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Oh Mujer, grande es tu fe
Texto: Mateo 15.21-28
Area: Espiritualidad
Introducción
México tiene muchos motivos para celebrar el Día de la Madre, marcado en el calendario de
manera fija este 10 de mayo desde hace 95 años.
Todo comenzó el 13 de abril de 1922 con la convocatoria que hizo el periodista y fundador del
diario Excélsior, Rafael Alducin, a nivel nacional para elegir una fecha especial para homenajear
a las madres mexicanas, ya que en Estados Unidos se celebraba el Día de la Madre desde
1914.
Tal importancia adquirió la celebración que se tornó en una especie de devoción en el país,
hasta el punto de que el 10 de mayo de 1949 se inauguró en la capital una gran escultura en
su honor.
En el pasaje que hoy estudiaremos, encontramos a una medre delante de Jesús, rogando por
su hija. ¿Qué podemos esperar de Jesús? Si no ofreciendo misericordia y restauración a quien
le pide.
Mateo describe a esta mujer como: “una mujer Cananea…” (v22) Recordemos que el
evangelio de Mateo va escrito, a un grupo de judios. Ellos, habían oído mucho acerca de los
cananeos; gente impía. Los cananeos causaron muchos problemas en los días de Josué e
incluso tiempo más tarde. La palabra de Dios en el libro de Josué, narra de una coalición
formada por los reyes paganos, para pelear contra Josué y el pueblo de Israel:
“Ahora bien, todos los reyes que estaban al occidente del río Jordán se enteraron de lo que
había sucedido. Eran los reyes de los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y
jebuseos, quienes vivían en la zona montañosa, en las colinas occidentales* y a lo largo de la
costa del mar Mediterráneo* hasta las montañas del Líbano, al norte. Esos reyes unieron sus
tropas para pelear como un solo ejército contra Josué.
Esta vez Jesus sale de la tierra de Israel, y se aparta a un territorio no Judio. El evangelio de
Marcos nos señala a Jesús : “…entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no
pudo esconderse…” (Mc 7.24)
Entonces, ¿Saben que pasó? Una mujer “Cananea” “…de aquella región salió gritando
constantemente: Ten piedad de mí, oh Señor, Hijo de David; mi hija está gravemente
atormentada por un demonio.” 1
Tres cosas llaman nuestra atención a esta parte del texto Sagrado.
1. Su actitud. A aquella mujer se dirige a Jesús Así: “¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de
mí!” v22 Esta expresión muestra el concepto que tenia la mujer Cananea sobre Jesús: Le
reconoce como Mesías Salvador. (Es la misma expresión que usa el ciego Bartimeo al dirigirse
a Jesús. Marcos 10.37)
3. Su insistencia. El inicio del versículo 22 dice: “Y he aquí una mujer Cananea que había
salido de aquella región clamaba, diciéndole…” Si ella hubiera pedido la ayuda de Jesús una
sola vez, en el texto leyéramos: “Y he aquí una mujer Cananea que había salido de aquella
región clamó…” Pero la palabra escrita es: Clamaba. Nos indica que esta mujer estaba
gritando una, y otra vez, “¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí!”
1 Traducción W. Hendricksen.
domingo, 13 de mayo de 2018
Esta Madre clamo, y clamo, no dejó de hacerlo, no dejo de buscar la ayuda de Cristo. No era
para más, la situación de su hija era grave y penosa. ¿Con que urgencia deberíamos clamar
por nuestros hijos con situación de inconverso?
Hubo un absoluto silencio de su parte. Actuó como si ni siquiera la hubiera oído. Entonces los
discípulos se acercan rogándole que despida a la mujer, que le de cualquier cosa, ¿Por qué?
“pues da voces (esta gritando) tras nosotros.” ¡Nos es molesta!
Pero, notemos algo interesante del pasaje: ¡Jesús no responde a la petición de sus discípulos!
“Allí estaba una mujer que tenía una hija gravemente asediada. Tiene que haber oído algo de
las obras maravillosas que realizaba Jesús, y se puso a seguirle clamando desesperadamente
por ayuda. Al principio parece que Jesús no le hace ningún caso. Los discípulos se sentían
incómodos, y Le dijeron: «Dale ya lo que sea, para que nos deje en paz.» La reacción de los
discípulos no era de compasión precisamente, sino todo lo contrario: aquella mujer les
resultaba molesta, y lo que querían era librarse de ella lo más pronto posible.” (Willian Barclay)
Enseñanza: Darle cualquier cosa a alguien, solamente para librarse de la persona que pide
ayuda es lo más cruel que una persona puede hacer.
Uno de los problemas del cristianismo es lo que sobrevalora y lo que subvalora. El amor de
Dios es sin distinción, sin mirar las apariencias, ni el poder, ni el estatus; Dios nos acoge, nos
ama, nos acepta, y nos sienta con Él. Debemos librarnos de esa forma de actuar y ser un
reflejo de lo que Dios hace.
Tenemos un desafío, no hacer acepción de personas, ni distinciones, para llevar el amor hasta
las últimas consecuencias.
La respuesta de Jesús es: “El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas
perdidas de la casa de Israel.” Jesús no esta rechazando a la mujer, pero sí está dejando en
claro que su misión era con los que el llama de manera tierna “las ovejas perdidas de la casa
de israel” Después vendría un tiempo de luz para los gentiles.
“Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!” v25
“Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.” v26
Ejemplo: Nuestro Perro Chihuahua Samson. Es nuestra mascota, sentimos cariño por el, pero
por mucho que lo apreciemos no tiene el derecho de ser tratado como hijo.
Siguiendo la misma línea, Jesús le dice a esta mujer que no sería correcto dar las bendiciones
de Israel—las bendiciones que corresponden a “los hijos”— a quienes no pertenecen a Israel.
Después de todo, los perros, por mucho que los quieran sus amos, no son hijos y no tienen
derecho de ser tratados como hijos.
“¿Por qué tardó tanto Jesús en dar a esta mujer la ayuda que ella necesitaba tan
desesperadamente?”
1. Abraham y Sara tuvieron que esperar largo tiempo antes que finalmente recibieran a Isaac
(Gn. 21:1–5; Ro. 4:18–21). Cuando el “padre de todos los creyentes” (Ro. 4:11) recibió la orden
de ofrecer a Isaac en holocausto, le llevó lo que debe haberle parecido un largo tiempo antes
de descubrir que su hijo, a quien amaba intensamente (Gn. 22:2), no iba a ser literalmente
sacrificado.
2. ¿No expresa David su desaliento porque Dios no respondió inmediatamente sus oraciones?
Véase Sal. 22:2. “Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí
reposo.
Y pasando ahora al Nuevo Testamento para llamar la atención a sólo unos pocos casos de los
muchos que se podrían citar.
3. ¿No parecía que Jesús iba a llegar demasiado tarde a la casa de Jairo (Mr. 5:35)?
4. ¿No pareció por el momento a los dos ciegos que Jesús era indiferente a su clamor (Mt.
9:27, 28)?
5. Si Jesús sabía exactamente lo que iba a hacer en cuanto a dar de comer a la multitud
hambrienta—y la Escritura afirma que sí lo sabía—entonces, ¿por qué no se lo dijo
inmediatamente a Felipe, en vez de decirle: “¿De dónde compraremos pan para que coman
éstos?” (Jn. 6:5, 6).
6. Y ¿por qué leemos “Cuando (Jesús) oyó que (Lázaro) estaba enfermo, se quedó dos días
más en el lugar donde estaba?” (Jn. 11:6).
3. En conexión con Felipe leemos: “Esto decía para probarle” (Jn. 6:6).
4. Y en conexión con Lázaro, el Señor dice a los discípulos: “Me alegro por vosotros de no
haber estado allí” (Jn. 11:15). Evidentemente, resucitar a un Lázaro de entre los muertos iba a
ser un medio mucho más efectivo para el fortalecimiento de la fe que sanar a un Lázaro
enfermo.
Con toda probabilidad se podría aplicar el mismo razonamiento en conexión con la mujer
sirofenicia o cananea. Jesús demoró en oírla con el fin de probar la fe de ella, esto es, de
refinarla como se refina o purifica la plata. Quería dar a la fe de ella la oportunidad de una
expresión mucho más gloriosa. Se proponía fortalecerla por medio de la mismísima respuesta
que le había dado en los vv. 24 y 26; porque ahora ella podría comenzar a comprender mucho
mejor que si él inmediatamente hubiera sanado a su hija, cuán extraordinaria era la bendición
que estaba recibiendo.
“Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus
amos.”
Las tres cosas que hemos dicho acerca de ella, (Su actitud, su dolor, y su insistencia) ahora se
añade una cuarta, su humildad. Ni siquiera se resintió por ser comparada con un perro casero
en contraste con un hijo. Ella acepta su posición de inferioridad.
El quinto lugar, nótese también su viveza de ingenio. Ella convierte la palabra de aparente
reproche en una razón para estar optimista. Transforma la derrota inminente en una victoria
jubilosa. Es como si estuviera diciendo:
Básica para todas sus palabras y acciones está, en sexto lugar, la firme fe que Dios le ha dado
en Jesús, a quien ella ha confesado como su Señor y Mesías.
En séptimo lugar y por último, siempre recordaremos a esta mujer por su perseverancia,
cualidad que se puede considerar por separado o en combinación con su fe.
Enseñanza: ¡Señor dame por medio de tu Espíritu Santo la fe! ¡La perseverancia!
“Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres.
Y su hija fue sanada desde aquella hora.”
El amor divino es tan infinito y maravilloso que llega a elogiar a un ser humano, una mujer, por
ejercer un don—en este caso la fe—con que este mismo amor la ha dotado, y que sin la
actividad divina no podría haber entrado en acción en ella. Pablo escribe en Efesios 2.8
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios…”
Nótese también que la bendición otorgada a la mujer ni siquiera se puede concebir sin aquella
con la que su hija fue favorecida. Cuando la mujer recibió lo que deseaba, esto significaba que
la hija del mismo modo recibía lo que necesitaba. ¡Fue sanada inmediata y completamente!
Además, estas bendiciones no quitaron el “pan” a los “hijos”.
Ejemplo: “Imagínate que te diagnostican con una enfermedad letal, que el doctor te ha dicho
que morirás dentro de unas horas a menos que tomes una medicina determinada, una píldora
cada noche antes de irte a dormir. Imagínate que se te informó que nunca podrías dejar de
tomarla o morirías. ¿Olvidarías tomarla? ¿Dejarías de tomarla algunas noches? No. Sería tan
importante que no lo olvidarías. Bien, si nosotros no oramos juntos a Dios, no vamos a lograrlo
debido a todo lo que tenemos que enfrentar. Te aseguro que yo no podré lograrlo. Tenemos
que orar; simplemente no podemos descuidarnos en esto.”
Fragmento de: Timothy Keller. “La oración: Experimentando asombro e intimidad con Dios
(Spanish Edition)”. iBooks.
¡Me es impactante, en lo personal, ver creyentes, madres que sus hijos viven una vida de
pecado, hermanas que sus hermanos tienen un pie en el infierno, matrimonios que
urgentemente necesitan ayuda, y verlos como sí nada, viviendo una vida cristiana tibia.
Ejemplo: Soy amante del café, amo tomar el café frío, lo que se conoce como frapé, amo
tomar el café caliente. Pero, si usted quiere mirarme realmente molesto, solamente ofrézcame
una taza de café tibio. ¡Odio el café tibio!
15 “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por
cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3.15-16
¡Jesús ofrece misericordia para todo aquel que esta dispuesto a valorar la extraordinaria
bendición que Dios quiere darles.