Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
I. INTRODUCCIÓN:
El Perú es un país minero. Con esta premisa quiero empezar lo que es un intento por esbozar
las implicancias penales, como consecuencia del desarrollo de una de las principales actividades
económicas mundiales y una de las que más aporta al producto bruto interno (PBI) del país; sin
embargo, por las características de la actividad, es también una de las que genera mayor impacto
(positivo y negativo) en su entorno y ha sido la causa de numerosos conflictos socio-ambientales.
Por otro lado, tenemos la otra cara de la moneda, que es la minería ilegal la cual debe ser
entendida como aquella actividad que, de acuerdo con el Decreto Legislativo N° 1100, es
realizada sin contar con la autorización de inicio o reinicio de operación minera otorgada por la
autoridad competente, previo informe técnico favorable del Ministerio de Energía y Minas. Este
tipo de minería ha venido desarrollándose en nuestro país con especial incidencia en los
departamentos de Apurímac, Arequipa, Ica, Piura Puno, y Madre de Dios. Es en este último
departamento donde se ha presentado el escenario más complicado para el Estado, pues existe
un fuerte grupo de presión constituido por las casi 40,000 personas que dependen en forma
directa o indirecta de los réditos que produce la extracción aurífera ilegal[2].
Ahora bien, la tipificación de esta conducta bajo el nomen iuris de “delito de minería ilegal” fue
incorporada al Código Penal por el artículo primero del Decreto Legislativo Nº 1102[3], publicado
el 29 febrero 2012, que entró en vigencia a los quince días de su publicación.
El tipo penal de minería ilegal comporta una figura básica (artículo 307-A del C.P.), una figura
agravada (Artículo 307-B del C.P.), una figura que criminaliza el financiamiento de actos de
minería ilegal (Artículo 307-C del C.P.), una figura que criminaliza la obstaculización de las
labores de fiscalización administrativa (Artículo 307-D del C.P.), la criminalización del tráfico ilícito
de insumos que puedan beneficiar a esta actividad (Artículo 307-E del C.P.), y finalmente una
sanción de inhabilitación a los agentes que comentan este ilícito penal, dicha sanción consiste
en el impedimento de ser futuros titulares de concesiones mineras (Artículo 307-F del C.P).
Para entender mejor la ratio decidendi de la tipificación del delito de minería ilegal, debemos
hacer la diferenciación entre minería ilegal e informal, dado que aunque ambas se relacionan,
existen ciertas particularidades que han permitido definir la estrategia estatal para abordar la
problemática de cada una de ellas.
Es por ello, que debemos partir de lo dispuesto mediante el D.L. N° 1100, publicado el 18 de
febrero del 2012, que establece la definición de lo que en el ámbito administrativo se debía
entender por minería ilegal, al señalar que el título de concesión minera no faculta a iniciar
actividades sino que es necesario tramitar otro tipo de autorizaciones, permisos y licencias
posteriores a este título firme; por lo que el hecho de realizar actividades sin contar con esas
autorizaciones es considerada minería ilegal.
Con posterioridad, dicha definición ha sido sustituida por la dispuesta en el D.L. N° 1105, de
fecha 19 de abril de dicho año, la cual refiere que minería ilegal es aquella actividad minera
ejercida por una persona natural o jurídica o grupo de personas organizadas, usando maquinaria
que no corresponde a su estratificación o sin cumplir con las exigencias normativas
(administrativa, técnico, social y medioambiental) o desarrolla sus actividades en zonas en las
que esté prohibido su ejercicio.
Así mismo este dispositivo legal precisa que debe entenderse como Minería Informal la realizada
bajo estos mismos presupuestos, pero con una diferencia respecto de donde es ejercida dicha
actividad minera, al señalar que esta debe ser desarrollada en zonas no prohibidas para la
actividad minera y siempre y cuando el (los) sujeto(s) activo(s) hayan iniciado una proceso de
formalización.
A diferencia de los conceptos brindados en los citados decretos, el D. Leg. 1102 realiza una
conceptualización de que debe entenderse desde el punto de vista penal como minería ilegal,
puntualizando que se trata de una actividad minera no autorizada y condicionando la misma a la
existencia de un daño o un peligro de daño al medio ambiente, sus componentes, la calidad
ambiental y la salud ambiental.
De lo expuesto podemos colegir en primer lugar que la minería ilegal es practicada en una
dimensión empresarial, empleando maquinaria industrial y, tal como se señaló previamente, sin
contar con las debidas autorizaciones de la autoridad competente para poder operar, y, por otro
lado la minería informal, es aquella minería realizada sin haber obtenido los títulos habilitantes
conexos a la concesión minera, por sujetos con fines de subsistencia y que generalmente es
empleada por la minería ilegal como mano de obra. Ambas se presentan de forma conjunta pues
la primera se aprovecha de la segunda, sin embargo la estrategia diferenciada apunta a la
erradicación de la minería ilegal buscando la formalización de la minería informal[4][5].
El delito minería Ilegal –tipo base- se encuentra tipificado en el artículo 307-A del Código Penal
de la siguiente manera:
“Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cuatro años ni mayor de ocho años
y con cien a seiscientos días-multa, el que realice actividad de exploración, extracción,
explotación u otros actos similares, de recursos minerales, metálicos o no metálicos, sin contar
con la autorización de la entidad administrativa competente, que cause o pueda causar perjuicio,
alteración o daño al ambiente o sus componentes, la calidad ambiental o la salud ambiental.
Si el agente actuó por culpa, la pena será privativa de libertad no mayor de tres años o con
prestación de servicios comunitarios de cuarenta a ochenta jornadas”[6].
Por su parte, Peña Cabrera, señala que “el bien jurídico es el ambiente merecedor de tutela
penal, ya que se trata de un bien jurídico de especial trascendencia cuya protección resulta
esencial para la propia existencia de los seres humanos, que en estos tiempos está siendo
seriamente amenazado”[10]. De otro lado Caro Coria, respecto al bien jurídico protegido en del
delito de contaminación ambiental, sostiene que: “La fundamentación de que la estabilidad del
ecosistema es el bien jurídico-penal colectivo y autónomo tutelado mediante los delitos
ambientales, no es pacífica porque implica superar problemas de interpretación y posibles
inconsecuencias político criminales observados en el Derecho positivo”[11].
La Ley General del Ambiente, en su artículo 2.3., dispone que debe entenderse para los efectos
de la presente ley, que toda mención hecha al “ambiente” o a “sus componentes” comprende a
los elementos físicos, químicos y biológicos de origen natural o antropogénico que en forma
individual o asociada, conforman el medio en el que se desarrolla la vida, siendo los factores que
aseguran la salud individual y colectiva de las personas y la conservación de los recursos
naturales, la diversidad biológica y el patrimonio cultural asociado a ellos, entre otros.
El bien jurídico en esta titulación del corpus punitivo no presenta una homogeneidad absoluta,
como sucede en otras parcelas de la criminalidad; como es de verse, cuando hablamos de los
“delitos Ambientales”, se agrupan una serie de injustos típicos que vulneran específicos marcos
del Medio Ambiente, con ello el sistema ecológico en sentido estricto así como los “Recursos
Naturales”, éste último, a su vez, comprende la faina, la flora silvestre, las especies acuáticas,
los recursos genéticos y los bosques como se revela del contenido de los tipos legales
correspondientes[12].
B) Sujetos:
De la redacción del tipo penal materia de análisis: “…el que realice actividad de exploración,
extracción, explotación u otros actos similares…”, nos puede llevar a deducir que el sujeto activo
puede ser cualquier persona, natural o física, no debiendo tener ésta una cualidad funcionarial
especial.
Estamos frente a la protección de un bien jurídico supraindividual, por lo que su vulneración
afectaría a la Sociedad en su conjunto. Aunque cabe la posibilidad de que haya agraviados de
manera indirecta, lesionando de esta manera, bienes jurídicos de naturaleza individual. (p.e, la
vida, el patrimonio)
C) Conducta punible:
c.1) Tipicidad objetiva.-
El verbo rector central en el tipo penal es el “REALIZAR”, este verbo rector va a recaer en la
actividad de exploración, extracción, explotación u otros actos similares, en lo referente a “otros
actos similares” el tipo penal ha dejado una cláusula abierta para otras conductas especificadas
en la normatividad minera correspondiente –o las que en un futuro se vayan a agregar a las ya
existentes-. El tipo penal va a tener un nexo interdependiente con el objeto del delito que vendrían
a ser los “recursos minerales, metálicos o no metálicos”, para luego añadirse lo que
esencialmente diferenciaría esta conducta penalmente punible a una simple contravención
administrativa, nos referimos, a la no autorización administrativa para realizar dichas actividades,
enrolado al hecho de que pudiese causarse con dicha actividad no autorizada un perjuicio real
o potencial de alteración o daño al medio ambiente.
Adicionalmente se desprende del propio tenor del tipo que la conducta también podrá ser
realizada a título de culpa. Frente a ello y analizando los elementos configurativos del tipo penal,
¿es posible que en algún caso este delito pueda ser cometido a título de culpa?
El delito culposo es aquel en el que el agente infringe el deber de diligencia, a esto se refiere el
Código Penal cuando habla en general de imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia
de reglamentos o deberes. Por esa razón, resulta muy difícil imaginar que el delito de minería
ilegal pueda cometerse a título de culpa, pues cuando el que ingresa a desarrollar cualquiera de
las actividades descritas por el tipo penal (exploración, extracción, explotación u otros actos
similares) lo hace con pleno conocimiento e intención de estar al margen de la ley, pues no
cuenta con ninguno de los permisos pertinentes.
Si bien es un total acierto del Estado haber incorporado este injusto al Código Penal, también es
verdad que resulta erróneo colegir que estas conductas pueden ser realizadas por o mediante
culpa, ya que con ello se incurriría en una contradicción frente a la naturaleza jurídica del tipo
penal instaurado. Por el contrario, lo único que generaría esta calificación sería fomentar en
aquellos que realizan la actividad minera de forma ilegal para que busquen ampararse en este
supuesto (argumentando un desconocimiento de la norma administrativa) con la finalidad de
obtener del administrador de justicia una medida coercitiva más leve para luego retornar a sus
“habituales labores”.
b. La dirimencia del Consejo Nacional del Ambiente (CONAM, institución que ha sido
fusionada al Ministerio del Ambiente) en caso de informes discrepantes de dos o más
autoridades sectoriales.
c. La procedencia de la acción penal por inejecución de las disposiciones del EIA o PAMA.
Ahora bien, con la aprobación de la Ley General del Ambiente (LGA) se derogó la Ley N° 26631,
sin embargo lo establecido por esta ley fue íntegramente incorporado en el artículo 149 de la
LGA-modificado por el artículo 4 de la Ley Nº 29263-, donde se menciona expresamente que:
Resulta claro que la exigencia previa del ITF de la autoridad ambiental competente sobre
infracción de la normativa ambiental constituye una condición procesal, lo cual significa que su
inobservancia deslegitima el ejercicio de la acción penal y conduce a la nulidad procesal de lo
actuado. El informe técnico no tiene la calidad de vinculante y el Ministerio Público tiene la
facultad de ejercer la acción aun cuando el informe de la autoridad ambiental estime que no se
ha infringido la normativa ambiental. No obstante, sí está obligado a solicitarlo y analizarlo
conjuntamente con las demás pruebas e indicios antes de su pronunciamiento.
De esta manera, se señala que sólo habrá intervención del OEFA[14] para emitir el informe o
derivarlo a la entidad que considere competente en los casos en que:
2. El informe debe ser evacuado antes del pronunciamiento del fiscal provincial o fiscal de
la investigación preparatoria en la etapa intermedia del proceso penal
Para determinar en qué etapa del proceso penal se solicita el informe a la autoridad ambiental
competente, debemos recordar que el Código Procesal Penal establece que:
– El fiscal puede, bajo su dirección, requerir la intervención de la Policía o realizar por sí mismo
diligencias preliminares de investigación para determinar si debe formalizar la investigación
preparatoria.
De esta manera, con la modificación del artículo 149 de la LGA se modifica la figura para la
denuncia penal de los delitos ambientales, la cual deja de utilizar el informe como un requisito
para formalizar la denuncia y pasa a utilizar al informe de la autoridad ambiental como parte de
la investigación penal, por lo que se entiende que la denuncia ya ha sido formalizada.
– Otros actuados e información relevante con la finalidad que la autoridad ambiental cuente con
la información necesaria para la elaboración del informe.
El informe deberá ser evacuado dentro de un plazo no mayor de 30 días, contado desde la
recepción del pedido fiscal de la investigación preparatoria o del juez, bajo responsabilidad.
4. El informe deberá ser merituado por el fiscal o juez al momento de expedir la resolución
o disposición correspondiente
La autoridad competente elaborará el informe fundamentado por escrito, el cual contendrá como
mínimo, lo siguiente:
– Antecedentes.
– Base legal.
– Análisis de los hechos, precisando relación causal entre éstos y el supuesto ilícito ambiental.
– Opinión ilustrativa sobre los elementos para una valoración del supuesto daño ambiental
causado, cuando corresponda.
– Conclusiones.
La Etapa Intermedia es una herramienta esencial para el cabal funcionamiento de las dos etapas
centrales del proceso. Por un lado fiscaliza la Investigación Preparatoria y resuelve aspectos
centrales vinculados a su conclusión y resultado; por otro, prepara el Juicio Oral con el propósito
de evitar juzgamientos innecesarios, con todo el perjuicio que conlleva para el imputado y para
el ejercicio eficaz de la administración de justicia.
Un proceso penal que se resuelva en la fase de juicio oral, por razones de atipicidad, no
punibilidad, causas de extinción o por la ausencia de algún presupuesto procesal, entre otros,
significa que es, por regla general, un proceso que ha fracasado en la ejecución del modelo;
razón por la cual, lo que se debería debatir en una eventual etapa de Juicio Oral es entre la
condena o la absolución, en aplicación del principio de In Dubio Pro Reo, y no sobre si finalmente
el sujeto activo ha realizado una actividad minera sin contar con la autorización administrativa
correspondiente. Esto se debe definir en la Etapa de Investigación Preparatoria.
Procesalmente y conforme lo señala el artículo 90° del Código Procesal Penal, las personas
jurídicas, siempre que sean pasibles de imponérseles las medidas previstas en los artículos 104°
y 105° del Código Penal, deberán ser emplazadas e incorporadas en el proceso, a instancia del
Fiscal. Además, siguiendo con lo prescrito en el artículo 91°, del mismo cuerpo legal, el
requerimiento de incorporación podrá realizarse una vez que se haya comunicado la disposición
de formalizar y continuar con la investigación preparatoria al Juez de Investigación Preparatoria.
El plazo para solicitar dicha incorporación será hasta antes de dar por concluida la Investigación
Preparatoria.
Por otro lado y posteriormente a la tipificación del delito de minería ilegal, el Ejecutivo en fecha
20 de abril del 2012, expidió el Decreto Legislativo N° 1107, mediante el cual logra entender que
la Minería Ilegal no sólo se da por quien realiza los actos propios que menciona el artículo 307-
A y siguientes, sino que también existen supuestos relacionados con aquellos factores y
elementos externos que coadyuvan a la realización del citado tipo penal, por lo que estableció
medidas administrativas de control y fiscalización en la distribución, transporte y comercialización
de maquinarias y equipos que pueden ser utilizados en la actividad de minería ilegal, así como
de los productos mineros obtenidos en dicha actividad, para lo cual se dispuso:
Se estableció que para el transporte y traslado de máquinas, equipos y de los productos mineros
será efectuado por las Rutas Fiscales.
La SUNAT procederá a la incautación de las máquinas, equipos y de los productos mineros que
constituyan objeto del comercio clandestino, así como de los medios de transporte utilizados para
su traslado.
VI. CONCLUSIONES
A un poco más de un año desde que el Ejecutivo emitió todo un paquete de normas legales que
busca restringir el ámbito en el que se despliega la minería ilegal y sancionar estas ilícitas
actividades (D.Leg. Nº 1102, por el cual se incorporan al Código Penal los artículos 307-A, 307-
B, 307-C, 307-D, 307-E y 307-F, y se modifica los artículos 314 y 314-D; así como los D.Leg.
1100, 1103, 1104 y 1107), ninguna de estas medidas drásticas han reducido esta ilegal actividad
y mucho menos ha surtido el carácter preventivo en la cual se inspiraba su naturaleza jurídica.
Por el contrario, toda esta ilícita actividad ha aumentado y ello principalmente a que los agentes
encargados de aplicar estas medidas sancionadoras simplemente no pueden combatir contra
estas grandes mafias, principalmente porque no cuenta con los recursos necesario para llegar a
las zonas donde se desarrolla la misma.
El diario El Comercio señaló que ni los decretos que tipifican la minería ilegal como delito, ni las
normas que regulan los insumos como el combustible, ni el optimista proceso de formalización
iniciado en marzo del año pasado han contenido el violento avanza de la minería ilegal en Madre
de Dios. Un año y medio después de los paquetes legislativos que buscaban ordenar la minería,
nuevas imágenes satelitales nos resumen la catástrofe ambiental y el infructuoso proceso de
formalización[23].
Existen diversas razones por las cuales los operativos organizados por las autoridades
(Ministerio Público, Policía, OEFA, DREM entre otros) no pueden cumplir sus objetivos, como es
el caso de la programación y realización de operativos en zonas donde se ejecutan actividades
de minería ilegal, muchas veces los detalles y pormenores de estas intervenciones se filtran, ello
en virtud de que los propios policías o funcionarios han sido corrompidos por quienes ejercen
esta ilícita actividad y son alertados.
Conforme lo establece el Decreto Legislativo N° 1101[24], son los gobiernos regionales son las
Entidades de Fiscalización Ambiental (EFA) competentes para la fiscalización de las actividades
de pequeña minería y minería artesanal, por lo que dentro de los diez primeros días luego de
terminado cada trimestre, los gobiernos regionales deben emitir al OEFA sus reportes sobre sus
acciones de fiscalización y supervisión a la pequeña y mediana minería. La fiscalización
ambiental de las actividades de la pequeña minería y minería artesanal tiene por objeto asegurar
la gestión responsable de los recursos mineros y el cumplimiento de las obligaciones ambientales
de los productores mineros, a fin de garantizar la salud de la población, la seguridad de las
personas, la protección del ambiente y el desarrollo de actividades económicas sostenibles. Si
bien todo ello se encuentra debidamente plasmado en la norma, la pregunta es cuantas acciones
de fiscalización viene realizando los Gobiernos Regionales???.