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Guillermo Boido

Noticias
del planeta
Tierra
Galileo Galilei
y la revolución científica
etUh.r;l
NOTICIAS DEL PlANETA TIERRA
pro pernicano (y por tanto subversivo) que sus anteriores manifiestos púb' os en
favor e la libre indagación cientifica, presentados en sus cartas teoló' s, en el
Los arquitectos del universo.
Saggiato y en el Dialogo, textos escritos para hombres de mundo, no es y digna-
tarios de la· lesia. En todo momento y lugar, bajo distintas aparie las, publicista Cosmología y astronomía
de la nueva ci cia, mordaz crítico de los "doctores de la memori , expositor de la en la antigüedad
teoria de los pro ctiles, teólogo por imperio de las circunstan . s, profesor univer-
sitario o cortesano, andilocuente o reflexivo, arriesgado o dente, indagador de
la verdad o astuto em stero, Galileo es uno y lo mismo. on modestia, este libro
pretende rescatar minim nte tal integridad, a riesgo e que la mecánica y la as-
tronomía invadan sin pudor territorio de la litera a italiana o la geopolítica eu-
ropea el de la hermenéutica bí . a. A propósito d les complejidades, su autor no
ha encontrado otra solución que a 'tir la con aicción historiográfica y documen- Caos y cosmos
tal actual a propósito de Galileo y so eterla sus lectores; habla con las imágenes
fragmentarias que ha heredado, y deleg a esponsabilidad de tener que hacerlo de
este modo en los disímiles escenarios
para que en ellos se desarrolle la tr
an construido los expertos en Galileo
histo .ca que lo tiene como protagonista.
¿Qué hacer con Galileo? ¿Cómo barcar su 1 esante presencia, su vigencia, su
E n un célebre relato de Isaac Asimov, Nighifall, los habitantes de un remoto
planeta desconocen la noche, pues siempre se halla presente al menos un sol
en el cielo. Pero en cierto momento ocurre una circunstancia que, según el
lector comprende a medida que se desarrolla la trama, sólo acontece excepcional-
contradicción permanente, su inn able significació cultural, su feroz afirmación de mente: la puesta a la vez de los tres soles que iluminan el planeta. Cuando el últi-
un modernismo que hoy se re .ste a morir? El histon or PierreThuillier lo ha lla- mo de ellos se hunde en el horizonte, anochece. Objeto hasta entonces de mitos y
mado "una de las principale figuras del panteón de Occ ente", ·pero allí sólo habi- leyendas, las estrellas emergen de la oscuridad. Un orden natural parece haberse
tan los difuntos y Galileo arece estar más vivo que nunca. ingún seminario, estu- destruido y se manifiesta el caos. La percepción de la profundidad del espacio exte-
dio o debate de corte adémico, ningún andamiaje teórico par e estar destinado a rior se vuelve insoportable, la población enloquece, enciende grandes hogueras y fi-
apresarlo sino, más en, por el contrario, a engendrar más pági s de un libro in- nalmente se autodestruye por el fuego.
evas imágenes fragmentarias de un Galileo que niega a aban- La convicción de que existen regularidades o leyes en la naturaleza vuelve tran-
donar el y sumergirse en el olvido. Pues de aquel que fuera a a vez hom- quilizador y confiable nuestro mundo. Sugiere la idea de cosmos, una palabra de ori-
to, el único, el íntegro, el que sigue con nosotros, sólo caE 'a hablar gen griego que significa "orden". Si concebimos un universo ordenado y creemos
nitud en el lenguaje de la pasión. Pero de haberlo hecho así, SI recu- haber logrado cierta comprensión de las leyes que lo gobiernan podemos predecir
. curso, a la fragmentación, a las múltiples imágenes que nos devuelve os acontecimientos: al cabo de la noche retomará el día, la semilla de trigo se conver-
espej rotos de la historia, este libro nunca hubiera podido ser escrito. Resigna' tirá en trigo, el agua de esta vasija hervirá si se la calienta lo suficiente. Así, creer
m te, pues, hemos debido optar. que el universo es cosmos antes que caos gravita decisivamente en nuestra vida co-
tidiana. No esperaremos encontrar un patio cubierto de nieve cuando amanezca en
el trópico, pero sí que los cachorros de gatos sean gatos y no unicornios. ¿En qué
consiste el orden del universo? ¿Cómo se manifiesta? ¿Cómo haremos para descubrir
las regularidades de la naturaleza? Distintas culturas, aun las más antiguas, intenta-
ron dar respuesta a estas preguntas. Crearon para ello cosmologías, es decir, siste-
mas de creencias (de fundamento diverso) acerca de la estructura del universo. De
hecho, la ciencia moderna es uno de esos intentos.
Las primeras cosmologías de las que tengamos noticias fueron elaboradas por la
necesidad de otorgar sentido a los fenómenos naturales, a la vida humana y a los
actos cotidianos. En la cosmología de los pueblos egipcios que habitaron las orillas
del Nilo, éste desempeña un papel preponderante, pues las tareas agrícolas estaban
estrechamente vinculadas con los períodos de crecimiento y decrecimiento de sus
aguas. La Tierra es una enorme bandeja alargada que se extiende a lo largo del Ni-
lo y cuyos bordes son las montañas que delimitan el mundo, mientras que una ban-
deja similar, invertida, constituye la bóveda celeste. Los dioses del agua y del aire
impiden que este universo finito y protector se disgregue. El gran dios Ra, el Sol,
navega en su barca celeste, ciclicamente, y garantiza la previsible sucesión de los
días y las noches. La Vía Láctea es la hermana celeste del Nilo. El universo ya no
genera indefensión y temor: es nuestra casa.
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Los ARQUITEClOS DEL UNIVERSO COSMOLOGIA y CIENCIA
Sin embargo, es vano tratar de hallar en estas suposiciones cosmológicas primiti- ca caracteristica del pensamiento griego. Ninguno de estos puntos de vista, sin em-
vas la pretensión de ofrecer, a partir de ellas, explicaciones detalladas de los fenó- bargo, satisfaria los criterios de un epistemólogo como Karl Popper, para quien la
menos celestes. ¿Por qué en verano el arco descrito por el Sol tiene mayor longitud ciencia occidental "no empezó con la recolección de observaciones sobre naranjas si-
que en invierno? ¿Por qué en ciertas épocas del año Marte se hospeda en la región no con intrépidas teorias acerca del mundo". De coincidir con Popper, el acta de na-
de Escorpio y en otras en la de Sagitario? Preguntas de esta naturaleza sólo pudie- cimiento de la ciencia quedaria fechada en el siglo VI a.c., o poco antes, con el sur-
ron ser formuladas después de que en el seno de ciertas culturas surgiera la nece- gimiento de las audaces cosmologías teóricas debidas a los filósofos presocráticos.
sidad de realizar observaciones astronómicas detalladas, por razones de culto, para Más allá de estas controversias, no hay duda de que el carácter teórico de la
elaborar calendarios, para orientarse en el mar o para predecir eventos de interés ciencia griega signó de modo irreversible el desarrollo cultural de Occidente. De allí
agricola. Entre los egipcios, la creciente anual del Nilo configuraba un acontecimien- en más, una cosmología aceptable no habría de ser una mera constelación de creen-
to de la mayor importancia económica y social, y era posible prever su inicio pues cias que nos brinde, con el auxilio de los dioses, la calidez de un hogar. Las supo-
acontecía cuando la estrella Sirio despuntaba al alba junto con el Sol. Hace más de siciones acerca de la naturaleza deben además satisfacer requisitos de contrastación
4000 años, sacerdotes babilónicos ordenaron la confección de tablas astronómicas empírica, esto es, acordar con las observaciones en el mayor grado posible. Por
en las que se indicaba la posición, con respecto a las estrellas, de los planetas, el ejemplo, en la cosmología de Anaximandro (siglo VI a.c.), el universo es infinito en
Sol y la Luna a lo largo del tiempo. Se conservan notables registros de Venus, el espacio y en el tiempo, las cosas se desarrollan a partir de una sustancia prima-
acompañados por predicciones meteorológicas, de la época del emperador Amisadu- ria, la Tierra es cilíndrica y permanece suspendida en el aire, el Sol es un hueco si-
ga (alrededor de! siglo XX aC.), que prueban la existencia de una tradición astro- tuado en el borde de una enorme rueda que gira, las estrellas son agujeros en una
nómica establecida. Las regularidades de los fenómenos celestes que pusieron en sustancia oscura a través de la cual percibimos un fuego cósmico y la vida se origi-
evidencia estas observaciones permitieron construir calendarios muy precisos e in- nó por la evaporación de las aguas. Anaximandro pretende hacer concordar estas su-
cluso predecir eclipses. posiciones con los fenómenos que observa, y su universo semeja una maquinaria su-
Aún hoy, la gran masa de datos acumulados sobre las alturas de las mareas per- jeta a leyes naturales, inexorables, ajenas por completo al capricho de los dioses.
mite predecirlas día a día con un margen de error ínfimo. No necesitamos para ello No menos audacia revelan las cosmologías atomistas de los griegos Leucipo y
preguntamos a qué obedecen las mareas, qué leyes teóricas las explican y cómo ha- Demócrito (siglo V a.C.), de Epicuro (siglo IV aC.) y del romano Lucrecio (siglo 1
briamos de proceder, a partir de ellas, para estimar sus alturas. Tal fue lo aconteci- aC.). El universo es infinito y en un mar de vacío se mueven incesamente los cons-
do con aquellos antiguos registros. No hay rastros documentales de que los babilo- tituyentes indestructibles de la materia, los átomos, inobservables, increados y exis-
nios dispusieran de una teoria astronómica, esto es, de una serie de suposiciones tentes en número ilimitado. Los átomos difieren en cuanto a su forma, tamaño y,
acerca de las posiciones relativas de la Tierra, el Sol, la Luna, los planetas y las es- quizá, lo que hoy llamariamos "masa". Se hallan en continuo movimiento, y sus des-
trellas, y de sus movimientos relativos, capaces de explicar y predecir los fenóme- plazamientos dan lugar a choques que originan rebotes; o bien, si aquellos que coli-
nos que acontecen en el cielo. No se formularon en esos términos sus preguntas so- sionan están provistos de ganchos o puntas, a la formación de cuerpos compuestos.
bre el cosmos. Bastó para las necesidades inmediatas de aquellos pueblos la cons- Así, por ejemplo, las sustancias duras, como los metales, están constituidas por áto-
tatación de regularidades empíricas y la capacidad predictiva de éstas. La exigencia mos en forma de garfio que se unen entre sí, mientras que las sustancias ligeras, co-
de ofrecer modelos y explicaciones teóricas fue patrhnonio de una cultura posterior: mo el fuego, lo están por átomos redondos, pequeños y lisos. Las configuraciones y
la de los griegos del primer milenio anterior a Cristo. cambios de todo orden que advertimos en la naturaleza se deben a la agregación y
separación de átomos. Las cualidades sensibles, e! color y el sabor, por ejemplo, no
son instrinsecas de los cuerpos, sino sólo adiciones de la mente perceptora: sólo son
Cosmología y ciencia reales los átomos y el vacío. Percibimos una rosa roja, pero el rojo está en nosotros.
La rosa sólo es una agrupación de átomos en un mar de vacío. La Tierra es un cuer-
La pregunta por los comienzos de la ciencia es de una gran complejidad, pues po más entre tantos, formado por la unión accidental de estas partículas indivisibles.
presupone una concepción previa acerca de la naturaleza, los objetivos, la estructu- Hay infinitos cuerpos como el Sol, la Tierra, los planetas y las estrellas, ninguno de
ra y la metodología que atribuimos a la ciencia misma. Pero no existe, en la actua- ellos en reposo, y no existe centro del universo pues el universo no es finito.
lidad, consenso generalizado acerca de qué debemos entender por ciencia, como lo Por su parte, Filolao, un pitagórico del siglo V a.C., supuso la existencia de un
demuestran las furiosas controversias epistemológicas al respecto. Es posible adop- fuego central alrededor del cual giran los cuerpos celestes, incluidos el Sol y la Tie-
tar una concepción de la ciencia que la vincule estrechamente con la manipulación rra, objeto éste que no goza del más IIÚnimo privilegio en su infinito universo. La
de la materia y la invención técnica, por lo cual aquellos ancestros que ingresaron Luna es un cuerpo similar a la Tierra y está habitada. En esta concepción pitagóri-
al paleolítico con la herramienta de piedra, el fuego y el lenguaje ya estarian practi- ca del universo, e! valor IIÚStiCO atribuido a los números desempeña un papel cru-
cando rudimentaria ciencia. Sin llegar a tales extremos, ciertos filósofos podrán afir- cial: "el número es la esencia de todas las cosas". Según la tradición, Pitágoras ha-
mar con sólidas razones que la astronoIIÚa babilónica, coI! su énfasis en la recopila- bría descubierto que existe una relación estrecha entre el tono que emite una cuer-
ción de observaciones y la búsqueda de regularidades, señala una etapa fundacional da vibrante y su longitud. Los sonidos armoniosos (consonantes) se producen cuan-
de la investigación científica, aunque no hallemos todavía en ella la exigencia teóri- do las longitudes de las cuerdas se hallan en relación de números enteros y peque-
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Los ARQUITECfOS DEL UNNERSO ARMoNIÁs PlANETARIAS: PLATÓN

ños, y así la razón 2/1 origina la octava, la razón 3/2 la quinta y la razón 4/3 la cuatro horas, aunque, desde luego, sólo percibiría estrellas durante la noche. De no
cuarta. De este modo, los pitagóricos definieron la escala musical que serviría de existir la luz diurna, el panorama estelar que desfilaría ante el observador en 24 ho-
fundamento a todas las posteriores. El episodio fue considerado clave para descifrar ras sería idéntico al que resultaría de fotografiar el cielo a la misma hora, noche tras
el "misterio del universo" en términos numerológicos: en su eterno orbitar alrededor noche, a lo largo de un año.
del fuego central, los cuerpos celestes emiten la "música de los planetas", inaudible ¿Cómo explicar este comportamiento de las estrellas? Hay para ello una respues-
para nuestros oídos mortales. Veintidós siglos después, el gran astrónomo alemán ta de larga data. Basta suponer que la Tierra, esférica e inmóvil, ocupa el centro del
Johannes Kepler afirmará haberla escuchado. . universo, y que las estrellas se encuentran clavadas cOmo tachuelas en la parte in-
Mero cuerpo navegando al azar o girando como un astro cualquiera alrededor de terna de una inmensa superficie esférica cuyo centro coincide con el de la Tierra y
un gran fuego, la Tierra será poco después un satélite del Sol. En el siglo IV aC., que rota uniformemente alrededor del eje norte-sur. Este eje forma con el plano del
el astrónomo griego Heráclides explica la sucesión de los días y las noches como horizonte un ángulo igual a la latitud del lugar de observación, y la así llamada "es-
una ilusión óptica provocada por la rotación diaria de la Tierra Un siglo más tarde, fera de las estrellas fijas" invierte 23 horas y 56 minutos en realizar cada giro. Pues-
su colega Aristarco de Samos remachará el clavo, agregando al movimiento de rota- to que nuestro observador realiza su observación cada 24 horas y en una misma di-
ción diaria de la Tierra el de revolución anual alrededor del Sol. la teoría de rección, la diferencia de cuatro minutos hace· que, noche a noche, 10 que observa se
este "Copérnico de la antigüedad" no recibió adhesión alguna Por entonces ya pre- irá modificando a medida que transcurren los meses. El desfile se completará una
dominaba la certeza de que el universo está constituido por una Tierra esférica, in- vez transcurrido un año, pues la acumulación de cuatro minutos a lo largo de 360
móvil, situada en el centro de una serie de caparazones que; como capas de cebo- días equivale a 24 horas. Tal modelo teórico también explica satisfactoriamente por
lla, giran en tomo de ella y transportan respectivamente a la Luna, al Sol, a los pla- qué ciertas estrellas sólo son visibles desde determinadas latitudes, o por qué a
netas y a las estrellas. Y que más allá de la última caparazón, la que contiene a las otras, desde un mismo pUJito de la Tierra, se las observa durante todo el año.
estrellas, no hay nada, ni espacio ni materia. En este universo amurallado, finito, Mas no sólo de estrellas se compone el firmamento. Hay astros cuyo éomporta-
único, no existen átomos ni vacio, la materia es continua y ocupa todo punto conce- miento es mucho más complejo, pues, además de acompañar .a las constelaciones en
bible: en la historia de la cosmología había ingresado Aristóteles. su rotación diaria, se despla7..an con relación a ellas a medida que transcurren los
días, meses y años. Son. los planetas. La palabra deriva del griego: significa "erran-
te" o "vagabundo". Desde la antigüedad el término fue aplicado no sólo a Mercurio,
Armonías planetarias: Platón Venus, Marte, Júpiter y Saturno sino también a la Luna y al Sol, astros que se com-
portan "como hormigas sobre una rueda de alfarero", según la pintorésca analogía
Una de las manifestaciones más ostensibles del carácter teórico de la ciencia del arquitecto romano Vitruvio. El problema central de la astronomia teórica fue, a
griega se vincula con la pretensión de ofrecer una explicación plausible de los fenó- partir del siglo IV aC., época de Aristóteles, explicar la complejidad de sus movi-
menos que se observan en el cielo a lo largo de los días, meses y años. El disímil mientos con respecto al telón de fondo de las estrellas fijas.
comportamiento de estrellas y planetas a medida que transcurre el tiempo es noto- ¿Por qué podemos afirmar que el Sol, por ejemplo, es un astro vagabundo? Bas-
rio. La posición relativa de las estrellas no se modifica y por ello es posible agrupar- ta observar, poco antes de su salida o poco después de su puesta, en qué constela-
las en regiones al modo en que se parcela una gran superficie de tierra Los astró- ciones se halla A 10 largo del año se irá desplazando hacia el este a través de do-
nomos actuales han dividido el cielo en ochenta y ocho sectores, las constelaciones, ce de ellas, las constelaciones zodiacales o "casas del Sol" que constituyen el Zodía-
cuyos límites son convencionales e irregulares, mas aún hoy, en cada uno de ellos, co. Si se marcan en un mapa estelar las posiciones que el Sol ocupa diariamente y
es posible reconocer las agrupaciones de estrellas brillantes que las culturas anti- se unen dichos puntos veremos que queda trazada, al cabo de un año, una curva
guas identificaron con dioses, héroes o animales: el guerrero Orión, el escorpión, el que atraviesa las constelaciones zodiacales: la eclíptica. Esta, un círculo miíximo de
toro. El grupo de cuatro estrellas que llamamos "Cruz del Sur" forman parte desta- la esfera estelar, acompaña a las estrellas en su movimiento diurno, y el Sol, a su
cada de un sector más amplio, la constelación Crux (cruz, en latín). Sin embargo, el vez, se desplaza a lo largo de ella Completa su recorrido al cabo de un año. Este
comportamiento de las estrellas a los ojos de un observador nocturno y persistente movimiento del Sol sobre la eclíptica permite explicar la desigual duración de días
se revela intrigante a medida que transcurren las horas, los días y los meses. La ob- y noches en distintas épocas del año, esto es, las estaciones.
servación más inmediata es que entre el ocaso y el amanecer las constelaciones gi- La Luna, a su vez, se mueve en proximidades· de la eclíptica hacia el este a una
ran alrededor de un eje celeste norte-sur. Pero si se observa el cielo en una misma velocidad trece veces mayor que la del Sol, pues en algo más de ?:7 días visita las
dirección a la misma hora en noches sucesivas, se advierte que el panorama este- doce constelaciones zodiacales que aquél recorre en un año. Si en determinado mo-
lar sufre modificaciones, como si el observador estuviese asistiendo a un desfile de mento el Sol y la Luna se hallan en Aries, al cabo de un mes la Luna habrá comple-
constelaciones a través de una ventana En el horizonte este, a la medianoche, apa- tado su viaje y volverá a estar allí, mientras que el Sol apenas se habrá desplazado a
recen Hidra en noviembre, Virgo en enero, Ofiuco en marzo, Capricornio en mayo, la constelación zodiacal siguiente, Tauro. El resto de los astros vagabundos marcha-
Ballená en julio, Orión en setiembre y nuevamente Hidra en noviembre, un año des- rá cada uno según su propio ritmo. Marte demora 683 días, aproximadamente, mien-
pués de la primera ohservación. Esta sucesión de constelaciones será la misma que tras que Júpiter lo hace en algo más de once años. Para mayor desdicha del astró-
observaría alguien que a lo largo de 24 horas mirase hacia el horizonte este cada nomo, las velocidades con que los planetas recorren su trayecto zodiacal es variable

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Los ARQUITECTOS DEL UNIVERSO ARMONrÁs PLANETARIAS: PLATÓN
y el trayecto mismo es intrincado. La Figura 1 describe un tramo del movimiento de ejercitar el "intelecto innato del alma", paso previo para el acceso al mundo real de
Marte a través de Capricornio y Piscis: en promedio avanza hacia el este (movimien- las formas. A tal efecto, otorgó el mayor privilegio al estudio de la matemática, cien-
to directo) pero en ciertos momentos cambia de dirección, describe una suerte de cia de los números y las figuras, y en este punto se advierte la profunda influencia
rulo y luego retoma la dirección original. A este tramo del movimiento de un plane- que sobre él ejerció la escuela pitagórica. Puesto que el geómetra estudia las pro-
ta con respecto a las estrellas se lo llama retrógrado, y se comprueba que acontece piedades del círculo sin hacer referencia a círculos particulares, su conocimiento ma-
más de una vez a medida que el astro viaja a través del Zodíaco. Por lo demás, Mer- temático le permite hallarse en inmejorable disposición para acceder, en una etapa
curio y Venus siempre se hallan en proximidades del Sol, mientras que con los res- siguiente de intelección, a la "circularidad" que habita en el mundo de las formas.
tantes planetas ello no ocurre. Entendida en su pureza conceptual (y no como recurso de contadores y agrimenso-
res), la matemática, como afirma el propio Platón, cumple la noble función de "sa-
car el alma de lo que deviene para llevarla a lo que es". Para Platón, el movimien-
to aparente de los planetas, esto es, el que captan nuestros sentidos cuando contem-
plamos el firmamento, es antiestético y desordenado, y por ello es necesario intele-
gir la real armonía de los astros, en el mundo de las formas, con el recurso previo
a la geometria.
El problema de los planetas consistía, en el marco de la filosofía platónica, en po-
ner en evidencia que la Tierra, el Sol, la Luna y los restantes astros vagabundos
constituyen una totalidad ordenada y armoniosa, y que la irregularidad de sus movi-
mientos aparentes no es otra cosa que una mera ilusión de los sentidos. Platón no
pensaba que la solución del mismo fuese un aporte a la astronomia "práctica" de los
agricultores o los navegantes, a la que consideraba materia indigna para los intere-
ses de la filosofía; la respuesta a su problema no estaba destinada, por tanto, a ex-
plicar o predecir detalladamente la posición de los astros con el transcurso del tiem-
po. Por el contrario, afirmaba, para poder intelegir el orden reinante en el firmamen-
to es necesario recurrir a la geometria "y no perder el tiempo observando los cie-
Figura L A medida que transcurren los dias del año, el Sol recorre la eclíptica atravesando las
los". Sin embargo, más allá de esta pretensión filosófica original, el problema de los
doce constelaciones del Zodíaco hacia el este. El planeta Marte, representado en la figura en su via- planetas se volvió rápidamente un objetivo central de 'aquella astronomia que tanto
je desde la constelación zodiacal de Capricornio hacia la de Piscis, avanza en promedio también ha- desdeñaba Platón. Se convirtió en la búsqueda de una serie de suposiciones geomé-
cia el este, pero en ciertos tramos de su movimiento invierte el sentido de su marcha y realiza una tricas y cinemáticas que permitiesen calcular con la mayor precisión posible la posi-
retrogradación.
ción de los astros errantes con respecto a las estrellas. Dicho de otro modo, la pro-
puesta de Platón condujo al desafío de diseñar un modelo teórico planetario que, a
la manera de un instrumento, fuera capaz de predecir dónde se hallará determinado
Se atribuye a Platón, a principios del siglo IV a.C., el haber formulado por pri- astro errante en cada instante de su viaje zodiacal. Sin embargo, los astrónomos
mera vez la índole del problema que iba a desvelar a los astrónomos hasta la épo- conservaron dos condiciones adicionales que impuso Platón al formular su proble-
ca de la revolución científica. Detrás de lo que fluye y cambia, afirma Platón, de lo ma: que los únicos movimientos permisibles del modelo planetario. fuesen circulares
que captan nuestros sentidos, existe una realidad trascendente e inmutable: el mun- y a la vez uniformes, característica que presenta el de las estrellas fijas durante su
do real de las formas o ideas, en el que reinan la belleza, la perfección y la armo- rotación diurna. Se trata de exigencias estéticas, fundadas en la convicción platónica
nía, al que sólo es posible acceder por medio del intelecto. La pura evidencia sen- de que la· forma circular goza del más alto grado de perfección y de que la unifor-
sorial es contingente, engañosa, y el auténtico conocimiento es el conocimiento de midad del movimiento garantiza la mayor simplicidad posible del modelo. Entre el
las formas. Podemos dibujar con tiza o lápiz este o aquel círculo particular, hallar siglo III a.C. y principios del siglo XVII, al menos la primera de ellas fue aceptada
distintos objetos circulares en la vida cotidiana, y los sentidos nos permiten captar- por todos los astrónomos que abordaron el problema de los planetas (incluyendo a
los, pero la "circularidad" pertenece al mundo de las formas, de la cual aquellos Copérnico). No extraña que los historiadores la hayan llamado, irónicamente, la
círculos concretos, materiales e individuales participan o son copias imperfectas, "maldición del circulo".
irreales. Nuestro comercio con las cosas apenas nos permite obtener creencias y for- La primera respuesta .al problema de los planetas se debe a Eudoxo, un discípu-
mular opiniones acerca de lo concreto y particular, mas disponemos de facultades pa- lo de Platón. Imaginó un modelo constituido por superficies esféricas que giran uni-
ra'''distanciarnos" de los sentido.s y acceder, por medio de una intelección, al mundo formemente alrededor de ejes no coincidentes y que se intersectan en la Tierra. La
real de las formas, ahora sí contempladas en su inmediatez y sin intermedíaciones. superficie más alejada contiene a las estrellas y en su interior hay grupos de super-
Aunque el auténtico conocimiento se logre por medio de tal intelección, Platón ficies esféricas, uno para cada planeta; éste se halla ubicado en la superficie interna
reconocía sin embargo que existen procedimientos que ofrecen la posibilidad de de cada grupo ysu movimiento resulta de la composición de rotaciones de todas las
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Los ARQUITECTOS DEL UNIVERSO INTRODUCCIÓN A ARISTÓTELES

superficies del grupo alrededor de sus correspondientes ejes. En total, Eudoxo de- chamente con lo que en la Edad Media se lIamará la esencia de una cosa. Según
bió introducir veintisiete superficies esféricas para poder explicar las retrogradacio- ,Aristóteles, el acceso a la fonna se logra por generalización a partir de la experien-
nes particulares de cada planeta. El modelo semeja una suerte de giróscopo y sus cia sensorial; la fonna es la identidad que persiste a través de la variedad y los cam-
detalles no nos interesan aquí, pero basta mencionar una buena razón para que los bios percibidos por nuestros sentidos. Este caballo es lo que es por su fonna, inde-
astrónomos posteriores no lo aceptasen. Puesto que cada planeta está ubicado en pendientemente de sus accidentes: podrá ser pequeño o grande, tener este color o
una superficie esférica cuyo centro es la Tierra, su distancia a la misma pennanece aquel otro, cambiar su tamaño o color a medida que crece, pero siempre será un
constante. El modelo no explica por tanto un fenómeno bien conocido: cuando un caballo por la perduración de su fonna. Como resultado de una actividad intelectiva,
planeta retrograda, su tamaño aparente y su brillo aumentan, lo cual parece indicar podemos separar en el pensamiento la fonna de las cosas de las cosas mismas, en
que en esos tramos el planeta se acerca a la Tierra. Todo lo cual obligó a los as- cuyo caso tendremos un "concepto"; en el caso anterior, el "concepto caballo", La
trónomos a buscar otros procedimientos para abordar el problema de Platón. materia, por su parte, es lo que permite que cada ser individual sea lo que es: este
De resultas de ello se configuró una tradición astronómica vinculada con el nom- caballo y ningún otro. Consiguientemente, se vincula con los accidentes de los obje-
bre de Ptolomeo y que fue heredada por el joven Copémico en el siglo XV, época tos particulares tal como se manifiestan a nuestros sentidos. Mas sin materia no ha-
en la cual el problema de los planetas aún no había sido resuelto. I.a propuesta de bría seres particulares ni por lo tanto fonna; a su vez, la fonna (a diferencia de lo
Eudoxo hubiese pasado inadvertida de no haber tenido un impacto histórico sorpre- que pensaba Platón) no es concebible sin materia: no existe materia. sin fonna, ni
sivo en un ámbito mucho más amplio que el de la astronomía planetaria. A su con- fonna sin materia. Esta doctrina se denomina hilemorfismo, pues en griego hyle sig-
temporáneo Aristóteles (que no era en absoluto un "astrónomo profesional") le re- nifica materia y morphe, fonna.
sultó muy convincente y la adaptó a las necesidades de su cosmología Por ello la Fonna y materia pueden ser entendidas de otro modo si consideramos. una se-
regíón celeste del universo. aristotélico se concibe como una superposición de capa- gunda distinción, clave para la metafísica aristotélica y su teoría del cambio, entre
razones esféricas a modo de capas de cebolla, móviles, centradas en la Tierra y que potencia y acto. Todos los seres son a la vez actuales y potenciales: son lo que son,·
contienen respectivamente a las estrellas, a Saturno, a Júpiter, a Marte, al SoL a Venus, pero, en principio, pueden llegar a ser otra cosa. El cambio es precisamente el trán-
a Mercurio y a la Luna Tal fue la deuda histórica de Aristóteles para con Eudoxo. sito de la potencia al acto, la actualización de una potencia. Una semilla es, en acto,
una semilIa, pero, en potencia, es a la vez un árbol; cuando la semilla se ha conver-
tido en árbol, la potencialidad de la semilIa (de ser árbol) se ha actualizado. Desde
Introducción a Aristóteles luego, la potencialidad supone ciertas disposiciones que podrán o no ser actualiza-
das, mas éstas no son arbitrarias: la semilla devendrá en árbol, mas no en caballo.
El objetivo de la metafísica de Aristóteles era la búsqueda de una realidad per- A la luz de esta distinción aristotélica, la fonna, principio activo de la sustancia, es
manente detrás de la pluralidad de los seres y de los cambios que se manifiestan a la fuente espontánea del cambio; la materia, por su parte, es un principio pasivo que
la percepción sensorial. El primero de estos problemas se resolvía a través de la no- implica la potencialidad para recibir los accidentes que se actualizan por la actividad
ción de sustancia. I.a sustancia es "el ser en sí", lo que "es en sí mismo", presente de la fonna En la sustancia de la semilla, la potencialidad de ser árbol radica en la
en todas las cosas particulares; en éstas, la sustancia sirve de sostén a los atributos materia, pasiva, mientras que la fonna, activa, es responsable de actualizar dicha po-
de cada una de ellas. Sin embargo, Aristóteles discriminaba entre atributos esencia- tencialidad; y el cambio se manifestará a nuestros sentidos, pues los accidentes de
les y accidentales. Cuando atribuimos a Juancito el ser hombre, contribuimos a sa- la semilla serán reemplazados por los accidentes del árboL
ber lo que es, mientras que si atribuimos a Juancito el ser delgado sólo decimos có- Según Aristóteles, la investigación científica consta de dos etapas. En la primera,
mo es. Este último "ser de las cosas" es un accidente: es esencial para Juancito el que hoy llamariamos "inductiva", se recurre a los datos percibidos por los sentidos
ser un hombre, mas no lo es ser delgado, pues bien podría ser obeso sin dejar por para obtener generalizaciones, las cuales penniten acceder por intelección a una for-
ello de ser hombre. El color rojo, un accidente, sólo "es" en los cuerpos rojos, mas ma universal, invariable a través de los cambios, y que constituye la llamada causa
no "es en sí mismo", no es sustancia Los accidentes (tales como la cantidad, la cua- formal de éstos. Definidas estas fonnas, se inicia un segundo proceso, hoy llamado
lidad o la posición) son inherentes a la sustancia, pero pueden cambiar sin que la "deductivo", con el auxilio de la lógica, para mostrar que los efectos observados se
sustancia se altere. Sin embargo, la recíproca no es posible: si no se alteran los ac- derivan de dichas fonnas, es decir, que son causados por ellas. Los efectos son con-
cidentes, la sustancia seguirá siendo la misma En la vida cotidiana percibimos los siderados como accidentes de alguna sustancia: una manzana verde se vuelve roja,
accidentes de las cosas a través de los sentidos, mas sólo podemos acceder a la sus- es decir, modifica su color (el accidente y la causa fonnalde este cam-
tancia por via del intelecto. bio es la fonna que, junto con la materia que hace que esa manzana sea ella y no
Para explicar la variedad de los seres que pueblan el universo, Aristóteles admi- otra, constituye la sustancia de la manzana. Por medio de los sentidos percibimos
te que en la sustancia coparticipan dos principios metafísicos igualmente reales: uno que se ha modificado un accidente, el color, pero sólo por intelección podemos ac-
de ellos, activo, es la forma; el otro, pasivo, la materia. (Aristóteles heredó estas no- ceder a la fonna o causa fonnal responsable del cambio.
ciones de su maestro Platón, pero afinnó que la fonna se halla en las cosas mismas Fonna y materia detenninan la naturaleza de una sustancia, y el comportamien-
y no en un mundo trascendente,} La fonna es aquello que hace que las cosas sean to natural de una cosa implica el acatamiento a su naturaleza. Está en la naturaleza
lo que son, que les confiere actividades y propiedades específicas: se vincula estre- de la piedra caer y en la de la semilla germinar. La sustancia no sólo es el aspecto

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Los ARQUITECfOS DEL UNIVERSO LA COSMOLOGrA ARISTOTÉUCA

intelegible de una cosa, sino también fuente activa de su comportamiento, en busca La cosmología aristotélica
de la completitud o plenitud de su naturaleza, 10 cual indica que todo cambio "natu-
ral" implica alguna clase de finalidad o meta preestablecida. Por último, la potencia- Aristóteles utilizó las consideraciones anteriores para diseñar la cosmologia más
lidad implícita en la materia sólo puede ser actualizada por medio de algún agente acabada de la antigüedad, destinada a explicar con la mayor coherencia posible, no
activo, en acto, principio que Aristóteles enunciaba diciendo que "todo lo que cam- sólo la variedad de los seres que percibimos en el cielo y en la Tierra, sino también
bia debe ser cambiado por algo". Mas este agente puede ser intrínseco o extrínseco sus cambios. No todas sus suposiciones fueron enteramente originales; por ejemplo,
a aquello que cambia. El primer caso corresponde al de una piedra que cae o al de sus ideas astronómicas provenían de Eudoxo, mientras que su concepción de la na-
una semilla que germina, que son cambios naturales; el segundo, al de una piedra turaleza de la materia terrestre (la teoria de los "cuatro elementos"), de un filósofo
que es alzada con la mano o una semilla que es devorada por un pájaro, cambios anterior, EmpédocIes. Pero la audacia y novedad de su obra radica en haber formu-
forzados o violentos, es decir, no naturales. En la Edad Media, el término griego pa- lado un ambicioso programa de síntesis, cuya culminación fue una propuesta relati-
ra designar un cambio cualquiera fue traducido al latín como motus, y el cambio de vamente coherente y unificada, que intenta a la vez dar cuenta del movimiento de
posición (lugar) fue llamado "movimiento local", equivalente a 10 que hoy llamamos planetas y piedras, de la conversión de ciertos materiales en otros, del nacimiento,
simplemente movimiento. En la filosofía natural aristotélica, el movimiento posee la evolución y la muerte de los seres vivos. Buena parte de este programa fue for-
cierta importancia intrínseca pues suele estar presente en los otros cambios, mas mulado y desarrollado en sus libros Física y Sobre el Cielo. Hoy resulta un lugar co-
también' son de interés los cambios de cualidad, como el de color o de temperatu- mún afirmar que su intento fue prematuro, pero es significativo que un programa si-
ra, y en particular de aquéllos caracteristicos de los seres vivos. milar, llevado a cabo dos milenios después con la revolución científica, tuviera éxito
En síntesis, una correcta explicación de los cambios o fenómenos obliga a iden- allí donde fracasó Aristóteles. De hecho, no surgió hasta el siglo XVII una cosmolo-
tificar siempre una sustancia (materia y forma), un agente activo responsable del gía rival que pudiese sustituir a la de quien fuera llamado simple y admirativamen-
cambio y una finalidad subyacente. Aristóteles reconoce entonces que, para la pro- te el Filósofo por sus seguidores medievales.
ducción de un efecto, se requiere la presencia de cuatro clases de causa, que deben Consideremos, en primer lugar, la constitución de la región celeste del universo
ser perfectamente especificadas. la primera, material, es la materia misma, suerte aristotélico, en la que habitan la Luna, el Sol, los planetas y las estrellas. El mode-
de receptáculo pasivo sobre el cual actúan las restantes causas; la segunda, formal, lo de Eudoxo, destinado a resolver el problema filosófico planteado por Platón, era
la forma activa que actualiza la potencialidad de la materia; la tercera, eficiente, el una construcción geométrica que sólo pretendía justificar a grandes rasgos las ob-
agente activo, en acto, que origina el cambio; la cuarta, final, la meta o finalidad a servaciones astronómicas, pero no describir una auténtica realidad física: sus veinti-
la que el cambio tiende y sirve. las dos primeras definen la sustancia de aquello siete superficies esféricas eran ideales matemáticos, no cuerpos sólidos. Pero ello no
que cambia; las dos últimas son responsables del cambio mismo*. En el caso del podía satisfacer a un cosmólogo como Aristóteles, quien, en calidad de tal, se halla-
movimiento, la sustancia permanece invariable (a diferencia de la corrupción, que ba mucho más cerca de lo que hoy llamariamos un físico, un químico o un biólogo
implica cambio de sustancia). la piedra que cae 10 hace por su propia naturaleza: su realista, es decir, alguien que intenta formular afirmaciones verdaderas acerca de la
materia y sll forma indican cuáles son las causas material y formal de la caída; la realidad. Aristóteles, a diferencia de su maestro Platón, no profesaba un culto abs-
causa eficiente es inherente a tál naturaleza, mientras que la causa final es el pro- tracto por la matemática y, de hecho, no se conoce ninguna contribución suya a es-
pósito de acceder a un "lugar natural" predeterminado, el centro de la TIerra. Se en- ta disciplina. Siguiendo a Eudoxo, concibió un mundo celeste constituido por capa-
tiende por qué, en la filosofía de la naturaleza que deriva del pensamiento aristoté- razones esféricas (o simplemente "esferas") vinculadas entre sí y destinadas a trans-
lico, la matemática es un recurso poco menos que inútil para determinar las cuatro mitir el movimiento de la esfera exterior de estrellas a las internas, en las que se
causas de un cambio o fenómeno cualquiera, y por qué, de todas ellas, la ciencia hallan los planetas, el Sol y la Luna. la esfera de las estrellas es movida por un
moderna sólo conservó la causa eficiente, única claramente concebible y que puede "motor inmóvil", entidad metafísica que es puro acto y pura forma, y que los
ser sometida al tratamiento matemático y al control experimental. Actualmente, la in- aristotélicos medievales identificarian con Dios. Para asegurar el correcto funciona-
vocación de causas finales queda reducida a ciertas formulaciones del evolucionismo miento de su universo, Aristóteles debió emplear 56 esferas, y el resultado semeja
y al vitalismo en biología, donde se admite que los procesos evolutivos o los fenó- un sistema físico de transmisión de movimientos antes que una construcción geomé-
menos biológicos responden a algún propósito o meta predeterminados, tales como trica o meramente cinemática como la de Eudoxo.
alguna clase de designio divino o plan de! universo. Estas posiciones, hoy un tanto Todo cuanto existe en el universo aristotélico está constituido por elementos,
desacreditadas, son llamadas teleológicas, pues en griego telas significa precisamen- cuerpos simples o primeras formas que recibe la materia a partir de los cuales se
te "finalidad". originan todas las cosas. A la región celeste corresponde un único elemento inco-
rruptible, el éter (o quintaesencia, en la terminología medieval), especie de cristal
que dará lugar a la denominación de "esferas cristalinas" para las caparazones pla-
netarias. El movimiento de 10$ astros es eterno. Con excepción de los movimientos
que resultan de la composición de, rotaciones uniformes de las esferas celestes, no
* Para -ciertos intérpretes de Aristóteles, sus "cuatro causas" no serían cuatro principios distintos sino cua-
tro sentidos en que hablamos de causa. Dado el carácter no especializado de este libro, evitaremos la con-
se admiten otros cambios en esa región perfecta, privilegiada. Tal perfección deriva
sideración de tales controversias. de su constitución por el incorruptible éter, inexistente en la TIerra y sus proximi-

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Los ARQUITECTOS DEL UNIVERSO LA COSMOLOGÍA. ARISfOTÉLICA

dades, y por ello no será posible advertir en los cielos generaCión, transfonnación o te busca su "lugar natural", el centro de la Tierra. Por el contrario, la llama ascien-
corrupción: aparición de nuevos planetas, desaparición dé estrellas, presencia de de, pues el lugar natural de su elemento predominante, ígneo, se halla en la región
manchas en el Sol. Pero algo muy distinto acontece en la región sublunar, es decir, contigua a la esfera lunar. Desde luego, podemos elevar una piedra con la mano u
en vecindades de la superficie terrestre y en la Tierra misma. Aquí predomina el obligar a la llama a que descienda soplando sobre ella, pero en este caso estamos en
cambio de todo orden, el movinúento, la generación, la descomposición, la transfor- presencia de movimientos forzados, no naturales, que requieren ser explicados por
mación y la muerte; todo cambio, en cuanto es la actualización de una potencia, im- agentes externos, sus causas eficientes: la mano y el aire, respectivamente. Cuando
plica un conúenzo y un final, lo cual no acontece en la región celeste. El movinúen- el agente externo deja de actuar, el cuerpo recupera el movimiento que le correspon-
to circular de los astros es eterno, pues carece de punto de partida o de llegada: es de por su naturaleza, y por ello, nuevamente, la piedra cae y la llama asciende.
una "actualización perpetua". No puede haber, para Aristóteles, distinción más tajan- El centro de una Tierra inmóvil y esférica ocupa, en la cosmología aristotélica,
te que la que existe entre los cielos y la Tierra. En la región sublunar los elemen- un lugar de privilegio. Es ante todo el centro del universo. (Aristóteles prueba, a su
tos son cuatro: térreo, aéreo, acuoso e ígneo. Esta doctrina de los cuatro elementos manera, por qué ambos puntos deben necesariamente coincidir.) También es el cen-
le pernúte a Aristóteles explicar vaga y cualitativamente la constitución de los mate- tro de las trayectorias circulares de los astros y el punto donde coinciden las trayec-
riales existentes a nuestro alrededor y sus transfonnaciones. Cuando se quema un torias rectilíneas, radiales, centrípetas o centrífugas, de los cuerpos de la región su-
leño verde, por ejemplo, se observa su descomposición en aquellos elementos prinú- blunar que describen su movimiento natural. La existencia de este punto privilegia-
genios: en el líquido que exuda, el humo que se desprende, las llamas que ascien-
den y las cenizas que perduran reconocemos la predominancia, respectivamente, de
los elementos acuoso, aéreo, ígneo y térreo que originariamente constituyeron la
°
do, el centro del universo, pernúte asignar a cada uno de los restantes un "arriba"
y un "abajo" perfectamente detenninados; si es el centro del universo y P un pun-
to cualquiera del núsmo, avanzar en la dirección OP es ir hacia arriba, subir, y ha-
madera De no rotar la esfera de la Luna, estos elementos se dispondrían en capas cerlo en la dirección contraria, PO, es ir hacia abajo, bajar. En Aristóteles, el espa-
concéntricas de acuerdo con su pesantez o levedad: un núcleo térreo seguido res- cio no es neutro sino activo, dinánúco: un cuerpo colocado en su lugar natural no
pectivamente por caparazones de los elementos acuoso, aéreo e ígneo. Pero ello no se moverá; en caso contrario, comenzará a hacerlo, dirigiéndose hacia aquél. Por
ocurre porque la esfera lunar transnúte su movinúento a la región que se extiende otra parte, el adnútir que existe un centro del universo impide que éste sea infinito.
por debajo de ella, la cual resulta así agitada y cambiante. La rotación de la esfera En un universo infinito no existen puntos ni direcciones de privilegio, ni por tanto
de las estrellas fijas es por tanto responsable de todos los cambios que acontecen en referentes para definir un "arriba" y un "abajo"; no puede haber allí lugares y movi-
el universo aristotélico. (Véase la Figura 2.) mientos naturales. El universo aristotélico debe ser por tanto linútado, y su línúte es
la esfera de las estrellas. No hay cabida, además, para otros mundos; éste, el nues-
tro, es el único concebible. Enemigo acérrimo de los atonústas, Aristóteles dedica
largos fragmentos de su obra a combatirlos. La existencia del vacío es, en sí misma,
Figura 2. Diseño del universo aristotélico y su es-
tructura de capas de cebolla, basado en un grabado una contradición en sus ténninos. De admitirla, añnna Aristóteles, deberíamos a la
anónimo del siglo XVI. Los elementos de la región su- vez aceptar la de un universo infinito, pues no habría razón para que una cosa en
blunar (1, 2, 3, 4) han sido colocados en sus lugares movimiento en el vacío deba detenerse "aquí y no allá". En el vacío un objeto po-
naturales. Adviértase que, como era frecuente en las dría moverse ad injinitum, conclusión que Aristóteles juzga absurda pues no hay
exposiciones no técnicas del medioevo, las caparazo-
nes esféricas han sido reducidas a una para cada pla- evidencia alguna de que existan cuerpos que se muevan de tal modo. Pero esto es,
neta, en lugar de las 56 que empleaba la cosmología precisamente, lo que sucedería si existiese el vacío; por tanto, la existencia del va-
aristotélica origínal. cío es imposible. Esta característica del universo aristotélico brindó la posibilidad de
explicar ciertos fenómenos por la tendencia de la naturaleza a impedir la fonnación
Aquellos cuerpos de la región sublunar en de un vacío (al que aborrece, según la pintoresca ternúnología medieval), tal como
cuya constitución predominan los elementos el ascenso de un líquido dentro de una varilla hueca, cuyo extremo inferíor se halla
térreo y acuoso, como piedras y manzanas, sumergida en él, cuando se aspira por el extremo opuesto. Tal será la célebre doc-
tienden por su propia naturaleza a caer hacia el centro de la inmóvil Tierra: son trina del horror vacui, el horror al vacío, vigente todavía a principios del siglo XVII.
cuerpos intrínsecamente graves ("pesados"). Su movimiento natural es radial y cen- Aristóteles es, pues, un plenista: su universo está lleno de materia, ténnino que
trípeto. Pero otros cuerpos en los que predominan los elementos aéreo e ígneo, co- aquí debe ser entendido con una significación más física que metafísica, referida a
mo llamas y vapores, son intrínsecamente leves y tienden a alejarse radialrnente del "lo que constituye los cuerpos" y que en algunos escritos aristotélicos semeja lo que
centro de la Tierra. Por ello ascienden: tal es su movimiento natural. (Adviértase en otros es llamado "sustancia". Acaba por identificar el espacio y la materia, pues
que "gravedad" y "levedad" son ténninos perfectamente simétricos; para Aristóteles, no es concebible el espacio sin ella. De este modo, aspectos de su cosmología que
un cuerpo levita con la núsma naturalidad con la que otros caen, y "ascender" es en principio parecen desvinculados (teoría del movimiento, finitud del universo, im-
una suerte de "caer hacia arriba". No deben confundirse "leve" y "liviano"; este últi- posibilidad del vacío) se hallan en realidad finnemente entramados. Y aunque la tra-
mo término se aplica a un cuerpo de reducido peso, que de todas maneras cae, y ma no responda siempre a las exigencias de la lógica, constituye un fornúdable ele-
por tanto es grave.) La piedra cae porque en ella predomina el elemento térreo y és- mento dé persuasión, en particular si se tiene en cuenta que muchas añnnaciones

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Los ARQUITECTOS DEL UNIVERSO
MOVIMIENTO y MECANICA EN ARIsrÓTELES

de Aristóteles parecen respaldadas por el sentido común y la observación cotidiana.


Figura 3. Desplazamiento paraláctico de una estrella E. Los
El universo aristotélico revela, detrás de su expresión abstracta, la percepción inme- puntos T y T son posiciones extremas de la Tierra en su
diata de un mundo animista y orgánico, similar a aquél en el que parecen vivir los viaje alrededor del Sol, S, y están separadas entre sí por un
niños. Ante una pregunta de Jean Piaget, un niño de seis años responde, con remi- lapso de seis meses. Las visuales trazadas a E desde T y T
no son paralelas; con respecto al plano de la órbita terrestre,
niscencias aristotélicas, que a los globos les gusta el aire y por ello ascienden. los observadores en T y T medirán ángulos SIE y STE dis-
La coherencia del aristotelismo resultó, a la postre, un arma de doble filo. Pues tintos y dirán que la posición de E ha cambiado. Este fenó-
con el tiempo quedó en claro que el objetar por separado algún aspecto de su COSe meno, originado en el movimiento terrestre, no fue observa.
mología implicaba cuestionar el edificio entero. Admitir el movimiento terrestre, por do hasta el siglo XIX. Técnicamente el problema consiste en
determinar el ángulo E, la paralaje anual de la estrella. La
caso, conlleva negar la concepción de Aristóteles sobre el movimiento de las pie- imposibilidad de detectar desplazamientos paralácticos podía
dras, la imposibilidad del vacío o la finitud del universo. Si la Tierra no ocupase una ser atribuida a la enorme distancia que separa al Sol de la
posición estable y privilegiada en el universo, ¿cómo explicar que los cuerpos caen estrella, pues en tal caso E resultana extremadamente peque-
hacia el centro de ella o se alejan del mismo? La teoría de los lugares y movimien- • '> r ño y las visuales prácticamente paralelas. Tal fue la hipótesis
de Copémico.
tos naturales se derrumbaría sin remedio. Y si la Tierra fuese "un planeta más" (co- s
mo se dirá en el siglo XVII), ¿qué quedará de la dicotomia Cielo-Tierra? Y si se
comprobase que un cometa se halla en la región supralunar, ¿qué será de la perfec- miento del ángulo IS, denominado "paralaje anual" de la estrella, permitiría determi-
ción celeste? Dos milenios después de Aristóteles, Copérnico y los copernicanos, co- nar su distancia al Sol por procedimientos de triangulación. En el siglo XVI, Copér-
mo Kepler y Galileo, sostendrán que el centro del universo debe ser asignado al nico dirá que la imposibilidad de detectar la paralaje anual de las estrellas se debe
Sol, mientras que la Tierra y el resto de los planetas deben concebirse en movimien- a que las dimensiones de la esfera estelar son en realidad mucho mayores de lo que
to alrededor de él. Pero debieron enfrentarse a objeciones muy poderosas y de lar- se creía entonces, pues "tan grande es esta obra divina del gran y noble Creador".
ga data. No sólo el sentido común parece asegurar que la Tierra está en reposo. Si También aquí la contrastación empírica parece acordar con la propuesta geostática
de Aristóteles.
la Tierra se mueve, ¿por qué los cuerpos no ligados a ella, como las nubes o la Lu-
na, no son dejados atrás a medida que avanza? O bien: ¿por qué una piedra que se Argumentos mecánicos y astronómicos como los que acabamos de mencionar
deja caer desde lo alto de una torre llega al suelo al pie de la misma? Al fin de explican, al menos en parte, el prestigio de la cosmología aristotélica en los siglos
cuentas,. mientras la piedra estuvo cayendo, la Tierra y la torre, solidariamente, se siguientes a la muerte del gran filósofo. El universo único, finito y compacto de Aris-
desplazaron un trecho hacia el este, y la piedra debería chocar contra el suelo al tóteles, con su estructura de capas de cebolla en movimiento, su éter y sus cuatro
oeste del pie de la torre. Si a ésta la suponemos ubicada en un punto del ecuador elementos, sus lugares naturales y, muy en especial, sugeocentrismo y su geoesta-
terrestre, a una caída de tres segundos correspondería una distancia entre el punto tismo, se incorporaron de lleno a la corriente principal de la cosmología. Fueron
de impacto y el pie de la torre de casi un kilómetro y medio, ¡lo cual no se obser- desdeñadas, aunque no totalmente olvidadas, otras cosmologías alternativas, como la
va! Este "argumento de la torre", empleado en contra de la posibilidad del movi- pitagórica y la atomista. A modo de condicionamiento cultural, los astrónomos que
miento terrestre, fue históricamente trascendente, pues la observación parece jugar se propusieron resolver el problema de los planetas adoptaron el punto de vista cos-
decisivamente en favor de Aristóteles y de su Tierra inmóvil. mológico de Aristóteles, y las construcciones instrumentales empleadas para ello
Las objeciones en contra de un hipotético movimiento terrestre también pueden partieron del supuesto de que la Tierra ocupa, inmóvil, el centro del universo, mien-
hallarse en el ámbito astronómico, por ejemplo argumentando a propósito del fenó- tras que los astros giran a su alrededor. Y otras propuestas, como las de Heráclides
meno llamado paralaje. Este consiste en el cambio de visión que se origina cuando y Aristarco, fueron transitoriamente relegadas al olvido.
se observa un mismo objeto desde distintas posiciones. Para apreciarlo, basta colo-
carse a pocos metros de una pared y sostener un lápiz frente a los ojos; si se lo mi-
ra con sólo uno de ellos y luego con el otro, el lápiz parece haberse desplazado con Movimiento y mecánica en Aristóteles
respecto a la pared. Si el lápiz se halla distante de la pared el efecto es notorio, mas
disminuye si ambos se acercan; finalmente, se vuelve imperceptible cuando el lápiz En este libro entenderemos por mecánica a la disciplina destinada a investigar
se encuentra muy cerca de la pared. Cuando se observa la Luna desde dos puntos qué les ocurre a los cuerpos cuando se ejercen acciones sobre ellos: cómo se mue-
de la Tierra suficientemente distantes, se advierte un pequeño desplazamiento para- ven, cómo cambia la manera en que se mueven, cómo se deforman, cómo se equi-
láctico con respecto a la "pared" de las estrellas fijas. Un cuerpo situado entre la Lu- libran o cómo se rompen. La palabra "acción" es deliberadamente vaga; implica al-
na y la Tierra presentará un desplazamiento paraláctico mayor, mas si se halla en la gún agente externo al cuerpo que lo obliga a comportarse de determinada manera,
región supralunar será menor, quizá tan pequeño que no pueda ser detectado a ojo y en particular a moverse de tal o cual modo, descripción que ofrece la cinemática.
desnudo. La Figura 3 muestra por qué, si la Tierra describiese una órbita alrededor (A veces se emplea la palabra dinámica para designar las cuestiones mecánicas que
del Sol, debería observarse un ligero cambio periódico en la posición de una estre- no son meramente estáticas, es decir, que no se refieren al caso en que el cuerpo
lla cualquiera con respecto a la esfera estelar. Pero este desplazamiento paraláctico permanece en equilibrio.) Aristóteles no menciona "acciones" cuando describe el
es inobservable a simple vista y de hecho no fue detectado hasta 1838. El conoci- movimiento de los astros o el movimiento natural de los cuerpos en la región sublu-
nar: no las necesita. Sin embargo, sí 10 hace al tratar los movimientos forzados o

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Los ARQUITEcrOS DEL UNIVERSO MOVIMIENfO y MEcÁNICA EN ARISTÓTELES

violentos, no naturales, que atribuye a algún agente motor, externo al cuerpo, y que tiempo de caída de un cuerpo desde una altura determinada será inversamente pro-
resulta ser la causa eficiente de aquéllos. La mano que eleva una piedra, cuya ten- porcional a su peso. Así, por ejemplo, un cuerpo de 2 kgr debería demorar tres ve-
dencia natural es caer, ejerce sobre ella una "acción" que explica su movimiento for- ces más en caer desde lo alto de una misma torre que otro de 6 kgr si ambos han
zado. Sólo en estos casos, de acuerdo con nuestra definición de "mecánica", pode- partido simultáneamente. Lo que subyace en el enunciado de Aristóteles es que, si
mos hablar de una auténtica "mecánica aristotélica". Se imponen, sin embargo, dos a un cuerpo le agregamos más materia, volviéndolo así más pesado, también le en-
aclaraciones. La primera es que ciertos autores emplean esta expresión de un modo tregamos, proporcionalmente, la capacidad de caer más rápidamente. Por otra parte,
genérico para referirse al sistema de creencias de Aristóteles y sus continuadores Aristóteles reconoce que la caída de un cuerpo será más o menos veloz según la re-
acerca del movimiento de los cuerpos, terrestres o celestes. Nosotros no lo haremos sistencia que le ofrezca el medio circundante; en su Física se lee: "En tanto que el
así. Por otra parte, el lector debe resistir la tentación de identificar necesariamente aire es más tenue y más incorpóreo que el agua, el objeto se moverá a través del
"acciÓn" con lo que hoy llamamos fuerza. Esta palabra fue empleada desde antiguo; uno más rápido que a través de la otra". Aristóteles extrae de afirmaciones como la
expresiones como vis viva (fuerza motriz) o vis inertiae (fuerza resistente) eran fre- anterior la conclusión de que el vacío es imposible. Si se disminuyese suficientemen-
cuentes en el latín medieval. Sin embargo, el significado riguroso del término no te la "incorporeidad" del medio, el móvil caería cada vez con mayor rapidez; y en
quedó establecido hasta fines del siglo XVII. Hecha esta salvedad, no tendremos in- ausencia de todo medio, es decir, en condiciones de vacío, lo haría con una rapidez
convenientes en emplearlo por el momento en el sentido cotidiano que todavia hoy más allá de todo límite; como diríamos hoy, su velocidad se volvería infinita, un ver-
persiste, como sinónimo de empuje o tracción. dadero absurdo. Por tanto, los cuerpos siempre caen (y en general, se mueven) a
Para los movimientos de la región sublunar, Aristóteles discrimina entre movi- través de un medio material que presenta resistencia al movimiento. Hoy sabemos
mientos igualmente veloces (o rápidos) y movimientos que son más o menos veloces que, por el contrario, es perfectamente posible el movimiento en el vacío, y que es
(o rápidos) que otros, pero sin ofrecer en ningún momento una definición de veloci- incorrecta la afirmación aristotélica de la proporcionalidad inversa entre el peso y el
dad, en particular la actual, que la concibe como un cociente entre distancias y tiem- tiempo de caída desde una misma altura. En el vacío, independientemente de su pe-
pos. Por ejemplo, afirma que un movimiento A será más veloz que otro, B, si el pri- so, todos los cuerpos llegarán al final de su recorrido en el mismo instante. Sin em-
mer móvil recorre, en el mismo lapso, mayor distancia que el segundo. Habla de "in- bargo, ello no es así si los cuerpos caen en el aire. Si construimos dos esferas del
tensidad de un movimiento", pero no siempre resulta claro si se refiere a lo que hoy mismo material, una de ellas cien veces más pesada que la otra (y por tanto de un
llamaríamos velocidad o bien aceleración. Menciona "esfuerzos" y "resistencias", que tamaño cien veces mayor), el rozamiento con el aire será más efectivo para frenar a
podrian asimilarse respectivamente a las nociones actuales de fuerza y fuerza de ro- la más pequeña: la esfera de mayor peso llegará un poco antes que la más liviana.
zamiento (o viscosidad), pero a veces también a las de energía y densidad. Una de Si la caída se produce en un medio muy viscoso, como la miel o el aceite, la dife-
las premisas de la historiografía de la ciencia, en el pasado, ha sido la traducibilidad rencia será mucho mayor y la afirmación aristotélica se ajustará mejor, cualitativa-
del lenguaje empleado en cierta época histórica al utilizado en otra posterior, y ello mente, a lo que acontecería si hiciéramos cuidadosas experiencias.
acontece cuando pretendemos traducir la "resistencia" aristotélica por viscosidad, ro- El estudio de los movimientos forzados no ocupa un lugar relevante en la obra
zamiento o densidad, nociones que pertenecen a una física inexistente en el siglo IV de Aristotéles. Los analiza en situaciones muy concretas, vinculadas con la experien-
a.C., o bien cuando reconstruimos esta o aquella afirmación de Aristóteles en térmi- cia cotidiana: cuerpos que son empujados o traccionados y deslizan sobre superficies
nos algebraicos que no existían en su época. De hecho, hubo de esperarse hasta la rugosas o sobre el agua. Un arquetipo de tal movimiento es aquél en que un esfuer-
segunda mitad del siglo XVII para que términos tales como "velocidad", "acelera- zo (luego, en latín, vis viva) permite mover a un cuerpo una vez vencida una resis-
ción", "fuerza" o "masa" adquiriesen un significado preciso como resultado de la re- tencia (vis inertiae) , la cual persiste durante el movimiento. Ello ocurre, por ejem-
volución científica y en particular de la obra de Newton. En este libro, emplearemos plo, cuando empujamos un ropero, situación en la cual advertimos que el piso ofre-
tales "traducciones" con moderación. En particular, podemos hablar de velocidad, en ce resistencia al movimiento; lo mismo sucede cuando se emplean los remos para
Aristóteles y sus seguidores medievales, como lo hacemos en la vida cotidiana; es un impulsar un bote. En la Física, Aristóteles afirma que si por medio de un ciérto es-
indicador de cuánta distancia recorrerá el móvil en un lapso determinado. fuerzo A movemos un objeto B una distancia e, la mitad del esfuerzo, Al2, puede
Dada su importancia, resulta del mayor interés señalar algunas consideraciones mover a B, en el mismo lapso, la distancia C/2; mas también puede ocurrir que A/2
aristotélicas sobre el movimiento (natural) de caída de los cuerpos, tema primordial resulte insuficiente para hacerlo, debido a que la resistencia lo impide. A partir de
en la historia de la revolución científica. En su tratado Sobre el Cielo, Aristóteles es- estas consideraciones fragmentarias, se afirma a veces que Aristóteles habría enun-
cribe a propósito de ello: ciado una suerte de "ley de movimiento" según la cual "la velocidad es proporcional
a la fuerza impresa e inversamente proporcional a la resistencia". Pero este recurso
Si un cuerpo dado se mueve cierta distancia en cierto tiempo, un peso mayor se mo- a "matematizar" su mecánica, en términos de nociones desconocidas en su época,
verá igual distancia en un tiempo más breve, y la proporción entre ambos pesos, uno traiciona su pensamiento. Sus referencias a propósito del tema y sus menciones
respecto del otro, la guardarán los tiempos uno respecto del otro. a "reglas de proporcionalidad" son demasiado accidentales. Tales "traducciones" en-
cubren que, para Aristóteles, la· matemática (y este. tema nos ocupará largamente)
Este resultó, a la postre, uno de los enunciados más célebres que produjo el es una ciencia abstracta que poco o nada tiene que decirnos. acerca de cuestiones
conjunto de nociones sobre el movimiento que debemos a Aristóteles. Afirma que el naturales.

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Los ARQUrrncros DEL UNNERSO DEFERENTES y EPICICLOS: PrOLOMEO

Figura 4. La construcción básica defe-


Deferentes y epiciclos: Ptolorneo Esfera de las rente-epiciclo. El punto O describe una
estrellas fijas circunferencia airededor de la Tierra, T,
A la muerte de Aristóteles y como resultado de las conquistas de Alejandro Mag- mientras que el planeta, P, hace lo pro-
pio airededor de O. Ambos movimientos
no, el epicentro de la cultura mediterránea se trasladó a Alejandría, junto al Nilo. La son uniformes con respecto a su centro
ciencia alejandrina, que incorporó a su raíz griega concepciones y conocimientos de de rotación. Como resultado de la com-
origen egipcio y mesopotámico, resultó menos filosófica, más cuantitativa y más posición de los movimientos circulares,
"práctica" que la del período clásico anterior. Basta para corroborarlo considerar la el planeta avanza en sentido directo, ha-
cia el este, pero en ciertos tramos des-
obra impar de Arquímedes (siglo III a.C.), en la cual se conjugan por igual el más cribe un lazo y realiza una retrograda-
alto nivel alcanzado por la matemática de la antigüedad con el interés por la mecá- T ción. Durante la misma, su distancia a la
nica y la técnica. Los astrónomos, ahora en posesión de los registros astronómicos Tierra disminuye, lo cual explica su au-
mento de brillo y tamaño aparente. La
babilónicos, egipcios y sobre todo caldeos (de gran precisión) atacaron el problema curva que resulta semeja una roseta,
de los planetas desde una perspectiva más fructífera que la de Eudoxo. Los nombres yos pétalos están separados entre sí por
más ilustres de la astronoIlÚa antigua se vinculan con esta etapa histórica: Aristarco, lazos. Desde T, un observador percibe la
Hiparco, Ptolomeo. No debe desdeñarse la influencia de un factor sociocultural de Deferente proyección del planeta sobre el fondo de
las estrellas fijas, indicada por medio de
primer orden sobre esta exigencia astronómica, cual fue la gran difusión de la astro- flechas.
logia en Alejandría.
Con las excepciones de Heráclides y Aristarco, los astrónomos de la antigüedad
admitieron la existencia de la gran esfera de estrellas fijas que rota alrededor de una
Tierra esférica central e inmóvil, pero introdujeron una construcción geométrico-ci- curio). Puesto que 365 no es múltiplo de 116 (365 = 3xl16+17) , la curva que resulta
nemática distinta de la de Eudoxo para explicar el movimiento de los astros vaga- de la composición de los dos movimientos circulares no puede ser cerrada y los la-
bundos. Cada uno de ellos tiene asignada una circunferencia cuyo centro es la Tie- zos se irán desplazando lentamente hacia el oeste. La construcción epiciclo-deferen-
rra, T; el astro P, a su vez, gira alrededor de un punto O de la circunferencia ante- te deberá corresponderse con estos datos de observación: P deberá haber girado al-
rior y describe una circunferencia menor. La primera fue llamada deferente; la se- go más de cuatro vueltas alrededor de O cuando éste haya descrito exactamente
gunda, epiciclo. Los movimientos de o alrededor de T y de P alrededor de O son cuatro alrededor de T.
uniformes, en un todo de acuerdo con la exigencia platónica. De la composición de ¿Será posible, entonces, acomodar las dimensiones y períodos de los pares defe-
ambos movimientos resulta la trayectoria de P tal como sería observada desde T, es rente-epiciclo para cada astro vagabundo de tal modo que concuerden satisfactoria-
decir, proyectada sobre el fondo de las estrellas fijas. (Véase la Figura 4.) La fun- mente las predicciones del modelo con las observaciones realizadas desde la Tierra?
ción del epiciclo es esencialmente explicar las retrogradaciones planetarias. En los La respuesta es negativa. Para lograr un ajuste razonable con los datos, los astróno-
puntos 1 y 2 de la figura, el planeta se mueve en sentido directo, hacia el este, pe- mos se vieron obligados a introducir recursos geométricos adicionales. El Sol, por
ro en el tramo 3-4-5 vemos que el sentido del movimiento sé ha invertido: estamos ejemplo, no retrograda (y por tanto no requiere epiciclo), pero se mueve con velo-
en presencia de una retrogradación. También se infiere que el planeta, mientras des- cidad variable a lo largo de la eclíptica. El astrónomo alejandrino Claudio Ptolomeo,
cribe dicho "lazo", se acerca a la Tierra, con lo cual se explica el aumento de bri- en el siglo II d.C., introdujo un artificio destinado a explicar estas irregularidades, el
llo y tamaño aparente del astro errante en ese tramo de su movimiento a través del ecuante, que viola la exigencia de uniformidad de Platón. También se incluyeron
Zodíaco. Luego el planeta, en los puntos 6 y 7, retoma su movimiento hacia el este "epiciclos menores" y "circunferencias excéntricas", recursos ad hoc destinados a ha-
rumbo a la siguiente retrogradación. La sucesión de lazos que resultan de la com- cer encajar las predicciones de la construcción geométrica en la camisa de fuerza
posición de los movimientos circulares otorgan a la curva resultante el aspecto de observacional. Aunque nunca fue abandonada la exigencia de circularidad de tales
una roseta. artificios, la acumulación de éstos resultó catastrófica para la sencillez y belleza que
La versatilidad de esta construcción es muy amplia y en principio parece posible reclamaba Platón a modo de solución de su célebre problema.
ajustar las dimensiones relativas de cada par deferente-epiciclo y sus períodos de ro- La construcción básica deferente-epiciclo tuvo su origen hacia el siglo III a.C. y
tación de manera tal que las trayectorias obtenidas se correspondan con los datos fue empleada por astrónomos como Apolonio, quien vivió en esa época, e Hiparco
previos de observación. Para un hipotético planeta que presentase exactamente tres (siglo II a.C.). Sin embargo, se la vincula habitualmente con el nombre del último
retrogradaciones durante su viaje zodiacal, bastará suponer que P describe cuatro de los grandes astrónomos de la antigüedad, Ptolomeo. En el siglo II d.C., éste com-
vueltas alrededor de O en el mismo lapso en que O describe una alrededor de T: piló todo el saber astronómico de su época en su famoso libro Almagesto (nombre
se obtendría una roseta cerrada, de tres pétalos. Pero de haber sido tan sencillo el que le asignaron los árabes). En él es posible advertir el carácter instrumental de la
comportamiento planetario, la solución del problema de Platón nó hubiese generado astronomía, que obligaba al trazado de innumerables deferentes, epiciclos, circunfe-
el rompecabezas más complejo de la historia de la astronoIlÚa anterior al siglo XVII. rencias excéntricas, epiciclos menores y ecuantes, para calcular las posiciones plane-
Mercurio, por ejemplo, retrograda una vez cada 116 días, pero vuelve a ocupar su tarias. El resultado está lejos de semejar una suerte de mecanismo explicativo del
posición original con respecto a las estrellas fijas al cabo de 365 días ("año" de Mer- movimiento real de los astros (como 10 exigía la cosmología de Aristóteles) y confi-

38 39
Los ARQUITECTOS DEL UNIVERSO LAs TENTACIONES DE LA HISTORlOGRAFÍA WHIG

gura un mero procedimiento de cálculo, para colmo ineficaz en muchos casos. Discuten los historiadores
Como ya lo vaticinaba Gémino, en el siglo 1 a.C., se ha producido una nítida sepa-
ración entre los objetivos del cosmólogo o filósofo natural y los del astrónomo. No lAs TENTACIONES DE lA HISTORIOGRAFÍA WHIG
compete a este último desentrañar la verdadera estructura del mundo sino apenas
predecir, con cierto margen de error, la posición del Sol, Marte o Júpiter en deter-
minada época del año. No importa para ello que su modelo planetario adolezca de E n una nota incidental que incluye en su célebre libro La estructura de las re-
(1962), el filósofo e historiador de la ciencia Thomas S.
voluciones científicas
Kuhn se refiere a las dificultades de enseñar historia de la ciencia a aquellos alum-
una complejidad infernal y sea incompatible con los presupuestos aristotélicos: es
tan sólo un recurso para "salvar las apariencias" que no persigue poner en eviden- nos que han frecuentado la ciencia pero ignoran la historia. Estos estudiantes "co-
cia, por ejemplo, la realidad física de deferentes y epiciclos. En la Edad Media y a nocen las respuestas correctas", afirma Kuhn, y por ello es particularmente difícil (al
comienzos de los tiempos modernos se denominará "matemático" no sólo a aquel menos en los comienzos) lograr que analicen la ciencia antigua en los propios tér-
que desarrolla o expone la geometría de Euclides, sino también al astrónomo que minos de ésta. Suponen que la misión de la historia de la ciencia consiste, por ejem-
calcula la posición de los astros a partir de suposiciones que en modo alguno pre- plo, en preguntarle a los textos de Aristóteles cuánto sabía éste acerca de mecánica
tenden describir la realidad, a las que se llamará, precisamente, "hipótesis de mate- newtoniana. Obviamente la respuesta es: nada o muy poco. Pero en tal caso carece-
mático". La responsabilidad de formular afirmaciones cosmológicas verdaderas es ría de todo interés emprender cualquier investigación histórica.
asunto de filósofos naturales, a quienes hoy llamariamos "físicos". Quizás Alfonso el Kuhn atribuye este obstáculo pedagógico a la naturaleza intrínseca de los relatos
Sabio no haya tenido presente esta dualidad cuando, enfrentado a las páginas del Al- históricos que narran textos y profesores, y que derivan, en síntesis, de imponer al
magesto en el siglo XIII, comentó que si Dios lo hubiese consultado antes de dise- pasado los patrones del presente y evaluar la ciencia de épocas pretéritas con refe-
ñar el universo, le habría sugerido algo más sencillo. rencia a la actual. En un influyente ensayo publicado en 1951, el historiador Herbert
Butterfield llamó whig a este enfoque historiográfico, al que caracterizó como "la es-
critura ahistórica de la historia". Butterfield se apropió para la ocasión de un térmi-
La bifurcación del camino no característico de la historia constitucional inglesa. Quienes redactaron la historia
de Inglaterra desde la perspectiva del siglo XIX, concibieron la conquista de liberta-
En una época en que la astrología era guía de pueblos y reyes, se esperaba de des civiles y políticas como un proceso acumulativo que se remonta a la Carta Mag-
los astrónomos que pudiesen predecir la marcha de los astros y no más. Aristóteles na de 1215 y adquiere su mayor significación en el siglo XVII, en el cual, según ta-
había resuelto, al menos en lo sustancial, la cuestión cosmológica, y ello parecía su- les historiadores, los adherentes al partido whig son considerados amantes de la li-
ficiente. En el Almagesto, Ptolomeo reitera argumentos bien conocidos en favor de bertad y sus adversarios, los tories, enemigos de ella. Es posible por tanto clasificar
la esfericidad de la Tierra, de su inmovilidad, de su ubicación en el centro del uni- a protagonistas, obras e instituciones en dos categorías: progresistas y conservado-
verso. Critica a quienes, como Heráclides y Aristarco, habían sugerido la posibilidad res. La mayoría de las "historias patrias" que narran los manuales escolares, dentro
de una Tierra en movimiento. Atrapado en la telaraña urdida por Aristóteles, supo- y fuera de Inglaterra, suelen adoptar este esquema simplista y consagrarlo como un
ne que el único movimiento concebible de la Tierra, en razón de su naturaleza, es mito. También 10 hicieron los historiadores de la ciencia, por influencia del positivis-
el de caída, pero en tal caso mo, hasta bien entrado el siglo XX. Así, para George Sarton (1884-1956), el gran his-
toriador belga a quien se debe la institucionalización de la historia de la ciencia en
habría llegado en el proceso del descenso a adelantar a cualquier otro cuerpo que ca- los Estados Unidos, la disciplina debe exponer los triunfos de la razón científica pa-
yera, en virtud de su enorme exceso de tamaño, y habría dejado atrás flotando en el ra lograr su objetivo primordial: servir de testimonio del progreso humano.
aire a los animales y a todos los pesos separados, mientras que la Tierra, por su par- La cuestión fundamental que inquieta al historiador whig es el proceso que llevó
te, se habría caído del mismo universo. (. . .J Pero, de hecho, esta oPinión debe conside- a la construcción de la ciencia actual y, por ello, ha de tomar de cada época en es-
rarse tan sólo para ver que es totalmente ridícula. tudio los elementos que considere relevantes ("modernos") para la formación del
pensamiento científico subsiguiente. Hay aquí una presuposición fuerte: que la cien-
Sin embargo a Ptolomeo, astrólogo él mismo y autor de un monumental tratado cia tiene, al menos en forma latente, una existencia en toda época histórica, y que
astrológico, el Tetrabiblos, no lo inquieta que sus construcciones geométrícas plane- con relación a ella deben estimarse logros y fracasos. La aplicación de este criterio
tarias sean incompatibles con las ideas físicas de Aristóteles a las que adhiere. Fue expulsará de la historia de la ciencia, por caso, a teorías que resultaron erróneas a
necesario un drástico cambio filosófico, mucho tiempo después, para que los intere- la luz de una ciencia posterior, salvo que se las analice para señalar el mérito de
ses del cosmólogo y. del astrónomo volviesen a coincidir en una empresa común. aquellos progresistas que las refutaron y propusieron las correctas. (En tal sentido,
Mas en los siglos siguientes a la muerte de Ptolomeo, la civilización europea habría Aristóteles ha sido la víctima propiciatoria favorita de esta historiografía.) El historia-
de sufrir un tremendo colapso, y la creación científica no habría de tener relevancia dor desechará, además, en la consideración de los episodios en estudio, factores que
en un mundo desgarrado que sólo aspiraba a la supervivencia. hoy consideramos no científicos o irracionales. Dado que aun científicos de gran ta-
lla, consagrados por la historia whig, cometieron aquellos errores o adhirieron a doc-
trinas expulsadas hoy del ámbito científico, se atribuirán estas flaquezas a deslices

40 41
Los ARQUITECfOS DEL UNIVERSO

Premoniciones
momentáneos del genio. Tal fue la suerte corrida por la teoría de las mareas de Ga-
lileo, que éste imaginaba originadas por el movimiento de la Tierra, y por los estu-
de un nuevo mundo.
dios alquímicos de Newton.
Buttemeld y otros critico s de la historiografía whig coinciden en señalar que és- De los siglos oscuros
ta proporciona una visión distorsionada de la historia, aunque resulte atractiva en la
medida en que pone el énfasis en la progresión racional de las ideas y reduce el
al Renacimiento
ámbito de los problemas históricos a aquéllos cuyo referente es o pueda ser la cien-
cia contemporánea. Su pecado original es el anacronismo. Proponen, en cambio, un
ideal diacrónico o contextual. No caer en la trampa whig supone comportarse como
un viajero del tiempo que renuncia a su memoria histórica y, por tanto, han de es-
tudiarse los acontecimientos del pasado en ténninos de la constelación de creencias,
teorias, métodos, etcétera, vigentes o accesibles en la época considerada. La com-
prensión del historiador se verá incrementada si se remite, más bien, al género de

P
preguntas que podía formularse el científico en ese momento, a las respuestas que tolomeo fue el últi de los grandes astróno os de la antigüedad. Vivió en
estaba en condiciones de ofrecer, a las razones por las cuales le eran inaccesibles el siglo JI d.C., duran el apogeo del Impe 10 Romano, en una época en la
ciertas preguntas o inaceptables ciertas respuestas en virtud de sus convicciones fi- cual la cultura alejandri se hallaba en pIe a decadencia. Luego sobrevendría
losóficas e ideológicas y, eventualmente, al condicionamiento impuesto por los mo- el derrumbe del Imperio Occid tal. Entre los ¡glos V y VI d.C. su homogeneidad
dos de existencia social, política y económica a los cuales se hallaba sometido. Sólo fue destruida por la migración, uchas vec violenta, de los pueblos "bárbaros"
así se comprenderá, afirman estos historiadores contextualistas, la naturaleza real y (extranjeros). La descomposición po 'tica y ministrativa del orden romano trajo co-
concreta del proceso de descubrimiento científico. Para emplear una imagen del his- mo consecuencia que el hambre, la e fer edad y la miseria se extendieran por Eu-
toriador William Shea, importa más saber por qué Galileo pretendía la fama que sa- ropa. El proceso fue hasta tal punto . ersible que de sus cenizas surgió un nue-
ber por qué hoy Galileo es famoso. Por el contrario, agrega Shea, en la historiogra- vo modelo de sociedad: la sociedad f 1. La actividad cultural se redujo, en los
fía tradicional "no se perturbaba la celebridad de Galileo y de otros grandes hom- primeros siglos de la Edad Media, a de salvar unos pocos restos del nau-
bres con ninguna referencia a sus aventuras menos logradas':, fragioen los monasterios, pues la ayoría los antiguos textos griegos y alejan-
Pero un enfoque diacrónico estricto es utópico. Nadie escapa a las murallas de drinos eran inhallables. Los erud' os de la ép a, vinculados a la cada vez más in-
su tiempo, ni a los "anteojos del presente" que le penniten acceder a una mirada fluyente Iglesia, quedaron aisla s de aquel imp ente fondo documental y se redu-
histórica. Un exceso de contextualismo, por otra parte, implica el riesgo de conver- jeron a redactar resúmenes de segunda mano, imp ecisos y carentes del espíritu crí-
tir al historiador en anticuario y de que el conocimiento histórico se vuelva inacce- tico de sus referentes origi es. Así, por ejemplo, magno tratado geométrico de
sible salvo para unos pocos especialistas. Además, el rótulo "historia de la ciencia" Euclides, los Elementos, qu aó reducido a una serie d enunciados de los que no se
no es unívoco, y designa hoy en día estudios de muy diversa naturaleza y objetivos, ofrecía demostración al a.
pues la disciplina ha captado a partir de los años cincuenta el interés de filósofos y Los grandes proble as cosmológicos y astronómicos ue habían abordado grie-
sociólogos, de historiadores de la cultura y de la econornia, de científicos y, en par- gos y alejandrinos ca eron en el olvido. Ptolomeo era des nocido. De Aristóteles
ticular, de los historiadores sociales que la conciben como portadora de un enfoque habían sobrevivido enas algunos textos de lógica. El crisí
crítico novedoso para analizar las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad. Ta- menospreciaba el .studio de los fenómenos naturales, pues la eta del cristiano, se
les estudios, en muchos casos, reconocen explícitamente su vinculación con la cien- afirmaba, ha de r exclusivamente su salvación personal. Las vis nes cosmológicas
cia actual. de la antigüed fueron sustituidas por otras de carácter ingenuo aboradas a par-
Como antídoto ante los excesos de la historiografía whig el ideal diacrónico es tir de refere ias bíblicas. Pero en 570, lejos de la cuenca mediterr ea, nació Ma-
indispensable, pues ha logrado dotar a la historia de la ciencia, desde su profesiona- homa y co él cambiaría la historia de Occidente. A partir del siglo los conquis-
!ización en los años siguientes a la finalización de la segunda guerra mundial, de tadores sulmanes invadieron Egipto y todo el norte africano, hasta enetrar en
una razonable dosis de objetividad y evitado el riesgo de convertir al relato históri- España. El poderoso imperio franco impidió que se extendieran más allá e los Pi-
co en un simulacro. Pero dado que actualmente se le demandan a la disciplina ex- rineos Hacia el este, la dominación árabe alcanzó a la India.
posiciones tan variadas, afirmar la necesidad de adoptar a Priori un enfoque único E eron los árabes quienes recuperaron para Europa la así llamada an-
en todos los casos conlleva cierto dogmatismo. Las visiones whig y su contrapartida ti a". Si bien Mahoma había predicado una guerra santa de conquista y adoc 'na-
diacrónica no son excluyentes, y el conflicto desaparece una vez determinada la na- ento religioso, también ordenaba cultivar y enseñar la ciencia y la filosofía. La t -
turaleza del problema en estudio. Como escribe el historiador danés Helge Kragh, a del sabio, se lee en el Corán, es tan preciosa como la sangre del mártir. Al OCil
el historiador de la ciencia ha de tener una bifronte cabeza de capaz de respe- par los territorios conquistados, los árabes tomaron contacto con los manuscritos
tar las ventajas y reconocer las limitaciones de ambos enfoques. Trataremos de ha- antiguos que, en su mayoría, habían sido transportados a Oriente por estudiosos
cerlo así en este libro. emigrados de Alejandría, Tradujeron, entre tantas otras, las grandes obras de Aris-

42 43
Traducción de FRANKDURHAM y ROBER,T D. PURRINGTON
JUANJüSt UTRIllA

lA TRAMA
DEL UNIVERSO
Historia de la cosmología física

FONDO 'DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO

r
LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 113

VIII. LA REVOLUCIÓN COPERNICANA, 1

Finalmente colocaremos al Sol mismo en el centro del uni·


verso. Todo esto lo sugiere la sistemática procesión de los
hechos y la armonía de todo el Universo, con sólo que vea·
mos los hechos, según dicen, con ambos ojos abiertos. l .

NICOLÁS COPÉRt'lICO

LA REANUDACIÓN de la investigación astronómica y de la especulación en


dinámica había tardado en llegar, pero durante los siglos XVI y XVII, la in·
novación fue casi tan rápida como podríamos considerar posible. Esta época
de cambios queda ejemplificada en la obra de Nicolás Copérnico, primero en
aplicar el sistema heliocéntrico en astronomía, y de otros cuatro hombres: 2
Tyebo Brahe, el más grande de todos los observadores astronómicos pre·
telescópicos;johannes Kepler, quien descubrió el verdadero movimiento de
los planetas; Galileo Galilei, que llevó el telescopio a la astronomía y la in-
vestigación sistemática a la dinámica; e Isaac Newton, quien encontró una
solución universal al problema del movimiento. Como la cosmología resul-
tante se asemeja a la de la época actual, estos hombres a menudo son consi-
derados como modernos, y no como figuras de transición, como en realidad
lo fueron. Kuhn3 emplea un símil útil al decir que un innovador, como la
curva de una carretera, pertenece al antes y al después, a la tradición antigua
ya la nueva. Aquí, en todo caso, hubo algo más complejo que el tradicional
cuadro de un progreso científico ininterrumpido. Después de Copérnico,
ya no cupo duda de que había que hacer algo acerca del problema de los
planetas, pero los enfoques al problema fueron tan diversos como las nacio-
nalidades y los temperamentos de los hombres. Aun los tres contemporáneos,
Tycho, Kepler y Galileo, encontraron poco en qué ponerse de acuerdo. Al
seguir el sistema copernicano hasta su culminación como la "cosmovisión
newtoniana" estaremos no sólo siguiendo la filosofía natural de la época, •
sino también algo sobre la manera en que se practica la ciencia.

I Nicolás Copérnico. De la Revolución de las Esferas Celestes, Libro L Véase Thomas S_ Kuhn,
The Copernica:n Rroolutian (Nueva York: Vintage, 1957), p. 154.
FIGURA
-..:...-.-...r

VIII.l. Nicolás Copérnico (1473·1543). Biblioteca de la Universidad de Cracovia.

El renacimiento italiano ya tenía casi cien años cuando nació Copérni-


co, en 1473, en Polonia. Los redescubiertos clásicos latinos y griegos habían
I
,
influido profundamente sobre la Iglesia y las universidades. La "nueva en·
2 Desde Juego, hubo otras figuras importantes. Por ejemplo, Bacon, Huygens y Descartes,
y oiremos hablar más de ellos. Pero en la historia del pensamiento cosmológico, es claro el señanza" había llegado al norte en forma menos pura, perosu efecto huma-
papel decisivo de las figuras que hemos mencionado. nístico tuvo tanta lllás influencia cuanto que el nivel de la cultura nórdica
S Thomas Kuhn, The Struclure of Scientifzc Rroolutions, 2a. edición aumentada (Chicago: U ni- había sido tan bajo. Copérnico, sobrino y protegido del obispo de Ermland,
versity of Chicago Press, 1970). (Hay versión en español del FCE.)

1i2

I
114 LA REVOLUCrÓN COPERNICANA 1
LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 115
fue beneficiario del humanismo del non;e y del sur. Asegurado su futuro por
la posición de su tío -en realidad, el obispo era príncipe de la provincia-, los tiempos en que vivimos; el que quiere pasar por inteligente debe inventar al.
go suyo, iY piensa, naturalmente que lo que inventa es lo más grande de la crea.
Nicolás pasó catorce años en varias universidades adquiriendo una educa.
ción! ¡Este necio quiere trastornar todo el arte de la astronomía! Pero la Sagrada
ción bastante completa. Estudió cuatro años en Cracovia. Luego, nombrado Escritura atestigua que José ordenó detenerse al Sol, no a la Tierra!4
canónigo de la catedral de Frauenberg, a los 23 años, pasó diez años en uni·
versidades italianas, Bolonia y Padua, y brevemente Ferrara. Para cuando La Iglesia Católica, por varias razones, tardó en levantarse a condenar a Co.
volvió a Polonia, con su doctorado en derecho canónico, no sólo había estu· pérnico, y no fue hasta 1616, durante la Contrarreforma, cuando su obra
diado filosofía y derecho sino también griego, medicina y matemáticas, y fue proscrita. Una oposición general se habría desarrollado mucho antes
su interés en la astronomía había sido agudizado hasta el punto de experto. si el De Revolutionibus no hubiese sido tan técnicamente difícil. Cuando auto.
Sus debereS cnFrauenberg, daro, no requerían tal erudición. Esto queda in- ridades legas y clericales empezaron a plantear una oposición considerable,
dicado por la ausencia de Copérnico durante los primeros diez años de su el libro se había convertido ya en una obra de importancia esencial para los
nombramiento, y por su retorno, no a Frauenberg, sino a la residencia del astrónomos europeos ilustrados.
obispo, el castillo de Heilsberg, donde durante seis años ayudó a su tío co-
mo asesor jurídico, secretario y médico.
En 1513, cuando Copérnico finalmente se estableció en Frauenberg, ya ha- EL DESARROLLO DEL SISTEMA
bía formulado el sistema copernicano. Fue característico de Copérnico, per-
sona sombría e introvertida, que no publicara nada en aquella época_ Hizo Copérnico hizo objeciones al sistema tolomeico porque era arbitrario yasi.
circular sus ideas entre sus amigos, en forma de un breve manuscrito, el métrico. Como él escribió: "un sistema de esta Índole no parecía ni lo baso
Commentariolus. Los pocos ejemplares de este documento lograron gran cir- tante absoluto ni lo bastante grato para el espíritu".5 Para Copérnico, los
culación y Copérnico se dio a conocer como astrónomo teórico de primera únicos movimientos "lo bastante gratos" eran compuestos a partir de un mo.
fila. En el Commentariolus, escribió Copérnico: "Me ha parecido convenien- vimientoéircular uniforme. El sistema tolomeico utilizaba epiciclos y excén.
te, por bien de la brevedad, omitir de este esbozo demostraciones matemá· tricas, que producían un movimiento aceptable mente regular según esta
ticas, reservando éstas para mi obra más extensa." Esta obra más extensa, De definición; pero casi todas las versiones del sistema -la del propio Tolo.
Revolutionibus Orbium Coelestium, finalmente entró en prensa cuando Copér. meo, así como otras posteriores6- se valían del ecuante, que daba una va.
nico yacía en su lecho de muerte. Antes, en 1539, Copérnico había permiti· riable velocidad angular en torno del centro del círculo a lo largo del cual
do a un joven matemático, Rético, publicar una versión de su obra, llamada se movía el epiciclo. Esta falta de simetría llevó a Copérnico a pensar "si
la Narratio Prima, pero no lo autorizó a que mencionara su nombre. Esta tal vez pudiese encontrarse una disposición más razonable de los círculos,
reticencia, además de ser parte natural de la personalidad de Copérnico, de la cual toda aparente desigualdad se derivara y.en la cual todo se moviera
es comprensible por motivos religiosos y políticos. Aunque Copérnico uniformemente en torno de su propio centro, como lo requiere la regla del
ca abrazó las órdenes sagradas, era muy sensible a su posición dentro de movimiento absoluto". La arbitrariedad misma deI·método del movimiento
la Iglesia, y de modo escrupuloso evitaba toda controversia. Como lo veremos circular compuesto acaso moviera a CopéInico a buscar un nuevo sistema. Tolo.
al examinar la estructura del De Revolutionibus, Copérnico no tenía ninguna meo no había afirmado que sus cálculos fuesen únicos, y había muchas versio.
intención- de atacar o amenazar la doctrina teológica; en realidad, dedicó nes del sistema. Sobre eso escribió Copérnico en el prólogo del De Revolutionibus: .1
su libro al Papa Paulo ill. Aunque tal vez sea esperar demasiado de Copér·
Nada, salvo mi conocimiento de que los matemáticos no se han puesto de acuer.

l.
nÍCo el que hubiese pensado que desplazar a la Tierra del centro de la
creación era una idea peligrosa, otros hombres de su época eran más saga·
do en sus investigaciones, me movió a buscar un sistema diferente de trazar los la
movimientos de las esferas del mundo.7.
ces. Martín Lutero, por ejemplo, condenó a Copérnico durante la vida de I1
éste último, y el sistema copernicano pronto fue anatema para la Reforma tl
Protestante. Dijo Lutero, en sus "Conversaciones a la Mesa": 4 A. D. White, A History ofWarfare cifScience with "I"Jux¡logy in Christendom (Nueva York: Apple.
ton, 1896), vol. 1, p 126.
5 CommentarÜ>lus, en Three Copernican Treatises, Edward Rosen, trad. (Nueva York: Colum.
II1
La gente prestó oídos a un astrólogo advenedizo, quien deseaba probar que la bia. University Press, 1939), p. 57, \
Tierra se movía y giraba, y no el cielo o el firmamento, el Solo la Luna; es como 6 La cuestión de la influencia',de la escuela de Maragha sobre Copérnico tiene interés e 1I
si alguien, en una carroza en movimiento o en un barco de vela creyera que esta· im¡¡ortancia, pero no podemos elucidarla aquí. Véase ref. 19.
ba inmóvil y en reposo, pero que la tierra y los árboles se movían. Pero así son 7 Nicolás Copérnico. De las Revoluc,iones de las Esferas Celestes, C. G. Wallis, trad. Crea! Books
of the Western World, 16:507.

I
116 LA REVOLUCIÓN COPER."iICANA 1 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 117

Desde luego, no podemos saber cómo llegó Copérnico a creer que la Tierra nico").8 Simplemente no hubo razón externa, en forma de nuevas observa-
se mueve. Las declaraciones antes citadas indican que probablemente pro- ciones, nuevos datos, que impusieran un nuevo enfoque teórico_ Sin duda, es
bó el sistema heliocéntrico más sencillo -un Sol estacionario, órbitas circu- importante el que Copérnico supiese del antiguo intento de Aristarco, 9 pe-
lares, Tierra en rotación- como una de varias modificaciones posibles al ro tal vez no menos importantes fueron las inclinaciones neopitagóricas, di·
sistema tolomeico (Fig. VIlI.2). Lo que sí sabemos es que esta idea revolucio: fundidas durante el Renacimiento, y lindantes en un "culto del Sol", con
naria no fue impuesta pór pruebas' acumuladas sobre la inadecuación del sus ecos de la cosmología de Filolao, sobre una Tierra que giraba en torno
sistema tolomeico, como a veces se ha dicho ("los planetas de Tolomeo, que de un fuego central. De hecho, Copérnico se refirió a la tradición pitagóri-
circulaban rápidamente y en desorden, hacen prever la sabiduría de Copér- ca de pasar la verdad de boca en boca como justificación de su propia re-
nuencia a publicar. Sea como fuere, debieron de llamarle la atención las
iímplificaciones que se siguen del sencillo sistema simétrico de unos círcu-
.$ ... .,i.;..... .r-........... /1'1,.. - los concéntricos en torno del Sol:
>,4._ J.............I" ...,........ - - .
b • ...:.. .. - Ir 'l':flvIl--. 1. Los movimientos retrógrados de los planetas se consideran enteramente
1; .. f.,.--IP ..", 7"-'0 _ , . - _",1.-
debidos al movimiento de la Tierra. Cuando Marte, Júpiter y Saturno son
f'.s rII-

\ 1"'1'-;;...1..1;,
......
alcanzados por la Tierra, invierten la dirección de su movimiento. Para Mer-
'"
11

.....f'- curio y Venus, la retrogradación ocurre cuando alcanzan a la Tierra_


2. La asociación de Mercurio yVenus con el Sol ya no es accidental, co·
mo en el sistema tolomeico. Antes bien, se quedan cerca del Sol en el cielo,
porque se encuentran cerca del Sol en el espacio. El periodo geocéntrico
(o "zodiacal") de un año para esos planetas internos, queda así explicado
a la vez; cualquier planeta cuya órbita esté dentro de la órbita de la Tierra
tiene el Sol como posición media.
3. La Tierra en rotación permite que las estrellas sean estacionarias. Mu·
chos filósofos habían objetado las inmensas velocidades requeridas para que
la esfera de estrellas completara una rotación por día. Esto preocupó me·
nos a Copérnico que el problema de que si la Tierra es estacionaria, la pre-
cesión de los equinoccios exige que los propios cielos no sean perfectamente
regulares en sus movimientos. A Copérnico, el problema le pareció aún más
ambiguo pues creyó, incorrectamente, que la tasa de precesión había varia-
fr.1..- do desde la Antigüedad. Sea como fuere, ahora la precesión podía explicar·
_ "N._ r-!' se por el movimiento de la Tierra.
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""'¡-_ _ 5".,-/
Desde luego, las órbitas planetarias no son circulares, por lo que subsistía
el problema de :tl}.9dificar el sencillo sistema heliocéntrico para obtener un
acuerdodetalladó con las posiciones observadas del Sol, la Luna y los cinco
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.... planetas. Esto, pensó Copérnico, sólo podría lograrse empleando epiciclos
,ll-s :.J- r "w,...;. ....... ;.. _J:-.. ...... ......I..•
... 4 - 't"'-..n;; . - ..!.t-6fl '":"':i y excéntricas (perQflo el aborrecido ecuante). Con este propósito escribió
J.,._. 't.;;lv /.- v_ -- -+ u.¿¡.... el De Revolutionibus. Consagró cuatro de los seis libros a esta labqf de cálcu-
lo. Y en los cálculos volvió a ser tolomeico, al menos en método,,,al hundirse
FiGURA VIlI.2. El sistema heliocéntrico más sencillo posible, con los planetas moviéndose en ór- en detalles y olvidar sus objeciones a la torpeza del sistema afterior.
bitps circulares alrededor del Sol, exPlica en forma aproximada las características de los movi-
mientos Planetarios. La si'lnetria de este sistema idealizado fue especialmente atractiva para los
8 Tomado de "Discoveries" de Vernon Watkins. Cierto es que la teoría lunar de Tolomeo
partidaTios del movimiento circular, como Copérnico y Galileo. En algunas Ocasiones, debieron atribuía muy poco valor a la razón de la distancia del apogeo a la distancia de! perigeo, pero_
de pensar en esta disposición- de cÍTculos mientras discutían en favor del Pleno sistema coperni- las longitudes se dieron con asombrosa precisión.
cano_ Del manusaito de De Revolutionibus, de Copérnico. Con autoTización de Houghton 9 En De Revolutúmibus, de 1543 no se hace mención de Aristarco. Pero, en e! manuscrito, se meno
Libmry, HarvaTd University. Foto de Owen Gingerich. - cionan él y Pitágoras.
118 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 119

Desplazar la Tierra y contener los cielos causó grave violencia a la cosmo- Todas las estrellas giran en torno del Sol en su punto medio y, por tanto, el Sol
logía aristotélica. Nada podía salvarla, pero Copérnico intentó, mansamente, es el centro del universo. 11
conservar el lenguaje aristotélico. Los filósofos habían rechazado hacía poco
la rotación de la Tierra, porque, como movimiento violento, habría hecho y en el primer Libro del De Revolutionibus, Copérnico celebra la posición
que ésta "se dispersara" y "pasara más allá de los cielos". Como esto no ha· dominante del Sol.
bía ocurrido, arguyó Copérnico, y como la rotación sí ocurre, la rotación
debe ser un movimiento natural, y no violento. Al fin yal cabo, añadió, para En el Centro de todo se encuentra el SoL Pues, ¿quién colocaría esta lámpara de
una esfera "el movimiento que concuerda :naturalmente con su forma" es temple tan hermoso en otro lugar mejor que en éste, desde el cual puede iluminarlo
la rotación. Con este toque de sofistería, Copérnico empleó el término "na· todo al mismo tiempo? En realidad, no sin acierto le llaman algunos una linter·
tural" en dos sentidos distintos, y de manera inconsciente expuso lo super· na; otros, el espíritu y otros más el piloto del mundo. Trismegisto le llama "un
ficial de las raíces de la física aristotélica. dios visible"; la Electra de Sófocles, "el que contempla todas las cosas". Y así, el
Sol como si reposara en un tronco real, gobierna la familia de estrellas que giran
Habiendo así establecido, al menos para su propia satisfacción, que la Tie· , en torno suYO.12
rra puede rotar, Copérnico quiso saber si la Tierra puede abandonar el ceno
tro del universo. En el sistema de Aristóteles, el elemento Tierra se había No hay aquí mucha física, pero este tipo de lenguaje neopitagórico fue co·
reunido en el centro del universo, que también servía como centro de los
mún en los finales del Renacimiento. Algunos escritQres han llamado a Co·
movimientos planetarios. Copérnico sugirió que,. puesto que la Tierra no
pérnico y a sus partidarios "adoradores del Sol", por causa de sus referen·
está en el centro del movimiento, tal vez la gravitación fuese asociada a la
cias alegóricas al SoL Sin embargo, en los cálculos del De Revolutionibus, el Sol
forma esférica y no al centro del universo: finalmente es privado de gran parte de su papel central. Permanece como
único objeto estacionario bajo las estrellas, pero se dice que las órbitas de
Pues el movimiento aparentemente irregular de los planetas y'sus distancias va·
los planetas son el centro móvil de la órbita de la Tierra. Es como si la vi·
riables desde la Tierra -que no pueden interpretarse como si ocurrieran en cír·
culos homocéntricos con la Tierra- ponen en claro' que la Tierra no es el centro sión de la simetría quedara oscurecida por los detalles. Quedó reservado
de su movimiento circular. Por consiguiente, como hay muchos centros, no resul· a Kepler, para quien el sueño pitagórico fue una obsesión, mostrar cómo l·
I
f.'.:.,.·..

ta temerario dudar de que el centro de gravedad de la Tierra, antes que algúri los movimientos de los planetas podían remitirse exclusivamente al Sol, sin ¡
j,
otro, es el centro del mundo (universo). Pienso que la gravedad o pesantez no atribuir un papel predilecto a la Tierra. !
es nada salvo una apetencia natural implantada en las partes por la divina provi. Entre las razQnes tradicionales para rechazar la Tierra ambulante estuvo
dencia del Artesano universal, para que se unan entre sí en su unicidad y plenitud la creencia en que el universo, simplemente no es tan grande. Se pensó
y se reúnan en forma de un globo. Es concebible que este efecto (es decir, la grao que la esfera de estrellas empezaba cerca de la órbita de Saturno; si unas
vedad) esté presente en el Sol, y la Luna y otros planetas brillantes y que, por medio irregularidades en las posiciones de los planetas resultaran del movimiento
de su eficacia permanezcan en la figura esférica en que son visibles, aunque, no de la Tierra, entonces las estrellas también debían revelar el movimiento de
obstante, cumplan con sus movimientos circulares en estas formas distintas. Por
la Tierra, moviéndose por relación de unas a otras (Fig. VIII.3). Como no
tanto, si también la Tierra posee movimientos distintos del que hay en tornó de
su centro, por necesidad serán movimientos que similarmente aparezcan en el se observara dicho paralaje, Copérnico afirmó que las estrellas debían estar
lado exterior de muchos cuerpos y encontraremos esta revolución actual en· mucho más distantes que los planetas. Tolomeo había tocado el hecho de
tre dichos movimientos.lO que el horizonte divide la esfera celestial por partés iguales -efecto que
implica que los cielos son mucho más grandes que la Tierra-, y había afir- JI
Copérnico decía que la Tierra es como los planetas en su forma y en sus mado que, por tanto, la Tierra debe encontrarse en el centro del universo.
movimientos; dijo en varios lugares que se le puede considerar como una Copérnico utilizó el mismo hecho como indicación de que toda la órbita ,
·

de las estrellas errantes. Pero no lÍegó a examinar las implicaciones más terrestre es comparada cOn la distancia a las estrellas. ···.'.1;··.1

generales de hacer que la Tierra fuese uno entre muchos cuerpos similares.

I1I
En el Commentariolus, Copérnico planteó en forma escueta el papel cen° Pues tal demostración (la bisección de la esfera celeste por el horizonte) no prue·
tral del Sol: ba nada, salvo que los cielos son de magnitud indefinida con respecto a la Tierra.

j
10 On the Revolutúms, p. 521.
11 Commentariolus, p. 63. I11 .
12 On the RevolutUms, p. 526.
!
120 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 121

Copérnico no ofreció argumentos plenamente convincentes para la validez


de su sistema, y hubo pocos que estuvieron dispuestos a "creer lo increí-
ble". La supervivencia del sistema copernicano durante la segunda mitad
del siglo XVI dependió de su empleo por astrónomos, que lo encontraron
más conveniente que el sistema tolomeico, pero que únicamente estaban in·
teresados en salvar las apariencias y no en la cuestión del verdadero movi-
miento de la Tierra.

SOBRE LA REVOLUCIÓN DE LAS ESFERAS CELESTES

FIGURA VIII.3. Paralaje esteituff ,ilustrado esquemáticamente. Si una estrella estuviese cerca de
Copérnico modeló el De Revolutionibus Orbium Coelestium siguiendo el modelo
la Tierra, su posición aparenl!e en el cielo cambiaria conforme la Tierra se desplazara en su del Almagesto de Tolomeo. 15 La obra no sólo intentaba persuadir al lector
órbita. Con telescopios modenvos,cabe resolver una pequeña cantidad de paralajes para las es.
de la validez del sistema heliocéntrico, sino también ofrecer la demostra-
trellas cercanas.
ción matemática completa, prometida en el Commentariolus. Además, los re·
sultados de cálculos de las posiciones del Sol, la Luna y los planetas se mos-
Pero no es claro hasta dónde se extiende esta inmensidad. Por lo contrario, puesto traban en tablas inmediatamente útiles para el astrónomo o el astrólogo prac-
que los corpúsculos rnfuim'(j)s e indivisibles, llamados átomos, no son perceptibles ticante. El acuerdo con la observación no era, en general, mejor del que
al sentido, cuando se les parte en dos o en algún pequeño número, no constitu- Copérnico habría obtenido al emplear el sistema tolomeico, pero los cálcu-
yen un cuerp<? visible; pero se les puede tomar en tan grande cantidad que al los eran nuevos y, por tanto, libres de los errores acumulativos que brota-
fin sean suficientes par.a fGrmar una magnitud visible. Así ocurre al lugar de la ron del imperfecto conocimiento· de los periodos planetarios y de otras
Tierra, pues aunque no eween el centro del universo, sin embargo la distancia constantes. Copérnico aceptó sin espíritu crítico las mediciones registradas
es como nada, particu!aJrmente en comparación con la esfera de las estrellas en las tablas griegas y árabes_ Con respecto a las discrepancias entre las pri-
fijas. 13
meras autoridades, escribió:
Otro problema de apartar las estrellas a grandes distancias es que, alojo, las Muchos creen que algún error se ha insinuado en sus observaciones. Pero cada
estrenas más brillantes le parecen como si fuesen del mismo tamaño angu· matemático es igual en su minucia y laboriosidad, por lo que es dudoso a cuál
lar de los planetas, unos dos minutos de arco (1130 de grado). Este tamaño debiéramos seguir, de preferencia sobre otro. 16
aparente se debe a la resolución limitada del ojo; los verdaderos diámetros
angulares de las estrellas son mucho más pequeños. Pero nadie lo supo has- Esta actitud llevó a Copérnico a introducir complicadas explicaciones para
ta la aparición del telescopio, en el siglo XVII. Si las estrellas fuesen tan efectos que no eran reales.
grandes como su tamaño serían inmensamente más grandes que el La organización del De Revolutionibus queda indicada en el cuadro VIII. l.
Como hemos visto antes, Copérnico estaba ansioso por hacer que el lector
SoL Ésta habia sido una de las razones del rechazo, entre los griegos, del mun-
aceptara lo razonable de la hipótesis heliocéntrica. Sin embargo, las obser-
do heliocéntrico sostenido por Aristarco: Toulmin y Goodfield han comen·
vaciones anteriores al prefacio niegan que el sistema copernicano sea me-
tad2, este punto. jor que el tolomeico. El lenguaje utilizado en esta primera sección es tan
<'.,::;,c:,

distinto del cuerpo de la obra que no nos sorprende saber que su autor no
Hoy, el público general tan inmunizado a las estadísticas astronómicas, que fue Copérnico, sino Andrés Osiander, quien supervisó la primera impre-
la gente dice sin pensarlo, "las estrellas se encuentran a una distancia increíble", sión del De Revolutionibus. Escribió Osiander:
y dejan allí las cosas. Los astrónomos griegos fueron más minuciosos en sus argu-
mentos, y se negaron a creer en lo increíble_ 14
15 Neugebauer ha observado que ni una página del De Revolutionibus puede compren-
derse sin un conocimiento del Almagesto.
1e1/bid., p. 516.
16 Copérnico, De ÚJ.S Revoluciones de ÚJ.S Esferas Celestes, en Great BooPs 01 the Western World,
14 S. Toulmin y J. Goodfield,. 71we Fabric ofthe Hetwens (Nueva York: Harper & Row, 1961), p_ 124.
16:664.
122 LA REVOLUCIÓNCOPERNICANA 1 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 123

CUADRO VIII.!. Cuadro abreviado del contenido 10. Demostraciones del movimiento Libro Sexto.
de Júpiter.
Sobre las revoluciones de las esferas celestes
Libro Primero.
2. Hipótesis de los circulos en
1. El Mundo es esférico. 20. Sobre el planeta Venus. que los planetas se mueven en
12. Sobre el cómputo de la precesión
2. La Tierra también es del equinoccio de primavera y la latitud.
esférica. oblicuidad. 21. Cuál es la razón de los
13. Sobre la magnitud y diferencia diámetros del círculo
orbital de la Tierra y 3. Cuán grande son las
4. El movimiento de los del año solar.
de Venus. inclinaciones de los
cuerpos celestes es 14. Sobre los movimientos regulares
regular. círculos orbitales de
y medios de las revoluciones del Saturno, Júpiter y Marte.
5. ¿Tiene la Tierra un centro de la Tierra. 25. Sobre Mercurio.
movimiento circular? Tablas de movimiento del Sol.
6. Sobre la inmensidad de
los cielos. 34. Cómo se calculan las 8. Tablas de las latitudes de
posiciones en longitud los planetas.
ll. Una demostración del Libro Cuarto. de los cinco planetas.
triple movimiento de
la Tierra. 1. La hipótesis de los círculos
Libro Segundo. de la Luna según la opinión
de los antiguos. El autor de esta obra no ha hecho nada que merezca censura, pues es tarea del
1. Sobre los círculos y' 2. Sobre lo inadecuado de estas astrónomo emplear observaciones minuciosas y especiales al recabar la historia
sus nombres. suposiciones. de los movimientos celestes, y entonces -ya que, por ninguna línea de razona·
2. Sobre la oblicuidad de 3. Otra teoría del movimiento de miento puede llegar a las verdaderas causas de estos movimientos-, elaborar
la elíptica. la Luna. cualesquiera causas o hipótesis que desee y que, por la suposición de estas causas,
4. Sobre las revoluciones de la aquellos mismos movimientos puedan ser calculados a partir de los principios
5. Sobre las secciones del Luna y sus movimientos de la geometría para el pasado y también para el futuro. Este artista ·es notable-
horizonte. particulares. mente destacado en ambos aspectos, pues no es necesario que estas hipótesis sean
Tablas de movimiento lunar. ciertas, o siquiera probables... Tal vez el filósofo exija, en cambio, probabilidad;
10. Tabla de ángulos hechos por la pero ninguno de ellos captará algo seguro, o podrá ponerle la mano encima, a me·
elíptica con el horizonte. 31. Cuán grande será un eclipse del nos que le sea divinamente revelado. 11
11. Sobre el uso de estas tablas. Sol o de la Luna.
32. Cómo saber de antemano cuánto Tal vez algunas autoridades clericales pensaran que las palabras de OsÍan-
Libro Tercero. durará un eclipse. der eran de Copérnico y no se alarmaron. El propio Copérnico en ninguna
parte vaciló su fe en la Tierra móvil, ni siquiera en la dedicatoria al Papa,
1. Sobre las precesiones y los Libro Quinto.
solsticios y equinoccios. donde afirmó que los matemáticos se verían obligados a aceptar su sistema,
2. Historia de las observaciones
que confirma la precesión 4. Por qué los movimientos si -como la Filosofía lo exige, para empezar- están dispuestos a dar un pensa-
irregular de los solsticios y propios de los planetas parecen miento y un esfuerzo no superficiales sino profundos a lo que yo presento.I 8
equinoccios. irregulares.
5. Demostración del movimiento Copérnico apeló al Papa, como el más eminente protector de las letras, pa-
4. Cómo el movimiento reciproco o de Saturno. ra que "ofreciese una protección contra las mordidas de los calumniado-
movimiento de liberación está 6. Sobre otras tres oposiciones
compuesto de movimientos solares de Saturno, recién
circulares. observadas. 17 On the Revolutions, p. 505.
18 lbid., p. 509.
11

124 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 125

'-<-----0---
FIGURA VIII.4B· Copérnico aceptó la idea toloineica de que la revolución ocurre como si el cuerpo
en rotación estuviese conectado con su centro de revolución por un rayo de rueda, de modo que
la misma cara siempre da hacia el centro. Para la Luna, esto en realidad ocurre. Para la Tierra,
este movimientorodanteharía que el eje polar trazara un cono anualmente. Para cancelar el
. movimiento cónico, Copérnico añadió un m<Jvimiento cónico en sentido opuesto.

supuso que el cambio era periódico y acabaría por repetirse, de modo que
se le podría explicar mediante un movimiento circular compuesto. La op·
F ción era admitir que los movimientos celestes eran verdaderamente irre·
guIares y por tanto inexplicables; al menos, eso pensó Copérnico.
El modelo para la orientación de un planeta que se desplazara en epici·
clo era la Luna, que siempre ofrece la misma cara a la Tierra y por ello, corre
como si estuviese dentro de una rueda (o una esfera). El movimiento lunar
fue llamado movimiento sin rotación, aunque en realidad la Luna sí hace
FIGURA VIII.4A La revolución de la Tierra según uno de los dos es,quemas equivalentes pro- una rotación por cada revolución. Esta errónea concepción acerca de la ro-
puestos por Copérnico. El centro C del movimiento circular de la Tierra gira en torno del círculo tación hizo que la descripción copernicana de la rotación de laTierra fuese
CFE en 3 400 años. bastante complicada. El desplazamiento de la Tierra en su excéntrica haría
que el eje polar de la Tierra trazara un cono (Fig. VIII.4B). Esto no se obser-
va. El eje de la Tierra está en dirección casi constante. Por lo tanto, Copér-
res" que al "tergiversar desvergonzadamente el sentido de algún pasaje de nico introdujo un movimiento adicional para contrarrestar la esperada
la Sagrada Escritura" criticarían el sistema. Pero afirmó no preocuparse por "rotación". Si los dos movimientos se cancelaran en forma exacta, el eje de
los juicios del vulgo, ya que "las matemáticas se escriben para matemáticos".
la Tierra señalaría siempre en la misma dirección. 'El fenómeno de prece-
Hay algo de la tradición pitagórica en esto último, pero la confianza en que
sión de los equinoccios ocurre porque la dirección del eje de la Tierra cam-
la Iglesia reconocería la verdad de los descubrimientos científicos es prue·
biacon lentitud. Copérnico explicó la precesión al hacer que el. periodo
ba de que Copérnico no fue ningún iconoclasta. Casi un siglo después, Gali·
leo hizo una similar apelación a la Iglesia como depositaria de la verdad;
del movimiento antirrotativo fuese ligeramente mayor que el periodo de
la Tierra alrededor del Sol.
j
pero entonces, la respuesta fue inmediata y hostil.
El periodo de precesión es de 26 000 años (capítulo II). Varias estimacio· l'
La mayor parte del De Revolutionibus es un exceso técnico para poder des·
nes de este intervalo se habían obtenido durante los 1.600 años precedentes.
cribirla aquí. Sólo examinaremos algunos de los detalles de los movimien-
En un equivocado esfuerzo por reconciliar todos estos valores, Copérnico
tos planetarios, al menos Jo bastante para demostrar las complejidades que
añadió dos nuevos movimientos a los polos de la Tierra. El recurso geomé-
tuvo que aceptar Copérnico. Empezó por tratar el movimiento de la Tierra. trico que introdujo para explicar la variación de la tasa de precesión se lla- I
El camino del centro de la Tierra corre a lo largo de un círculo excéntrico,
como se muestra en la figura VIII.4A. Esto es equivalente al esquema de To·
ma "libración", y es curiosamente unicircular. 19 Copérnico estuvo I
lomeo (salvo, desde luego, que para Tolomeo el Sol se movía en un círculo ex·
19 La libración es un movimiento de ida y vuelta a lo largo c;le unallnea recta, de modo
céntrico), con un rasgo nuevo: el pequeño círculoCFE, que explicaba un
que el camino "describe ciertas líneas similares a una guirnalda torcida", Que el movimiento 11
pequeño cambio en la orientación de la órbita terrestre. Cada vez que el
desacuerdo entre varias mediciones impuso un nuevo elemento de movi·
miento -como en el caso de las órbitas cambiantes-, Copérnico siempre
rectilíneo pueda componerse de dós círculos iguales, contrarrotantes había sido demostrado
por el astrónomo persa Nasir-al-Din de Tus, cuya influencia sobre Copérnico, sin embargo,
se desconoce, Véase W _Hartner en Proceedings of the America:n Philosvphical Society (1973) 117:413.
I
I

1I
126 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1 127

enfrentándose a pequeñas correcciones a lo largo del año, alrededor de 1


parte en 100000, que podía corresponder a cerca de un día en 300 años.
En opinión de Copérnico, estas incertidumbres eran excesivas, y una refor.;
ma sensata del calendario requeriría nuevo estudio. .
La teoría lunar copernicana utilizaba un epiciclo sobre un epiciclo, cen-
trados, desde luego, sobre la Tierra. El único cambio importante a partir
de la luna tolomeica fue un mejor tratamiento a la gama de distancias a la
Luna, relacionada en el sistema copernicano con las dimensiones de las ór.
bitas de los planetas. La distancia media entre Tierra y Luna (en unidades
del radio de la Tierra) se utiliza para determinar la distancia media Tierra.
Sol, y a partir de esto, se encuentran las distancias de los demás planetas.
Copérnico obtuvo valores precisos para todas estas distancias. D
Copérnico supuso, como lo había hecho Tolomeo, que los movimientos
de los planetas en longitud podían tratarse separadamente de sus movimien. C
tos en latitud. Puesto que los rasgos básicos de los movimientos planetarios
-sus periodos medios y sus retrogresiones- quedaban explicados por el
movimiento de la Tierra, los rasgos sutiles que Copérnico describió en
el Libro V (Longitudes) y en el Libro VI (Latitudes) tenían, todos ellos, la
naturaleza de correcciones. El esquema básico de las longitudes planetarias
era como el que aparece en la figura VIII.4A; los planetas se movían
un epiciclo pequeño, euyo deferente se centraba en una excéntrica. Sin em-
bargo, la excéntrica era remitida al centro C del círculo de la Tierra (véase
Fig. VIII.5), Y no directamente al Sol. Esto podría interpretarse como atri-
buir a la Tierra un papel preferente, aunque Copérnico habría podido com;
pletar la descripción de cada planeta, centrado en el Sol, añadiendo el círculo
CFE y la excéntrica GS. Este sistema era satisfactorio para los planetas supe·
riores, Saturno, Júpiter y Marte; para Venus y Mercurio eran necesarias otras
correcciones. Copérnico añadió una excéntrica móvil a la descripción de
Venus. Mercurio se mostró particularmente difícil; para él, todo el sistema
-un epiciclo que librara" sobre un círculo excéntrico sobre una excéntrica
remitida a la excéntrica móvil de la Tierra- es lo que más se aleja de las
"construcciones mucho más sencillas", antes prometidas.
Los movimientos en latitud fueron tratados en detalle completo e insatis-
G
factorio en el último libro del De Revolutionibus. Todos los planetas se mue·
ven en planos cerca de la elíptica, por lo que sus desviaciones de la elíptica
se relacionan de manera sencilla con las posiciones longitudinales de los Sol
planetas. Copérnko no tenía ninguna idea de qué hacía que los planetas
se movieran como lo hacen y sus valores para las latitudes planetarias con-
tuvieron muchos errores. Se dejó desencaminar, al proponer complejas
combinaciones de epiciclos y libraciones sobre la base de unas pocas medio FIGURA VIn.5. Saturrw y Júpiter, según Copérnico, se. movían en un pequeño epiciclo cuya de·
ciones. Como antes, los movimientos fueron remitidos al centro de la órbi- ferente era excéntrica por la distancia CD a partir del centro de la órbita de la Tierra. Por rela·
ción al Sol, el esquema era en realidad el diagrama inferior (la notación es la de lafigura anterior).
ta terrestre y los periodos de los movimientos latitudinales eran simples
múltiplos del año terrestre. Si remitir los epiciclos planetarios a la órbita
128 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 1

terrestre resultó un atajo excusable al referir cada uno al Sol, fue también
una forma de geocentrismo el hacer que sus periodos fuesen conmensura.
bIes con el año. O tal vez esos valores relacionados fueron impuestos
Copérnico por la escasez de datos de que disponía, ya que había hecho IX. LA REVOLUCIÓN COPERNICANA, 2
masiado pocas observaciones para determinar los parámetros de las
plejas órbitas que él asignó, si todos los radios y periodos hubiesen
asignados independientemente. COPÉRNICO edificó su elaborado sistema heliocéntrico para los planetas sobre
Este catálogo de las excéntricas, epiciclos y libraciones de todo el sistema un puñado de sus propias mediciones de posiciones planetarias (menos
de Copérnico hace excesivo hincapié en correcciones menores y en rasgos de cincuenta observaciones en toda su vida) junto con todas las mediciones
superfluos, que astrónomos posteriores pudieron pasar por alto. Para el as. publicadas que tuviese a mano. Hubo dos clases de falla en esto. Primero,
trónomo típico, las tablas ofrecidas en el De Revolutionibus fueron satisfacto. la confianza injustificada de Copérnico en la precisión de todas las medi-
rias. Los astrólogos pudieron saltarse las secciones más complicadas, ya que ciones ("Cada matemático es similar en su cuidado y laboriosidad").! En
en astrología no suele hacerse caso de las latitudes. La cuestión de 10 correc. segundo lugar, Copérnico y todos los que le precedieron fueron víctimas
to del sistema copernicano no preocupó a los practicantes del siglo XVI, y de una trampa particular, debida a la falacia de! movimiento circular com-
en todo caso, poco progreso podía hacerse sin unas observaciones más pre. puesto. La trampa fue ésta: puesto que sólo cabe trazar un círculo y sólo uno
<¡isas y numerosas. Tycho Brahe, primero en comprender la importancia de a través de tres puntos, tres observaciones bastan para determinar una órbita
trazar las órbitas completas de los planetas, hizo las mediciones que permi· circular, y se requieren seis, cuando mucho, para un epiciclo y una deferente,
tieron hacer una elección inequívoca entre los sistemas tolomeico y copero etcétera. Hasta la más compleja de las construcciones "circulares" para un
nicano, y]ohannes Repler mostró cómo había que hacer la elección. planeta puede derivarse de una docena, poco más o menos, de mediciones,
siempre que las mediciones se hagan con suficiente precisión: una vez más,
el primer punto. Es posible perdonar aCopérnico por no captar el concepto
de incertidumbre en la medición. El problema es sutil, y los instrumentos
matemáticos ("estadísticas") para enfrentarse a errores experimentales no
se. desarrollarían hasta- el siglo XIX. Incluso e! genial Isaac N ewton, al inves·
tigar 150 años después que Copérnico, falló cuando trató de enfrentarse
a las muy pequeñas diferencias existentes erare sus resultados medidos y
sus predicciones.
Desde luego, sin duda no es verdad que todas las. mediciones sean igual·
mente precisas. Copérnico sabía eso, al menos hasta derto punto. Tal vez·
pensara que medir es como contar. Cualquiera- que tenga cuidado pue-
de descubrir e! número de monedas que haya en un jarro, y como la res-
puesta es sólo una, no está influida por e! método de contar. La medición
de un ángulo, o bien otras cantidades continuamente variables, no es como
contar.
El método sí importa, y lo que es bastante preciso para un propósito puede
ser inútil para otro. Lo que se obtiene es, en realidad, una gama de valores
dentro de la cual es muy probable que se encuentre el "verdadero" ángulo
(u otra variable). Los métodos modernos pueden decir al experimentador
cuál es esta gama, laHincertidumbre", en un caso dado, y sugerir remedios
para mejorar la medición, al reducir la incertidumbre. Pero, ¿qué podía
hacerse en e! siglo XVI?

1 Copérnico, De la Revolución de las Esferas Celestes, en Orea! Books ofthe Westem World, 16:664.

129
130 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 131

TYCHO

Tycho Brahe (Fig. IX.l), que investigó desde el decenio de 1570 hasta el fin
del siglo, hizo lo más que podía hacerse en la época pretelescópica Por medio
de la observación sistemática con instrumentos grandes y finamente traba.
jados, logró realizar observaciones sólo limitadas por la resolución del ojo.
Los datos obtenidos por Tycho para las posiciones planetarias fueron apenas
buenos para que Johannes Kepler derivara la verdadera figura del movimien_
to para los planetas, la elipse. La dedicación de Tycho a la observación, que
casi rayó en el fanatismo, le hizo salir de la trampa del "puñado de medicio.
nes". Tycho hizo repetidas observaciones de los planetas; él y sus ayudantes
registraron sus posiciones virtualmente en cada noche clara durante un
periodo de más de diez. años. No es fácil descubrir un motivo suficiente para
un esfuerzo de tan heroica escala. Un incidente que sin duda influyó sobre
Tycho ocurrió cuando estaba empezando a aprender astronomía, siendo un
muchacho de 17 años. Descubrió que la fecha para una conjunción de Júpiter
y de Saturno aparecía erróneamente en las Tablas Alfonsinas (tolomeicas) y
en las Tablas Prusianas (copernicanas). Tycho no era copernicano y también
llegó a desconfiar del sistema tolomeico. Más adelante, propuso su propio
modelo planetario, 2 el sistema tychónico (Fig. IX.2), según el cuar el Sol y
la Luna giran en torno de la Tierra mientras que todos los planetas giran
alrededor del Sol.
Tycho no tuvo iguales: Ningún teórico lo guió en sus esfuerzos, ningún
espíritu de competencia lo motivó. Y sin embargo, sin las mediciones de
Tycho, Kepler no habría podido encontrar sus leyes planetarias y el curso
de la ciencia del siglo XVII habría podido ser muy distinto. Desde la pers-
pectiva del siglo XX es fácil ver la importancia del programa de observación
sistemática de Tycho. No tan fácil es comprender por qué en la Dinamarca JI

I
feudal se le ofrecieron las enormes sumas necesarias para equipar y operar
sus observatorios o pqr qué gozó de tan grande estima por toda Europa. U na
parte de la explicación se encuentra sin duda en la prevalencia de la astro·
logía durante el siglo XVI. Tycho fue un maestro de la "predicción" aIl}bigua,
y en sus comienzos tuvo buena suerte en sus horóscopos reales. El y su 1,
operación también negaron a ser símbolos de alta categoría. Su observatorio
era una maravilla arquitectónica y sus insirumenlOs fueron codiciados
como. obras de arte por más de un príncipe extranjero. Tal vez el entusiasmo
por los proyectos de Tycho pueda verse como temprana prueba de un básico
afán de civilización occidental posrenacentista, una necesidad de desafiar

2 El sistema tychónico es matemáticamente equivalente al sistema copernicano. Cuando Ga·


lileo descubrió que las fases de Venus son incompatibles con el sistema tolomeico, el sistema
FIGURA IX.1. Tycho Brahe (1546-1601). Science Museum, Londres.

a la naturaieza, una ante los misterIos. Existen paralelos ante


1
tychónico fue la única alternativa que quedó a quienes no quisieron abrazar la hipótesis helio· los esfuerzos de Tycho y la "gran ciencia", con fuerte fundamento en.la
céntrica. tecnología, de los veinte años anteriores: los ciclotones gigantes, los

jr,

!1.
"

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1;

j.
132 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 133

saturno

FIGURA IX.2. El sistema tychónico (no a escala). Este sistema equivale, por compieto, al sistema
copernicano, en el sentüW de que los movimientos relativos de todos los cuerpos celestes (salvo
las estrellas) son los mismos en los dos sistemas. FIGURA IX.3. Uno de los observatorios de Tycho, Stjarneborg (Castillo de las Estrellas), con
varios tipos de instrumentos visibles. Stjarneborg y Uranienborg, ambos en la isla de Ven,fue·
ron los observatorios pretelescópicos más avanzados. Tomado de Brahe's Atlas Major,
aceleradores lineales y los radio telescopios pagados por un público que no vol. l,jan Blaen, 1664. Foto, Science Museum, Londres.
comprende ni la función del aparato ni los objetivos de los investigadores.
En sus relaciones con sus subordinados, Tycho fue autocrático e intole· En Dinamarca, Tycho echó de menos el estímulo que había encontrado en
rante, tal vez como resultado de su educación. Nacido en la realeza danesa, las capitales europeas. En 1576, se preparaba a emigrar a Alemania cuando
fue secuestrado...por un tío suyo, carente de hijos, que deseaba un heredero el rey Federico II le hizo una oferta que no pudo rechazar. Toda la isla de
a quien legar sus considerables propiedades. Tycho fue educado en Copen· Ven, con sus tierras y bosques, estaría a disposición de Tycho para que esta·
hague yen universidades alemanas. Sus intereses en las matemáticas y la bleciera un observatorio. Durante años sucesivos, se le .hicieron cesiones
astronomía fueron tolerados al principio y luego aprobados, mientras tam·. generosas de otras tierras e ingresos. En la isla de Ven, Tycho construyó dos
biélí'estudiaba medicina y derecho. Cuando su tío murió, Tycho, aún estu· edificios: el castillo, Uranienborg, y el observatorio, Stjarneborg (Fig. IX.3).
diante, fue libre de dedicarse por completo a la astronomía. Prosiguió sus Entre los instrumentos que llevó allí o mandó construir se encontró un gran
estudios en Suiza y empezó a encargar a artesanos alemanes ciertos instru· cuadrante con un radio de 6 metros, la "esfera de Augsburgo", de 5 metros
mentos necesarios para llevárselos a Dinamarca. Su reputación quedó esta· y medio de diámetro, y el célebre "cuadrante mural" (Fig. IXA). Tan sólo
blecida con la publicación, en 1573, del de Nova Stella, análisis de la supernova en Uranienborg había más de veinte importantes instrumentos astronómicos
del año anterior. Treho logró mostrar inequívocamente que la nova no se (Fig. IX.5). La vida en Uranienborg era muy agradable, pero las mediciones
movía entre las estrenas. Ésta fue prueba importante contra la inmutabili· siempre ocupaban el primer lugar. Tycho se forzaba a sí mismo tanto como
dad aristotélica de los cielos. a sus ayudantes, pasando de estación a estación, revisando instrumentos, al
134 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 135

FIGURA IXA. El gran cuadrante mural de Uranienborg, 1587. El observador se encuentra a


la derecha, centro, m.i.entras la luz entra por la pequeña ventana que se ve arriba, izquierda.· FIGURA IX.5. El armillario ecuatorial de TycJw, con un círculo en declinación, de 3 metros de
En las alcobas, al fondiJ, pueden verse varios instrumentos. Tornado de Atlas Major, vol. 1. diámetro. Tomado de Astronomiae instauratae mechanica, 1598, de Tycho. Science ¡VIu·
British Museum. seum, Londres.
136 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 137

parecer sin necesidad de dormir, o bien dormitando a veces en uno de los computar la órbita de Marte (alrededor del Sol, pero en el sistema tychóni.
camastros colocados cerca de los mayores instrumentos. Los resultados de co), que había pasmado a Longomontano, principal matemático de Tycho.
4
Ven fueron en consecuencia numerosos: casi mil estrellas catalogadas COn De los seis planetas, Mercurio tienen las órbitas que más se alejan
toda precisión e inscritas sus posiciones en la gran esfera de latón; los pla. de lo circular. Por causa de su cercanía al Sol, las posiciones de Mercurio
netas fueron seguidos con una precisión de dos a tres minutos de arco; los eran conocidas con menor precisión y por ello Marte fue el mejor candida·
cometas lo fueron con dificuhad y, al final, se descubrió que estaban detrás to para descubrir la verdadera forma orbitaL En realidad, dado el nivel de
de la Luna; se demostró que Gran inexistentes ciertas irregularidades que Co. precisión de los datos de Tycho, Marte era el único. planeta para el que po-
pérnico se había esforzado por explicar. Quedó preparado el escenario pa- dían fallar los cálculos epicíclicos. Kepler logró pocos progresos durante el
ra el descubrimiento de los verdaderos movimientos de los planetas. año que trabajó con Tycho; por una parte, Tycho se negaba a darle pleno
En 1596, la arrogancia de Tycho, sus despilfarros y su explotación de los acceso a las observaciones recabadas. Kepler era un dedicado copernicano,
residentes de Ven le habían enajenado la voluntad del nuevo rey, el joven y Tycho estaba decidido a conservar el sistema tychónico. En su lecho de
Cristián IV, que de otra manera tal vez se hubiese visto inclinado a continuar muerte, Tycho pidió que no se abandonara su sistema, pero Kepler no pro-
dándole el apoyo iniciado por su padre. Renuente a ceder ante el joven rey, o metió nada.
a modificar su feudal estilo de vida, Tycho empacó muchos de sus instru- Kepler fue nombrado para suceder a Tycho como matemático imperial
mentos y al:>andonó Dinamarca en 1597. Fue bien recibido en Praga, en la de Rodolfo n. Con característica mala fortuna, Kepler no cobró práctica-
corte del eU¡;perador germano, Rodolfo JI, que sentía gran respeto hacia las mente nada de su salario de la tesorería de Bohemia. Hubo disputas
habilidades astrológicas del gran hombre de ciencia. Algunos de los instru- con los herederos de Tycho, por el destino de los datos y la preparación
mentos de Tycho aún estaban en camino cuando falleció en 1601, por de las tablas planetarias basadas en ellos. Nadie sino Keplerestaba calificado
complicaciones causadas por una noche de excesivas libaciones. para llevar adelante es1;a gran labor y Kepler no ocultó su intención de
aplicar el sistema copernicano. Como resultado de este conflicto y de las
vicisitudes de los años maduros de Kepler, las Tablas Rodolfinas, como
TYCHO y KEPLER se les llamó, no fueron publicadas hasta el año de 1625. Durante los más
de veinte años de intérvalo, Keplerpublicó varios libros basados en sus
Durante su breve periodo en Praga, Tycho añadió a su personal a un joven cálculos a partir de los números obtenidos por Tycho.
matemático alemán que gozaba de gran consideración: Johannes Kepler. Da-
das sus respectivas personalidades, no era probable que sus relaciones fue.
sen plácidas. En The Watershed, su biografia de Kepler, Arthur Koestler ha KEPLER
caracterizado su encuentro:
De todos los hombres que desempeñaron papeles importantes en la revolu·
Por último, entonces, el 4 de febrero del año 1600, Tycho. de Brahe y]ohannes ción copernicana, Johannes Kepler es, sin la menor duda, el más difícil de
Keplerus, cofundadores de un nuevo universo, se encontraron cara a cara: nariz clasific;lr. Copérnico y Brahe estuvieron claramente atados a pautas mentales
en alto contra cabeza gacha. Tycho tenía 53 años, Kepler 29. Tycho era un aristó· renacentistas. Galileo y Newton -aunque personalidades complejas- fueron
crata, Keplerun plebeyo; Tycho era un creso, Kepler, un ratón de iglesia; Tycho, un modernos, por su confianza en el racionalismo científico. En cambio, las
gran danés, Kepler, un can fumélico. Eran opuestos en todo aspecto salvo uno: preocupaciones de Kepler fueron una mezcla contradictoria de intransigente
la disposición colérica e irritable que compartían. El resultado fue de constante
fricción, acaloradas disputas, seguidas por tibias reconciliaciones. 3 astronomía matemática y el más nebuloso de los misticismos analógicos. The
Sleepwalkers, de Koestler, deriva su título principalmente de eúa paradoja del
Kepler pronto se estableció como el más hábil de los ayudantes de Tycho carácter de Kepler. No una desapasionada investigación racional, sino
en materia de computación. Como resultado, se le confió el problema de sueños de una simetría geométrica movieron a Kepler, por lo que sus des-

3 A. Koestler, The Watershed (Carden City, N. Y.: Doubleday, 1960), es el voluminoso capítu- 4 Cuando Kepler llegó a Praga, apostó a Longomontano a que podía resolver en una se·
lo sobre Kepler, tomado de Tite Sleepwalkers, publicado por separado (Nueva York: Grosset y mana la teoría de Marte (O. Gingerich, ':Johannes Kepler and tbe New Astronomy", Q}wrterly
Dunlap, 1959). Véase Watershed, p. 109 o Sleepwalkers, p. 302. Jaurnal of the Royal Astronomical Socíety (1972), 13:346). Necesitó cinco años.
138 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 139

cha por él mismo, cuando aún no cumplía los treinta. Según sus propias
palabras, su vida fue trágica. Su familia pobre y él niño enfermizo, con
lllal a vista, que se sentía aborrecido por sus condiscípulos. Lo salvó de
la oscuridad el excelente sistema competitivo de las escuelas públicas de Würt-
telllberg, que aseguraba la educación de los jóvenes protestantes promete-
dores- Ni su mala salud ni sus infortunios desaparecieron en su vida adulta. Su
primer puesto docente fue en Graz, ciudad de Austria, predominantemen·
te católica. En Graz (y, de hecho, durante toda su vida) fue víctima de la pero
secución desatada por la Contrarreforma. Sin embargo, como hombre de
ciencia, fue tratado con menos severidad que los protestantes comunes en
los principados católicos. Al parecer, aparte de su trabajo, no encontró
ninguna satisfacción durante toda su vida. Hizo un matrimonio infortunado;
tres de los cinco hijos de este matrimonio no le sobrevivieron, y su esposa,
Bárbara, falleció a la edad de 37 años. Kepler fue incapaz de obtener un
puesto en alguna de las universidades protestantes cercanas a su ciudad
natal y los empleos que desempeñó fueron mal pagados. Siempre tuvo pro-
blemas de dinero. Ya hemos observado que fue incapaz de cobrar sus salarios
a Rodolfo II; después, dedicó mucho tiempo y esfuerzo a fallidos intentos
por obtener la herencia de su segunda esposa. En 1620, su madre fue acusada
de brujería. Necesitó dedicar varios meses para lograr su absolución.
Kepler estaba tan poco convencido de la importancia de sus leyes planeo
tarias que nunca las resumió. Se las encontró enterradas en su Astronomía
Nova (1609), obra que creció a partir de su "Guerra con Marte", yen su Har·
monice Mundi (1619), dedicado principalmente a un intento por resucitar la
pitagórica música de las esferas. Estos libros y varios otros semejantes, que
produjo Kepler, constituyen los únicos tratados astronómicos de "corriente
de la conciencia" jamás publicados. Se describe cada paso de derivación,
cada error aritmético, cada callejón sin salida, cada' momento de júbilo o
de depresión. Aunque esto tiene gran interés para el historiador de la cien·
cia, ninguna de sus obras principales ha sido traducida (al inglés). En otra
parte se narra la historia del descubrimiento de Kepler de las leyes que llevan
su nombre;5 nos contentaremos con explicarlas en modernos y
examinar el contexto en el que se las descubrió (Fig. IX.7).

Primera Ley Cada planeta se desplaza en una órbita que es una elip-
se, con el sol en uno de sus focos.
FlGURldX.6.Johannes Kefrútr (157],]630). De un grabado de Jakob von Heyden, 1620. Deut-
ches Museum, Munich. Segunda Ley Una línea trazada del Sol a un planeta recorre áreas igua·
Jes en tiempos iguales.
cubrimientos más fundamentales le produjeron poca satisfacción y su vida
estuvo llena de antidímax y de frustraciones.
5 Véase la Bibliografía, especialmente Kepler, de Caspar y Beer y Beer. Nótese que la Astro·
Una descripción insólitamente completa de la familia de Kepler y de sus
rwmíaNova de Kepler fue publicada en 1609, el mismo año en que Galileo comenzó sus descu·
primeros años ha sobrevivido de una elaborada preparación astrológica he- brimientos telescópicos. Sin la menor duda, la nueva "astronomía" data de 1609.
140 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 LA REVOLUCIÓN COPERNlCANA 2 141

cil pensar que en ciertos senttdos el Sol era la causa de los movimientos pla-
netarios. Una explicación satisfactoria de la conexión causal entre el Sol y
los planetas procedería de Newton, pero Kepler sí tuvo algunas ideas acerca
de las fuerzas solares. Impresionado por las investigaciones del magnetismo
hechas por William Gilbert, Kepler pensó que el Sol era como un gran imán
giratorio que atraía los planetas en torno de él como otras tantas agujas de:
hierro flotantes. Esto explicaría cualitativamente las leyes segunda y terce-·
ra, ya que la fuerza impelente sería más débil para unas separaciones mayo-
res_ Resulta revelador que en estas especulaciones Kepler se preocupara pOL
la dinámica, que durante dos mil arios no había sido un elemento en as-
tronomía.
Las dos primeras leyes de Kepler surgieron de su lucha de cuatro arios
100 con la órbita de Marte. Kepler no se contentó con predecir las posicio-
nes angulares de tal planeta. También requirió que las distancias de Marte
al Sol se ofrecieran en forma correcta; esas distancias se obtendrian por trian-
Period6 10 gulación, no con la observación del variable brillo de Marte. Al principio de la
en batalla el problema fue simplificado cuando Kepler verificó que el plano
TERCERA de la órbita de Marte se encuentra en un ángulo constante con respecto a
años 1
la elíptica y que pasa a través del SoL Las latitudes del planeta serían enton-
LEY ces derivables con facilidad de las longitudes y Kepler pudo .concentrarse
en las longitudes y las distancias. Encontró una excelente adap,tación a las
0.1
longitudes con una sencilla construcción excéntrica -más- ecuante. Pero es-
ta construcción no explicaba las distancias. El error era pequerio; la mejor
adaptación a las distancias imponía un error máximo de sólo ocho minutos
10 (un octavo de grado)'en las posiciones angulares. Fue aquí donde Kepler
Distancia 5 &
abandonó las órhitas circulares. Resulta interesante que Kepler ya hubiese
FIGURA IX. 7. Las Leyes de KefJler del Movimiento Planetario. La Primera Ley es de las elipses.
sido influido por su ¡del!. de que el Sol debíl!. encontra,rse en un lugar física- I
!
La órbita de un planeta es una eliPse, con el Sol en un foco. La Segunda Ley es la ley de las mente significativo, 6 mientras que el punto más importante de la órbita
áreas iguales. La línea que une a un planeta con el Sol recorre áreas iguales en tiempos iguales. circular era el ecuante, un punto en el espacio vacío: Intentó añadir
La Tercera Ley es la ley armónica. Los cuadrados de los periodos de los planetas son f1!OPorcio-· ro un epiciclo y finalmente abandonó por completo las órbitas circularesí
nales a los cubos de las distancias medias a partir del Sol. Cabe escribir todo esto T 2 = kd 2 compuestas. Tras probar con varias formas ovales, incluso una en forma de.
oT k' d 3/2. En el sistema solar, con T en años y distancia en unidades astronómicas (co- huevo, finalmente descubrió la elíptica y la primera ley_ En el curso de este,
2
mo en la ¡¡gura), T = .d 3 • cálculo ya había descubierto la segup';a ley, que correlaciona la distancia
del Sol con la velocidad del planeta. 7 Como no había matemáticas que tra-
Tercera Ley Los periodos de los planetas aumentan uniformemente taran con eficiencia las muy pequeñas cantidades que intervenían en los
cálculos, Kepler tuvo que trabajar tentativamente y repetir docenas de ve-
JI
lii
. con la creciente distancia desde el Sol, siendo el cuadra- ji
ces ciertos elaborados cálculos. Su obra se volvió aún más tediosa por erro-

I
do del periodo proporcional al cubo de la distancia me-
dia del planeta al Sol. res aritméticos. Sin embargo, era sumamente escrupuloso en la precisión

La primera ley establece la forma de las órbitas planetarias; la segunda

I
6 Por ejemplo, el pasaje citado por T. Kuhn en The Copernican Revolution (Nueva York: Vin-
especifica cómo los planetas se desplazan pordoquier en su camino elípti- tage, 1957), p. 131, derivado de E. A. Burtt, The Metaphysical Foundations of Modero Science, 2a_
co. Toda duda acerca del papel esencial del Sol queda suprimida por estas ed_ (Nueva York: Harcourt Brace, 1932)_
leyes. Cuando las leyes se plantean como acabamos de hacerlo, no sería difí- 7 En forma más precisa es una declaración de la conservación del impulso angular.

I
I
142 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2 LA REVOLUCIÓN COPERNICA.1\IA 2 143

FIGURA IX.8. Los sólidos anidados. El cubo está inscrito dentro de la esfera de la de sus cálculos, y varias veces rechazÓ una solución al parecer satisfactoria
órbita de Saturno; la esfera de la órbita de júpiter lo está en el cubo. Un tetraedro está inscrito al descubrir algún error.
dentro de la esfera de júpiter; la esfera de Marte se halla inscrita en el tetraedro, etcétera. TorruuÚJ
de Mysterium Cosmographlrum, de Kepler. Se reproduce con autorización de Pergamnn Press, La tercera ley de Kepler (Tad 3/2) es una cuantificación de una regulari·
Ltd. y Owen Gingerich. dad que se había supuesto desde hacía largo tiempo, a saber, que los planeo
144 LA REVOLUCIÓN COPERNICANA 2

tas más distantes se desplazan con mayor lentitud. De hecho,


se había referido a la relación cualitativa -que Saturno es el
con mayor lentitud, luegoJúpiter, etc.- como la "primera ley" X. GALILEO GALILEI
planetario. La tercera ley fue la predilecta de Kepler, pues no trataba de
solo planeta sino de todo el "mundo". Desde su juventud, Kepler había
cado una confirmación geométrica de una armonía unificadora entre And new Philosophy calls aH in doubt,
The Element of tire is quite put out;
planetas. Antes de los 30 años había descubierto, o creído que había
The Sun is lost, and the earth, and no man' s wit
bierto semejante unidad revelada en las distancias relativas de los ph111eras. Can well direct him where to looke for it.
Hay seis planetas, por lo tanto hay también cinco espacios entre And freely men confesse that this world's spent,
taso Kepler recordó que sólo hay cinco poliedros regulares, y propuso un When in the Planets, and the Firmament
quema al alternar los poliedros con esferas inscritas (Fig. IX.S) y eligió They seeke so many new; then see that this
orden de los sólidos regulares para obtener el mejor acuerdo con las distanc ls crumbled out againe to his Atomies.
observadas. El acuerdo no fue difícil para la secuencia octaedro,· icosaedro, Tis all in peeces, all cohaerence gone;
dodecaedro, tetraedro, cubo (partiendo de dentro afuera). Kepler nunca AH just supply, and all Relation:
abandonó por completo esta idea: que las ubicaciones de los planetas tie. Prince, Subject, Father, Sonne, are things forgot,
nen alguna significación fundamental. Probó un gran número de otros For every man alone thinkes he hath got
To be a Phoenix, and that then can bee
temas,jjero nunca logró obtener un buen acuerdo. None of that kinde, of wichhe is, but hae.
Tal vez el más fantástico de los intentos de Kepler por encontrar lelaCIOnes
numéricas unificadoras se encuentre en la Harmonía Mundi, en que literal. (Y la nueva Filosofía lo pone todo en duda,
mente Kepler armoniza el universo. Antes del siglo IV a.C., los pitagóricos El Elemento de fuego pronto es anulado;
habían propuesto que cada planeta produce un tono musical, mientras El Sol se pierde, y la Tierra, y no hay ingenio de· hombre
recorre los cielos. Kepler observó que si esto fuese verdad, los sonidos Que pueda dirigirle hacia donde pueda buscado.
podrían estar en un tono constante, ya que los planetas varían en y libremente 10shqmbreS confiesan que este mundo se acaba,
conforme se despl;u:an (en elipses, como ya lo sabía) alrededor del SoL Cuando en los Planetas y el Firmamento
Kepler es, pues, una figura enigmática, el menos comprendido de los Buscan otros nuevos; lueg<? ven que éste
des fundadores de la ciencia moderna. Cuando tratamos de convertirlo en Se ha deshecho hasta sus Atomos.
Todo está en pedazos, perdida toda coherencia;
una figura moderna, su misticismo, su busca de una armonía ·celeste y su
Todo abasto y toda relación:
visión del Sol como la morada de Dios, nos recuerda rudamente cuán me· Príncipe, Súbdito, Padre, Hijo, son cosas olvidadas,
dieval era su espíritu. Pero si tratamos de considerar a Kepler como estanca· Pues cada quien piensa que debe
do en la astrología, el culto del Sol y el hermetismo, sólo necesitamos recordar Ser un Fénix, y que entonces podrá no ser
sus contribuciones a la dinámica planetaria y a la óptica, y su fundación; Nada de aquello que es, pero ¡qué!
junto con Galileo, de la nueva astronomía. Mucho trabajo resta por hacer
si se quiere comprender la figura de ]ohannes Kepler, hacerla creíble para An Anatomíe 01 the World,
nuestro siglo. Ante todo, se necesitan con urgencia buenas traducciones JOHN DONNE (J611)
de sus obras principales.
EN 1564, año de la muerte de Miguel Ángel y del nacimiento de William
Shakespeare, nació Galileo Galilei (Fig. X.I). Acerca de este gran intelecto
y de esta personalidad, extraordinariamente rica y humana, cabe decir que
durante su vida se efectuó la transición de la ciencia medieval a la ciencia
. moderna. Por medio de sus descubrimientos, la distinción entre el cielo y
la Tierra quedó, en gran parte, borrada, y el aristotelismo recibió un golpe
moital. Aunque Galileo no fue quien introdujo la experimentación en la
física, sí fue el primero en mostrar su fuerZa y en fundir los principios, en
apariencia opuestos, de la experimentación y del razonamiento matemáti·

145
146 GALILEO GALILEI GALILEO GALILEI 147

intentos por expresar las reguiaridades expresadas en términos de una abs·


traCción matemática pusieron en camino a la física matemática. Enemigo
de la generalización ingenua basada en el experimento, Galileo mostró el
papel decisivo de la experimentación planeada de forma minuciosa, sobre
la base de la teoría previa, en oposición a la simple observación y del valor
predictivo de la teoría matemática. Al final de su vida, era un consumado
físico· matemático, pero consciente de la importancia del experimento en
la verificación y en la falsación. Dedicó tan grande parte de su larga vida
a la defensa y la persuación como a la experimentación y la teoría. Aceptó
la carga de defender el derecho de la ciencia a exigir autoridad cuando se
trataba del conocimiento científico, conflicto en el cual pasó más de diez
años de su vida. Galileo fue un hombre vital y discutidor, ni mártir ni cobar·
de. Fue astuto y práctico, pero típico humanista del Renacimiento, amante de
la poesía y la música de Italia. De todos los fundadores de la ciencia modero
na, Galileo es quien llega a nosotros como el más afín, el más creíble.
Galileo nació en Pisa, donde reéibió su primera educación de sabios je·
suitas. Aunque su padre quiso que siguiera la carrera de medicina, en 1583
Galileo descubrió las matemáticas y las obras de Arquímedes y pronto aban·
donó sus anteriores estudios. Su primer puesto académico fue como profe·
sor de física en la universidad de Pisa, de 1589 a 1592. Fue allí donde se
supone que efectuó su célebre demostración de que el descenso de un cuero
po·al caer es independiente de su. peso. No es muy importante que esa his·
toria sea cierta o no;1 Galileo sin duda sabía cuál sería el resultado de
semejante experimento y al menos 10 notó como experimento mentaL En
1592, aceptó un cargo en la universidad de Padua, el cual desempeñó duo
rante 18 años. Este periodo, tal vez el más feliz de su vida, fue extraordina·
riamentefIuctífero; la RepúblicaVeneciana ofrecía un clima intelectual y
una libertad que desempeñarían un papel crítico en su desarrollo, Fue allí
donde efectuó sus primeros estudios sobre el movimiento. .
En 1609, al teIler Iloticia de Holanda acerca de un invento que acercaba
los objetos distantes, construyó SIl primer telescopio y pronto· perfeccionó
un modelo que amplificaba treinta veces (Fig. X.2.). Ya en1602 habíahecho un
buen número. de notables descubrimientos astronómicos, algunos de los
cuales tendrían las más grandes consecuencias filosóficas, En aquel año, Ga·
lileo publicó su Mensajero de las Estrellas (Siderius Nunci:ús), donde describe
sus primeros descubrimientos telescópicos. Observó la naturaleza montañosa
de la superficie de la Luna, mostró que no era en lo básico distinta de la Tie·
FIGURA X.l. Galileo Go1iki (1564·1642), por Ottavio Leani, 1624. Cortesía de StiUman Drake.

co en una metodología científica unificada. Al aislar los elementos esencia· 1 Se sabe que Simon Steven dejó c¡¡er pesos desde una altura de diez metros en 1586, en U)1
experimento similar. Nuestra información de que Galileo en realidad dejó caer unas bolas des·
les de un verdadero experimento y mediante un proceso de abstracción de lo alto de la torre de Pisa, que bien pudo haber hecho en una especie de demostración pÚo
deducir el resultado del experimento idealizado imposible de realizar,mo s. blica, procede de un relato de Vincenzio Vivian, escrito casi 50 años después del hecho. Véase
tró el poder de lo que actualmente llamamos el "experimento mentar'. Sus S. Drake, Galileo al Work University of Chicago Press, 1978).
GALILEO GALILEI 149
148 GALILEO GALILEI

rra Y observó, por primera vez, los cuatro grandes satélites de Júpiter. Estas
observaciones provocaron graves problemas a los aristotélicos. El descubri-
miento de que las estrellas seguían apareciendo como puntos aun si se les
amplificaba treinta veces destruyó uno de los argumentos de Tycho Brahe
contra el sistema copernicano_ Galileo, copernicano durante largo tiempo
(había apoyado la teoría copernicana en una carta de 1597 dirigida a Ke-
pler, al recibir un ejemplar del Mysterium Cosmographicum), declaró su apoY9
incondicional al sistema heliocéntrico eh sus "Cartas sobre las Manchas del
Sol" de 1603. 2
Mientras tanto, Galileo había aprovechado la buena aceptación del Men-
sajero de las Estrellas para adquirir una buena posición en Florencia en 1610.
Este paso tendría a la postre graves consecuencias por causa de la debilidad
de su señor, Cosme de Médicis, ante demandas de Roma. Ya en 1614, el
apoyo de Galileo a la teoría de que la Tierra se movía había despertado cier-
ta atención y cuando en 1616 fue prohibido el De Revolutionibus, de Copér-
nico, Galileo fue advertido por el cardenal Belarmino de que observara la
orden general contra toda adhesión a la doctrina copernicana, orden que
había sido emiüda ese año_ Ciertos rumores de que había sido obligado a
aqjurai: moyieron a Galiieo a pedir a Beiarmino una declaración en sentido
contrario_ Esta llegaría a ser, para Galileo, una defensa importante contra
la InquisiCión. En este episodio de 1616, Galileo había sido apremiado prin-
cipalmente por influyentes prelados dominicos, pero lo tenían en alta esti-
ma muchos de los jesuitas, entre ellos Belarmino y .el cardenal Maffeo
Barberini, quien, con el tiempo, llegaría a ser el Papa Urbano VIII. Su rela-
ción con los jesuitas cambiaría drásticamente en los dieciséis años siguien-
tes, en parte por la controve!:sja que se desató con el padre jesuita Scheiner
sobre la prioridad en el descubrimiento de las manchas del Sol y por un acon-
tecimiento similar por los cometas, con el padre Grassi.
Esta última disputa movió a Galileo a escribir El Aquilatador (Ji Saggiatore'y;
su "mánifiesto científico". En 1624, GaJileo apeló en Roma al recién coro:'
nado Papa Urbano VIII, para que le autorizara a publicar sus ideas sobre
los 'sistemas del mundo. Recibió el permiso, con la restricción de que descri-
biera de manera imparcial las teorías-r.wales. La obra, el Diálogo Concerniente
a los Dos PrinciPales Sistemas del Mundo, se publicó en 1632. Comenzó así el
proceso inexorable que había de poner a Galileo de rodillas ante los funcio-
narios de la Inquisición. La obra pronto fue retirada y prohibida y Galileo
recibió orden de en Roma. No obstante, el Diálogo fue publicado

.2 Drake, en Galile;¡ at Work, atlrma que Galileo abandonó su fe en la teoría copernicana en·
tre el fin del siglo XVI y los años 1609·1610, por no haber observado el paralaje. Según este
argumento, volvió a tal fe después de sus descubrimientos con el telescopio. Para una traduc·
FIGURA X.2. Dos de los telescopios de Galileo sobre una montura que incluye una lente con
ción (al inglés) de las "Cartas sobre las Manchas del Sol", véase S. Drake, DisCIYueries a:nd opinÚ»1s
ofGalileo.(Garden City, N. Y.: Doubleday Anchor, 1957),pp. 86·1144. .
el objetivo roto. Museo di Storia deUa Scienza, Florencia. .
150 GALILEO GALILEI 151
GALILEO GALILEI

en Holanda en 1635 por Elsevier y se tuvo noticia de él por toda Europa. saron los esfuerzos persistentes y a la postre trágicos de Galileo por estable-
Es claramente un tratado copernicano, que contiene argumentos pormeno_ cer la preminencia de la ciencia al elucidar el mundo natural.
rizados en favor del sistema heliocéntrico. . Desde el principio mismo, los descubrimientos astronómicos de Galileo
Después de su proceso y su abjuración, que analizaremos más adelante,:' y su enseñanza de la teoría copernicana despertaron la desconfianza de los
Galileo pronto volvió al, trabajo, de modo gradual se recuperó del desaliento.· investigadores más conservadores. Las razones fueron varias, pero se ceno
causado por su desgracia y aprisionamiento por la Iglesia. En 1634, terminó trarOn en la crítica de Galileo a Aristóteles y el supuesto conflicto entre la
una nueva obra, cuyos orígenes se remontaban más de veinte años atrás,y teoría heliocéntrica y las Sagradas Escrituras_ Y sin embargo, muchos sabios
que sería publicada en 1638 como las Dos Nuevas Ciencias. Este trabajo, su eclesiásticos, en particular teólogos jesuitas,4 se mostraron inmensamente
obra maestra científica, carece de un análisis de los sistemas mundiales, ca, interesados en los descubrimientos de Galileo y éste en 1611 fue a Roma
mo tenía que ser dadas las circunstancias. En 1638, Galileo se quedó total- a explicar estos descubrimientos a la alta jerarquía de la Iglesia. Fue recibido
mente ciego, y pasó el resto de su vida con sus discípulos, entre ellos favorablemente y los jesuitas en su mayoría aceptaron sus observaciones, aun
Vincenzio Viviani y Evangelista Torricelli,3 y su hijo Vincenzio, dedicado cuando disputaran la interpretación que él les daba. Los jesuitas, por en-
a una vasta correspondencia científica. Murió en Arcetri, cerca de Floren. tonces mucho más abiertos a los descubrimientos de la ciencia que, por ejem-
cia, el 9 de enero de 1642, año del nacimiento de Isaac N ewton, quien adop- plo, los dominicos, eran sin embargo los tradicionales guardianes del dogma
taría la mecánica de Galileo y construiría sobre ella el edificio inmenso y de la ortodoxia y pronto comprendieron las dificultades que podrían bro-
la física clásica_ Galileo yace enterradp en la iglesia de la Santa Croce en tar de las observaciones de Galileo. Ya en 1611, el cardenal Belarmino se
Roma, cerca de la tumba de Miguel Angel. . preocupó por la atención que se daba al telescopio y seguía de cerca las
actividades de Galileo. Aunque no todos los jesuitas estaban de acuerdo
en lo tocante alas ideas de Copérnico hasta 1616, después de esta fecha
GALILEO y LA IGLESIA se retiraron en general a la seguridad del sistematychónico: Una cita de
una carta enviada en 1615 por Belarmino a Foscarini, quien había tratado
La confrontación entre Galileo y la Iglesia constituye uno de los momentos de reconciliar el sistema copernicano con la escritura, revela el clima de
más extraordinarios en la historia de la ciencia_ Un espíritu audaz solitario la época:
trató de derrocar el establecido dogma científico de la Iglesia y liberar la
ciencia de los grilletes de la doctrina religiosa. Es una tragedia no sólo para el Digo que parece que vuestra reverencia y el Signor Galileo actuarían con pruden-
protagonista, que fue obligado a negar a la postre la labor de toda una vida, . cia si se contentasen con hablar hipotética y no positivamente, como siempre
sino también para toda la humanidad, en particular para quienes podían he creído que lo hizo Copérnico, pues decir que suponer que la Tierra se mue-
engañarse al pensar que cabe anular una idea con quebrantar el espíritu ve y que el Sol permanece inmóvil salva mejor todas las apariencias que hablar de
de un soló hombre_ La trágediatermina, entonces, como debía ser, en un las excéntricas y los epiciclos. No hay peligro en ello, y basta para los matemá-
triunfo, pues ningún poder, sacro o secular, ·pudo contener el avance del ,.ticos_ Mas querer afirmar que el Sol.realmente está íyo en el centro de los cielos
y simplemente gira sobre sí mismo sin desplazarse de este a oeste, y que la Tierra
espíritu científico, cuya encarnación es Galileo.
está situada en la teréera esfera y corre prestamente en torno del Sol, es cosa asaz
Galileo fue-fiel católico, si bien no particularmente devoto_ Su objetivo
peligrosa, no sólo porque irrita a todos los teólogos y filósofos. escolásticos, sino
no fue enfrentarse a la Iglesia, sino, antes bien, iluminarla. Atacó la base también porque daña nuestra santa fe, presentando como falsa la Sagrada Es-
aristotélica de la teología católica, no por un interés en la doctrina eclesiás- critura.. _
tica per se (se indinaba ante el juicio de la Iglesia en cuestiones puramente Digo que si hubiese una verdadera demostración· de que el Sol estaba en el
religiosas) sino, antes bien, por el efecto !imitador de la metafísica aristoté- centro del universo y la Tierra en la tercera esfera, y que el Sol no corre en torno
lica sobre los estU.dios del movimiento y sobre el movimiento de la Tierra de la Tierra sino la Tierra en torno del Sol, sería necesario entonces tener minu-
en particular. Las dificultades que de manera inevitable brotaron de esto cau- ciosa consideración al explicar las Escrituras que parecerían ir en contra, y prefe·
riríamos decir que no las comprendemos a afirmar que es falso algo que ha sido
3 Sin embargo, Torricelll tr.ibajó con Galileo sólo los tres meses que precedierón a la muer-
probado_ 5
te de éste. Llevó adelante la. obra de Galileo y lo sucedió como matemático del Gran Duque
de Toscana_ Había sido alumno del célebre discípulo de Galileo, Benedetto CastellL CasteIli
falleció al año siguiente de Galileo; Cavalieri, notable matemático y corresponsal de Galileo, 4 En especial Cristopher Clavius.
discípulo de Castelli, falleció en 1647, al que Torricelli. 5 L Geymonat, Galileo Galilei, S. Drake, trad. (Nueva York: McGraw-HilI, 1965), p. 75.
152 GALILEO GALILEl GALILEO GALILEl 153

Los ataques contra Galileo empezaron desde 1612. A finales de 1615, volvió dedor de! Sol y que e! Sol está f"ljo en e! centro del universo sin moverse de oeste
a Roma en un intento por explicar la nueva teoría y limpiar su nombre de a este, es cq,ntraria a las Sagradas Escrituras y por tanto no se la puede defender
toda sospecha de herejía_ De hecho, Galileo se encontró allí ante considera_" o sostener_
bIes riesgos personales, al teher muchos enemigos y el Papa, Paulo V, se
tió inclinado a llamar a la maquinaria de la Inquisición. Guicciardini,
Después que el cardenal Barberini fue elegido al trono papal en 1623,
bajador florentino, escribió.: como Urbano VIII, Galileo decidió volver a sondear a la Iglesia respecto
Oigo que Galileo viene... Cuando vine aquí por primera vez (en 1611), lo encontré a la cuestión de la teoría copernicana. En ese año publicó Il Saggiatore, y lo
aquí, y pasó algunos días en esta casa. Sus opiniones, y algo más, no complacie_ dedicó a Urbano que, según se dijo, quedó muy complacido por la dedicato-
ron a los asesores y cardenales del Santo Oficio. Entre otros, Belarmino me dijo ria- Luego, en abril de 1624, Galileo fue a Roma, donde el Papa lo recibió
que ... si se quedaba aquÍ demasiado tiempo no podría hacerse menos que llegar cordialmente. Aunque sus súplicas de hacer que se revocara el decreto de
a algún juicio sobre sus asuntos ... No sé si ha cambiado sus ideas o su tempera'_ 1616 tropezaron con evasivas, Galileo se quedó con la impresión de que no
mento"pero sí sé muy bien que algunos dominicos que ocupan altos puestos en se opondrían a un debate sobre la teoría. De este modo, en 1624, Galileo
e! Santo Oficio, así como otros, están mal dispuestos hacia él y éste no es lugár
comenzó su gran Diálogo sobre los Dos PrinciPales Sistemas Mundiales, que origi-
para venir a discutir acerca de la Luna ni, en esta época, para apoyar o importar
ninguna doctrina nueva. 6 " nalmente se llamaría Diálogo sobre el Ascenso y Descenso de las Mareas, pero al
que puso nuevo título a instancias de los censores por causa de la conocida
Poco después de 'la llegada de Galileo a Roma, el Santo Oficio consideró _ insistencia de Galileo en que su teoría de las mareas ofrecía una prueba no
las proposiciones 1) Que el Sol es el centro del universo y, por consiguiente, concluyente de la teoría heliocéntrica. El Diálogo fue terminado en 1630 y,
no es impulsado por ningún movimiento local y 2) Que la Tierra no es el tras muchos retrasos causados por presión de los enemigos de Galileo, por
centro del universo ni tampoco está inmóvil, sino que se mueve en conjun- fin recibió, de mala gana" el imprimatur de la Iglesia y fue publicado en Flo-
to y también con un movimiento diario. El 24 de febrero de 1616, la prime- rencia en febrero de 163.2_ Casi al punto el libro fue condenado y en oc-
ra proposición fue declarada "formalmente herética" y la segunda "errónea tubre se emitió la orden de impedir su venta y de recuperar todos los
en la fe". Las obras de Copérnico fueron prohibidas así como todos los de- ejemplares. Urbano estaba furioso, pues se había convencido de que Gali-
más libros que enseñasen la misma doctrina. En cuanto a Galileo, Belarmi· leo no sólo proponía la teoría copernicana contra la tolomeica, sino que
no recibió instrucciones del Papa de amonestarlo hasta que abandonara las taI]1bién le había engañado al no informarle de la orden que, supuestamen-
ideas censuradas, y el 26 de febrero, estando presente sin duda el comisario te, le había entregado el Comisario General en 1616_ Además, el Papa tal
general del Santo Oficio, Belarmino advirtió esto a Galileo. Aún no se ha vez hubiese sido convencido de que él mismo había servido como modelo
resuelto la cuestión de si el examen fue más lejos, hasta incluir la orden de de Simplicio, el peripatético un tanto chiflado del D i á l o g o . , _
no sostener, de enseñar, ni defender la doctrina copernicana "de manera Circunstancias externas influyeron, sin duda, en la reacción de Urban:ü
alguna"; esta cuestión desempeña un papel central en eljuicio de 1633. Sea a la publicación del Diálogo. Si su posición en el mundo católico hubiese
como fuere, Galileo obtuvo de Belarmino la declaración siguiente: estado más segura, acaso no habría sentido la necesidad de reaccionar ine-
quívocamente contra lo que le pareció un ataque a su autoridad y la de la
Nos, Roberto cardenal Be!armino, habiendo oído que e! Signor Galileo Galilei ha Iglesia. El Papa se encontró bajo presión de España y de Francia, cada una
sido calumniado o se le atribuye haber abjurado en nuestra mano, y aun de ha· de las cuales deseaba intervenir en sus luchas políticas, y en Roma enfren-
ber. hecho saludable penitencia por eso; y habiéndose hecho investigaciones con
respecto a la verdad, decimos que e! mencionado Signor Galileo no ha abjurado taba acusaciones de nepotismo. Así, sus propias dificultades exigían una res-
ninguna opinión o doctrina suya en nuestra mano ni en la de nadie más en Ro- puesta vigorosa y decisiva a la amenaza de Galileo a la ortodoxia. También
ma, y mucho nienos en otro lugar, hasta donde sabemos; tampoco ha recibido es probable que fuese importante la oposición de los jesuitas a Galíleo, en
penitencia de ninguna índole; sencillamente se le informó de la decisión tomada particular la del padre Scheiner, que, según algunos, tuvo que ver en la con-
por su Santidad y publicada por la Sagrada Congregación del Índice,en que se dena de Galileo, así como las tensiones entre dominicos y jesuitas. Sea co-
declara que la doctrina atribuida a Copérnico, a saber, que la Tierra se mueve aIre· mo fuere, Galileo tenía que ,presentarse ante el Comisario General de la

6 lbid., p. 85. 7 ¡búL, p_ 92.


154 GALILEO GALILEI GALILEO GALILEI 155

Inquisición y, tras agotar todas las apelaciones, se presentó en Roma en fe- La sentencia de prisión "a criterio del Santo Oficio" fue pronunciada el 22
brero de 1633. de junio:
Galileo se presen tó con temor a su juicio, pero confiado en que podría Con-
Decimos, pronunciamos, sentenciamos, declaramos que vos, el dicho Galileo, por
vencer a sus acusadores de la validez de sus argumentos. Había dedicado razón del asunto aducido en juicio, y confesado por vos como consta arriba, os
buena parte de los 22 años pasados en Florencia a defender la teoría copeI:- habéis hecho aljuicio de este Santo Oficio vehementemente sospechoso de here-
nicana y la función de la ciencia al ofrecer un conocimiento absoluto del jía, a saber, de haber creído y sostenido la doctrina -que es falsa y contraria a
mundo natural y establecer la supremacía de la razón sobre la religión en las sagradas y divinas Escrituras- que el Sol es e! centro de! mundo y no se des-
cuestiones de ciencia. De hecho, no se le dio ninguna oportunidad de de- plaza de este a oeste, y que la Tierra se mueve y no es el centro del mundo; y
fender sus ideas; en cambio, se encontró acusado de violar el decreto de 1616 que uná opinión se puede sostener y defender como probable después de haber
y de no informar al censor de la prohibición supuestamente lanzada en su sido declarada y definida como contraria a la Sagrada Escritura; y que por consi-
contra por la Inquisición en aquel tiempo. Se encontró ante el cargo de en· guiente habéis incurrido en todas las censuras y penas impuestas y promulgadas
señar qúe la teoría copernicana es congruente con las Escrituras, posición en los cánones sagrados y otr<lS constituciones, generales y particulares, contra tales
que había sido declarada herética y que se le había advertido, según decía· delincuentes. Por lo cual quedamos satisfechos de que seáis absuelto siempre que
antes, con corazón sincero y fe no fingida, abjuréis, maldigáis, y detestéis los meno
se, que no la sostuviera. El verdadero juicio empezó el13 de abril y conclu- cionados errores y herejías, y todo otro error y herejía contrario a la Iglesia Cató·
yó en junio de la abjuración de Galileo. Los cargos en contra se basaron lica y Apostólica Romana en la forma prescrita por nosotros. 12
en una minuta no firmada de la entrevista de 1616, en que según se dijo;
se había ordenado a Galileo no sostener, defender, ni enseñar en manera al· Leída la sentencia, Galileo fue obligado a abjurar públicamente:
guna la doctrina copernicana. La mayoría de quienes han investigado el asun-
to tienen dudas acerca de la validez de! documento o de la propia entrevis- ...porque, después que recibí un precepto que me fue dado legalmente y que por
ta,8 en especial en vista del certificado otorgado por Belarmino a Galileo. 9 · tanto debía abandonar la falsa opinión de que e! Sol es el centro del mundo y
No obstante, fLle la base de los argumentos contra Galileo. no se mueve, y que la Tierra no es el centro de! mundo y que se mueve, y que
Viendo perdida su causa, Galileo reconoció haber favorecido involunta- yo no debía sostener, defender ni enseñar la mencionada falsa doctrina en mane-
riamente la doctrina copernicana en el Diálogo, por pura vanidad y por la ra alguna, oralmente o por escrito, y habiendo sido notificado de que dicha ense·
agudeza de sus argumentos. Hay buenas razones para creer que se había lle- ñanza es contraria a la Sagrada Escritura, yo escribí y publiqué un libro en que
gado a un entendimiento y que esta "confesión" recibiría una sentencia li- trataba la dicha doctrina condenada, y daba razones muy eficaces en favor de ella
gera. 1O Al parecer, el acuerdo fue rechazado por el Papa. Por ello, e! 10 de sin sugerir ninguna solución, por esto soy juzgado por e! SantO Oficio como ve-
mayo se le ordenó escribir su defensa y el 21 de junio compareció a un "ri- hemente sospechoso de herejía, es decir, de haber sostenido y creído que el Sol
es el centro del mundo e inmutable, y que la Tierra no es e! centro y se mueve. I
guroso examen" que incluía la posibilidad de tortura. Al haber perdido to- ... deseando borrar de los espíritus de vuestras Eminencias y de todo buen cris- 1
do ánimo para seguir luchaúdo, con 69 años encima, en mal estado de salud y tiano esta vehemente sospecha con justicia lanzada sobre mí, con corazón since-
en peligro de excomunión, o tal vez de tortura y muerte, Galileo renunció ro y fe no fingida, abjuro, condeno y detesto dichos errores y herejías, y en general
a la labor de su vida. cada uno y cualquiera de otros errores, herejías y sectas contrarias a la Santa Igle-
1:

sia; yjuro que en el futuro no volveré a hablar o a afirmar, oralmente o por escri-
to, cosas que pudieran ponerme bajo sospecha similar... 13 "
No sostengo ni he sostenido esta opinión de Copérnico desde que me fue dado
el precepto de que debo abandonarla; por lo demás, estoy en vuestras manos y
Tres de los diez cardenales que juzgaron a Galileo, incluso Francesco Bar-
podéis hacer lo que gustéisY berini, sobrino del Papa, se negaron·a firmar la sentencia. La sentencia de
cadena perpetua pronto fue reducida por el cardenal Barberini a confina-
miento' en el Palacio del Embajador Florentino y después en Siena. A fina-
8 Los dos apéndices a la traducción hecha por Drake, Galileo Galilei de Geymonat, ofrecen
les de 1633 se le permitió retornar a su villa de ArcetrÍ.
ideas contrastantes al respecto, una de Drake y la otra de G. de Santillana. Véanse también Grime

I
ofGalileo (Chicago: University of Chicago Press, 1955) y Galileo al Work, de Drake.
9 Belarmino falleció en 1621. .
10 Drake, Galileo al Work, p. 349.
12 De The Crime ofcdileo, p. 310.
13 Geymonat, Golileo Galilei,.pp. 153.154.
!l Geymonat, Galileo Galile;, p. 153.
156 GALILEO GALlLEI
GALILEO GALILEI 157

La abjuración, la "sima de la humillación" según algunos, fue inevitable Reconoció la autoridad de la Iglesia .en cuestiones de ética y de religión, pe-
desde el principio mismo. Al enfrentarse a la separación de su Iglesia y de ro le negó todo derecho de juzgar en asuntos científicos. Para Galileo no
su Dios, por medio de la excomunión, Galileo, buen católico, no pudo ha. había más que una verdad, y cuando entran en conflicto la demostración
cer otra cosa. No debe olvidarse que se arriesgaba posible tortura o científica y el dogma religioso, este último debía ceder. La expresión más
muerte,14 pero lo más razonable parece atribuir la renuncia final de Gali.
dara de estas ideas se encuentra en su notable Carta a la Gran Duquesa Cristi-
leo a su profunda convicción de su incapacidad de continuar en oposición na (1615): .
a la Iglesia cuando comprendió que ya no había esperanzas de prevalecer
contra ella. Escribió en 1633: Pienso que en discusiones de problemas físicos no debemos empezar por la au·
toridad de los pasajes de la Escritura, sino por experiencias sensoriales y demos·
No espero ningún alivio, y ello porque no he cometido ningún crimen. Podría traciones necesarias, pues la Sagrada Biblia y los fenómenos de la naturaleza
tener esperanzas de obtener perdón si hubiese errado; pues es a las fallas a las proceden, igualmente, de la Palabra Divina, la primera como dictado del EspÍ·
que los príncipes pueden dar indulgencia, mientras que contra alguien ritu Santo y la última como ejecutora obediente de las órdenes de Dios. Es neceo
mente sentenciado, siendo inocente, para hacer una muestra de estricta legali- sario que la Biblia, para acomodarse al entendimiento de cada quien, diga muchas
dad, lo conveniente es mantener el rigor. 15 cosas que parecen diferir de la verdad absoluta por lo que concierne al significa·
do escueto de las palabras. Pero la Naturaleza, en cambio, es inexorable e inmu·
¿Dijo Gali!eo, después de su juicio y su abjuración, Eppur si muove, "sin em- table; nunca transgrede las leyes impuestas a ella ni le importa si sus razones y
bargo se mueve", como la leyenda lo ha sostenido desde entonces? Cierta- absurdos métodos de operación son comprensibles para los hombres. Por esta
mente no en el juicio, pues ello le habría sido fatal. Pero después, sí es muy razón parece que nada físico que la experiencia sensorial ponga ante nuestros ojos,
posible. Sabemos que continuó creyendo en el sistema copernicano, aun- o cuyas demostraciones necesarias lo demuestren, debe ser puesto en cuestión
que tuviese que guardar silencio. (y mucho menos condenado) sobre el testimonio de pasajes bíblicos que pueden
tener algún significado diferente detrás de sus palabras. 17

Entre 1616 Y 1623, Galileo casi guardó silencio, en deferencia al decreto del
GALILEO COMO l'OLEMISTA
Santo Oficio, pero en 1624, cuando Barberini ascendió al trono papal y des·
pertó las esperanzas de los católicos progresistas en que comenzaría un
Como ya hemos visto, Galileo pasó gran parte de su vida en defensas y polé·
periodo de tolerancia en las ciencias y en las artes, Galileo publicó Il Saggia·
micas. No sólo decidió defender y explicar el sistema copernicano con vi-
tore, obra maestra de literatura polémica, y que sólo incidentalmente toca
gor y claridad sino que, más aún, enérgicamente defendió el papel de la
el problema de los cometas. Jl Saggiatore, tesoro de metodología científica,
ciencia al descubrir la verdad en el mundo natural. Desde 1604 hasta el de-
filosofía y polémica .antiaristotélica, expresa mejor que ninguna otra obra
creto de 1616 enseñó y escribió sobre la teoría copernicana y utilizó algu.
el entendimiento de Galileo de la naturaleza de la búsqueda de.la verdad·
nos de sus descubrimientos astronómicos, incluso el de las manchas del
científica. .
Sol,16 en apoyo de sus argumentos. La oposición que encontró, en especial
entre quienes se preocupaban por el ataque a las raíces aristotélicas de la D.espués de ello, Galileo se sintió alentado atratar.de plantear nueva··
mente ante sabios y dignatarios de la Iglesia la cuestión de la teoría coperni-
teología católica y pensaban que el sistema copernicano entraba en conflic- .
to con las Escrituras, le hizo extender el ámbito de sus argumentos, hasta cana. Esta vez, .enfocó el objetivo más limitado de disuadir a la Iglesia de
la defensa de la supremacía de la razón humana en cuestiones de ciencia_ continuar la represión de la teoría. Después de su visita a Roma en 1624,
empezó a trabajar en el Diálogo, su "manifiesto copernicano", una de las obras
monumentales de la ciencia, que finalmente completó a principios de 1630
(Fig. X.3). Superficialmente, el Diálogo logra un equilibrio entre los siste·
14 Aunque Franceséo Barberini, que sirvió a los intereses de Galileo durante todo este pro'
ceso,había la tortura, hecho que, desde luego, Galileo desconocía.
mas tolomeico y copernicanoy rinde así homenaje de dientes para afuera
IS De SanÍlllana, The Crime ff{ Galileo, p. 324.
a los dictados del Papa. Y sin embargo, la obra es radicalmente copernica·
16 Los argumentos de Galileo en pro del movimiento de la Tierra, basados en 103 caminos na, y liquida de manera fácil los argumentos aristotélicos contra el movi-
seguidos por las manchas del Sol a través del Sol yen las mareas, eran erróneos ambos. Brad·· miento de la Tierra. Concluye con la teoría galileica de las mareas, que el
ley, 1729, en una barca en el Támesis, bajo la lluvia, quedó asombrado por la explicación del
movimiento anual de las estrellas, 40" (aberración estelar) que había sido observada por vez
primera en 1640. Sólo en 1837, Bessel midió el paralaje de 0.3" de la estrella 61 Cygni. 17 Drake, DisclYVeries and Opinions 01 Galileo, p. 182.
158 GALILEO GALILEI GALILEO GALILEI 159

gran científico pensó que aportaba un argumento concluyente en favor de


la teoría heliocéntrica.
El Diálogo se divide en cuatro días, el primero de los cuales se dedica a
una crítica de la física aristotélica. Los días segundo y tercero tratan de los
argumentos de Aristóteles contra los dos movimientos de la Tierra y el cuar·
to trata de las mareas. Esta obra, la más célebre de Galileo, es, según Alexan·
dre Koyre,18 polémica, pedagógica y filosófica. Escrita en italiano, se dirige
al lego culto, a lo cual debemos su ligero tono coloquial, sus digresiones y
repeticiones. Está llena de elocuentes discursos y de mordaz ironía y sátira.
Ataca prejuicios y autoridades y exige un argumento minuciosamente razo·
nado. Aborda no sólo a la física y la cosmología tradicionales sino toda la
Weltanschauung filosófica de sus adversarios. Entre las partes más importan·
tes y persuasivas del Diálogo se encuentran las refutaciones de argumentos
contra el movimiento de la Tierra. Una de las bases de estos argumentos es
el "Principio de la relatividad galileica".

Encerraos con un amigo bajo cubierta en la sala más espaciosa de un gran navío
y llevad allí algunas moscas, mariposas y similares animales voladores peque·
ños; también llevad un gran recipiente de agua con unos pececillos en él; apreso
tad también un vaso alto para dejar caer gotas de agua en otro receptáculo de
cuello angosto. Ahora, con el barco en reposo, observad con diligencia cómo aqueo
llos pequeños animales voladores vuelan en todas direcciones; veréis que los pe·
ces vagabundean indiferentes hacia. cada parte de! recipiente, y las gotas que caen
entrarán en el receptáculo colocado abajo ... Cuando hayáis observado esto, po·
ned al barco en movimiento con la velocidad que gustéis (siempre que el movi·
miento sea uniforme y no variable); no percibiréis ni e! menor cambio en ninguna
de las cosas nombradas, ni podréis determinar si el navío se mueve () se detiene
por los hechos correspondientes a vuestra persona... y si me preguntáis la razón
de estos efectos, os diré ahora: "Porque el movimiento general del barco se co·
munica al aire y a todo lo que está contenido en él, y no es contrario a sus tenden·
cias naturales, sino que indeleblemente se conserva en ellas:'¡9

En una devastadora serie de argumentos en favor de la revolución. y rota·


ción de la Tierra, GaJ.ileo (en la persona de Sagredo) concluye: I
II
SAGR.: Sien la totalidad de los efectos que en la Natura pueden depender de mo·

I
vimientos semejantes, de allí debieran seguirse en una hipótesis exactamente
todas las mismas consecuencias que en la otra. Yo estimaría, a primera inspec·
ción, que aquél que considerara más racional hacer que se mueva todo el Universo
para impedir que la Tierra se mueva, es menos razonable que, quien encontrán·

FIGURA X.3.FrontIspu:w del Diálogo de los Dos Grandes Sistemas Mundiales,. de Gali.
leo. Las fzguras son Aristóteles, Tolmneo y Copémico. British Museum.
18 A. Koyre, Galileo Studies,John Mepham, trad., Atlantic Highlands. N.J: Humanities P;ess.
1798. Citado en Geymonat, Galileo Galilei, pp. 132-]33.
i9 Dialogue on the Two Great World Systems. traducción de Salusbury revisada por G. de Santi·
llana (Chicago: University of Chicago Press, 1953), p. 199.
I
160 GALILEO GALlLEI GALILEO GALILEI 161

dose en lo alto del domo de vuestra Catedral de Florencia, para contemplar ia se justifique analizarlas por separado de su valor como observaciones. En los
ciudad y los campos que la rodean, desease que todas las cosas giraran para no años que siguieron a 1'609, Galileo hizo una serie de observaciones con el te·
tener que molestarse en volver la cabeza. Y sin duda las conveniencias que obten. lescopio que no sólo sacaron a luz fenómenos nunca sospechados sino que,
dría de esta posición tendrían que ser muchas y grandes para equipararse en es. asimismo Y de mayor importancia, debilitaron grandemente la credibilidad
píritu y para superar este absurdo en tal forma que fuese más creíble que el universo aristotélico de dos esferas apoyando además, en forma directa,
anterior. Pero tal vez Aristóteles, Tolomeo y Simplicio deban encontrar dertas
ventajas allí, que harían bien en comunicarnos, si es que las hayo, de otra mane. la teoría copernicana contra la tolomeica. A mayor abundamiento, Gálileo
ra, más valdria que declarasen que no las hay ni las puede haber. 20 tuVo la visión de considerar el telescopio como importante instrumento ,de
la ciencia cuando otros lo c,onsideraban COlno un juguete o aun pensaban
Galileo concluyó el Diálogo con lo que se ha conocido como "el argumento que deformaba la realidad. Esta fue, por sí sola, una !=ontribución de primer
de Urbano VIII": orden.
Ya en enero de 1610, Galileo pudo observar que la luna se asemejaba muo
Bien:,sé que si yo preguntara si Dios en su infinito poder y sabiduría hubiese po. cho a la Tierra y que tenía montañas aún más altas que las conocidas en
dido conferir al elemento acuático su observado movimiento de reciprocidad uti. la Tierra (Fig. XA). Este descubrimiento, al ser plenamente apreciado, consti·
lizando algunos otros medios... vosotros dos replicaríais que habría podido, y tuyó un paso importante en "hacer de la Tierra un planeta", al demostrar
habría sabido cómo hacer esto de mil maneras que son inimaginables para nues. que al menos otro cuerpo celeste era muy semejante a ella y, además, carac·
tros;espíritus. De esto yo concluyo que, siendo así, habría sido excesiva audacia terizado por todo tipo de irregularidades, montañas, cráteres, etcétera. Po·
de parte de cualquiera en limitar y restringir el poder y la sabiduría divinos a co después de sus observaciones de la Luna, Galileo descubrió los cuatro
algún capricho particular suyo.21 . satélites más grandes de Júpiter (Fig. X.5) a los que llamó los "Planetas
Medicianos", pero que hoy nosotros llamamos los "satélites galileicos". Ese
Con este argumento, no decisivo e incongruente en vista del tenor' de lo descubrimiento demolió los argumentos a prwri acerca del número de "pla·
anterior, Galileo pudo afirmar que había obedecido las órdenes del Papa. netas", y su demostración de que unos satélites giran en torno de Júpiter
y sin embargo, no engañó a nadie. La respuesta a la publicación del Diálogo atacó la idea de que los planetas eran transportados por .impenetrables
fue inmediata y decisiva. La obra fue prohibida y poco más de un año, des· esferas cristalinas. Estas observaciones fueron publicadas en el Mensajero
pués, Galileo se encontraba ante la Inquisición de Roma. Esto significó el Estelar. .
fin de su papel como defensor y propagand'ista. Aunque mantuvo una vasta Antes de partir hacia Florencia, Galileo descubrió las manchas del SoL
correspondencia y fue visitado por Hobbes y Milton, se le permitieron (Sin embargo, estos fenómenos habían sido observados en épocas anterio·
pocas visitas y se le prohibió enseñar. No debía publicar nada. Por esta ra· res, tal vez porlos primeros astrónomos, pero sin ningún entendimiento
zón, su gran documento científico, las Dos Ciencias Nuevas, está enteramente de su caracter.)22 Galileo también describió la del Sol, en sus "Car·
consagrado a la estática y la dinámica y fue publicado en Holanda. En 1744, tas sobre las Manchas del Sol" en 1613. Como hemos visto, esto le enredó en
la Iglesia autorizó que volviera a publicarse el Diálogo, pero con "correccio· enconada controversia con Scheiner, quien acaso hubiese descubierto en foro
nes"; había que llegar al año de 1822 antes de que se levantara por completo ma independiente las manchas del SoL El padre Scheiner creyó al principio
, la prohibición que pesaba sobre sus obras. que eran objetos que giraban en torno del Sol, en lugar de marcas sobre su
superficie, pero con el tiempo pasó a hacer importantes y sistemáticas ob·
servaciones del SoL Por la misma época. Galiieo observó los anillos de Satur-
LA ASTRONOMÍA no, que vio como dos compañeros fijos del Planeta, y las fases de Venus.
Ambas observaciones fueron comunicadas a Kepler en forma críptica. Las
Las aportaciones de Galileo como astrónomo, aunque son claramente pro· observaciones de Venus por Galileo fueron de crucial importancia, ya que
dueto de la misma imaginación científica que fundó la mecánica moderna, Venus pasa por toda una gama de fases. En el sistema tolomeico, esto ha·
son, sin embargo, de un carácter 10 bastante distinto de tal obra para que

22 Incluyendo, al parecer, una observación hecha a simple vista por Kepler, quien pensó que
20 Ibid., p. 128. estaba viendo un tránsito de Mercurio.Johann Fabricius había hecho las primeras observacio·
21 Dialogue Concerni»g the Two Chief World Syslems, Stillman Drake, trad. (Berkeley: Universíty nes telescópicas'de manchas del Sol eri 1610, varios meses antes que Galileo o Scheiner. Véase
of California, 1967), p. 464. Drake, Galileo al Work, p. 213.
162 GALILEO GALILEI GALILEO GALILEI 163

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FIGURA XA. Dibujos de la Luna, por Galileo. Tomado del Mensajero Estelar, 161 O.
teca Nazionale Centrale, Florencia .
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.bría sido imposible,23 Su observación de que las imágenes estelares no
muestran un disco perceptible implicó que se encontraban sumamente leja,
nas, como lo exigía la teoría heliocéntrica. De este modo, las observaciones FIGURA X.5. Una página de las rwtas de observaciones de Galileo sobre los satélites de Júpiter.
Biblioteca NaZionale Gentrale, Florencia.
de Galileo no sólo inauguraron la era de la astronomía telescópica, hacien·
do posibie percibir objetos celestes invisibles a simple vista (Fil!;. X.6), sinó
que también ejercieron profunda repercusión sobre el entendimiento huma· observaciones, y esto a pesar de una oposición que desdeñaba las imágenes
no del universo y sobre los antecedentes filosóficos en que había que absorber las mostradas por el telescopio como deformaciones o declaraba, que en todo
caso la realidad no se descubriría mirando a través de aquel aparato, mos-
23 El sistema tychónico of,'ece las fases correctas de Venus, pero aún en el siglo XVII, pare· trara lo que mostrara. Estos argumentos, basados en una epistemología pla-
ció una idea improbable. tónica o en un conservadurismo religioso que negara toda prueba que
164 GALILEO GALILEI GALILEO GALILEI 165

cuando otro ha descubierto las claves de nuevos y no imaginados ámbitos de descu·


*" *" l brimiento, y ve, día tras día, desenvolverse ante él nuevas maravillas y siempre

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crecientes posibilidades de conocimiento hasta entonces no soñadas, ¿es proba·
ble que se deje impresionar pore! remate final de un tema ya gastado? El que
Kepler y Galileo fuesen contemporáneos fue simple accidente. En temperamen·
tO, visión y realizaciones estaban separados por siglos.
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*-lf -JI- Además, Kepler, como protestante, no habría podido ayudar a Galileo eh
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sus dificultades con la Iglesia. Sin embargo, se nos puede perdonar el deseo
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-lf -lf -)< de especular sobre lo diferente que habría sido el curso de la astronomía y la
*- física del siglo XVII si estos dos genios se hubiesen comprendido uno al otro.
-:* .,. •• -Ir- .. El que Galileo percibiese que ambos tenían un enemigo común queda indio
cado por este pasaje de una carta: "Mi querido Kepler, ¿qué diríais de los
'" sabios de aquí, que repletos con la pertinacia del áspide, se han negado ro·

,
"-
" tundamente a echar una mirada poI.: el telescopio? ¿Qué haremos con ellos?
'" ¿Debemos reír, o debemos llorar?2"
*
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-11-

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-lf GALILEO y LA DINÁMICA MODERNA

*'>¡: La primera obra de Galileo sobre el movimiento (De motu, escrita antes
'1

I,
-)f. de 1600) es obviamente derivativa y se encuentra con claridad fincada
-Ir-
en la mecánica medieval del ímpetu, con su base aristotélica. Entre 1602
* :!;¡¡.. -If y 1609, ·Galileo se ocupó, fructíficamente, en su investigación en la mecáni·
'if ca, y ya en 1604 había fonnulado la ley de la caída libre, S ex: t 2, que
*- * * la distancia atravesada es proporcional al cuadrado del tiempo trans-
-Ir-* currido: 1i
*
FIGURA X.6. RepresentacWn de las estrellas en la vecindad del cinturón y de la espada de .Al reconsiderar los fenómenos de movimiento, en que carecía yo totalmente de
Orión, por Galileo, Tomado de El Mensajero Sideral; M. T. Cardini, trad. (Florencia: San· todo principio indudable que pudiese establecerse como axioma para la det;Jos·
soni 1947). tración de los hechos que he observado, di con una proposición que contiene
mucho de lo natural y evidente. Supuesto esto, puedo demostrar entonces lo de- JI
pudiese socavar las bases aristotélicas de-la teología católica, rechazaban en· más; es decir, que Jos espacios en movimiento natural están en pro·
teramente al telescopio corpo instrumento de ciencia. porción CQn Jos cuadrado;; de los tiempos y por consiguiente los espacios recorridos
A menudo se ha lamentado el hecho deque los dos fundadores de la en tiempos iguales se encuentran en los números nones a partir de uno; y otras 1I
tronúm-ía moderna, Kepler y Galileo, no estableciesen una comunicación cosas. Ahora bien, el principio es éste: que el cuerpo en movimiento natural aumen-
real, pese a que cada quien conocía la obra del otro. Pero, como ha dicho ta su velocidad en 'la misma proporción que su separación de! origen del moví·
Herbert Dingle: miento. 26 - Ji
B
En difícilmente habría podido ser de otra manera. Cuando alguien ha 1I

I
descúbierto por primera y última vez las leyes eternas dictadas por Dios y la crea·
ción, y por primera vez y para siempre ha abierto los oídos del espíritú humano 24 H. Dingle, The Sci';"'tifu: (Nueva York: Philosophical Library, 1953), p. 51.
a las armonías divinas, ¿es probable que se deje impresionar por un nuevo jugue· 25 De San tillan a, The Crime 01 Galileo, p. 9.
te o por el pueril movimiento de unas pelotas que corren por unos canales? Y 26 Carta a Fra Paolo Sarpi, 16 de oct. de 1604, citada en Geyrnonat, Galileo Galilei, p. 29.
1i

:t.
166 GALILEO GALILEI GALILEO GALILEI 167

Galileo estuvo "errado" en este "principio indudable", pues el cuadrado de las especulaciones acerca de la naturaleza a la prueba de la por
la velocidad es proporcional a la distancia recorrida,27 pero su relación en. medio de la experiencia sensoria. La posterior concentración de Galileo en
tre la distancia y el tiempo fue correcta. el método hipotético·deductivo, en las Dos Ciencias Nuevas, ha movido a al·
Galileo nunca perdió su interés en la mecánica, pero durante los 25 años gunos comentadores, especialmente a Koyre, a caracterizar como platónica
siguientes dedicó gran parte de su tiempo a la teoría copernicana y a su pro. la filosofía científica de Galileo, al citar frases tan célebres como ésta, del
grama de defensa científica. Cuando empezó a escribir las Dos Ciencias Nue. Saggiatore:
vas en 1633·1634 reelaboraba y rehacía el trabajo iniciado durante el periodo
de Padua. Hay filosofía escrita en este grandioso libro -me refiero al Universo- que está
continuamente abierto ante nuestras miradas, pero no es posible comprenderlo
Las Dos Ciencias Nuevas se dividen en dos partes que comprenden cuatro a menos que antes aprendamos a comprender el lenguaje e interpretar los carac·
"días". Los dos primeros tratan de estática, en particular la resistencia de teres en que está escrito. Está escrito en la lengua de las matemáticas y sus ca·
materiales, mientras que los dos finales desarrollan la ciencia de la dinámica. racteres son triángulos, CÍrculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es
También se conocen unos fragmentos de las que serían continuaciones. Las humanamente imposible entender una sola palabra de él: sin éstas, sólo me·
leyes del movimiento uniforme y uniformemente acelerado se deducen, y rodeamos por un laberinto tenebroso. 3o
se analiza la verificación experimental. Se analiza el movimiento de los pro:
yectiles y se obtiene la conocida ley parabólica. Este argumento, en la medida en que simplemente trata de los marbetes que
Los historiadores de la ciencia han dedicado gran atención a la forma se atribuirían a la metodología de Galileo, en gran parte es trivial, per.o re·
en que Galileo interpretó la ley de la inercia. En ninguna parte plantea él fleja el hecho de que en sus últimos años, los intereses de Galileo se habían
clara y precisamente esta ley, y con frecuencia se ha dicho que no la como centrado poderosamente en la física matemática y aunque mostrara poco
prendió en forma plena. Por otra parte, Drake 28 parece tener razón cuan· interés en las matemáticas puras, se enfrentaba a problemas de infinitesi·
do afirma que en realidad Galileo aplicó la ley de la inercia como cuestión males que sólo se resolverían con el desarrollo del cálculo, más avanzado
del siglo. 31
natural en sus análisis del movimiento y que la prueba decisiva no es si hay
un planteamiento claro e ineqUÍVoco de la ley sino más bien si tuvo unen· La dinámica moderna empieza sin duda con Galileo, así como la física·
tendimiento operacional de ella, lo que parece afirmativo. Ya desde 1600 matemática. Más que nadie anterior a él, Galileo comprendió la. función de
había escrito Galileo: . las matemáticas al describir el mundo físico, y durante su vida formuló y
aplicó triunfalmente una muy moderna metodología científica de abstrae·
En una superficie perfectamente horizontal, una bola parecería indiferente y duo ción a partir dela experimentación, la deducción y la descripción matemá-
dosa entre el movimiento y el reposo, por lo que la menor fuerza bastaría para ticas, así como de la verificación empírica.
moverla, así como la menor resistencia, aun la del aire circundante, podría dejar.'
la inmóvil. De esto hemos de sacar la siguiente conclusión como axioma induda·
ble: que los cuerpos pesados, si se suprimen todos los impedimentos externos CONCLUSIÓN
y accidentales, pueden ser movidos en el plano horizontal por una fuerza Las realizaciones de Galileo en astronomía fueron de enorme valor intrín-
mínima. 29
seco pero, ante todo, apresuraron el fin del aristotelismo escolástico. Difícil
En el Discurso nunca se olvidan los experimentos, pero la preocupación sería exagerar la importancia de su obra sobre los fundamentos de la mecá-
de Galileo es claramente la estructura matemática de la teoría de la mecáni· nica, en especial sus experimentos y análisis del movimiento acelerado, su
ca, dejando al expefimento, en gran parte, el limitado papel de verificación. comprensión de que el ímpetu es una propieikuJ. de un cuerpo en movimien·
En su obra anterior, Galileo subrayó con mucho mayor energía el papel de to, no una causa del movimiento continuo, y sus estudios de la relatividad
la experimentación, sobre todo en su crítica a los jesuitas por no someter del movimiento.
En su obra vemos un creciente entendimiento de la fuerza como causa
27 Por otra parte, en esta cita, la velocidad es una traducción de la imprecisa veloeila, que
de un cambio de movimient0 32 y el surgimiento de una completa compren·
era iPso JacÚ), proporcional a la distancia. Así es v 2, proporcional a la energía cinética. Galileo
no había llegado a un entendimiento ele nuestra idea de la velocidad instantánea. Véase Drake,
1
Drake, Diswveries and Opinions of Galileo, p. 237 1,
Galileo al Work, p. 102. 30
31 Junto con su corresponsal, Bonaventura Cavalieri.
1
28 S. Drake, Galielo Studies (Ann Arbor, Mich.: University of Michigan Press, ]970).
32 Trad. S. Drake, Dialogue Conceming the Two Chíef WOTld Syslems, p. 216.
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29 ¡bid. l
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168 GALILEO GALILEI

sión de la idea de la velocidad instantánea. Y sin embargo, su mayor logro


fue la dirección que dio a la ciencia, sus modernas opiniones sobre la
rÍmentación minuciosa y su introducción de la física-matemática. XI. LA SÍNTESIS NEWTONIANA
la ira de las aut-oridades mientras que otros habían sido vencidos por el de.
creto de 1616; opuso su propia a,utoridad a la de los Padres de la Iglesia
en cuestiones de filosofía natural y ayudó a definir la ciencia como cuerpo Joseph Lagrange dijo, al hablar de Isaac Newton
independiente de conocimiento y metodología, libre de todas las limitacio-. "Sólo pudo haber un Newton; sólo había UnÁUlUUUV
nes de la teología o filosofía moral. Y sin embargo, fue un buen católico y Al aprovechar la combinación de observación
nunca pudo comprender que elucidar las verdades eternas de Dios y abrir Galileo había aplicado a los problemas del J1foviTl11pnto
los ojos de los hombres ante las glorias de la creación de Dios pudiese ser . wton demostró matemáticamente lo que o{lileo
una herejía. úsi'<, no son dos esferas sino un mundo
Adein:, ,Newton creyó que estaba
:salvand6-, apariencias": Sus leyes o axi as del movimiento
y junto con la gravitació universal explican los
terrestres en forma ab utamente convincente.
iada de la mano p un hombre, 2 la física se
temática ente avanzada, modelo pa·

el "siglo del genio", pues fue


Leibniz, Spinoza y Newton. Ke-
planetario que llevan su nomo
heliocéntrica; Galileo acabó
terrestre y celeste, formuló
del movimiento y preparó el
idea de inercia. Descartes,
planteamiento claro de
fundó el racionalismo

sistema univer-
de los sen ti-
¡Cuán
asombroso es, <':::UlUJr-<'::::', Prin-
cipios Matemáticos
de lo que hoy IhlfYl<1111u:s
te de la organijJción

1 Véase, PI: ejemplo, C. C. GilIispie, The Edge ofObjectivity (Princeton, N.J.: Princeton Univer-
sity Press,1'960), p. 117. ;
2 Desde luego, como Newton dijo (la afirmación no era original): " ... me he levantado sobre
los hombros de gigantes." Algunos de esos gigantes fueron Kepler, Galileo, Descartes, '\Tren,
Huygens y Hooke. Este último, hombre de genio, terminó siendo una figura trágica. Absoluta-
mente derrotado por Newton, yace en una tumba desconocida.

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111. LA SíNTESIS NEWTONIANA

1. TODO ESTÁ FRAGMENTADO

En las primeras páginas de este libro, dos mil trescientos años antes en
esta historia, comparé la situación intelectual de Grecia en el siglo VI pre-
cristiano a una orquesta que está afinando, con cada ejecutante absorto en
su propio instrumento, mientras aguarda la entrada del director. La situa-
ción se repitió en el siglo XVII después de Jesucristo, la segunda era heroica
de la ciencia. Issac Newton, nacido el día de Navidad de 1642, once meses
después de la muerte de Galileo, fue el director que unió la orquesta y creó
una. nueva armonía a partir de las estridencias discordantes.
Resulta adecu¡;¡do que esta revisión de las ideas del hombre respecto al
Universo termine con Newton, porque, a pesar de que han transcurrido
más de dos sigloS desde su muerte, nuestra visión del mundo es todavía, en
líneas generales, newtoniana. Es tán pequeña la corrección de Einstein a la
fórmula de la gravedad de Newton que, por ahora, sólo afecta al espe-
cialista. Las 40s ramas más importantes de la física moderna, la relatividad
y la mecánica cuántica, todavía no han sido integradas en una nueva sín-
tesis universal; y las repercusiones de la teoría de Einstein en la
aún son cambiantes y objeto de controversia. Hasta que surja un
maestro, o quizá hasta que los viajes espaciales proporcionen nuevos datos
de observación respecto a nuestro entorno cósmico, el plano general del
Universo continúa siendo, en esencial, el que Newton trazó, pese a todas
las inquietantes suposiciones acerca de la curvatura del espacio, la rela-
tivic;iad del tiempo y las nebulosas fugitivas. Aquí, tras el largo viaje de los
dioses estrellas babilónicos, las esferas de cristal griegaS, el universo amu-
rallado medieval, nuestra imaginación alcanza, sólo temporalmente, un
período de reposo.
Durante el último cuarto de milenio, en que el hombre ha cambiado de
una manera sin precedentes, Newton ha goiado de una influencia y. una
autoridad sólo comparables a la de Aristóteles en los dos milenios ante-

AiQ
LA ENCRUCIJADA LA SíNTESIS NEWTONIANA

riores. Si se tuviera que resumir la historia de las ideas científicas sobre el por vórtices en un éter que lo ocupaba todo, una elaboración de las giran-
Universo en una sola frase, cabría decir únicamente que nuestra visión fue tes y barredoras escobas de Kepler. ll5
aristotélica hasta el siglo XVII, y después, newtoniana. Copémico y Tycho Había, pues, completo desacuerdo, primero, en la naturaleza de la
Brahe, Kepler y Galileo, Gilbert y Descartes, vivieron en una tierra de na- fuerza que empuja a los planetas en círculos y los mantiene en sus órbitas;
die entre los dos, en una especie de altiplanicie entre dos grandes llanuras; y, segundo, en la cuestión de que un cuerpo en la vastedad del espacio
recuerdan a esos turbulentos arroyos de montaña, cuya confluencia da continuaría moviéndose por sí mismo aunque lo abandonaran a sus pro-
nacimiento finalmente al amplio y mayestático río del pensamiento new- pios medios, es decir, sin agentes externos que actuaran en él. Esas cues-
toniano. tiones. estaban inextricablemente mezcladas con el problema de lo que
Sabemos muy poco, por desgracia, de la forma íntima de trabajar de la significaba realmente el "peso", con el misterioso fenómeno del magne-
mente de Newton y del método con que consiguió su síntesis monumental. tismo, y con las perplejidades que suscitaban los conceptos de "fuerzas" y
No voy a entrar en su vida; cualquier intento de contribuir al cuantioso nú- "energías" físicas que estaban apareciendo.
mero de libros que se han escrito sobre Newton debe constituir una empre-
sa aparte. En vez de ello, describiré brevemente el esparcido rompecabe-
zas cosmológico tal como se le presentó al joven Newton, pero no sabe- 2. ¿QUÉ ES EL "PESO"?
mos la manera como consiguió percibir que los irregulares fragmentos eran
piezas de un mismo rompecabezas ni cómo logró encajarlas. Lo que con- El telescopio había mostrado que la Luna poseía una superficie irregu-
siguió puede calificarse más bien como una explosión a la inversa. Cuando lar muy parecida a la de la Tierra, y que el Sol era capaz de rasgarse en
estalla un proyectil, su cuerpo brillante, liso, simétrico, se. despedaza en manchas; esto condUjO al creciente convencimiento de que los cuerpos
cortantes fragmentos irregulares. Newton encontró esos fragmentos y los celestes eran de naturaleza terrena y tendían. a comportarse del mismo
hizo encajar de nuevo en un cuerpo sencillo, compacto, sin fisuras, tan modo las cosas en la· Tierra. Ahora bien, la cualidad más evidente que
simple que parece evidente por sí mismo, tan compacto que cualquier presentaban todos los cuerpos terrestres era el peso, la tendencia a presio-
alumno de la escuela elemental puede manejarlo. nar o caer hacia abajo (a menos que se les forzara hacia arriba por la pre-
Lo que sigue, pues, son las partes del rompecabezas que encontró sión de sustancias más pesadas). En la doctrina antigua, esto se explicaba
Newton en 1660, treinta años después de la muerte de Kepler, veinte años satisfactoriamente diciendo de que todo objeto terrestre tendía a moverse
después de la de Galileo. Las piezas clave eran las leyes de Kepler del mo- hacia el centro del mundo o alejarse de él,· mientras que los objetos celes-
vimiento de los cuerpos celestes y las leyes de Galileo de los movimientos tes obedecían.a leyes distintas. La nueva teoría negaba este dualismo, así
de los cuerpos en la Tierra. Pero los dos fragmentos no encajaban (no como que la Tierra ocupase el centro del mundo. Pero aunque minaba las
cho más que la relatividad y la mecánica cuántica hoy día). Las fuerzas que viejas creencias del·. sentido común, la. nueva hipótesis no aportaba res-
empujaban a los planetas en el modelo kepleriano no resistían el escrutinio puestas a los problemas que planteaba. Si la Luna, los planetas y los co-
de un físico. Y, viceversa, las leyes de Galileo de los cuerpos que caen y los metas eran de la misma naturaleza que los cuerpos terrestres, entonces
proyectiles no tenían ninguna relación aparente con los movimientos de también éstos tenían que poseer "peso"; ¿pero qué significa exactamente
los planetas o cometas. Según Kepler, los planetas se moVÍan en elipses; "el peso" de un planeta, contra qué presiona o hacia dónde tiende a caer?
según Galileo, en círculos. Según Kepler, los impulsaban "radios" de una Y si el porqué una piedra cae al suelo no es la posición de la Tierra en el
fuerza que brotaba de la rotación del Sol; según Galileo, nada en absoluto centro del Universo, entonces ¿por qué cae la piedra?
los impulsaba, porque el movimiento circular se perpetuaba a sí mismo. Podemos anotar de pasada que algunos de nuestros positivistas lógi-
Según Kepler, la indolencia o inercia de los planetas hacía que tendieran a cos, transferidos al siglo XVII, hubiesen desechado con un simple gesto de la
retrasarse; según Galileo, el principio mismo de la inercia hacía que per- mano, por carente de significado, la cuestión de que un planeta "pesa"; y si

I
sistieran en seguir gira,"1do en círculos. «Todo estaba fragmentado, había hubiera prevalecido su actitud no se habña producido la revolución .cien-
desaparecido toda cohesión.» tífica. Tal como ocurrieron las cosas, los guías del movimiento intentaron
La confusión empeoro con el último de los gigantes prenewtonianos, soltarse de entre los cuernos del dilema, cada cual a su propia manera, sin
Descartes. Según él, la inercia hacía que cuerpos no persistieran en el preocuparse mucho de la pureza semántica. Copérnico sugirió, como hi-
movimiento circular sino en el rectilíneo. Este era el enfoque más sorpren- pótesis, que los objetos en el Sol y la Luna poseían peso como los cuerpos
dente de todos, puesto que los cuerpos celestes pueden moverse en círcu- terrestres, y que "peso" significaba la tendencia de toda materia a adoptar
los o elipses, pero evidentemente no se mueven en líneas rectas. En conse- una forma esférica en tomo de un centro. Galileo creía que "peso" era una
cuencia, Descartes suponía que los planetas giraban en círculos obligados cualidad absoluta de toda la materia terrestre, que no requería una causa

4?O 421
LA ENCRUCIJADA LA SíNTESIS NEWTONIANA

que, en realidad, no se distinguía de su inercia; mientras que en los cuerpos Jano se halla también, aunque expresada en lenguaje menos
celestes, el "peso" se convertía en algo idéntico a su persistencia en mover- poético, en las teoñas contemporáneas de la materia como un corpúsculo
se a lo largo de un sendero circular. Kepler fue el primero en explicar el y una onda a la vez, según el rostro que presente. El magnetismo, ·la gra-
"peso" como la atracción mutua entre dos cuerpos; incluso sostuvo que vedad y la acción a distancia no han perdido ni una iota de su desconcer-
dos cuerpos en el espacio, no expuestos a ninguna otra influencia, se apro- tante misterio desde Gilbert. .
ximarían el uno al otro y se encontrarían en un punto intermedio, de tal Kepler no fue la úriica víctima de esta inevitable confusión;
modo que las distancias recorridas por cada uno estarían en razón inversa a Galileo creyó que GUb.ert había aportado la explicación del porqué el eje
sus masas, y atribuyó correctamente las mareas a la atracción del Sol y de de la Tierra apunta siempr-e en· la misma direcCión del espacio: el eje era,
la Luna; sin embargo, como vimos, en el momento decisivo se echó atrás simplemente, una de aguja magnética. Incluso Robert Boyle,el
de la fantástica noción de un anima mundi gravitatoria. padre de la química moderna y una de las principales influencias que tuvo
Newton, pensó que la gravedad se podía deber a «vapores magnéticoslt
que brotaban de la Tierra.
3. LA CONFUSIÓN MAGNÉTICA Tan sólo el cerebro más implacablemente lógico y escéptico de todos
ellos, Descartes, repudió el magnetismo, la gravedad y cualquier tipo de
Incrementó aún más esta confusión la sensacional teoña de William acción a distancia. Descartes hizo avanzar decisivamente el asunto al dejar
Gilbert de que la Tierra era una gigantesca piedra imán, lo cual indujo a que los cuerpos persistieran en su movimiento, no en un círculo galileano,
Kepler a identificar la acción del Sol en los planetas como una fuerza "mag- sino en una línea recta. l17 Al mismo tiempo, sin embargo, retrocedió
nética". Era completamente natural, y por ello lógico, que surgiera esta nificativamente al explicar el magnetismo y la gravedad como torbellinos
confusión entre magnetismo y gravedad, puesto que la piedra imán era la en el éter. Una medida de la osadía de Newton es que incluso Descartes,
única demostración sólida y tangible de la misteriosa tendencia de la mate- que prometiÓ reconstruir todo el Universo utilizando tan sólo materia y ex-
ria a unirse.con la materia por la influencia de una "fuerza" que actuaba a tensión, que inventó el útil más hermoso del razonamiento matemático, la
distancia sin contacto ni De ahí que el magnetismo se con- geometría analítica, que fue más despiadado en sUS métodos de pensamiento
virtiera en el arquetipo de la acción a distancia y allanase el caminl=> a la que ninguno de sus predecesores, que incluso Descartes, este Robespierre
gravitación universal. Sin el doctor Gilbert, el hombre hubiera estado mu- de la revolución científica, rechazó la atracción a distancia al precio de lle-
cho menos preparado para cambiar el conocido y tradicional enfoque de nar todo el espacio con monstruosos vórtices y torbellinos. Como Kepler,
que "peso" significaba la tendencia natural de los cuerpos a caer hacia el que. die. con el concepto de la gravedad y luego lo apartó a un lado de un
centro, por la aventurada noción de que significaba la atracción mutua de puntapié, como Galileo, que rechazó incluso la influencia de la Luna en las
los cuerpos en medio de un espacio vacío. El magnetismo demostraba que mareas, la abierta mente de Descartes se sobrecogió de horror ante]a idea
esta atracción, ejercida por dedos fantasmales, era un hecho, que las lima- de brazos fantasmales que lo agarraban todo a través del vacío, como ha-
duras de hierro obedecían a un imán como sometidas a una orden secreta, cían todas las inteligencias sin prejuicios hasta que «gravedad universal» o
del mismo modo que las piedras caían hacia el suelo; y durante casi 'medio «campo electromagnético» se convirtieron en fetiches verbales que hipno-
siglo se identificaron ambos fenómenos, o, como míni.-no, se consideraron tizaban hasta la adquiescencia, disfrazando que se trataba de conceptos
gemelos siameses. Además, la palabra "magnetismo" se utilizaba en· un metañsicos arropados con el· lenguaje matemático de la física. .
sentido mucho más amplio y metafórico; poseía una ambigüedad profun-
damente atractiva como otro agente con rostro de Jano, que pertenecía a
la vez al mundo del espíritu y al de la materia. Por una parte, el imán emitía 4.ENfRA LA GRAVEDAD
su como exigían las ciencias exactas, «sin ningún error... rápido,
definido,constante, dirigido, motivado, imperante, armonioso»; por otra, Ésas, pues, eran las piezas del rompecabezas caóticamente disperso
era algo animado y vivo, «imita a un alma», aún más, era la auténtica «alma con que se enfrentó Newton.Teonas contradictorias del comportamiento
de la Tierra», su «instinto de autoconservación».«El efluvio magnético de la de los objetos en el espacio en ausencia de fuerzas que se interfirieran;
Tierra brota hacia fuera como un brazo rodeando y sujetando el cuerpo teoñas contradictorias de las fuerzas que hacen girar los planetas; fragmen-
atraído y tirando de él hacia sí». Este brazo «necesita ser ligero y espiritual tos confusos. de comunicaciones sobre inercia e impulso, peso y caída
para poderentrardentro del hierro», pero al mismo tiempo tiene que·ser libre, gravedad y magnetismo; dudas acerca de la localización delceniro
también material, un diáfano y raro éter .116 . •
del Universo y si tenía un centro; y dominándolo todo; la cuestión de dón-
Podemos anotar, de nuevo de pasada, que esta cualidad con rostro de de encajaba el Dios de las Escrituras en todo ello.

LI.??
LA ENCRUCIJADA LA SíNTESIS NEWTONIANA

Había habido algunas vagas. conjeturas en Ía dirección correcta, pero Tierra en su órbita se transmite desde el Sol y cruza ciento cincuenta mi-
sin estar apoyadas por ningún argumento sólido. El matemático francés llones de kilómetros de espacio sin ningún medio material que la transmi-
Giles Peron de Roberval, por ejemplo, sugirió al año siguiente de la muerte ta. ll8 Esta paradoja queda más ampliamente ilustrada por las propias pala-
de Galileo que, en el. Universo, toda la materia se atraía entre sí, y que la bras de Newton, que ya he citado antes, pero que quiero repetir:
Luna caería en la Tierra si el éter no actuara un cojín sustentador «Es inconcebible que la materia bruta inanimada, sin la mediación de
entre ellas. Giovanni Borelli, que ocupó la antigua cátedra de Galileo en alguna otra cosa que no sea material, actúe en otra materia y la afecte sin
Pisa, recuperó la antigua idea griega de que la Luna se comportaba «como ningún contacto mutuo... Y por esta razón desearía que no me atribuyerais
una piedra en una honda», cuya fuerza de escape le impedía caer en la a mí la gravedad innata. E1 que la gravedad deba ser innata, inherente y
Tierra. Pero se contradijO a sí mismo al creer, con Kepler, que la Luna esencial a la materia, de tal modo que un cuerpo pueda actuar en otro, a ll"
necesitaba que una invisible escoba la empujara en su círculo, es decir, que distancia, a través del vacío, sin ninguna mediación que permita que su
la Luna no poseía impulso propio; entonces, ¿por qué tendería a escapar acción y fuerza se puedan trasladar de uno a otro, es para mí un· absurdo
de sus giros? , . tan grande, que no creo que ningún hombre dotado de una facultad de
Newton tenía veinticuatro años cuando, en 1666, encontró la llave de pensamiento apta para asuntos filosóficos pueda caer nunca en él. La gra-
la solución; pero luego se interesó por otros asuntos, y no fue hasta veinte vedad tiene que causarla un agente que actúe constantemente de acuerdo
años más tarde que completó la síntesis. Resulta imposible, por desgracia, con ciertas leyes; pero el que si este agente es material o inmaterial lo dejo
reconstruir su forcejeo en los travesaños de la escala de Jacob con el ángel a la consideración de mis lectores.»
que guarda los secretos del Cosmos, como hemos podido hacer en el caso El «agente» al que se refiere es el éter interestelar, que se suponía trans-
de Kepler; porque Newton no era comunicativo acerca. de la génesis de sus mitía de alguna manera la fuerza de la gravedad. Pero cómo se produce
descubrimientos, y los escasos datos que proporciona parecen racionali- esto era algo que continúa sin explicación; y si el éter era algo material o no
zaciones posteriores al hecho.·Además, parte del proceso del desarrollo de continúa siendo una pregunta sin respuesta, no sólo en ·la mente de los
este pensamiento lo efectuó colectivamente el círculo que se aglutinaba en lectores sino también; evidentemente, en la de Newton. A veces lo llamaba
tomo de la Royal Society -Hooke, Halley, Christopher Wren-, y estaba un medio, pero en otras ocasiones utilizaba el término "espíritu". Del mis-
influido por mentes afinés, como la de Huygens,· de Holanda; es imposible, mo modo, la ambigüedad que hemos notado en el empleo que Kepler
por tanto, saber exactamente qué paso intermedio se dio primero y quién hacía del término "fuerza" como concepto medio animista, medio me-
lo e m p r e n d i ó . . . cánico, se halla presente también (aunque expresado de una forma menos
Es igualmente imposible· descubrir cuándo y en qué· circunstancias explícita) en el concepto de Newton de la gravedad.
exactas se colocó la piedra angular de la teoría: la ley de la gravedad, que Otra sorprendente dificultad de este concepto es que un Universo
afirma que la fuerza de atracción es proporcional alas masas que se atraen repleto de gravedad debería colapsarse, es decir, todas las estrellas fijas
y disminuye con el cuadrado de la distancia. Se ha sugerido, pero sin nin- deberían lanzarse unas contra otras y reunirse en una especie de magna
guna prueba concreta, incluso a Boulliau,tan atrás como en 1645. Quizá' explOSión cósmica final. 1l9 La dificultad era, en realidad, insuperable, y
se derivó por analogía de la difusión de la luz, que, como Kepler sabía muy Newton no encontró. otra solución que asignar a Dios la función de contrá-
bien, su intensidad disminuye con el cuadrado de la distancia. Otra suge- rrestar la gravedad y mantener las estrellas en su sitio: .
rencia es que se dedujo de la tercera ley de Kepler; el propio Newton dice «Y, sin embargo, la materia estaba dividida al principio en varios sis-
que encontró la fórmula al calcular la· fuerza necesaria para eqúilibrar la temas, y cada sistema constituido por un divino poder a la manera del
fuerza centrífuga de la Luna, pero esto no parece demasiado convincente. nuestro; pero debido a ello, los sistemas exteriores descenderían hacia los
Si bien los detalles son oscuros, las líneas generales son pasmosamente del centro, así que esta situación no podría subsistir siempre sin un divino
elaras. Con el auténtico paso firme de los sonámbulos, Newton evitó laS poder que lo conservara ...»l2O .
trampas diseminadas por todo el campo: magnetismo, inercia circular, las Tan sólo exponiendo las contradicciones inherentes y las implicaciones
mareas de Galileo, las barredoras escobas de Kepler, los vórtices de metafísicas de la gravedad newtoniana, es uno capaz de darse cuenta del
cartes, mientras caminaba decidido hacia lo que parecía la trampa más enorme valor --:o seguridad sonámbula- necesario para utilizar esto como
mortal: la acción a distancia, la ubicuidad, impregnando todo el Universo concepto básico de cosmología. En una de las más temerarias y amplias
como la presencia del Espíritu Santo. La enormidad de este paso puede generalizaciones en la historia del pensamiento, Newton llenó todo el
ilustrarse vívidamente con el hecho de que un cable de acero de igual es- espacio del Universo con fuerzas de atracción relacionadas entre sí que
pesor que el diámetro de la Tierra no sería lo bastante fuerte para mante- brotaban de todas las partículas de materia y actuaban en todas las partícu-
nerla en su-órbita. Sin embargo, la fuerza gravitatoria que mantiene ala las de materia a través de los ilimitados abismos de oscuridad.

A<>'" A,.,"
LA ENCRUCIJADA LA SíNTESIS NEWTONIANA

Pero esta sustitución del anima mundi por una gravitatio mundi conti- Si se dispara un proyectil desde la cima de una montaña, la atracción
nuaba siendo, en sí misma, una idea extravagante o el sueño cósmico de de la Tierra lo desviará de su camino en línea recta. Según la velocidad
un poeta; el logro crucial fue expresarla en términos matemáticos precisos inicial que se le dé, seguirá las curvas A, B, e, D o E; y si la velocidaQ. inicial
y demostrar que la teoría cuadraba con el comportamiento observado de la rebasa cierto valor crítico, el proyectil describirá un círculo o una elipse «y
maquinaria cósmica, el movimiento de la Luna en tomo de la TIerra y el regresará a la montaña desde la que se lanzó». Más aún, de acuerdo con la
movimiento de los planetas alrededor del Sol. segunda ley de Kepler, «su velocidad cuando regrese a la montañb. no será
menor que la que tenía al principio: y conservando la misma velocidad,
describirá la misma curva una y otra vez a causa de la misma ley; y conti-
5. LA SÍNTESIS FINAL nuará girando en el cielo del mismo modo que lo hacen los planetas en sus
órbitas». En otras palabras, Newton, con el pensamiento, creó un satélite
Su primer paso consistió en hacer con la imaginación lo que la historia artificial casi trescientos años antes de que la técnica fuera capaz de llevarlo
había fracasado en conseguir: reunir a Kepler y Galileo. Más exactamente: a la práética. _
reunir una mitad de Kepler con una mitad de Galileo, y descartar las otras Así, la idea básica de la mecánica celeste de Newton es la interacción
dos mitades superfluas. • de dos fuerzas: la fuerza de la gravedad, que empuja al planeta hacia el Sol,
El lugit de encuentro fue la Luna. El joven Jeremiah Horrocks -el y la fuerza centrífuga, que la contrarrestQ.. La forma usual de dernostr:ar la
prodigio inglés que murió a los veintiún años- había aplicado las leyes de idea es hacer girar una piedra en el extremo de una cuerda. La fuerza que
Kepler a la órbita de la Luna. Esto proporcionó a Newton una mitad de la mantiene tensa la cuerda es la fuerza centrífuga de la piedra; la cohesión de
síntesis. La segunda mitad la encontró en laS leyes de Galileo del movi- la cuerda que retiene sujeta la piedra en su órbita representa la atracción
miento de los proyectiles en la proximidad inmediata de la TIerra. Newton gravitatoria.
identificó la órbita kepleriona de la Luna con la.ómita galileana de un pro- ¿Pero por qué- tiene que seguir el planeta un camino elíptico, en lugar
yectil, que estaba cayendo constantemente hacia el suelo pero era incapaz de circular? Para decirlo de una manera sencilla, porque cuando se hace
de alcanzarlo debido a su lápido movimiento hacia delante. En su Sistema girar circularmente una piedra, la longitud de la cuerda es fija y no se estira,
del mundo describe así el proceso de este razonamiento: mientras que la fuerza de atracción· del Sol varía según la distancia. En
consecuencia, la piedra gira en un círculo perfecto, mientras que el planeta
giraría en un círculo perfecto tan sólo si su velocidad tangencial y la fuerza
centrífuga resultante contrarrestaran exactamente la atracción del Sol. Si su
velocidad.es mayor o más pequeña que la requerida, el planeta no se mo-
verá en un círculo, sino en una elipse. Si su velocidad fuera muy pequeña,
la órbita del planeta cortaría la superficie del Sol y se estrellaría contra él,
del mismo modo que los meteoritos, frenados por la fricción de la atmós-
fera, caen en la TIerra. Por otra parte, cuanto mayor sea la velocidad tan-
gencial respecto a la fuerza gravitatoria, más alargada será la elipse; hasta

I
que uno de sus extremos, por decirlo así, se tense hasta el infinito y la elip-
se se-éonvierla en una parábola, la supuesta trayectoria de algunos come-
tas que aparecen desde las profundidades del espacio, y el Sollos desvía
de su curso pero no lo suficiente para captarlos y retroceden de welta al
infinito.

I
El porqué los planetas deben moverse en elipses resulta fácil de de-
mostrar en términos matemáticos; dejando las matemáticas a un lado, se
puede visualizar el mecanismo como una competición en que la gravedad
y la fuerza centrífuga tiran en dirección opuesta de los dos extremos de 11.'1a
misma cuerda. Si la cuerda a la que se ha atado la piedra 0es de material
elástico, cabe imaginarla estirándose y contrayéndose alternativamente,

I
haciendo así que la órbita de la piedra sea ovalada. l21 O se puede visualizar
el proceso como sigue: a medida que el planeta se acerca al Sol se incre-

A,><> ",>,
LA ENCRUCIJADA LA SíNTESIS NEWTONIANA

menta su velocidad. Pasa a toda velocidad junto al Sol, pero, al hacerlo, la cia a la Luna; el mismo Newton desarrolló sus propios cálculos infinitesi-
agarradora. mano de la gravedad lo hace girar circulannente, del mismo males, el útil matemático indispensable para abordar el problema; y el trío
modo que un niño corriendo se agarra a un poste gira en tomo de él y así Halley-Hooke-Wren continuÓ encajando entre sí nuevos elementos del
prosigue su camino en opuesta. Si la velocidad al acercarse ha rompecabezas. La orquesta había alcanzado ahora el estadio donde po-
sido exactamente la necesaria para impedirle caer hacia el Sol, proseguirá dían captarse ya grupos completos de instrumentos interpretando algunos
su camino trazando un círculo. Pero si es algo superior, el Sol, que está a pasajes; tan sólo se necesitaban los golpecitos de la batuta del director para
sus espaldas, lo obligará a una trayectoria alargada, que el planeta prose- que todo se situara en su lugar.
guirá a velocidad decreciente, agarrado por los dientes de la atracción solar En 1686, apremiado por Halley, Newton llegó a su síntesis definitiva.
y girando gradualmente de vuelta hacia él; hasta que, rebasado el afelio, la Calculó la fuerza de la atracción de la Tierra en la Luna, y mostró que ésta,
curva vuelva a acercarse al Sol y se inicie de nuevo el ciclo. combinada con la propia fuerza centrífuga de la Luna, satisfacía los mo-
La "excentricidad" de la elipse es la proporción en que ésta se desvía vimientos observados del satélite. Luego calculó la atracción del Sol en los
del círculo. Las excentricidades de los planetas 'son pequeñas, debido al planetas, y <;iemostró que la órbita prodUcida por una fuerza de atracción
origen común del sistema solar, que hace que sus velocidades tangenciales que disminuía con el cuadrado de la distancia era una elipse kepleriana con
se equilibren casi exactamente con la gravedad. el Sol en uno de sus focos; e inversamente, que una órbita elíptica requería
Pero todó esto era aún mera conjetura por aquel entonces y habían una fuerza gravitatoria que cumpliera la relación del cuadrado de la dis-
pasado los días de las hipótesis puramente especulativas. Era una loca tancia. La tercera ley de Newton, que relacionaba la duración de los perío-
conjetura sostener que la Luna estaba "cayendo" constantemente hacia dos de los planetas con sus distancias medias al Sol, se convirtió en una
la Tierra, como un proyectil, o como la famosa manzana en el jardín de piedra angular del sistema; y la segunda ley -áreas iguales barridas en
Woolsthorpe, en otras palabras, que la atracción de la Tierra llegaba hasta tiempos iguales-- mostraba ahora que encajaba en cualquier órbita central.
tan lejos como la Luna, la atracción del Sol. hasta tan lejos como los pla- Quedaba demostrado que los cometas se movían en elipses muy alargadas
netas, y que el espacio interestelar estaba, en realidad, "repleto" o "car- o en parábolas que se perdían en el infinito del espacio. Newton probó,
gado" de gravedad. Para transfonnar una atrevida suposición en una teoría además, que cualquier objeto en la superficie de la Tierra se comportaba
científica, Newton tenía que aportar pruebas rigurosamente matemáticas. como si toda la masa de la Tierra estuviese concentrada en su centro; lo
Esto Significaba que tenía que: primero, calcular la fuerza centrífuga de cual hizo posible tratar a todos los cuerpos celestes como si fueran puntos
la Luna;l22 segundo, la fuerza gravitatoria que se. suponía que la Tierra matemáticos. Finalmente, todo movimiento observable en el Universo se
ejerCía en la Luna; y, por último, demostrar que la interácción de estas dos regía por cuatro leyes básicas: la ley de la inercia; la ley de la aceleración
fuerzas producían una órbita teórica que concordaba con la órbita obser- bajO una fuerza aplicada; la ley de la acción y reacción recíprocas; y la ley
vada de la Luna. de la gravedad.
Para efectuar esta operación le interesaba saber, ante todo, en qué Se había cumplido el milagro; los fragmentos habían vuelto a unirse
proporción disminuía la gravedad de la .Tierra con la distancia. La manzana por su explosión inversa y se habían fundido en un cuerpo liso, compacto,
cae del árbol con una aceleración conocida de unos diez metros de incre- de apariencia inocente; y si Donne viviera todavía, habría exclamado: «To-
mento de velocidad por segundo; ¿pero cuál podía ser la aceleración de la dos los fragmentos se han unido en una pieza, ahora todo es coherencia.,.
distante Luna hacia la Tierra? En otras palabras, necesitaba descubrir la ley Los movimientos dei Sol, de la Luna y de las cinco estrellas errantes
de la gravedad: que la fuerza disminuye con. el cuadrado de la distancia. A habían sido el principal problema de la cosmología desde los días de los
continuación, le resultaba imprescindible el valor exacto de la distancia de babilonios. Ahora que se había demostrado que todos seguían las mismas
la Luna. Finalmente, tenía que decidir si era legítimo considerar a dos enor- leyes simples, se consideraba el sistema solar como una unidad integrada.
mes globos, como la Tierra y la Luna, de manera abstracta, como si toda su El rápido progreso de la astronomía y la astrofísica condujo pronto a la
masa estuviera concentrada en un punto central único. y como colofón, . posterior concepción de que esta unidad era sólo una subdivisión de otra
para, reducir las dificultades matemáticas se debía tratar la órbita .lunar unidad mayor: nuestra galaxia de millones de estrellas, de aparentemente
como si fuese un círculo en lugar de una elipse. la misma naturaleza que nuestro Sol, algunas, sin duda, rodeadas también
Como· resultado de todas esas dificultades, los primeros cálculos de de planetas; y que nuestra galaxia era, asimismo, tan sólo una entre otras
Newton sólo se aproximaron a los hechos, lo cual no era suficiente. Duran- galaxias y nebulosas en distintos estadios de evolución, pero regidas todas
te casi veinte años dejó de lado todo el asunto. por el mismo conjunto universal de leyes.
Durante esos veinte años, la expedición de Jean Picard a Cayena pro- Pero esto ya no nos concierne. Con la publicación de los Principia de
porcionó muchos y mejores datos del diámetro de la Tierra y de su distan- Newton, en 1687, la cosmología se convirtió en una ciencia disciplinada; y

A9!< 429
Tabla cronológica de las partes cuarta y quinta

TYCHO BRAHE GALILEO KEPLER

1546 Nace el 14 de diciembre, en Knud-


strup.
1559-1572 Estudia en Copenhague, Ale-
mania y Suiza. 1564 Nace el15 de febrero, en Pisa.
1571 Nace el 16 de mayo, en Weil
der StadL
1572 Aparición de la "nova de Tycho".
1576 Recibe la isla de Hveen. Lo ponen a cargo de sus abuelos.
1581 Se matricula en la Universidad de "Puesto a trabajar duramente en el
Pisa. campo.»
1584 Entra en el seminario teológico.
1589 Le nombran lector de matemáticas Se matricula en la Universidad de
Trabaja en Hveen. en la Universidad de Pisa. Tubinga.
1592 Profesor de matemáticas en la 'Uni-
versidad de Padua.
1593 Profesor de matemáticas en la es-
cuela provincial de Gratz.
1597 Abandona Hveen. Escribe una carta procopernicana a Publica el Mysterium Cosmogra-
Kepler. phicum.
1599 Le nombran matemático imperial de Exiliado de Gratz; la escuela ce-
Rodolfo 11. rrada.
1600-1601 Colaboración Tycho Brahe-
Kepler. Kepler en Benatek y Praga.
1601 Muere el 13 de octubre, en Praga. Nombrado sucesor de Tycho Brahe.

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