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MANTENIMIENTO
DE LOS EQUIPOS
PRODUCTIVOS
Lluís Cuatrecasas Arbós
Colección: Monografías
Serie: ADMINISTRACIÓN / MARKETING
Esta monografía está formada por un capítulo del libro:
ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y
DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Autor: Lluís Cuatrecasas Arbós
(Obra completa publicada por Ediciones Díaz de Santos). Puede ocurrir que
en el texto de esta monografía se haga referencia o citen otras páginas que
correspondan a otros capítulos de la obra completa, esto sería normal al
haberse respetado la paginación original.
http://ediciones.diazdesantos.es
ediciones@diazdesantos.es
ISBN 978-84-9969-356-9
.LZ[P}UKLSTHU[LUPTPLU[VKLSVZ
LX\PWVZWYVK\J[P]VZ;74
669
670 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
El primer paso firme para la exigencia de una gestión del mantenimiento de alta
eficiencia fue la aparición de los sistemas de gestión flexible de la producción, y
muy especialmente el Just in Time (JIT), que ha comportado abandonar el objetivo
de producir de acuerdo con la máxima capacidad disponible (y de disponer todos
los medios del aparato productivo de forma que se logre tal objetivo), para pasar a
reorganizar los sistemas productivos y reasignar sus recursos de forma que se consiga
adaptar la producción de cada momento a las necesidades reales; además, el JIT
pretende que la producción se logre en relación a un conjunto de actividades, con-
sumidoras de recursos, las cuales se reducirán a las mínimas estrictamente necesarias
(como sabemos ya, cualquier actividad no absolutamente necesaria se consideraría
un desperdicio). En realidad, se trata de nuestro conocido modelo lean o producción
ajustada.
A la producción ajustada, sin consumo de recursos innecesarios, se puede añadir
la implantación de los sistemas de gestión conducentes a la producción de calidad,
sin defectos en el producto resultante, lo que en realidad está también implícito en
el concepto de producción ajustada. Los sistemas que en la actualidad consiguen
optimizar conjuntamente la eficiencia productiva de los procesos y la calidad de los
productos resultantes son considerados como altamente competitivos.
Sin embargo, las empresas cuyos sistemas productivos presentan en la actualidad
la mayor tasa de eficiencia, son aquellos que van más allá de lo que puede lograrse
con la implantación conjunta de la producción ajustada y el TQM. En efecto, ade-
más de emplear sistemas de gestión eficientes para lograr productos de calidad a la
primera, la máxima eficiencia exige utilizar los medios productivos más adecuados,
siempre preparados para funcionar sin problemas y con el mínimo consumo de re-
cursos. Este tercer aspecto, que nos introducirá al TPM o Mantenimiento Productivo
Total, nos permitirá, unido a los dos anteriores, lograr al unísono los tres «ceros» a los
que antes hemos aludido:
• CERO DESPILFARROS
• CERO DEFECTOS
• CERO AVERIAS Y PROBLEMAS DE SEGURIDAD
Pero, ¿qué ha supuesto el TPM de novedoso, que ha dado lugar a nuevos sistemas
de gestión del mantenimiento y les han conferido la gran importancia que tienen en
la actualidad?
Si comparamos la época en la que los sistemas de gestión de la producción se
centraban en obtener la máxima cantidad de producto con la actual, en la que el
objetivo, según ya ha sido expuesto, es el logro de la producción necesaria y correcta
con el mínimo empleo de recursos, observamos que, en efecto, ha habido un impor-
tante cambio de filosofía por lo que se refiere a la gestión de los equipos productivos
y su mantenimiento. En efecto, se ha pasado de disponer los sistemas productivos y
sus recursos humanos de forma que estuvieran exclusivamente centrados en producir
y por tanto lejos de asumir tareas de mantenimiento del equipo de producción (que
se confiaban exclusivamente al departamento de mantenimiento), a una filosofía
productiva basada en la idea contraria.
En efecto, en la actualidad y de acuerdo a la filosofía en la que se apoya el TPM,
las personas que tienen a su cargo las tareas de producción también se ocupan de
GESTIÓN DEL MANTENIMIENTO DE LOS EQUIPOS PRODUCTIVOS. TPM 671
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WLHPSRRSRUWXQR\GHIRUPDHIHFWLYD DODVDYHUtDVDXPHQWRGHSUREOHPDVGH
$GHFXDFLyQHOiVWLFDDODVWHQGHQFLDVGHOD SURGXFFLyQ\GHFDOLGDG
GHPDQGD (YLWDUODGHJUDGDFLyQGHORVHTXLSRVSRU
5HGXFFLyQSUHFLRVGHODVPHUFDQFtDV RSHUDWLYDFRQWLQXDFRQFDUJDHOHYDGD
*DUDQWtDGHXQJUDQQLYHOGHFDOLGDG 5HGXFLUORVHTXLSRVFRQGHIHFWRVSRU
&RQVHUYDFLyQGHUHFXUVRVQDWXUDOHV\ GH¿FLHQFLDVHQORVSUR\HFWRV
HQHUJpWLFRV 0HMRUDUHOFRQRFLPLHQWR\FRQFLHQFLDFLyQVREUH
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(OHYDUODPRUDOFRQODVDWLVIDFFLyQHQOD
RSHUDWLYD\HOFRQWUROGHORVHTXLSRV
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VHJXULGDG\SHUPLWHDXPHQWDUODH¿FLHQFLDJOREDOGHORVHTXLSRV
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5HGXFFLyQDYHUtDVGHORVHTXLSRV
5HGXFFLyQWLHPSRGHHVSHUD\GHSUHSDUDFLyQGHORVHTXLSRVVHWXS
8WLOL]DFLyQH¿FD]GHORVHTXLSRVH[LVWHQWHV
&RQWUROGHODSUHFLVLyQGHKHUUDPLHQWDV\HTXLSRV
3URPRFLyQFRQVHUYDFLyQGHUHFXUVRVQDWXUDOHV\HFRQRPtDGHHQHUJtD
)RUPDFLyQ\HQWUHQDPLHQWRGHORVUHFXUVRVKXPDQRV
Partiendo de estos puntos, deberán fijarse objetivos a cada nivel; los habrá globa-
les en el ámbito de dirección, y propios o locales en el ámbito de pequeños grupos.
Se deberán trazar los planes o programas adecuados para alcanzarlos, ponerlos en
acción y medir los resultados. La conexión entre los distintos niveles la asumen los
responsables de los pequeños grupos, que enlazan otros de nivel superior; de esta
forma la información fluye horizontal y verticalmente, rápida y efectivamente. Será
pues fundamental crear unos canales de comunicación fluidos y velar porque se haga
de ellos el uso que corresponda.
'LVHxR 0HMRUD
HTXLSRV HTXLSRV 0DQWHQLPLHQWR 0DQWHQLPLHQWR
7,32'(
3UHYLVLyQ 0HMRUD 3UHYHQWLYR $XWyQRPR
0$17(1,0,(172
0DQWHQLPLHQWR 0DQWHQLELOLGDG 30 0$
03 0,
&RUUHFWLYR&0 1R 1R 1R 1R
3UHYHQWLYR30 1R 1R ,QFOXLGR 1R
3URGXFWLYR7RWDO
,QFOXLGR ,QFOXLGR ,QFOXLGR ,QFOXLGR
730
*(67,Ï1
2%-(7,926
0(',26
0DQWHQLPLHQWRDXWyQRPR
0DQWHQLPLHQWRSODQLILFDGR
3UHYHQFLyQGHPDQWHQLPLHQWR
2EMHWLYRGHO730 2EMHWLYRGHOD3URGXFFLyQ$MXVWDGD
©&HUR$YHUtDVª ©&HUR'HVSLOIDUURVª
3UHWHQGHHOLPLQDU 3UHWHQGHHOLPLQDU
(VSHUDV
7LHPSRVPXHUWRVRGHSDUR
6WRFNV
7UDQVSRUWHVLQQHFHVDULRV
)XQFLRQDPLHQWRDEDMDYHORFLGDG 0RYLPLHQWRVLQDGHFXDGRVRLQQHFHVDULRV
3URFHVRVLQDGHFXDGRV
'LVIXQFLRQHV\GHIHFWRV 'HIHFWRVGHFDOLGDG
Figura 17.4. Comparación entre los objetivos del TPM y de la producción ajustada.
Los sistemas productivos que tienden hacia una eficiencia y competitividad cada
vez más fuerte, pueden obtener ventajas competitivas mediante la gestión de efectiva
de sus equipos y sus procesos.
676 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
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7LHPSRV FDVGHORVHTXLSRV
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UDFLyQ\DMXVWHGHORV UDFLyQGHPiTXLQDVR~WLOHVQHFHVDULRV
Pi[LPR
HTXLSRV SDUDVXSXHVWDHQPDUFKD
'LIHUHQFLDHQWUHYHORFLGDGDFWXDO $QXODURKDFHU
)XQFLRQDPLHQWRD \ODGHGLVHxRGHOHTXLSR QHJDWLYDOD
YHORFLGDGUHGXFLGD 0HMRUDVHQHOHTXLSRSDUDVXSHUDU GLIHUHQFLDFRQ
3pUGLGDVGH
VXYHORFLGDGGHGLVHxR HOGLVHxR
YHORFLGDGGHO
SURFHVR
,QWHUYDORVGHWLHPSRHQTXHHOHTXLSR
7LHPSRHQYDFtR\
HVWiHQHVSHUDSDUDSRGHUFRQWLQXDU (OLPLQDU
SDUDGDVFRUWDV
3DUDGDVFRUWDVSRUGHVDMXVWHVYDULRV
3URGXFFLyQFRQGHIHFWRVFUyQLFRVX (OLPLQDU
'HIHFWRVGHFDOLGDG RFDVLRQDOHVHQHOSURGXFWRUHVXOWDQWH SURGXFWRV\
\UHSHWLFLyQGHWUDEDMRV \FRQVHFXHQWHPHQWHHQHOPRGRGH SURFHVRVIXHUD
3URGXFWRV
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RSURFHVRV
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3pUGLGDVGHUHQGLPLHQWRGXUDQWHODIDVH
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3e5','$6730
(OLPLQDU
3UHSDUDFLyQ WLHPSRV 0LQLPL]DU (OLPLQDU 0LQLPL]DU
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3URFHVRHQÁXMR z
3UHSDUDFLyQUiSLGD z
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6HFXHQFLDV
z z z z
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7LHPSRV
z z z z
&RQWUROYLVXDO\
DXWRPDWL]DFLyQ
z z z
(OLPLQDFLyQGH
GHIHFWRV
z z
3ROLYDOHQFLDGHORV
RSHUDULRV
z z z z z z
Las pérdidas por averías, errores o fallos del equipo, provocan tiempos muertos del
proceso por paro total del mismo debido a problemas que impiden su buen funciona-
miento. Las averías y sus paros pueden ser de tipo esporádico o crónico.
Estos últimos constituyen aquel tipo de problemas que se repiten periódicamente;
de ellos nos ocuparemos especialmente más adelante. Ello redunda no solo en pér-
didas de tiempo, sino también, por supuesto, en pérdidas del volumen de producción
que podría haberse llevado a cabo. Son problemas que surgen a lo largo del tiempo, una
y otra vez.
Dos pueden ser los tipos de consecuencias para el equipo:
• Averías con pérdida de función.
• Averías con reducción de función.
Las averías constituyen, sin duda, las pérdidas más importantes y evidentes en los
procesos de producción: si clasificamos los efectos de las pérdidas en paradas largas,
paradas cortas y pérdidas de velocidad sin parada aparente, las primeras son las que
pueden afectar mayormente al proceso, por provocar paradas irrecuperables en las
GESTIÓN DEL MANTENIMIENTO DE LOS EQUIPOS PRODUCTIVOS. TPM 679
operaciones posteriores a la que ha sufrido la parada; pues bien, éstas son las que
normalmente tienen lugar, precisamente, a raíz de las averías.
Por otra parte, las averías suelen tener con gran frecuencia sus causas en fallos
humanos, sean de tipo operativo o de mantenimiento; en este último caso, si se ha
introducido el mantenimiento productivo, muchas veces serán también imputables
al personal operativo.
Aunque las averías suelen corresponder a pérdidas esporádicas, habría que ca-
lificarlas, con cierta frecuencia, como pérdidas crónicas, lo que puede agravar el
problema, al hacerse repetitiva la avería. Cuando los fallos causantes de las averías no
están claramente identificados (fallos ocultos), no se habrá implantado una solución
correcta y muy probablemente estaremos hablando de pérdidas crónicas, puesto que
se repetirán.
Los fallos difíciles de identificar lo serán por alguno de los motivos que siguen:
• Irrelevantes y por tanto su medida es muy pequeña, y su efecto difícil de identifi-
car; pero pueden hacerse relevantes y conviene atajarlos antes de que sea así.
• Ocultos y por tanto no identificados, por falta de limpieza o mantenimiento en
general, así como de las correspondientes inspecciones o adiestramiento.
• Ignorados por falta de atención, interés o formación del personal, o simple-
mente por subestimar su importancia.
• Múltiples, cuando no hay una única situación de fallo y sus causas son asimis-
mo múltiples e interrelacionadas; la identificación se hace más compleja y
por tanto también la búsqueda de soluciones, que quizás deberán plantearse
entonces para agrupaciones de fallos y no uno a uno.
Este tipo de pérdidas hace referencia a paradas breves, también conocidas como
cortes de aire; se trata de los tiempos en los que la máquina opera, pero lo hace sin
efectuar la producción de pieza alguna, debido a un problema temporal.
Podríamos citar por ejemplo un equipo que se encuentre operando en tiempo de va-
cío porque en la carga de la máquina una pieza ha quedado ha encallada en la rampa de
acceso; al desbloquear la pieza atrapada o restablecer las condiciones de la máquina
volverán las cosas a una situación normal, situación bastante diferente a una avería en
la máquina, pero que, en cambio, ya habrá producido una pérdida.
Este tipo de pequeños problemas puede impedir la operación eficiente del equipo
y son muy comunes en plantas con un fuerte nivel de automatización. Su reducción a
cero es imprescindible para mantener una producción automática en flujo continuo.
Sin lugar a dudas, el primer paso para la reducción de las paradas breves es cen-
trar la atención en la eliminación de los pequeños problemas del equipo, a través
de una limpieza inicial diaria y operaciones básicas de mantenimiento e inspección
propias del mantenimiento autónomo.
Las consecuencias inmediatas de la existencia de paradas breves son:
• Caídas en la capacidad y por tanto productividad de los equipos.
• Disminución del número de máquinas o equipos que puede llevar un mismo
trabajador.
• Posible aparición de defectos.
Hemos hecho referencia a los problemas que generan cualquiera de las seis gran-
des pérdidas, y a la clasificación en función de que sean crónicas o esporádicas. Ana-
lizaremos a continuación ambos tipos de pérdidas.
682 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Las causas de las pérdidas crónicas son especialmente importantes por sus conse-
cuencias y la dificultad de eliminarlas y, sin embargo, pueden relacionarse con cual-
quiera de los citados seis tipos de pérdidas. Hay que tener en cuenta que una pérdida
se vuelve crónica cuando, a pesar de la adopción de medidas de mejora y control, se
genera repetidamente y su efecto no es visible de inmediato.
El cuadro de la Figura 17.8 muestra las pérdidas que acusan más directamente la
presencia de problemas de tipo esporádico, y las más susceptibles de estar provocadas
por los de tipo crónico.
&$86$6
*5$1'(63e5','$6
&UyQLFDV (VSRUiGLFDV
$9(5Ë$6)$//26
35(3$5$&,Ï1$-867(6
7,(03263$5$'$6&257$6
5('8&&,Ï19(/2&,'$'
'()(&726&$/,'$'
38(67$(10$5&+$
Las averías crónicas son en general provocadas por defectos ocultos. Se re-
producen con tal frecuencia que se llegan a considerar normales. Dan lugar a
pérdidas crónicas que en cada incidencia pueden parecer insignificantes, pero la
frecuencia y normalidad con la que se repiten magnifican su repercusión en el
rendimiento.
Las pérdidas crónicas son reducibles e incluso se pueden eliminar, pero no es
una tarea sencilla. Hay que llevar acabo un riguroso seguimiento y análisis de sus
características para desvelar la causa o causas que provocan ese modo de fallo.
La dificultad para su completa eliminación radica precisamente en la combina-
ción de causas que intervienen, con la circunstancia agravante que esta combinación
puede ser diferente en cada momento de incidencia. Las características principales
de las pérdidas según sean de tipo crónico o esporádico son, esencialmente:
CRÓNICAS: » Suelen ser múltiples e interrelacionadas
» Frecuentes y periódicas en el tiempo
» Efectos difíciles de relacionar
» Problemas subyacentes, más o menos ocultos, sin resolver
» Solución compleja y a largo plazo
ESPORÁDICAS: » La causa, a menudo, es única y de fácil reconocimiento.
» Los efectos son más previsibles y acotados
» La solución, obviamente, es más sencilla y a corto plazo
GESTIÓN DEL MANTENIMIENTO DE LOS EQUIPOS PRODUCTIVOS. TPM 683
Habrá situaciones en las que un solo defecto singular sea causa de una avería, como
normalmente sucede con las averías esporádicas, mientras que en otros la combinación
de pequeños defectos ocultos como suciedad, partículas, polvo, abrasión, tornillos aflo-
jados, vibraciones, etc., que no parecen tener relación directa con la avería y a los que
no acostumbramos a prestar atención son, en realidad, la causa principal del problema.
Este último caso hace mucho más complicada la resolución de las averías, dada la difi-
cultad para identificar todos los agentes y condiciones que la provocan.
Hay sistemas y herramientas, como por ejemplo el diagrama Causa – Efecto, o las
técnicas de Análisis Modal de Fallos y Efectos, conocida como AMFE, ya expuestas
en esta obra en el capítulo dedicado a la gestión de la calidad, que nos permiten plan-
tear el problema desde sus efectos, para llegar a la causa o conjunto de causas raíz.
Los criterios con los que mediremos la eficiencia y carencias del sistema produc-
tivo y sus equipos deberán aplicarse con anterioridad a la introducción de mejoras,
para poder así conocer cuál es el punto de partida del equipo cuya eficiencia quiere
mejorarse, y cómo se va obteniendo la progresión de la eficiencia a medida que se
implantan mejoras.
Los criterios básicos que permitirán identificar con claridad qué tipo de deficien-
cias presenta un equipo dado y posteriormente medir su eficiencia con indicadores
serán:
• Disponibilidad: hace referencia a la relación entre el tiempo requerido para
trabajar y el tiempo que realmente está operativo.
Grandes pérdidas: está en relación con las averías y preparaciones.
• Efectividad: hace referencia al tiempo que el equipo, a pesar de estar opera-
tivo, puede no estar produciendo, o bien hacerlo a una velocidad inferior a la
esperada.
Grandes pérdidas: está en relación con paradas breves y reducciones de velo-
cidad.
• Calidad: se refiere, finalmente, a la adecuación del output o producto resul-
tante del proceso productivo, a los requerimientos de utilización del mismo.
Grandes pérdidas: está en relación con la calidad y las puestas en marcha.
Dada la relación de estos criterios con las seis grandes pérdidas, los criterios a esta-
blecer acerca de la implantación del TPM, nos llevarán a revisar el nivel de presencia
de todas y cada una de estas seis grandes pérdidas.
La implantación de un programa de mantenimiento productivo total no solo va a
centrarse en la reducción de averías, sino que tratará de atacar cualquier elemento,
acción o falta de ella, que obstaculice o reste eficacia al equipo. El TPM representa
la búsqueda de la máxima eficiencia o efectividad del equipo mediante la puesta en
práctica de actividades de mejora sobre cada uno de los criterios básicos que están
implicados: la disponibilidad, la efectividad y la calidad.
684 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
La eficiencia de los equipos tras la implantación del TPM no solo se verá reflejada
en el incremento del ciclo de vida del equipo, su productividad y su rentabilidad,
sino que todo esto revertirá en hacer los procesos productivos más rentables y la
obtención de productos de mayor calidad y entregas a tiempo a cliente, con lo que
conseguiremos un mejora de la competitividad, y por tanto obtendremos una ventaja
competitiva en el mercado. Esto será así ya que pueden alcanzarse simultáneamente,
y en mayor o menor grado, todos los objetivos que siguen:
• Reducción de stocks.
• Mejora de la productividad.
• Mejoras incidentes en la calidad de los productos.
• Procesos más rentables.
• Entregas a cliente en el plazo previsto.
• Reducción de los costes de mantenimiento de averías.
• Incremento de la seguridad laboral.
• Aumento de la participación del personal.
• Reducción del polución y la contaminación.
• Procesos más robustos.
• Mayor repetitividad en producto y proceso.
• Puestos de trabajo más ordenados y limpios.
Como podemos ver, será un equilibrio entre actividades a potenciar y actividades
a erradicar.
Indicadores de eficiencia
De acuerdo con los criterios anteriores y las pérdidas a las que hacen referencia,
podemos pasar ya a determinar los correspondientes indicadores por medio de co-
eficientes para su medición; también determinaremos el coeficiente de eficiencia
global que se aplicará lo mismo a un equipo, a un conjunto de equipos, a toda
una línea o célula productiva, etc., la cual da lugar al primero de los indicadores
globales del sistema:
Rendimiento o Eficiencia global: EG = D x E x C
Siendo: D = Coeficiente de disponibilidad o fracción de tiempo que el equi-
po está operando.
E = Coeficiente de efectividad o nivel de funcionamiento de acuerdo con los
tiempos de paro.
C = Coeficiente de calidad o fracción de la producción obtenida que cum-
ple con los estándares de calidad.
El coeficiente de eficiencia global se obtiene pues, por determinación de la
fracción de tiempo que el equipo funciona, una vez deducidas las pérdidas de-
rivadas de los paros, programados o no, de un funcionamiento incorrecto o in-
completo y deducidas también las que resultan de los productos defectuosos y su
reprocesado.
GESTIÓN DEL MANTENIMIENTO DE LOS EQUIPOS PRODUCTIVOS. TPM 685
El tiempo disponible para operar a plena eficiencia puede obtenerse a partir del
tiempo total disponible deduciendo los correspondientes a todas las posibles pérdi-
das, tal como se muestra en el cuadro de la Figura 17.9.
2EWHQLGRGHGXFLHQGRGHODQWHULRU
7LHPSR 6LJODV\&iOFXORV
ORVWLHPSRVGH
7LHPSRSUHYLVWRSDUDSRGHUXWLOL]DUHOHTXLSR
7,(032',6321,%/( 7'
SURGXFWLYR
7LHPSRPXHUWRSDUD
7,(032'(&$5*$ 0DQWHQLPLHQWRSURGXFWLYR\SUHYHQWLYR 7&
'HVFDQVRV\SDURVSUHYLVWRV
7LHPSRGHSDURSRU
7,(03223(5$7,92 $YHUtDV\UHSDUDFLRQHV 72
3UHSDUDFLRQHVDMXVWHV\RWURVSUHYLVWRV
7LHPSRRSHUDWLYRVLQSURGXFFLyQ
7,(03223(5$7,92
7LHPSRSXHVWDHQPDUFKD 72(
(),&,(17(
7LHPSRUHSURFHVDGRV\GHVSLOIDUURV
*
F
7,(032 $YHUtDVIDOORV
',6321,%/(
*
B
&DPELRGHOtQHD
7,(032'(
UHJXODFLRQHV
&$5*$
7,(0325($/
3pUGLGDVSRU &DtGDGHYHORFLGDG
23(5$7,92
FDtGDVYHORFLGDG
7,(03223(5$7,92 )DOORVHQHOSURFHVR
(),&,(17( 3pUGLGDVSRU
SURGXFWRV
GHSURGXFFLyQ
GHIHFWXRVRV &DtGDUHQGLPLHQWR
2EWHQLGRGHGXFLHQGRGHODQWHULRU (YDOXDFLyQ\
7LHPSR
ORVWLHPSRVGH HTXLYDOHQFLDV
7LHPSRGLVSRQLEOH7' PLQ
7LHPSRPXHUWRSUHYLVWRSRU
7&
7LHPSRGHFDUJD % 'HVFDQVR\SDURSUHYLVWR
GDWRVQXHYRV
7& % 0DQWHQLPLHQWRSUHYHQWLYR
PLQ
% 0DQWHQLPLHQWRSURGXFWLYR
7LHPSRGHSDURSRU 72
% $YHUtDV\UHSDUDFLRQHVGHOGLVFR
7LHPSRRSHUDWLYR
% 3 UHSDUDFLRQHV\DMXVWHVGHODFDUUHUDGLVFR\ ±
72
¿MDFLyQPRUGD]DV
% 2WURVSRUVXFLHGDGSRUYLUXWD PLQ
3pUGLGDVGHYHORFLGDGSRU 725
% 3DUDGDVFRUWDVSRUFRUUHFFLyQ¿MDFLyQWRSH
7LHPSRRSHUDWLYRUHDO
ORQJLWXGDFRUWDU
725
% 5HGXFFLRQHVGHYHORFLGDGSRURSHUDFLyQFRQ
GLVFRSRFRD¿ODGR PLQ
% 7
LHPSRSDUDODFRUUHFWDHQODSXHVWDHQ
72(
7LHPSRRSHUDWLYR PDUFKDFRQLUULJDFLyQFRPSOHWDFRQWDODGULQD
GDWRQXHYR
H¿FLHQWH72( % 7
LHPSRSURGXFFLyQGHGHIHFWXRVRVSRU¿MD
FLyQLQFRUUHFWDGHOiQJXORGHFRUWH
Con una producción Q real (en el tiempo realmente disponible para operar efi-
cientemente) de 154 unidades diarias, tendremos:
CR = 277 / 154 = 1,8 min.
El coeficiente de operatividad del ciclo será:
OC = CI / CR = 1,5 / 1,8 = 0,833
Así pues los coeficientes que componen la eficiencia global serán:
Coeficiente de disponibilidad:
D = TO / TC = 319 / 480 = 0,66
Coeficiente de efectividad:
E = OC x OP = 0,833 x 0,868 = 0,723
Coeficiente de calidad:
C = TOE / TOR = 234 / 277 = 0,844
Con lo cual, la eficiencia global del equipo, teniendo en cuenta todas las posibles
pérdidas, será:
EOG = D x E x C = 0,66 x 0,723 x 0,844 = 0,402
es decir, el 40,2 %.
Lo que da una idea de la gran mejora de eficiencia que puede obtenerse y por
tanto la gran cantidad (y diversidad) de pérdidas existentes. Dado que el peor de los
tres coeficientes componentes de la eficiencia global es el de disponibilidad (66%),
es en este tipo de pérdidas donde habría que centrar la primera actuación, en nuestro
caso, por las importantes averías.
A lo largo de las fases y etapas de la implantación del TPM, deberá tenerse espe-
cial cuidado en que el programa implantado en cada una contenga las actividades
y aspectos de gestión más convenientes para mejorar al máximo la eficiencia de los
equipos productivos, lo que conduce, ante todo, a la eliminación de las seis grandes
pérdidas.
En realidad, todas las etapas del programa de implantación del TPM tendrán
una referencia directa o indirecta a la problemática crucial de la eliminación de las
pérdidas, pero en algunas este tipo de actividades deberá desarrollarse de una forma
directa; en particular será así en:
• Etapa 4. Objetivos y políticas básicas. En ella deben prepararse los planes
detallados con las actividades a desarrollar, entre las que sin duda deberán
figurar las conducentes a la eliminación de pérdidas.
• Etapa 7. Mejorar la efectividad del equipo a partir de un equipo piloto con
pérdidas crónicas, análisis de sus causas y acciones a emprender.
• Etapa 8. Implantación de un programa de mantenimiento autónomo, el cual
deberá contener todos los aspectos conducentes a la eliminación de pérdidas
que pueden ser desarrollados desde el propio puesto de trabajo.
• Etapa 9. Implantación de un programa de mantenimiento planificado, el cual
deberá contener todos los aspectos conducentes a la eliminación de pérdi-
das que sea conveniente desarrollar desde un departamento especializado de
mantenimiento.
• Etapa 10. Formación y adiestramiento del personal, para elevar las capacida-
des de operación y el correspondiente mantenimiento.
• Etapa 11. Gestión temprana de los equipos, la cual deberá contener todos los
aspectos conducentes a la eliminación de pérdidas a evitar desde el diseño y
mejora de equipos de producción.
692 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
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cierta frecuencia que exigen una atención especial por parte del operario, que debe
deshacer el atasco; determinado el MTBF para cada tipo de pieza que se transporta, se
observa que un tipo concreto de pieza sufre los mencionados atascos con una frecuen-
cia especialmente elevada (y por tanto su MTBF es muy bajo); es evidente que ello
nos llevará a estudiar de forma especial las características específicas de dicha pieza,
tras lo cual hemos averiguado que como rasgo diferencial respecto a otras, la misma se
presenta con un importante nivel de suciedad, que puede provocar los citados atascos.
Aspectos como el citado, relacionado con los materiales (forma, peso, suciedad, etc.),
los equipos, las personas e incluso la climatología, deberán tenerse en cuenta.
Ahora estamos ya en disposición de establecer las causas esenciales y las coadyu-
vantes o secundarias. Los problemas que generan las paradas breves han debido iden-
tificarse en la etapa anterior, lo mismo que sus circunstancias especiales. Las causas
esenciales pueden haberse ya apuntado en este análisis.
Es conveniente profundizar en las causas e identificar no solo las causas esenciales
(las que influyen de forma directa e inequívoca) de los problemas de paradas breves,
sino también aquellas, de carácter secundario, que actúan como coadyuvantes de las
anteriores. Además, las causas esenciales pueden estar sustentadas en otras menos
evidentes que en el fondo son las que generan el problema y que son los auténticos
orígenes del mismo (causas originales); de esta forma puede haberse evitado un pro-
blema corrigiendo las causas esenciales, pero permaneciendo las originales, con la
consecuencia de que a la larga puede reaparecer el problema.
Veamos con un ejemplo los tres tipos de causas mencionadas y cómo actúan: sea
un equipo para empujar fibra química, previamente abierta, para alimentar cardas
para una planta de hilatura, con un eje movido por un motor eléctrico que hace girar
el sistema de empuje de la fibra desde la abridora hasta la carda, como se muestra
en la Figura 17.14. El eje y el sistema de empuje se traban con cierta frecuencia y se
detiene el avance de la fibra.
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Figura 17.15. Diagrama de dispersión para estudio de las causas de las paradas breves.
Así por ejemplo, en el caso del sistema de empuje de fibra química anteriormente
citado, puede realizarse un diagrama que trate de determinar la correlación entre
la desalineación eje motor-sistema empuje de la fibra (en grados) y la medida del
MTBF. Como resultado de varios ensayos, aparecerá una «nube» de puntos corres-
pondientes a pares de valores desalineación-MTBF. Si la nube de puntos es ajustable
por medio de una recta, existirá correlación, y la variable (en este caso la desalinea-
ción) podrá considerarse como causa de paradas breves. La recta se determinará por
medio de la técnica estadística de regresión lineal.
Cuanto mayor sea la correlación, es decir, cuanto más agrupados estén los puntos
del gráfico en torno a la recta, más importante será la causa, y por tanto pasará de ser
698 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Así pues, hay un cierto regreso a tendencias anteriores al tratar de integrar pro-
ducción y mantenimiento. Con todo ello se trata de obtener una gestión más eficaz
de los equipos. El mantenimiento realizado por los propios trabajadores del equipo
constituye el denominado mantenimiento autónomo.
La mejora de la eficiencia y competitividad que puede lograrse de la mano del
mantenimiento autónomo se deriva de:
• La combinación de trabajo y mantenimiento en el mismo puesto de trabajo
permite ahorrar tiempos (de vacío) y esfuerzos, y da lugar a una actuación más
rápida.
• El trabajador conoce mejor que nadie su equipo y sabe lo que necesita y cuan-
do lo necesita, y puede darle un mantenimiento rápido y eficiente.
• El trabajador conoce cuando el equipo está próximo a una avería o a la nece-
sidad de cambio de algún componente (un ruido, una holgura, algún indica-
dor, etc.).
Las actividades de mantenimiento autónomo se llevarán a cabo en combina-
ción con las de mantenimiento preventivo y, por supuesto, las del mantenimiento
de averías; la tabla de la Figura 17.15 ilustra la distribución lógica de responsa-
bilidades de mantenimiento y mejoras entre el personal operativo y el de mante-
nimiento:
Está claro, pues, que el mantenimiento planificado es una de las actividades clave
para la implantación con éxito del TPM, con el objetivo básico de establecer un
programa de mantenimiento efectivo para equipos y procesos.
El mantenimiento planificado surgirá como el resultado de la coordinación de
actividades del mantenimiento especializado realizado por el departamento de man-
tenimiento, con las actividades propias del mantenimiento autónomo realizado por
el departamento de producción, que de esta forma se integrarán pues con aquellas.
Ambos departamentos deberán funcionar sincronizados para asegurar un manteni-
miento planificado de alta calidad.
El objetivo de la implantación de un mantenimiento planificado será ajustar la
frecuencia de las tareas de mantenimiento requeridas por el equipo, y llevarlas a cabo
en el momento menos perjudicial para producción y antes de que se transforme en
una avería para el equipo o en un defecto de calidad del producto (será el caso de
actividades tales como, por ejemplo, el cambio de correas dentadas, herramientas de
corte, cambios de aceite, de filtros, etc.).
El personal de producción será quien, con su experiencia trabajando con el
equipo, informe sobre las necesidades y cuidados que éste requiere para prevenir
cualquier deterioro, lo que supone que las actividades propias del mantenimien-
to autónomo tendrán una gran importancia en la planificación del manteni-
miento.
Por su parte, el personal de mantenimiento se ocupará de recopilar esa informa-
ción, estandarizar esas tareas, documentarlas y, en la medida de lo posible, estan-
darizar y unificar los recambios a utilizar y tenerlos disponibles en el momento de
realizar las tareas previamente planificadas.
Dentro del mantenimiento planificado, las actividades básicas desplegadas por
el departamento de mantenimiento van dirigidas a la mejora de las condiciones
operativas del equipo, la capacitación del personal y la mejora de las técnicas de
mantenimiento.
Fieles a la filosofía del TPM, las actividades propias del mantenimiento planifica-
do deben realizarse sistemáticamente, de acuerdo con el correspondiente programa
y con el pertinente cambio de actitud con respecto al propio puesto de trabajo y las
tareas estándar de producción y mantenimiento que éste requiera.
El concepto de mantenimiento planificado abarca tres formas de manteni-
miento:
• Mantenimiento basado en tiempo.
• Mantenimiento basado en condiciones.
• Mantenimiento de averías.
De la correcta combinación de estos tres componentes resulta un mantenimiento
planificado efectivo. En la Figura 17.17 se expone una clasificación exhaustiva de los
tipos de mantenimiento que se dan dentro del mantenimiento planificado, así como
las actividades que corresponden a los departamentos de producción y mantenimiento
respectivamente.
706 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
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acaban afectando a las máquinas o equipos críticos; los demás se revisan tan solo si el
técnico tiene sospechas de que puedan tener algún problema.
El hecho que induce a los técnicos de mantenimiento a sospechar problemas en
una máquina o equipo productivo no es otra cosa que indicios en forma de paráme-
tros físicos de la máquina como las vibraciones, el ruido, la temperatura, etc.
Tradicionalmente, los técnicos de mantenimiento se han basado en sus cono-
cimientos, intuición y experiencia para determinar si una máquina puede tener
problemas e, incluso, para identificar el tipo de problema. Actualmente, con las
nuevas tecnologías se puede acceder a una gran cantidad de información de la
máquina o equipo que debe ayudar a interpretar el estado del mismo. Los sistemas
que permiten acceder a esta información se llaman Sistemas de Monitorización de
Maquinaria.
Existen distintas filosofías acerca de cómo enfocar la gestión del mantenimiento,
pero de la mano de los sistemas de monitorización puede demostrarse que el man-
tenimiento predictivo es el más rentable. El mantenimiento predictivo se basa en la
detección y diagnóstico de averías antes de que se produzcan; por eso puede decirse
que se trata de un mantenimiento con mucho peso en el futuro.
Aunque el mantenimiento periódico tiene sus inconvenientes, lo cierto es que es
muy utilizado. Por eso, la actividad del departamento de mantenimiento alcanza su
nivel máximo durante los días que la instalación permanece parada, ya sea de forma
programada por inspección o por avería. El mayor inconveniente del mantenimiento
periódico es la elección del intervalo entre paros programados. Si el intervalo es muy
corto, el tiempo de producción disminuye y la probabilidad de fallos por la interfe-
rencia humana aumenta. En cambio, si el intervalo seleccionado es muy grande, el
número de paros por averías aumenta.
Con el mantenimiento predictivo la detección y diagnóstico de averías se efectúan
antes de que se produzcan, de forma que se pueden programar los paros para repa-
raciones en los momentos oportunos. La filosofía de este tipo de mantenimiento se
basa en que normalmente las averías no aparecen de repente, tienen una evolución. Un
defecto con el tiempo puede causar una avería grave.
Además, cuanto antes se detecte el defecto mejor. No solo para programar su
reparación sino que cuando un defecto alcanza un nivel muy importante, no tiene
solución o ésta es muy difícil.
Los indicadores del estado de la máquina son parámetros físicos como las vibra-
ciones, temperatura o muestras de lubricantes que analizados permiten detectar pro-
blemas y su causa.
Una de las tareas más comunes de los técnicos que realizan mantenimiento
predictivo en máquinas rotativas es analizar el estado de los rodamientos. Los ejes
rotativos de las máquinas se apoyan sobre rodamientos. Son los elementos que
sufren más desgaste y los que se deben cambiar con más frecuencia. Con un buen
sistema de mantenimiento predictivo se puede saber el estado de cada rodamiento y
su evolución (normalmente por el espectro de las vibraciones de la máquina). Así
se puede planificar con antelación el cambio de cada rodamiento y evitar paros no
programados.
Como ventajas de la introducción del mantenimiento predictivo se pueden citar
las siguientes:
GESTIÓN DEL MANTENIMIENTO DE LOS EQUIPOS PRODUCTIVOS. TPM 709
a) Reducción de paros:
Los paros pueden clasificarse en forzados y no forzados, y en programados y no
programados.
Un paro forzado es el provocado por una avería y puede ser programado o
no programado. Si la avería se detectó con antelación a que pueda provocar
daños, entonces la reparación está planificada y se denomina paro forzado
programado. Si la avería no fue detectada o detectada con tan poca antelación
que no se pudo planificar la intervención, entonces se denomina paro forzado
no programado. Las consecuencias de un paro varían de uno a otro, pero siem-
pre son negativas. Los paros no programados (por averías imprevistas) son los
más costosos y peligrosos. El mantenimiento predictivo reduce la cantidad de
paros de cualquier tipo.
Los paros no forzados son siempre programados y se realizan para inspec-
cionar las máquinas, reemplazar las piezas gastadas y corregir los defectos
detectados para evitar paros forzados en el futuro. Son propios de una planta
donde se practica el mantenimiento preventivo, el intervalo entre paros no
forzados se llama ciclo de mantenimiento. El número determinado de para-
das no forzadas se puede reducir si, además, se aplican técnicas de manteni-
miento predictivo.
Un paro no programado es causado por una avería (paro forzado) cuya
reparación no ha podido ser planificada ya que, en el momento de su de-
tección ya se están produciendo daños importantes en la máquina o su
funcionamiento puede ser un riesgo para el personal y se tiene que parar.
Cuando la parada no puede ser programada, el tiempo de reparación es
mayor ya que el personal, las herramientas y los recambios no están pre-
parados. Los paros no programados se pueden minimizar con el manteni-
miento predictivo.
b) Ahorro en los costes de mantenimiento.
La utilización adecuada de la monitorización permite dedicarse a aquellas
máquinas que necesitan reparación, sabiendo con antelación cuáles son los
componentes que tienen que ser reemplazados, realineados o equilibrados.
Esto implica:
– Reducción del mantenimiento programado.
– Reducción de averías inducidas por mantenimiento.
– Reducción de los stocks en piezas de recambio.
– Reducción de la duración de los paros programados.
c) Otras ventajas del mantenimiento predictivo:
– Mayor vida de la planta, cuyos equipos se benefician del mismo.
– Reducción de los daños provocados por una avería.
– Reducción del número de accidentes.
– Funcionamiento más eficiente y de mayor calidad de la planta, puesto que
se puede adaptar el ritmo de producción al estado real de la máquina.
– Mejora de las relaciones con el cliente al evitar retrasos en las entregas por
averías imprevistas (paros no programados).
710 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Así, el mantenimiento autónomo sería el que haría el propio interesado, que co-
noce su cuerpo, sus problemas de salud, y siente antes que nadie los síntomas de
cualquier cosa que pueda afectar a su salud.
El mantenimiento preventivo lo llevarían a cabo los centros de salud través de sus
chequeos periódicos.
La prevención de mantenimiento o ingeniería de diseño la llevarían a cabo los
que desarrollan equipos, medicamentos, etc. cada vez más complejos y potentes, y la
investigación médica en general; las mejora que se podrían hacer sobre la «situación
actual ya diseñada», la harían, como en el caso del mantenimiento, todos ellos, cada
uno en la medida de sus posibilidades.
La Figura 17.18 muestra la comparación entre la medicina preventiva completa y
eficiente y el TPM. Son múltiples las comparaciones que se realizan entre un correc-
to plan de salud y el TPM, o bien entre el cuidado que damos a nuestro vehículo y el
que debemos dar a un equipo productivo como son chequeos, control periódico de
ciertos niveles por nosotros mismos, revisiones en taller, rodaje, consumo, etc.
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ISBN 978-84-9969-356-9