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Enseñanza Bíblica (¿PORQUÉ NO SE SANAN TODOS LOS QUE RECIBEN ORACIÓN?

) Enero de 2018
¿POR QUÉ NO SE SANAN TODOS LOS QUE RECIBEN ORACIÓN?
¿Por qué no se sanan todos los que reciben oración? Pueden haber varias razones (esta lista no pretende ser definitiva):

SE NECESITA QUE HAYA UNA SANIDAD INTERIOR PRIMERO


Algunas veces la raíz de la enfermedad es falta de perdón o amargura y debemos tratar con eso antes que la sanidad se
pueda manifestar.

En una ocasión, unos hombres le trajeron un paralítico a Jesús. (San Marcos 2:1-12) El Señor primero le dijo, “tus pecados
te son perdonados.” Y luego le dijo, “levántate y anda.” Primero lidió con la sanidad interior y luego con la física.

Se necesita que haya liberación primero


Algunas veces la causa de la enfermedad es un espíritu de opresión o algún tipo de posesión demoniaca y lo que se necesita
es hacer una liberación primero.

Mira este pasaje en la Biblia donde dice que la enfermedad era causada por un demonio:
Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba
dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:

Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y
empezó a alabar a Dios. (San Lucas 13:10-13)
SE NECESITA PERSEVERANCIA
Algunas veces debemos perseverar en oración por un tiempo antes de ver resultados. Una de las palabras en el griego del
Nuevo Testamento que es traducida como poder es dunamis. De esta palabra obtenemos la palabra en español dínamo, que
es un generador eléctrico. Este poder es como electricidad que se suple en diferentes medidas para lograr un objetivo
específico.

La cantidad de energía requerida para encender un bombillo de luz es mucho menor que la cantidad requerida para iluminar
un edificio y mucho menor que la que se necesita para toda una ciudad. De la misma manera, cuando oramos por sanidad
(o cualquier otra cosa) estamos administrando la dunamis de Dios y me atrevería a decir que necesitamos administrar más
poder cuando oramos por un cáncer que cuando oramos por un dolor de cabeza.

Esto no implica que Dios está limitado o que necesitamos oraciones largas para que ocurra la sanidad. Dios puede sanar a
alguien instantáneamente, sin importar su condición. El hecho es que Él ejerce su voluntad en la tierra a través de y en
asociación con los humanos Él ha puesto su incomparable poder en vasijas de barro y nosotros somos los que
limitamos a Dios con nuestra incredulidad o falta de perseverancia. No estamos cuestionando a la electricidad en sí
cuando decimos que un bombillo de 25 vatios no puede iluminar un estadio. Simplemente estamos describiendo las
limitaciones de la herramienta que administra esa electricidad.

El problema no está en la fuente de poder. Tenemos que seguir orando para que siga fluyendo el poder. En Apocalipsis 5:8
dice que en el cielo hay copas de oro llenas incienso, que son las oraciones de los santos. Ahora, mira lo que pasa con esas
copas:
“Se acercó otro ángel y se puso de pie frente al altar. Tenía un incensario de oro, y se le entregó mucho incienso para
ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios, sobre el altar de oro que está delante del trono. Y junto con esas
oraciones, subió el humo del incienso desde la mano del ángel hasta la presencia de Dios. Luego el ángel tomó el incensario
y lo llenó con brasas del altar, las cuales arrojó sobre la tierra; y se produjeron truenos, estruendos, relámpagos y un
terremoto.” (Apocalipsis 8:3-5)

A veces tenemos que orar hasta que la copa esté llena y pueda ser mezclada con el fuego del altar y así el poder sobrenatural
de Dios sea manifestado (los truenos).

LA FE DEBE INCREMENTAR PRIMERO


Hay un video de hace muchos años del reverendo A.A. Allen en la serie de videos de Los Generales de Dios de Roberts
Liardon, en el que Allen está orando por los enfermos. Le traen a un hombre en una camilla que tiene cáncer en el estómago
y que no ha comido ni tomado nada por varias semanas. El hombre se ve que está a punto de morirse mientras que el
reverendo Allen entrevista a la esposa, preguntándole detalles y luego repitiendo la información a la congregación, a la vez
asegurando que el hombre va a ser sano.
A.A. Allen orando por un hombre con cáncer
Elaborado por: 1er Diácono de la Iglesia Apostólica Libre Jorge Dimitrov Sede Central Managua, Nicaragua. Geovanny J.
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Enseñanza Bíblica (¿PORQUÉ NO SE SANAN TODOS LOS QUE RECIBEN ORACIÓN?) Enero de 2018
Esta conversación entre el predicador, la esposa, y la congregación dura más de 15 minutos. La primera vez que ví el video
me estaba impacientando. ¿Por qué no oraba por el pobre hombre de una vez? El pobrecito estaba sufriendo, muriéndose de
hambre (esto era en los años 50), y ellos no hacían sino hablar de él.

Finalmente, Allen ora por él y le ordena que se ponga de pie en el nombre de Jesús. ¡El hombre salta de la camilla y empieza
a hablar! Luego le traen comida y se la come toda. La esposa está llorando y la gente está atenta, esperando a ver si el
estómago rechaza la comida como antes, pero el hombre simplemente sonríe y dice que el sánduche está buenísimo. La
historia tiene un final feliz, pero, ¿por qué tuvo que hacer una entrevista tan larga y esperar todo ese tiempo para
orar por él?
Yo creo que ALLEN ESTABA INCREMENTANDO LA FE DE LA CONGREGACIÓN, preparando a la audiencia, por decirlo
de alguna manera, para que el milagro pudiera ocurrir.

A veces hay un ambiente de incredulidad que estorba la manifestación de la sanidad. Incluso Jesús experimentó esto en
Nazaret.
“En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos. Y él se quedó
asombrado por la incredulidad de ellos.” (San Marcos 6:5-6)
En una ocasión, le pidieron a Smith Wigglesworth que orara por una joven que estaba a punto de morirse. Cuando llegó a la
casa y entró a la habitación, lo primero que hizo fue sacar a la madre y los familiares para poder orar a solas. El Espíritu Santo
le había dicho que los familiares estaban llenos de incredulidad y era mejor que no estuvieran allí. Es lo mismo que hizo Jesús
cuando resucitó a la hija de Jairo, haciendo que todos los que estaban en la casa se salieran antes de “despertarla.”

No estoy sugiriendo que echemos a la gente fuera del servicio o la reunión de oración, pero a veces va a ser necesario trabajar
en el nivel de fe de la gente. Una forma de hacer esto es compartiendo testimonios de sanidad—especialmente de personas
con la misma condición por la que se va a orar. Randy Clark es buenísimo haciendo esto. En un viaje misionero a Brasil, lo
escuché dando testimonio tras testimonio, incrementando la fe de la gente, moviendo los corazones para que creyeran. Luego
él daba las palabras de ciencia (conocimiento) y oraba con poder. En esa atmosfera de fe, los milagros sobrenaturales
abundaban.
CONCLUSIÓN
Otras razones por las que algunos no reciben sanidad pueden ser los hábitos dañinos de salud (fumar, dietas altas en
grasa, abuso del alcohol, etc.), y falta de fe. Estas razones no son leyes, sino principios, por lo que no debe haber
condenación. La falta de fe, por ejemplo: Jesús sanó a personas con diferentes niveles de fe. Desde una fe muy grande como
la del centurión romano o la del ciego Bartimeo (San Lucas 18:35-43), hasta fe inexistente como la del padre del muchacho
endemoniado, quien básicamente le dijo a Jesús, “ayuda a mi incredulidad.” No podemos meter a Dios en un molde. Él es
soberano.

Al fin de cuentas es un misterio con el que tenemos que vivir. La respuesta básica es que no sabemos todas las razones, ni
el tiempo de Dios. La Biblia dice que conocemos en parte y profetizamos en parte, pero un día lo entenderemos todo.
Yo mismo he orado por mucha gente y he visto sordos escuchar, cánceres sanados, dolores y hernias desaparecer. Y también
he visto los rostros desilusionados de aquellos que regresan a su asiento sin sentirse mejor.

El hecho es que yo no sano a nadie, sino el Espíritu Santo. Y entre más íntimamente me relaciono con él, más de su gloria
se me pega, y más unción es canalizada a través de mí.

Nuestra tarea es predicar, no convertir a la gente. El Espíritu Santo es el que cambia los corazones.
Nuestra tarea es orar, no sanar. Jesús es el que sana. ¿Estás dispuesto a que él te use?
Aunque no podemos saber todas las razones por las que la gente no es sana, esa no es una excusa para conformarnos y
aceptar la enfermedad. Yo he decidido ser sensible a la voz del Espíritu y seguir intentado, hasta donde sea posible, y
encuentre la raíz de la enfermedad que parece no responder a mi oración.
Piénsalo de esta manera. Si alguien viene por consejería debido a un problema emocional, el consejero no se va a dar por
vencido si la persona no es totalmente restaurada después de la primera sesión. Por el contrario, seguramente se reunirá con
la persona regularmente por varios meses hasta que la sanidad interior sea completa. ¿No debería ser igual con la sanidad
física? ¿Por qué rendirnos tan fácilmente?

Elaborado por: 1er Diácono de la Iglesia Apostólica Libre Jorge Dimitrov Sede Central Managua, Nicaragua. Geovanny J.
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