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EL CATECISMOBAUTISTA

PARTE VII

LA SALVACIÓN Y LA EXPERIENCIA DEL CRISTIANO


(Segunda Parte)

Por

William R. Downing

Preguntas y Respuestas Sobre La Fe Cristiana


con Comentario y Análisis

"La luz resplandece en las tinieblas" (Juan 1:5)


EL CATECISMO BAUTISTA

PARTE VII

LA SALVACIÓN Y LA EXPERIENCIA DEL CRISTIANO


(Segunda Parte)

Por

PastorWilliam R. Downing

Preguntas#97-133

Preguntas y Respuestas Sobre La Fe Cristiana


con Comentario y Análisis

Iglesia Bautista de la Gracia AR


Cal!eAlamos No.351
Colonia Ampliación Vicente Yillada
CD. Netzahualcóyotl, Estado de México

Telefono: (5) 793-0216

1 Cor. 1 :23 Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado ...


INDICE

Pregunta 97: ¿Qué es la oración? Página 3


Pregunta 98: ¿Cuál es la importancia de la oración en la vida? Página 8
Pregunta 99: ¿Qué regla ha de dirigirnos en la oración? Página 11
Pregunta 100: ¿Qué nos enseña el prefacio de la Oración Modelo? Página 13
Pregunta 101: ¿Qué nos enseña la primera petición de la Oración? Página 14
Pregunta 102: ¿Qué nos enseña la segunda petición de la Oración? Página 15
Pregunta 103: ¿Qué nos enseña la tercera petición de la Oración? Página 16
Pregunta 104: ¿Qué nos enseña la cuartapetición de la Oración? Página 19
Pregunta 105: ¿Qué nos enseña la quinta petición de la Oración? Página 20
Pregunta 106: ¿Qué nos enseña la sextapetición de la Oración? Página 22
Pregunta 107: ¿Qué nos enseñan la conclusión y la doxología? Página 2 3
Pregunta 108. ¿Hay cristianos falsos? Página 24
Pregunta 109: ¿Cómo se puede saber la diferencia entre el "cristiano
profesante" y el cristiano verdadero? Página 26
Pregunta 110: ¿Qué es la certidumbre de salvación? Página 28
Pregunta 111: ¿Hay una certidumbre de salvación defectuosa,así como una
verdadera certeza de salvación? Página 30
Pregunta 112: ¿Cuáles son los aspectos de la certidumbre? Página 31
Pregunta 113: ¿De qué es salvado el creyente? Página 37
Pregunta 114: ¿Cuál es la relación del creyente con el pecado? Página38
Pregunta 115: Si el creyente es traído efectivamente a la unión con Cristo,
entonces, ¿por qué y cómo es que él aún peca? Página 41
Pregunta 116:¿Puede el creyente obtener la victoria sobre el pecado? Página 44
Pregunta 117: ¿Cómo debe el creyente lidiar con el pecado en su vida? Página 45
Pregunta 118: ¿Qué significa la "libertad cristiana"?Página 46
Pregunta 119: ¿Pueden los creyentes caer del estado de gracia? Página 48
Pregunta 12O: ¿Qué es una cosmovisión bíblica? Página 51
Pregunta 121: ¿Qué es una cosmovisión bíblica del mundo y la vida? Página 52
Pregunta 122: ¿Cómo es la visión cristiana del mundo diferente?Página 54
Pregunta 123: ¿Por qué es necesaria una cosmovisión bíblica? Página 56
Pregunta 124: ¿Cuál es la norma moral para la vida del creyente? Página 57
Pregunta 125: ¿Qué es lo que Dios ha ordenado infaliblemente como la meta para
todos y cada uno de los creyentes?Página 61
Pregunta 126: ¿Cuáles son los medios privados de gracia? Página 63
Pregunta 12 7: ¿Cuáles son los medios públicos de gracia? Página 65
Pregunta 128: ¿Está el creyente, como hijo de Dios exento de los problemasy
males comunes al hombre? Página 67
Pregunta 129: ¿Puede el creyente tener contentamiento y gozo? Página 70
Pregunta 130: ¿Cuáles son los enemigos del creyente en esta vida? Página 72
Pregunta 131: ¿Quién es el gran adversario del creyente?Página 74
Pregunta 132: ¿Cuál es el consuelo cristianoen la hora de su muerte? Página 76
Pregunta 133: ¿Mueren todos los creyentes con plena seguridad? Página 78

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PARTE VII
LA SALVACIÓN Y LA EXPERIENCIA DEL CRISTIANO
(Segunda Parte)

Pregunta 97: ¿Qué es la oración?

Respuesta: Orar es dirigirse Dios en el nombre de Cristo


como Mediador, bajo la influencia y con la ayuda del Espíritu
Santo con fe, pidiendo aquellas cosas que necesitamos, que son
consistentes con la voluntad de Dios, que son para su gloria y,
por tanto, que se deben pedir con humildad y sumisión.

"Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él


vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Selah" (Salmos 62:8)
'Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el
orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos
de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú,
cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que
por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; por-
que vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros
le pidáis." (Mateo 6:5-8)
"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá." (Marcos 11 :24)
" ... pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís,
porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites." (Santiago 4:2-3)
"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el
que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan." (Hebreos 11:6)
"Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedirnos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cual-
quiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le haya-
mos hecho." (1Juan5:14-15)
Vea también: Salmos 66:18; Mat. 6:5-15; Lucas 11:1-13; 18:1-8;
Hechos 9:11; Ef. 1:15-20; 3:14-19; Fil. 1:9-11; Col. 1:9-13; 1 Tes. 5:17,
25.

COMENTARIO

La descripción de la oración dada en la respuesta anterior re-


quiere de algunos comentarios: "Orar es dirigirse a Dios ... "La ora-
ción es dirigirse a Dios, por lo tanto, estamos entrando de manera
consiente a su presencia y hablándole de la manera más clara posi-
ble, buscando que seamos entendidos, con la plena conciencia de
que nos estamos dirigiendo a Dios. Él es el Todopoderoso, el Sobe-
rano Creador y Gobernante de toda la creación, Él también es nues-
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tro Padre Celestial que nos ama, nos cuida y está íntimamente inte-
resado por la totalidad de nuestra vida(Gn.1:01; Salmos 62:8; 139:1-
18; Mateo 10:30).

"... en el nombre de Cristo como mediador... " No tenemos otra


base para acercarnos a Dios. Estamos revestidos con la justicia
imputada de nuestro Señor, tenemos acceso sólo a través de él, y
debemos estar conscientes de su ministerio de intercesión (Roma-
nos 5:1-2; Heb. 4:14-16; 7:25).

" ... bajo la influencia y con la ayuda del Espíritu de Dios ... " La
obra del Espíritu Santo es esencial para nuestras oraciones. Si de-
seamos su dirección, entonces no debemos apagar ni entristecer su
influencia en nuestros corazones, mentes y vidas (Romanos 8:26-
27; Ef. 4:30; 1 Tes. 5:19).

" ... conje ... " No podemos orar con incredulidad. La oración es
la articulación de la fe,es la expresión de la fe (Heb. 11 :06). Nues-
tra fe debe descansar en Dios mismo, lo que Dios es y no simple-
mente en lo que hace. Frecuentemente lo que discernnimos en nues-
tra experiencia actual puede ser malentendido y mal interpretado
(2 Cor 12:7-10).

" ... pediendo aquellas cosas que necesitamos ... " El mismo
acto de orar expresa nuestra necesidad. Como nuestro Padre Ce-
lestial, Dios se preocupa por nuestras necesidades, y nos invita a
ponerlas delante de Él (Mateo 6:7-8, 11-13; Lucas 11:1-13).

" .. que son consistentes con la voluntad de Dios ... " Debemos
siempre acercarnos a Dios con sumisión, ya que Él sabe mucho
mejor que nosotros lo que necesitamos. Es la voluntad de Dios y no
la nuestra, la que debe ser el factor determinante siempre en la
oración (Mateo 6:10; Lucas 22:41-42; 1 Jn.5:14-15).

"... que son para su gloria... " El fin de todas las cosas es la
gloria de Dios, por lo que la oración debe buscar esto y no simple-
mente nuestra propia voluntad, planes o agenda ( 1 Cor 10:31 ).

" ... Y por lo tanto, que se deben pedir con humilde sumisión." La
verdadera oración se conforma a Dios, como a Aquel cuya voluntad
debe reinar en todas las cosas. Las respuestas a la oración se deri-
van de su poder, sus propósitos y su voluntad, no de los nuestros.
De este modo la oración nos obliga a poner a un lado el deseo de ser
'nuestro propio dios' y tomar nuestro lugar ante Él, como sus cria-
turas, súbditos, siervos voluntarios e hijos espirituales. Y todo
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esto no excluye o desalienta el fervor y la perseverancia en la ora-
ción, sino que nos alinea con la voluntad de Dios y su gloria (Lucas
18:1-8; 22:42, Hechos 21:10-14; Stg. 5:16-18).

La oración es el acto supremo de fe en la experiencia presente


del creyente, el gran punto central de la doctrina, la experiencia y
la esperanza. Es el aliento de vida del alma renovada. Es la fe
articulada. Cuando el Señor le reveló a Ananías que Saulo de Tarso
se había convertido lo hizo con estas palabras: " ... he aquí, él ora"
(Hechos 9: 11 ). Un "Cristiano que no ora" sería una contradicción
en sí mismo.

Los seres humanos no son sólo criaturas, sino también criatu-


ras pecaminosas y por lo tanto necesitan una posición correcta ante
Dios para orar bien. Toda verdadera oración es mediada a través de
la obra intercesora del Señor Jesús Cristo como nuestro Mediador
y el Gran Sumo Sacerdote (1 Timoteo 2:5; Heb. 4: 14-16; 7:25; 9:24;
1 Jn. 2: 1 ). A menos que uno se encuentre justificado, es decir, en
una relación correcta con el Padre, entonces no se encontrará en la
posición correcta para orar (Romanos 5: 1-2; 8:33). ¿Pueden orar
las criaturas? Las Escrituras describen a las bestias como claman-
do a Dios por su comida (Job 38:41; Salmos 147:9.) ¿Pueden orar
las criaturas pecaminosas? Ellas pueden clamar a Dios como cria-
turas pecadoras y suplicar a Dios para que les muestre su miseri-
cordia. Dios escucha la oración del pecador por la liberación del
pecado y por el perdón (Lucas 18:13-14). Ningún pecador jamás
inclinará su corazón para buscar al Señor en vano (Oseas 10:12;
Jn. 6:37; 2 Corintios 6:2).

Además, la verdadera oración es el resultado de la obra inter-


cesora del Espíritu Santo (Romanos 8:26-27). ¿Acaso no es signifi-
cativo que en la realidad y el acto de la oración, más que en cual-
quier otra actividad espiritual, debamos tener dos intercesores dentro
de la Divinidad, es decir, uno por dentro, el Espíritu Santo, y otro
en el cielo, nuestro Señor Jesucristo (Romanos 8:26-27; Heb. 7:25;
9:24; 1 Jn. 2: 1 )? Esto presupone que no estamos contristando al
Espíritu Santo por nuestros pecados y que Él está obrando en nues-
tros corazones y mentes guiándonos a orar correctamente (Salmos
66:18; Ef. 4:30; 1 Jn. 5:14-15).

La oración es, en realidad, un ejercicio trinitario, ya que se


dirige a Dios Padre (Mateo 6:9), en y a través de la mediación y la
intercesióndelSeñorJesucristo(l Timoteo2:5; Heb. 4:14-16; 7:25;
1 Jn.2: 1) y se realiza por la gracia, la guía y la intercesión del
Espíritu Santo (Romanos 8:26-27).
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La oración abarca la totalidad de la experiencia del creyente y
su relación con Dios. Incluye necesariamente la alabanza, las ac-
ciones de gracia, la confesión del pecado, la petición, la súplica, la
intercesión, la comunión y el compañerismo con Dios. La oración
puede ser gozosa o dolorosa (Salmos 103:1-5; 51:1-12), llena de
alabanza o de peticiones ardientes (Fil. 4:6- 7). Puede ser llorosa y
agonizante ( 1 Sarnuel 1: 1 O) o también llena de acción de gracias ( 1
Samuel 2:1-10), o pronunciada en ocasiones con gemidos (Salmos
6:6; 32:3) o puede ser una lucha entre la fe y la incredulidad (Mar-
cos 9:24).

El creyente en la oración, a través de su variada experiencia y


peregrinaje espiritual, eventualrnent atraviesa toda la gama de al-
tibajos espirituales, mentales y emocionales. La oración ha sido
descrita corno simplemente "hablar con Dios", "derramando su co-
razón a Dios", o como "tratando negocios serios con el cielo." Puede
ser cualquiera de éstos o incluso ubicarse en un punto intermedio,
dependiendo de las circunstancias del caso y el estado del corazón
o la mente. El asunto importante es: Dios sabe, Dios ama, Dios
entiende y Dios contesta la oración.

Las Escrituras describen la verdadera oración corno aquella


que es bíblica, realizada con fe, ferviente, persistente y eficaz (Mar-
cos 11:24; Lucas 11:1-13; 18:1-8; Stg. 5:16-18). Los grandes ene-
migos de la oración son la incredulidad y la impaciencia. La incre-
dulidad ahoga la oración. La impaciencia nos conduce a abandonar
la oración antes de obtener una respuesta. El problema con la mayo-
ría de los cristianos profesantes es que oran, pero con una mezcla
de fe e incredulidad, con presunción o de manera 'tradición', y como
consecuencia, puede ser que simplemente "intenten orar" o no per-
sistan en la oración hasta recibir una respuesta. A fin de cuentas, o
oramos con fe o tratarnos de orar en la incredulidad. La primera es
la verdadera oración, la segunda es un acto de presunción, o
incluso de frustración.

Es muy posible que muchos cristianos profesan tes nunca com-


prendan adecuadamente el significado bíblico de la verdadera ora-
ción. La mayoría se contentan con simplemente tratar de orar sin
buscar comprender su enorme y sorprendente significado. Otros
sólo tratan de orar cuando surge alguna crisis. Algunos se limitan a
pronunciar algunas palabras y frases que se les ha enseñado o
aprendido de otros y "dicen sus oraciones". Muchos tienen dificul-
tades al tratar de orar debido a una conciencia de pecado o la incer-
tidumbre respecto a su verdadera condición delante de Dios. Algu-
nos intentan orar en la simplicidad de su fe, aún en el error, ya que
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son ignorantes de las Escrituras, así corno del poder y el propósito
de Dios. Y otros buscan orar bíblicamente y tratan de basar sus
oraciones en la verdad y los principios bíblicos. Tan sólo si la ora-
ción se entiende realmente a partir de las Escrituras, comienza a
asumir su debido lugar y perspectiva en la vida y experiencia del
creyente.

Es muy útil considerar los presupuestos de la oración, es de-


cir, las presuposiciones bíblicas que sustentan la verdadera ora-
ción. Considere lo siguiente: Dios existe. Él responde a nuestra fe.
No oramos a un ente ínexístente (Heb. 11 :6). Él es claramente una
Persona con quien debemos tener una relación íntima a través del
Señor Jesús (Mateo 6:5-13; Romanos 5:1-2; 1Corintios8:6). Él es
un Dios que escucha y contesta las oraciones (2 Crónicas 7: 14;
Jer. 33:3). Él es absolutamente soberano sobre todas las cosas,
incluyendo las esferas de lo fisico (1 Reyes 18:21-39; Mateo 6: 11),
social (Ex. 3: 19-22; 12:35-36; 34:23-24), político (Jueces 9:22-23;
Prov. 21:1; Isa. 10:5-15; 1 Tim. 2:1-3), moral (Gn. 20:6; Salmos
76:10; Mateo 6:12-15) y espiritual (Juan 3:3, 5-8; 6:44).

Por lo tanto, las oraciones que pertenecen a cualquiera de es-


tas esferas pueden ser contestadas, es decir, las oraciones por el
perdón, la protección, por las condiciones sociales, por los cambios
de gobierno o para la conversión de los pecadores. Además, Dios
que posee una personalidad claramente moral tiene un
propósito definido y una voluntad fija y contesta las oraciones que
son agradables a Él (Efesios 1:3-14; Romanos 8:26-27; 1 Jn. 5:14-
15) Es el deber y privilegio del creyente someterse a la voluntad
divina, que es el mayor bien, aun cuando esto no es comprendido
de forma inmediata. (Gn.18:25; Mateo 26:39, 42; Lucas 22:41-44;
Hechos 21:14; Romanos 8:26-27) Una vez más, Dios tiene un ca-
rácter moral claro. No responder a la oración sería algo arbitrario o
contrario a su voluntad justa y santa (Gn.18:25; Salmos 145:17-
20). Vea la pregunta 98 Para un análisis de la oración y la predesti-
nación. La oración no puede basarse en nuestro propio prejuicio,
egocentrismo, justicia propia o pasiones (Santiago 4:2-4). No pode-
mos suplicar con una actitud carente de perdón (Mateo 6:12, 14-
15). Finalmente, Dios está íntimamente involucrado en su crea-
ción. Por lo tanto, nada es un asunto demasiado grande o pequeño
para la oración (Salmos 147:7-9; Mateo 6:11, 24-34; 10:29-31; Fil.
4:6-7; 1 Pedro 5:7) ¿Nosotros oramos o simplemente "decimos nues-
tras oraciones"?

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Pregunta 98: ¿Cuál es la importancia de la oración en la
vida y experiencia del creyente?

Respuesta: La oración es la principal señal de la gracia y


de la comunión vital con Dios. La oración expresa la fe del cre-
yente, alineando la vida a la naturaleza y la voluntad de Dios,
dando vida a todas las demás gracias. La oración procura toda
bendición y santifica todo servicio obediente.

"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el


que se acerca a Dios crea que le hay, y que es Galardonado de los que le
buscan." (Hebreos 11 :6)
"Orad sin cesar." ( 1 Tesalonicenses 5: 1 7)
"Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros,
para que seáis sanados. La oración eficazdel justo puede mucho." (Santia-
go 5: 16)
Veatambién: Salmos 66:18; Mat. 6:5-15; Lucas 18:1-8; Hechos 9:11;
Ef. 1:15-20; 3:14-19; Fil. 1:9-11; Col. 1:9-13; 1 Tes. 5:17, 25; 2 Tes. 3:1-
2; Stg. 4:2-3; 5:13-18; 1 Jn. 5: 14-15.

COMENTARIO

Como se señaló en la pregunta y respuesta anteriores, la ora-


ción es la principal señal de la gracia. Vea la pregunta 112. Es la
marca universal y necesaria de un creyente sincero. Aunque Sata-
nás puede falsificar algunas marcas de la gracia, nunca conduce al
simple profesante a buscar sinceramente el rostro de Dios en la
oración. La oración refleja la esencia misma de la fe del creyente, y
esto es quizás, la razón principal por la que muchos creyentes en-
cuentran la oración sincera, ferviente y persistente como el ejerci-
cio más dificil.

¿Por quién y para qué debemos orar? Las Escrituras revelan lo


siguiente: hemos de rezar por la gloria de Dios, la extensión de su
reino y para que sea hecha su voluntad sin oposición o queja (Mateo
6:9-10), por nosotros mismos (Mateo 6:11-13), por nuestras nece-
sidades diarias (Mateo 6: 11), para el perdón de los pecados (Mateo
6:12), por otros creyentes (Ef. 1:15-20; 3:14-19; 6:18; Fil. 1:9-11;
Col. 1:3, 9-12), por la causa de Cristo (Efesios 6:19-20; Col. 4:3; 2
Tesalonicenses 3: 1), por la salvación de los inconversos (Romanos
1O:1;1 Tim. 2: 1-4),para los tiempos de avivamientoy despertamiento
espiritual a través del Espíritu Santo (Mateo 7:9-11; Lucas 11:9-13,
Hechos 3: 19; 4:29-31), para el éxito del evangelio y para que sea-
mos librados de los impíos (2 Tesalonicenses 3: 1-2), por los funcio-
narios, gobernantes y magistrados ( 1Timoteo2: 1-3)y aun por nues-
tros enemigos (Mateo 5:44-48; Romanos 12:14).
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¿Cómo hemos de a orar? Con fe (Marcos 11 :24; Heb. 11 :6; Stg.
1:6), con fervor y agradecimiento (Fil. 4:6-7; Stg. 5:16-18), con mi-
ras a la majestad y gloria de Dios y nuestra propia indignidad
(Gn.18:27; Ecl. 5:2, 1 Cor. 10:31), con perseverancia (Lucas 11:5-
13; 18: 1-8; Stg. 4:2; 5: 16-18) y con una humilde sumisión a su
voluntad (Mat. 6:9; Lucas 22:42; 1 Jn. 5:14-15).

La oración es el gran santificador. Cualquier intento de traba-


jar por la causa de Cristo, cualquier servicio cristiano que no está
santificado por la oración, carece necesariamente de la calidad es-
piritual y el carácter que recibe la plenitud de la bendición divina.
Mucha energía puede ser desperdiciada y mucho tiempo consumi-
do sin la bendición deseada. Esto puede suceder debido a que no se
ha buscado el rostro de Dios y su voluntad con cuidado y humil-
dad, a través de la oración con fe y la obediencia a la voluntad
revelada de Dios.

Es digno de notar que nuestro Señor mismo oró constante-


mente durante su estancia en la tierra (Mateo 14:23; 26:36-44; Lucas
5:16, 11:1, 22:31-32; Jn. 11:41-42). Sus oraciones registradas son
fervientes e íntimas, aunque reverentes (Jn.17). Pasó noches ente-
ras en oración (Lucas 6: 12). Si nuestro Señor, el impecable Hijo de
Dios, el Dios-hombre, el último Adán, el que siempre hizo la volun-
tad de su padre y lo complació, necesitaba y deseaba pasar horas a
solas con su Padre Celestial en oración, [cuánto más nosotros, que
somos débiles, criaturas pecadoras, que necesitan constantemente
gracia, misericordia y perdón, la protección divina, guía, así como,
el ministerio sustentador de su Espíritu!

¿Puede la oración cambiar las cosas? Si consideramos las res-


puestas a la oración sólo desde nuestra propia perspectiva huma-
na, entonces, sí, pero si la consideramos desde la perspectiva divi-
na, tan solo se puede afirmar que la oración es el medio ordenado
por Dios para cumplir su voluntad (1Juan5:14-15). Es también a
menudo, el medio que Dios usa para cambiar a la persona que ora
y conformarlo a su voluntad. El crecimiento en la gracia y el des-
empeño espiritual se encuentran relacionados siempre con la vida
de oración. La oración vivifica,santifica y fortalece todas las demás
gracias. Por lo tanto, las pruebas y adversidades que cada creyente
debe enfrentar y superar son santificadas principalmente a través
de la fe y la oración perseverante. Puesto que Dios es absolutamen-
te perfecto y cualquier cambio sería una imperfección, entonces es
erróneo pensar que podemos cambiar el propósito de Dios median-
te la oración.
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Podría preguntarse, "¿Por qué orar si todo está predestinado?"
Vea las preguntas 27 y 69. A menudo se objeta que si Dios
predestinara todas las cosas, entonces la oración ya no tendría sen-
tido. Analice lo siguiente: en primer lugar, esto no es una objeción
válida contra la predestinación como tal, ya que igualmente podría
argumentarse sobre la base de la presciencia de Dios [el conoci-
miento anticipado o simple preconocimiento] es decir, que si Dios
previó aquello por lo que se pediría, entonces tal oración resultaría
innecesaria (Mateo 6:7-8).

En segundo lugar, tal objeción ignora los mandamientos bíbli-


cos para orar, y para orar con urgencia, con perseverancia (Mateo
7:7-11; Marcos 11:24; Lucas 18:1-8; 1Tim2:1-8; Stg. 5:16-18). A
los creyentes se les ordena, anima y enseña a orar por medio de los
preceptos, principios y ejemplos de oraciones registradas en la Bi-
blia, que alcanzan en principio cada condición humana concebible
y cada situación.

En tercer lugar, este tipo de pensamiento surge de una mala


interpretación del uso bíblico de los medios de gracia y de la natu-
raleza misma de la oración. Dios ha ordenado la oración como un
medio para el cumplimiento de su voluntad, tan cierto como que ha
ordenado la predicación para convertir a los pecadores y así tam-
bién ha ordenado que seamos fieles a su voluntad revelada en las
Escrituras para obtener su bendición. Para concluir, decir que la
oración cambia a Dios es no entender la naturaleza de Dios y ma-
linterpretar el significado de la oración.

En cuarto lugar, la esencia misma de la oración incluye nece-


sariamente un reconocimiento y sumisión a la voluntad de Dios
(Mateo 6:9-10; 26:39, 42; Romanos 8:26-27; 1 Jn. 5:14 -15). La
oración es un acto de adoración en el sentido más elevado, nunca
un intento de forzar con nuestros deseos, la voluntad en Dios.

Nuestras preocupaciones, en el contexto de la voluntad secre-


ta de Dios (Deut. 29:29), deben ser las siguientes: en primer lugar,
no debemos vivir o pensar de manera que contriste al Espíritu San-
to y obstaculice su dirección y su guía en nuestras vidas y oracio-
nes (Romanos 8:26-27; Ef. 4:30). En segundo lugar, debemos orar
inteligentemente de acuerdo a su voluntad revelada, es decir, las
Escrituras. En tercer lugar, tenemos que buscar por medio de la
oración y las Escrituras para discernir su voluntad. En cuarto lu-
gar debemos procurar ante Dios que seamos abiertos a conocer su
voluntad, sea cual sea esa voluntad. Las impresiones, las relacio-
nes humanas, las providencias malinterpretadas y nuestros pro-
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píos prejuicios y deseos pueden impedir que discernamos su volun-
tad correctamente. Por último, debemos orar con fervor y con per-
severancia hasta que nuestras oraciones sean contestadas o hasta
que Dios en su providencia nos muestre su voluntad. Esto explica
por qué muchas, incluso la mayoría de nuestras oraciones no pue-
den ser contestadas, o son contestadas en formas distintas a lo que
esperábamos o incluso son contestadas después de lo que pudie-
ran parecer largos retrasos.

¿Somos personas de oración? ¿Buscamos seriamente lavo-


luntad de Dios en cada situación dada a través del estudio de la
Palabra y la oración perseverante? ¿Vivimos de tal manera ante
Dios que su Espíritu no es afligido ni apagado? ¿Estamos dispues-
tos a conocer y someternos a la voluntad de Dios, sin importar cuál
sea ésta o cuáles sean sus consecuencias?

Pregunta 99: ¿Qué regla ha dado Dios para dirigirnos en la


oración?

Respuesta: Toda la Palabra de Dios es útil para dirigirnos


en la oración, sin embargo nos son dadas instrucciones especí-
ficas por el Señor en la oración modelo.

"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el
cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y
perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nues-
tros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque
tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén." (Mateo
6:9-13)
Vea también: Lucas 11:1-4. Romanos 8:26-27; 12:12; Ef. 6:17-18, 1
Tes. 5:17; Stg. 1:5-8; 5:16-18.

COMENTARIO

Necesitamos dirección en la oración (Lucas 11: 1-13; Romanos


8:26-27). A menudo pedimos mal por diversas razones, y podemos
encontrar que algunas de nuestras oraciones más sinceras y fer-
vientes son negadas o contestadas de una manera muy diferente de
lo que pedíamos y esperábamos. (2 Corintios 12:8-9; Stg. 4:2-3; 1
Jn. 5: 14-15). Es de notarse que nuestro Señor dio direcciones para
la oración en dos ocasiones diferentes (Mateo 6:5-15; Lucas 11, 1-
13).
Esta oración es comúnmente llamada "La Oración del Señor"
(Nota del Traductor: "El Padre Nuestro" en español), pero Cristo no
oró de esta manera. El no podía orar así puesto que era el Hijo
11
impecable y eterno de Dios, ya que esta oración contiene una con-
fesión de pecado y también pide por la liberación de la tentación y
del maligno. Esta es más bien la oración 'modelo' que nuestro Se-
ñor enseñó a sus discípulos como un ejemplo para la oración per-
sonal, privada o pública, "Vosotros, pues, oraréis así:" (Mateo 6:5-
8) Esta oración tiene un prefacio, seis peticiones y una conclusión o
doxología.

Esta oración modelo no debe ser relegada a una época pasada,


como si perteneciera al Antiguo Testamento y la ley en lugar de
pertenecer al Nuevo Testamento y la gracia, o incluso a algún tiem-
po futuro. De hecho, la gracia caracteriza a ambos Testamentos. Es
en principio y sustancia el modelo enseñado por nuestro Señor y es
enteramente apropiado para cada creyente. Otras dos objeciones
se han planteado contra esto: primero, esta oración no termina en
el nombre de Jesús. Pero la enseñanza de Nuestro Señor en cuanto
a orar en su nombre fue dada más tarde a los mismos discípulos
mientras Él los preparaba para su pasión (Juan 14:13-14; 15:16;
16:23-24, 26). Fue la última lección de nuestro Señor en la oración
antes de su pasión.

En segundo lugar, en esta oración, nuestro propio perdón se


basa en el hecho de perdonar a los demás, en lugar de en la justicia
de Cristo y la confesión del pecado. La verdad es que uno simple-
mente no puede rezar de manera fría con una actitud que excluye
el perdón a los demás y tener alguna esperanza de que el Señor
responda a tal oración. La justicia propia es lo contrario de la acti-
tud humilde necesaria para la oración (Isaías 57:15; Mateo 6:14-
15). Los que confían en su propia justicia tienen una actitud que
excluye el perdón debido a que no han sentido la necesidad deses-
perada de ser perdonados, o el gozo de ser perdonados. Una actitud
que no perdona estaría completamente fuera de lugar con el conte-
nido, no sólo de esta oración, sino de la oración misma. Las oracio-
nes realizadas sin gracia no son hechas por el Espíritu ni son con-
testadas por el Dios de gracia (Lucas 18:9-14).

El contexto de este Modelo de Oración' (Mateo 6:5-8) debe ser


considerado, ya que contiene algunas advertencias e instrucciones
valiosas y necesarias: primero, las instrucciones para este 'Modelo de
Oración' se refieren a la oración privada, así lo que nos enseña aquí es
principalmente para la oración privada; no está directamente relacio-
nado con la oración pública. La repetición de memoria de esta ora-
ción en la adoración pública, a la luz de las enseñanzas de nuestro
Señor, es por lo menos cuestionable. No hemos de orar con el fín de
hacer un 'show' o para tratar de producir algún efectoen alguienmás.
12
En segundo lugar, la oración es un asunto privado entre el
individuo y Dios. Tal oración, si es posible, debería ser lo más priva-
da posible para que no haya distracciones u oyentes humanos. Esto
podría implicar que uno puede dar paso a toda la gama de palabras
y emociones sin ningún tipo de audiencia humana. Cuando uno
está solo con Dios y en comunión con él, no debe haber ninguna
restricción ni inhibición.

En tercer lugar, nuestro Señor prohíbe estrictamente frases


sin sentido y expresiones vacías que no denoten el verdadero espí-
ritu de la oración, y reflejen de forma negativa el concepto que uno
tiene de Dios. ¡Hemos de orar como cristianos, no como paganos!
Uno debe orar con un conocimiento bíblico de Dios y no con con-
ceptos erróneos y malentendidos.

En cuarto lugar, nuestra oración debe reflejar el carácter de


Dios. Él sabe de qué cosas tenemos necesidad antes de que se lo
pidamos. Esto implica que nuestro conocimiento de Dios, su na-
turaleza y carácter, ha de ser reflejado en nuestras oraciones. [Es
un verdadero teólogo, él que puede orar bien!

Por último, nuestro Señor promete una recompensa abierta


en respuesta a la oración privada, ¿Somos verdaderamente perso-
nas de oración? ¿Eres tú una persona de oración? (Hechos 9: 11)

Pregunta 100: ¿Qué nos enseña el prefacio de la Oración


Modelo?

Respuesta: El prefacio enseña que Dios es nuestro Padre,


que es exaltado en su poder soberano y gloria, y que siempre
debemos acercarnos a Él con la apropiada reverencia y humil-
dad.

"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, "
(Mateo6:9)
Vea también: Lucas 11:13; Romanos 8:15; Ef. 2:18; 1 Jn. 3:1-2, 10.

COMENTARIO

Esta Oración Modelo es un modelo para nuestras oraciones


personales, privados y públicos en cuanto a su contenido y caracte-
rísticas (Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-4). No es una oración que se
repita de memoria o de una manera ritual, sin entendimiento, aun-
que pudiera servir para colocar el corazón y la mente dentro del
marco correcto.
13
Aunque el contexto indica claramente que esta oración es pri-
vada (v. 5-9), sin embargo, Dios ha de ser abordado como "Padre
nuestro." Puesto que nuestro Señor estaba enseñando a sus discí-
pulos, el uso del plural es esperado. ¿Acaso no hay un sentido de
comunidad, conciencia de los demás, especialmente de otros cre-
yentes, incluso en la oración privada? Esta pluralidad caracteriza a
toda la oración. El creyente no se considera en las Escrituras, ni
debe considerarse a sí mismo, como una entidad aislada. No hay
lugar para el egocentrismo en el creyente, ni siquiera en la oración
privada.

Sólo aquellos que pueden clamar correctamente a Dios como


su Padre de acuerdo con el testimonio de la Escritura pueden real-
mente orar. La verdadera oración bíblica presupone una correcta
relación con Dios, una base correcta de acercamiento a través del
Señor Jesucristo tanto como Mediador, así como Sumo Sacerdote
(Romanos 5:1-2; 1 Tim. 2:5; Heb. 4:14-16; 7:25; 9:11-14; 1 Jn.
2:1), con la ayuda del Espíritu Santo (Romanos 8:14-17, 26-27;
Gálatas 4:6- 7), y una correcta actitud de acercamiento (Fil.4: 6;
Lucas 24:42).

El prefacio de esta oración enseña que aunque Dios es nuestro


Padre (Romanos 8: 14-15), no debe ser abordado con una indebida
familiaridad, sino con reverencia, humildad y una clara conciencia
de su poder, gloria y majestad. Esta conciencia de Dios y nuestra
correspondiente humildad se encuentran de manera progresiva a
lo largo de esta oración. ¿Vivimos con una verdadera conciencia de
Dios?

Pregunta 101: ¿Qué nos enseña la primera petición de la


Oración Modelo?

Respuesta: La primera petición nos enseña que el nombre


de Dios ha de ser magnificado y que hemos de glorificarlo en
todas las cosas.

" ... Santificado sea tu nombre." (Mateo 6:9)

Vea también: Salmo 5:11; 86:11; 111:9; 145: l; Isa. 42:12; Mateo 5:16;
1 Cor. 10:31; l Pedro 4:11.

COMENTARIO

Esta petición nace tanto de un deseo, como de un sentido del


deber. Esta oración comienza con una verdadera conciencia de Dios
14
que impregna su totalidad. Hemos de desear que el nombre de Dios
sea tratado y considerado como santo en todas las cosas. Esto pre-
supone una aversión al pecado en nosotros mismos, una sumisión
voluntaria a la providencia divina, y un esfuerzo dentro de nuestra
esfera de influencia para glorificar y honrar a Dios. Esto ha de ser
básico y prioritario en nuestras vidas y pensamientos. Esto debe
simultáneamente anular cualquier egocentrismo, justicia propia o
agenda personal. También necesitamos la dirección de la Palabra
de Dios, su gracia y su Espíritu para que nos capacite para glorifi-
carlo correctamente.

Esta primera petición debería ser transformadora, ya que afecta


a la totalidad de la vida y la realidad. Orar para que el nombre de
Dios sea santificado significa que literalmente todo la esfera de la
realidad ha de ser sometida al servicio de esta grande y gloriosa
verdad: nuestro trabajo, nuestras energías, nuestros placeres, nues-
tras relaciones, nuestros propósitos, nuestro servicio, nuestros de-
seos y esperanzas. jQué tan rápido nos olvidamos de esto a menos
que sea constantemente colocado en nuestras mentes y corazones!

Pregunta 102: ¿Qué nos enseña la segunda petición de la


Oración Modelo?

Respuesta: La segunda petición nos enseña que el reino de


Satanás será destruido y el reino de la gracia de Cristo se
incrementará y el reino de gloria vendrá.

"Venga tu reino ... " (Mateo 6: 10)

Vea también: Dan. 7:27; Mateo 3:2; 6:33; 7:21; 11:12; Marcos 10:15;
Lucas 1:33; 17:21; Romanos 8:28; 14:17; 16:20; 1 Cor. 4:20; 15:24-28; Ef.
2:2-3; Col. 1:12-13; 1 Tes. 2:12; 2 Tim. 4:1, 18; 2 Pedro 1:11; 3:13; 1 Jn.
3:8; Apoc. 12:12; 20:1-10; 22:20.

COMENTARIO

Como la primera petición es concerniente a la santidad, la


gloria y el honor del nombre de Dios, la segunda tiene que ver con el
aumento de su reino. ¿No es significativo que el incremento del
reino de Dios debe ser una de las principales preocupaciones de
todos los creyentes? Debe ser un asunto prioritario aun sobre nues-
tras propias necesidades diarias.

Nuestro Señor vino a desmantelar las obras o reino de Sata-


nás ( 1 Jn. 3:8). Esto comenzó con su tentación en el desierto (Mateo

15
4: 1-11) y terminó con su pasión, resurrección y ascensión al cielo
(Heb. 1:1-3; 2:9-15). El reino de Satanás se mantiene por su poder
(2 Cor. 4:3-6;. Ef. 2:2-3; Apoc.12: 12), Pero Dios está destruyéndolo
y finalmente lo destruirá para siempre ( 1 Corintios 15 :24 -25; Efesios
2:4-10; Col. 1:12-13; Apoc. 20:1-6, 10).

En esta petición, pedimos que el reino de Satanás sea destrui-


do y que el reino de Cristo crezca. Esto implica, en primer lugar, la
victoria final del evangelio por todo el mundo, es decir, que el evan-
gelio será predicado a todas las naciones, la conversión de los Ju-
díos (Romanos 11 ), y que nuestra fe ha de ser elevada por encima
y más allá de las pruebas actuales, la guerra espiritual y la oposi-
ción, para descansar en el propósito final e infalible de Dios. En
segundo lugar, esta petición implica que los creyentes deben ser
evangelísticos en el ámbito nacional y a través de las misiones ex-
tranjeras. El reino de Dios es su reino espiritual, y esto comienza de
manera individual en la regeneración y la conversión. La proclama-
ción del Evangelio ha sido encomendada a los creyentes de forma
individual y corporativamente a las iglesias (Mateo 28: 18-20; Mar-
cos 16,15; Lucas 24:46-47, Hechos 1:8). En tercer lugar, esta peti-
ción implica que debemos orar por tiempos de avivamiento y
despertamiento espiritual, "para que vengan de la presencia del
Señor tiempos de refrigerio" (Hechos 3: 19). El 'orar' verdaderamen-
te esta oración significa estar dispuesto a hacer lo que podamos
para extender el Reino de Dios entre los hombres. ¿Es el crecimien-
to del reino de Dios una prioridad en nuestra forma de pensar y de
actuar?

Pregunta 103: ¿Qué nos enseña la tercera petición de la


Oración Modelo?

Respuesta: La tercera petición nos enseña que debemos


orar para que Dios por su gracia nos haga capaces y dispuestos
a conocer, obedecer y someternos a su voluntad en todas las
cosas como se hace en el cielo sin preguntas ni quejas.

"Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra." (Mateo


6:10)
Vea también: Salmos 119:4-5; Dan. 4:35; Hechos 21:14; Romanos
8:7-9; 12:1-2; 1 Cor. 2:14; CoL 1:11; Heb. 12:5; Stg. 1:2-4; 4:1-3, 13-15.

COMENTARIO

Las tres primeras peticiones están llenas con pensamientos de


Dios, su santidad, gloria, reino, voluntad y propósito. Éstas son las
16
grandes prioridades para nuestras mentes, corazones y volunta-
des. Éstas deben ser sostenidas como las mayores prioridades, in-
cluso sobre nuestras propias necesidades cotidianas personales.

Esta petición se refiere tanto a la voluntad secreta de Dios


(Deut. 29:29) y a su voluntad revelada, es decir, su verdad revelada
en las Escrituras. Mientras que debemos someternos a la voluntad
revelada en la obediencia, podemos ser duramente probados por la
voluntad secreta a la hora de pasar por la providencia oscura, las
pruebas inesperadas o la tragedia, es decir, todo lo contrario de
nuestra voluntad o expectativa. Murmurar o quejarse en contra de
la voluntad secreta de Dios cuando se da a conocer como contraria
a la nuestra, es el resultado tanto de una falta de santificación, así
como de un elemento restante de incredulidad. Esto en ocasiones
pueden afectar incluso al más piadoso de los creyentes hasta que el
corazón y la mente sean sometidos (2 Cor. 12:7-10).

Por su naturaleza, esta petición va en contra de nuestras men-


tes, corazones y voluntades. Naturalmente queremos nuestras pro-
pias comodidades y nuestro propio camino es una gran prioridad.
En el reino de la gracia, sin embargo, somos llamados a sufrir la
adversidad y a sufrir injustamente persecución por causa del reino
de Dios (Hechos 14:22; Romanos 8:35-37; 2 Tim. 3: 12; 1Pedro4: 1-
2). Es sólo por la fe que podemos someternos verdaderamente a la
voluntad de Dios sin cuestionar ni quejarnos, y sin ansiedad o te-
mor (Romanos 8:28-31; Fil. 4:6-7; 1 Pedro 2:19-23; 5:6-7).

Al considerar el asunto de la voluntad de Dios, y la humilde


sumisión del creyente a la misma, el tema de la oración que no
recibe respuesta debería ser discutido. Pocas cosas son más difíci-
les, incluso agonizantes para el creyente, como las peticiones que
no son contestadas. Si tales fervientes peticiones son claramente
por la causa de Cristo y la gloria de Dios, y no para el interés propio
o su propia comodidad, entonces, ¿por qué no son siempre contes-
tadas? ¿No es cierto que "la oración eficaz del justo puede mucho"?
¿Qué "los hombres deben orar siempre y no desmayar"? ¿Que he-
mos de acercarnos "confiadamente al trono de la gracia, para al-
canzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro"? ¿Qué
hay de persistir sin vergüenza hasta que tengamos una respuesta?
(Lucas 11:5-8; 18:1-8; Stg. 5:16-18; Heb. 4:16).

Los motivos para una petición sin respuesta son variados: en


primer lugar, simplemente puede no ser la voluntad de Dios res-
ponder a esa petición. Es la voluntad de Dios, no nuestra urgencia,
fervor o importunidad, lo que es el factor decisivo. Dios se glorifica
17
a sí mismo en el mayor bien, y este suele ser un asunto de su
voluntad secreta, que es desconocida para nosotros (1 Jn. 5:14-
15). Pudiéramos ser muy fervientes o emocionales, pero no tener la
dirección del Espíritu para tales peticiones (Romanos 8:26-27). Esta
es una palabra dura, pero está conforme a la enseñanza de las
Escrituras. Pudiéramos ser confiados de que nuestras peticiones se
derivan del Espíritu, pero las emociones y los anhelos del corazón
pueden fácilmente convertirse en sustitutos para el impulso del
Espíritu. A menudo, el paso del tiempo nos revelará por qué Dios
no responde a algunas de nuestras oraciones.

Podríamos haber pedido algo muy por debajo de lo que nues-


tro Señor más tarde nos otorgará. Podríamos haber cometido gran-
des errores a los cuales estábamos ciegos en ese momento. Dios
nunca es cruel al no responder a nuestras oraciones como quería-
mos (Romanos 8:28). No hay dureza en su actitud hacia nosotros
(Ef. 2:7). Un gran cristiano dijo que él había vividolo suficiente para
dar gracias a Dios de que no había respondido a muchas de sus
peticiones! Otro escribió: "Estoy seguro de que voy a recibir ya sea
lo que pido, o lo que debía de pedir."

En segundo lugar, tenemos que asegurarnos que nuestras ora-


ciones estén de acuerdo con la voluntad revelada de Dios, es decir,
su Palabra. Oraciones que son contrarias a la voluntad revelada de
Dios son equivocadas, al igual que las oraciones que son simple-
mente egoístas (Santiago 4: 1-4). La persona que ora mejor es aque-
lla que está impregnada con las Escrituras correctamente entendi-
das.

En tercer lugar, el pecado no confesado obstaculiza nuestra


comunión con Dios y se opone a la verdadera oración (Salmos 66: 18).
Pensar que podemos orar con un conocimiento consciente de peca-
do no confesado es una afrenta a la santidad y a la auto-consisten-
cia y moralidad de Dios.

En cuarto lugar, la oración es un acto de fe. De hecho, es el


acto supremo de fe para el creyente en esta vida. Todos los presu-
puestos de la oración exigen fe. Vea la pregunta 97. Si oramos en
incredulidad, no podemos esperar que nuestras oraciones sean con-
testadas. Debemos recordar, sin embargo, los grandes ejemplos de
oraciones incrédulas a las cuales Dios respondió: el murmullo de
la gente de Israel en Cades-barnea (Num. 14: 1-30), y la oración por
la liberación de Pedro de la prisión (Hechos 12: 1-17). En la primera
petición, Dios escuchó sus murmuraciones y quejas, y les dio su
terrible respuesta, la que nunca esperaron. En la segunda, la ígle-
18
sía se mantuvo en oración, aunque erróneamente pensaron que si
Dios fuera a contestar su oración, que lo habría hecho desde antes.
Él literalmente, esperó hasta el último momento. Debemos apren-
der que hemos de tomar nuestras oraciones y quejas ante Dios
muy en serio, y tenemos que perseverar en la oración con fe a pesar
de las dudas, los temores o la incredulidad.

En quinto lugar, tal vez no sea el tiempo de Dios. Podríamos no


estar preparados para recibir dicha respuesta, que tanto deseamos, o
las diversas circunstancias podrían aún no estar alineadas en el
propósito divino. Los retrasos de Dios no son necesariamente nega-
ciones. Si nuestra causa es justa, debemos perseverar hasta que haya
pruebas claras de que no es la voluntad de Dios (2 Cor. 12:7-9).

Finalmente, Dios podría no respondernos durante un largo


tiempo hasta que hayamos sido traídos al final de nosotros mis-
mos y seamos totalmente quebrantados. Esa agonía de oración sin
respuesta se convierte en una gran prueba para fortalecer nuestra
fe, nos lleva a fa confesión de pecados a los cuales normalmente no
haríamos frente, o con los cuales no desearíamos tratar, y también
para enseñarnos la paciencia (Lucas 11:5-8; 18:1-8; Stg 1:2-8).
Las mayores bendiciones de Dios nunca se obtienen fácilmente. Si
todas nuestras oraciones fueran contestadas de inmediato, ¿qué
sería de nuestra fe, la paciencia y la perseverancia? ¿No se produci-
ría una tendencia hacia la presunción e impaciencia?

Por lo tanto, debemos procurar estar tan seguros de que nues-


tras oraciones procedan de un puro deseo de, honrar y glorificar a
Dios, que estén fundadas en las Escrituras, que su carga proceda
del Señor, y no simplemente del fervor emocional o idealismo reli-
gioso, que pidamos en la fe y no en la incredulidad, y que oremos
con resignación a la voluntad de Dios. ¿Podemos someternos a la
voluntad de nuestro Padre sin objeción ni queja?

Pregunta 104: ¿Qué nos enseña la cuarta petición de la


Oración Modelo?

Respuesta: La cuarta petición nos enseña que nuestras ne-


cesidades diarias y los cuidados de esta vida le conciernen a
Dios y es correcto que sean temas para la oración.

"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy." (Mateo 6: 11)

Vea también: Gn.2:17; 3: 17-19; Deut. 8:7-18; 28: 15-18; Salmos


103:1-5; 128:2; Prov. 6:6-8; 30:8-9; Mateo 4:4; 6:25-34; Marcos 7:18-23;

19
Lucas 24:30; Romanos 8:35-37; Ef. 4:28; Fil. 4:6-7, 19; 1Timoteo4:1-5;
6: 17; 1 Pedro 5:6-7.

COMENTARIO

Cuando el hombre cayó en Adán y apostató de Dios, perdió el


derecho a la abundancia de la tierra y se convirtió en objeto de
diversas privaciones, como el trabajo agotador y los resultados dis-
minuidos (Gn.2:16-17; 3:17-19). Sin embargo, Dios cuida de todas
sus criaturas, incluso de las más pecaminosas, y especialmente
cuida de sus propios hijos espirituales. Lo necesario de la vida e
incluso los placeres cotidianos le conciernen a Él (Hechos 14: 15-
17; Fil. 4:6-7, 19; 1Timoteo4:1-5; 6:17; 1Pedro5:6-7).

En esta petición se nos recuerda nuestra fragilidad y limita-


ciones como criaturas y nuestra total dependencia de Dios como
nuestro amoroso Padre celestial que nos cuida. Para los creyentes,
todos los días de nuestra existencia terrenal con sus necesidades y
preocupaciones son una prueba de fe.

Se nos enseña en esta petición que debemos confiar en Dios


para nuestras necesidades diarias y las alegrías legítimas de la vida.
Como el hombre no sólo de pan vive, esta petición puede ser consi-
derada como algo que alcanza también a nuestras necesidades es-
pirituales diarias (Mateo 4:4). También se nos prohíbe preocupar-
nos por el futuro, como si nuestro Dios pudiera pasar por alto nues-
tras necesidades o fallar en proveernos (Mat. 6:24-34). Se nos en-
seña, además, que hemos de aprender a estar contentos con lo que
Dios ha provisto providencialmente (Fil. 4:11-13, 19). Por último,
se nos enseña que nuestro Padre Celestial es un Dios que está cer-
ca y no alejado de nosotros (Salmos 103: 1-6, 13-14; 139: 1-18; Mateo
10:29-31, Hechos 17:25-28; Heb. 4:13). ¿Llevamos todo a Dios en
oración?

Pregunta 105: ¿Qué nos enseña la quinta petición de la


Oración Modelo?

Respuesta: La quinta petición nos enseña que todos somos


culpables del pecado. y esta conciencia debe acabar con un es-
píritu que no perdona y llevarnos a perdonar a los demás.

"Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdona-


mos a nuestros deudores." (Mateo 6: 12)
"Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdona-
mos a todos los que nos deben ... " (Lucas 11:4)

20
Vea también: Salmos 68: 11; Mateo 5:43-44; 6: 14-15; Lucas 18:9-14;
Romanos 12:14.

COMENTARIO

El pecado aquí es calificado como una deuda, posee cinco te-


rribles realidades: es verdadero o real, y no sólo la invención de la
imaginación de cada uno. Llevatanto culpa como pena, y también
contamina y existe como un poder usurpador que busca dominar
la vida. Vea la pregunta 36. Cada ser humano es un pecador por
imputación, por naturaleza y por sus pensamientos, palabras y
acciones. Todo pecado es contra Dios (Salmo 51 :4). Una conciencia
de Dios y una conciencia de pecado deben ser inseparables para las
criaturas pecadoras (Gn.18:27; Job 40:4; 42:5-6). Esto significa que
cuando uno busca realmente el rostro de Dios en la oración, está
necesariamente acosado por su propia maldad inherente. Su única
base de aceptación y acercamiento es la justicia imputada de nuestro
Señor <Jesucristoy su obra intercesora (Romanos 5: 1-2; Heb. 7:25;
9: 11-14; 1 Jn. 2: 1). Veala pregunta 74. Esta petición está en contra
de toda supuesta superioridad y justicia propia por parte de cual-
quier creyente. Tanto la gloria de la cruz y la realidad de la oración
tienen la intención de humillarnos y postrarnos a cada uno de no-
sotros. Se debe tener en cuenta que la presente petición es la única
en la que nuestro Señor añade un comentario más. (Mat. 6: 14-15).

Esta petición nos enseña que no podemos acercarnos a Dios


en la oración, con una actitud no perdonadora. Tal sería totalmente
impropio y excluiría cualquier posibilidad de orar verdaderamente.
Tal actitud implacable deriva de una justicia propia, el egocentris-
mo pecaminoso y la falta de una comprensión adecuada de nuestro
propio estado como perdonados ante Dios. Cuando nos acercamos
a nuestro Padre Celestial, que tiene su trono en la gloria, con una
verdadera conciencia de Dios y una auto conciencia correcta, nos
acercamos a Él en un verdadero acto de adoración, con gran humil-
dad y llenos de un sentido de haber sido perdonados, aceptados y
reconciliados a través de Cristo Jesús. Una conciencia de pecado
puede producir una gran humildad, pero, una conciencia de la gra-
cia divina trae gran humildad y una gran alegría. ¿Tenemos una
actitud perdonadora? (Marcos 11:25-26; Lucas 11:4; 17:3-4; Ef.
4:32).

21
Pregunta 106: ¿Qué nos enseña la sexta petición de la Ora-
ción Modelo?

Respuesta: La sexta petición nos enseña que, como cre-


yentes, somos susceptibles a la tentación y el mal, y necesita-
mos constantemente la ayuda divina y liberación.

"Yno nos metas en tentación, mas líbranos del mal; ... " (Mateo 6:13)

Vea también: Gn.3:1-7; 22:1; 39:7-9; Deut. 13:3; Jueces 2:21-22; 1


Reyes 22:19-23; 2 Cron. 32:31; Job 1:12; 2:6; Salmos 119:113; 141:4;
Mateo 16:21-23; 26:41; Lucas 9:53-56; 22:31-32; Jn.13:2; 1 Cor. 10:13; 2
Cor. 2:11; 11:3; Ef. 6:10-17; 1 Timoteo 2:12-14; Heb. 11:37; Stg. 1:2-4;
13-16; 1 Pedro 5:8-9.

COMENTARIO

En este punto, podemos observar la escala descendente en


este Modelode Oración. Se ha dicho que empezamos como un niño
a su padre, y luego como una criatura a su Dios, como un súbdito
a su Rey, y luego como un siervo a su Señor, como un mendigo a su
benefactor, como deudor a su Acreedor, como un esclavo a su Li-
bertador, y finalmente, nos elevamos como un ciudadano a su So-
berano.

En esta petición se presenta el llamado "problema del mal" en


el pensamiento de algunos de los que carecen de una fe bíblica.
Esto se discute en la pregunta 27.

El lenguaje de esta petición puede ser entendido en un sentido


diferente del "Nonos guíes a la tentación", por lo tanto, mantennos
lejos de la tentación o prueba, porque la misma palabra puede sig-
nificar "tentación" o "pruebas". Entonces se convierte en el clamor
del corazón del creyente, consciente de su responsabilidad frente a
la tentación y el pecado, pidiendo que se le mantenga lejos de am-
bos. La segunda parte puede ser traducida, "líbranos del maligno",
en referencia al diablo personalmente en lugar de referirse al mal
en general. Constantemente necesitamos la liberación de ambos.

Debido al pecado que mora dentro de nosotros y la corrupción


restante (Romanos 7: 13-8:4), las asechanzas del diablo, sus fero-
ces ataques (Efesios 6: 11; 1Pedro5:8-9), y la seducción del mundo
( 1 Jn. 2: 15-17), los creyentes todavía están muy sujetos a la tenta-
ción y al pecado en esta vida (Eclesiastés 7:20; Stg. 1:13-16; 1 Jn.

22
1:8-10; 2:1). Esto revela la necesidad de la vigilancia, la mortifica-
ción y el ministerio de la gracia divina en nuestras vidas (Jn. 1: 16).
La gracia nos santifica. La gracia nos sostiene y (Ef. 2:8) mantiene.
La gracia nos anima a orar (Romanos 5: 1-2; Heb. 4: 14-16). La gra-
cia nos capacita para servir fielmente a la causa de Cristo ( 1 Cor.
15:8-10). La gracia nos capacita para perseverar fielmente y sufrir
la adversidad (2 Corintios 12:7-10; Fil. 1:29).

¿Cuántos cristianos oran diaria y seriamente por la liberación


del maligno? Satanás puede tener un enorme poder bajo el permiso
soberano de Dios (2 Tes. 2:8-9). Él puede influir en las decisiones (1
Cr. 21: 1 ), influenciar a los saqueadores y ejércitos (2 R. 6: 15-1 7;
Job 1:6-17.), puede enviar desastres naturales (Job 1:18-19), herir
con una enfermedad (Job 2:4-7; Lucas 13: 16; 2 Cor. 12:7), Satanás
fue suficientemente descarado como para tentar al mismísimo Hijo
de Dios (Mateo 4: 1-11). El diablo está continuamente actuando
para engañar a los creyentes (Mateo 16:21-23; Lucas 22:31, 2 Cor.
2: 10-11; Ef. 6: 10-18). y para estorbar sus labores en la evangeliza-
ción y el ministerio (Mateo 13:19; Marcos 4:15, Hechos 26:18, 2
Cor. 4:3-6; 1 Tes. 2:18). En todo esto tiene la meta de volver sus
vidas ínfectívas ( 1 Pedro 5:8-9). Él es nuestro archí enemigo y se-
gún la enseñanza de nuestro Señor necesitamos liberación diaria.
La referencia a Ananías y Safira sirve como una severa advertencia
sobre el poder y la influencia del diablo en los que profesan ser
creyentes (Hechos 5: 1-1 O). La familia y la iglesia proporcionan un
terreno fértil para las obras del diablo (1 Cor. 5:1-5; 7:5; 2 Cor.
11:13-15; 1 Timoteo 5: 14-15). ¿Tomamos en serio esta petición?

Pregunta 107: ¿Qué nos enseñan la conclusión y la


doxología de la Oración Modelo?

Respuesta: La conclusión y doxología nos enseñan a hacer


valer nuestros argumentos en la oración apelando a Dios en su
soberanía, poder y gloria. El testimonio de nuestro deseo y la
seguridad de ser escuchados se indica en la palabra "Amen".

"Yno nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el
reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén." (Mateo 6: 13)

Vea también: 1 Cron. 29:11-13; 2 Cron. 20:6; Salmos 21:9; 96:10;


Isa. 6:1-3; Dan. 4:35; 7:27; 9:18; Romanos 15:30; 2 Cor. 10:17; Ef. 3:21;
Fil. 4:6-7;

23
COMENTARIO

Aunque algunos textos antiguos y el otro registro del evangelio


(Lucas 11 :2-4) no contienen la conclusión y doxología, los elemen-
tos se enseñan en otros lugares de las Escrituras y están en com-
pleto acuerdo con la analogía de la fe y la enseñanza general y cohe-
rente de la Escritura ( 1 Crón. 29: 11 ). La conclusión y doxología en-
cajan en la verdadera oración. La afirmación es una conclusión acor -
de a toda la oración y también tiene una estrecha relación con la
petición inmediata. ¡Rogamosque seamos liberados del Maligno,por-
que el reino y el poder y la gloria pertenecen a Dios, no al maligno! En
tiempos de gran prueba, tentación y oposición espiritual, y en el con-
texto de este mundo maligno, esto es un recordatorio bendecido.

Se nos enseña en la Escritura a utilizar argumentos o razones


al insistir en nuestras súplicas con Dios en la oración (Isaías 41 :21).
Tal argumentación no debe estar basada en nuestra propia fideli-
dad u obras, sino en el reino, fidelidad, promesas, propósito y gloria
de Dios. En esto debemos unir nuestras peticiones con alabanzas
(Salmos 103: 1-5; Fil. 4:6). Esta conclusión nos enseña, además,
que toda nuestra fuerza, poder y esperanza están en el Señor Jesu-
cristo, aparte de Él nada podemos hacer (Juan 15:5).

La palabra "Amén" se deriva del verbo hebreo "creer, confir-


mar." "Abraham creyó en el Señor", es decir, dijo, literalmente, "Amén"
a la promesa de Dios y la confirmó en y para sí mismo (Génesis
15:6). Cuando oramos en el nombre de Jesús, buscamos orar co-
rrectamente bajo su autoridad, confiando únicamente y audazmente
en su justicia, y en sumisión a su voluntad. Cuando terminamos
nuestra oración con un "Amén", estamos diciendo por la fe, "que así
sea", o "yo [nosotros] lo creo" (Num. 5:22; Deut 27: 15-26; 1 R. 1:36;
1 Crónicas 16:36; Neh. 5: 13; 8:6. Salmos 41: 13; Romanos 1 :25;
11:36; 1 Corintios 14:16). ¿Son nuestras oraciones verdaderos ac-
tos de adoración? ·

Pregunta 108. ¿Hay cristianos falsos, así como verdaderos


cristianos?

Respuesta. Sí. Hay "meros cristianos profesantes," que no


son verdaderos creyentes, y también hay verdaderos creyen-
tes, los cristianos bíblicos.

"Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros


mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vo-
sotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Corintios 13:5)
24
"Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el
cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimis-
mo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis
en vano." (1 Corintios 15:1-2)
"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nom-
bre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de
mí, hacedores de maldad." (Mateo 7:21-23)
Vea también:: Mateo 7:21-29; 13:20-22; Jn.2:23-25; 12:42--43; Hch
8:5-23; Gálatas 2:4; 2 Tirnoteo 4:10; Heb. 6:1-10; 10:38-39; 12: 14-15;
Stg. 2: 14-26.

COMENTARIO

La Palabra de Dios revela que no todo aquel que profesa tener


fe en Jesucristo es un verdadero cristiano. Según las Escrituras, es
muy posible tener una fe tradicional o profesión de fe vacía, sin una
verdadera relación salvadora con Dios a través del Señor Jesucristo
(vea la pregunta 89). Es posible experimentar muy fuertes expe-
riencias religiosas temporales, y aun así permanecer perdido y
apartado de Cristo (por ejemplo, Mateo 13:5-6, 20-21; Jn. 2:23-25;
Jn.8:30-44, Hechos 8:9-13, 18-24; 2 Timoteo 4:10). Es posible te-
ner una fe vacía que carece de las obras que son la necesaria mani-
festación de la verdadera fe (por ejemplo, Stg. 2: 14-26). Tal fe existe
solo en palabras, pero carece del carácter y la actividad de la fe
salvadora. Los demonios "creen", y tiemblan. ¿Puede uno tener fe
salvadora y permanecer desmotivado, sin temor y pasivo, carente
de obras acordes a tal fe? También es posible tener una fe mera-
mente intelectual o una fe irracional (Mateo 7:21-23), o una fe
simplemente teórica (Hechos 26:27). Algunosprofesantes en las igle-
sias del Nuevo Testamento eran inconversos y causaron estragos ( 1
Cor. 5: 10-13; 2 Pedro 2: 1-22;. 1 Jn.2:09, 18-19; Judas 3-4, 8, 10-
16).

Es posible incluso predicar y realizar poderosas maravillas,


señales en el nombre de Cristo, y sin embargo, ser incrédulo y con-
denado, perdido y completamente arruinado (Mateo 7:21-23). Fí-
jense en Judas, de quien los otros discípulos no tenían la menor
sospecha, aun después de tres años de ministerio. ¿Él, junto con
los otros, hizo milagros, echó fuera demonios, e incluso resucitó a
los muertos? Evidentemente así fue. Nadie más que el Señor sabía
o sospechaba cuál era su verdadero estado espiritual (Mateo 1O:1-
8; Lucas 10: 17-20).

25
Debemos recordar que las Escrituras nos brindan nuestra única
fuente objetiva e infalible de guía y medición. Todo lo demás es
subjetivoy relativo (basado en la experiencia personal). Sin embar-
go, nuestra certidumbre (de nuestra propia salvación) es necesa-
riamente parcial y subjetiva e inseparable de nuestra experiencia.
A condición de que nuestra fe refleje o responda a lo que está deli-
mitado en las Escrituras, entonces tendremos cierto grado de certi-
dumbre de que nuestra fe es verdadera, fe salvadora. Las Escritu-
ras declaran que podemos y debemos examinarnos a nosotros mis-
mos, así como nuestro estado espiritual (2 Cor. 13:5). Para obtener
algún grado de certidumbre subjetiva, debemos dejar a un lado
todos los pecados, especialmente nuestros pecados dominantes y
mirar sólo a Cristo (Heb. 12: 1-4). Además, es nuestra responsabili-
dad añadir las gracias de la salvación verdadera a nuestra fe (2
Pedro 1 :5-8). En otras palabras, debemos prepararnos espiritual-
mente y perseverar para discernir nuestro estado espiritual. Esto
no es algo que debe ser tomado a la ligera. Tampoco es algo dado
por el Espíritu Santo a los que toman el pecado a la ligera o no
están espiritualmente preparados. La fe salvadora no existe por si
sola, es decir, nunca se encuentra sola. Esta fe existe en una armo-
niosa mezcla de gracias que testifican de nuestro estado espiritual
y se expresan en la vida a través de la responsabilidad humana y el
crecimiento en la gracia (Gálatas 5:22-23; 2 Pedro 1:4-11; 3:18 ).
¿Es usted un verdadero cristiano o sólo uno profesante?

Una certeza bíblica de salvación consta de tres partes, es de-


cir, inferencial (está basada en inferencias), testimonial (está basa-
do en evidencias), interna o inmediata (está basada en experien-
cias). Vea las preguntas 109-112.

Pregunta 109: ¿Cómo se puede saber la diferencia entre el


"cristiano merament e profesante" y el cristiano verdadero?

Respuesta: Se puede conocer, hasta cierto punto, la dife-


rencia entre el "cristiano solo profesante" y el verdadero cris-
tiano bíblico por la evidencia de gracia, de fe bíblica, de amor a
la verdad, de la práctica consistente y de la continua perseve-
rancia, conforme a las Escrituras .

"Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros


mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vo-
sotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Corintios 13:5)
Vea también: Mat. 7:21-23, Jn.2:23-25, 8:30-44, 12:42-43, Hechos
8:5-23; 1 Cor. 15:1-2, Heb. 6:1-10, 10:38-39, 12:14-15; Santiago 2:14-26;
2 Pedro 1:4-11.

26
COMENTARIO

Sólo Dios conoce infaliblemente al verdadero cristiano, así como


lo conoce todo y a todos, y en su libre y soberana gracia se ha
propuesto desde la eternidad, la redención infalible de sus elegidos
(Romanos 8:29-39; Efesios 1:3-14). Ningún cristiano se conoce a sí
mismo completamente (Salmos 139:23-24; Jer. 17:9-10; 2 Pedro
1 : 9- 1 O), y como una simple criatura, aún acosada por los efectos de
la caída, puede sinceramente creer que es un verdadero creyente y
sin embargo ser engañado, o puede ser un verdadero creyente y en
ocasiones tener serias dudas. Ningún creyente está libre de pecado,
y cada creyente es en ocasiones acosado por el pecado ( 1 Jn. l :8-
10. ), tentaciones y problemas satánicos (Ef. 6: 10-18; 1 Pedro 5:8-
9.). Hay, sin embargo, un conocimiento bíblico y relativo para el
creyente respecto a su propia condición espiritual y la condición de
los demás.

En nuestra respuesta a esta pregunta, se presentan cinco ca-


racterísticas cristianas. Cada uno es considerado brevemente a con-
tinuación: en primer lugar, la evidencia personal de gracia. ¿Ha
sido la gracia del Espíritu Santo engendrada en realidad en la vida
y práctica del creyente? O estamos en un estado de gracia o en un
estado sin gracia. La gracia divina se manifiesta necesariamente
transformándonos a través de la presencia interior y el poder del
Espíritu (Hechos 18:27, Romanos 6: 14; Gál. 5:22-23; 2 Cor. 5: 17;
Ef. 2: 1-10). La verdadera gracia puede existir, aun cuando pueda
haber poca evidencia de ella. Un creyente débil y tembloroso sigue
siendo un creyente. Un santo que peca, aunque probado y castiga-
do, sigue siendo un santo (Hebreos 12:4-13). Vea la pregunta 78.

En segundo lugar, la fe personal. Es nuestra fe bíblica o sim-


plemente tradicional, teórica o presuntiva? ¿Corresponde nuestra
fe a lo que se revela y se describe en las Escrituras (Romanos 4: 13-
22; Efesios 2:8-10; Stg. 2: 14-26)? Vea la pregunta 89.

Tercero, el amor personal por la verdad. ¿Es simplemente externo o


es forjado por la gracia de Dios? (Mateo 7 :21; 1 Tes. 1 :3-1O; 2: 13, 2 Tes.
2: 1 O; 1 Jn. 2: 3-4) El verdadero amor a la verdad necesariamente nos lleva
a obedecerla en un grado apreciable (discernible).

En cuarto lugar, la práctica consistente. ¿Nuestra experiencia


corresponde con la Escritura en algún grado? Incluso el más piadoso
de los creyentes tiene inconsistencias, y son susceptibles al pecado
que todavía mora en ellos y a los restos de la corrupción (Mateo 7: 21;
Romanos 7:14-8:4; Gálatas 5:16-18, 22-23; 1 Jn. 3:4-10).
27
En quinto lugar, la perseverancia. A pesar de que mora en
nosotros el pecado, nuestra corrupción restante (Romanos 7: 13-
8:4) y la realidad de la guerra espiritual (Efesios 6:10-18). ¿hay
algún crecimiento discernible en la gracia (2 Pedro 3: 18)? ¿Perseve-
ramos en la fe (2 Timoteo 4:7.) y en nuestra experiencia cristiana
(Romanos 8: 11-16, Efesios 4:20-32, Col. 3: 1-10; Fil.-17), así mos-
trando que hemos pasado de muerte a vida (Juan 5:24; 17:3)? Cuan-
do todas estas características se toman en conjunto, dan un cierto
grado de seguridad de que uno está en un estado de gracia. Vea las
preguntas 111 y 112. ¿Qué manifiesta tu vida?

Pregunta 110: ¿Qué es la certidumbre de salvación?

Respuesta: La certidumbre de salvación es la esperanza


bíblica, la persuasión y la confianza de que el creyente verdade-
ramente descansa en el Señor Jesucristo por la fe.

"Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros


mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vo-
sotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Corintios 13:5)
"Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán
estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Je-
sucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego,
habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual,
hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección;
porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os
será otorgada una amplía y generosa entrada en el reino eterno de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo." (2 Pedro 1:8-11)
Vea también: 2 Cor. 5: 17; 1 Jn.2:3-4; 3:4--10, 14--15;5: 10-13

COMENTARIO

"La certidumbre de la fe", " certidumbre de la salvación" y "


certeza de la esperanza" son términos que suelen usarse como si-
nónimos (Romanos 5: 1-2; 1Tes.1:5,Hebreos6:11;10:22; lJn.3:14-
19). Hay una gran diferencia, sin embargo, entre "la seguridad eter-
na del creyente" y "la perseverancia de los santos." La primera pue-
de ser presuntiva mientras que la segunda es necesariamente
exhortativa. La vida posterior puede desmentir el primer punto, pero
no en el segundo. El énfasis bíblico está sobre la perseverancia de
uno, no en presumir un estado espiritual (Mateo 10:22; Jn.8:30-
32; Heb 3: 14),junto con varias advertencias en contra de la terrible
posibilidad de apostatar de la profesión externa de fe (Heb. 2: 1; 3:7-
19; 6:1-6. 10:24-39, 12:14-17).

28
Del testimonio del Nuevo Testamento, podríamos afirmar que
cierto grado de certeza es normalmente el resultado de la experien-
cia de la conversión. El pecador creyente, en el contexto de la fe y el
arrepentimiento obrado por Dios (Efesios 2:4-10; Fil. 1:29; Hechos
11: 18; 18:27.). a través de la comprensión de la verdad divina (Juan
17: 17, 1 Juan 2:20, 27), el testimonio del Espíritu de Dios (Roma-
nos 5: 5; 8: 11- 16), y la obra de la dinámica de la gracia divina en su
vida (Romanos 6: 1-14, 1 7-18), posee una certeza razonable de que
él es una nueva creación en Cristo Jesús, y se regocija en esto (2
Cor. 5: 17; Romanos 5: 1-2). Él está consciente del amor incondicio-
nal de Dios, que le es dado por el Espíritu (Romanos 5:5). Esta
certidumbre inicial es doctrinal, inferencial y experimental. Vea la
pregunta 112. Las profundas realidades de la regeneración y la con-
versión transforman la vida, no por la determinación humana, sino
por la dinámica de la gracia divina.

En el cristianismo del Nuevo Testamento, el asunto de la cer-


teza de salvación no parecía ser el problema que es en nuestros
días. Pablo, por ejemplo, tuvo que exhortar a los corintios a exami-
narse a sí mismos en cuanto a su salvación y estado espiritual (2
Corintios 13:5), algo que fue simplemente dado como un hecho. La
era del Nuevo Testamento fue una época de avivamiento durante
los primeros veinte años después de Pentecostés, y también un tiem-
po de oposición social y de persecución religiosa de parte del Esta-
do. Tales obstáculos y oposición, por su propia naturaleza, fortale-
cieron la profesión Cristiana.

Además debe tomarse en cuenta que en el cristianismo apos-


tólico, no hacía falta la predicación doctrinal sana, no existía el
error de "la creencia fácil", ni del "cristiano carnal". Vea la pregun-
ta 88. No ponían en duda que la fe y el arrepentimiento son dones
de Dios (Hechos 11: 18; Ef. 2:8-10). La fe y el arrepentimiento nun-
ca estuvieron separados, ambos fueron exigidos, lo que significó
una conversión radical, no una simple "decisión" religiosa. La im-
portancia de una vida santa y la obediencia a los mandamientos de
Cristo era dada por sentado (Heb. 12:14; 1 Jn. 2:3 -6). La LeyMoral
se consideraba como idéntica a la ley de Cristo. No había dicotomía
entre tener a Jesús como Salvador y tenerlo como Señor. La fe
salvadora en Jesucristo significa tenerlo como Señor y Rey de vida
(Hechos 2:36, Romanos 10:9-10; 2 Corintios 4:5). La salvación era
a la vez doctrinal y práctica, un cambio de Señores (Romanos 6: 1 7 -
18). La justificación era evidenciada por la santificación (Romanos
5:1-8:16; Heb. 12:14). El sistema de doctrina bíblica promulgado
por los Apóstoles culminó en la gloria de Dios y la glorificación del
creyente (Romanos 8:28-31; 11:33-36; 2 Timoteo 1: 13)Se esperaba
29
que los conversos del Nuevo Testamento llevaran una vida trans-
formada, y evidentemente, por la gracia de Dios, así fue en gran
parte.

Pregunta 111: ¿Hay una certidumbre de salvación defec-


tuosa, así como una verdadera y bíblica certeza de salvación?

Respuesta: Sí. Una verdadera certidumbre de salvación, des-


cansa sobre una base bíblica, mientras que la certidumbre de-
fectuosa se basa en principios anti-bíblicos.

"Notodo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cie-


los, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos
me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en
tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos mi-
lagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedo-
res de maldad." (Mateo 7:21-23)
Vea también: Jn.6:37, 44; Fil. 1:6; 3:17-19; 2 Pedro 1:5-11, 2:1-22.
Judas 3-19.

COMENTARIO

La moderna negación o ausencia de diversos aspectos de la


verdad bíblica, tal como se expone en la pregunta, respuesta y co-
mentario anteriores, ha resultado en la denigración de la certidum-
bre bíblica. Esto ha dado paso a una doctrina defectuosa de la
salvación ("la creencia fácil" o "decisionismo") en nuestros días y en
algunos sectores ha surgido una doctrina defectuosa de la certi-
dumbre. Este concepto erróneo se basa en un lugar específico, un
tiempo específico y una acción subjetiva específica, una experien-
cia o decisión religiosa, más que en criterios y ejemplos bíblicos.
La certeza o la confianza del creyente, considerada ampliamente, es
tanto objetiva como subjetiva. Objetivamente, se basa en el eterno e
inmutable propósito redentor de la Divina Trinidad (Romanos 8:28-
39; Efesios 1:3-14; 2:4-10; Fil 1:6). subjetivamente,descansa en lo
siguiente: Las promesas de la Palabra de Dios (Jn.5:24; 6:37, 44;
10:27-30; Romanos 10:9-10; Fil 1:6; 1Pedro1:3-5); Varias caracte-
rísticas comunes a los creyentes (Lucas 9:23; Hechos 9:11; Roma-
nos 6: 1-14; 7: 13-8:4; 8: 11-13; Col. 3:5-10; 1 Tes. 4:3, 7; Heb 12:4-
14; 2 Pedro 1 :4-11; 1 Jn. 2:3-6; 2: 15-17; 3: 1-19),y el testimonio del
Espíritu Santo (Romanos 5:5; 8:16; 9:01). Tomados en conjunto,
estos dan una inclusiva certidumbre bíblica de salvación ¿Es Bí-
blica la certeza de tu fe?

30
Pregunta 112: ¿Cuáles son los aspectos bíblicos de la cer-
tidumbre de salvación?

Respuesta: Bíblicamente, la certeza de salvación consta


de 3 partes: inferencial, testimonial, e interna.

"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me


envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida" (Juan 5:24)
"Nosotrossabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que ama-
mos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte."
(1Juan3:14)
"El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios." (Romanos8:16)
Vea también: Jn. 6:37, 44, 10:27-30, Lucas 9:23, Romanos 6:1-14;
Fil 1:6; 2 Pedro 1 :4-11; 1 Jn. 2: 1-4

COMENTARIO

Sólo Dios infaliblemente conoce el verdadero cristiano. Hay,


sin embargo, un conocimiento relativo, y subjetivo para el creyente
acerca de su propio estado espiritual y el de los demás. Los tres
aspectos de la subjetiva certeza de la salvación son los siguientes:
(1)inferencial, (2) testimonial (basada en evidencias), y (3)interna o
inmediata. Se debe tener cuidado con el hecho de que cada uno
estos puntos es sólo un aspecto o faceta de la totalidad y es necesa-
riamente insuficiente en sí misma para proporcionar una doctrina
bíblica completa de la certeza. Estos tres aspectos están necesaria-
mente interrelacionados. El aspecto inferencial por sí mismo puede
conducir a la presunción, el testimonial por sí mismo podría ser
mero legalismo y el interno o inmediato por sí mismo puede tender
hacia el misticismo, pero cuando se toman en conjunto, estos tres
aspectos dan una certidumbre inclusiva o integral de la fe.

La Certeza inferencial. Esto se refiere a las declaraciones ex-


plícitas de la Escritura de la cual el creyente puede inferir (o dedu-
cir) que tiene un reclamo válido de salvación (Juan 5:24; 6:37, He-
chos 16:31, Romanos 10:9-10, 13) Si él cree, entonces es salvo, ha
pasado de la muerte con su condena, a la vida espiritual con sus
realidades llenas de gracia y es el objeto del amor de Diosy la gracia
salvadora. El Apóstol sostiene que la justificación trae una cierta
esperanza de la gloria futura (Romanos 5: 1-2). Es común limitar
nuestra propia certeza de la salvación a tales declaraciones, sin
atender a la necesidad de una vida convertida posteriormente, que
exhibe las marcas de la gracia, o la realidad de la presencia interior
y el poder del Espíritu Santo. La certeza inferencial, por si sola,
31
puede coincidir con el "decísíonísmo" religioso más que con una
conversión bíblica y, por lo tanto, por sí misma puede fallar en pro-
porcionar una certeza adecuada.

La Certeza testimonial (la que se basa en evidencias). Esto se


refiere a la alineación de la vida y experiencia a las Escrituras. La
justificación de alguien se evidencia por su santificación, es decir,
la justicia imputada se manifiesta por la justicia impartida. Vea
Romanos 3:21-8:39. El argumento inspirado del Apóstol se extien-
de a lo largo de los primeros ocho capítulos de Romanos. Después
de establecer la condena absoluta de todos los hombres (Romanos
1: 18-3:20), demuestra que todos los que son justificados (Romanos
3:21-5:21) inevitablemente deben ser santificados (Romanos 6:1-
8: 16) y todos los justificados y santificados serán infaliblemente
glorificados (Romanos 8: 17-39).

¿El creyente profesan te posee algunas "marcas de la gracia",


es decir, algunas de las "características distintivas" del verdadero
carácter cristiano? Estas marcas o características son variadas y
abarcan toda la gama de la experiencia cristiana. Estos son percep-
tibles en la vida, a pesar del principio de pecado que todavia mora
en ellos (la corrupción restante), y las debilidades espirituales que
afectan a todos y cada uno de los creyentes en esta vida de guerra
espiritual, lucha e imperfección:

• ¿La esencia de la gracia salvadora se manifiesta en la vida?


¿Hay alguna evidencia de la gracia regeneradora o de que el poder
dominante del pecado ha sido quebrantado? (Jer. 31:31-34; Ez.
36:25-27; Romanos 6:1-14; Gálatas 5:16-18; 1 Jn.3:4-10) Vea las
preguntas 78, 95, 114 y 115.
• ¿Son los principios y los frutos del arrepentimiento verdade-
ro y salvador manifestados en su vida? El arrepentimiento salvador
no es algo que se hace 'de una vez por todas', sino un principio
constante trabajando en la experiencia del creyente mientras que él
continuamente confiesa y se aparta del pecado en su vida (Mateo
3:7-8, Hechos 11:18, 17:30-31; 1 Jn.1:8-10). Vea la pregunta 90.
• ¿La realidad de la fe salvadora en alguna medida se mani-
fiesta en su vida? La fe salvadora es nada menos que un compromi-
so absoluto y sin reservas con Jesucristo como Señor y Salvador.
Es la respuesta del hombre entero al Cristo entero. La fe salvadora
es dada por Dios y por lo tanto es una entidad inconfundible que
evidencia un carácter determinado, incluyendo la aceptación de la
totalidad de la Palabra de Dios revelada (Hechos 2:36; 8:36-37;
Romanos 10:9-10). ¿Ha sido usted librado del poder reinante del
pecado? Vea la pregunta 89.
32
•¿Hay una buena conciencia delante de Dios en el contexto de
su verdad revelada? Una conciencia renovada ha de regirse por el
Espíritu y la Palabra de Dios. Mucho énfasis debe ser puesto en
una conciencia renovada, que responde al Espíritu de Dios y debe
ser guiada por la Palabra de Dios. Esto es muy distinto de una
conciencia meramente religiosa o legalista (Jn. 8:9, Hechos 26:9),
que puede ser muy poderosa pero fácilmente corrompida. Esta obra
en la conciencia es una parte integral de la obra del Espíritu en la
experiencia del creyente (Romanos 5:5; 8:11-16; 9:1; 2 Cor. .3:17-
18; 1Timoteo1:5, 19; Heb. 9:12-14; 10:22).
• ¿Existe un corazón obediente al Señor y sus mandamientos?
Uno no puede afirmar sinceramente que tiene una relación correc-
ta con Dios y sin embargo vivir en desobediencia constante y deli-
berada a la Palabra de Dios (Romanos 6: 16; 1 Tes. 2: 13, 1 Pedro
1 :2; 1 Jn.2:3-5).
• ¿Existe una piedad real en conformidad con la Palabra de
Dios en la vida, que puede ser caracterizada como "la práctica de la
justicia"? El cristianismo es tanto doctrinal como práctico; es un
sistema de verdad divina y también una vida que hay que vivir cons-
tantemente en el contexto de la verdad (1 Jn. 3:3-10).
• ¿Hay alguna evidencia de un corazón que ora o que atienda a
los medios privados de gracia? Los medios privados de gracia son
principalmente la oración y la comunión con Dios y también la lec-
tura y el estudio de las Escrituras. Un corazón que ora es un indi-
cador primario de la gracia salvadora (Hechos 9: 11) (Salmos 1: 2;
Mateo 26:41; 1 Tes, 5:17; 2 Timoteo 2: 15; 3: 16-17).Vealas pregun-
tas 96 y 126.
• ¿El poder dominante del pecado ha sido quebrantado en la
vida? No hay un solo pecado que pueda anular o quitar la unión del
creyente con Cristo y sus consecuencias necesarias. De acuerdo
con la enseñanza clara de la Escritura, no hay ningun pecado que
pueda seguir dominando al creyente. El creyente puede cometer
actos pecaminosos, pero no puede practicar habitualmente el peca-
do ni vivir bajo su poder dominante (esclavízante), contradiciendo
así la obra eficaz de la gracia del Espíritu de Dios (Romanos 6: 1-14,
17-18, 20, 22; Ef. 2:1-5; 1 Jn. 2:1; 3:9). Vea las preguntas 95 y
115.
• ¿Existe una conciencia dolorosa del pecado interior y de la
corrupción restante? Debe haber una conciencia cada vez mayor
del pecado, en la medida en que el creyente crezca en madurez
espiritual. Esta conciencia de pecado puede ser mal interpretado
por los recién convertidos. Puede ser intensificado aún más por
una introspección morbosa, sin embargo, el auto-examen es una
necesidad (Romanos7: 13-8:9; 2 Corintios 13:5).La única cura para
la realidad y la agonía de cualquier pecado y de todos los pecados
33
es la sangre del Señor Jesucristo (Romanos 3:24-26; 1 Jn. 1:8-10).
Vea la pregunta 115.
• ¿Hay alguna evidencia del principio y el poder de la gracia
para mortificar el pecado? El pecado debe ser tratado bíblicamente
y de manera agresiva por el creyente a través del poder del Espíritu
Santo (Romanos 8: 11-13; Gálatas 5: 16-18; Col. 3:5-10). Nadie vive
sin pecado. El verdadero creyente, sin embargo, no puede perma-
necer mucho tiempo en el pecado, (una vez que se le haya desperta-
do una conciencia de culpa). Las consecuencias serán o el arrepen-
timiento o la disciplina divina (Heb. 12:4-14; 1 Jn. 1 :8-10). Vea las
preguntas 96 y 117.
• Existe en realidad una oposición espiritual en la vida y la
experiencia? El creyente, como ciudadano y súbdito del reino de
Dios, ahora vive en un mundo extranjero. Él está necesariamente
comprometido con la guerra espiritual y una lucha espiritual con
"el mundo, la carne y el diablo", y muchas veces con su propia falta
de fe. Él experimentará oposición satánica en diversas formas. (Mateo
6: 13; Lucas 11 :4; Jn. 17: 15; Gálatas 5: 16-17; Efesios 4:27; 6: 10-
18; Fil. 1:27; 1 Timoteo 3:6-7; 2 Timoteo 2:26; Stg. 4:7; 1 Pedro
5:7-8) Vea las preguntas 130-131.
• ¿Existe un principio o práctica de auto-negación bíblica? La
vida cristiana no es una de auto-indulgencia, pero sobre todo una
de auto negación y mortificación del pecado, que se caracteriza por
las prioridades espirituales y la sumisión en todo al Señorío de Je-
sucristo (Lucas 9:23; 14:25-33; 1 Jn.2:15-17). Vea la pregunta 96
• ¿Hay alguna experiencia del castigo divino? Tal disciplina o
corrección es una realidad en la vida de cada creyente verdadero. Si
una persona nunca es corregida y restaurada del pecado, entonces
es una señal terrible de ser espiritualmente ilegítimo (Heb. 12:4-
17). La persistencia en la conducta pecaminosa puede incluso re-
sultar en que uno sea quitado de esta vida por la muerta prematura
(1Cor.11:30-32; 1Jn.5:16-17).
• ¿El tenor de su vida ha sido vuelto del amor y la seducción
del mundo? El "cristiano mundano" es, simplemente, "un munda-
no", no es un cristiano. El así llamado "cristiano carnal" en el uso
moderno de la frase, es decir, un creyente profesan te que habitual-
mente vive una vida no convertida, en realidad no existe. Tal perso-
na es simplemente carnal. Los corintios fueron llamados "carnales"
porque se fijaban en los hombres más que en Señor Jesús, no por-
que vivían vidas no convertidas. Romanos 8:1-11 se refiere al con-
traste entre los convertidos y no convertidos. La idea de que hay
"dos tipos de cristianos" no se puede encontrarse en las Escrituras,
vea por ejemplo, Romanos 6: 1-23. (Notadel traductor: Algunos afir-
man que hay dos 'etapas' de progreso en la experiencia cristiana,
una carnal y la otra espiritual. ) Los verdaderos creyentes no pue-
34
den continuar en el pecado sin experimentar las consecuencias más
graves (Romanos 6:1-23; 8:1-9, 1 Corintios 3:1-4; 11:29-32; 1 Jn.
2: 15-17; 5: 16-17) Vea la pregunta 88.
• ¿Hay alguna evidencia del fruto del Espíritu en su vida y
experiencia? Este "fruto" no es algo que se podría fabricar o produ-
cir por el esfuerzo humano, sino más bien es lo que el Espíritu
Santo produce en la vida como gracias o virtudes (Romanos 8: 11-
17, 26-27; Gálatas 5:22-23) ¿Es la obra del Espíritu para capacitar,
sostener y refrenar en evidencia? (1 Corintios 15:10; 2 Cor. 12:9;
Gálatas 5:16-18) Vea las preguntas 26, 77 y 84.
• ¿Hay un deseo y evidencia de la verdadera santidad evangé-
lica en la vida? La santidad evangélica es el gran requisito para el
cielo. No hay sustitutos. (2 Cor. 7:1; Ef. 1:3-5; 4:1; Heb. 12:14; 1
Pedro 1: 14-15; 2:9) Vea la pregunta 94.
• ¿Hay algún progreso real en conformidad a la Imagen del
Hijo de Dios? La completa y gloriosa realidad de la experiencia cris-
tiana a través de la obra del Espíritu es para conformar a los cre-
yentes a la imagen de Cristo y reflejar el carácter moral de Dios en
la vida. Todos los aspectos de la aplicación de la redención apuntan
a esto. Esto explica todo el crecimiento espiritual tanto en el ámbito
individual como colectivamente, toda unidad y madurez espiritual,
toda la disciplina divina y todos los tratos providenciales (Romanos
8:29, 2 Cor. 6:17-18; 1Pedro1:15-16; 2:9). Vea la pregunta 125.
• ¿Hay una comprensión cada vez mayor o progresiva de la
verdad, tal como es en el Señor Jesucristo? A diferencia de los po-
bres niños nacidos en el reino humano, que son acosados por los
peores males y enfermedades mentales de la humanidad caída, Dios
no tiene hijos que son espiritualmente tontos, imbéciles o personas
retrasadas espiritualmente. Ningún verdadero creyente puede per-
manecer como un niño espiritual. El Espíritu Santo en la regenera-
ción no aborta ni falla en reproducir progresivamente la Imagen de
Cristo en sus propios hijos espirituales (Juan 17:3; Romanos 8:29,
2 Cor. 3:17-18; Efesios 2:10; 4:13-16; Col. 2:1-7; 2 Timoteo 3:15-
17; 2 Pedro 3:18). Esta imagen se perfeccionará en la resurrección
de gloria (Romanos 8: 17-23; 1 Jn. 3: 1-4). Vea la pregunta 115.
• ¿Existe un deseo y la práctica de atender a los medios públi-
cos de la gracia? ¿Cómo puede el cristiano profesante esperar algo
más que la disciplina y la decadencia espiritual si escoge ausentar-
se en la desobediencia? ¿Cómo puede ser que no anhele el ministe-
rio del Evangelio, ni la adoración y la comunión del pueblo de Dios
(Heb.10:25; 1 Jn. 3: 14)? Vea las preguntas 96 y 127.
• ¿Hay alguna afinidad con el pueblo de Dios? Esto no es un
amor irracional, emocional o sentimiento carente de carácter mo-
ral, sino un amor verdadero y bíblico que refleja el carácter moral
de Dios y que se expresa en el deseo y la conducta responsable ( 1
35
Jn. 3:10-19 4:7-11). ¿Deseamos estar entre el pueblo de Dios en el
culto público y el compañerismo? (Jn.13:34-35; Heb. 10:23-31) ¿Es
nuestro amor cristiano expresado en el auto-sacrificio y en sentido
práctico? (2 Cor. 12:15; 1 Jn.3:10-19) Vea la pregunta 164.
• ¿Hay alguna manifestación de una actitud de perdón que
refleja la unión del creyente con Cristo? Si alguien ha sido perdona-
do total, completa y finalmente, ¿cómo sería posible que siguiera
mostrando un espíritu de odio o que fuera incapaz de perdonar
(Mateo 6:14-15; Lucas 17:3-4; Efesios 4:32; Col. 3:12-14)? Los que
confian en su propia justicia son incapaces de perdonar, porque
nunca han sentido ellos mismos la necesidad del perdón, ni han
experimentado la alegria del perdón. Vea la pregunta 105.

La Certeza Interna o inmediata. Esto se refiere al testimonio


interno e inmediato o directo del Espíritu Santo que nos ha sido
dado como el "Espíritu de adopción. 11 Él ha quitado de nosotros la
actitud servil del miedo y nos impulsa a clamar con confianza a
Dios "Abba, Padre " (la confianza instintiva de un niño espiritual,
un verdadero miembro de la familia)(Romanos 8:9, 14-16). El Espí-
ritu Santo da constantemente testimonio a nuestro espíritu (es de-
cir, nuestra regenerada autoconciencia), de que somos verdadera-
mente hijos de Dios, y nos hace conscientes de su amor y de nues-
tra unión con Cristo (Romanos5:5; 8:11-17, 26-27; 2 Cor. 1:21-22;
5:5; 3: 17-18; Gálatas 5: 16-17, 22-25; Efesios 4:30, 1 Jn. 4, 13). Abre
nuestras mentes y corazones para ser llenados con la conciencia
del Señor Jesús y la plenitud de nuestra vida en él. Vea la pregunta
77. El Espíritu Santo nunca nos conducirá contrario a la Escritura
y su testimonio será siempre de acuerdo con las Escrituras.

Este testimonio parece ser directo e inmediato. Por lo tanto,


es distinto de la presencia y el poder de la morada del Espíritu
revelada en estas realidades: capacitándonos para comprender las
Escrituras (1Corintios2:11-13; 1 Jn. 2:20, 27), obrando convic-
ción de pecado, promoviendo actos piadosos, llamando y guiándo-
nos a cumplir con una obra específica. Vea la pregunta 85.

Un auto examen (2 Cor. 13:5), que incluye a un amplio enfo-


que bíblico, debe traer al creyente a una certeza de salvación, tan
plena cómo sea posible en esta vida. ¿Personalmente disfruta usted
de tal certidumbre?

36
Pregunta 113: ¿De qué es salvado o liberado el creyente?

Respuesta: El creyente es salvado de la esclavitud al poder


del pecado y de sus últimas consecuencias, aunque él podría no
ser salvado de las consecuencias temporales del pecado.

"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me


envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida." (Juan 5:24)
"Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo
la ley, sino bajo la gracia." (Romanos 6:14)
"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu."
(Romanos 8: 1)
Vea también: 2 Sam. 12:5-13; Romanos 3:21-8:23; Heb. 12:14; 1 Jn.
1:8-10; 2:1; 3:3-10.

COMENTARIO

La salvación incluye tanto la liberación, como la restauración


(Vea la introducción a esta sección). La salvación, tal como se revela
en las Escrituras, es necesariamente algo presente y también algo
futuro. Creer que la salvación es simplemente de la futura conde-
nación o juicio eterno es malinterpretar las Escrituras y entender
mal la naturaleza misma de la liberación del pecado. Hay que re-
cordar que el pecado posee la realidad de culpa, pena, contamina-
ción, poder y presencia, por lo cual la salvación debe necesaria-
mente hacer frente a todos estos aspectos (vea la pregunta 36).
Comenzando con la regeneración y terminando con nuestra expe-
riencia actual de santificación, la salvación es del poder dominante
y de la contaminación del pecado en la vida (Romanos 6: 1-23). Si el
poder reinante del pecado no se rompe, entonces no estamos en un
estado de gracia, sino más bien en un estado de sin gracia. La Li-
bertad del poder dominante del pecado significa una justicia positi-
va manifestada en la vida por la gracia de Dios (Romanos 6: 17-18;
1 Jn. 3:3-10). Las verdades y realidades de la conversión en la Escri-
tura, nuestra unión con Cristo, la justificación, la adopción, la santi-
ficación y la futura glorificación no pueden ser fragmentadas o diso-
ciadas (Romanos 3:21-8:23). Todo aquel que es justificado también
está siendo santificadoy sólo aquellos que han sido justificados y que
están siendo santificados, finalmente serán glorificados. Este es el
razonamiento del apóstol en Romanos capítulos 1-8.

37
¿Qué hay de las consecuencias inmediatas de pecado? Aun-
que el creyente es librado del pecado como el principio reinante o
dominante en su vida, todavía puede sufrir de las consecuencias
inmediatas (o temporales) de sus pecados. ¿Qué quiere decir esto?
Dios usualmente deja que los creyentes sufran los efectos de sus
pecados cometidos antes, y en ocasiones después de la conversión.
Esto se puede explicar por ejemplo, con el borracho que tras su
conversión no obtiene un nuevo hígado, y pudiera no obtener una
nueva reputación; por ejemplo el preso que se convierte no cuenta •
con su pena conmutada automáticamente. La conversión no puede
revertir el divorcio pecaminoso o restaurar una famílía perturbada.
El asesino, aunque perdonado por Dios, no es liberado por el Esta-
do. Demandas judiciales no se descartan simplemente porque una
persona se convierte en un cristiano. Aunque la inmoralidad puede
ser y será perdonada, las enfermedades de transmisión sexual no
se pueden curar mediante la conversión. Cuando los cristianos pe-
can, algunos de los efectos inmediatos pueden quedarse con ellos
durante toda su vida. En ocasiones, Dios no interviene en su sabia
y bendita providencia para anular algunas de las consecuencias
inmediatas de pecado. Normalmente, sin embargo, este tipo de co-
sas tiene que ser sobrellevada como parte de la propia experiencia
cristiana para la humildad y la instrucción en la gracia.

Pregunta 114: ¿Cuál es la relación del creyente con el


pecado?

Respuesta: El poder reinante del pecado ha sido roto para


todo creyente, en virtud de su unión con Cristo en su muerte y
resurrección a la vida.

"Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo


la ley, sino bajo la gracia." (Romanos 6:14)
"Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis
obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entrega-
dos; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia." (Roma-
nos 6:17-18)
Vea también: Jer. 17:9; Jn. 8:31-36; Romanos 6:1-23; 7:13-8:4; Ef.
4:22-24, 25-32; 5:1-12; Col. 3:1-10; Heb. 12:14; 1 Pe. 2:9; 1 Jn. 1:8-10;
2: 1; 3:3-10; 5: 16-17.

COMENTARIO

Hay una diferencia entre estar en un estado de gracia y estar


en un estado sin gracia. Todo ser humano peca. Si alguien dice que
no tiene pecado, [como una constante realidad en su vida], tan sólo

38
se engaña a sí mismo (1 Juan 1:8). Los creyentes, así como los
incrédulos pecan. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el pecado
en el incrédulo y el pecado en el creyente? Mientras que el íncrédu-
lo, de acuerdo con su carácter, vive bajo el dominio constante del
pecado (Romanos 1:18-32; 6:20; Ef2:1-3; 4:17-19), el creyente, al
contrario de su carácter, comete actos de pecado ( 1 Jn.2: 1 ). [El griego
utiliza el tiempo aoristo, refiriéndose a los actos en vez del tiempo
presente, lo que correspondería a una acción o práctica constante].

El incrédulo es no regenerado, no convertido y sin gracia, y así


vive bajo el poder reinante o dominante del pecado. El pecado es el
principio que controla su vida. Él es el esclavo voluntario del peca-
do, éste es su amo (Jer 17:9; Romanos 3:9-12; 6: 17). Todo lo que él
piensa, dice o hace está contaminado o permeado por el pecado,
esto es inevitable sin la gracia salvadora. El pecado alcanza hasta
los motivos, las inclinaciones de su corazón y mente, y es inevita-
blemente expresado en su vida. Además, él no tiene un verdadero
interés en la verdad de Dios, sino que se opone a ella y le resulta
insípida (Romanos 1: 18-20; 8:5-9; 1 Corintios 2: 14). Esto no quiere
decir que un incrédulo no pueda ser muy religioso, moral o ético,
incluso ser socialmente respetable y filantrópico con su prójimo.
Más bien, significa que tales acciones no provienen de los motivos e
inclinaciones correctas, es decir, de un corazón regenerado y una
mente renovada, y por lo tanto son pecaminosas. Más aún, el incré-
dulo puede ser fisica, moral e incluso religiosamente activo pero
sigue siendo muerto espiritualmente (Efesios 2: 1-3).

El creyente, por el contrario, ha sido liberado del poder domi-


nante o reinante del pecado (Romanos 6: 11-14, 1 7-18). Ya no es un
servicial esclavo del pecado, éste ya no es su amo. Después de ha-
ber sido librado del poder reinante del pecado, ahora es, en princi-
pio, un siervo voluntario de la justicia (Romanos 6: 17-18, 20, 22).
La salvación es, en esencia, un cambio de amos. El origen de esta
transformación es un principio de la gracia que deriva de la unión
del creyente con Cristo, la cual es una unión tanto en su muerte,
como en su resurrección a la vida (Romanos 6:1-23; Efesios 4:22-
24; Col. 3: 1-10). La Unión con Cristo en su muerte significa nece-
sariamente que el poder reinante del pecado ha sido roto en la vida.
La unión en su resurrección a la vida necesariamente significa que
la gracia habilitadora de Dios, a través del Espíritu Santo, es la
dinámica que proporciona poder en la vida y la experiencia de cada
creyente. Vea la pregunta 77.

Es vital entender Romanos 6:6 en este contexto: "Sabiendo


esto, que nuestro viejo hombre ... [fue = tiempo aoristo] fue crucífí-
39
cado juntamente con él, [para] que el cuerpo del pecado sea des-
truido, [para] que de aquí en adelante no debamos servir [como
siervos voluntarios] al pecado. El "viejo hombre" es el 'yo' (ego) no
regenerado, que fue crucificado con Cristo, es decir, muerto con
Cristo en su muerte. Es la razón por lo que el cuerpo con sus
apetitos ya no puede dominar la personalidad, y que el creyente
ya no puede vivir como lo hacía antes, es decir, como un esclavo
del pecado. El creyente es el "nuevo [regenerado] hombre" en
Cristo. La "crucifixión del viejo hombre" por lo tanto, no es una
experiencia subjetiva que hemos de buscar, sino una realidad
que hay que vivir en la experiencia, como se señala en Romanos
6:11-14 y 1 Pedro 2:24. Vea la pregunta 95.

Contrariamente a algunas enseñanzas tradicionales, el cre-


yente no está compuesto de un "hombre viejo"y un "hombre nue-
vo"; sino más bien es el "hombre nuevo" en unión con Cristo. El
"hombre viejo" o no regenerado, fue crucificado con Cristo. Si el
creyente estuviera compuesto de dos ''hombres" o diferentes "natu-
ralezas" dentro de sí mismo, entonces estaría siempre frustrado y
bloqueado en cualquier intento hacia la santidad y la victoria sobre
el pecado. Sería una especie de "esquizofreniaespiritual". no la rea-
lidad biblíca de la persona en quien el poder reinante del pecado ha
sido quitado. Entonces la santidad se quedaría para siempre como
una mera posibilidad, dependiendo de su propia auto-determina-
ción o una opción, es decir, que bien podría seguir siendo un "cris-
tiano carnal" o tratar de convertirse en un creyente "espiritual".
Podría culpar constantemente al "hombre viejo" o "vieja naturaleza"
por sus dificultades y nunca asumir la plena responsabilidad por
su pecado. Así su unión con Cristo podría ser en gran parte anula-
da. Pero la Escritura declara que cada creyente es un "hombre nue-
vo" en unión con Cristo (2 Cor. 5: 17). Esta es la realidad del aspecto
definitivo de la santificación. Vea las preguntas 94 a 95.

Entonces, ¿cuál es la fuente de la lucha del creyente con el


pecado en su vida? No es el "hombre viejo" o "vieja naturaleza", .,
sino más bien un principio de pecado que todavía mora en los cre-
yentes, la corrupción restante que se expresa en actos de pecado.
Tradicionalmente muchos se refieren a esta realidad del pecado
interior y la corrupción remanente como la "vieja naturaleza".

Analice con cuidado Romanos 6: 15-8:15 y tome nota de las


siguientes realidades: primero, la declaración de Romanos capítulo
siete termina, no en 7:25, sino en 8:16. La idea, por lo tanto, de
"salir de Romanos capítulo siete y entrar en Romanos capítulo ocho"
se basa en una interpretación errónea de este pasaje. En segundo
40
lugar, los capítulos y las divisiones de los versículos no son inspi-
rados. El pasaje termina con una nota de la victoria a través de
la gracia habilitadora del Espíritu, no en la derrota. En tercer
lugar, el Apóstol ha esperado hasta el capítulo ocho para discutir
la realidad y el poder del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Toda la sección que revelala relación del creyente con la ley, se
extiende de 6:15 a 8:9. En cuarto lugar creemos que Romanos
7: 14-25 es la declaración de un creyente maduro que es terrible-
mente consciente de todo y cualquier tipo de pecado y corrupción
restante. Cuando está sujeto a la norma absoluta de la ley, él es el
epítome de la debilidad y la inconsistencia, o "carnal" [literalmen-
(,
te: "hecho de carne"]. En quinto lugar, se hace una distinción muy
clara entre el "yo" y el "pecado que mora en mí", no el "hombre
viejo"o "viejanaturaleza". Finalmente, su fuerza y la esperanza de
la victoria reside en la gracia o poder del Espíritu Santo, que le
permite, en principio, conformarse a las justas demandas de la ley
moral (Romanos 8:1-16). ¿El poder dominante del pecado ha sido
roto en su vida?

Pregunta 115: Si el creyente es traído efectivamente a la


unión con Cristo. con todo lo que dicha unión implica. enton-
ces. ¿por qué y cómo es que él aún peca?

Respuesta: El creyente, aunque ya no está bajo el poder


dominante del pecado. todavia comete actos de pecado debido
al pecado que mora en él y el remanente de corrupción.

"¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la


gracia? En ninguna manera." (Romanos 6:15)
"Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis
obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entrega -
dos; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia." (Roma-
nos 6:17-18)
"De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que
mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien;
porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el
bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no
quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo
yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mi." (Romanos 7:17-21)
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo."
(1Juan2:1)
Vea también: Romanos 6: 1-23; 7: 13; 8: 16; Ef 4:22-24; Col. 3: 1-10; 1
Tes. 5:24; 1 Jn. 1:8-10.

41
COMENTARIO

Vea las preguntas 95, 113 y 114. Es clara la enseñanza de la


Escritura de que el poder reinante del pecado ha sido roto en la vida
de cada creyente en virtud de su unión con Cristo. Esto no depende
de la fuerza personal, la determinación o la dedicación de los cre-
yentes, sino de su objetiva unión con el Señor Jesucristo y su en-
trada a un estado de gracia. Aunque el creyente ya no está bajo el
poder reinante o dominio del pecado, todavía comete actos de peca-
do, es decir, el creyente ya "murió" al poder reinante del pecado,
pero no está "muerto" a su presencia y realidad en su vida (Roma-
nos 6:11-14; 7:13-8:4). La gran y determinante diferencia entre el
creyente y el no creyente, o el mero cristiano profesante, es que el
incrédulo vive en un estado de pecado y bajo su poder reinante,
mientras que el creyente, debido a que se encuentra en un estado
de gracia, al pecar, actúa fuera de carácter y comete actos de peca-
do.

Cinco realidades deben ser tomadas en cuenta: en primer lu-


gar, las Escrituras no enseñan una "perfección sin pecado", ni una
versión modificada de "perfeccionismocristiano" ( 1 Jn. 1 :8-1 O). Vea
la pregunta 88. Tales enseñanzas no toman en cuenta la perversión
del pecado en su verdadera naturaleza, el principio de pecado res-
tante ni la corrupción interna en el creyente, la realidad de la gue-
rra espiritual y la sutileza del diablo (Efesios 6: 10-18), y el uso de
los términos "perfecto"y "perfección"en el Nuevo Testamento (por
ejemplo, 1 Cor. 2:6; 2 Cor. 13:11; Fil. 3:12-15; Col. 1:28). Estos
términos se utilizan en el sentido de "madurez" o "siendo completa-
do", "traído a la conclusión," o "entero". Inevitablemente, cualquier
idea de perfeccíonísmo debe ser modificada para adaptarse a la
realidad del pecado y de la corrupción que todavia permanece en el
creyente. O hay que poner el Ley Moral de Dios en una escala móvil
en relación con la capacidad de cada uno de nosotros, y mantener
la idea de que un verdadero creyente puede finalmente apostatar.

En segundo lugar, el creyente en esta vida presente, aunque


su alma y mente han sido salvadas, aún se encuentra en el mismo
cuerpo el cual posee un principio de pecado que mora en él y un
remanente de corrupción [Nota: es mejor no usar la termología,
"vieja naturaleza" o "el viejo hombre"] (Romanos 7: 13-8: 4). Esta
realidad será una 'plaga' para cada creyente hasta la muerte y su
resurrección en la gloria (Romanos 8:17-23; Fil. 3:20-21). El peca-
do ya no es su amo, y ya no tiene ninguna obligación de cumplir
con sus solicitudes, pero todavia hay una "inclinación" o debilidad
hacia el pecado (Romanos 6:11-14, 17-19; 8:26).
42
En tercer lugar, antes de la regeneración y la fe, él era "libre"
[desligado] del principio de justicia, pero ahora, como creyente, está
"liberado" [desligado] del principio reinante del pecado (Romanos
6:20, 22).

En cuarto lugar, aunque el poder reinante del pecado ha sido


roto, el pecado interior y el remanente de corrupción se manifiestan
en diversos actos de pecado, en los cuales el creyente actúa fuera
de carácter. Tenga en cuenta que el lenguaje de Romanos 6:15 y 1
Jn. 2: 1 [aoristo] se refiere a los actos de pecado, es decir, " ... ¿va-
mos a cometer [a la ligera] actos de pecado?" " ... estas cosas os
escribo para que no pequen [cometer un acto de pecado], y si algu-
no [comete un acto de pecado] peca .. " En esta vida cada creyente
conserva un remanente de pecado interno y corrupción que lo aco-
sa y lo tienta, y en ocasiones lo seduce a pecar. Tales manifestacio-
nes deben ser mortificadas por el Espíritu y la gracia de Dios (Ro-
manos 8: 13; Col. 3:5).

En quinto lugar, no hay excusa para el pecado en la vida del


creyente. Que pecamos es una triste realidad, pero mortificar todas
las manifestaciones conocidos del pecado interno y la corrupción
restante es nuestro deber. Que nos arrepintamos de todo pecado
cometido es imprescindible, que seamos disciplinados por Dios en
su bondad amorosa es una necesidad, que Dios nos perdone es
una bendición inconmensurable e indescriptible. Que esto lo haga
por medio del Señor Jesús es la gloria de la gracia.

Un creyente, aunque todavía peca, jamás podrá apostatar to-


tal o finalmente de Dios, o volver a una vida abierta de pecado. Él
podrá pecar por un tiempo, hasta que sea convicto o confrontado
con su culpa, pero, cuando sea confrontado por la Palabra, el Espí-
ritu o por medio de la predicación o una confrontación personal,
entonces él será llevado al arrepentimiento. Los grandes preventi-
vos contra la apostasía son: la infalibilidad del propósito redentor
divino, su unión con Cristo, la realidad de la disciplina divina y los
tratos providenciales de Dios y otros creyentes a través del Espíritu
y la Palabra. Si un creyente continuara contristando al Espíritu de
Dios al pecar de manera abierta y constante, es posible que Dios
acabara con su vida para preservar su alma (!Corintios 5:1-5;
11:30-32, 1 Juan 5: 16-17). ¿Tomamos aún actos de pecado a la
ligera? ¿Somos prontos para mortificar las manifestaciones del pe-
cado interior y los restos de corrupción?

43
Pregunta 116: ¿Puede el creyente obtener la victoria sobre
cualquier pecado?

Respuesta: No hay ningún pecado que pueda seguir domi-


nando al creyente.

"Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo


la ley, sino bajo la gracia." (Romanos 6:14)
"¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la
gracia? En ninguna manera." (Romanos 6: 15)
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo."
(1 Juan 2:1)
Vea también: Romanos 3:9; 6:1-23; 7:13-8:16; Gálatas 5:16-17; Ef.
4:22-24; Col. 3:1-10; 1 Jn. 1:8-9; 2:1; 1 Jn. 3:4---10.

COMENTARIO

En virtud de la unión del creyente con Cristo, el poder reinan-


te del pecado se ha roto, aunque el creyente ahora comete actos de
pecado. Por lo tanto, debe hacer frente a estos actos de pecado
como manifestaciones de su pecado interior y el remanente de co-
rrupción. Vea las preguntas 95 y 115.

Las misma Escritura revela que ya no está bajo el dominio del


pecado, y por lo tanto ningún pecado presenta una imposibilidad
irremediable o puede anular la gracia salvadora de Dios. Observe
en Romanos 6: 11-14 que el creyente debe ser totalmente insensible
a la solicitud de pecado, su antiguo amo. Las mismas palabras "con-
sideraos" y "No reine pues ... " presuponen que el poder reinante del
pecado ha sido roto por la gracia de Dios. Romanos 6: 14 aclara el
asunto. El creyente ya no está bajo un principio simple de un man-
dato exterior, sino bajo la dinámica de la gracia interior. No hay
pecado que no pueda ser vencido por la gracia de Dios, a menos que
la persona esté en un estado sin gracia.

Otra explicación puede ser necesaria acerca de las palabras de


Romanos 6:14, "pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia." El
artículo definido antes de "ley"debe ser omitido, ya que no está en
el idioma original. Esto no es un contraste entre las dispensaciones
(de gracia y ley), como si las personas fueron una vez "bajo la ley",
pero ahora están "bajo la gracia." Lo que se denota es un principio
de derecho, es decir, un simple mandamiento exterior. El contraste
es entre el principio del simple mandato exterior que sólo podía
dirigir, pero no impartir la capacidad de cumplir, y un principio

44
interior de la gracia que ofrece la dinámica para cumplir. Esto ex-
plica por qué ningún pecado puede seguir dominando al verdadero
creyente.

El Señor Jesucristo no ha ganado para los creyentes una vic-


toria a medias sobre el pecado, sino una victoria real que se realiza
a través de la gracia habilitadora del Espíritu Santo. Él hace que la
unión con Cristo y la mortificación del pecado sean eficaces en nues-
tra vida (Romanos 8:13; Efesios 4:22-24, Col. 3:1-10). ¿Necesita-
mos más gracia para mortificar el pecado? Qué pidamos por ella.

Pregunta 117: ¿Cómo debe el creyente lidiar con el pecado


en su vida?

Respuesta: El creyente debe tratar con el pecado en su


vida mediante la confesión de pecado, arrepintiéndose de él.
abandonándolo y mortificándolo de acuerdo a las Escrituras.

"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar


nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." ( 1 Juan 1 :9)
"Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y
vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el
cual será amplio en perdonar." (Isa. 55:7)
"Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne, viviréis." (Romanos 8: 13)
"Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: ..." (Col. 3:5)
Vea también: Romanos 6:1-23; Ef. 4:22-24; Col. 3:1-11; 1 Jn. 1:8-9.

COMENTARIO

Aunque la siguiente afirmación podría parecer peligrosa, sin


embargo es verdad, si hemos de ser bíblicos. Antes de que podamos
tratar bíblicamente con el pecado, debemos llamar "pecado", lo que
la Biblia llama pecado, y también debernos dejar de llamar "pecado"
lo que la Biblia no llama pecado. A menos que intentemos ser con-
sistentes con la Escritura, podríamos permitir algunos pecados
debido a la tradición, la cultura, el orgullo personal o prejuicios, o
por otra parte, podríamos sufrir de una conciencia demasiado sen-
sible inclinándonos hacia una mentalidad legalista, llamando a las
cosas "pecado", cuando la Escritura no lo hace así.

El pecado debe ser confesado, debemos arrepentirnos de él y


abandonarlo con el fin de obtener el perdón (1 Jn. 1 :8-10). Confesar
el pecado es tomar partido con Dios contra nuestro pecado. Lapa-
labra "confesar" significa "decir la misma cosa." A menos que confe-

45
semos nuestras faltas y transgresiones a Dios como pecado, nunca
actuaremos de forma agresiva contra ellos. Debemos arrepentir-
nos. El arrepentimiento del pecado es una actitud constante que
debemos tener siempre cuando tenernos conciencia de nuestros
pecados. Abandonar el pecado es la acción que surge de una mente
y un corazón arrepentido.

¿Cómo debe el creyente lidiar con el pecado en su vida? Algu-


nos enseñan que el creyente tiene la opción de vivir en un estado de
pecado como un "cristiano carnal". Otros enseñan que debe "volver
a dedicar su vida" a Dios. Y otros enseñan que él puede continuar
excusándolo como el pecado del "hombre viejo" o "vieja naturaleza",
y mientras que afirman que el "hombre nuevo" o "nueva naturale-
za" no peca. Sin embargo, ninguno de estas posturas cuadra con la
Escritura, que declara expresamente cómo el creyente debe tratar
con el pecado en su vida. Él debe tomar una acción positiva contra
el pecado y mortificarlo. Vea las preguntas 95 y 96. Observe atenta-
mente que esa mortificación es una deuda y un deber para con
Dios, en virtud de nuestra unión con Cristo (Romanos 6: 1-14; 8: 11-
14; Col. 3:1-10), y que esta unión es la base para la mortificación
del pecado. Tenga en cuenta, además, que no es el cuerpo, sino
más bien las obras de la carne las que han de ser mortificadas
(Romanos 8: 13; Col. 3:5-11 ). La mortificación no es ni ascetismo, ni
legalísmo. Por último, observe cuidadosamente que la mortificación
es posible sólo a través del poder del Espíritu Santo (Romanos 8: 11-
14; Gálatas 5: 16-18). ¿Practicamos una mortificación constante por
la gracia y el Espíritu de Dios?

Pregunta 118: ¿Qué significa la "libertad cristiana"?

Respuesta: la libertad cristiana se refiere a la indulgencia


del creyente en materia de alimentación, bebidas y otras cosas,
actividades y celebraciones, que son bíblicamente neutrales,
pero pudieron causar tropiezo a un hermano débil.

"Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más
bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano." (Romanos
14:13)
"Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la
gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de
Dios;" (1Corintios10:31-32)
Vea también: Romanos 14:1-23; 1 Cor. 6:12-13; 10:12-33; Gálatas
5:13-14, 22-3; 6:14; 1Pe.1:13-16, 22; 2:9-17; 2 Pe. 3:13-14

46
COMENTARIO

La libertad cristiana no se ocupa de las cuestiones que están


claramente delineadas en la Escritura como buenas o malas, justas
o injustas, piadosas o pecaminosas. Se trata más bien de los asun-
tos que son de carácter neutral, y por lo general concierne a los
asuntos que incluyen las prácticas religiosas, la comida y la bebi-
da, y las asociaciones o las cuestiones que pueden variar de una
cultura a otra.

La cuestión de la libertad cristiana y la libertad de conciencia


en asuntos neutrales debe regirse por varios principios: en primer
lugar, el criterio objetivo para todo el comportamiento es la Palabra
de Dios escrita. Ningún creyente tiene la opción o la libertad de ser
anti-bíblico. Los asuntos o problemas surgen cuando los hombres,
por diversas razones, pretenden hacer la Escritura más o menos
amplia para que incluya y decida en asuntos neutrales. Si bien hay
que llamar "pecado",lo que la Biblia llama pecado, y no llamar "pe-
cado" lo que no se llama así, sin embargo, diversas interpretacio-
nes, diferencias y prejuicios todavía existen entre los creyentes sin-
ceros.

En segundo lugar, sólo Dios es el Señor de la conciencia. La


naturaleza humana religiosa tiene la tendencia de tratar de
enseñorearse sobre la conciencia de los demás, ya sea correcta o
incorrectamente. Esto puede violar la conciencia acusándolos de
no ser sumiso a Dios y su Palabra.

En tercer lugar, el motivo supremo para todas las cosas es la


gloria de Dios, y esto incluye todas las acciones ( 1 Cor. 10:31 ). Aque-
llas acciones que no se pueden hacerse para la gloria de Dios se
convierten en acciones pecaminosas.

Por último, la conciencia del hermano más débil siempre debe


ser considerada y no violada. Su conciencia débil debe orientar y
dirigir las acciones del hermano más fuerte (Romanos 14: 1-23; 1
Cor. 10: 14-33.).

¿A quiénes se refieren los términos: el "hermano más débil" y


el "hermano más fuerte"? Algunos piensan que el hermano más
débil es aquel que se entrega a ciertas acciones o prácticas, y a
menudo lo consideran como uno que vive una vida disoluta o mun-
dana. El hermano más fuerte, por el contrario, a menudo se piensa
que es aquel que es muy estricto en sus limitaciones. Bíblicamente,
lo contrario se acerca más a la verdad. El hermano más débil es
47
aquel cuya conciencia es demasiado sensible en materias neutra-
les. El hermano más fuerte es aquel cuya conciencia no es tan sen-
sible en estos asuntos. Esto, sin embargo, presupone que los asun-
tos en cuestión sean neutrales y que ambos creen que cada uno
está siendo bíblico en su fe, actitud y acciones.

¿Qué tendencias se deben evitar en el asunto de la libertad


cristiana? Cualquier tendencia hacia el legalísmo, el antinomianismo,
la hipocresía, o jactancia de su supuesta libertad cristiana es in-
compatible con las Escrituras. Entonces, es una conciencia dema-
siado sensible la que puede ser usada constantemente para promo-
ver tendencias legalistas o dominar las conciencias y las acciones
de los demás.

Se debe tener cuidado con las expresiones "ofensa", "ofender"


y "tropezar". Las palabras "ofensa" u "ofender" no significan herir
los sentimientos de alguien, sino más bien, provocar que otra per-
sona tropiece. Hacer "tropezar"implica llevar a alguien a una situa-
ción o acción de manera que viole su conciencia. Un hermano débil
es ofendido o conducido a tropezar cuando es llevado a actuar en
un asunto determinado en contra de su conciencia por otro que
supuestamente es más fuerte en la fe. Ofender los "sentimientos
personales" no tiene nada que ver con una ofensa bíblica. ¿Enten-
demos la libertad cristiana? ¿Nos manifestamos con una compa-
sión y comprensión amorosa hacia aquellos que creemos que son
nuestros hermanos más débiles?

Pregunta 119: ¿Pueden los verdaderos creyentes, a causa


de sus imperfecciones, las tentaciones y pecados que los aco-
san, caer del estado de gracia?

Respuesta: Los verdaderos creyentes, debido al amor in-


mutable y eterno propósito redentor de Dios, en virtud de su
inseparable unión con Cristo y la presencia interior y el poder
del Espíritu Santo, no pueden ni total ni finalmente caer del
estado de gracia.

"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy


vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi
Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la
mano de mi Padre." (Juan 10:27-29)
" ... estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo." (Fil. 1 :6)
" ...que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para al-
canzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero." (1 Pedro 1:5)
48
Vea también: Jer. 31:3, Lucas 22:32; Jn. 14:16-17; 17:24; Romanos
5:5; 6:1-14; 8:1-4, 28-39; 1 Cor. 1:8-9, Ef. 1:3-14, 2:4-10, 4:22-24, Col.
3:1-10; 2 Tim. 2:19; Heb. 7:25; 9:11-12; 1 Pe. 1:3-5; 1 Jn. 3:1-3, 9.

COMENTARIO

La clase de personas a quienes se dirige esta pregunta son


verdaderos creyentes. No se incluyen los "meros cristianos
profesantes" cuya religión consiste únicamente en ceremonias ex-
ternas, meros sentimientos irracionales o una experiencia religiosa
subjetiva. Si los verdaderos creyentes fueron a perecer, su perdi-
ción anularía la inmutabilidad del amor divino y su propósito [Vea
las preguntas 64, 66, 68 69 y 78], su unión con Cristo [Veala pre-
gunta 77]. su obra intercesora por ellos y la obra del Espíritu Santo
en ellos [Vea las preguntas 84, 94-96]. Anularía además todas las
promesas de la Palabra de Dios a ellos. En tal caso, los creyentes ya
no podrían confiar en la Palabra de Dios y se quedarían sin ningún
tipo de consuelo objetivo ni esperanza en Dios o su Palabra. Vea la
pregunta 9.

Incluso el más santo y más piadoso de los creyentes, si fuera


dejado a sí mismo, y si fuera apartado de la gracia sustentadora de
Dios, caería por la fuerza de la tentación y el pecado que todavia
mora en él. Los verdaderos creyentes son guardados por el poder de
Dios a fin de que ni total ni finalmente caigan del estado de gracia
(Juan 10:27-29; Fil 1:6; 1Pedro1:3-5), aunque pueden caer en la
tentación, pueden cometer actos de pecado, experimentar la disci-
plina de Dios, e incluso durante un tiempo perder el sentido de su
seguridad de salvación. La gracia divina nos salva infaliblemente y
necesariamente nos preserva. Porque por gracia sois salvos [han
sido salvados y se mantienen en ese estado, el tiempo del verbo en
el griego es 'perfecto'] por la fe... "(Efesios 2:08).

Como creyentes, en nuestra experiencia actual, somos el re-


sultado de la gracia salvadora, pero aún estamos lejos de la obra
terminada, que Dios ha ordenado (Romanos 8:29, 2 Cor. 3:17-18;
Efesios 2:8-10; 1 Jn. 3:1-3) Somos, por así decirlo, traídos a Cristo
como mineral en bruto, puestos en el horno de la tentación y la
aflicción, el crisol de la prueba y disciplina, y la olla de fundición de
la guerra espiritual, hasta que la escoria de la justicia propia, la
auto-confianza, el orgullo y la vanidad sea quemada. A través de
estas adversidades somos llevados a una mejor comprensión del
propósito y el amor divino. Cada vez más gracia es añadida a nues-
tras vidas como se añade coque al hierro en el crisol para fabricar el
acero. Siendo cada vez más vaciados de nosotros mismos, nos so-
49
metemos a nuestros primeros pasos en el proceso de ser conforma-
dos a la imagen del Hijo de Dios. Aprendemos de la gracia. Apren-
demos a orar, confiar y vivir cada vez más como creyentes consis-
tentes. Somos calentados, forjados, templados y luego arrastrados,
para que por la gracia de Dios podamos ser doblados pero no que-
brantados. El final de este proceso de gracia en el propósito de Dios
es que seamos como el Señor Jesús (Jn. 3:30; Romanos 8:29; 2
Cor. 3:17-18;. 1 Jn. 3:1-3).

Pero, ¿qué de ciertas declaraciones en las Escrituras que pa-


recen enseñar que los creyentes verdaderos pueden descarriarse,
caer de la gracia o apostatar? ¿Qué hay de los que retrocedan?
Aunque es común para muchos hablar de la "apostasía cristiana",
debe tenerse en cuenta lo siguiente: primero, los términos "retroce-
der", "apostatar" y "rebelarse" se encuentran diecisiete veces en la
Escritura, en tres libros del Antiguo Testamento (Proverbios, Jere-
mías y Oseas). Por lo tanto, es una designación propia del Antiguo
Testamento. En segundo lugar, dieciséis de estas referencias se re-
fieren a Israel. En tercer lugar, hay cuatro diferentes términos he-
breos utilizados, y todos son sinónimos de: rebelión abierta, desha-
cerse del yugo de Dios, o apostatar. La idea de "retroceder o volver a
caer" en un estado de pecado no es el significado de los términos
hebreos utilizados en los diferentes textos. La enseñanza tradicio-
nal y la terminología acerca de la "retroceder", si se fuera a usar en
el Nuevo Testamento, sólo podrían describir la apostasía.

¿Qué hay sobre el "caer de la gracia"? Esta terminología se ha


tomado de Gálatas 5:4. No tiene relación con la pérdida de la salva-
ción, sino más bien al volver a la esclavitud de la ley para la justifi-
cación, incluso volver a la circuncisión, y dar marcha atrás a la
gracia y la fe (Gálatas 5: 1-5).

¿Qué hay de la posibilidad de la apostasía? Muchos pueden


dar marcha atrás de una profesión de fe defectuosa y temporal.
(Mateo 13:5-6, 20-21; Jn. 6:66) Hay advertencias fuertísimas res-
pecto al peligro de apostatar volviendo a la legislación mosaica y al
judaísmo debido al miedo de la persecución. Este fue el caso de los
conversos judíos profesantes en la Epístola a los Hebreos. Observe
las fuertes advertencias contra la apostasía: "No nos desviemos"
(Hebreos 2:1-4) "Noseas incrédulo" (Hebreos 3:6-4:13) "No degene-
ren" (Hebreos 5:11- 6:20) "No desprecies" (Heb. 10:26-31) y "No te
contamines" (Heb. 12:12-17). Aun que un verdadero creyente no
apostatará por razones anteriormente expuestas, uno que sólo tie-
ne una profesión externa de la religión puede hacerlo. Estas tristes
realidades imponen la necesidad de claridad en la proclamación del
50
evangelio y de la doctrina bíblica sólida y consistente y una fe sólida
(Hechos 20:26-27; 2 Cor. 13:05; 2 Timoteo 1:13).

Pregunta 120: ¿Qué es una cosmovisión bíblica?

Respuesta: Una "cosmovisión bíblica" es una filosofía de


vida, la suma total de las presuposiciones que uno sostiene o
que asume que son verdaderas y por lo tanto ias cree sin lugar
a dudas, y esto es lo que en última instancia determina su for-
ma de pensar y actuar.

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra." (Génesis 1: 1)


"Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios." (Mateo 4:4)
"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, la fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2
Timoteo 3:16-17)
"Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú
creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas." (Apo-
calipsis 4: 11)
Vea también: Hechos 14:8-18; 17:22-31; Romanos 8:28-31; 11:33-
36; 1 Cor. 8:4-6.

COMENTARIO

Es erróneo pensar que el cristianismo puede ser truncado en


unas pocas doctrinas cardinales que caracterizan a la ortodoxia y
forman la base de la experiencia y de la vida cristiana. El cristianis-
mo bíblico abarca toda la Escritura para toda la vida. Cuando se
interpreta correcta y consistentemente, la Escritura habla con au-
toridad absoluta para cada posible situación y circunstancia de la
vida. Debemos entender el cristianismo bíblico en términos de una
cosmovisión.

Todo el mundo, de manera consciente o no, tiene una filosofía


de vida, un marco o un conjunto de presuposiciones conforme a las
cuales piensa y actúa, es decir, tiene una visión del mundo y de la
vida. Esta cosmovisión es la percepción que tiene de la realidad y la
forma en que se relaciona con ella, sus convicciones y presuposi-
ciones [supuestos incuestionables, axiomas, principios básicos] que
representan su visión total de la vida, el mundo, su entorno y la
realidad. Nuestra cosmovisión detennina todo en nuestra percep-
ción y relación con la realidad.

51
El siguiente contraste de "cosmovisiones" demuestra su im-
portancia: el ateo, si es consistente, debe presuponer que no hay
Dios, no hay nada trascendente o sobrenatural, no hay absolutos;
no hay certeza excepto el fatalismo, ni esperanza excepto en el aza,r
el destino o la suerte; no hay bases morales salvo el consenso hu-
mano, ningun significado salvo el que el hombre da a las cosas, y
ningun futuro más allá de la vida presente. Por lo tanto, el ateo, si
es consistente, debe enfrentarse con la vanidad y la futilidad, una
perspectiva necesariamente nihilista.

El cristiano, si es consistente con las Escrituras, presupone


que el Dios de la Biblia es la realidad viva, que soberanamente go-
bierna el universo y todo lo que hay en él, y está llevando acabo
infaliblemente su propósito eterno para su propia gloria y el bien de
sus elegidos. Se presupone que Dios ha creado todas las cosas y les
ha dado propósito, que la obediencia a Dios comienza al dar el mis-
mo significado que Dios ha dado a todas las cosas. Así, cree que el
hombre fue creado a imagen de Dios para vivir por la Palabra de
Dios y "pensar los pensamientos de Dios" y que el carácter moral de
Dios determina la moralidad humana. El cristiano mira hacia el
futuro con esperanza y regocijo porque su fe se funda en la Palabra
del Dios eterno e inmutable. Este Dios ha revelado su propósito
redentor, iluminándolo a través de la profecía, y animándonos a
través de las promesas de su Palabra infalible. ¿ Has pensado se-
riamente en tu propia y personal forma de ver Ia Vida y el mundo?
¿La has alineado de manera consistente con las Escrituras?

Pregunta 121: ¿Qué es una cosmovisión bíblica o cristiana


del mundo y de la vida?

Respuesta: Una cosmovisión bíblica o cristiana del mundo


y de la vida es una filosofía de vida dada por Dios y que se
deriva de la interpretación y aplicación coherente de la verdad
bíblica.

" ...Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios." (Mateo4:4)
"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, l 7a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2
Timoteo 3:26-17)
Vea también: Salmos 19: 1-6; 139:1-18; Hechos 17:22-31; Romanos
8:28-39; 11 :33-36; 1 Cor. 8:6; 10:31; 2 Pedro 3: 1-18.

52
COMENTARIO

Toda religión, por su propia naturaleza posee una narración o


cosmovisión del mundo, una idea del significado, propósitoy desti-
no. Es en este contexto que el individuo encuentre su propio propó-
sito en una 'deidad' o 'deidades', tanto para sí y como para el mun-
do que le rodea. Es a partir de este punto de referencia que él ve el
pasado, el presente y el futuro. Vea la pregunta 35. Esta visión
bíblica del mundo es llamada la visión cristiana del mundo y de la
vida porque expresa la verdad y la realidad de la auto-revelación del
Dios trino de la Escritura y su propósito eterno, que se está llevan-
do a cabo en y a través de su creación. Este concepto de Dios y la
realidad se deriva de una revelación especial [las Escrituras], se
observa en la revelación natural [la creación, el tiempo y la histo-
ria]. Tal concepto es teocéntrico [centrado en Dios] y se centra no
tan solo en la redención de la humanidad caída (Juan 3:16; Apoc.
5:9), sino finalmente de toda la creación. Se realizará en la reden-
ción final del pueblo amado de Dios, la consumación final de la
historia en el Señor Jesucristo y los "cielosnuevos y tierra nueva en
los cuales mora la justicia". ( 1 Cor.15:21-28; Efesios 1 :3 -11; 2 Pe-
dro 3:7-14). Vea la pregunta 172.

La visión cristiana del mundo y de la vida proporciona el signi-


ficado verdadero de la creación en general y de la creación del hom-
bre como especial portador de la imagen de Dios. Establece la caída
del hombre, el carácter providencial de la historia humana, la en-
carnación, la obediencia activa y pasiva, resurrección y ascensión
del Señor Jesucristo, y la actual administración del Evangelio, co-
locando todo en su significado correcto. Le da sentido a cada indivi-
duo y a su lugar específico en el tiempo y en la historia. En su
aplicación más amplia, la visión cristiana del mundo abarca prácti-
camente todo sin excepción, sin dejar lugar para la suerte, el azar o
la fortuna. Dios no sólo es el soberano del universo, sino también
el Dios de lo diminuto y de lo personal, gobernando desde las estre-
llas, Galaxias y planetas, hasta los elementos de cada uno de los
átomos. Nada le es oculto, nada está fuera de su control, todo se
está moviendo hacia su gloriosa culminación de acuerdo a su de-
creto. La bendita verdad de Romanos 8:28 ha de ser vista necesa-
riamente en este contexto (Romanos 8: 1 7-39).

El discurso del apóstol Pablo al concilio filosóficoen Atenas


(Hechos 17: 16-34), es la primera confrontación intelectual registra-
do entre el cristianismo bíblico y la filosofía griega, era una
apologética [defensa de la fe] en términos de una visión cristiana

53
del mundo y de la vida. Vea la pregunta 136. Esto es el "locus
classícus" (discurso clásico) de la apologética en la Escritura ( 1 Cor.
10:3-5; Fil. 1:7, 17; 1 Pedro 3: 15; Judas 3). Sus palabras fueron las
más profundas Jamás pronunciadas en ese antiguo centro de la
filosofía pagana. Para comprender adecuadamente esta afirmación,
hay que señalar que este discurso fue la culminación de varias se-
manas predicando todos los días a Cristo en el ágora, lo que explica
el trasfondo doctrinal necesario de su defensa final, y por qué no
era necesario nombrar específicamente a nuestro Señor (Hechos
17: 16-18).

Su tema era la naturaleza y carácter de Dios (Hechos 17:22-


24), su íntima relación y gobiemo soberano sobre toda la creación
(Hechos 17:24-25), la unidad de la raza humana (Hechos 17:26), el
auge y caída de las civilizaciones sucesivas (Hechos 17:26), la natu-
raleza del hombre como portador de la imagen de Dios (Hechos
17:26-28), su condición caída (Hechos 17:27, 30), la ignorancia vo-
luntaria y la culpabilidad de la idolatría (Hechos 17:28), y el juicio
inminente basado en la resurrección del Señor Jesucristo (Hechos
17:30-31). Aunque no citó las Escrituras, cada declaración fue una
declaración firmemente basada en la revelación divina. La
apologéttcadel Apóstol fue completamente pre-suposicional (es de-
cir, basada en lo que las escrituras presuponen como verdad).

Pregunta 122: ¿Cómo es la visión cristiana del mundo di-


ferente de la de los no creyentes?

Respuesta: La cosmovisión cristiana es dada por Dios, ba-


sada en las escrituras, y por lo tanto auto-consistente y tras-
cendente, en contraste con la de los no creyentes, que está
basada en sus propias convicciones humanas y por lo tanto es
inconsistente e inadecuada.

"Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino


de muerte." (Proverbios 14:12)
"Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mateo 4:4)
"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Timoteo
3:16-17)
Vea también: Gn.1:1: Salmos 139:1-18; Prov. 16:25; Hechos 17:22-
31; Romanos 11 :33-36; Apoc. 4: 11.

54
COMENTARIO

Las gentes generalmente desarrollan o eligen su propia filoso-


fía de vida o visión del mundo. Esto lo pueden hacer a través de-la
enseñanza religiosa, la educación filosóficaespeculativa o a través
de sus experiencias en la vida o a través de la ciencia. Muchos no se
dan cuenta de las consecuencias de su cosmovisión hasta que sean
obligados a enfrentarse con la realidad. Hoy día la mayoría de los
enfoques de la vida y su significado son existenciales [totalmente
subjetivos] o post-modernistas [relativista, pluralista y carente de
un sentido objetivo],y así son fragmentados [carentes de una uni-
dad coherente]. Por lo tanto, son inadecuados o contradictorios y a
menudo totalmente subjetivos e irracionales. Esto es consecuencia
de la falta de una base metafísica, o de fundamentos religiosos ab-
solutos o inadecuados para la moral y la ética. Estas personas es-
tán a la deriva en un mar de contingencias e incertidumbres. Ellos
aprenden muy poco o nada del pasado, viven sólo para el presente,
y tienen una esperanza irracional para el futuro.

Al creyente, por el contrario, le es dada su cosmovisión del


mundo y la vida por Dios en las Escrituras. La Biblia establece su
(pou sto) [lit: ''(un lugar) donde puedo estar de pie"] o punto de
partida. Las Escrituras son para el creyente la mismísima Palabra
de Dios, debido a la obra del Espíritu Santo en la regeneración (Jn.
3:3,5), conversión (1 Tes. 2: 13) e iluminación en su corazón (1 Jn.
2:20, 27). En virtud de su nuevo estado espiritual de gracia, se le
es dado un nuevo punto de referencia y un sistema de absolutos
bíblicos, una nueva moralidad, una nueva ética, un sentido y pro-
pósito para el presente y una esperanza para el futuro (Mateo 4:4;
2 Timoteo 3: 16-17).

Su visión del mundo y de la vida es entonces completa y armo-


niosa, y tanto auto-consistente como trascendente [porque
proféticamente llega hasta el futuro] (1Tes.4:13-18; 2 Pedro 3:7-
14; 1 Jn. 3:1-3). Este es el ideal. Su experiencia cristiana lo capaci-
ta para vivir cada vez más en conformidad con esta cosmovisión. La
clave, entonces, para esta conformidad y consistencia es la fe: la fe
en la auto-revelación del Dios trino de la Escritura, y por lo tanto la
fe en su Palabra infalible. Toda la Escritura, interpretada en forma
consistente, es para todo en la vida.

55
Pregunta 123: ¿Por qué es necesaria una cosmovisión bí-
blica para sostener un cristianismo consistente?

Respuesta: El cristianismo bíblico es necesariamente con-


sistente e incluyente, ya que las Escrituras hablan con autori-
dad a todo la vida, todos los aspectos son sometidos bajo la
autoridad de la Palabra de Dios, y por lo tanto bajo el señorío de
Jesucristo.

"Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre,


sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mateo 4:4)
"Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria
por los siglos. Amén." (Romanos 11:36)
"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2Timoteo
3:16-17)
Vea también: Mateo 28:18; Hechos 2:36; Romanos 10:9-10; 1 Cor.
8:6; 10:31; 2 Cor. 4:5; Fil. 2:9-11; Col. 1:12-17; Heb. 1:1-4; Apoc. 4:11.

COMENTARIO

Una gran parte del cristianismo moderno tiende a dividirse en


unas pocas doctrinas importantes, o se inclina hacia la experiencia
subjetiva, y por lo tanto tiende a reflejar la fragmentación del enfo-
que del mundo no cristiano a la vida y la realidad. Muchos cristia-
nos profesantes separan su religión de ciertas cuestiones morales,
de diversos problemas éticos y económicos, y con frecuencia de te-
mas sociales, políticos y ambientales, como si éstos estuvieran fue-
ra del ámbito de la religión e interés cristiano. Sin embargo, cuando
el cristianismo es abordado bíblicamente uno comienza a ver sus
implicaciones. No hay área de la vida y de la realidad donde la Pala-
bra de Dios no hable con autoridad final o proporcionando direc-
ción positiva. Si las Escrituras son estudiadas ststemátícamente y
de manera integral, se descubrirá que tocan cada área de la vida.
Utilizando los preceptos, los principios y los ejemplos en las Escri-
turas, se puede estructurar una guía inteligente y congruente para
cada aspecto de la vida, basándolo todo en la regla de las (así llama-
das) implicaciones buenas y necesarias. Es la responsabilidad del
creyente sujetar todas las áreas y aspectos de la vida y realidad
bajo el dominio del señorío de Jesucristo en congruencia con las
Escrituras.

¿Cuál es la relación entre la Biblia y los asuntos prácticos de


la vida? La Biblia es la Palabra de Dios revelada por escrito. Es

56
completa y totalmente autoritativa, ya que es la verdadera Palabra
de Dios. Dios nos ha dado su Palabra para ser tanto entendidá
como obedecida. Viene a nosotros como mandato divino, no sim-
plemente para proporcionar información o para debatir. El objetivo
del estudio de la Biblia es llegar a la verdad doctrinal. Es esta ver -
dad doctrinal la que posteriormente se aplica a la vida. En primer
lugar, debemos ser diligentes, en oración, para llegar a una com-
prensión de lo que el texto dice y lo que significa, y entonces darle
aplicación legítima y coherente. La regeneración, la conversión, la
iluminación espiritual y la obediencia están por lo tanto esencial-
mente relacionados. Vea las preguntas 7-19. ¿Es nuestra fe y la
perspectiva integral a toda la vida?

Pregunta 124: ¿Cuál es la norma moral para la vida del


creyente?

Respuesta: La Ley Moral de Dios es la norma moral para la


vida del creyente.

"¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación." (Sal


119:97)
"De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo,
justo y bueno." (Romanos 7: 12)
" ... para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no
andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." (Romanos 8:4)
Vea también: Ex. 20:1-17; Deut. 6:4-5; Mateo 5:17-18; 22:37-40.
Jn.13:34-35; Gálatas 3:24; 1Timoteo1:5-11; Heb. 4:9; 1 Jn. 2:3-5.

COMENTARIO

La naturaleza y la importancia de la Ley Moral están estableci-


das en las preguntas 39 a 42. Una exposición de la Ley Moral como
resumida en el Decálogo se expone en las preguntas 43 a 63. En-
tonces en resumen, hay varias cuestiones que se pueden señalar:
primero, la Ley Moral no se limita al Decálogo o los Diez Manda-
mientos sino incluye todos los mandamientos morales de la Escri-
tura. Esto se ejemplifica en la naturaleza coherente o no contradic-
toria de la Escritura misma. Los diversos resúmenes de la Ley Mo-
ral (Ex. 20:1-17; Deut. 6:5; Mateo 22:36-40; Romanos 13:8-10;
1 Timoteo 1: 5-11) ejemplifican lo que es ampliado en su plenitud en
el Antiguo y Nuevo Testamentos. De hecho, la Ley Moral se desplie-
ga o amplia y se interpreta de manera explícita e implícita en y por
medio del Nuevo Testamento.

57
En segundo lugar, el Decálogo como el compendio de la Ley
Moral es una serie de leyes de jurisprudencia que puede ser am-
pliada de manera coherente para cubrir cada asunto moral (por
ejemplo, comparen Mateo 5:27-28 con 1 Jn.3:15). En el Decálogo,
como el compendio de la LeyMoral, Dios legisló moralidad. El no ha
cambiado estos preceptos. La Ley Moral de Dios es la ley de Cristo.

En tercer lugar, el pecado debe ser considerado en términos de


la Leyde Dios. Cada pecado es abominable ante los ojos de Dios. Se
trata de una trasgresión de la ley o libertinaje (1 Jn.3:4). Vea la
pregunta 36. La Ley Moral nos impide tergiversar y malinterpretar
el pecado o excusarlo. Recuerde, la ausencia o el opuesto de la ley
no es la gracia, sino que es la anarquía.

En cuarto lugar, hay necesariamente una ley moral para las


criaturas morales de Dios. La ley se interioriza o se escribe en el
corazón del creyente en las operaciones de la gracia divina, respon-
diendo a la ley ontológícamente (originalmente) grabado en el cora-
zón del hombre en la creación como portador de la imagen de Dios,
y que ahora se renueva con una mentalidad regenerada (Romanos
8: 1-9; Ef. 4:22-24; Col. 3:9-10). La gracia de Dios a través de la
obra del Espíritu conduce al amor y al deseo de conformarse al
carácter moral y los mandamientos de Dios (Salmos 1: 1-3; 119: 159;
Romanos 6:14; 8:1-9; l Jn.2:3-5).

En quinto lugar, la obra misma de la salvación, especialmente


la santificación, produce un pueblo santo. Esta santidad refleja el
propio carácter moral de Dios (Santiago 1: 18; l Pedro 1: 15-16; 2:9).
La gracia de Dios produce "un pueblo celoso de buenas obras" (Tito
2: 14). No es el propósito de Dios que su pueblo sea profano o injus-
to. Por lo tanto, proporcionar una norma subjetiva o indefinida es-
taría en desacuerdo con la sencillez objetiva de la Ley Moral y el
carácter de Dios, al igual que la ausencia de toda norma moral.

En sexto lugar, la debilidad del Antiguo Testamento fue que


con la excepción de un remanente de verdaderos creyentes, para
los demás la religión era algo meramente externo. Bajo el Nuevo
Testamento o el Evangelio, el corazón o el ser interior se transforma
a través de la regeneración [la impartición de la vida divina, la res-
tauración de la imagen de Dios en justicia y santidad de verdad y
en el conocimiento, además de la ruptura del poder reinante del
pecado y la eliminación de la enemistad natural del corazón a la Ley
de Dios] para conformarse, en principio, a la Ley Moral. La gracia
nos conduce, en principio, a amar y obedecer a los preceptos de
Dios. Por lo tanto, para el creyente, la ley no es meramente exter-
58
na, sino también interna en cuanto a su contenido y su motivación
(Jer. 31:31-34; Ez. 11:19-20; 36:25-27; Romanos 2:11-16; 6:14, 2
Cor. 3:3, 17-18; Ef. 4:22-24; Col. 3:1-10, Hebreos 8:8-11).

Debe tomarse en cuenta, en Romanos 6: 14 que el artículo de-


finido ["la"] no ocurre antes de la palabra "ley" en el griego. Por lo
tanto, se refiere a un principio de derecho, es decir, un principio de
simple mandato externo, en contraste con el principio interior y
dinámico de la gracia. El legalismo no es espiritualidad, sino que es
simplemente algo externo. Es de las obras [de capacidad humana].
no de la gracia. La gracia divina santifica interiormente y refleja el
carácter justo de Dios. Cualquier negación de esta realidad es una
negación de la gracia divina en la regeneración, la conversión y la
santificación, y esto es el corazón mismo el antinomianismo. Aun-
que la Ley Moral no puede justificar ni santificar, sigue siendo el
estándar divino.

En séptimo lugar, la mayor parte de los errores en el cristia-


nismo tienen su origen ya sea a un abandono o la negación de la
importancia de la Ley Moral: el perfeccionismo Wesleyano, el misti-
cismo [de los Cuáqueros), la justicia propia [simple legalísmo], la
visión defectuosa de la depravación inherente en el Socinianismo y
Arminianismo, Antinomianismo y los errores modernos y la herejía
del "cristiano carnal" y del "decisionismo". El Díspensacíonaltsrno
extremo es intrínsecamente antinomiano, ya que erróneamente re-
emplaza la ley con la gracia y no alcanza ver la gracia de la ley.

En octavo lugar, tal como la ley es cumplida en el amor, así


también el amor es definido por la ley (Romanos 13:8-10). Si no
tomamos ilegalmente la vida de nuestro prójimo, no le robamos, no
actuamos inmoralmente hacia él, no le hacemos menos en nues-
tros ojos, no buscamos herirlo en pensamiento, palabra u obra, no
mentimos acerca de él ni a él, no codiciamos lo que tiene, y busca-
mos su bien, entonces estamos amando bíblicamente a nuestro
prójimo. Sólo en el contexto bíblico de la ley (un amor objetivo, obe-
diente e inteligente) podemos amar a los demás consistentemente,
incluso a nuestros enemigos. Vea la pregunta 164.

En noveno lugar, la fe no invalida la Ley de Dios, sino más bien


la establece (Romanos 3:21-31). Como creyentes, nosotros hemos
"muerto a la ley", como un instrumento de condenación. En virtud
de nuestra unión con Cristo y nuestra fe en él, la ley es establecida
no derogada (Romanos 3:21-31; 7:4; Gálatas 2:16-21). Vea la pre-
gunta 41.

59
Por último, hay tres usos de la ley: como una vara, una norma
y un bastón: primero es el medio ordenado por Dios para la convic-
ción de pecado como la trascripción del carácter divino; una "vara"
para conducirnos a Cristo, por así decirlo (Gálatas 3:24). Se debe
tener cuidado con el tiempo en griego utilizado en este texto, 'La ley
fue' [del griego, 'gegonen' tiempo prefecto "era y sigue siendo"] nuestro
ayo, para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la
fe." Nuestro Señor usó la Ley Moral para revelar el corazón del joven
rico (Mateo 19: 16. -22). Los primeros predicadores utilizaban la ley
de manera implícita en su predicación, en especial el sexto manda-
miento que prohíbe el asesinato (por ejemplo, Hechos 2:22-23; 3: 15;
7:51-52).

El apóstol Pablo, aunque fue repentina y dramáticamente con-


vertido en el camino a Damasco, nos da una idea de los "pinchazos"
[del griego, 'aguijonazos'] que experimentó antes de su conversión,
como una obra de la ley en su conciencia, despojándolo de su pro-
pia justicia y trayéndolo a un sentido de condenación absoluta (Fil.
3:4-6, Hechos 9:5; Romanos 7:7-14). Pablo evidentemente hizo uso
de la ley al tratar con el Gobernador Romano Félix. (Hechos 24:24-
25) Él habla de la Ley Moral como estando todavia en plena vigen-
cia y como incluyendo a toda la raza humana dentro de su jurisdic-
ción, ya que enérgica y estrictamente define el pecado (Romanos
3:19). En cristianismo evangélico de hoy, sin embargo, el amor ha
reemplazado la justicia resultando en un 'amor' despojado de su
necesario carácter moral. De ahí, surge la visión defectuosa de la
conversión y de la santificación en el cristianismo evangélico mo-
derno.

En segundo lugar, la Ley es la "norma" o una transcripción del


carácter moral de Dios, que ha de reflejarse en la vida del creyente
obrando un principio de obediencia amorosa en el contexto de la
gracia habilitadora.

En tercer lugar, la Ley es, por así decirlo, un "bastón" que nos
ayuda a caminar. "De manera que la ley es santa, y el mandamiento
santo, justo y bueno." (Romanos 7: 14) Aun cuando la ley misma no
puede justificar ni santificar, sin embargo revela el nivel de absolu-
ta rectitud (y el pecado como Dios lo ve) para el creyente. La ley nos
libra de todo relativismo religioso. La obediencia a sus preceptos
debe proceder de un corazón amoroso, por la gracia habilitadora de
Dios, nunca de un principio formal, externo o legalista.

¿La Gracia de Dios le ha traído a usted a una conformidad


amorosa a la Ley de Dios? Puede usted decir con David: "¡Oh, cuán-
60
to amo yo tu ley! Es mi meditación todo el día. " {Salmo 119:97)
¿Acaso la Ley la norma absoluta de justicia le haya conducido a
magnificar la gracia de Dios? (Ya que la gracia en Jesucristo es lo
que le ha librado de su poder condenatorio.)

Pregunta 125: ¿Qué es lo que Dios ha ordenado


infaliblemente como la meta espiritual común para todos y cada
uno de los creyentes'?

Respuesta: Dios ha ordenado que todos y cada uno de los


creyentes sea llevado hacia la madurez espiritual a través del
crecimiento en la gracia y el conocimiento, y finalmente con-
formado a la imagen de Cristo.

"Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primo-
génito entre muchos hermanos." (Romanos 8:29)
"Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí
hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como
en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria
en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor." (2 Cor. 3: 17-18)
Vea también: Romanos 8:3-4, 18-23; Gálatas 5:16-17, 22-25; Ef.
3:14-19; 4:22-24; Fil. 1:6; 2:12-13; 3:10-17; Col. 3:1-10; 1 Tes. 4:13-18;
2 Pedro 3: 18.

COMENTARIO

El estado de gracia al cual es traído cada creyente no es está-


tico. Tiene que haber un crecimiento hacia la madurez espiritual
dentro de este estado (Romanos 8:29; 2 Pedro 3: 18). La salvación
no empieza y termina con una "decisión religiosa" o una sola expe-
riencia subjetiva individual. Todo en la experiencia del cristiano, o
tiende hacia la madurez espiritual y la conformidad al Señor Jesús,
o se convierte en lo contrario (Hebreos 5: 11-14). El objetivo final de
la redención en general y de la santificación en particular es que
seamos conformados al Señor Jesucristo. Este proceso infalible,
aunque iniciado en esta vida, sólo se perfecciona en la eternidad
con la resurrección a la gloria. Vea la pregunta 94. Él no sólo es
nuestro ejemplo, sino que también es el gran y gloriosoprototipo de
la humanidad redimida como el "último Adán" y el "segundo hom-
bre." (Romanos 5: 12-18; 1 Cor. 15:22, 45-49)

Este es el propósito divino para nuestra salvación, la reden-


ción y la restauración de la imagen de Dios en el hombre. El Dios
trino de la Escritura se ha propuesto restaurar toda su creación

61
(lsaías 65:17: 66:22; 1 Cor. 15:23-28; 2 Pedro 3:7-13; Apoc. 21:1).
En cuanto a nuestra redención personal, ésta se inició en el conse-
jo eterno de elección divina (Efesios 1:3-11). Vea la pregunta 68.
Este principio de la gracia soberana fluye a través del tiempo, la
historia y la experiencia personal, y se expresa a través de todos los
aspectos de la gracia salvadora desde nuestro llamamiento y rege-
neración hasta nuestra santificación. Vea las preguntas 66 y 78.
Este proceso será llevado a la consumación final en nuestra resu-
rrección a la gloria (Romanos 8: 18-23). Vea la pregunta 169.

El crecimiento en la gracia y cualquier grado de conformidad a


la imagen del Hijo de Dios se lleva a cabo en nuestra experiencia
cristiana mediante el ministerio de la Palabra (1 Tes. 2:13; 2 Tim.
3: 16-17; 2 Pedro 3: 18) y el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios obra
su gracia, dentro de nosotros y por nosotros (Romanos 6: 14; 2 Cor.
3: 1 7-18). Él nos revela las verdades profundas de Dios ( 1 Cor. 2:9-
13), nos capacita para orar espiritualmente (Efesios 6: 18), interce-
de por nosotros de acuerdo a la voluntad de Dios en nuestras ora-
ciones (Romanos 8: 26-27), nos revela las verdades y las glorias del
Señor (Ef. 1: 15-20; 3: 14-19), nos capacita para mortificar el pecado
(Romanos 8:11-13), testifica con nuestro espíritu que somos hijos
de Dios (Romanos 8: 14-16) y nos proporciona poder en nuestro
caminar cristiano (Romanos 6: 14; Efesios 1 : 1 7- 18).

El "fruto del Espíritu" (Gálatas 5:22-23) es la evidencia de la


presencia habilitadora e interior del Espíritu y su poder transfor-
mador. Esta es la obra espiritual que nos conforma a la imagen del
Hijode Dios en cuanto a nuestro carácter, actitud y caminar espiri-
tual (Gálatas 5:16-18).

Es en este contexto que debemos entender nuestra unión con


Cristo, y también todas las tribulaciones y pruebas, la oposición
espiritual y los periodos de disciplina divina ( 1 Cor. 3:21-23; He-
breos 12:4-13; Stg. 1: 2-4). Vea la pregunta 77. Todo lo que lo Dios
hace, lo hace en el contexto de su eterno propósito. Nunca hay
nada fuera de su control o contrario a su consejo. Aunque muchas
cosas, situaciones y circunstancias pueden parecer bastante con-
trarias a nuestros deseos, expectativas e incluso contrarias a nues-
tras oraciones, sin embargo, el propósito divino está siendo llevado
a cabo ínfalíblemente. Es precisamente por esta verdad que pode-
mos y debemos descansar en la providencia y el amor de Dios
(Habacuc 3:17-19; Romanos 5:1-5; 8:28-39; Efesios 3:14-19). Vea
las preguntas 35 y 69. Esto incluye hasta en el peor que pudiéra-
mos experimentar (Romanos 8:35-39). Por lo tanto, todo en la expe-
riencia cristiana se convierte en una prueba de fe, una fe que se
62
sostiene en la infalible Palabra del Dios vivo. ¿Ves toda tu vida y la
experiencia cristiana en términos de ser conformado a la imagen
del Hijo de Dios?

Pregunta 126: ¿Cuáles son los medios privados de gracia


que Dios ha ordenado para el bienestar espiritual, el crecimien-
to y la madurez de los creyentes?

Respuesta: Los medios privados de gracia son el estudio


diligente de las Escrituras y la oración.

"Santíficalos en tu verdad; tu palabra es verdad." (Juan 17:17)


"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero
que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad." (2
Timoteo 2:15)
"Orad sin cesar." 1 Tes. 5: 17
Veatambién: Mateo6:5-15; Marcos 14:38;Ef. 1:15-20; 3: 14-19: 6: 18-
20; Fil.1:9-11; Col. 1:3, 9-12; 2 Timoteo 1:13; 2 Pe. 1:5-11.

COMENTARIO

Cada creyente, aunque se encuentre en estado de gracia, debe


atender a los medios de gracia, que deben ser marcas de esa misma
gracia. Vea las preguntas 78 y 112. Tales medios se vuelven efica-
ces a través de la presencia y poder del Espíritu Santo. Una perso-
na sin gracia puede ser religiosa, pero no es cristiana. Una actitud
de justicia propia y soberbia manifiesta que en realidad hay poca o
nana de gracia. La realidad de gracia se evidencia por un espíritu
humilde y contrito, que es fácil de suplicar En el verdadero creyen-
te, la gracia templa la personalidad, y la fe le eleva a descansar en
Dios ante las agresiones y la oposición. Un espíritu vengativo es un
espirítu sin gracia, así como lo es un espíritu orgulloso, cruel o
enojado. Un espíritu irracional es un espíritu sin gracia, porque el
fruto del Espíritu es dominio propio (Gálatas 5:23). La gracia co-
mún, es esa gracia que Dios da para preservar y beneficiar a la
humanidad en general, pero no es la gracia salvadora. La gracia
común puede ser templada por la religión y refinada por la cultura,
pero no se puede comparar con la verdadera gracia salvadora.

La gracia divina en la vida no es estática. Aunque cada creyen-


te está en estado de gracia, el grado de gracia en el creyente puede
ser relativamente grande o pequeño, y puede crecer o decrecer (He-
breos 5:11-14; 2 Pedro 3:18). ¿Acaso nosotros, como cristianos,
tenemos poca gracia? Si es así, entonces vamos a acudir a Dios y

63
humildemente rogarle por más gracia. La gracia es todo. Nos lleva a
Cristo y nos mantiene en Cristo, templa la personalidad, mitiga los
impulsos naturales, da valentía, nos capacita para orar, servir y
sufrir y fijar la mente en las realidades eternas. Cualquiera que sea
el problema, situación o circunstancia, nos sostendremos o actua-
remos fielmente en relación con nuestra medida de gracia divina.
Dios ha declarado que esta gracia siempre es suficiente. (Romanos
12:3; 2 Cor. 12:9)

El creyente debe desarrollar las virtudes cristianas dentio de


su propia personalidad a través de su crecimiento en la gracia. Su
fe no existe por si sola, sino que ha de ser unida a una serie de otras
gracias que se elevan a un coro de plena seguridad en su profesión
de fe y su carácter cristiano (2 Pedro 1 :4-11 ). [La palabra "añadid"
en el versículo 5 de 2 Pedro capítulo uno es el origen de nuestra
palabra "Coreografía."La fe no es para cantar a solas.]

Porque la gracia divina no es estática en la vida del creyente,


Dios ha ordenado ciertos medios de gracia, tanto privados como
públicos, para el sustento, la edificación y la maduración de su
pueblo. Los medios privados de la gracia son la oración y el estudio
de las Escrituras.

La oración es el vínculo espiritual vital entre el creyente y el


Dios de su salvación. Un" cristiano que no ora" sería una contradic-
ción en los términos. Vea la pregunta 112. La oración es el primer
signo de la vida espiritual, análogo al llanto de un recién nacido
(Hechos 9: 11). La oración es algo natural al estado de gracia. La
oración es el único hilo entrelazado que corre a lo largo del panora-
ma de la experiencia cristiana. Es la expresión del alma redimida
en todas las variadas circunstancias que extiende las manos al so-
berano, pero amoroso y bondadoso Padre Celestial (Mateo 6:9-13;
Lucas 11:2-4, 11-13). A través de la oración adoramos a Dios en fe,
y somos conducidos a la comunión viva con Él, a través de la inter-
cesión del Señor Jesús (Hebreos 4:14-16; 7:25; l Juan 2:1) y el
Espíritu Santo (Romanos 8:26-27). Es en la oración que ofrecemos
nuestra alabanza y peticiones, y mantenemos la intimidad de la
verdadera comunión espiritual. Vea las preguntas 98-107.

La Palabra de Dios revelada proporciona el segundo medio pri-


vado de gracia. Mediante la lectura, el estudio y la meditación de
las Escrituras podemos discernir la voluntad de Dios y somos por
gracia llevados a ser conformados a ella, al menos en principio. Nos
lleva a confesar y arrepentirnos de nuestros pecados y somos reno-
vados en el espíritu de nuestra mente (Romanos 12:1-2; 2 Tim.
64
3:16-17; 1 Juan 1:8-9). Es a través de las Escrituras que somos
edificados y somos llevados a un peiceptíble crecimiento en la gra-
cia y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (Santiago 1 :21-25;
2 Pedro 3: 18.).

Así como la gracia no es irracional, así también sus medios


son inteligentes. Tanto la oración y el estudio de la Palabra son
ejercicios inteligentes que se elevan a la comunión con Dios. La
verdadera espiritualidad no es irracional sino sobre todo intelec-
tual, es decir, las emociones se elevan desde la comprensión correc-
ta de la verdad divina y la aplicación de esa verdad tanto la vida
práctica como a la oración. Como el puritano John Flavel escribió
en verso hace varios siglos:

Los sentimientos vienen y los sentimientosse van,


Y los sentimientos son engañosos,
Nuestra única garantía es la Palabra de Dios,
Nada más vale la pena ceer;

El descuido de estos medios de gracia significa cierta decaden-


cia espiritual. ¿Haces uso diariamente de estos medios de gracia?

Pregunta 127: ¿Cuáles son los medios públicos de gracia


que Dios ha ordenado para el bienestar, crecimiento y madurez
espiritual de los creyentes?

Respuesta: Los medios públicos de gracia incluyen la ado-


ración colectiva, el ministerio de La Palabra, las ordenanzas, la
oración colectiva y la comunión santificada con otros creyen-
tes.

" ... no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,


sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca."
(Heb 10:25)
"Yperseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones." (Hechos 2:42)
"Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tem-
bló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la
palabra de Dios." (Hechos 4:31)
" ... esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es
común a vosotros y a mí." (Romanos 1:12)
"Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que
sepáis cómo debéis responder a cada uno." (Colosenses 4:6)
Vea también: Salmos 42:1-5, 11; Juan 13:34-35; Hch. 4:23-31; Roma-
nos 12:3-13; 14:19; Ef. 4:11-16, 29; 5:29-32; 6:17-18; Col. 3:12-17; 1 Tes.
5:11; 2 Ti. 1:13; 2:2; Heb. 13:7, 17; Stg. 1:19-27; 2:1-5; 3:1-18; 1 Pedro
1:22; 3:8-9; 5: 1-11; 1 Juan 3: 13-19.
65
COMENTARIO

Los medios primarios públicos de gracia incluyen, pero no ne-


cesariamente se encuentran limitados a la adoración colectiva del
pueblo de Dios, el ministerio de la Palabra, la observación de las
ordenanzas, la oración colectiva y la comunión edificante entre el
pueblo de Dios. Cada uno de estos medios tiene un ministerio espe-
cífico en la práctica para el creyente.

La adoración colectiva nos coloca bajo ese ministerio del Espí-


ritu que santifica a la asamblea local reunida como entidad corpo-
rativa {Ef. 4: 11-16; Fil. 1 :27). Ésta debe incluir la entonación de
cantos "con salmos, con himnos y cánticos espirituales", así como
la oración pública y la exposición de Las Escrituras (Ef. 5:16-21).
Los verdaderos creyentes tienen afinidad con el pueblo de Dios (1
Jn. 3:14).

Es en este contexto corporativo de verdadera adoración que el


ministerio de la Palabra se ejerce en poder dentro de la atmósfera
apropiada. (Romanos 10: 14-15; 16:25; l Cor. 2:4-5; 14:24-25; Ef.
6: 18-20). La predicación es la ordenanza principal que Nuestro Señor
ha mandado para la edificación de su pueblo así como para la evan-
gelización de los inconversos. Las ordenanzas del bautismo y la
Cena del Señor, las cuales significan la unión o identificación del
creyente con el Señor Jesucristo, son para edificarnos como medios
de las verdades simbolizadas.

Las reuniones de oración colectivas edifican al tener a varios


creyentes articulando alabanzas y anhelos en sus corazones. ¡Cuán
a menudo hemos ensanchado o intensificado nuestros propios co-
razones, mentes, peticiones y alabanzas al orar con otros! La re-
unión de oración colectiva previa al Día de Pentecostés fue históri-
ca y espiritualmente transformadora (Hechos 1: 14). Las reuniones
de oración como cuerpo están frecuentemente registradas en La
Escritura (Jos. 7:6-9; Esd. 8:21; Salmos 62:8; Hechos 1:24-26; 2:42;
4:23-31; 6:6; 13:2-3; 14:23; 16:25; 20:36; 21:5-6; Stg. 5:14-16).

La comunión y conversación piadosas buscan explicita e im-


plícitamente edificar a otros (Ef.4: 15, 29-32; 5: 1-4, 19-21; Fil. 1:27;
Col. 3:8-10, 12-17; 4:6; Tito 2:7-8). La comunión y conversación
piadosas de creyentes maduros y experimentados deben constituir
uno de los principales medios de gracia para otros, especialmente
para creyentes jóvenes en la fe o aquellos que están pasando por
grandes pruebas personales. [Cuán poco parecemos tener de estos
medios de gracia como cuerpo en nuestros días! ¡Cuán a menudo
66
fallamos en alcanzar el nivel de comunión y conversación piadosas!
¿No es acaso porque hay negligencia en los medios privados de gra-
cia que conforman la base de los medios públicos? ¡Cuán a menudo
el chisme, la impiedad y el fariseísmo caracterizan las conversacio-
nes entre los que profesan ser Cristianos! (Ef. 4:29-32; 5: 1-4) ¿Y es
acaso alguno completamente inocente de esto? Cuando los peca-
dos predominantes de los creyentes son alistados en el Nuevo Tes-
tamento, siempre se enfatizan los pecados de actitud y palabra.
¡Que persigamos el ser bíblicos y amables dentro de nuestra con-
versación en intención y contenido! ¿Arnas y eres fiel en la adora-
ción pública? ¿Tienes una sincera afinidad con el pueblo de Dios.

Pregunta 128: ¿Está el creyente, como hijo de Dios y ciu-


dadano de su reino celestial, exento de los problemas y males
comunes al hombre?

Respuesta: No, El creyente, aunque es un hijo de Dios y


ciudadano de su reino celestial, está aún sujeto a los problemas
y males comunes al hombre.

"Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo


tendréis aflicción;pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33)
"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escri-
to: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como
ovejas de matadero." (Romanos 8:35-36)
"Solamente que os comportéis conducta como ciudadano como es
digno del evangelio de Cristo ..." (Filipenses 1 :27)
"Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que
creáis en él, sino también que padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto
que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí." (Filipenses 1:29-30)
"también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús
padecerán persecución;" (2 Timoteo 3: 12)
Vea también: Salmos 103:1-5; Mateo 5:10-13, 43-48; 13:21; Marcos
10:30; Jn.3:3, 5; 15:20; Hch. 8:1-4; 14:22; Romanos 5:3-5; 14:17; 2 Cor.
12:10; Ef. 3:13; 6:10-18; Fil. 3:20-21; 2 Tes. 1:4; 1 Timoteo 1:18-19; 2
Timoteo 3: 11.

COMENTARIO

Como cristianos sufrimos y experimentamos grandes pruebas


y podemos a menudo tropezar o fracasar en nuestro peregrinar es-
piritual. Como criaturas viviendo en un mundo caído y bajo la mal-
dición del pecado, estamos sujetos a todos los males y sufrimientos
de la raza humana. Hemos sido destinados por Dios a experimentar
adversidad en nuestro peregrinar espiritual, tanto como miembros
de una raza caída como por ser Crtstíanos.
67
Hay por lo menos seis cuestiones pertenecientes al sufrimien-
to cristiano que deben ser abordadas: En primer lugar, los creyen-
tes no están exentos de los males comunes que les suceden a los
demás miembros de nuestra raza caída. Vamos a sufrir pérdidas,
reveses, decepciones, males, padecimientos y muerte como creyen-
tes. Vea pregunta 167. A veces los matrimonios y familias serán
disfuncionales y se dividirán. (Mateo 10:34-36; 1 Cor. 7: 1-6, 10-
16). Las iglesias sufrirán deserciones y divisiones por causas legíti-
mas e ilegítimas (1Cor.11:18-19; 1Juan2:19). Los pastores y
otros siervos en la obra de Dios serán malinterpretados, calumnia-
dos ymaltratados (2 Cor. 12:15; 1Tes.2:2, 14-16).Algunoscristia-
nos profesantes desprestigiarán la fe (Mateo 13:20-21; 1 Cor. 5:1-
13; 1 Juan 2: 19). Inevitablemente tendremos enemigos. (Mateo5: 10-
13, 44; Romanos 12:14, 17-21). El justo por lo general sufre igual
que el malvado en tiempos de guerra, disturbios, plagas y desastres
naturales o desgracias nacionales. Esto está ilustrado ampliamen-
te tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento ( 1 Reyes 17: 1-
16; Lm. 1:1-5:22; Hch. 11:27-30). En todas estas circunstancias
contrarias, estamos llamados a vivir por fe y sufrir los males comu-
nes a todos los hombres. Debemos confiar en la providencia divina,
anhelar la gloria eterna, y no esperar encontrar satisfacción dura-
dera en nuestras vidas ahora (Romanos8: 17-23, 38-39; 2 Cor. 4:8-
18; 1 Jn. 3:1-3).

En segundo lugar, los creyentes sufrirán injustamente a cau-


sa de la incomprensión, prejuicios o franco odio, simplemente por-
que son cristianos (Lucas 21: 16-17; Juan 15:18-21; Romanos 8:35-
36; 1 Tes. 2:2, 14-16; 1 Pedro 2: 11-12, 19-20). La historia del cris-
tianismo fiel y verdadero es una historia escrita con sufrimiento y
sangre. No tan solo estamos sujetos a los mismos males que son
comunes a los no creyentes, sino también debemos sufrir por la
causa de Cristo, su Evangelio y su Reino. (Mateo 5: 10-13; Juan
15:18-20; Romanos 12:14, 17-21; Fil. 1:29-30; 2 Timoteo 2:8-10;
3: 12). Es el propósito divino ordenado por Dios que su pueblo sufra
por él y su causa en este mundo. Algunos sufrirán persecución del
gobierno; otros sufrirán a manos de la sociedad de maneras más
sutiles, otros por instituciones religiosas, y algunos incluso ama-
nos de compañeros que profesan ser cristianos (Fil. 1:14-18). Ha-
brá falsos cristianos que son en realidad enemigos de la cruz de
Cristo (Ef. 4:29-32; Fil. 3: 17-21). Tal maltrato no debe de caernos
de sorpresa, sino que es congruente con la identificación con nues-
tro Señor y la fidelidad a su verdad.

En tercer lugar, Los creyentes deben participar necesaria e


ineVitablementeen la guerra espiritual (Ef. 6: 10-18; 1Timoteo6: 11-
68
12; 2 Timoteo 2:3; 4:7; 1 Pedro 5:8-9). Justo como nuestro Señor
fue tentado (Mateo 4: 1-13), seremos tentados en este mundo (Mateo
6:13; 1 Cor. 10:1-13; Stg. 1:13-16; 1 Juan 4:17). Cada postura
firme, tomada en el nombre de Dios y su verdad, será desafiado por
el maligno, ya sea directamente o a través de sus emisarios (Lucas
22:31-32). Debemos entender quienes son nuestros verdaderos
enemigos: " ...no tenemos lucha contra sangre y carne ... " Nuestros
enemigos no deben ser otros seres humanos, ya sean cristianos o
no. Esto sería el mero sectarismo o simple la hostilidad. Debemos
ver nuestra guerra espiritual por lo que es. Nuestros enemigos son
potestades espirituales malvadas o diabólicas, (el diablo y sus de-
monios) nunca aquellos seres humanos que podrían ser usados
como tal. (Mateo 5:44; 16:21-23; Lucas 9:55; Romanos 12:18-21;
Ef. 6: 10-18).

En cuarto lugar, Dios ha ordenado que nuestra fe sea proba-


da. No todo sufrimiento o adversidad es a causa del pecado. Algu-
nas pruebas son para aumentar nuestra fe, otras pruebas son para
dar testimonio a los demás. (1 S. 30:6; Salmos 73; Hab. 2:4; 3: 17-
19). Una fe no probada no es más que teórica en el peor de los casos
y débil en el mejor. Una fe probada es una fe fuerte y entre más
fuerte es la fe, mejor es el testimonio de la gracia de Dios ( 1 Pedro
1:6-9; 4:12-13). Vea la pregunta 89.

En quinto lugar, la prosperidad material, monetaria y física, a


menos que sea verdaderamente santificada y se mantenga en la
perspectiva correcta, llegará a ser perjudicial para el creyente. (1
Timoteo 6:6-10; 3 Juan 2). El mal enseñado y mal usado denomi-
nado "Evangelio de la Salud y la Prosperidad" [Es a saber: Dios
quiere que seas próspero y saludable y por consiguiente cualquier
enfermedad, necesidad o sufrimiento no proviene de Dios, sino de
unafalta de fe.] ha engañado a algunos (Jos. 1 :7-9; Mateo 13:7, 22;
Me. 4:7, 18-19; Lucas 8:7, 14). Muchos de los siervos más eminen-
tes de Dios han sufrido enfermedades, dolencias, adversidad y po-
breza, encarcelamiento, tortura y muerte (Romanos 8:35-3 7; 2 Cor.
4:7-18; 11:22-33; 12:7-10; Fil. 4:11-13; Heb. 11:35-40).

En sexto lugar, debemos tener en cuenta la realidad de la dis-


ciplina divina (1 Cor. 11:32; 2 Cor. 6:9; Heb. 12:4-13; Apoc. 3:19).
No hay un solo creyente que no sea disciplinado por el Señor. Algu-
nos sufrimientos, pruebas, penas, reveses y adversidades se deri-
van de la mano misericordiosa de Dios en la corrección de sus ama-
dos hijos. Tanto si sufrimos como miembros de la raza humana, o
como creyentes, o por nuestros pecados, debemos discernirlo. Dios
no nos disciplina sin causa ni tampoco oculta la razón por mucho
69
tiempo. Cuando caemos en circunstancias dolorosas, debemos in-
quirir primeramente acerca de su origen a través de las Escrituras
y la oración. Si es por causa del pecado, debemos arrepentirnos; si
no, entonces tenemos una conciencia limpia para orar por el resca-
te y la perseverancia en la gracia de Dios. Debemos recordar que
todo lo que nuestro Padre Celestial hace, lo hace por amor y para
nuestro bien, aunque la experiencia sea muy dolorosa. El objetivo
común de todos los creyentes es nuestra conformidad a la imagen
del Hijo de Dios. Vea la Pregunta 125.

Somos llamados a una vida de fe, santidad, obediencia y su-


misión humilde a Dios y a su voluntad soberana. Nuestra recom-
pensa está en el cielo, no en esta tierra (Mateo 5: 11-12). Si nuestro
destino es sufrir física, espiritual o mentalmente, en ello se encuen-
tran nuestro testimonio y nuestra fidelidad. Ya sea que se traten de
males comunes a todos los hombres, o de sufrimiento por la causa
de Cristo, debemos seguir siendo fieles (Apoc. 2: 10). Nuestro Padre
Celestial será misericordioso y su gracia será suficiente (Salmos 136;
2 Cor. 12:7-10). Él conoce nuestras debilidades y flaquezas, y nun-
ca nos prueba por encima o más allá de su habilitación amorosa
(Salmos 103:1-5, 13-14; 1Cor.10:1-13). ¿Confiamos primeramen-
te en Dios por lo que hace o por lo que es? ¿Las providencias oscu-
ras nos hacen desconfiar de él?

Pregunta 129: ¿Puede el creyente, sujeto a los males, pro-


blemas y penas comunes al hombre, aún confiar en que tendrá
contentamiento, realización y gozo en esta vida'?

Respuesta: El creyente, aunque acosado por los males co-


munes, problemas y dolores característicos de la vida presente,
debe encontrar contentamiento, satisfacción y gozo en Dios.

"Yno sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la
prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
fue dado." (Romanos 5:3-5)
"porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y
gozo en el Espíritu Santo." (Romanos. 14:17)
"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley."
(Gálatas 5:22-23. 22)
"A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la
esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo,
que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos."
(1 Timoteo. 6:17)
70
Vea también: Salmos 103: 1-5; Ec. 9:7-10; Hab. 3: 17-19; Mateo 5: 10--
13, 43-48; 13:21; Marcos 10:30; Jn.3:3, 5; 15:20; Hch. 8:1-4; 14:22; Ro-
manos 5:3-5; 14:17; 2 Cor. 4:17-18; 12:10; Ef. 3:13; 6:10-18; Fil. 3:20-21;
2 Tes. 1:4; 1Timoteo1:18-19; 2:1-2; 2 Tímoteo 3:11-12.

COMENTARIO

Nuestra única verdadera satisfacción y gozo duradero se en-


cuentran sólo en Dios (Salmos 73:23-26). Cuatro cuestiones deben
tomarse en cuenta: En primer lugar, los creyentes, junto con los
incrédulos, experimentan mucha de la gracia común de Dios a tra-
vés de las bendiciones que le acompañan encontradas en las como-
didades legítimas, disfrutes y placeres de esta vida terrenal (Salmos
103: 1-5; Hch. 14: 15-17). Estos pueden ser disfrutados, siempre y
cuando no se conviertan en un fin en sí mismos [ = que es idolatría,
Vea pregunta 45 y 1 Cor. 10:31; Col. 3:5] como les sucede a los
inconversos, o nos aparten de Cristo ( 1 Jn. 3:2). Los beneficios
mundanos, la abundancia y los afanes tienen una tendencia de
alejar el corazón y la mente de la fidelidad y la devoción al Señor
Jesús (Mateo 13:22; 19:21-24; Lucas 12: 15; Col. 3:5; 1 Timoteo
6:6-10; Heb. 13:5; 1 Juan 2: 15-17). Por lo tanto, algunos benefi-
cios mundanos, la riqueza, la abundancia o el progreso serán nega-
dos para algunos del pueblo de Dios.

En segundo lugar, los creyentes deben entender que este tipo


de beneficios y comodidades terrenales nunca son un fin en sí mis-
mos, sino simplemente cosas que se pueden disfrutar en su justa
dimensión, y como medios a través de los cuales se dará gloria a
Dios, y por lo tanto se recibirán en fe y con acción de gracias. ( 1 Cor.
10:31; 1 Timoteo 4:1-5; 6:17). Todo lo que es dado al creyente por
la providencia divina se convierte en un asunto de mayordomía fiel
para ser santificado por causa de Cristo y para la gloria de Dios.
Esto incluye nuestra salud, riqueza, habilidades, energía y tiempo
(Deut. 8: 18; 1 Cor. 4:7; 6:20).

En tercer lugar, los creyentes necesitan conocer por medio de


las Escrituras que la verdadera plenitud, contentamiento y gozo
son realidades espirituales que se pueden experimentar en uno
mismo, independientemente de las circunstancias externas (Hab.
3:17-19). La persona verdaderamente teocéntrica debe encontrar
su mayor deleite en la Palabra de Dios (Salmos 1 :2). El contenta-
miento puede ser un estado de la mente o el corazón, que se fija en
Dios, su providencia y su propósito (Fil. 4:6-7, 11-13). El gozoen el
Señor no implica necesariamente felicidad. Dios puede dar gozo
aún en un tiempo de gran aflicción (Job 35: 1 O; Hch. 5:40-41; 16:23-
25 ).
71
En cuarto lugar, los creyentes han de entender por las Escri-
turas que la vida cristiana debe ser una vida de fe, no de felicidad.
Esta fe es a menudo probada, madurada y purificada a través de
pruebas, oposición y sufrimientos (2 Timoteo 3:10-12; 1Pedro1:3-
9). Esta perspectiva debería convertirse en una de aceptación y re-
signación, e incluso una de gozo y expectación de lo que es eterno
(Romanos 8: 17-23; 2 Cor. 4: 17-18; Gál. 6:7-10; 2 Pedro 3:9-14).
No hay comparación entre la felicidad transitoria del mundo y el
verdadero gozo del cristiano. ¡Oh Señor, aumenta nuestra fe! ¿En-
contramos nuestra realización o gozo en Dios y sus bendiciones, o
necesitamos del mundo para encontrar nuestra satisfacción? (Sal-
mos 1:1-3).

Pregunta 130: ¿Cuáles son los principales enemigos del


creyente en esta vida'?

Respuesta: Los principales enemigos del creyente en esta


vida son el mundo, la carne y el diablo.

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno


ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en
el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de
la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus
deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre."(1
Jn. 2:15-17)
"No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hom-
bre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna." (Gál. 6:7-8)
"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes
en la fe, sabiendo que losmismos padecimientos se van cumpliendo en
vuestros hermanos en todo el mundo." (1 Pedro 5:8-9)
Vea también: Gn. 3: l-,19; Job 1:6-12; 2:1-7; Mateo 16:18, 21-23;
Lucas 9:51-56; Ef. 6:10-18; Fil. 1:27; 3:20-21; 1Pedro2:11-12; 1 Jn.4:4.

COMENTARIO

Aunque los cristianos pueden legítimamente disfrutar de las


cosas positivas de esta vida (Salmos 103:1-5; 3 Jn.2), son realmen-
te "extranjeros y peregrinos sobre esta tierra" (Heb. 11: 13). Hay en
cada coyuntura perceptible una diferencia entre el verdadero hijo
de Dios y los inconversos. El verdadero creyente no debe ni tampo-
co puede estar como "en casa" en este mundo, entre los caídos,
pecadores hijos de la raza de Adán. Si sucede esto, entonces la
providencia y disciplina divinas se moverán para desenganchar al

72
tal de la seducción y las comodidades temporales o falsas que el
mundoproporciona(Romanos 12:1-2; Heb 12:4-13). El destino del
creyente es el de ser conformado a la imagen del Hijo de Dios (Ro-
manos 8:28-31; 2 Cor. 3:17-18; 1 Jn. 3:1-3). Por lo tanto, debe
permanecer separado del mundo, en su cosmovisión, motivación e
inclinación, sus actividades y sus objetivos fundamentales ( 1 Jn.
2:15-17; 1 Cor. 10:31; Romanos 12:11-13). Los que se sienten có-
modos en el mundo y encuentran en él su satisfacción, ponen en
entredicho su testimonio y posiblemente estén en un estado de per-
dición. Si son creyentes, éstos serán sujetos a disciplina divina
(Mateo 13:22; Marcos 4:18-19; Lucas 8:14; Heb. 12:14-17; 1 Jn.
2: 15-17). Los grandes enemigos del verdadero creyente son: en pri-
mer lugar, el mundo, con sus esperanzas, sueños y promesas va-
nas, que busca apartarnos de Cristo, su señorío y sus mandamien-
tos. Un barco está destinado a estar en el agua; el problema co-
mienza cuando el agua se mete en el barco. Así es con el cristiano y
el mundo. Estamos obligados a estar en el mundo, pero no hemos
de ser del mundo, ni el mundo debe meterse en nosotros (Mateo
5: 13-16). Existe un principio de hostilidad entre el creyente y el
mundo en virtud de su pertenencia y la identificación con el Señor
Jesucristo (Jn. 15:18-22). El mundo busca conquistar al cristiano
alejándolo con engaños de su fidelidad al Señor o neutralizándolo
(1 Jn. 2: 15-17). Esto se describe claramente como adulterio espiri-
tual (Stg. 4: 1-6). La estrategia contra este enemigo es dejar de amar
al mundo y huir de sus trampas (1 Cor. 10:14; 1 Timoteo 6:22).

En segundo lugar, la carne, ese principio pecaminoso del pe-


cado que mora en nosotros y la corrupción remanente dentro del
creyente que se expresa a través del cuerpo y sus apetitos, deseos y
debilidades (Romanos 6: 12-13; Stg. 1: 13-17). Nosotros, por así de-
cirlo, tenemos un traidor entre nosotros. No es el cuerpo en si, sino
el principio pecaminoso que se expresa a través del cuerpo y su
carácter. Este es porque la mortificación del pecado se ocupa en
gran parte con los pecados que utilizan al cuerpo con sus debilida-
des y funciones (Romanos 8: 11-13; Col. 3:5-10). La mente debe ser
renovada constantemente. realineada a la verdad de Dios, ya que
está sujeta a pensamientos pecaminosos (Romanos 12: 1-2; Ef. 4:22-
24; Col. 3:9-10). La lengua, dada para alabar a Dios y declarar su
verdad, se puede utilizar para el chisme, el engaño y propósitos
destructivos (Ex. 20: 16; Ef. 4:25; Stg. 3:2-13). Los oídos oyen lo que
no debieran. Los ojos miran cosas que se vuelvan pecaminosas en
imágenes mentales (Mateo5:27-30; 2 Pedro 2: 14). Los pies llevan el
cuerpo a lugares donde no deben (Romanos 3:12, 15; Heb. 12:12-
13). La ingle es gobernada por el apetito natural en lugar de la
verdad de Dios, con sus límites morales (Ex. 20: 14; 1 Tes. 4:3-5).
73
La estrategia contra este enemigo es la mortificación o bien la huida
(1 Cor. 6: 18; 2 Timoteo 2:22).

En tercer lugar, el diablo, que es el engañador, el adversario, el


que está detrás de todo el mal en este mundo y es el enemigo decla-
rado de toda justicia (Jn. 8:44). Él acecha a los creyentes, buscan-
do deshacerlos y devastarlos por completo ( 1 Pedro 5:8-9). La estra-
tegia contra este enemigo no es sólo buscar ser libres de él, sino
también resistirlo o combatirlo (Mateo 6: 13; Ef. 6: 10-17; Stg. 4:7; 1
Pedro 5:8-9). Vea pregunta 131

Bien podríamos añadir un cuarto enemigo: nuestra propia in-


credulidad inherente. La incredulidad, se dice, es el origen de todos
los pecados, ya que es la base de todos los demás, y se disfraza con
mil caras falsas. La incredulidad disminuye el uso de los medios
constituidos de gracia. Vea las preguntas 126 y 127. Debilita nues-
tras oraciones, socava nuestra fidelidad, disminuye nuestro celo,
paraliza nuestros esfuerzos para evangelizar, y anula cualquier fuer-
za o valentía que tuviéramos para la causa de Cristo (Lucas 24:25).
La estrategia contra este enemigo es pedir más fe (Marcos 9:23-24;
Lucas 17:5; 22:32; Romanos 12:3; 2 Cor. 4: 13). La incredulidad y la
impaciencia arruinan la fuerza y la persistencia de nuestras oracio-
nes. ¡Que Dios nos capacite para creer, para tener paciencia y para
perseverar! ¿Tomamos a tales enemigos seriamente, o nos hemos
hecho amigos de estas terribles realidades que nos seducen?

Pregunta 131: ¿Quién es el gran adversario del creyente?

Respuesta: El gran adversario del creyente es el diablo,


quién se opone al evangelio, y trabaja como engañador espírí-
tual para desalentarlo, derrotarlo y abrumarlo.

"Porlo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder


de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar
firmes contra las asechanzas del diablo." (Ef. 6:10-11)
"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes
en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en
vuestros hermanos en todo el mundo." (1Pedro5:8-9)
Vea también: Jue. 9:23; 1 R. 22:19-23; 2 R. 6:13-16; Job 1:6-12;
2:1-7; Dn. 10:12-14; Mateo 4:1-11; 13:19; 18-19; 16:18, 21-23; Marcos
5:2-13; Lucas 9:51-56; 22:31-32; Lucas 11:18-23; Jn.12:31; 14:30; 16:11;
2 Cor. 4:3-4; 12:7;Ef. 2:2-3; 6:10-18; Heb. 2:14-15; 1 P. 5:7-9; 1 Jn.5:18-
19; Judas 9; Apoc. 2:10; 9:11; 12:3-9; 20:7-12.

74
COMENTARIO

Las Escrituras revelan que hay un mundo espiritual, la mora-


da de los seres espirituales, que afecta en gran medida el mundo
material en el que vivimos(Job 1:6-12; 2:1-7; Ef. 2:2-3; 1 Jn. 5: 19).
En este mundo espiritual existen tanto ángeles como demonios, y
es un escenario de conflicto que tiene alcances profundos en nues-
tro mundo (Mateo 4:1-11; 6: 13; 16:22-23; Lucas 22:31-32; Ef. 6: 10-
16; 1Timoteo3:6-7; Judas 9; Apoc. 12:7-10). Dentro de este mun-
do espiritual hay un reino de oscuridad gobernado por el diablo y
sus demonios (Col. 1: 12-13 ). una jerarquía de espíritus malignos
que hacen lo que pueden para oponerse a la justicia, al pueblo de
Dios, a la causa de Cristo en este mundo (2 R. 6: 13-16; Dan. 10: 12-
14; 2 Cor. 4:3-4; Ef. 6: 12) y cegar a los no creyentes a la verdad del
evangelio (Mateo 13:19; Marcos 4:15; Lucas 8:12; 2 Cor. 4:3-6).

Dios es Espíritu (Jn. 4:24). Vea la pregunta 22. Él es infinito,


omnipresente e inminente. Él gobierna los ámbitos físicos y espiri-
tuales en soberanía absoluta, infaliblemente rige todo en el paso
del tiempo hasta su consumación en su propósito infalible de re-
dención (Ef.l :3-11 ). El diablo en contraste es un ser espiritual mal-
vado y finito, una criatura con poder delegado bajo permiso divino
(Job 1:6-19; 2:1-7; Lucas 4:5-6; 2 Cor. 12:7; Heb. 2:14), quien bus-
ca perturbar, derrotar y destruir la obra de Dios que se realiza a
través de los creyentes en este mundo (Ef. 6: 10-18; 1 Pedro 5 :8-9).

¿Cuál es el poder delegado que el diablo y sus demonios po-


seen? En ocasiones, y bajo el permiso divino, estos espíritus malig-
nos tienen poder sobre los gobiernos humanos (Mateo 4:8-9; Lucas
4:5-6), poder de infligir enfermedad física y muerte (Job 2: 1-7; Mar-
cos 5:2-13; Lucas 13:11-16, 1 Cor. 5:5; 2 Cor. 12:7; Heb. 2:14), el
poder de poseer a los no creyentes y oprimir a los creyentes (Marcos
5: 1; Lucas 22:31-32, Hch. 5:3), el poder de engañar y motivar a
merodeadores, líderes, ejércitos, naciones y gobiernos (1 R. 22: 19-
23; 2 R. 6:13-17; 1 Cr. 21:1-14; Job 1:6-17; Lucas 4:5-6; Apoc.
2: 10; 13:7; 20:2-3), el poder de causar desastres naturales (Job
1: 18-19), el poder de realizar milagros engañosos (Mateo 7:21-23; 2
Tes. 2:8-10; Apoc. 13: 13-15), el poder para engañar y devorar a los
creyentes (Ef. 6: 10-11; 1 Pedro 5:8-9); y el poder para cegar a los
incrédulos a la verdad del evangelio y anular la eficacia del mismo
mensaje del evangelio (Mateo 13:19; Marcos 4:15; Lucas 8:12; 2
Cor. 4:3-6).

Como creyentes esforzándose para mantener nuestra postura


a favor de Dios, dando testimonio de su verdad y gracia, y ganando
75
audiencia para el evangelio, debemos esperar oposición satánica,
asechanza y engaño (Ef. 6: 10-18). Esto puede ser muy sutil y muy
poderoso (1 Pedro 5:8-9). Podemos incluso ser atacados en nues-
tros motivos más puros, mayores intereses o supuesta fortaleza en
la fe (Mateo 16:21-23; Lucas 9:53-56; 22:31-32).

Hay dos realidades que son de suma importancia y gran con-


suelo para el creyente: en primer lugar, Satanás [del hebreo "Adver-
sario") o el diablo [delgriego "Calumniador"] es un ser creado. Él no
es omnipresente y posee sólo un poder delegado. Él está bajo el
control de Dios y, aún con toda su ira, él no puede vencer al propó-
sito divino. En segundo lugar, empezando por su tentación en el
desierto, su obra en la cruz, y su resurrección y ascensión a la
gloria, el Señor Jesucristo ha comenzado a destruir [Literalmente:
'desmantelar') las obras del diablo y en última instancia va a ani-
quilar todo el reino de las tinieblas con todas sus facultades (Gn.
3:15; Mateo 4:1-11; 16:18; Lucas 11:18-23; Jn. 12:27-31; 1 Cor.
15:20-26; Col. 2:14-15; Heb. 1:1-4; 1 Jn.3:8). Aunque el diablo to-
davía" deja ver astucia y gran poder, con furia y con afán [acósanos
Satán], cual él no hay en la tíerra",' aún así "mayor es el que está en
vosotros que el que está en el mundo" (1 Jn. 4:4; Mat. 28: 18; Col.
1: 12-17; Heb. 1:3). Nuestra fuerza está "en el Señor, y en el poder
de su fuerza", no en nosotros mismos. Entonces creamos, confie-
mos, oremos, amemos al Señor y sirvámosle con fidelidad, estando
armados con toda la armadura de Dios (Ef. 6:10-18).

Pregunta 132: ¿Cuál es el consuelo del creyente a lo largo


de la vida, en su lecho de muerte, y en la hora de su muerte?

Respuesta: El consuelo del creyente a lo largo de la vida,


sobre su lecho de muerte y en la hora de su muerte está en la
gratuita gracia soberana y el amor divino del pacto manifesta-
do en su propósito eterno, infalible y redentor a través del Se-
ñor Jesucristo. Esto nos da una cierta anticipación de la resu-
rrección en gloria.

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen
de su Hijo,para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos tambiénjustificó; y
a los que justificó, a éstos también glorificó.¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios
es por nosotros, ¿quién contra nosotros?"(Romanos 8:28-31)
Vea también: Jn.5:24; 6:37, 44; Romanos 8:18-23, 28-39; 2 Cor. 1:9-10;
4:17-18; 5:1-8; Ef. 1:3-14; Fil. 1:6; 1 Tes. 4:13-18; 5:23-24; 2 Timoteo 2:19;
4:18; 1 Jn. 3: 1-3; Judas 23-25.
76
COMMENTARIO

El Consuelo verdadero y duradero del creyente no debe, en


últíma instancia, descansar en su experiencia religiosa subjetiva,
sino en la verdad objetiva de la revelación divina. La demencia, le-
siones graves, males y enfermedades mentales pueden privar al cre-
yente de su experiencia o servicio religiosos pasados, y de su segu-
ridad subjetiva. Las promesas de Dios permanecen firmes, a pesar
de las experiencias variadas que el creyente pudiera tener. La espe-
ranza definitiva y el consuelo de un hijo de Dios es la gracia gratui-
ta y soberana, y el amor de pacto del Dios Todopoderoso hacia los
suyos. El Pacto eterno de la redención y gracia es tan inmutable
como su gentil y amoroso Autor, y es tan infalible como su Santa
Palabra. Vea la pregunta 66. Nuestra unión con Cristo es indisolu-
ble. Vea la pregunta 77. Su plenitud y cumplimiento resultarán en
nuestra resurrección en gloria. El poder del pecado que ha sido
quebrantado en nuestra vida presente dará lugar a la dicha eterna
y la libertad de todos y cada uno de los pecados, e incluso de su
misma presencia. Vea la pregunta 169. El amor pactado del Señor
Jesús, que ahora nos sustenta, se consumará en la plenitud de
gloria.

Esto no quiere decir que Dios no conceda a veces a creyentes


moribundos una plenitud inusual de fe, una muestra del cielo, una
bendita premonición y la expectativa de lo que será la gloria venide-
ra estando con Cristo, "que es muchísimo mejor" (Fil. 1:23). Pero
incluso las experiencias jubilosas pueden ser engañosas si no son
la extensión de una vida santa y piadosa (Salmos 73:3-4; Mateo
7:21-23).

La realidad plena de la salvación gratuita solo por gracia nun-


ca llegará a ser tan completamente evidente o gloriosa como cuan-
do estemos delante de nuestro Dios, y el estado de gracia dará paso
al estado de gloria (Romanos 8: 18-23; 2 Cor. 5: 1-2, 8; 1 Jn. 3: 1-3).

Estamos destinados para la gloria eterna, pero mientras tan-


to, tenemos que soportar las aflicciones, pruebas y adversidades en
nuestra vida presente y seguimos siendo ignorantes en cuanto a
cómo debemos orar en estas circunstancias. Pero Dios, en Roma-
nos capítulo ocho, nos ha dado un cimiento o quíntupla de funda-
mentos para nuestra fe y estímulo presente en tales aflicciones y
pruebas: en primer lugar, la presencia y el poder del Espíritu Santo
como el impulsor de nuestras vidas (8: 1-11). En segundo lugar, el
poder y el testimonio del Espíritu Santo en la mortificación del pe-
77
cado, el acceso al Padre y el conocimiento de nuestra identidad
espiritual (v. 12-1 7). En tercer lugar, la verdad de que nuestra gloria
futura no será proporcional a nuestras aflicciones presentes (v. 18-
25 ). En cuarto lugar, la realidad de la ayuda del Espíritu Santo en la
oración para superar nuestra ignorancia en nuestras circunstancias
actuales. (v. 26-27). En quinto lugar, la confianza de que Dios está
obrando todas las cosas para nuestro bien (v. 28-30). La fe salvadora
se apega a esta verdad y nos sostiene a través de las pruebas y adver -
sidades de nuestra vida presente (Romanos 8:35-39).
La gloria de la gracia soberana debería humillarnos extraordi-
nariamente y llenar nuestros corazones y almas con amor y agrade-
cimiento continuo (Romanos 5:5; 1 Jn. 4: 19). Lo que llegue a suce-
der en nuestra vida presente, no puede anular la infalibilidad del
amor divino. Los creyentes pueden contraer enfermedades debili-
tantes, pueden perder la razón y los recuerdos a través de percan-
ces, infartos cerebro vasculares o demencia o pueden sufrir mucho
en manos de los hombres por su fe antes que Dios los llame al
hogar consigo, sin embargo sus promesas están siempre firmes, su
misericordioso propósito es inalterable y su amor inmutable (Ro-
manos 8:28-39). ¡Que nuestra fe eche mano de tal verdad!

Pregunta 133: ¿Mueren todos los creyentes con plena se-


guridad, consuelo y resplandeciente expectativa de la gloria?

Respuesta: Algunos pueden morir súbitamente y sin pre-


paración inmediata, otros pueden tener tiempo para preparar-
se adecuadamente . Algunos pueden morir en debilidad de fe o
mentalmente incapacitados, otros pueden morir con gran fe y
esperanza de la gloria. Pero todo el que muere en el reposo por
la fe en el Señor Jesucristo, independientemente de la vivencia
al momento de fallecer, están destinados para la gloria eterna.

"Mehas guiado según tu consejo.Ydespués me recibirás en gloria."


(Salmos 73:24)
"Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al
corazón sabiduría." (Salmos 90:12)
"Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primo-
génito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también
llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a
éstos también glorificó."(Romanos 8:29-30)
Vea también: Job 19:23-27; 2 Cor. 4:17-18; 13:5; 1 Tes. 4:13-18; 2
Timoteo 1:7-10; 4:6-8; Heb. 2:9-15; 1Pedro1:3-9; 2 Pedro 3:10-14.

78
COMENTARIO

Nosotros simplemente no conocemos el futuro inmediato. Aun-


que por fe, a través de la Palabra de Dios, entendemos el futuro
final y sabemos que nuestro Padre Celestial tiene nuestro destino
en sus manos, no conocemos el día, la hora o las circunstancias de
nuestra muerte; pero sí sabemos que todas las cosas, incluyendo
este último enemigo, están bajo el control soberano del Señor Je-
sús (Apoc. 1: 10-18). Algunos creyentes nunca morirán ( 1 Tes. 4: 13-
18). En nuestra vida presente, hemos de vivir por fe (Romanos 1: 17;
Gál. 2:20), sirviendo a Dios de acuerdo a su Palabra y confiando en
él de acuerdo a sus promesas (Romanos 8:28). Esto significa tener
fe en y bajo toda circunstancia encomendándonos a Dios, a su pro-
pósito amoroso y a su cuidado providencial.

Hemos de ser gobernados y guiados por fe, no por nuestros


miedos. Sin embargo, todos, incluso los más piadosos, a veces se
tornan temerosos, y la fe no siempre es una constante en nuestras
vidas (Hch. 18:9-10; 2 Cor. 4:8-18; 7:5). La incredulidad es natural
a nuestros corazones y se expresa en todo tipo de sutilezas. La cura
para la incredulidad es siempre la misma: hemos de pedir por un
aumento de fe y descansar en las promesas de la Santa Palabra de
Dios. La fe salvadora es la fe cristiana, y esta fe es el don de la
gracia de Dios (Hch. 18:27; Ef. 2:4-10). Esta fe se alimenta de la
Palabra de Dios (Romanos 10:17).

Los patriarcas, aunque "están muertos" para este mundo, es-


tán vivos en la presencia de Dios (Mateo 22:23-32). El creyente ex-
perimentará el morir, pero nunca va a experimentar la muerte final.
La muerte en toda su realidad y finalidad es la separación definitiva
de Dios, y ésta ya ha sido superada para el verdadero creyente en
Jesús (Jn.5:24; 2 Timoteo 1 :8-9). Nuestro Señor murió y ha salido
victorioso de la tumba. Y también nosotros, porque se nos ha traído
a unión viva e inseparable con él. Vea la pregunta 165. ¡Gocémonos
en la gracia libre y soberana de Dios!

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