pasiones y
lugar. Finalmente, presentar una serie de consideraciones sobre cómo, con la
formación de los juicios mediante las pasiones, se constituye una determinada
experiencia humana del lugar y, con ello, la vida en comunidad.
[135]
[136] Luz Gloria Cárdenas Mejía
1
Paul Ricoeur. “Retórica-Poética-Hermenéutica”. Op. cit.
2
Paul Ricoeur. “Architecture et narrativité”. Op. cit.
capítulo viii. La constitución de la experiencia humana del lugar: retórica y emociones [137]
Chora y topos
3
Watsuji Tetsurô. Fûdo. Le milieu humaine.Traducido por Agustn Berquer. Paris: cnrs Éditions,
2011.
4
Ibid., p.1 3. Berque hace comentarios críticos, también, sobre la traducción al español de 1973 y
posteriormente reeditada: Antropología del paisaje: climas, culturas y religiones. Traducción de Juan
Masiá y Anselmo Mataix. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2006.
5
Agustin Berquer. Écoumène. París: Belin, 1987.
6
Paul Ricoeur. Memoria, historia, olvido. Op .cit., p. 191.
7
Platón. Diálogos vi Filebo-Timeo-Cristias. Op. cit.
[138] Luz Gloria Cárdenas Mejía
comprendido lo que significa topos y opta por precisarlo para su teoría del mo-
vimiento8. Berque considera que ambos deben pensarse conjuntamente y los
incorpora a sus reflexiones, pues con cada uno de ellos se alude a perspectivas
diferentes de la experiencia humana: “La chora puede ser un lugar generador,
es decir, una abertura a partir de la cual se despliega alguna cosa, y que justa-
mente ni la delimita, ni la define”9. La chora acoge y engendra10. Mientras que
con el término topos se define y determina la cosa. Según Berque, al precisar-
lo Aristóteles realiza dos grandes revoluciones: “del lugar se separa la cosa,
que es móvil, mientras que aquel no lo es; además él la limita, como un vaso
delimita su contenido”11. Recoge estos dos términos, así interpretados, y re-
cupera el concepto de médiance (fûdosei) de Watsuji, que se refiere al sentido
o idiosincrasia de un determinado medio12. La existencia humana es sentida,
interpretada y vivida de una cierta manera:
El mundo adquire su sentido con este doble movimiento, que Berquer de-
nomina trasyección y que involucra uno, carnal de proyección mediante la
técnica, y el otro de introyección mediante lo simbólico, con los que se cons-
tituye el écumène14.
8
Aristóteles. Física. Libros III y IV. Op. cit.
9
Agustin Berquer. Écoumène. Op. cit, p. 32.
10
Ibid., p. 35.
11
Ibid., p. 34.
12
Ibid., p. 200.
13
Ibid., p. 207.
14
Ibid., p. 208.
capítulo viii. La constitución de la experiencia humana del lugar: retórica y emociones [139]
Cuando Aristóteles habla de los animales, dice que se diferencian por sus ca-
racteres y por sus maneras de relacionarse, determinados por los lugares en los
que habitan: “así los animales de regiones montañosas y escarpadas difieren de
los de las regiones llanas y suaves, pues incluso en el aspecto son más fieros y
más fuertes, como, por ejemplo, los cerdos del monte Atos”15. Al referirse a las
abejas, llama la atención sobre la manera en que construyen sus colmenas, una
forma de técnica, un saber hacer, una proyección, tal como lo piensa Berquer,
y que posibilitan su vida animal:
En efecto, una vez que se les ha entregado bien limpia la colmena, construyen
los panales trayendo el jugo de diferentes flores y las lágrimas que manan de
los árboles: del sauce, del olmo y otros árboles que producen mucha goma.
15
HA., VII, 607 a 9-12.
[140] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Las abejas fabrican los panales, primero las celdillas en las que crían las
propias abejas; después las de las abejas llamadas reinas y luego las de los
zánganos.16
La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal grega-
rio, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace
nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. La voz es
signo del dolor y el placer, y por eso la tienen también los demás animales,
pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y placer y signifi-
cársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo
dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás
animales, el tener, él solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo e injusto,
etc., y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad17.
16
HA., VII, 623 b 26-34.
17
Pol., I, 1253 a 14-18.
18
EN., 1094b 5.
capítulo viii. La constitución de la experiencia humana del lugar: retórica y emociones [141]
Aristóteles, al observar los efectos que se producen con los discursos retóricos
sobre los oyentes, no puede eludir el hecho de que con los juicios que se hacen
sobre acciones concretas y determinadas las pasiones se presenten y puedan
distorsionarlos. Aristóteles opta por realizar un estudio sobre las pasiones19. A
partir de sus observaciones, establece un marco de referencia para identificar
las situaciones en las que cada una de las pasiones se presentan. Esto le permite
recoger una serie de lugares comunes que se han ido configurando a partir de
la experiencia compartida, cuando se vive y se es afectado por las situaciones
que se producen con una vida en común. Con este estudio, Aristóteles pone
a disposición de los oradores los materiales con los que puedan establecer sus
pruebas. Dichas pruebas no se requieren en la ciencia o en la dialéctica, pues
allí se trata de asuntos universales o generales. Esto lleva a pensar que el vín-
culo entre las pasiones y los juicios retóricos se da por ocuparse, la retórica, de
acciones concretas y determinadas. Falta por establecer cómo al requerirse el
encuentro entre oradores y oyentes en lugares específicos de la polis se desplie-
ga una determinada experiencia del lugar.
Para aclararlo, propuse ir a las reflexiones que Ricoeur realiza en Philoso-
phie de la volonté 1 y 2. Allí, hace un estudio fenomenológico de la voluntad,
asunto que, considera, no fue abordado por Husserl. En el primer nivel de su
análisis, se detiene en las emociones, pues mediante ellas: primero, se mueve la
voluntad; segundo, encuentra diferencias entre distintos tipos de emociones,
una de las cuales es la emoción-pasión; tercero, este último tipo es inaccesible
a la descripción fenomenológica; cuarto, estas solo pueden expresarse en un
lenguaje indirecto, el de los símbolos; quinto, para poder acceder a su com-
prensión, se requieren una exégesis y reglas de desciframiento, es decir, una
hermenéutica; sexto, con esta hermenéutica es posible dar el paso desde un
lenguaje cifrado, en el que se expresan las pasiones, a la filosofía; pero advierte
que para darlo es preciso antes elaborar una antropología filosófica que piense
19
Rh., 1377 b 16- 1388 b 30.
[142] Luz Gloria Cárdenas Mejía
S
on este tipo de emociones-pasiones las que, a mi manera de ver, pueden
equipararse con las estudiadas por Aristóteles en su Retórica y las que
Heidegger considera como una primera hermenéutica de la cotidiani-
dad de uno con otro1, pasiones que, según, Ricoeur, solo son accesibles a la
interpretación. En el estudio realizado por Aristóteles, los oradores encuen-
tran los mejores materiales para establecer sus pruebas, con las que disponen
a sus oyentes de una determinada manera para que formen sus juicios. Este
procedimiento, utilizado por los oradores, es técnica retórica, movimiento de
proyección que, a su vez, desencadena uno de introyección cuando forman y
emiten su juicio. Con el encuentro, en lugares dispuestos para ello en la polis,
de oradores y oyentes con sus discursos y sus juicios se va determinando y
delimitando su específica experiencia del lugar, y con ella va constituyéndose
una determinada forma de vivir con otros en comunidad.
En este recorrido se asume una perspectiva hermenéutica para pensar la
constitución de la experiencia humana del lugar desde los discursos. Esto gra-
cias a las precisiones de Ricoeur sobre la retórica, la poética y la hermenéu-
tica, sus lugares de difusión, sus entrecruzamientos, desde la triple relación
entre hombre-mundo, hombre-hombre, hombre-sí mismo; los desarrollos de
1
Martin Heidegger. Ser y tiempo. Op. cit., p. 156.
[143]
[144] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Cárdenas Mejía, Luz Gloria. “El giro del tiempo al espacio: a propósito de Ricoeur”. En
Acta fenomenológica latinoamericana, volumen IV. Perú: Pontificia Universidad
Católica del Perú, 2012, p. 445–455. ISBN: 978-9972-42-619-3.
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[145]
[146] Luz Gloria Cárdenas Mejía
[147]
[148] Luz Gloria Cárdenas Mejía
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Índice de autores
A
Adam Smith: 12, 59-60, 63-73
Agustín: 17-18, 25, 36, 136-138
Augustin Berque: 137-139, 144
Algirdas Julius Greimas: 31-33
Aristóteles: 11-20, 27-28, 30-31, 35-41, 43-44, 49,
51-56, 59, 62-66, 68-73, 75-82, 86, 89, 90,
92, 96-98, 101, 103-119, 121, 127, 129,
133, 135-141, 143, 144
C
Chaïm Perelman: 43, 77, 79
Christian Platin: 43
D
David Hume: 12, 32, 60-61, 64, 67-68, 70, 72, 102
[155]
[156] Luz Gloria Cárdenas Mejía
E
Edmund Husserl: 13-14, 22, 26, 38-39, 44-45, 52, 57, 65,
89-90, 101, 119, 121-123, 127-129, 141
Ernest Tugendhat: 12, 72
F
Franz Brentano: 52, 122-123, 125-127
G
Gabriel Marcel: 38, 45, 129
Giula Cupido: 61-62
I
Immanuel Kant: 28, 32, 38, 48, 53, 71, 82, 90, 113, 126, 142
J
Jean Ladrière: 90, 113
M
Martin Heidegger: 12-14, 22, 24, 26, 28-29, 35, 39, 44, 51-52,
70, 89, 101, 115-119, 121, 137, 143
P
Paul Ricoeur: 11-41, 43-53, 57, 59, 64-65, 75, 79, 81-86,
89-98, 101, 119, 121, 129-133, 135-137,
141, 143, 145
Peter Strawson: 12, 22, 72
Índice de autores [157]
R
René Descartes: 32, 53, 90, 113-114, 118-119
René Thom: 103, 110, 113-114, 117
W
Watsuji Tetsurô: 14, 137, 144
Índice temático
A
Acción: 11, 13-14, 18-21, 28-30, 38, 40-41, 44-46,
48, 50, 51, 53-56, 60, 62, 64, 66-69, 71-72,
76-78, 86, 94, 97-99, 103, 139-142
Acto y potencia: 14, 47-48, 52, 55, 82-83, 92-94, 96, 102,
105,108, 126, 130, 132-133
Antropología filosófica: 11, 44, 47, 49-50, 130, 141-142
Archivo: 80, 85-86
Arquitectura: 11, 13, 39, 82-83, 90-92, 94-96, 98
C
Catarsis: 12
Chora: 14, 101, 103, 110, 114, 118, 135, 137-139,
144
Ciencia: 13, 24, 26, 31, 38, 42, 51, 54, 61, 75-77,
83-84, 89-90, 121-140
Comunidad: 36, 41, 43, 56, 65, 67-70, 72, 77-78, 86,
96-99, 112, 114, 118, 135, 139-140,
143-144
[159]
[160] Luz Gloria Cárdenas Mejía
Cuerpo: 29, 32, 45-47, 54, 76, 78, 82, 91, 98, 103-
111, 113-114, 117, 128, 130, 138
D
Deseo: 15, 38, 42, 48, 50-54, 60, 62, 68, 82-83, 94
Descripción: 12, 26-27, 30, 44-46, 64, 76, 81, 84, 96,
101, 123, 129, 131, 141
Discurso: 11-13, 20, 26, 33, 35-37, 40, 42, 47, 50,
55-57, 67-69, 75, 77-79, 81, 84, 86, 97-98,
103, 130, 136, 139-141, 143-144
E
Emociones: 11-12, 14-15, 17-19, 27-39, 41-44, 54, 59,
61, 65, 135, 141, 143
Espacio: 11, 13-14, 16-18, 22, 35, 39-40, 42, 53, 56,
70, 75, 82-87, 89-95, 98, 101-103, 107,
110-111, 113-119, 131, 136-137, 144
Espectador imparcial: 64, 66-68, 71
Ética: 59-62, 66, 68-69, 82, 130
Experiencia: 11-15, 17-19, 21, 27, 29, 33, 36-37, 39-44,
47, 53, 56-57, 60, 63, 77-78, 82-84, 90-92,
96-98, 101, 114, 119, 129, 135-138, 141,
143-144
F
Fenomenología: 26, 34, 38-40, 44-45, 47, 51-52, 57, 60, 81,
89, 96, 114, 119, 129, 132
Ficción: 15, 20, 22-25, 31, 33-36, 46
Índice temático [161]
G
Geografía: 83, 84, 89-90, 131, 137
H
Habitar: 22, 42, 82, 92-95, 139
Hermenéutica: 11-12, 14, 20, 22, 27-28, 34-40, 43, 50, 52,
60, 70, 81, 86, 89, 96, 114, 121, 129-130,
132, 135-137, 141, 143
Historia: 133, 15, 17, 20, 24-25, 32-36, 40, 43, 75,
81, 83-86, 94-96, 113, 122, 125, 128-131,
137
J
Juicio: 11-14, 36, 40-42, 46, 54-56, 64, 66-69,
72, 75-78, 81, 87, 96-98, 135, 139, 141,
143-144
K
Kairós: 30, 33
L
Lectura: 15, 23, 34-35, 43, 59-60, 63, 91-92, 94-95,
122
Lugares comunes: 13, 53, 75, 80, 97, 141
M
Mal: 37, 40-41, 45-47, 50-51, 61, 71, 79-80,
112, 121, 129-132,
Memoria: 11, 13, 26, 40, 56, 75, 77-79, 81-82, 85-87,
91, 93, 95-98, 123, 129, 133, 137, 144
[162] Luz Gloria Cárdenas Mejía
N
Narración: 11, 13, 16-19, 25-27, 32-39, 43, 64, 81, 80,
91-93, 95-96
O
Ontología: 22, 39, 52, 118, 131-132, 137
Opinión común: 104-105
Orador: 11-13, 27, 41, 54-56, 65, 67-69, 76-79, 81,
86, 97-98, 139, 141, 143
Originario. 47, 49-50, 52-53, 57, 131, 133
Oyente: 11-13, 23, 35, 40-41, 54-56, 65, 67, 69-70,
75-78, 81, 97, 139, 141, 143
P
Pasiones: 11-14, 18, 27-28, 30-33, 35, 37, 40-41,
43-45, 47, 50, 52-57, 59, 61-63, 65-66,
69-73, 77-80, 83, 96-99, 129, 135-136,
139, 141, 143-144
Persuasión: 40, 54-55, 57, 75-76, 78, 139
Índice temático [163]
R
Razón: 15, 32, 48-49, 51, 53, 60-2, 68-69, 71, 73,
76, 93, 96, 107-108, 112, 122, 129, 140,
142
Retórica: 11-12, 14-16, 18, 27-29, 35-44, 48, 51,
53-55, 57, 63, 66-70, 72-73, 75-77, 81-82,
84, 86-87, 96-97, 99, 135-136, 139-141,
143-144
S
Sentimiento. 12-13, 27, 35, 37, 40, 42, 44-45, 48-49, 53,
59-61, 63-67, 69-73, 129, 142
Sentimientos morales: 12-13, 59-60, 63-64, 70-73
Símbolo: 47, 50-51, 53, 130-132, 141
Simpatía: 60, 63-70, 132
Subjetividad: 14, 60, 65, 121, 127-128
T
Técnica: 20, 68, 84, 138-140, 143
Tiempo: 11-20, 22, 24-31, 33-39, 42-43, 47-48,
50-51, 53, 64, 81-86, 89-95, 97-98, 101,
104, 110, 113, 115, 119, 121, 128, 131,
136-137
Tópica: 75, 78-79, 81, 86
[164] Luz Gloria Cárdenas Mejía
U
Urbanismo. 11, 13, 39, 91-92, 95-96, 98
V
Voluntad: 12, 29, 37, 44-47, 51, 54, 72, 121, 129, 141
Vida en común: 12-14, 41-43, 56, 65, 67, 69-70, 77, 81,
86-87, 97, 99, 135, 139, 141, 144
Luz Gloria Cárdenas Mejía
El exilio del sujeto Luz Gloria Cárdenas Mejía
Mitos modernos y Profesora del Instituto
posmodernos de Filosofía de la
Universidad de Antio-
El propósito de esta investigación es indagar cómo con las pruebas retóricas sobre quia (Medellín, Colom-
Rosemary Rizo-Patrón de Lerner las emociones, propuestas por Aristóteles en su Retórica, se contribuye a la consti- bia). Doctora en Filoso-
fía Universidad de
tución de la experiencia humana del lugar. Mi interés surge desde la preocupación
Antioquia. Maestría en
por hacer de nuestros espacios lugares para el encuentro y la habitación. Desde
una perspectiva hermenéutica, esta indagación se enmarca en una antropología Luz Gloria Cárdenas Mejía Filosofía Universidad
Católica de Lovaina
filosófica, explorando la manera en que se constituye la experiencia humana, a Bélgica. Pregrado universitario en Filosofía
Individuación y anarquía
RETÓRICA
partir de los efectos que se producen con la configuración de sus discursos. En esta Universidad Colegio Mayor de Nuestra
dirección, sigo la ruta trazada por Paul Ricoeur cuando, al preguntarse por la Señora del Rosario. Pertenece al grupo Filoso-
constitución de la experiencia humana del tiempo, percibe el vínculo que existe fía y enseñanza de la filosofía. Libros: Aristóte-
Germán Vargas Guillén les. Retórica, pasiones y persuasión, Universi-
entre el tiempo y la narración. Para desarrollarla, el filósofo elabora el modelo de la
dad de Antioquia - Editorial San Pablo, 2011;
triple mímesis, con el que construye su proyecto de Tiempo y narración. Este
Y EMOCIONES
Roberto J. Walton
La constitución de la experiencia
humana del lugar
Retórica y Emociones
La constitución de la experiencia
humana del lugar