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Natenzon, Claudia E.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
Fuentes: a. Secretaria de Recursos Hídricos 1983; b. Misterio del Interior 1993; c. SIEMPRO,
Secretaría de Desarrollo Social; d. Gobernaciones y Ministerio del Interior; e. Pérdidas agropecuarias,
según INTA.
¿Por qué la experiencia no ha servido para prevenir nuevos desastres de este tipo
y disminuir su impacto? Las consideraciones públicas sobre las tres inundaciones
aparecen en documentos oficiales, informes de investigación y, sobre todo, en
artículos periodísticos donde se expresan las preocupaciones centrales que
debaten distintos sectores de la sociedad involucrada en estos problemas. En
ellos se encuentran similitudes y diferencias en el debate en cuestión (ver síntesis
en Cuadro 2).
1
Exposición realizada en el Seminario sobre "Problemas ambientales e vulnerabilidade.
Abordagens integradoras para o campo da Saude Publica. Dictado el 25 de junio de 1998, en el
FIO CRUZ, Ministerio de la Salud, de Río de Janeiro, Brasil.
2
Profesora e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA y de FLACSO Argentina.
Email: <natenzon@filo.uba.ar>
Riesgo, vulnerabilidad e incertidumbre. Desastres por inundaciones en Argentina.
Natenzon, Claudia E.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
1. Los eventos catastróficos provienen de un orden natural dado: las lluvias, el Niño, los ríos...
Por lo tanto, son imposibles de resolver.
Por ejemplo, a través del seguimiento del tema de las "defensas", es posible
reconocer los efectos de esta concepción coyuntural en la generación de desastres
sociales. Cuando existen, estas defensas son de tipo provisorio, terraplenes de tierra
y arena asociados a veces con bombas de desagote. En la emergencia se apuesta
a la resistencia de las defensas existentes en lugar de proponer estrategias de
organización social para la evacuación. Incluso en algunas ciudades su presencia
ha incrementado los riesgos: mientras las autoridades no saben si los terraplenes
resistirán el embate de las aguas, la población -que no ha sido alertada- confía en su
protección. Sin embargo, de romperse, inundaran la ciudad de manera súbita y sin
que haya tiempo para realizar una evacuación ordenada. Por otra parte, los
dirigentes políticos, con el objetivo de no "sembrar el pánico" entre la población, en
general no dan difusión de los reales peligros, no prevén acciones ni involucran a los
habitantes en la toma de decisiones.
El periodismo escrito hace muchas veces un uso sensacionalista del tema, pero
como hay un tiempo de mediación entre el momento de levantar la noticia y de
publicarla, que pasa a través del periodista que tiene que escribir ese texto, aún
en los tiempos cortos del periodismo siempre hay algún momento de reflexión
sobre el tema, entonces hay una elaboración, inclusive hay posibilidad de que
aparezcan distintas notas contradictorias entre sí, dándole a la gente una visión
más heterogénea de la realidad que está aconteciendo.
En cuanto al inundado, la persona que está afectada, ella es tomada como objeto
asistencial. Se considera que es gente que no está en condiciones de decidir
sobre su propia existencia, sobre su propia situación. Entonces se los “mueve” de
un lugar a otro, se los intima a dejar sus casas, se desconoce la posibilidad que
ellos digan qué es lo que quieren, qué es lo que necesitan. Siempre hay un
intermediario: el político, el jefe de gobierno municipal, la asistente social, el cura
párroco, el jefe de la guarnición militar. Entonces la forma de llegar a esta gente
es a través del asistencialismo, de la caridad, del paternalismo. Si bien es
necesario brindar ayuda, porque una vez que está la emergencia instalada la
gente requiere leche para sus hijos, necesita frazadas, calzado, ropa, alimentos y
hasta agua potable para beber, ello solo no es suficiente. En este sentido -no
como sujetos sino como objetos- aparecen frases que muestran el fatalismo
instalado, diciendo: "esto es siempre así".
localización fluvial. Políticos y periodistas han alabado esta forma de vida como
“modelo adaptativo” a seguir, incluso, por los inundados no tan frecuentes, y hasta
los propios inundados hacen propia esta percepción, desconociendo que el origen
de tales estrategias está en la falta de recursos, en necesidades básicas
insatisfechas y en una calidad de vida inexistente.
En cambio, en la inundación de este año 1998, el rol activo estuvo en los medios
de comunicación. Los inundados se enteraron a través de la televisión de la
cantidad de bienes que la gente donaba en Buenos Aires, vieron que esas
donaciones no llegaba a ellos y, entonces, protestaron -también públicamente- y
señalaron quiénes eran estos políticos que retenían las donaciones o que
cambiaban las etiquetas de las bolsas. Así, por medio de la televisión hubo una
posibilidad de denuncia. Al mismo tiempo, algunos canales pusieron a disposición
de las organizaciones humanitarias en forma gratuita espacios de tiempo breves
para informar a la gente sobre qué era lo necesario en cada momento, dando
algunos mensajes que ordenaron un poco el flujo de donativos hacia las zonas
inundadas. Esto fue novedoso.
Los ejes centrales de este breve repaso de la discusión sobre las inundaciones en
la Argentina, pueden ser aplicados a otras situaciones catastróficas, identificando
así una forma de gestionar una de las problemáticas ambientales más
importantes de la actualidad:
La teoría social del riesgo tiene como eje central el concepto de riesgo, de
riesgo social. Hay riesgo cuando podemos cuantificar, cuando podemos colocar
un número. Cuando yo no puedo colocar un número, cuando yo no puedo
establecer una probabilidad respecto a qué va a ocurrir -aunque sólo sea una
probabilidad, aunque sea una estadística de la cuestión- ya no se tiene riesgo
sino incertidumbre. Es decir, no tengo probabilidades de predecir o de prever
qué va a acontecer.
El riesgo también puede ser definido como un resultado imprevisto que sucede
como consecuencia de nuestras propias actividades o decisiones, en lugar de
serlo por obra divina, la fortuna o la fatalidad. El riesgo es un rasgo de la
modernidad. La modernidad implica que soy consiente de mis propios actos y que
puedo modificarlos, soy yo el que toma una decisión. Cuando se sube a un
ascensor o a un avión, no se piensa todo el tiempo que se puede caer, pero se
sabe que hay alguna probabilidad de que se caiga, probabilidad que se asume al
subir a ese aparato y confiar en él, en función del apuro por llegar a un lugar o de
la pereza para usar las escaleras. Esta postura desplaza el interés o el foco de
interés de lo que sería una situación fatal (que incluso en la Edad Media era
pensada como una cuestión divina) hacia la responsabilidad propia, hacia la
reflexión que puedo tener respecto a lo que acontece al alrededor y a las
decisiones que se pueden tomar respecto a eso. Ahora bien ¿qué pasa si no se
puede poner un número, si no se puede establecer una probabilidad? Ya no se
puede decidir con certeza sobre lo que está aconteciendo.
Incorporar este punto de vista permite pensar que para afrontar catástrofes de
estas características tengo que incluir en el análisis por lo menos cuatro
perspectivas, cuatro factores, cuatro aspectos. Ello nos lleva a rescatar la
diversidad de situaciones y darle orden a la complejidad. Estos factores se
sintetizan en cuatro palabras clave: peligrosidad, exposición, vulnerabilidad,
incertidumbre (Cuadro 3).
FACTORES/
PERSPECTIVAS CONOCIMIENTO NECESARIO
Cada uno de los cuatro factores tiene sus propias características; cada factor
debe ser analizado y puede darnos distinta información necesaria respecto a la
situación catastrófica.
Estas cuatro visiones parciales coexisten todo el tiempo, al mismo momento, pero
cada una está encarnada en actores sociales diferentes. Cualquier tipo de
abordaje que piense en las situaciones catastróficas, debe incluir a las cuatro, y
trabajar con estos elementos que van a adquirir una configuración diferente para
cada momento del ciclo de la catástrofe: el antes, el durante y el después.
CA CP CPN
P
P E
E
CP CP
II V
V
CPN CP CA
Referencias:
PP Peligrosidad
EE Exposición
VV Vulnerabilidad
II Incertidumbre
Ahora, eso tiene dos caras. Esa convocatoria puede ser para que la gente asuma
las responsabilidades y los riesgos, es decir, lo que se le transfiere a la gente no
son soluciones sino problemas, que se hagan cargo de ellos mismos de sus
problemas; esto es básico en el modelo neoliberal vigente. Pero también puede
ser un momento genuino donde aparece una situación de interrelaciones y de
complementariedad. Probablemente, después de la situación catastrófica, es lo
más usual, esa situación, esa configuración de ciencia posnormal, vuelva a des-
configurarse, pero estos procesos de participación vienen instalándose cada vez
más, y por más tiempo, porque el poder de los actores sociales está mostrando
que es la única manera de manejar la realidad, sino sería el caos. Es la única
manera de construir estrategias consensuadas, negociadas, aceptables por la
mayoría.
Para tal fin, vengo trabajando desde 1983 con una metodología de planificación
participativa. Esta metodología está compuesta básicamente de dos
herramientas. Si ustedes quieren, a la tarde puedo a profundizar en ella, ahora no
voy a hacerlo por falta de tiempo, pero sí anticipar que se trabaja con una
Secuencia Lógica de Tratamiento de Caso y un Ciclo Metodológico compuesto de
tres etapas. En cada etapa del Ciclo, la Secuencia Lógica es aplicada de una
manera distinta.
fue lo que buscaron los profesionales que trabaja en Argentina con "Comunidades
seguras". Yo no he trabajado directamente con este proyecto, pero estoy en
contacto con la gente que lo hace. Es un grupo de médicos que llegó hasta la
FLACSO en 1993, buscando un método que les permitiera concretar esta idea de
"comunidad segura".
Bibliografía
Beck, Ulrich. 1993. “De la sociedad industrial a la sociedad del riesgo. Cuestiones
de supervivencia, estructural social e ilustración ecológica”, en: Revista de
Occidente, Nº 150. México.
Costa, Luis Alberto y Dardo Albini. 1988. “Las inundaciones en el área metropolitana
de Buenos Aires”, en: Medio Ambiente y Urbanización. Julio, Vol 7 nº23 (2-19).
Douglas, M. 1996. La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales. Paidós.
Barcelona.
Lavell, Allan; E. Franco -editores-. 1996. Estado, sociedad y gestión de los desastres
en América Latina. En busca del paradigma perdido. Lima, La Red.