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ENSAYO ACERCA DE LA NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜÍSTICO

El signo lingüístico, percibido por el hombre mediante los sentidos, los debemos
considerar bajo dos aspectos: de naturaleza vocal o de naturaleza psíquica,
confirmando su condición de cosa doble. Conforme a lo que se plantea en el circuito
del habla, los términos involucrados en el signo lingüístico son de naturaleza
psíquica unidos a nuestro cerebro por vínculos de asociación.

De esta forma, observamos que el carácter físico de nuestras imágenes acústicas


aparece bien definida cuando observamos nuestro lenguaje. De ello nos damos
cuenta cuando sin mover los labios y sin la necesidad de articular palabras,
podemos hablarnos a nosotros mismos o recitar mentalmente un poema. Y porque
las palabras de la lengua son para nosotros imágenes acústicas, hay que evitar
hablar de los «fonemas» de que están compuestas. Este término, que implica una
idea de acción vocal, no puede convenir más que a la palabra hablada, a la
realización de la imagen interior en el discurso.

Comprender la naturaleza del signo lingüístico nos lleva a inferir que no tiene
significado con lo que representa, pues perro en español difiere notablemente de su
representación en inglés, dog, convirtiéndose de esta manera en arbitrario. De la
misma manera, la idea del sur no está ligada a la secuencia de sonidos s-u-r, que
en este caso le sirve de significante. Igualmente, cualquier otra secuencia de
sonidos le serviría, lo cual lo convierte en incontrovertible, si tenemos en cuenta que
otros lenguajes establecen distintos significantes para un mismo significado sin
ningún problema.

Pongamos un ejemplo para poder entender lo arbitrario del signo, si se toma el


significado casa, es decir, el concepto de cuatro paredes y un techo, y se pasa
revista sobre las distintas formas que existen en las diversas lenguas para referirse
a él: casa (español), house (inglés), haus (alemán), maison (francés). Así,
comprendemos que un significado está unido a significantes distintos, según la
lengua en que se exprese, sin que para ello exista ninguna modificación del
concepto como tal. Es por esto que al no ser ni natural ni motivada, la lingüística
clasifica al signo lingüístico como una entidad de carácter arbitrario.

Partiendo del hecho que el signo lingüístico lo define la lingüística como la unidad
básica del Lenguaje y que se encuentra conformado en su estructura por la unión
de una imagen mental y una imagen auditiva, que reciben respectivamente los
nombres de Significado y Significante, siendo identificadas además como entidades
psíquicas dicotómicas, las cuales son a su vez explicadas de la siguiente manera:

En este caso, sería conveniente señalar que además de tratarse de una entidad
psíquica, constituida por una imagen auditiva, el Significante cuenta con dos
atributos:

En primer lugar, esta imagen o huella auditiva representa una extensión, es decir
una forma que se extiende a través del tiempo, necesitando incluso de este para
realizarse.

Por otro lado, el Significante también es una extensión lineal, es decir, que se vale
del sentido sintagmático de la lengua para realizarse, puesto que al inscribirse en el
tiempo, los elementos que la conforman solo tienen la opción de presentarse uno
detrás de otro, y jamás en forma simultánea, como todo elemento perteneciente a
la Lengua.

De esta forma, se dice entonces que el Significante es una entidad psíquica de


carácter lineal, pues necesita valerse tanto del tiempo como de su sentido lineal y
sintagmático para poder realizarse. Esto puede tener sentido si se piensa que el
Significante es en realidad la huella que una forma real y concreta ha dejado en la
psique del hablante, la cual a su vez también se realiza en el tiempo de forma lineal,
pues es la única forma en que puede hacerlo, para ser entendible.

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